30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:16 Página 30 > NORMATIVA FICHA TÉCNICA AUTOR: TOSCANI GIMÉNEZ, Daniel. TÍTULO: Obligaciones de los fabricantes de maquinaria, productos y útiles de trabajo. FUENTE: Gestión Práctica de Riesgos Laborales, nº 50, pág. 30, junio 2008. RESUMEN: En el origen de un indeterminado número de accidentes laborales se encuentra una defectuosa fabricación de maquinaria y productos de trabajo, así como una insuficiente información sobre sus riesgos. Sin embargo, si se reflexiona sobre el proceso de elaboración de un producto o de una maquinaria que va a ser manejada por los trabajadores, se percibe que intervienen numerosos sujetos, desde los diseñadores y etiquetadores del producto final, hasta los que han fabricado únicamente alguna de las partes. Esta realidad plantea, por un lado, interrogantes acerca de las posibles responsabilidades de todos estos sujetos derivada de daños causados a los trabajadores por defectos en los productos y, por el otro, la extensión y los límites del control del proceso de elaboración del artículo por parte del fabricante, muy especialmente en el mantenimiento y conservación. DESCRIPTORES: • Normativa • Importadores • Suministradores • Seguridad • Información • Accidentes de trabajo Obligaciones de los fabricantes de maquinaria, productos y útiles de trabajo Cuando se produce un accidente laboral puede entrar en juego la responsabilidad del fabricante, del importador o del suministrador de un producto. La definición de sus deberes, como informar sobre su instalación, uso y mantenimiento son pilares fundamentales, que están recogidos en la legislación. Dr. Daniel Toscani Giménez, profesor titular de la Universidad de Valencia. 30 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Nº 50 • Junio de 2008 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:16 Página 31 www.riesgos-laborales.com contrario, tiene un objetivo primordialmente reparador. En consecuencia, a continuación, se analizarán los distintos sujetos que deben tener la consideración de responsables a efectos del art. 41 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. L os fabricantes, importadores y suministradores de maquinaria, equipos, productos y útiles de trabajo están obligados a asegurar que éstos no constituyan una fuente de peligro para el trabajador, siempre que sean instalados y utilizados en las condiciones, forma y para los fines recomendados por ellos, según establece el artículo 41 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL). De igual modo, y como continúa este artículo, están obligados a envasarlos y etiquetarlos de forma que se permita su conservación y manipulación en condiciones de seguridad; su contenido debe estar claramente identificado, así como los riesgos que comporten para la seguridad o la salud de los trabajadores por su almacenamiento o utilización. Asimismo, fabricantes, importadores y suministradores deberán facilitar la información que indique la forma correcta de utilización por los trabajadores, las medidas preventivas adicionales que deban tomarse y los riesgos laborales que conlleven, tanto su uso normal, como su manipulación o empleo inadecuado. De ahí que deban proporcionar a los empresarios –y éstos recabar de aquéllos“ la información necesaria para que la utilización y manipulación de la maquinaria, equipos, productos, materias primas y útiles de trabajo se produzca sin riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores, así como para que los empresarios puedan cumplir con sus obligaciones de información respecto de los trabajadores”. El empresario deberá garantizar que este tipo de informaciones se facilite a los trabajadores en términos que les resulten comprensibles, concluye el artículo 41 de la LPRL. Así, parece evidente que los sujetos que están obligados a cumplir con las prescripciones que establece este artículo son los fabricantes, importadores y suministradores de maquinaria, equipos, productos, útiles, sustancias químicas y EPIS (Equipos de Protección Individual). De este modo, se podría concluir que los sujetos obligados por el art. 41 de la LPRL son los mismos que los obligados por la Ley 22/1994, que regula a quienes son responsables civilmente por los daños causados por productos defectuosos. Sin embargo, aun cuando es innegable la influencia de la citada Ley 22/1994 en el art. 41 de la LPRL, no parece que de forma mimética se deba extender o extrapolar a su ámbito de aplicación, ya que su finalidad es eminentemente preventiva, mientras que la Ley 22/1994, por el Nº 50 • Junio de 2008 En algunos casos, el fabricante final del producto puede, en última instancia, repetir frente a los fabricantes parciales las indemnizaciones que se hubiera visto obligado a abonar El fabricante: el concepto, claro En primer lugar, por lo tanto, es preciso determinar el concepto de fabricante a efectos de la LPRL, ya que es necesario conocer si deben tener la consideración de fabricante todos los sujetos que intervienen en el proceso de elaboración de un producto; es decir, desde los diseñadores, envasadores o embaladores y etiquetadores del producto final, hasta los que han elaborado únicamente alguna de las partes o elementos integrantes, los denominados fabricantes parciales. Desde una interpretación literal del art. 41 de la LPRL parece que el fabricante del producto debe ser únicamente el que elabora el producto final y no otros sujetos que, aunque intervienen en el proceso de producción (diseñadores, envasadores o etiquetadores), más bien se limitan a prestar un servicio al fabricante. De esta forma, no se puede considerar que fabrican, en el sentido estricto del término, el producto final. Del mismo modo, aquéllos que han fabricado alguna de las partes o elementos integrantes del producto final, los fabricantes parciales, en ningún caso se pueden considerar fabricantes de maquinaria, equipos, productos o útiles de trabajo por sí mismos a efectos del art. 41. Por lo tanto, el fabricante final responderá de los daños causados por sus productos cuando sean debidos a defectos originados a lo largo de la fase de producción, bien en el diseño, elaboración de los distintos componentes o en su envasado y etiquetado. Esto es así porque, aun cuando no los ha causado él directamente, tienen su origen, no obstante, en sujetos en los que él ha delegado parte de la actividad de producción. Esto no significa, ni mucho menos, que todos estos sujetos que intervienen a lo largo de la cadena de producción del producto final no estén obligados a respetar la normativa genérica de seguridad del producto o actividad; ya que pueden ser responsables civil o administrativamente si han incumplido las obligaciones genéricas que dicha normativa les impone. De hecho, el fabricante final Gestión Práctica de • 31 Riesgos Laborales 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:16 Página 32 > NORMATIVA del producto puede, en última instancia, repetir frente a ellos el importe de las indemnizaciones que se hubiera visto obligado a abonar. Tras una lectura detenida del art. 41, resulta meridiano que el fabricante final únicamente responderá en los términos expuestos cuando los productos se han instalado y se han utilizado en las condiciones, forma y para los fines recomendados por ellos. Por lo tanto, el fabricante no tendrá responsabilidad cuando los daños sean consecuencia de defectos de seguridad causados por el instalador, por el empresario o por cualquier otro sujeto que no mantenga o utilice adecuadamente el producto. En consecuencia, parece que la LPRL quiere acotar o delimitar la responsabilidad del fabricante a los daños causados por sus productos, pero únicamente cuando sean debidos a defectos en el diseño, fabricación o envasado, pero no por una inadecuada instalación o mantenimiento de su producto. De este modo, el deber de control del proceso de producción, por parte del fabricante, y la exigencia de verificación de la seguridad del mismo, se extiende hasta el momento en que salga de su fábrica o empresa, teniendo la obligación de fabricar y poner en el mercado productos seguros. Sin embargo, ya no responde de los defectos causados por una instalación defectuosa o un mantenimiento incorrecto al entender, seguramente, el legislador que estas actividades ya escapan de la esfera de control del fabricante, y corresponden al empresario adquirente de los productos velar por que los mismos se instalen adecuadamente, en armonía con las características y condiciones del lugar del trabajo. No obstante, esta visión no corresponde muchas veces con la propia realidad, donde cada vez es más habitual que sea el propio fabricante que lleve a cabo la instalación del producto directa o indirectamente, a través de terceros contratados por él para realizar la instalación al cliente e incluso el propio mantenimiento del producto. No obstante, de la literalidad del art. 41 de la LPRL, se concluye que, incluso en estos supuestos, el responsable de los posibles daños que pudieran causarse por una instalación o mantenimiento incorrecto sería el empresario, sin perjuicio de que, en este caso, por contrato, pudiera repercutir en el fabricante. 32 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Al fabricante, importador o suministrador no se le puede exigir responsabilidad sólo por que efectivamente se materialice un accidente mientras se manejaban o se empleaban sus productos Así, por ejemplo, cabe destacar el caso en que se produce la muerte de un trabajador por el fallo de una plataforma elevadora, cuya revisión y mantenimiento había sido contratada por la empresa al fabricante. El Tribunal, en aplicación de la LPRL, entiende que la empresa patronal es la responsable en todo caso de la seguridad de sus trabajadores y que no se puede liberar de su responsabilidad descargando en las empresas fabricantes el cumplimiento de los reglamentos de seguridad industrial, sino que, además, debe verificar que esas empresas cumplan, a su vez, con sus obligaciones. En sentido contrario, sin embargo, como la exoneración de responsabilidad del fabricante se prevé únicamente cuando los daños causados por el producto se deban a una defectuosa instalación o mantenimiento. Por lo que no quedará eximido, en consecuencia, cuando el defecto tenga su causa en un transporte inapropiado que pueda afectar a las características del producto una vez que es puesto en circulación. De tal forma que el deber de control del proceso de producción del producto, por parte del fabricante, y la exigencia de verificación de su seguridad, se extiende asimismo a la obligación de velar por el correcto transporte del producto para que llegue al empresario adquirente en las mismas condiciones en que salió de la empresa del fabricante. Quién se considera importador y quién suministrador A diferencia de la normativa de seguridad del producto y de responsabilidad civil por productos defectuosos (Ley 22/1994), donde se considera importador responsable a aquél que introduce un producto en el mercado comunitario, en este caso el importador obligado a garantizar la seguridad de los productos de trabajo es el nacional, es decir, quien introduce en España productos procedentes de estados ajenos a la Unión Europea. En efecto, el art. 41 de la LPRL, no persigue la reparación del daño causado a la víctima por productos defectuosos, sino por el contrario, evitar o prevenir que dicho daño se produzca y, en última instancia, velar para que los productos comercializados en el mercado nacional sean seguros para los trabajadores. De este modo, resulta evidente que la legislación nacional y, concretamente el artículo mencionado, no puede exigir obligaciones de seguridad a importadores que operan en otros Nº 50 • Junio de 2008 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:16 Página 33 www.riesgos-laborales.com Estados miembros; sólo en el momento en que se introduzca el producto en el mercado nacional se podrá hacer valer lo dispuesto en dicho artículo. Por otro lado, es importante indicar que, a diferencia de la normativa de seguridad del producto y de responsabilidad civil, para tener la consideración de importador o suministrador en el marco del art. 41 de la LPRL, no es necesario que estos sujetos realicen su actividad de forma profesional ni habitual. Esto es una consecuencia lógica de los distintos objetivos que se han señalado con anterioridad. En efecto, la razón de exigir la profesionalidad y la habitualidad en el primer caso estriba en que, como se ha visto, se persigue la reparación del daño causado a la víctima por productos defectuosos. Por lo tanto, es cierto que para el cumplimiento de esta finalidad no es prioritario que responda el sujeto culpable sino todo aquél que se esté lucrando con la comercialización del producto. Sin embargo, en el concreto supuesto del art. 41 de la LPRL, como se ha mencionado, el objetivo es garantizar que los productos comercializados en el mercado nacional sean seguros para los trabajadores. Por ello en el ámbito de aplicación de este artículo, tendrá la consideración de suministrador cualquier sujeto que ponga un producto de trabajo a disposición del empresario, incluso sin necesidad de que medie entre ellos un título jurídico. La voluntad del art. 41 de la LPRL, como se destaca claramente de su lectura, es articular o establecer la solidaridad en las obligaciones y responsabilidades dentro de la cadena de distribución. De tal forma que la responsabilidad de los sucesivos estadios de dicha cadena concurre aun cuando haya sido el peldaño anterior el causante directo del perjuicio del riesgo para la salud de los trabajadores. La finalidad del precepto es garantizar que cada uno de los eslabones del proceso actúe como garante de la seguridad del producto final y no únicamente en lo que a ellos afecta por su participación directa en el proceso productivo. responsabilidad, en dichos términos, se convertiría en objetiva o de resultados. Esto es, por el mero hecho de producirse un accidente, se hubiera incumplido esta obligación de seguridad y entraría en juego su responsabilidad. Para evitar confusiones es necesario tener en cuenta que únicamente se puede hablar de una responsabilidad objetiva, por resultados, para el Sistema Público de la Seguridad Social, que siempre deberá otorgar una prestación al trabajador si éste reúne los requisitos adecuados ser trabajador y haber sufrido un accidente; pero no para los sujetos contemplados en el art. 41 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Al fabricante, importador o suministrador no se le puede exigir responsabilidad sólo por que efectivamente se materialice un accidente mientras se manejaban o se empleaban sus productos. Para poder articularse la responsabilidad de los sujetos regulados en el art. 41 de la LPRL es necesario que concurra culpa por su parte, que haya incumplido obligaciones concretas que establece la normativa de prevención de riesgos laborales. El deber de protección de estos sujetos se transforma en una obligación de medios, no de resultado. Es decir, se puede haber actuado de forma diligente, porque se han adoptado todas las medidas posibles de prevención pero, pese a todo, se produce la lesión de un trabajador. En tal caso, no hay responsabilidad del fabricante ni de los demás sujetos, aunque sí se dará una prestación de la Seguridad Social. Y al revés, si se incumple ese deber, por no incorporar todos los medios de protección necesarios y se crea un peligro para la seguridad y salud de los trabajadores, existe responsabilidad del fabricante, aunque no se haya producido un accidente o enfermedad y no haya un resultado lesivo concreto. Es importante, por eso, saber cuándo el fabricante ha actuado de forma correcta, de forma diligente, y cuándo no y, en consecuencia, se le pueden exigir responsabilidades. Jurisprudencia sobre el fabricante Ahora bien, la jurisprudencia está de acuerdo en que no se trata de una obligación incondicionada e ilimitada. De lo contrario, siempre se le podría haber exigido algo más al fabricante, importador o suministrador, un plus de protección que no habría llevado a cabo y, por lo tanto, la Nº 50 • Junio de 2008 Por eso, la propia ley distingue entre riesgos que se pueden evitar y aquéllos inevitables (art. 15 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales). En cuanto a los primeros, únicamente cabe la detección y eliminación en origen o en raíz del riesgo laboral presente en los productos. En cuanto a los inevitables, el fabricante debe en- trar a evaluarlos y, en función de los resultados, adoptar las medidas que garanticen el mayor nivel de protección posible. Esto se debe hacer mediante la adopción de las medidas más seguras desde el punto de vista técnico en cada momento, sin que se pueda subordinar o condicionar la adopción de pautas preventivas a razones puramente económicas. Así, de existir unas medidas más eficaces y más seguras para proteger la salud de los trabajadores, el fabricante no puede alegar que son demasiado caras o que no dispone de dinero suficiente para adoptarlas. De esta manera, lo que pretende la ley es un comportamiento diligente por parte del fabricante, quien, en primer lugar, debe suprimir todos los riesgos que sean susceptibles de eliminación y, en segundo lugar, debe emplear todos los medios existentes según el estado actual de la tecnología para mitigar los riesgos que no se hayan podido eliminar de raíz. Además, debe informar adecuadamente al empresario que los adquiere. Esto, evidentemente, exige al fabricante mantenerse actualizado sobre los nuevos avances de los conocimientos científicos consolidados acerca de riesgos laborales. Y está obligado a aplicar, muy especialmente, las medidas necesarias contra aquellos riesgos que ya hubieran pasado la fase formativa o experimental y se hubieran consolidado ya de forma científica como potencialmente perjudiciales para la salud de los trabajadores. En este punto es especialmente significativo el anexo II del Real Decreto 1299/2006, ya que, aunque las enfermedades enumeradas en él no son todavía profesionales, sin embargo se sospecha que están causadas por las actividades o sustancias allí regladas. De esta manera, ya se puede mantener que se tiene conocimiento del riesgo que pueden implicar para la salud de los trabajadores y, por lo tanto, el fabricante, así como las empresas, están obligados a tomar las medidas precisas para prevenirlos; en el caso de los fabricantes esta obligación puede llegar hasta la eliminación, cuando ello sea técnicamente viable, de los productos contenidos en el anexo II, y sustituirlos por otros libres de riesgo o menos perjudiciales. Con lo cual dicha conducta diligente consiste en alcanzar el máximo nivel de seguridad posible Gestión Práctica de • 33 Riesgos Laborales 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:17 Página 34 > NORMATIVA de forma permanente, no el mínimo reglamentariamente exigible por las normas técnicas. En efecto, de conformidad con la jurisprudencia, no se puede equiparar la máxima seguridad tecnológicamente factible con la generalmente practicada en un determinado sector o empresa y, mucho menos, al mero cumplimiento de las normas técnicas o la certificación de la conformidad de los productos a los requisitos esenciales de seguridad. Máxime cuando esta certificación la realiza el propio fabricante sin necesidad de recurrir a un organismo de acreditación. Así, este deber muestra también un aspecto dinámico y variable, pues se deben tener en cuenta los cambios en la técnica, y muy especialmente las condiciones de trabajo y las circunstancias en que se ejecuta el trabajo. En efecto, las especialidades derivadas del propio medio o ambiente de trabajo en el cual se vaya a utilizar la mercancía pueden intensificar la gravedad de ciertos riesgos derivados de un determinado producto de trabajo. Estos factores deben ser considerados por el fabricante a la hora de elaborar sus artículos. De esta manera, por ejemplo, el uso continuado de los productos y su aprovechamiento al máximo nivel de rendimiento pueden provocar un desgaste prematuro, además de la rotura de ciertas piezas. En este sentido, destacan tres sentencias sobre: > La rotura de un cable de una grúa que provoca la caída de la carga sobre un trabajador, causándole graves lesiones. > La rotura de unos tablones empleados por el peón de una empresa constructora para salvar un desnivel pronunciado con una carretilla, que le provocó graves lesiones. 34 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales © Latin Stock De esta forma, por ejemplo, aun cuando la normativa específica sobre seguridad de productos y de comercialización únicamente obligue al fabricante a respetar unos topes máximos de concentración de una sustancia en su producto, el contenido del art. 41 de la LPRL en materia de seguridad de la salud de los trabajadores, le obliga a ir mucha más allá, ya que rebaja al nivel mínimo que permita el estado actual de la tecnología, e incluso elimina por completo, en la medida que sea técnicamente viable, el producto perjudicial para los trabajadores, sustituyéndolo por otro menos peligroso. El fabricante tiene que contar con los descuidos ocasionales o puntuales de los trabajadores, debidos a excesos de confianza. > Una plataforma elevadora que se desprendió del camión donde iba montada y que originó la muerte de un trabajador. En todos estos casos las sentencias estiman la responsabilidad del fabricante al entender que los accidentes son debidos a la fatiga de los materiales y, por tanto, al defectuoso diseño de los productos que no eran lo suficientemente resistentes para soportar el desgaste a que se sometían. Un supuesto de estas características es la utilización de ciertas sustancias o compuestos químicos que, por separado, son inocuos pero que al juntarlos pueden llegar incluso a ser letales. Asimismo, el ruido o las vibraciones de algunos productos y equipos de trabajo por aislado puede que no superen los umbrales estipulados en la normativa vigente al respecto, sin embargo, sí lo hacen de forma conjunta y en un mismo lugar de trabajo. Del mismo modo, aunque de forma aislada el empleo o utilización de un producto puede que no implique un riesgo para el trabajador o, en todo caso, sólo un riesgo de escasa entidad, esto es asumible. No obstante, la existencia de diversos productos o equipos empleados o utilizados de forma conjunta en un mismo lugar de trabajo puede provocar la existencia de un riesgo para la salud de los trabajadores. En este sentido, destaca el caso de un trabajador que es atropellado por un camión que realizaba una maniobra de marcha atrás, debido a que el ruido ambiental del centro de trabajo era tan elevado que hizo ineficaces las señales acústicas del vehículo. El tribunal estimó que se debería haber previsto por parte del fabricante otro tipo de medidas alternativas, como dotar al camión de señales luminosas. Nº 50 • Junio de 2008 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:17 Página 35 www.riesgos-laborales.com La conducta del trabajador El deber del fabricante lleva a que responda pese a que el trabajador haya cometido distracciones o imprudencias simples. Por su parte, la imprudencia profesional o simple puede conllevar la infracción de reglamentos o de la propia normativa de seguridad y salud. Esto es, el fabricante tiene que contar con los descuidos ocasionales o puntuales de los trabajadores, debidos a excesos de confianza. Dos sentencias en este sentido son: > La del trabajador que pierde una mano por intentar retirar un envase que había quedado atascado dentro de la máquina empaquetadora. > Otro caso en que el trabajador también trata de desatascar una maquina picadora de carne y sufre graves lesiones que derivaron en la amputación de la mano. En ambos casos las sentencias determinan que este comportamiento de los trabajadores es previsible debiendo, en consecuencia, el fabricante haber equipado la maquinaria con los elementos de seguridad necesarios para evitar el acceso de los trabajadores a las zonas peligrosas. En este mismo sentido hay ejemplos de sentencias, como: > El supuesto de un trabajador que intenta apretar los tornillos de una máquina en funcionamiento y sufre graves lesiones al quedarle la mano apretada. > También el de un trabajador que queda atrapado por una cinta transportadora al intentar desatascarla sin detenerla primero, lo cual era práctica habitual en la empresa. En ambos casos se condena a la empresa fabricante de la maquinaria al haberse puesto de manifiesto que un adecuado diseño y equipamiento, con los dispositivos de seguridad necesarios para evitar estos usos inadecuados, pero previsibles, hubieran evitado los accidentes. Es más, incluso cuando la conducta del trabajador se pueda calificar de temeraria, la jurisprudencia estima que ello no eximirá al fabricante de responsabilidad respecto del accidente cuando concurran incumplimientos graves de la empresa fabricante en materia de prevención, sin que se pueda hablar de una compensación de Nº 50 • Junio de 2008 culpas. En este sentido, se ha dictado que existe responsabilidad del fabricante, a pesar de que se reconoce un comportamiento temerario del trabajador, al ser a todas luces insuficientes las medidas adoptadas por el fabricante: El deber del fabricante lleva a que responda pese a que el trabajador haya cometido distracciones o imprudencias simples > Una empresa dedicada a la fabricación de tableros de madera para lo que emplea una máquina decortezadora, que dispone de una pasarela protegida a lo largo de todo su recorrido para evitar el acceso. Al ser frecuentes los atascos de troncos, se habilita una plataforma segura en la parte superior, desde donde se utilizan pértigas para desplazar los troncos que causan los atascos. Un trabajador trata, durante dos horas, de desatrancarlo, pero pierde la paciencia y decide saltar por encima de las barandillas que delimitaban la maquinaria y trepa por la estructura mecánica hasta situarse por debajo de una de las cintas transportadoras, donde se había producido el atasco. Sin embargo, queda atrapado en los rodillos de la cinta, produciéndose en el instante la muerte. > También el supuesto de trabajador que conduce una carretilla elevadora y mientras descendía una rampa, las ruedas laterales se salieron de la rampa en su lado izquierdo, que era abierto, produciéndose el vuelco de la carretilla que le fractura el pie. La carretilla que conducía el actor en la fecha del accidente, disponía de cinturón de seguridad en el asiento, no llevándolo puesto el trabajador en ese momento. Además, pocos días antes del incidente el responsable de seguridad de la empresa le había llamado la atención, tanto por el hecho de no llevar puesto el cinturón, como por su forma de conducir agresiva y a excesiva velocidad. El mismo día del accidente y pocos segundos antes, también le advirtió de que iba excesivamente rápido. El deber de información Como se ha analizado, el párrafo tercero del art. 41 de la LPRL recoge las obligaciones de información respecto a los fabricantes de productos de trabajo en general, quienes deben informar sobre “la forma correcta de utilización por los trabajadores, las medidas preventivas adicionales que deban tomarse y los riesgos laborales que conlleven tanto su uso normal, como su manipulación o empleo inadecuado”. Gestión Práctica de • 35 Riesgos Laborales 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:17 Página 36 > NORMATIVA Por su parte, el párrafo quinto del artículo obliga al fabricante a informar al empresario sobre el modo correcto de instalación, utilización y mantenimiento. De tal forma que si los posibles accidentes posteriores se deben a una mala instalación, utilización o conservación del producto, el fabricante no responderá de los daños causados a los trabajadores, al entender el legislador que estas actividades ya escapan de la esfera de control del fabricante y corresponden al empresario que ha adquirido los productos velar por que los mismos se instalen, se utilicen y se conserven adecuadamente en armonía con las características y condiciones del lugar del trabajo. En cuanto al concreto contenido de la obligación de informar, es necesario verificar la normativa técnica específica de cada producto. Así, por ejemplo, el RD 1435/1995 sobre maquinaria, el RD 1407/1992 sobre EPIS, y el RD 363/1995 sobre envasado y etiquetado de sustancias peligrosas. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que el art. 41 de la LPRL regula en términos muy amplios los extremos sobre los que ha de versar la información; de forma que si es posible informar sobre riesgos potenciales o instrucciones de uso que no obligue la normativa técnica específica también deberá hacerlo así el fabricante. De lo contrario, se le pueden recabar responsabilidades por el acaecimiento de futuros accidentes o enfermedades. La información deberá ir complementada con pictogramas y dibujos que adviertan de los riesgos del producto de forma gráfica (los símbolos estándar que indican los peligros potenciales y los usos prohibidos), así como de unas instrucciones simples de utilización, que deberán figurar en el idioma del país donde se comercialice. Debe recordarse que, como se ha mencionado con anterioridad, el fabricante debe suprimir todos los riesgos que sean susceptibles de eliminación y emplear todos los medios existentes, según el estado actual de la tecnología, para mitigar aquéllos que no se han podido eliminar de raíz 36 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales © Latin Stock Este deber genérico de información se complementa a continuación con las obligaciones de información de carácter específico contenidas en los párrafos segundo y cuarto del precepto para los fabricantes de Equipos de Protección Individual (EPIS) y de sustancias químicas; en realidad, son una concreción para estos artículos específicos de la obligación general de información. En cuanto al concreto contenido de la obligación de informar, es necesario verificar la normativa técnica específica de cada producto. de sus productos y sólo sobre estos últimos debe informar adecuadamente al empresario que los adquiere. De tal forma que el deber de información es únicamente respecto a los riesgos que no se han podido eliminar o paliar, pero en ningún caso puede sustituir a las demás obligaciones que incumben al fabricante en lo relativo a la elaboración del producto. En este sentido, es significativo el caso de un trabajador al que se le tuvo que amputar la mano al quedar ésta atrapada en una zona peligrosa de la maquinaria que empleaba. La máquina tenía un rótulo advirtiendo sobre el peligro de atrapamiento y la necesidad de mantener las manos alejadas de la zona operativa de la máquina, pero no incorporaba dispositivo alguno de protección. De este modo, el Tribunal estimó la responsabilidad del fabricante en el accidente argumentando que una advertencia no es un sustituto adecuado cuando una medida de seguridad hubiera eliminado la necesidad de advertencia. Si los fabricantes pueden elegir entre instalar una medida de seguridad eficaz o colocar simplemen- te un adhesivo sobre el producto, el menor coste incentivará esto último. Así, las advertencias únicamente exoneran al fabricante de responsabilidad si el riesgo no se puede evitar incorporando al producto una medida de seguridad que fuera comercialmente viable en el momento en que se pone en circulación. En cuanto al sujeto receptor de la información, debe tenerse en cuenta que, como se ha analizado, los fabricantes deberán informar directamente a los empresarios y éstos, transmitirla a los trabajadores. Si a esto se suma que se deben combatir los riesgos en el origen, es lógico que la LPRL establezca que los empresarios deben recabar información a fabricantes, importadores y suministradores sobre maquinaria, equipos, productos, útiles de trabajo y demás elementos que intervienen en el proceso productivo. De este modo, el empresario no puede limitarse a adoptar una actitud pasiva sino, por el contrario, si los fabricantes, importadores o suministradores no le facilitan la información preceptiva o la suficiente y adecuada para poder trasladársela Nº 50 • Junio de 2008 30-37 Obligac_Fabricantes.qxd 27/5/08 17:17 Página 37 www.riesgos-laborales.com correctamente y de forma eficaz a sus trabajadores, él mismo deberá recabarla, exigiéndola si fuera necesario a los sujetos anteriores. De esta forma, el precepto coloca al empresario en el mismo plano de responsabilidad en cuanto al deber de suministrar la información adecuada. cesos químicos peligrosos, máquinas, instalaciones energéticas-calor, electricidad, trabajos en altura, etc.). > Trabajo en condiciones térmicas extremas (por calor o frío). Es significativo, en este sentido, el supuesto de un trabajador que sufre lesiones muy graves al acercarse a un horno de leña con la ropa impregnada de una sustancia inflamable que previamente se había vertido encima por accidente. El Tribunal estimó la responsabilidad del empresario patronal ya que, aun cuando las cajas que contenían las latas individuales de la sustancia inflamable y que se encontraban en el almacén donde el trabajador debía acceder continuamente, venían etiquetadas por el fabricante con el símbolo de sustancia inflamable, esto no es suficiente para entender cumplida la obligación de información del empresario. No basta con que el empresario se remita a la información que el producto pueda incorporar para entender satisfecha su obligación, sino que debe asegurarse de que el trabajador efectivamente la recibe. > Tareas en espacios confinados. En efecto, debe señalarse que el art. 41 de la LPRL establece que “el empresario deberá garantizar que las informaciones sean facilitadas a los trabajadores en términos que resulten comprensibles para los mismos”, es decir, de forma clara, concisa y sin ambigüedades. Así, puede llevarse a cabo directamente con el trabajador o indirectamente a través de sus representantes (art. 33 y siguientes de la LPRL). Evidentemente, el primer caso se deberá producir obligatoriamente cuando no haya representantes de los trabajadores, pero también cuando, como en los casos que ahora se analizan, se trate de riesgos específicos de su puesto de trabajo. > Situaciones de alteración de los procedimientos normales de operación. Si bien la legislación no indica explícitamente cuándo es necesario que las instrucciones de trabajo sean escritas, esta forma garantiza mejor que las simples instrucciones verbales la realización segura de los trabajos, que sí exige la LPRL en su art. 14. En cualquier caso, existen una serie de tareas que, debido a su peligrosidad potencial específica, han de disponer de instrucciones de trabajo por escrito. A modo de ejemplo y con carácter no exhaustivo se citan las siguientes: > Operaciones normales con riesgo de graves consecuencias (empleo de sustancias o pro- Nº 50 • Junio de 2008 > Operaciones con aporte de calor en lugares o instalaciones que tienen peligro de incendio o explosión. Sin embargo, de lo dispuesto en el art. 41 de la LPRL se concluye que el deber de información no acaba en el momento de la puesta en circulación del producto, sino que el fabricante tiene un deber de seguimiento de los productos comercializados, que le exige comunicar al empresario los posibles riesgos adicionales del producto de forma continua. De hecho, si advierte que un producto ya comercializado adolece de algún tipo de defecto de seguridad deberá informar a los empresarios y tomar las medidas adecuadas para eliminar el riesgo, incluso retirarlo del mercado si no fuera posible subsanarlo de otro modo. > Situaciones de emergencia. > Control de las actividades de subcontratas. > Intervenciones de personal foráneo en instalaciones. > Carga, descarga y movimiento de vehículos. > Paradas y puestas en marcha de instalaciones. > Trabajos de mantenimiento y limpieza. Este deber de información abarca también a los riesgos que se vayan conociendo debido a los avances tecnológicos y los estudios que se vayan consolidando aun cuando en el momento de la comercialización eran desconocidos piénsese, por ejemplo, en lo ocurrido con el asbesto o amianto. En consecuencia, el fabricante deberá mantener al corriente a los empresarios de los avances científicos e informar debidamente sobre los nuevos riesgos descubiertos o sobre las nuevas medidas de protección que supongan un incremento real de la seguridad del producto, con el fin de que el empresario pueda incorporarlos y cumplir así, a su vez, con su propia obligación de seguridad. > Empleo ocasional de equipos con funciones clave. > Trabajo en solitario o alejado del lugar habitual de trabajo. En cualquier caso, debería ser el propio convenio colectivo aplicable al sector o a la empresa el que precise tanto el alcance, como el contenido y las vías a través de las cuales se proporcione a los trabajadores la información correcta y adecuada. De tal forma que ésta esté singularizada o personalizada y con términos que resulten comprensibles en función de la formación del trabajador receptor. Finalmente, para acotar el contenido del deber de información de los fabricantes, es necesario reseñar que, como se ha mencionado, el deber de control del proceso de producción del producto, por parte del fabricante, y la exigencia de verificación de su seguridad se extiende únicamente hasta el momento en que salga de su fábrica o empresa, teniendo la obligación de fabricar y poner en el mercado artículos seguros. BIBLIOGRAFIA > > > > > Aparicio Tovar, J. y González Ortega, S. Comentarios a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Trotta, Madrid, 1996. Fernández Marcos, L. Comentarios a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y normativa reglamentaria. Editorial Dykinson. Madrid, 2001. Rodríguez Sanz de Galdeano, B. Responsabilidad de los fabricantes en materia de prevención de riesgos laborales. Editorial Lex Nova. Valladolid, 2005. Toscani Giménez, D. Curso Básico de Prevención de Riesgos Laborales. Altaban Ediciones. Albacete, 2007. Vicente Palacio, A. y Ballester Pastor, I. 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