ATENEU LORQUINO. 47. ingenio, y ciialid'td importaniísitnt, adetniísde la belleza, en las obras musicales. Faniasbs sobre motivos de óperas, piezas de baile, jotas, soj/uidíllas, aparecieron en los almacenes de müsii-a de Madrid, firmadas por Tudela; pero los editores de pensamientos escritos en el pentagrama no pagan por lo común con otra cosa que con una docena ó media de. ejemplares del gr^tbado. Lúcese este con portada iná^ 6 menos ari¡NtiC4 eu los escaparates de la tienda y en el atril de unos cuantos pianos, que hacen sonar manos que mas de una vez estrecharon las del autor, y muy pronto cede su puesto k nuevas publicaciones, si publicación puede llamarse la que llega á conocer tan poca gente. Prira dos zarzuelas esoribió música Pérez de Tuiiela: animada, alegre y juguetona era la una; de mas miga, aunque también llena de animación y de frescura, la otra. Ninguna de las dos se ha representado en ¡Madrid, y no hi sido porque la música no lo mereciese, ni porque los autores hayan negado su permiso. Decía Bretón de los Herreros que las obras de Teatro deben escribirse entre ba.Btidores, y Bnrique Pérez de Tudela no habla nacido para vivir á la luz del gas y bajo el pintado cielo de las bamb.linas. Modesto en demasía, ni buscaba interesadamente la amistad de los empresarios, ni como medio de que sus obras se representaran y fuesen aplaudidas en la escena sabia él hacerse aplaudir por galante, chistoso y m' Idiciente, á todas horas, en los camarines de los actores y en los salones de descanso. Tenía ademas Tudela un defecto físico, que le bacía hablar con difícuilad. y esto acaso contribuía, además de su modestia, á que fuera algún tanto retraído. Sus amigos recordarán al leer los presentes renglones haberle visto más de una vez dar muestras de impaciencia por no poder hablar tan de prisa como deseaba. A los lectores lorquinos es inütil referirles el entusiasmo con que en aífuella ciudad fué acogida una de las zarzuelas de nuestro amigo. Recordaba él con singular complacencia la noche del estreno, en que fué acompañado hasta su casa por todos los concurrentes; la corona de plata recibida y la multitud de veces que le llamaron á las tablas. En Madrid, por el contrario. La Familia de su Excelencia, que así se llamaba la zarzuela, no encontró escenario en que presentarse al publico, entre los, de primer orden. Refugióse por líltimo en un teatro más modesto, y allí tuvo la suerte de agradar tanto al empresario, que se pasó toda la temporada pensando quien podría interpretar mejor la müsica, i su juicio de éxito seguro, por mks que la compañía no contaba con tenor apropósito. por lo cual fué necesario suprimir una romanza; que los coros eran solamente del género femenino, lo que trocó en pages á los lacayos, la orquesta parecía incompleta y del resto de los cantantes no se podía esperar gran cosa, Al llegar el verano el teatro cerró sus puertas, y los originales fueron^