ISLAS Y TERRITORIOS EXÓTICOS, EN EL PACÍFICO

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Tesoro de la Juventud
ISLAS Y TERRITORIOS EXÓTICOS,
EN EL PACÍFICO
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Tesoro de la juventud
ISLAS Y TERRITORIOS EXÓTICOS,
EN EL PACÍFICO
Del libro de los Países y sus costumbres
EL HELADO TERRITORIO DE ALASKA
EN el extremo noroeste del continente americano, en aguas árticas, se halla Alaska,
antiguo territorio ruso, que fue comprado por los Estados Unidos de Norteamérica a
Rusia en el año 1867. Primero se creyó que esas tierras carecían de todo valor, pero
después se descubrieron minas de oro.
Considerada en su conjunto, Alaska tiene la forma de un cuadrado irregular, cuya
superficie es igual a la de Francia y España juntas. A lo largo de la costa se extiende un
grupo de islas llamadas «Archipiélago Alejandro», en homenaje al emperador Alejandro
de Rusia.
El país, aunque bajo, u ondulado con pequeñas colinas, tiene picos volcánicos.. La
montaña más alta es el monte de San Elías, que alza su cima nevada sobre la misma orilla
del océano, a una altura de cerca de 6ooo metros.
A pesar de que el clima de Alaska es glacial, en tal grado que el mar de Bering y sus ríos
se hielan durante el invierno, el interior del país esta, muy poblado de árboles, entre los
cuales vegetan especialmente el abeto, los álamos, chopos y sauces.
Los aborígenes de Alaska se dividen en dos clases muy diferentes; por una parte los
esquimales, diseminados en el litoral hasta el estrecho de Bering, y por otra los pueblos o
tribus que pertenecen a la gran familia americana que cubre el continente; unos y otros
hablan diversas lenguas y dialectos.
LOS RUSOS ARRIBAN A ALASKA
A mediados del siglo XVII, la conquista de la Siberia y el descubrimiento del Kamchatka
atrajeron a los rusos a las playas del océano Pacífico. La emperatriz de Rusia, Catalina I,
dispuso el viaje de Bering y Chirikoff, en 1728, y los expedicionarios contornearon la extremidad de Asia y comprobaron así, de una manera decisiva, la separación de los dos
continentes, cuestión hasta entonces debatida.
Algunos años después empezaron a fundarse en el continente y en las islas los primeros
establecimientos rusos, con el objeto especial de cazar nutrias, zorros azules, focas,
castores, vacas marinas y otros animales de estimadas pieles; pero la compañía imperial
ruso americana, a la que unió todas las particulares el emperador Pablo, fracasó con
enormes pérdidas, y muchos de los industriales blancos se alejaron del país, cayendo éste
y su historia en el olvido. Escasos esquimales siguieron habitando en el norte, y algunos
indios en el sur, con lo que la gran extensión de Alaska quedó casi despoblada.
Durante este intervalo, sus costas fueron objeto de nuevos reconocimientos. Los
españoles Juan Pérez, teniente de navío, en 1774, y al año siguiente el capitán Francisco
de la Bodega y Cuadra, exploraron aquellos parajes a que más tarde, en 1778, llegó el
capitán Cook, atravesando el mar de Bering, cruzando el estrecho e internándose en el
mar polar hasta el Cabo Helado: en 1791, los capitanes Malaspina, español, y Marchand,
francés, vieron diferentes puntos de la costa, cuya situación fijaron perfectamente. Otros
viajes se hicieron con posterioridad; y la compañía rusa fundó en 1802 el establecimiento
de Nuevo Arkángel, en la isla de Sitka Posteriormente los rusos fueron avanzando hacia
el sur por la costa americana, y un ukase del emperador Alejandro declaró ruso este
territorio.
EL DESCUBRIMIENTO DE ORO, EN ALASKA, ATRAE UNA NUBE DE
AVENTUREROS
La noticia de haberse encontrado pepitas del precioso metal a orillas del río Yukón, se
difundió rápidamente por el Oregón y California, de donde afluyeron millares de
buscadores de oro. Más tarde, en 1898, se descubrió en mayores cantidades en la costa
occidental, cuyos ríos depositaban en sus orillas abundantes pepitas que arrancaban en su
corriente a los yacimientos de las colinas. Los buscadores trabajaban afanosamente, hora
tras hora, excavando las heladas arenas, de las que separaban los dorados granos.
Cuéntase que un minero anciano y tullido, incapaz de internarse en el país, lavó en veinte
días pepitas por valor de 3000 pesos oro.
Cuando las nuevas de estos descubrimientos se extendieron por todo el mundo, una nube
de aventureros invadió Alaska. Apenas desembarcados, quienes a pie, quienes en trineos
tirados por perros, partieron a diferentes puntos de la región aurífera, salvando colinas y
cruzando corrientes, en busca del codiciado metal. Muchos morían de frío y hambre en la
jornada; otros eran atacados y devorados por los lobos, y los menos eran capaces de
afrontar los rigores del viaje y sus extraordinarias privaciones. Más tarde llegaron los
ferrocarriles al interior de la región, y por el río Yukón y otros varios navegaron vapores
modernos. Ulteriores exploraciones condujeron al hallazgo de minas de carbón, hierro,
cobre y petróleo, que están hoy día en activa explotación.
EL ARCHIPIÉLAGO MARAVILLOSO
En el centro del Pacífico, entre California, Méjico, China y Japón, surge el admirable
archipiélago de las islas denominadas Hawaii, Hauaii o Sandwich, y reino de Polinesia.
Volcanes apagados, o en actividad; calcinadas rocas; caprichosas grutas y lagos
subterráneos, campos de lava petrificada, altas cimas envueltas en sudario de nieve,
rasgado a trechos por las rojizas lavas que vomitan los cráteres; torrentes que se
precipitan desde las colinas al valle; selvas y bosques que alternan con llanuras de negro
o ceniciento suelo, formadas por la ceniza o los detritos de piedras arrancadas por
tremendas convulsiones; mantos de verdura que la pródiga naturaleza extiende sobre
capas de lava y escorias; feraces y hermosas vegas, regadas por mansos arroyuelos;
tierras fértiles y laborables, a las que no surcan arroyo ni río, donde adquieren las plantas
vigor y desarrollo extraordinario, por efecto de la humedad constante que producen el
rocío y el descenso de las nubes; millares de flores de todos tamaños, formas y matices;
puertos y ciudades con la vida, animación y movimiento que caracterizan a las ciudades y
puertos de Europa; y todo bajo un cielo siempre puro, en medio de una atmósfera clara y
despejada, en una primavera perpetua; tal es el aspecto general del archipiélago, conjunto
de aspectos particulares, los más variados y maravillosos que puede concebir la fantasía.
Desde la dura y negra roca que con el mar confina, hasta la cima más escarpada del
interior, cada pie de tierra árida o fértil, cada piedra, cada grano de arena, revelan el
origen plutónico del archipiélago.
CARÁCTER Y COSTUMBRES DE LOS HAWAIIANOS
Los indígenas del archipiélago Hawaii son muy inteligentes y pacíficos, aunque osados
en ocasiones, de carácter leal y afable, hospitalarios, alegres y algún tanto perezosos,
aficionados a juegos o ejercicios físicos violentos; buenos jinetes, diestros nadadores y
muy dispuestos a aceptar los usos y costumbres de la civilización, pero todavía
conservan reminiscencias y rasgos generales de su barbarie e incultura primitivas.
Los que hoy visten a la usanza europea cubríanse en la época de Cook con una faja o
pedazo de tela arrollado al talle, y los jefes completaban su atavío con cascos y largos
mantos de esterilla o pluma hábilmente entretejidos. Como prendas de lujo usaban
collares, brazaletes y sortijas de concha o dientes.
En otro tiempo, cuando moría el rey, el jefe, algún pariente o amigo se entregaban a las
más exageradas demostraciones de dolor; mesábanse los cabellos, se revolcaban por el
suelo y aun solían arrancarse algunos dientes. Quemaban los cadáveres de las personas de
alta jerarquía y recogían los huesos; los plebeyos eran enterrados, para exhumarlos más
tarde y limpiar los huesos; colocaban las cenizas en calabazas suspendidas en las puertas
de las chozas.
NAVEGANTES ESPAÑOLES DESCUBREN EL ARCHIPIÉLAGO DE HAWAI
Datos y documentos fidedignos demuestran que fueron españoles los descubridores del
Archipiélago, y que el descubrimiento se realizó, al mediar el siglo XVI, por Juan de
Gaytán y el General López de Villalobos.
Posteriormente, en 1778, Cook ancló sus barcos en la bahía de Maimea, puerto de la isla
Kahuai. Un célebre jefe del país, a quien sus compatriotas deificaron, había profetizado
que volvería al archipiélago, conducido en una gran isla flotante, llena de cocos, cerdos y
perros. Los indígenas creyeron que Cook era el dios, y sus buques islas flotantes; empero,
el estupor y la admiración crecieron cuando vieron a los ingleses, que fumaban, echar
humo por la boca y la nariz. Cook fue recibido y agasajado como un ser divino.
Posteriormente, acostumbrados los indígenas a la presencia y trato de los extranjeros,
fueron perdiéndoles el temor y el respeto; Cook, de carácter duro e imperioso, adoptó
enérgicas medidas que ocasionaron una sangrienta colisión, en la cual perdió la vida el
intrépido navegante.
DE REINO A TERRITORIO NORTEAMERICANO
Durante gran parte del siglo pasado el archipiélago de Hawai formó un reino
independiente; en 1876 le fue cedida la bahía de Pearl Harbor a los Estados Unidos como
base naval. Poco después de llegados los americanos estalló en Hawai un movimiento
revolucionario que proclamó la república; sin embargo, esta república tuvo corta vida,
pues en 1898 fue anexado el archipiélago por los Estados Unidos, y desde 1900 es parte
integral del territorio metropolitano, con representantes en el Congreso de la Unión.
La importancia estratégica de Hawai es incomparable, pues permite a los Estados Unidos
el control de las rutas del Pacífico. Por ello, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando
los japoneses decidieron atacar a los Estados Unidos, su primer golpe fue dado contra la
base naval de Pearl Harbor, donde sin previa declaración de guerra y repentinamente, sus
aviones dejaron caer toneladas de explosivos.
El golpe asestado por los japoneses en Pearl Harbor fue rudo, pero pronto los Estados
Unidos se repusieron del mismo y el Archipiélago de Hawai dejó de ser el paraíso de los
turistas para convertirse en un centro de abastecimientos de las tropas destacadas en el
Pacífico.
Honolulu, la pintoresca capital de Hawai, ha tomado un incremento tan grande durante la
última guerra, que el ritmo de vida de sus habitantes ha cambiado fundamentalmente.
Comienzan a aparecer las industrias y aspira a ser algo más que meca del turismo.
EL ARCHIPIÉLAGO ASIÁTICO DE LAS ISLAS FILIPINAS
Entre el Mar de la China y el Pacífico está situado un archipiélago formado por las «Islas
Filipinas». Con exactitud no se conoce todavía el número de ellas, pero se las calcula en
unas 1400. Nosotros las dividiremos en cuatro grupos, prescindiendo del archipiélago de
Joló: Luzón y sus adyacentes, las Bisayas, Mindanao y Paragua, respectivamente con sus
islas.
En todas ellas la acción volcánica ha ejercido gran influencia; pocas son las islas en
donde esta acción no se manifieste de algún modo, ya por los característicos conos a que
este fenómeno da origen, ya por las diversas rocas volcánicas que, en mayor o menor
cantidad, existen en todas estas islas, ya por los temblores de tierra que con frecuencia las
sacuden.
Dada su situación, se comprende que el clima del archipiélago sea tropical insular; no hay
cambios bruscos de temperatura, llueve mucho, y la atmósfera está saturada de humedad;
la uniformidad de temperatura, durante toda el año, produce en los naturales la flojedad e
inercia que les caracteriza, y una sensible postración de fuerzas en los europeos que
llevan algunos años de residencia en el país.
La vegetación de las Filipinas es de un verdor maravilloso y hasta las montañas aparecen
siempre cubiertas de un follaje que nunca se agosta. Hay inmensas selvas, muchas de
ellas todavía inexploradas y cuya riqueza maderera es incalculable. Las principales
producciones son azúcar, arroz, tabaco, maíz, piñas y cocos.
En estas islas no hay animales feroces a pesar de su proximidad con el archipiélago
malayo, paraíso de las fieras. Abundan los búfalos (carabao) que los nativos domestican y
utilizan como animal de carga. Abundan los minerales, pero su explotación todavía no
adquirió mayor importancia.
El total de la población se estima en unos trece millones de habitantes, cuyo conjunto es
muy heterogéneo, pues a la raza primitiva, los negritos, se suman malayos, chinos,
europeos, mestizos de español, mestizos de chino, etc.
DEL DESCUBRIMIENTO A NUESTROS DIAS
Las Islas Filipinas fueron descubiertas por Fernando de Magallanes en 1521. El nombre
de Filipinas les fue dado por otro navegante español llamado Villalobos, en honor del
Príncipe de Asturias, que había de ser Felipe II. Manila fue fundada en 1572. Los
principales rivales de los españoles en la colonización fueron los mahometanos del
Oriente, a quienes llamaron moros por la analogía con sus afines del Norte de África.
Finalmente, a mediados del siglo XVII, quedó asegurado el dominio español, después de
luchas con holandeses y portugueses.
Hacia fines del siglo XIX el sentimiento nacionalista filipino comenzó a manifestarse
contra el dominio español; entonces apareció en escena la figura de José Rizal, que
finalmente fue ejecutado en 1896. En ese año tomó incremento la revolución brillando el
caudillo Emilio Aguinaldo.
Los filipinos habían declarado su independencia y Aguinaldo era Presidente provisional,
cuando estalló la guerra entre España y los Estados Unidos. Vencida España, el
Archipiélago quedó en poder de los norteamericanos y las relaciones con el nuevo
dominador no fueron nada cordiales. Hubo luchas en Manila y guerrillas hasta 1902.
Tranquilizado el país, y de acuerdo con lo estipulado en el Acta Jones de 1916,
gradualmente el Congreso de los Estados Unidos fue concediendo a los filipinos su
autonomía. Finalmente en 1932 el Congreso aprobó un Plan por el cual se constituía la
república filipina, pero con ciertas restricciones, disponiéndose la libertad total en un
término de diez años. Pero este plan fue rechazado por los filipinos que anhelaban
mayores libertades. Por último, en 1934, ambas partes aprobaron un segundo plan,
efectivo en 1935. En noviembre de ese año Manuel Quezón fue electo Presidente.
Sin embargo, los filipinos no llegaron entonces a obtener su completa libertad, pues se
vieron atacados por un terrible enemigo. En 1940 las tropas japonesas, en guerra con los
Estados Unidos, invadieron el archipiélago y sólo después de casi cuatro años de dura
lucha fueron desalojados por las tropas que comandaba el general Mac Arthur. Luzón y
Mindanao fueron conquistadas palmo a palmo en ataques cuerpo a cuerpo. Además, en
aguas de las Filipinas se libraron dos batallas navales en cuyo desarrollo fue aniquilada la
flota nipona.
La liberación de las Filipinas permitió conocer los métodos utilizados por el invasor para
doblegar a los nativos que defendían su libertad. Nada hay más horroroso que el relato de
esos hechos.
Las Filipinas han recuperado su libertad, y en las últimas elecciones han ratificado el
amplio fervor democrático de su pueblo, que eligió a Manuel Roxas como presidente. La
total independencia de las Filipinas fue solemnemente proclamada el 4 de julio de 1946,
como digno premio al esfuerzo desplegado durante la guerra.
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W. M. JACKSON, INC., Editores
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