Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana*

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OI
ENTRO
XPERIMENTAL DE
STUDIOS
ATINO
, MERICANOS Cuadernos Latinoamericanos
Año 20, No, 35, enero-junio de 2009 (pp, 47 73)
ISSN, 1315-4176, Dep, lega/pp. 88.0099
Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos
"Dr. Gastón Parra Luzardo"
Identidad y motivaciones políticas en la integración
suramericana*
Rita Giacalone**
________________________________________________Resurnen
En este artículo se identifican los conceptos de identidad empleados en el dis­
curso político de Brasil, Venezuela y Argentina, así como sus motivaciones políticas
para impulsar el proceso de integración sudamericana, a fin de determinar en que
medida estos conceptos y estas motivaciones son convergentes o divergentes. El es­
tudio se realiza sobre la base del análisis del discurso manifiesto en torno a la integra­
ción sudamericana por parte de los tres gobiernos, seleccionados por constituir el nú­
cleo promotor de la integración regional en años recientes, El análisis comparativo de
esos discursos permite observar que, aunque existen aspectos comunes a todos
ellos, los que predominan son los aspectos diferentes.
Palabras clave: UNASUR, identidad, discurso político, integración suramericana,
Recibido: 23-03-2009 • Aceptado: 08-05-2009
*
Este trabajo es resultado del Proyecto "Globalización e Inter-regionalismo. El caso de la inte­
gración sudamericana" (E-22 1-04-09), financiado por el Consejo de Desarrollo Científico, Hu­
manístico y Tecnológico (CDCHT) de la Universidad de Los Andes. Asimismo, fue presentado
como ponencia en la "Cátedra Libre Integración Latinoamericana. Convenio Andrés Bello" del
Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos (CEELA) de la Universidad del Zulía, el23
de marzo del 2009.
** Ph.D, en Historia; Profesora Titular, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad
de Los Andes, Mérida, Venezuela; Coordinadora del Grupo de Integración Regional (GRUDIR)
y ex-Directora de la Escuela de Ciencia Política de dicha universidad; PPI Nivel IV; autora de
numerosas publicaciones sobre temas de integración en América Latina y el Caribe. Facultad
de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela,
E-mail ritagiacalone@yahoo.com
48
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
Political identity and motivations in South
American integration
______________________________________
~Abstract
This article identifies the concepts of identity used in the political discourse of
Brazil, Venezuela, and Argentina, as well as their political motivations for promoting the
process of South American integration, in order to determine to what degree these
concepts and motivations are convergent or divergent. The study was based on the
analysis of discourse about South American integration by the three governments, se­
lected because they have been the nucleus promoting regional integration in recent
years. The comparative analysis of these speeches allows us to observe that, though
their discourses have common elements, the divergent aspects predominate.
Key words: UNASUR, identity, political speech, South American integration.
Introducción
En este artículo se intenta identificar tanto el concepto de identidad que
se utiliza en el discurso de la integración sudamericana. como las motivacio­
nes políticas de los gobiernos de Brasil, Venezuela y Argentina, promotores
en el año 2004 del proceso de constitución de la Comunidad Sudamericana
de Naciones (CSN), hoy Unasur. La selección de los factores a analizar: iden­
tidad y motivaciones políticas 1, no es aleatoria sino que tiene como objetivo
verificar, en el proceso de formación de la CSN, lo señalado por Malamud y
Schmitter (2006: 21) con respecto a la integración europea. Según ellos, una
lección del caso europeo es que la identidad no es necesaria para que un pro­
ceso de integración se establezca y permanezca en el tiempo; ésta puede lle­
gar a ser uno de los productos de ese proceso. Pero, a la vez, para que el re­
gionalismo se mantenga y tenga éxito es necesario que las motivaciones de
sus miembros sean convergentes.
Las motivaciones políticas de los gobiernos se obtienen a partir del análisis de su
discurso político manifiesto, por considerar que ese discurso tiene valor en sí
mismo, más allá de los elementos retóricos que contiene, porque la elección
del mismo implica una selección de los objetivos que se pretende alcanzar.
Rita Giacalone Cuadernos Latinoamf!ricanos. Añ() 20, enero-jur¡jo de 2009 (pp. 47 - 73) 49
Para alcanzar nuestro objetivo, este trabajo se divide en tres secciones,
además de la introducción: 1) revisión de algunos enfoques teóricos que enfa­
tizan el rol de la identidad y ejemplos del concepto de identidad en la integra­
ción regional; 2) análisis de las motivaciones políticas de tres gobiernos de la
CSN y 3) comparación del concepto de identidad y de esas motivaciones, a fin
de demostrar que, aunque el concepto en el discurso de los gobiernos puede
parecer básicamente el mismo, tanto él como sus motivaciones muestran
mayor divergencia que convergencia.
Como metodología se utiliza el análisis del discurso, a efectos de cons­
truir una narrativa de los objetivos que buscan alcanzar esos gobiernos me­
diante la integración, y la comparación de narrativas para evaluar el grado de
convergencia entre esas motivaciones así como qué relación guardan con el
discurso sobre identidad sudamericana. El período de análisis corresponde,
para Brasil, a los años de 1994 a 2007; desde el año 1999 para Venezuela y
desde el 2002, para el caso de Argentina.
l. La identidad en los enfoques teóricos y en el discurso
de la integración
El estudio de la identidad, entendida como auto-identificación social co­
lectiva, puede ser abordado desde múltiples ángulos. Uno de ellos consiste en
trazar la historia de las prácticas discursivas que contrastan lo propio con lo
ajeno ("selflother nexus") dentro del campo de las teorías de relaciones inter­
nacionales. Neumann (1999), por ejemplo, ha aplicado este enfoque al estu­
dio del "desarrollo histórico de las prácticas discursivas de construcción de la
nación, de la región y de Europa en la formación de una identidad colectiva
europea" (Hall, 200 1: 102). En este enfoque, cada nueva representación im­
plica una transformación del objeto del discurso y, en cada caso, "la represen­
tación del otro implica una representación opuesta de lo propiamente euro­
peo" (Hall, 200 1: 104). En otras palabras, "la exclusión del otro es un ingre­
diente necesario de la integración entre nosotros" (Hall, 200 1: 104).
En un trabajo anterior, Neumann (1994: 53-54) ubicaba a los enfoques so­
bre el proceso de formación de las regiones a lo largo de un espectro, en cuyos
extremos aparecen dos enfoques opuestos el que privilegia los factores inter­
nos ("inside-out") como variables independientes o causas de la formación de las
regiones y el que enfatiza los externos ("outside-in"). En los primeros predomi­
nan conceptos culturales, tales como identidad, interacciones sociales e idioma,
50
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
mientras en los segundos lo hacen consideraciones geopolíticas2. En una posi­
ción intermedia entre ellos, estarían Cantori y Spiegel (1970, citados en Neu­
mann, 1994: 55), que dividen a las regiones en un núcleo y una periferia, donde
coexisten factores culturales y geopolíticos. Los gobiernos del primero son, sin
embargo, los que establecen las posturas internacionales de la región y sus objeti­
vos, de acuerdo a sus propios intereses nacionales. Pero la región resulta afectada
también por factores del sistema internacional, de manera que sus posibilidades
de desarrollo y permanencia dependen tanto de que los demás países de la re­
gión (periferia) se beneficien de ella (logrando alcanzar sus propios objetivos/inte­
reses) como de que los factores externos sean favorables.
Pero, según Neumann (1994: 58), una carencia común a la mayoría de
estos enfoques es que la región se asume como algo dado, un sujeto empírico
con patrones de interacción permanentes. Neumann argumenta a favor de un
enfoque que permita analizar a la región como una "comunidad imaginada",
producto de un proceso de reflexión por parte de un conjunto de actores­
estatales y no estatales acerca del rol de la región, que se traduciría luego en
una serie de acciones encaminadas a constituirla. En este proceso de refle­
xión, yen las acciones consecuentes, la región asumirá las características que
sus creadores quieran otorgarle. destacándose algunos aspectos y minimizán­
dose otros. Al institucionalizarse una región mediante un acuerdo de integra­
ción regional, los actores políticos del núcleo establecen que características se
convertirán en políticamente relevantes y tratan de diseminar esa "identidad
imaginada" a los demás. Este proceso representa una manipulación del cono­
cimiento y del poder por parte de los gobiernos de una nación o grupo de na­
ciones dentro de la región (Neumann, 1994: 53).
Al no ser la región una realidad empírica sino "imaginada"3, es apropiado
estudiar su proceso de constitución a través del principal instrumento con
que cuentan los actores políticos para crearla - el discurso. Neumann (1994:
59) cita en este sentido a joseph Nye, quien señala que las regiones existen
2
3
Entre los "culturalistas" se encontrarían Kart Deutsch y Amitai Etzioni y, en el
otro grupo, Brundtland y Ole Waever. Los factores geopolíticos se basan en re­
ferentes geográficos.
Neumann se diferencia de otros autores, como Hettne (1999), porque no asu­
me a priori el contenido político de esa comunidad sino que considera que éste
sufre modificaciones a lo largo del tiempo, a medida que cambian los intereses
políticos de los gobiernos que la definen.
Rita Giacalone CUCJdernos La~inoamericanos. Año 20. enero-jurrio de 2009 (pp. 47 - 73) 51
donde los políticos quieren que ellas existan, pues ellos definen hasta donde
llega la región y quienes constituyen el "nosotros" y el "otro". En el proceso
de estudiarla Neumann incluye dos narrativas -la de los factores internos y la
de la coyuntura internacional, pero aquí nos centramos sólo en la narrativa in­
terna mediante el análisis del discurso de los actores políticos del núcleo por­
que: 1) ellos establecen las características políticamente relevantes para una
región y las diseminan; y 2) los enfoques de análisis de política exterior enfati­
zan el rol de los actores, con el argumento de que lo que acontece entre na­
ciones se basa en las decisiones tomadas por quienes dirigen su política exte­
rior (Hudson, 2005: 1).
Según Bach ( 1999), el discurso político sobre la región tiene cuatro fun­
ciones primarias en relación con la constitución de una identidad colectiva: 1)
ordenar; 2) delimitar; 3) perpetuar; y 4) desafiar, con el objetivo general de
dar un determinado sentido colectivo a los hechos (Hall, 200 1: 106). De esta
manera, la narrativa crea un "sistema de inteligibilidad" que permite la cons­
trucción de un orden social consensuado. En sus palabras "los perpetradores
del discurso buscan establecer su mensaje como auto evidente por medio de la re­
petición. entre otros mecanismos". Aquí queda claro que "las prácticas discursi­
vas generan las reglas del orden social" y que la narrativa permite fijar la ver­
dad preferida por una élite política, grupo, partido o movimiento, en un mo­
mento histórico (Bach, 1999: 171). Aunque Anderson (1991) desarrolla el
concepto de comunidad imaginada en relación con el Estado-nación y la for­
mación del nacionalismo, no el regionalismo, puede señalarse como aplicable
a este último su afirmación de la existencia de "una identidad politizada",
cuando se desarrolla directamente por obra del discurso gubernamental.
Pero, aún en estos casos, ese discurso utiliza elementos culturales, como la
historia común y el idioma, para asegurar su difusión y aceptación.
Este enfoque también puede aplicarse a la relación entre actores que
poseen distintos grados de poder político y económico. Diez (2005: 614) lo
hace al considerar que el discurso de la integración europea no sólo establece
una identidad particular para la Unión Europea en relación a "otros" (EE.UU.,
por ejemplo) sino que, a la vez, intenta cambiar a terceros (países en desarro­
110) mediante la exportación de sus normas y estándares de conducta en ma­
teria laboral, derechos humanos. medio ambiente y otros. Esto se vuelve más
obvio al observar los requisitos que la UE impone a las naciones que aspiran a
ingresar a este esquema de integración (criterios de Copenhagen), ya que
esos requisitos representan lo que los gobiernos de la UE creen que ella es y.
por lo tanto, lo que esas otras naciones deben llegar a ser. No existe, sin em­
52
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
bargo, un concepto unitario de identidad europea porque, mientras algunos
privilegian las bases históricas y/o geográficas comunes, otros hacen lo mismo
con las culturales (idioma, tradiciones, etc.) (Trujillo, 2004: 66).
En esta misma línea, se ubican Slocum y Van Langenhove (2005), para
quienes "ahora se asume que casi toda persona tiene una nacionalidad, pero éste
no es un atributo inherente al ser humano; es una construcción social, creada y re­
producida por el discurso" Otra contribución importante suya es señalar que
"la identidad no es un juego suma cero: los individuos pueden y tienen identidades
múltiples que son complementarias y están sujetas a los espacios discursivos que
se van creando". Así "las identidades nacionales y la identidad europea [regional]
pueden construirse para que sean armoniosas o para que estén en oposición entre
ellas" (Slocum y Van Langen hove , 2005: 148-149).
Como en todos los conceptos, "es empleándolos que les damos significa­
do, aun si no estamos conscientes de ello. De forma que la identidad [ ... ] es un re­
sultado del proceso discursivo". Todo un conjunto de símbolos se usan para ex­
presar la identidad (lenguaje. historia común, comida, etc.) y estos símbolos
se organizan en mitos. "basados usualmente parte en verdades y parte en te­
mas exagerados" (Slocum y Van Langenhove. 2005: 140-143). Por consi­
guiente, "más que tratar a la identidad regional. nacional o de cualquier tipo
como algo dado, es posible pensar un enfoque discursivo para entender como éste
y otros significados se construyen y cómo se usan para alcanzar ciertos objetivos
en un contexto específico" (Slocum y Van Langenhove, 2005: 145). En otras pa­
labras, para Slocum y Van Langenhove (2005: 139) el concepto de identidad
depende de la forma en que es usado en un contexto particular y con qué ob­
jetivos se lo usa. Por ejemplo. la palabra "nosotros" es usada por los políticos
"de forma bastante ambigua para generar la noción de nacionalidad [. .. ] al imPli­
car la existencia de una homogeneidad del grupo y al distinguirlo, implícita o explí­
citamente. de los que no son parte del grupo" (Slocum y Van Langenhove. 2005:
146). Sjursen (2006: 44-45) también nos recuerda la relación de estas ideas
con la teoría de Jurgen Habermas, para quien nuestras comunicaciones a tra­
vés de expresiones linguísticas "juegan un rol central en regular y reproducir for­
mas de vida social y la identidad de los actores".
Frente a este enfoque de construcción y re-construcción de la identidad
como proceso histórico-político, aparece otro grupo de enfoques que parece
asumir que la identidad regional existe como "algo" relacionado con una base
regional (como entidad geográfica o geopolítica) y con la gente que la habita
(Slocum y Van Langenhove, 2005: 137). El concepto de que la gente que vive
dentro de los límites de un estado nadón o de una región comparte caracterís­
Rita Giacalone Cuadernos Latinoamericanos. Año 20, enero-junio de 2009 (pp. 47 - 73) 53
ticas comunes nació con el surgimiento de los estados nacionales y, más re­
cientemente, con el de las regiones. Se asume que esas características com­
partidas sirven para desarrollar intereses colectivos que trascienden diferen­
cias de clases dentro de esos límites. Así, por ejemplo, Von Busekist (2004:
81-98) considera que la identidad colectiva, aunque es dinámica y depende del
contexto y de los individuos que la componen, "establece límites" y tiene un in­
terior y un exterior de reconocimiento común, posee un centro y motivos cen­
trales. Aquí también la identidad regional se asume como variable independien­
te de la constitución de una región, pero con rasgos más deterministas.
Mientras tanto, existe otro grupo de analistas4 , dentro del cual se halla
Bowles (1998), que ubica a la identidad como la variable dependiente den­
tro de la construcción de acuerdos de integración al postular que las institu­
ciones económicas influyen sobre la evolución de valores, gustos y persona­
lidades de una sociedad. De esta manera, las relaciones económicas que se
establecen afectan su identidad y también las motivaciones ("preferencias"
es el término empleado por Bowles) de sus acciones no estrictamente eco­
nómicas. Este es, por cierto, el proceso que mejor se observa en la confor­
mación de la integración europea donde no puede postularse que una iden­
tidad europea fue la causa de los acuerdos del carbón y el acero o del Trata­
do de Roma en los años cincuenta, sino el resultado (consecuencia) de las
acciones y el discurso originados desde entonces.
Con respecto al rol del discurso político, aunque según Bowles (1998: 79)
es admisible que las razones explicitadas para el comportamiento no sean
aquellas que se señalan, si las motivaciones que aparecen en él son suficiente­
mente persistentes en el tiempo y se mantienen a través de distintas situaciones
puede aceptarse que tienen valor explicativo. El análisis del discurso resulta en­
tonces fundamental, especialmente para explicar el comportamiento de los go­
biernos que promueven un acuerdo de integración regional, por dos razones:
1) porque es un mecanismo intencional busca obtener un determinado efecto
en el oyente desde el punto de vista del emisor; y 2) porque explicita las carac­
terísticas que se busca desarrollar dentro de ese grupo regional.
A continuación se resume, a partir del análisis de distintos ejemplos, la for­
ma en que el concepto de identidad sudamericana aparece en el discurso sobre
integración sudamericana de los gobiernos de Brasil, Venezuela y Argentina. En
4
Entre ellos puede mencionarse a Schumpeter, Polanyi y Hirschman.
54
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
Brasil lo sudamericano se asume como visión programática y, por lo tanto, de
desarrollo de la autosuficiencia económica, aunque no está ausente la crea­
ción de una nueva identidad cuando se habla de establecer una agenda sud­
americana. De esta forma, se reconoce que entre el "panamericanismo" de
EE.UU. yel "hispanoamericanismo" Brasil se ubicó casi al margen y, para que
hoy acepte "la conducción de un movimiento nuevo. el suramericanismo. "... "hay
que otorgar a Brasil el liderazgo del proceso" (Costa, 2005: 94). Esto se justificaría
porque en Brasil existió siempre "una atracción natural" hacia la región, que favo­
reció movimientos históricos como el de los bandeirantes, de modo que la identi­
dad se expresaría como una vocación geográfica, de expansión hacia el interior
del continente, casi sin mención de factores históricos o culturales comunes. En
cuanto a estos últimos, por ejemplo, Hirst (200 1: I 10) señala que una de las dife­
rencias entre la cultura luso-brasileña y la cultura hispano-sudamericana puede
observarse en el uso del principio del utis-possidetis en la primera y del juridicis­
mo hispánico en la segunda. Por ello, todavía hoy Brasil considera al entorno sud­
americano "como un elemento circunstancial más que esencial de su identidad", lo
cual explica que promueva agendas de asociación en comercio e infraestructura,
en lugar de agendas comunitarias más profundas.
En paralelo, se destaca que los mismos factores que se combinaron para
crear una cultura brasileña podrían ahora servir de base al desarrollo de una iden­
tidad sudamericana: 1) la antrofagia, "particularidad que poseemos en Brasil de
apropiarnos y transformar cualquier manifestación cultural exógena" ; 2) el mestiza­
je, que permite constatar que "toda la trama de la historia deviene de un proceso de
fUsión"; y 3) el sincretismo o "la completa permisividad religiosa que no tiene en el
mundo la dimensión que adquiere en Brasil" (Costa, 2005: 74-76). En otras pala­
bras, el carácter excepcional de Brasil, que surge de estos factores, posibilitaría su
ubicación central como factor de desarrollo de una identidad sudamericana
En Venezuela, el gobierno utiliza fundamentalmente el discurso histórico
de la integración como visión de Bolívar, opuesta al panamericanismo estadou­
nidense. Se cita su deseo, expresado en la Carta de Jamaica de 1815, de "formar
en América la más grande nación del mundo" ..."ya que tiene un origen. una len­
guas. unas costumbres y una religión. debería ... tener un solo gobierno... " (citado
en Vieira Posada, 2004: 38-39). Esta visión de Bolívar se originaba, sin embargo,
en su pesimismo acerca de la capacidad y el nivel de preparación histórica para
5
Esto apunta obviamente a una integración de la América española. sin Brasil ni
EE.UU., Vieira Posada, 2004: 38-39.
Rita Giacalane Cuaderllos Latinoamericanos. Año 20.
enero~junio
de 2009 (Pp. 47 - 73) 55
la independencia que poseían los pueblos de la América española (Vieira Po­
sada, 2004: 59). Paralelamente, el gobierno venezolano actual ve la formación
de una identidad sudamericana sostenida sobre la existencia de "flagelos
compartidos" (analfabetismo, pobreza, exclusión social) los cuales generarían
no sólo aspiraciones comunes sino también un perfil similar entre los pueblos
sudamericanos. Pero, al mismo tiempo, es el gobierno que maneja el discurso
más "voluntarista" (la voluntad política compensaría esas deficiencias), al de­
cir que" ... vamos a forjar la unión de nuestros pueblos para que avancemos en un
proceso de integración e iremos mostrando al mundo un sistema distinto al unipolar
que quieren imponerle" (discurso de Chávez en la Cumbre de Mercosur, Córdo­
ba, Argentina, julio de 2006, citado en Llairó, 2006: 41). Los factores básicos de
la identidad regional son históricos y culturales, pero la vocación es política por­
que la posición político-ideológica del gobierno determina su afinidad más que
con la región con los gobiernos y/o grupos internacionales que comparten su
ideología, tanto dentro como fuera de ella.
De esta forma, la identidad, tanto latinoamericana como sudamericana (los
dos discursos se superponen) se vincula con razones históricas y problemas co­
munes, además de ser necesaria para "fortalecer nuestra soberanía y libertad"...
"porque la relación con el imperio es una relación que no es entre iguales" (Ministro
para la Integración y Comercio Exterior de Venezuela, Márquez. 2006: 14-15).
No aparece. sin embargo, como un fin en si mismo sino más bien como un medio
para alcanzar la transformación del orden mundial. En este sentido, el ministro de
Relaciones Exteriores Nicolás Maduro destaca la existencia de una visión "de
constituir un bloque de fuerzas económicas, políticas y sociales, que pudiera colocar a
nuestros países.. ..• en una situación favorable para insertarnos en el proceso de glo­
balización y negociación que se está dando en el mundo para crear las nuevas condi­
ciones de organización política del planeta". Hay que utilizar la integración "como la
herramienta de transformación que la historia actual requiere" (Maduro, 2006: 36).
En Argentina, en cambio, el elemento histórico predomina en el discurso
político: " ... la integración latinoamericana es un sueño que inSPiró a los grandes
hombres de nuestras patrias... " (Diputado Atanasof. 2006: 33); "nuestros liberta­
dores San Martín y Bolívar. que pertenecían al partido americano, concebían el bie­
nestar de nuestros pueblos basados en dos logros necesariamente correlativos: la in­
dependencia y la unidad. Casi doscientos años más tarde. estamos construyendo esa
unidad" (Embajadora Alicia Castro, 2006: 32). El concepto de identidad regional
parece plasmarse, por lo tanto, como una "aspiración histórica de los pueblos de
América del Sur" y como algo que, en algún momento se perdió, por efecto de
fuerzas contrarias. También lo histórico es importante en la medida en que la in­
56
Identidad y motivaciones políticas en 1(1 integración suramericana
tegración regional se vincula con las ideas del primer gobierno de Juan D. Pe­
rón (1946-1951) Y el gobierno, enfrentado por otras fracciones del peronis­
mo, busca resaltar su cercanía a la propuesta originaria de su líder. Aquí pre­
domina el concepto de integración latinoamericana antes que sudamericana.
2. Análisis de las motivaciones políticas de los gobiernos
del núcle06
Brasil (1994-2007)
El discurso brasileño sobre integración muestra dos líneas:
a) por una parte, su gobierno insiste en que ese país es un "jugador glo­
bal" (paradigmaglobalista), por lo cual no le interesa la integración en un mer­
cado hemisférico (como el Area de Libre Comercio de las Américas, ALCA) a
menos que dentro de él se asegure la continuidad de sus políticas de desarro­
llo industrial, iniciadas bajo el régimen militar de la década de los años sesenta
y setenta (Maryse, 2002: 74; Motta Veiga, 2002).
b) por otra parte, desde fines de los años noventa Brasil desarrolla un
discurso "sudamericano", que excluye de la integración a México y convierte
a Brasil en el "eje impulsor del espacio sudamericano, por obvias razones de desa­
rrollo y seguridad". En esta segunda línea, la ubicación central de Brasil se mani­
fiesta de forma clara tanto en su política exterior de construir "círculos con­
céntricos" de influencia como en la Iniciativa para la Integración de la Infraes­
tructura Sudamericana (IIRSAf, aprobada en el 2000, que coloca a ese país
como centro geográfico de casi todos sus ejes de desarrollo.
La articulación de "círculos concéntricos"8 en torno de Brasil busca de­
fender mejor sus intereses nacionales en las relaciones extrarregionales (Si­
moes. 2002: 27). Al mismo tiempo, el gobierno brasileño ha resistido los es­
fuerzos destinados a profundizar aspectos de la integración intra-Mercosur
(mercado Común del Sur), que pudieran afectar su autonomía (Malamud,
2005). Por lo tanto, el proyecto regional brasileño enfatiza el avance en térmi­
nos de extensión más que de profundización o institucionalización, reforzan­
6
7
8
Aquí se resume parte de Giacalone, 2008.
Sobre esta iniciativa puede verse IADS, 2000. y Carvalho. 2006, entre otros.
El término fue utilizado por el canciller Celso Lafer (2000, 200 1) en sus discur­
sos, para enfatizar que ellos sirven de plataforma para la economía brasileña.
que es la de un "jugador global".
Rita GiacoJone C,:,odernos L(Jtínoomeríconos. Año 20. enero-junio de 2009
~.
4! 73) 57
do el papel de Brasil como "polo articulador regional" (Sennes y Tomazini,
2006). Las negociaciones dentro de Sudamérica representarían un ejercicio
de "agregación de poder" para mejorar las condiciones de negociación de
Brasil con gobiernos extra regionales y también con otras regiones. En este
sentido, según Nogués (2003: 458-459), la extensión del Mercosur a Sudamé­
rica representa una panacea y no, una solución para los problemas internos
del grupo porque no busca convertirlo en una plataforma exportadora para
sus miembros y sólo promueve sus exportaciones internas antes que exter­
nas (Nicita, Olarreaga y Soloaga, 2003: 449).
En resumen, el centro de interés de la política sudamericana no se en­
cuentra para el gobierno brasileño dentro de la región (Mercosur y/o
CSN/Unasur) sino en interlocutores externos (Moneta, 2002: 109). Hirst
(200 1: 108) coincide cuando señala que la integración en Mercosur y en Suda­
mérica "no representa un nuevo atributo de poder para Brasil sino una fuente de
legitimación de su presencia en la sociedad internacional". Pero, igualmente, la
expansión hacia Sudamérica beneficia a las empresas brasileñas que operan
con economías de escala y han sobrepasado la capacidad de consumo interno
del Mercosur, lo cual constituye una motivación adicional para el gobierno.
También existe una coyuntura externa favorable para el proyecto sud­
americano de Brasil, pues la Unión Europea busca aumentar su influencia inter­
nacional estableciendo una red de acuerdos con distintos grupos regionales
(Comunidad Andina, Mercosur, Mercado Común Centroamericano, etc.) y re­
formando la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de modo que los
países líderes de esos grupos ingresen a su Consejo de Seguridad (Brasil, entre
ellos), de forma permanente. Además las fuertes demandas comerciales y de
grandes inversiones directas de China le brindan a Brasilia posibilidad de mos­
trarse más independiente en su política exterior, en relación con EE.UU.
Para Brasil la CSN es parte de su política de expansión extra-regional y
regional que le permite alcanzar distintos objetivos: 1) ejercer un rol de ma­
yor poder en el escenario mundial, 2) mantener la política de desarrollo in­
dustrial exportador iniciada en los años sesenta y 3) ayudar a que sus grandes
empresas expandan sus negocios en América del Sur. Además, estos objeti­
vos cuentan con el apoyo de importantes segmentos del sector privado brasi­
leño, académicos y militares. De esta forma, elementos tradicionales de la po­
lítica externa de Brasil, como el pragmatismo y el universalismo ("global tra­
der") siguen determinando un proceso selectivo de alianzas flexibles y no ex­
cluyentes por parte de su gobierno (Costa Vals, 1999: 92).
58
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
Esto permite asumir que el ejercicio de las opciones brasileñas mediante
distintas alianzas estratégicas9 afecta su política de integración sudamericana.
Así, por ejemplo, la alianza con Argentina a partir de 1985 estuvo orientada
políticamente a construir mayor independencia económica dentro del Mer­
cosur, con acciones de cooperación en distintos campos (Costa Vals, 1999:
93). La alianza con Venezuela se afianzó en torno de la oposición al ALCA y de
la creación de la CSN pero, ya descartado el acuerdo hemisférico con
EEUU 10 e iniciada la implementación de la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Sudamericana (IIIRSA), puede observarse que el gobierno
brasileño ha disminuido su presión acerca de la integración sudamericana,
para volver su atención al ámbito no regional negociaciones en la Organiza­
ción Mundial del Comercio (OMC), remodelación de la ONU, alianza ener­
gética con EEUU en lo que puede ser una demostración de cuáles son sus
prioridades dentro del proyecto sudamericano.
Otros aspectos de la integración sudamericana que atraen a Brasil es que su
gobierno espera que, mediante ella, se desarrolle la integración energética de
América del Sur, considerada imprescindible desde la crisis de energía del año
200 I en ese país (Sennes y T omazini, 2006), y que la asociación con Venezuela
permita el desarrollo del nordeste brasileño ("el ingreso de Venezuela significa
abrir las perspectivas a todo el país, " ... porque "el norte brasilero participó muy
poco del avance del bloque y de la perspectiva mercosureana [sic] ... n, Senador Ser­
gio Zambiasi, Brasil, en Mercosur Parlamentario N° 3, septiembre 2006: 34). Al
respecto puede recordarse que la política energética brasileña siempre ha estado
asociada al concepto de seguridad nacional, tanto en su aspecto militar como de
desarrollo industrial, constituyendo un interés prioritario (Giusti, 2007; Rego Ba­
rros y Azeredo Santos, 200 1). No sólo el petróleo de Venezuela sino también el
gas de Bolivia (Amaya Montejo, 2005) son importantes consideraciones para Bra­
sil, las cuales quizás explican por qué su gobierno ha apoyado la asociación/ingre­
so de estos dos países al Mercosur.
9
Costa Vals (1999: 88) define estas alianzas como "re/acionamientos privilegiados
a nivel bilateral para la realización de intereses (no necesariamente comunes) teni­
dos como importantes para conseguir objetivos internos y/o externos por parte de
los estados que los constituyen
Este proyecto está paralizado desde el año 2005 y hay poca posibilidad de que
se reactive porque EEUU y Canadá parecen haberlo sustituido por la firma de
acuerdos bilaterales con distintos países latinoamericanos,
n,
10
Rita Giacalone
~~r:ftC!S_~~(1~L~~·_Ají()l~rI~!1~22J~~l~ ___ ~~
La cuestión energética permite, sin embargo, captar con mayor claridad la
prioridad que otorga el gobierno brasileño a sus intereses nacionales antes que
regionales. En la segunda reunión cumbre de la CSN (Brasilia, septiembre de
2005) Brasil firmó acuerdos energéticos con Venezuela y Argentina, como el de
la creación del gasoducto del Sur que uniría a estos tres países. Pero, después
de la nacionalización del petróleo y del gas en Bolivia (2006), que produjo el au­
mento del precio de sus suministros a Brasil, este gobierno estableció una agen­
da conjunta con EEUU para el desarrollo del etanol como combustible alterna­
tivo. Esta decisión no sólo pone de relieve la prioridad de sus intereses naciona­
les de desarrollo frente a los sudamericanos, sino que también parece estar dis­
tanciando al gobierno brasileño del venezolano (Párraga, 2007) 11.
En resumen, para Brasilia integración sudamericana es parte de su polí­
tica de expansión tanto extra-regional como regional pues legitima su aspira­
ción de ejercer un rol de mayor poder en el escenario mundial, asegura el
mantenimiento de la política de desarrollo industrial exportador iniciada en
los años 60 y ayuda a que sus empresas expandan sus negocios en América del
Sur. Además constituye una política de estado, con posibilidades de mante­
nerse en el tiempo. y cuenta con el apoyo de importantes segmentos del sec­
tor privado, los militares e intelectuales de ese país.
Venezuela (1999-2007)
El discurso sobre integración del gobierno venezolano posterior a 1999
muestra una ruptura con los anteriores, al privilegiar elementos políticos y
geopolíticos de la integración antes que los económicos. Entre ellas destaca el
intento de convertir a la CAN, de la cual Venezuela era miembro desde 1973,
en una Unión Bolivariana de Naciones 12 (Agencia EFE, 23/06/200 1, citada en
Briceño, 2003-2004: 62), de acuerdo con el planteamiento de impulsar des­
pués una Confederación de Estados Latinoamericanos, con componentes po­
líticos y militares (Cardozo, 2003-2004: 31-33) y obviando cualquier consideII
12
El gobierno venezolano se había pronunciado a favor del etanol antes de la deci­
sión brasileña. pero la participación de EEUU en la propuesta lo ha llevado a cri­
ticarla públicamente. A su vez, Cuba se ha manifestado favorable al etanol por
cuanto tiene expectativas de aumentar su producción del mismo, con apoyo de
tecnología brasileña (Chirinos, 23 de marzo de 2007).
Naím Soto (2003: 23-24) tiene la lista de los foros internacionales entre 1999 y
2004, en los cuales se promovió el proyecto venezolano sin que éste fuera in­
corporado en los documentos finales.
60
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
ración acerca de su viabilidad económica. La promoción de una unión o con­
federación de naciones latinoamericanas con carácter supranacional se con­
virtió en una "constante" de la política exterior posterior (Naím Soto, 2003:
22) y fue incorporada en el Artículo 153 de la Constitución de 1999.
Aunque en este discurso se destaca "una realidad cultural de raíces históri­
cas y culturales entre los pueblos de América Latina yel Caribe", algunas acciones
del gobierno venezolano, como la estrategia de establecer una estación de tele­
visión regional (Telesur), "persigue difundir una programación de carácter regional
con la pretensión de formar una identidad latinoamericana como mecanismo para
avanzar en la integración cultural de los pueblos" (Linares, 2006: 55-56). $e trata,
por lo tanto, de desarrollar una identidad que no parece existir todavía, aunque
el gobierno invoque el ideario de Simón Bolívar como inspirador de la misma.
Esto se observa con más claridad en el Programa de Gobierno 2000, en el cual
se señala que la integración "es cultural debido a las raíces históricas, étnicas, lin­
güísticas y de otro tipo, que podrían dar a nuestra América mestiza un lugar más
prominente y una identidad más señera en la escena internacional" (República Bo­
livariana de Venezuela, 2000). Resulta interesante observar que aquí la identi­
dad regional posee "raíces", o sea que ya existe, pero, a la vez, debe adquirir
una proyección internacional, que se busca construir.
En la integración regional y en la política de cooperación exterior vene­
zolana se advierte el predominio de la seguridad como motivación básica, se­
gún los documentos del Taller de Alto Nivel dirigido por el presidente Hugo
Chávez (Caracas, 12 y 13 de noviembre de 2004), donde se definieron diez
objetivos estratégicos para la fase denominada "socialismo del siglo XXI" 13. A
partir de entonces se estableció, por ejemplo, un "nuevo mapa estratégico de
la revolución bolivariana" para los años 2005 y 2006. La visión del mundo en
este nuevo mapa redefinió la posición de Venezuela al establecer que:
sus relaciones internacionales vienen dadas por: el rechazo a la hegemo­
nía de EEUU y a su agenda internacional de libre comercio y de seguridad;
el diagnóstico de fracaso del liberalismo económico y político, con sus va­
lores. sus políticas y sus instituciones; y la poSibilidad de impulsar nuevos
polos de poder mundial, incluido un polo latinoamericano, sustentado en
una amplia alianza de gobiernos, organizaciones y movimientos sociales
con orientaciones ideológicas semejantes (Cardozo, 2006: 92).
I3
Este Taller y sus conclusiones han sido analizados por González U rrutia (2006 ).
Rita Giaca/one Cuadernos Latil1oamericanos~Año 20, enero-junio de2009 (Pp. 47 -]3)
6/ Este nuevo discurso sobre integración se basa en la consideración de
que existe un adversario o enemigo. que debe ser destruido. En palabras del
presidente venezolano: ... "quiero que sepan que en esta nueva etapa el que
está conmigo, estó conmigo, el que no está conmigo estó contra mí". Se asume
entonces que, "debilitada la resistencia política interna, la amenaza fundamen­
tal para la pervivencia del proyecto es la acción internacional de aislamiento o de
intervención". Por lo tanto, tanto las alianzas que lleva a cabo el gobierno
como las posiciones políticas que adopta en el ámbito internacional y regional
están determinadas por el objetivo de enfrentar y destruir la hegemonía polí­
tica, económica y militar de EEUU (Cardozo, 2006: 94).
La fuerte imbricación entre la política de integración y cooperación eco­
nómica y la política de seguridad permite establecer que, también en este
caso, predominan los intereses propios del gobierno venezolano sobre los
sudamericanos. Esto determina que, si bien la CSNJUnasur se considera im­
portante en este momento, puede ser dejada de lado más adelante, según
cómo evolucionen los objetivos estratégicos del gobierno.
Desde el 200 I Venezuela impulsa la Alternativa Bolivariana para América
(ALBA), que incluye aspectos tales como institucionalidad supranacional, Banco
del Sur, fondos compensatorios para asimetrías, mayor participación de la socie­
dad civil, desarrollo de infraestructura, una carta social con aspectos ambientales
y sociales, derechos indígenas, etc. Sin embargo, ALBA se ha concretado en un
conjunto de acuerdos de cooperación intergubernamental, en materia de ener­
gía, telecomunicaciones, transferencia de tecnología, educación y salud, entre
Venezuela y economías relativamente menores (Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicara­
gua y algunos países de la Organización de Estados del Caribe Oriental, OECO),
acompañados de un sistema de comercio compensatorio. Esto incluye una trans­
ferencia de ayuda económica a esas naciones, pero también a otras (Argentina,
Paraguay y Uruguay, por ejemplo), la cual se justifica por razones estratégicas "Si
no ayudamos a los países hermanos, ya Estados Unidos nos habría aislado. Debemos
buscar unir a los pueblos, políticamente significa hasta una estrategia de sobreviven­
cia", según Walter Gavidia, presidente del Grupo Venezuela en el Parlamento La­
tinoamericano (Peñaloza, 2006) 14.
14
De esta forma, los altos precios del petróleo le otorgan a la estrategia venezolana
en Sudamérica yen sus relaciones con EEUU y el resto del mundo la posibilidad
de desarrollar una política proactiva y de confrontación (Romero, 2006: J 04).
62
/denti<:lad y motivacionespo/íticas en la integración suramericana
Entre las características de ALBA destaca además que este esquema posee
una fuerte sustentación ideológica (anti-ALeA, anti-EEUU) y utiliza los recursos
generados por el petróleo para llevar a cabo una apertura económica política­
mente selectiva (Cardozo, 2006: 98). Su carácter de contrapropuesta ideológica
está claro pero también debe advertirse que los momentos en los que han sido
anunciados los acuerdos más recientes con Cuba (justo después de la Cumbre
del Cusco que creó la Comunidad Suramericana de Naciones, diciembre 2004, y
durante los encuentros de los presidentes de Brasil y Chile con la entonces secre­
taria de Estado estadounidense, Condolezza Rice) mostrarían que el proyecto
bolivariano de integración no sólo busca enfrentar al ALeA, sino también al pro­
yecto sudamericano impulsado por Brasil desde el Mercosur (Cardozo, 2006:
98). En palabras de Gustavo Márquez, ministro de Venezuela para la Integración
yel Comercio Exterior, "vamos a la negociación [con MercosurJ con el espíritu de
promover la nueva integración, poro que no se quede en una integración sólo basada
en el libre comercio, sino que incorporemos el aspecto social y la visión de la comple­
mentación. solidaridad y cooperación. Es una visión geoestratégica y geopolítica, que
permite plantearnos una reflexión más de fondo sobre el ALBA" (El Mundo, Caracas,
7 de diciembre, 2005: 10, citado en Briceño Ruiz, 2006: 79-80).
El apoyo del gobierno venezolano a la integración sudamericana se ha
acompañado con medidas de respaldo a los otros dos gobiernos del núcleo que
impulsan este proyecto-Brasil y Argentina. Con respecto al primero, Venezuela
ha respaldado explícitamente su aspiración de obtener un asiento permanente
en el Consejo de Seguridad de la ONU (Punto 7, del Acuerdo Bilateral Vene­
zuela-Brasil, 14 de febrero de 2005, en Correa Flores, 2005: 196-197), frente a
la oposición argentina. Ese mismo año (2005), frente a la negativa brasileña a
acompañar a Argentina en sus negociaciones con el Fondo l'1onetario Interna­
cional (FMI) para obtener mejores condiciones de pago de su deuda, Venezuela
compró una considerable cantidad de bonos de la deuda argentina, de manera
que ese gobierno pudo cancelar sus obligaciones con el FMI.
En resumen, lo observado plantea el interrogante de si el gobierno ve­
nezolano está interesado en la integración sudamericana a futuro o sólo la
percibe como un triunfo de la oposición al ALCAy a EE. UU., que necesita ser
apoyado, pero puede dejarse de lado más adelante. De darse la segunda op­
ción, esto puede significar que el gobierno venezolano privilegiará en el futuro
su propio esquema regional (ALBA), apoyado en la seguridad y el petróleo,
antes que la integración sudamericana en general.
"
Rita Giacalone
9L~~~_~Il1~~~~~n~ilJrll~~~~ ___.. 63
Argentina (2002-2007)
Entre los países miembros del núcleo, destaca el gobierno de Argen­
tina porque parece tener una posición ambigua con respecto a la integra­
ción sudamericana al percibirla como parte de la búsqueda brasileña por
una mayor proyección extra regional. Desde la perspectiva argentina, si
esto se alcanza, Brasil prestaría menos atención al Mercosur, con lo cual la
integración sudamericana implica una pérdida de poder relativo regional
para Argentina, que también se opone a la participación de Brasil en el
Consejo de Seguridad de la ONU, con un asiento permanente en repre­
sentación de la región. Inclusive en un discurso en honor al presidente de
Brasil (octubre de 2003), aunque el presidente argentino nombró a la inte­
gración sudamericana como un ideal compartido con el gobierno de esa
nación. incorporó inmediatamente en la misma oración a México, como
parte necesaria para "la construcción de una integración comercial, política e
institucional fuerte" (Loza. 2005).
¿Por qué aparece entonces Argentina como parte del núcleo que apoya
la integración sudamericana? Los analistas han señalado, por lo menos, dos ra­
zones básicas:
1) la crisis del 200 I , que "hizo aflorar el tradicional anti-norteamericanis­
mo de amplios sectores argentinos. hecho que no dejó de influir sobre la política
de un gobierno que le dio mucha importancia a las encuestas" (Escudé, 2004 en
www.altos.org.ar ) y
2) el pobre desempeño económico argentino después del default,
que "derivó en la devaluación estratégica de la Argentina para Brasil" y hace
que el gobierno argentino busque evitar que esto se agrave aún más
(Russell, 2006: I 1).
El discurso del gobierno argentino abunda en referencias a la unión lati­
noamericana, que incorpora a veces a la sudamericana. Un análisis de 12 dis­
cursos presidenciales en los que el presidente Néstor Kirchner habló de la
unidad regional dio como resultado lo siguiente: 1) la argumentación a favor
de la unión latinoamericana busca reconstruir una filiación nacional (senti­
mientos hacia la nación y la región). que se asumen diezmados por las políticas
neoliberales de los años noventa, y acercarse a posturas tradicionales del pe­
ronismo; 2) el discurso construye modelos y anti-modelos para demostrar
que existe una unidad de destino en los pueblos latinoamericanos; 3) se utili­
zan numerosas alusiones a la "hermandad" como un supuesto "destino natu­
ral"; 4) se busca tanto persuadir a los oyentes como dialogar con propuestas
64
Identidad y motivaciones políticas en la integración suramericana
políticas pasadas y presentes (especificando su calidad de anti-modelos 15,
como la política neoliberal del presidente argentino Carlos Menem, EEUU,
etc.); 5) se recurre a Bolívar y San Martín para mostrar que hubo preceden­
tes, que la unidad existió en algún momento del pasado histórico; 6) se insiste
en definir cómo debe ser el proceso de unión y qué características debe tener
la integración regional; y 7) el énfasis en la identidad regional sólo disminuye y
es suplantado por consideraciones estratégicas -la integración contribuye a
mejorar la situación regional frente al resto del mundo - en los discursos en
que el presidente se dirige a otros jefes de Estado del Mercosur (Loza, 2005).
El discurso también permite establecer que Argentina comenzó a favorecer
más la idea de desarrollar la CSN desde el año 2005, cuando Venezuela com­
pró la mayor parte de los bonos de la deuda de ese país. Desde entonces el
discurso gubernamental argentino destaca a Venezuela porque "nos demostró
la verdadera esencia de la hermandad y solidaridad latinoamericana" y porque
"tenemos una historia común y un mismo escenario en el que debemos desarro­
llarnos" (Loza, 2005).
Aunque cuando se menciona a la CSN el discurso es positivo, ésta casi
no es mencionada ni por el presidente ni por los ministros de Relaciones Ex­
teriores. Una razón para esto puede ser que su creación en 2004 está aso­
ciada con la participación y ellíderazgo del ex presidente argentino Eduardo
Duhalde que, aunque pertenece al mismo partido de los dos últimos presi­
dentes, integra una línea que lo enfrenta 16. Esto permite señalar que la posi­
ción del gobierno argentino es de menos compromiso con la integración
sudamericana que la de Brasil y la de Venezuela y admite más alternativas y
opciones de acción, como lo señalaran en sus declaraciones al menos dos de
sus ministros de Relaciones Exteriores. En el año 2004, Rafael Bielsa (2004:
13) afirmaba que "tenemos que privilegiar el fortalecimiento del bloque cerca­
no, pero eso no significa que dejamos de negociar en el ALeA o en el marco de la
OMe'. Otro ministro de Relaciones Exteriores. Jorge Taiana (2006: 6). ha
señalado que Argentina busca su inserción internacional "centrada en un pro­
yecto de país abierto al mundo, pero de manera realista, en el marco de políticas
de preferencia regional, fundamentalmente a través del Mercosur". Agrega que
CAN y Mercosur "se encuentran en un posible proceso de convergencia ten­
15
16
Los anti-modelos serían "enemigos" que el gobierno elige "para castigar y victi­
mizarse" en su búsqueda de construir poder, Wiñazki, 2007: 14.
Sobre este enfrentamiento, puede verse Gerschenson, 2007: 20.
Rita Giacalone Cuadernos Lat;noamericanos~ Año 20, enero-junio de~. 47 !3) 65
diente a fusionarse en una CSN. Sin embargo, la Argentina observa con prudencia
la eventualidad de duplicaciones de funciones y reuniones con los bloques preexis­
tentes,,,." (Taiana, 2006: 11).
Por su parte, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la
Cámara de Diputados de Argentina, Jorge Arguello, declaró (DEF 2006: 24),
con respecto al ingreso de Venezuela al Mercosur, que éste se fundamenta en
el tema de la energía, ya que Venezuela "tiene demasiadas potencialidades como
para que nosotros la rechacemos". Por lo tanto, otra motivación sería el elemen­
to energético (suministro de gas y fuel oí!) que interesa igualmente al gobierno y
al sector privado de Argentina (Zibechi, 2005). Pero debe advertirse que tanto
esta motivación como la relativa al aumento de las exportaciones hacia el mer­
cado venezolano se alcanzan sin necesidad de la integración sudamericana, sino
por medio del ingreso de Venezuela al Mercosurl 7 .
En resumen, de los tres gobiernos del núcleo, el de Argentina es el que pa­
rece menos comprometido con la integración sudamericana, por razones que
abarcan desde su oposición al ingreso de Brasil en forma permanente al Consejo
de Seguridad hasta motivos de su política intra-partidista. Esto podría acercarlo a
Venezuela pero no existe tampoco ninguna manifestación de que exista acepta­
ción oficial del proyecto venezolano (ALBA) por parte del gobierno argentino.
En este contexto, la comparación del discurso de los gobiernos que cons­
tituyen el núcleo de la integración sudamericana es necesario porque, como ex­
plica Mellado (2006), "cuando los gobernantes aluden de forma genérica a la inte­
gración podrían estar hablando de distintas cosas, dado que a/ respecto no existe un
pensamiento homogéneo y que su historia respondió a diferentes paradigmas". Un
ejemplo señalado por la misma autora es que, durante la Cumbre del Cusco
(diciembre 2004), el presidente de Venezuela afirmó que " ... si /a integración no
toma en cuenta lo social. no sirve. Tenemos que hablar de distribución de la rique­
za" y la respuesta del presidente del Brasil fue que "prefería apostar primero al
crecimiento para después soñar con una distribución más justa".
A continuación se resumen distintos aspectos de las políticas de integra­
ción sudamericana de los países del núcleo (Tabla 1), observados a partir de la
comparación de sus respectivos discursos políticos, indicando en cada caso si
existe convergencia, divergencia o neutralidad entre ellos.
I 7 Ejemplos de esfuerzos de empresarios argentinos para penetrar el mercado
venezolano pueden verse en Gíacalone. 2006: 84.
Identidad l' motiv(Jciones f?0líticas e/'l/a integración suramericana
66
Tabla 1* Política de integración sudamericana en los países del núcleo. Convergencia (c)/divergencia (d)/ neutralidad (n) Brasil
Intereses políticos
Intereses económicos
Intereses de seguridad
Carácter de política
Lugar del Mercosur
Respaldo doméstico
Mayor cohesión en
ne¡¡ociaciones
externas y poder en
escenario mundial
Mejor inserción
internacional y
expansión re¡¡ional
de empresas
Venezuela
Ar¡¡entina
_--ºp~
Rechazo
a hegemonía
deEEUU
Mayor cohesión
en negociaciones
externas y poder
re¡¡ional
Recuperación
económica
después del
default/expansión
empresarial hacia
Venezuela
No se perciben
ArglBr (C)
Ven (D)
Debilidad/
necesidad de
demostrar
continuidad
histórica
Central/
profundización
Empresarios
interesados en
Venezuela
Ambigüedad
(D)
Media/baja
(N)
(C)
Antiglobalizaciónl
Apertura
económica
selectiva
Amazonas y Plan
Colombia
Continuidad/política
de Estado
Defensa proyecto
político
Ruptura ideológica
Expansión/no
profundización
Empresarios,
militares y
académicos
Pragmatismo y
universalismo
Fundamental
como defensa
Militares
e izquierda
ArgIBr (C)
Ven (D)
(D)
(D)
(D)
Importancia de
infraestructura
Alta
Posición ideológica
sacrifica intereses
económicos
Media
Importancia de
petróleo
Alta (demanda)
Alta (oferta)
Alta/media
(ambos)
Alternativas existentes
Otras alianzas
estratégicas/OMC
Táctica/cohesionar
apoyo interno
ALBA
Mercosur/otras
(D)
alianzas
T ácti ca/contentar ArgIBr (C)
opinión pública
Ven(D)
Características
Relación C/EEUU
Relación con Cuba
Relación con México
No prioritaria
(simbólica)
Exclusión del
Estratégica!
concepto de
enemigo vital
Prioridad
ideológico/política
No prioritaria
(simbólica)
No se excluye
(D)
Relativa
ArgIBr (C)
Ven (D)
(D)
Fuente: En la Tabla I se observa divergencia, en especial, entre el gobierno de Venezuela con respecto a los de Ar­
gentina y Brasil, en lo relativo a intereses políticos y económicos. Se advierte también que los tres gobiernos asu­
men posturas divergentes en lo relativo a intereses de seguridad, lugar que ocupa el Mercosur, respaldo domésti­
co, características de la política de integración, alternativas existentes
convergencia total en ningún aspecto.
* Tomado de Giacalone, 2008: 38.
y relaciones con EE.UU. y Cuba. No hay
Rita Giacalone
~~"E!~Ltl!i~r:~~. ~,!!~~~iL.Jl)_ _ _ _ ~
3. Comparación del concepto de identidad y de las
motivaciones políticas de los gobiernos del núcleo
En resumen, al revisar el discurso sobre integración que acompaña la
creación de la CSN/Unasur observamos que los tres gobiernos utilizan el con­
cepto de identidad. En él hay dos rasgos comunes: 1) referencia a factores his­
tóricos o geográficos compartidos, oposición a un "otro" que unas veces se
explicita y otras, no, repetidos de distintas formas; y 2) se la considera funda­
mental para la integración regional pero, a la vez, se señala que esa identidad
debe recuperarse porque se perdió o que recién se está construyendo.
Los elementos disímiles predominan, sin embargo, cuando observa­
mos los factores que enfatizan esos gobiernos al utilizar el concepto de
identidad regional. En el caso de Brasil, se separa el concepto de identidad
sudamericana del concepto de identidad latinoamericana y se proyecta
como parte de un proyecto político-económico expansivo que no encuen­
tra su mayor sustento en la historia. Por este motivo, la identidad sudameri­
cana se está construyendo y la vocación sudamericana de Brasil se apoya en
la geografía yen la geopolítica 18. En Venezuela, en la medida en que las ideas
de Bolívar se basaron en una apreciación negativa de su entorno histórico, el
gobierno enfatiza también una identidad generada por problemas históricos
comunes, pero le agrega un proyecto ideológico más amplio, que haría posi­
ble su superación en el futuro. También aquí la identidad sudamericana es
un concepto en construcción, pero se da sobre la base de factores históri­
cos, culturales e ideológicos. En el caso de Argentina, no existe un proyecto
propio, aunque se valoricen posiciones históricas del peronismo, lo sud­
americano aparece incluido en lo latinoamericano y la identidad hay que re­
cuperarla porque los anti-modelos la afectaron. Se enfatizan los factores his­
tóricos. Todo lo anterior permite concluir que el concepto de identidad
sudamericana que utilizan los gobiernos del núcleo posee más de un signifi­
cado y, por lo tanto, no es un factor determinante en el apoyo o en el éxito
futuro de la integración sudamericana. Asimismo, sobretodo en los casos de
Brasil y Venezuela, el concepto de identidad es instrumental para alcanzar
sus respectivos proyectos políticos.
18 Esto quiere decir que el proyecto político de región parte de la ubicación geo­
gráfica de Brasil.
68
Identidad y motivaciones políticas en la inte~ión suramericana
Tampoco se observa convergencia cuando se analiza las motivaciones po­
líticas de los tres gobiernos que constituyen el núcleo promotor de la CSN. El
discurso muestra divergencias, señaladas en la Tabla 1, las cuales son mayores
en algunos aspectos (seguridad, relaciones con otros gobiernos, etc.) que, a
mediano y largo plazo, pueden generar problemas. De esta manera, la diver­
gencia en las motivaciones políticas de los gobiernos del núcleo puede estar tra­
bajando en sentido opuesto al objetivo que se busca alcanzar mediante el dis­
curso. En resumen, si bien los objetivos actuales de los tres gobiernos del nú­
cleo son compatibles, en el sentido de que el logro de uno de ellos no obstaculi­
za el logro de los de los otros dos. los objetivos futuros no pueden alcanzarse, al
menos para Brasil y Venezuela, sin enfrentamientos o roces entre ellos.
Conclusión
Desde la perspectiva teórica de este artículo, aunque para alcanzar sus
objetivos los tres gobiernos emplean la retórica de la identidad sudamericana
como elemento imprescindible de la integración regional, sus conceptos de
identidad se basan en factores divergentes. Parece existir además tanto una
"cosificación" del concepto de la identidad - que debe recuperarse, que hay
que defender, que posee raíces - como una valorización de la misma como
proceso en construcción.
Si recordamos que Malamud y Schmitter (2006: 21) consideran que un re­
quisito para que el regionalismo se mantenga y tenga éxito es que las motivacio­
nes de sus miembros sean convergentes, mientras que la identidad puede ser una
consecuencia eventual del proceso de conformación regional, el análisis de estos
factores en el proceso de formación de la integración sudamericana obliga a po­
ner atención en ellos, para evitar problemas futuros. Esto ha llevado a destacar
que en Sudamérica se están generando proyectos políticos nacionales con pro­
yección regional. como los de Brasil y Venezuela, que compiten en la propia re­
gión, pero que no parece existir un proyecto verdaderamente regional para bus­
car soluciones a problemas comunes (Ituassu 2006: 107). El rechazo a la hege­
monía estadounidense, por parte de Venezuela, y la búsqueda de un asiento per­
manente en el Consejo de Seguridad, por parte de Brasil, serían "representacio­
nes esquizofTénicas de una política totalmente separada de su función organizadora
de la vida pública" al nivel regional (Ituassu. 2006: 109). Existe la posibilidad de que
estos dos gobiernos negocien para alcanzar aspectos prioritarios comunes para
ambos dentro de la integración sudamericana. pero esto también puede no darse
si los dos gobiernos perciben a sus respectivos proyectos nacionales como funda­
mentales para su desarrollo y permanencia.
Rita Gíacalone
Cuademos L.atinoamericanos~ Año 20, ener,!jun;o de JD09 (pp. 47 ~ 73)
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