YOLANDA M. GUERRA GRACÍA Pasaron varios días y nadie podía reconocerlo, ni sus mejores amigos -o lanzas, como se llaman entre los soldados, ya que se encontraba en un estado deplorable. Fue entonces necesario acudir a los medios que la ciencia brinda para resolver estas situaciones: Lo único intacto que quedaba de su cuerpo eran sus piezas dentales. Llegaron los odontólogos forenses, tomaron las respectivas muestras y las compararon con aquellas que un día fueron hechas al momento de ser incorporado. Todo coincidió y se comprobó que ese soldado que dio la vida por su patria era Narváez. De esta manera, sus familiares supieron a quién le daban sepultura, y la Institución comprendía a quién perdía. Ya no sería un N.N. más, como los que a diario perecen en forma injusta en este país. 5