AUTOCONSERVACION E INSTINTO DE MUERTE" por ERNST SIMMEL (Los ÁNGELES) Existe actualmente entre los psicoanalistas cierta inquietud respecto de los fundamentos de la teoría psicoanalítica: la teoría de la líbido y la del instinto. Esta inquietud se originó cuando Freud, en Más allá del principio del placer, desarrolló una teoría dualista del instinto, la que suponía que la vida, tanto en sus manifestaciones normales como en las anormales, era controlada por la dinámica antagónica de un instinto constructivo de vida -de índole libidinosa- y un instinto auto destructivo de muerte -de índole no libidinosa. muy sencillamente este principio de autoconservación inherente a los instintos desarrollada en base al estudio clínico de las neurosis de transferencia, era también dualista y contemplaba un conflicto entre el yo y el instinto sexual o, como lo expresó Freud entonces, un conflicto entre los instintos del yo y los instintos sexuales. En su Introducción al Psicoanálisis \ dice Freud: "El psicoanálisis nunca ha olvidado que también existen instintos no sexuales; el psicoanálisis ha sido construído sobre una exacta distinción entre instintos sexuales e instintos del yo y, frente a toda oposición, ha sostenido, no que las neurosis surgen de la sexualidad, sino que deben su origen a un conflicto entre el yo y la sexualidad". Los instintos del yo eran los instintos de autoconservación. Freu-l formuló Recuérdese que la primera teoría fundamental de Freud sobre los instintos, del yo, al decir: "En todos sus conflictos, el yo no puede tener otro fin que mantenerse a sí mismo". La teoría del instinto con la que Freud inició sus investigaciones psicoanalíticas tuvo así un punto común con la teoría con la cual Freud concluyó esas investigaciones: el principio de un dualismo que se reflej a en la dinámica de dos energías instintivas rivales. Así, el enunciado del primer concepto era: autoconservación contra sexo o, según lo expresara Freud en términos biológicos: "El yo, en su capacidad * Traducido y reproducido del Psychoanalytic Quarterly, vol. XIII, NQ 2, 1944, págs FREuD: Introducción al psiconanálisis Obras Completas, tomos IV y V. 160-185. Leído ante la ,Sociedad Psicoanalítica dc San Francisco el 17 de abril de 194.i, 1 532 de organismo individual independiente, había entrado en oposrcron con sí mismo en su otra capacidad de miembro de una serie de generaciones"~. Freud siguió el camino de la investigación psicoanalítica hasta que, habiendo partido de una teoría dualista sobre un conflicto con el yo, llegó finalmente a la concepción de un conflicto instintivo dentro del yo: una lucha de una parte del yo que desea seguir viviendo contra otra parte que desea su propia destrucción. Durante sus investigaciones, repctidamente fué necesario a Freud reexaminar sus conceptos básicos de la libido y los instintos y modificarlos o, respectivamente, ampliarlos. Este artículo es un intento de iniciar otra teoría respecto a la teoría dualista de los instintos, que difiere en cierto grado del punto de vista de Freud ;;. Esta teoría ratifica la idea de Freud de que el conflicto fundamental que da cohesión y desorganiza la vida cxtraindividual, es también responsable de todos los trastornos intraindividuales. Es un conflicto eterno entre principios constructivos y destructivos, el conflicto ambivalente entre amor y odio. Sin embargo, esta teoría se aparta de la de Freud en cuanto entramos a la discusión de la esencia de la libido y de su papel en el conflicto entre los principios ya mencionados. Anticipándome, puedo decir que no considero a las energías dcstructiv rs manifestaciones de un instinto de muerte, sino que constituyen la manifestación 2 1bid., loe. cit. Es evidente que Freud se inclinaba a creer que el conflicto entre dos categorías instintivas apuntaba, hacia un conflicto último entre la autoconservación individuo por una parte y la reproducción, como conservación de la especie. por otra. cualquier modo, él acentuó el hecho de que este antagonismo biológico le parecía importancía, ya que no era aplicable al estudio de las neurosis de transferencia. 3 Ya en 1921, presenté mis teorías en diversas reuniones de la Sociedad Psicoanalítica Alemana y de la Asociación Psicoanal ít ica Internacional. En ] 924. las resumí en la reunión de Innsbruck, donde presenté un trabajo sobre el tema Represión primaria (Llrverdrangung ) y libido intestinal y posteriormente en Wiesbaden, en 1932, bajo el título de Primacía instintiva pregenital y organización de la libido. Estos estudios trataban de las vicisitudes de la libido del yo, precisamente el problema sobre el cual Freud había llamado muchas veces la atención de los psicoaualistas, solicitándoles su estudio, ya que el campo de la psicología del yo aún no estaba suficientemente explorado y prometía dar importantes resultados para una comprensión más profunda de la psicopatolog ía de ciertos trastornos de la personalidad. Al considerar la conveniencia de presentar mis teorías en forma de libro. decidí posponerlo por la siguiente razón: me encontré r-n esa época incapaz de aj usr ar mi teoría al concepto freudiano de una teoría dualista del instinto libidinoso de] Eros frente al instinto no libidinoso de muerte. Mis teorías habían sido desarro lladas independiente. mente y, en parte, antes de las publicaciones de Freud a este respecto. Comencé a trabajar en un escrito que Ilevaba por título Sobre la ubicuidad' de la destrucción introy ectiro, Puesto que Freud había publicado, entre tanto, Miás allá del principio del placer, me resultó natural sospechar que mis propias teorías podrían ser erróneas y que dc:,ia esperar nuevas publicaciones de Freud, poniendo a prueba, durante ese! intervalo. mis hipótesis. mediante nuevas observaciones clínicas. lIoy estoy convencido de que mis suposiciones originales eran correctas, pues pueden ser utilizadas como hipótesis de trabajo para arrojar nueva luz. no sólo sobre la génesi s y la d inámioa de las neurosis de t ra nsf crenei a, siro t;~nlh!(n sobre las neurosis narcisist as, las psicosis y los problemas de la medicina F:~i ¡-nd:~ica. las del De sin 53.3 AUTOCONSERV ACIÓN E INSTINTO DE MUERTE de un instinto de autoconservación. De acuerdo con el último concepto freudiano de la libido, la necesidad de autoconservación debe considerarse como una componente libidinosa del yo. Si se acepta esto, existe desde el comienzo una aparente contradicción al atribuir tendencias destructivas al instinto de autoconservación del yo. Decir que somos agresivos y destructivos cuando encaramos la necesidad de defender nuestro yo de algún peligro, es algo sensato aunque trivial. Pero parece un absurdo teórico sostener que obtenemos (lel reservor io de la libido las energías instintivas de destrucción necesarias para estas emergencias. Y sucede así porque, según los conceptos últimos de Freud, la libido es precisamente esa energía instintiva que uniría las sustancias y no que tendería a su desorganización y destrucción. Antes de poder aceptar la idea de que no existe contradicción real entre estos dos postulados, se debe pasar revista brevemente al desarrollo de las teorías de Freud sobre la libido y el instinto. El mismo Freud amplió finalmente el concepto de libido en tal forma que no hay dificultad práctica o teórica para incluir las energías destructivas dentro de la naturaleza libidinosa del instinto de autoconservación. Recapitulemos las palabras de Freud sobre instinto y libido: "Un instinto se nos aparece como un concepto fronterizo entre lo mental y lo físico" ... ;4. "El instinto puede describirse como algo que proviene de una fuente, que posee un objeto y un fin. La fuente es un estado de excitación dentro del cuerpo y el fin es suprimir esa excitación; en el curso de su camino desde la fuente hasta la obtención de su fin, el instinto se vuelve mentalmente operante" 5. Además, Freud caracteriza al instinto sexual como un instinto dirigido hacia el fin específico de procurar placer orgánico a ciertas zonas erógenas del cuerpo. Las principales zonas erógenas de la infancia son la boca, el ano y los genitales. La experiencia placentera de estas zonas, lograda por el contacto con el objeto, establece las relaciones de objeto del niño, aun cuando el carácter sexual de estas zonas puede reconocerse como tal sólo más tarde, una vez que las zonas eró gen as se organizan bajo la primacía de la zona genital y se ponen al servicio de la función reproductora 6. Volvamos ahora al concepto original de libido: "Libido es el montante de energía dirigida por el yo hacia el objeto de su deseo sexual" 7. Freud distingue tres fases en el desarrollo de la libido: la oral, la anal y la fálica, que preceden a la organización genital de la libido. Abandonó su idea original de que las zonas erógenas pregenitales podían "actuar separadamente" en la busca de placer orgánico. Descubrió que en la etapa pregenital existía ya una Los instintos y sus vicisitudes. Obras Completas, tomo IX. Nuevas aportaciones al psicoanálisis: Angustia y vida instintica. Completas, tomo XVII. .; FRElJD: Los instintos y sus vicisitudes. Obras Completas, tomo IX. 7 FREUO': 1ntroduccián al psicoanálisis. Obras Completas, tornos IV y V. 4 FREIJD: FIlEIJD: Obras 534 ERNST SIMMEL organización de los impulsos sexuales componentes, la que determina la elección de objeto del niño, y que esta organización libidinosa pregenital posee características destructivas. Esta es la organización sádicoanal de la libido. Por otra parte, Freud ha empleado con frecuencia la expresión "etapa oral del desarrollo de la libido", como sinónimo de "etapa canibalística de la libido". Puesto que el canibalismo es indudablemente de carácter destructivo, vemos que destrucción y libido no son opuestos irreconciliables en las teorías originales de Freud. Posteriormente, éste supuso que estas dos categorías de energía aparecen de ordinario simultáneamente, y que cada etapa del desarrollo del instinto sexual corresponde a una etapa específica del desarrollo del instinto destructivo. Freud ha destacado siempre el hecho de que, al comienzo de la vida, los instintos sexuales infantiles "se mantienen a sí mismos mediante los instintos de autoconservación" 8. Es evidente que Freud consideró la etapa oral de la libido, la tendencia a la destrucción canibalista y las manifestaciones de los instintos de autoconservación, como idénticas o, al menos, coordinadas. Estos tres términos están yuxtapuestos como preparativo para la nueva teoría; para demostrar que, al descubrir un nuevo campo, no se ha hecho sino atravesar una puerta que el mismo Freud había abierto sin cruzarla. Freud destacó frecuentemente que las dos principales fuerzas reinantes en el mundo son el hambre y el amor. Sin embargo, cuando se concentraba en el estudio de la psicodinámica de las neurosis de transferencia. no esperaba que la comparación de estas dos fuerzas biológicas pudiera ayudarle en ningún sentido. Freud nos dijo que la investigación psicoanalítica sobre el instinto de autoconservación tendría que esperar hasta que hubiéramos reunido mayores conocimientos sobre el yo o sobre lo que acontece dentro del yo cuando, obedeciendo a la realidad, debe evitar las exigencias libidinosas sexuales. Mas no nos hizo esperar mucho tiempo. Extendió sus investigaciones a los trastornos del yo en las neurosis y psicosis narcisistas y nos proporcionó una comprensión más profunda del hecho de que el yo, "en todos sus conflictos, no puede tener otro fin que mantenerse a sí mismo". Esto no significa sino que el yo debe luchar por mantener su equilibrio libido-narcisista interior. Siguiendo la observación de que, en las psicosis, la libido retirada del mundo objetivo retorna al yo y toma al yo mismo como sustituto del objeto, Freud se halló frente a la necesidad de ampliar su concepto original de la libido. Ésta podía aún definirse como "el montante de energía dirigido por el yo hacia el objeto de su deseo sexual"; pero el hecho de que el yo pueda regresivamente llegar a ser su propio objeto probaba que el depósito de libido estaba contenido en el yo mismo, que la libido como energía psicológica carece originalmente de objeto y que el yo podía proyectarla o retirarla según sus necesidades. Esta retransformación de la libido objetal en libido narcisista I:l FREUD: Los instintos y sus vicisitudes. Obras Completas, tomo IX. 535 AUTOCONSERVACIÓN E INSTIl'iTO DE MUERTE y el consiguiente represamiento de la libido yoica, se consideraban entonces las causas dinámicas de trastornos del yo tales como se observan en la hipocondría y en las psicosis parafrénicas. El requisito cualitativo previo 'para la libido sexual, la provisión de placer orgánico, perdió su significado y dió lugar al punto de vista de la distribución cuantitativa de la libido narcisista dentro del yo. El concepto original de la tendencia del principio placer-dolor, de procurar placer y evitar el dolor, se había ampliado para dar lugar al concepto de un principio cuya tendencia es mantener la tensión libidinosa dentro del yo a un cierto nivel, por encima del cual se experimenta dolor o displacer. La angustia es un fenómeno específico de esta perturbación cuantitativa del equilibrio de la libido narcisista. La angustia funciona como una alarma para el yo, el cual pone en movimiento, bien las descargas instintivas autónomas o las descargas motoras exteriores, o bien --en su lugar- los mecanismos necesarios de defensa psíquica. La percepción de la angustia constituye la situación de peligro para el yo. En términos de la teoría de los instintos, podemos decir que el yo se percibe a sí mismo como si estuviera en peligro cuando se encuentra irremediablemente expuesto a las energías activas de las necesidades instintivas del ello. El temor a la aniquilación o a la muerte resulta de la percepción concomitante de que hay un objeto más fuerte que el yo --el objeto hostil que se opone al relajamiento de la tensión- o de la sensación de que no existe un objeto amistoso que alivie la tensión que se ha hecho intolerable. El enunciado de Freud -"en todos sus conflictos, el yo no puede tener otro fin que mantenerse a sí mismo"- puede interpretarse, por consiguiente, en función del principio placer-dolor. La angustia es para el yo la señal de que está pronto a sucumbir a la frustración de una necesidad instintiva vital. La angustia es una manifestación de la ruptura del equilibrio narcisista del yo. El objetivo del yo de "mantenerse a sí mismo" expresa, por lo tanto, su necesidad de mantener o de restablecer la normalidad de su equilibrio narcisista interno. El criterio para apreciar un yo normal es que no tiene conciencia de sí mismo cuando trabaja como agente de contralor, como pasaje o como cuenca de contención de las energías instintivas del ello. Esta falta de conciencia de sí mismo es una expresión de su perfecto equilibrio libidinoso interno. Por otra parte, el yo normal tiene conciencia del mundo objetal exterior, porque las fuerzas activas de sus fuentes instintivas 10 hacen depender de ese mundo. La madurez de un yo normal puede definirse en base al funcionamiento eficaz de su superyo. El superyo es una formación transaccional. La realidad objetiva externa y la realidad psíquica instintiva interna se han combinado para establecer al superyo como su representante común dentro del yo, con el fin de arbitrar en los conflictos entre las exigencias de la realidad y las exigencias del instinto. El superyo ayuda al yo a valorar la intensidad libi- 5:)6 dinosa de las neces ida des instintivas y sus posibilidades dc satisfacción mediante los objetos. La eficacia del superyo determina la capacidad de un yo maduro para percibir la situación de tensión como un peligro y para reaccionar ante ella con temor de muerte. El temor a la muerte es una anticipación de una ruptura irreparable, final, del equilibrio de la libido narcisista. Si la vulorución muestra una condición de desamparo permanente y absoluto porque el objeto -"la cosa mediante la cual logra su fin el instinto"está y estará siempre fuera de su alcance, existe entonces la posibilidad de evitar el temor a In muerte mediante una nueva distribución de la libido narcisista entre el yo y el superyo mismo. El superyo es capaz de tomar el lugar del objeto y unir a él la libido objetal frustrada, después dEl su transformación en libido narcis ista n. Un superyo eficaz puede proveer al yo de seguridad instintiva temporaria como prototipo paterno y, de este modo, actúa como un preventivo contra el temor a la muerte. Parece que esto debe ser el significado de una observación que hizo Freud una vez con respecto a que "el temor a la muerte es propio de un juego recíproco entre el yo y el superyo" 10. Así, un hombre maduro llega a ser capaz de morir sin temor, en virtud del buen funcionamiento de su superyo 11. La auto conservación es, en última instancia, un intento de conservar la coherencia de la unidad estructural del yo, mediante una adecuada distribución de la libido narcisista. La autoconeeruacion indica la tendencia del yo de mantenerse libre de angustia. La enseñanza original de Freud era que todo el conjunto de trastornos psiconeuróticos y psicóticos surge de la lucha psíquica por suprimir la angustia. Los trastornos psiconeuróticos resultan de la necesidad del yo de poner en movimiento mecanismos de defensa, porque la angustia, como expresión de la tensión de necesidades instintivas, carece de descargas somáticas adecuadas. El yo, atrapado en el conflicto entre frustraciones de objeto y exigencias libidinosas, está en peligro de perder su er¡uilibrio económico interno y, con ello, su coherencia estructural. Retrospectivamente, podemos decir que el concepto dualista original de Freud sobre autoconservaeión del yo frente a las exigencias instintivas del ello, ha conservado fundamentalmente su validez. Desde su formulación, hemos llegado a comprender la autoconservación como una manifestación del principio del placer-dolor. De este modo, fué lógico que Freud aceptara la naturaleza libidinosa de los "instintos de autoconservación". !) Freud nos enseñó a comprender que de la renuncia al instinto resulta un aumento de la autoestimación. 10 FrtEl:D: El yo y el ello. Obras Completas, tomo IX. 11 No obstante, el morir sin temor es también una capacidad de los ancianos porque, en virtud de su edad, sus fuentes instintivas han dejado de plantear exigencias y esas personas tienen, así, menor probabilidad de quedar irremediablemente expuestas a las necesidades instintivas y, en consecuencia, están menos expuestas a perturbaciones de su «quilihrin libidinoso narcisista. 537 AUTOCONSERVACIÓN E ll'\5'I'I:-:TO DE J\IUERTE ¿ Qué lugar tendría, dentro de este esquema, el ulterior supuesto de Freud tie un instinto no libidinoso de muerte, agresivo y destructivo? ¿ Cómo puede la tesis de este instinto destructivo encajar dentro de la teoría de las neurosis y psicosis? El conflicto de ambivalencia de amor y odio, subyacente en todos los trastornos psíquicos, aparece con un nuevo matiz cuando suponemos la existencia de energias instintivas dotadas solamente de cualidades destructivas. ¿. Cómo podemos aplicar la teoria de un instinto no libidinoso de muerte las teorías generalmente aceptadas de las neurosis y psicosis? ¿No impondría este supuesto una revisión de la metapsicología de los trastornos psíquicos? El mismo Freud no emprendió la tarea de revisar la teoría de las neurosis hajo esta nueva perspectiva dualista. Y los intentos hechos por otros psicoanalistas en este sentido no han dado, aparentemente, resultados satisfactorios. E~; aquí donde la suposición de un instinto de autoconservación con enerde destrucción de objeto puede llenar el vacío existente en nuestra comprensión del papel que el odio y la destrucción desempeñ:m en h génesis de las psiconeurosis. Podemos preguntarnos si la necesidad de autoconscrvación no es, por sí misma; suficientemente inteligible como manifestación de la libido en su sentido más amplio. ¿Es necesario establecer un instinto separado para los fines de autoconservación, al cual correspondería la tarea psicobiológica de procurarnos gratificaciones específicas que al mismo tiempo ayudan a mantener la integridad del yo? Evidentemente, Freud consideró innecesaria esta hipótesis. Él consideró a la lucha por la auto conservación explicable en base a las energías libidinosas del instinto sexual, el que ahora llega a ser Eros. Las complicaciones que se encuentran en esta lucha, las. consideró Freud debidas al funcionamiento antagónico de mi instinto separado de auto destrucción. Freud afirmaba la existencia de un instinto de auto destruceión porque la autodestrucción obedece a la tendencia última de todos los instintos, de eliminar las excitaciones orgánicas y restablecer la primitiva condición de reposo instintivo. La autodestrucción completa elimina la excitación de todas las fuentes orgánicas y restablece la condición inorgánica de la sustancia, que es la muerte. Muchos psicoanalistas se han mostrado dispuestos a aceptar la idea de Freud de la autodestrucción como principio cardinal de la naturaleza. Han vacilado, empero, en aceptar la definición de Freud de este principio como un instinto, porque el inst into de muerte posee sólo una de las tres características del instinto, es decir, la tendencia a hacer desaparecer la excitación. Pero no hay una fuente orgánica específica ni un objeto que pue.la consic'er arsc característico para un instinto de muerte. El instinto específico de autoconservac1ón llena realmente todos los requisitos de la primitiva y completa definición Ireudiana del instinto. Examinemos ERNST SIMMEL 533 el instinto de autoconservación siguiendo el método usado por Freud para estudiar el instinto sexual. Todas las manifestaciones de la vida amorosa fueron reducidas a un instinto sexual cardinal. El instinto de autoconservación posee abundantes manifestaciones, variedades y derivaciones, y se puede demostrar que el origen de todas ellas está en las exigencias de una sola zona orgánica. Además, el instinto de autconservación tiene un significado particular en el establecimiento de un equilibrio perfecto de la libido narcisista, del que resulta un reposo instintivo completo. ¿ Cuál es el origen del principio deautoconservación? ¿ Cuáles son sus tres características: fuente orgánica, finalidad y objeto? El origen está en el instinto de devorar. Su fuente orgánica es el tracto gastrointestinal t", Su fin es eliminar el estímulo del tracto gastroíntestinal y su objeto, el alimento. La finalidad última, representada solamente en nuestro más profundo inconsciente como una suerte de conocimiento instintivo inconsciente, es la finalidad de su autoconservaeión y auto desarrollo. Esto puede presentarse como contraste con el fin último del instinto sexual -la reproducción. En su concepto posterior de la libido, Freud abandonó la idea original de la no existencia de un fin último del instinto sexual. Cuando definió la libido como "la manifestación energética del instinto erótico, que lucha por la sintesis de las sustancias vivientes en entidades de mayor tamaño", incluyó seguramente a la reproducción. Si aceptamos la definición de Freud de que la libido es una energía mr igida hacia la "síntesis de las sustancias vivientes" encontramos, para nuestra sorpresa, que podemos incluir la energía destructiva del instinto de autoconservación, tal como se ha defínido más arriba, dentro de la categoría de energías libidinosas. El instinto de autoconservación, como el instinto sexual, tiende a la "síntesis de las sustancias vivientes". Este instinto trata de lograr ese fin dentro del individuo, mientras que el instinto sexual se extiende ~ás allá de los límites del individuo. La gratificación del instinto sexual elimina la excitación de su fuente orgánica y preserva al objeto, mientras la gratificación del instinto de autoconservación elimina la excitación de la zona gastrointestinal y destruye el objeto. La amplia definición de Freud de la libido hace posible conciliar mi tesis de la destrucción como manifestación de la autoconservación del yo, con su punto de vista de que los instintos del yo son de naturaleza libidinosa. Hay razones valederas para suponer que todas las variantes de agresión y tendencias destructivas que pueden desarrollarse en el curso de la vida derivan de las exigencias primitivas de la zona gastrointestinal. 12 En mi artículo Represión, regresiin y enfermedad orgánica, lo llamé una vez "el animal dentro de nosotros". Morder y devorar sirven en un animal, no sólo a los fines de la nutrición, sino que constituyen también los únicos medio," de agresión cuando resulta imposible la huída. Hemos heredado la tendencia devoradora de nuestros antecesores animales, no de nuestros antepasados humanos caníbales, quienes solamente nos la han transmitido. 539 AUTOCONSERVACIÓN E INSTINTO DE MUERTE Para comprender que el instinto del yo -tendiente a un restablecimiento del equilibrio de la libido narcisistatiene como objetivo principal el completo reposo instintivo, es necesario recapitular los conceptos de Freud concernientes al desarrollo de la libido del yo. La libido es, en primer lugar y por sobre todo, libido narcisista. De este receptáculo, la libido puede ser proyectada hacia afuera o vuelta a traer. Adquiere el carácter objetal sólo mediante un cambio de nexo. Freud distinguió tres etapas en el desarrollo de la libido narcisista. En un orden inverso al de su desarrollo cronológico, esas etapas son las siguientes: en el conflicto cdípico, el niño responde a la frustración de su libido objetal con una etapa de narcisismo secundario. Toma a su yo como sustituto del objeto frustrante. Esto es posible porque el yo infantil ha estado previamente en una etapa de narcisismo primario. El narcisismo primario es una condición en la que el yo infantil se ha descubierto a sí mismo por la síntesis de los esfuerzos autoeróticos derivados de todas sus zonaas erógenas parciales. Esta etapa de narcisismo primario se desarrolla a partir de lo que podría llamarse una condición de "narcisismo primordial". Este narcisismo primordial existía antes del nacimiento, en el útero. Es la etapa vegetativa del pre-yo, idéntica al ello. En este estado, hay un reposo instintivo completo. Durante la existencia pre· natal, la libido narcisista no se ve obligada a dejar su receptáculo para unirse a un objeto. No se necesitan premios de gratificación placentera para inducir al niño a buscar un objeto, porque no hay estímulo de fuente orgánica alguna. El objeto materno, "la cosa por medio de la cual" el instinto de autoconservación "lleva a cabo su fin", funciona automáticamente. Análogamente, no hay necesidad de percibir carencia de objeto. El reposo instintivo completo es idéntico al equilibrio narcisista perfecto y se refleja mentalmente en la condición de inconciencia, que resulta destruída por el acto del nacimiento. El trauma del nacimiento, como lo enunció Freud, consiste en una ruptura total del equilibrio narcisista prenatal del niño. Es a través del acto posterior de la alimentación que el niño recupera su equilibrio narcisista completo y vuelve a la inconciencia, es decir, duerme. Es el saciamiento de la zona gastro- intestinal -s-representante del instinto de autoconservación- el que produce este completo reposo instintivo. Así, la preservación de sí mismo, desde el comienzo mismo de la vida, se asocia en nuestra mente con la tendencia a conservar o a recuperar el reposo instintivo completo. Mi tesis fundamental es que la etapa más primitiva del desarrollo ínstintivo no es la oral, sino la organización libidinosa gastrointestinal, porque sólo mediante la satisfacción de las exigencias de todo el tracto gastrointestinal puede el niño recuperar el reposo instintivo general. Boca y ano han de ser considerados, simplemente, como las partes terminales de esta zona orgánica, que establecen el contacto con el mundo objetal. Las sensaciones placenteras en estas zonas terminales son, en esencia, mecanismos previos de introducción al placer final de la digestión. Es necesario el funcionamiento de toda la zona gastrointestinal para dar al proceso de alimentación la cualidad de un adu canibalístico. Pues sólo en esa forma llega la succión de la leche de la madre a significar la incorporación del objeto materno y a restablecer, simultáneamente, la unión psicológica que existía entre el niño y el objeto materno antedel nacimiento. Según la teoría de la libido, podemos decir: durante el proceso posnatal de la dimentación, la libido narcisista dej a su depósito y vuelve a él sin sufrir cambio alguno en calidad. Indudablemente ha logrado un objeto, pero la satisfacción que este objeto procura sirve sólo a la necesidad de restablecer el equilibrio de la libido narcisista. Es justamente esta constelación psicológica resultante del acto posnatal de la nutrición la que apoya la afirmación de Freud ,oegún Ja cual, al comienzo de la vida, la calidad de libido narcisista y objeto libidinoso son indistinguibles. El acto de la alimentación es receptivo, pero no simplemente pasivo. Vil conjunto de músculos estriados debe entrar en juego para hacer pc'sihlc al niño encontrar el pecho materno y aferrarse a él ha.ita hgrar la completa satisfacción intestinal y restablecer la ínconciencia. El mundo circundante desaparece de la percepción consciente mediante la satisfacción de la zona instintiva gastrointestinal. Recuerdos inextinguibles de cstu primordial experiencia posnatal subsisten indudablemente durante toch la vida y hay suficientes pruebas clínicas, que no podemos presentar aqu i, de que estas mismas experiencias primordiales son el prototipo de ciertas rcaccione" defensivas posteriores del individuo, tanto físicas como mentales. que apa· !TC"l1 cuando el yo, frente a insoportables frustraciones ele ohjcto. nccesit::l ree:rerar su reposo instintivo. Se ha demostrado en otras ocasiones 1;; que no sólo el mecanismo defensivo de introyccción, sino también el de represión, son cler ivarlos psiquicos del ,vol.) de devorar, el cual tiene como efecto la desaparición del objeto de la percepción consciente. Basta aquí con referirnos al afecto ele rabia y su descarrc.~ somát icu a través de adecuadas inervaciones motoras exteriores. La rab ia debe considerarse como manifestación emocional de un equilibrio narc isista perturbado, originada por la frustración de necesidades instintivas. Es la condición afectiva primordial, reflejo de la sensación física de hambre del niño. :Mediante el acto de alimentación (incorporación), el niño recupera SLl equilibrio narcisista y supera su rabia. El deseo reactivo de matar al individuo frustrante, expresado en el conflicto ambivalente posterior, no es fundamentalmente sino el deseo de repetir la experiencia primordial de devorar con el fin de liberarse de la intolerable 1:; SI'\¡L'\lE:L. ERNST: Represión, regresión y enlermedad orgánica (Jeído en la reunión C(,IT!C":ral de Analistas de California, San Francisco, l'}]O! Y Die Psv : lio-nlry sisch e Bedeutsanrlzcit des l ntestinalorgans [iir (he Uroerdriin gun.; (El significado psicof ísico del tracto intestinal para la represión primaria, leído en el VIII Congreso Internacional de Psi",,an81¡~i~~ Salzhurg, 192 1; resumen p.rblicado en l nr , Zt~::hr. f. Psa. 1021, X, pág. 217-2231. 1 .541 AUTOCOl\SERVACrÓN E Il\STINTO DE MUERTE tensión que toma la forma de rabia. Las tendencias agresivas del individuo, que se despiertan como una reacción ante la frustración de objeto, independientemente del órgano (boca, dientes, manos o aún armas). son derivados inconscientes de las exigencias de la zona gastrointestinal. El odio es, análogamente, la expresión emocional de las exigencias de la zona gastrointestinal, tal como el amor es la expresión emocional de la zona genital. Para apoyar esta tesis, se debe entrar en una investigación detallada de la reacción afectiva del niño hacia el trauma de nacimiento y, particularmente, de la relación existente entre la angustia primordial y la rabia primordial. Dicho brevemente: la rabia, como la excitación sexual, carece primitivamente de objeto. Ambos afectos llegan a relacionarse con los objetos mediante sus expresiones emocionales. Odiamos a los obj etos porque ellos despiertan nuestra hambre de objeto al rehusamos su gratificación. El idioma es también un monumento al significado olvidado de la ide: principal, concreta, subyacente en las palabras. La palabra alemana "odio" es Hass 14. Hass deriva de hatzen, que significa cazar, y cazar es perseguir un animal para matarlo y comerlo. De donde el fin último del odio es la incorporación del objeto. El acto de devorar y el proceso de la digestión podrian, por lo tanto, considerarse como la descarga adecuada de la rabia cn inervaciones motoras externas, asi como en la mot ilida.l interna; pues el odio es el equivalente emocional del afecto de rabia. Ya han sido mencionados los tres términos freudianos de lo que se consideraba las etapas primeras del desarrollo de la libido. Freud las llamó "etapa oral" y "etapa canibalista", pero también sugirió que, en esta etapa, los instintos sexuales de la libido infantil descansan en los instintos de autoconservación, Se supone ahora que estas tres caractcr isticas describen en realidad un solo hecho psicobiológico, a saber: el funcionamiento del instinto libidinoso destructivo de autoconservación, manifestación de las exigencias del tracto gastrointestinal. ('.Cuál es la relación entre este instinto de autoconservación y el concepto de Freud del instinto de muerte? Ambos conceptos tienen el estado de inconciencia como objetivo común. Como hemos visto, la primera gratificación del instinto de autoconservación después del nacimiento, produce la inconciencia como expresión de completo reposo instintivo. Esta condición de absoluta in conciencia puede considerarse como equivalente mental de la muerte fisica. Freud creia que el esfuerzo inmanente de nuestro sistema mental por eliminar las tensiones era caracteristico del funcionamiento de un instinto de muerte. "Nuestro reconocimiento de que la tendencia rectora de la vida psiquica es la lucha por reducir, por mantener a un nivel constante o por eliminar la tensión estimulante interna (principio del Nirvana, como lo J1amó Bárbara 14 Cf. Kr.ncr. l -:,-¡;í1ICH: Eth.ym olopi sche» Ir r"jttcrbuch der ..eu.tsch en Sprach.e. burgo VerIag von Ka"] I. Trubner, 1910. Strass- ER'\ST SIMMEL 542 Low) -lucha que alcanza su expresion en el principio del placeres en verdad uno de nuestros motivos más poderosos para creer en la existencia de los instintos de muerte" 15. Freud destaca en especial, con toda justicia, la efectividad del principio del Nirvana en nuestra vida mental. Sin embargo, en la relación entre este principio del Nirvana y nuestras energías instintivas de destrucción parece no existir tanto una tendencia a la autodestrucción como una tendencia a la destrucción del objeto; pues la destrucción del objeto sirve a los fines de autoconservación, esto es, a la preservación o restablecimiento del equilibrio narcisista del yo. Las huellas mnémicas de la experiencia primordial de adquirir la inca nciencia como resultado de devorar asocian el impulso de destruir un objeto con la pérdida de conciencia 16. En su busca por este estado de inconciencia y reposo instintivo, el yo retira su libido del mundo exterior y la vuelve hacia el interior de su propio reservaría libidinoso. Sin embargo, puesto que la libido ha adoptado cualidades devoradoras gastrointestinales, este retiro puede tener consecuencias destructivas para los sistemas mental y físico. El equilibrio del yo del individuo maduro no se expresa en la completa inconciencia, como en el caso del lactante. El yo maduro y sano no es consciente de sí mismo mientras funciona de acuerdo con las exigencias de la realidad objetal. En condiciones patológicas, el instinto de "autoconservación", liberada su plena fuerza instintiva y no restringido por el instinto sexual, llevaría al individuo a matar a todo el mundo circundante para lograr su completo reposo instintivo. Tal parece ser la condición emocional del asesino esquizofrénico de masas, el que está ligado al medio sólo por sus exigencias instintivas gastrointestinales. Resumiendo, la primacía genital de nuestra organización libidinosa es precedida por una primacía pregenital gastrointestinal. La primacía gastrointestinal, al actuar como agente primitivo de la libido de nuestro yo, nunca deja de ejercer su poder instintivo. El continuo conflicto entre estas dos primacías instintivas persiste durante toda la vida. La primacía intestinal llega a subordinarse a la primacía genital durante el proceso de maduración del individuo, durante el progreso desde la relación objetal primitiva, regida por el odio, hacia una relación objetal civilizada regida por el amor. El conflicto de ambivalencia reflej a el conflicto entre estas dos primacías de instintos 17. FREuD: Más allá del principio d'el placer. Obras Completas tomo n. Por lo tanto, quizás en la vida posterior pueda usarse la inconciencia, inversamente, como defensa contra impulsos agresivo-destructivos. Fenómenos como el desfallecimiento, la narcolepsia, etc., encuentran así una posible explicación como fenómeno regresivo. 17 Este conflicto surge precozmente en la vida infantil, primero sobre una base biológica, como lo descubrió Lipschütz (Lrr-scutirz, ALEXANDER:Die Pubertiitsdrilse und ihre Wirkunge:n. Berna, Bircber, 1919, tomado de FREuD: Tres contribuciones a la teoria del sexo): "La porción intersticial de las glándulas sexuales, los factores que determinan el impulso biológico específico, "e desarrollan tempranamente en la infancia -en la llamada "fase intermedia de la pubertad". Esto sucede en un momento en que la primacía lií 16 543 AUTOCONSERVACIÓN E INSTINTO DE MUERTE Subraya todos los fenómenos normales y anormales de la vida mental, tanto dentro de la mente misma, cuanto en las relaciones interpersonales. Esta teoría puede proporcionarnos un entendimiento más amplio de la teoría de las neurosis en lo que al conflicto de ambivalencia se refiere. Rápidamente enunciada, la teoría de las psiconeurosis y psicosis sería: en toda experiencia traumática basada en una frustración de amor hacia un objeto, el yo tiende a abandonar su primacía libidinosa genital a cambio de la primacía libidinosa gastrointestinal. El trauma cardinal de castración no pierde nada de su significado, puesto que pone en peligro justamente esa zona orgánica que, bajo la primacía genital, establece el contacto con el objeto. Una tendencia regresiva desde la primacía genital hacia la primacía gastrointestinal como reacción contra una frustración de amor objetal, significa que el yo tiende siempre a restablecer la condición de completo reposo instintivo, tal como ya se la ha experimentado una vez, con posterioridad al acto posnatal de alimentarse. Nirvana, es decir, la condición de completo reposo instintivo, es la atraco ción básica de todas las tendencias regresivas que constituyen el trastorno mental. Rank no estaba equivocado en su opinión sobre el significado del trauma del nacimiento en la génesis de las neurosis; pero falló en sus interpretaciones. No queremos repetir el trauma del nacimiento. Lo que tendemos a repetir es la agresión gastrointestinal alimenticia, acto con el cual fuimos capaces de anular el trauma del nacimiento, es decir, de restablecer la condición de relajamiento de todas las tensiones. En las neurosis y psicosis narcisistas, el yo' ha abandonado finalmente la primacía genital y' ha cedido a la primacía gastrointestinal, garantía de un completo reposo instintivo. En las neurosis de transferencia, el yo es detenido en el camino hacia su fin último de regresión por etapas de fijación en el objeto libidinoso, ahí donde ya existía una fusión de libido sexual inmadura con libido gastrointestinal. Estas son las etapas fálica y anal. El espacio no permite la presentación de pruebas clínicas detalladas en cuanto al' significado de esta teoría para una mayor comprensión de la teoría de las neurosis y psicosis. No obstante, debiera ofrecerse alguna prueba de que la teoría justifica realmente sus pretensiones de validez, para lo cual el criterio sería que puede usarse como hipótesis de trabajo para posteriores investigaciones en el campo de los trastornos mentales. Examinadas a través de esta teoría, es evidente que las manifestaciones de las neurosis y psicosis reflejan esencialmente una defensa del yo contra las consecuencias peligrosas de sus tendencias destructivas -es decir, devoradoras-, regresivamente desgastrointestinal está todavía importancia secundaria y así órgano genital la dirección desplazándola de las zonas en plena floración. En este período, la libido genital es de queda hasta que la maduración de .las gonadas suministra al en la búsqueda de contactos ohjetales por parte del yo, terminales del tracto gastrointestinal el ano y la boca". ERNST SIMMEL 544 piertas. El conflicto básico del yo, en el que lucha por "mantenerse a sí mismo", consiste en el dilema de ser atrapado entre dos alternativas, la de conservar el objeto frustrante y la de preservarse a sí mismo, es decir, su equilibrio narcisista. El camino de la regresión que el yo recorre desde las neurosis de transferencia, por vía de las neurosis narcisistas, hacia la psicosis, demuestra la elección del yo entre ambas alternativas. En las neurosis de transferencia, decide en favor del objeto de cuya existencia depende para la satisfacción plena de sus demandas de amor y de seguridad. En las psicosis, tiende a sacrificar el objeto en su interés de lograr el completo reposo instintivo, o de restablecer la condición de narcisismo primordial. El histérico, como sabemos, es capaz de amar a su objeto sólo a condición de excluir de su amor los órganos genitales. ¿ Qué significa esto? Significa que restringe sus intenciones devoradoras inconscientes al órgano genital de su objeto, foco de su odio. Ha logrado localizar su odio en una parte del objeto ambivalente y puede, entonces, conservar su amor hacia el objeto como un todo. El histérico desexualiza su relación de objeto, sea mediante la fantasía inconsciente de haber destruido introyectivamente los genitales de su objeto, sea defendiéndose contra ese deseo. El globus hysticus indica que el odiado falo fué detenido en su camino hacia el tracto gastrointestinal. La anestesia vaginal de la mujer frígida es un medio de defensa contra la tendencia devoradora de la vagina, cuyas exigencias han sido inconscientemente asociadas a las exigencias de la boca. El neurótico compulsivo odia a su objeto en su totalidad y tiende a devorarlo totalmente. Como defensa contra esto, sus manos están bloqueadas, porque ellas han asumido el significado simbólico de la boca. Puesto que su objetivo es devorar, la acción en general está inhibida y se sustituye por el pensamiento, "forma experimental del obrar". De este modo, obligado a reflexiones sin fin, el neurótico compulsivo puede conservar su objeto, descargando su odio en sus procesos mentales. En las neurosis narcisistas, el yo se detiene en la fase de narcisismo secundario, durante su retirada hacia el "narcisismo primordial". La libido se retira de su objeto y se proyecta sobre el yo, el cual sustituye al objeto. No obstante, puesto que simultáneamente ha tenido lugar una transformación regresiva de la libido genital en libido gastrointestinal, el yo melancólico tiende a devorarse a sí mismo en lugar de devorar al objeto. De unas pocas observaciones clínicas, puede deducirse que los intentos suicidas de los melancólicos simbolizan su deseo real de devorarse a sí mismos. En las torturantes autoacusaciones del melancólico hay una "intestinalización" de los procesos mentales, similar al pensamiento obsesivo del neurótico compulsivo. Sin embargo, el compulsivo usa la "forma experimental del obrar" como una defensa contra la tendencia a devorar su objeto, mientras que el melancólico introduce el proceso del pensamiento autotorturante como defensa contra la destrucción de sí mismo. 545 AUTOCONSERVAcróN E INSTINTO DE MUERTE Por "intestinalización" del proceso mental se entiende en realidad una intestinalización de la relación entre yo y superyo. Hemos aprendido de Freud que la severidad del superyo resulta de las agresiones que el yo ha suprimido y luego "transmitido" al superyo, En términos de gastrointestinalización, podríamos decir que el superyo se ha hecho cargo de las tendencias devoradoras del yo y las ha vuelto contra la introyección mental del objeto dentro del yo. Así, el yo es torturado por Geunseensbisse, "mordeduras" de conciencia, o remordimientos. El término "remordimiento" deriva de la palabra latina remordeo, que significa "morder otra vez". Morder es el acto inicial de devorar. Debe decirse algo sobre el conflicto de ambivalencia en las psicosis esquizofrénicas, observadas según la perspectiva que ofrece el funcionamiento de una primacía, instintiva gastrointestinal. Teóricamente, el estado maníaco de las neurosis narcisistas puede considerarse como una transición hacia las psi. cosis esquizofrénicas. Esta conclusión se logra aplicando la teoría desarrollada anteriormente al conocido hecho de que el estado maníaco representa la fusión del yo y el superyo. Esta fusión resulta de las tendencias devoradoras del yo dirigidas contra el superyo, En un proceso esquizofrénico, el superyo comparte con el yo la tendencia a la regresión y, eventualmente, toma el significado del objeto materno primitivo. En esta etapa final de la regresión, el yo tiende a hallar reposo instintivo devorando a su superyo, que le sirve como sustituto materno. De esta manera, se libera del remordimiento, es decir, de ser atacado por su propio superyo. Sin embargo, ha perdido también aI mediador entre él mismo y la realidad objetiva. Así, el yo se ha vuelto a transformar en un ello, para el cual todo objeto externo es un objeto materno. El hecho de que en su relación con el mundo objetal el esquizofrénico tome todas las cosas como sustitutos del objeto materno primordial, determina en gran parte su incapacidad final para probar la realidad. Se siente ligado al mundo circundante sólo por el hecho de revivir la fase de "omnipotencia mágica, alucinatoria" 18. La agresividad del individuo esquizofrénico indica la tendencia a incorporar este objeto exterior, para retornar a la condición de narcisismo primordial, es decir, al completo reposo instintivo. La "ruptura con la realidad" del psicótico surge de la necesidad de retirar del mundo objetal sus exigencias gastrointestinales devoradoras, con el fin último de recobrar el completo equilibrio narcisista expresado en la condición de inconciencia. El esquizofrénico logra este fin en la condición de estupor. Análoga condición se logra -por un atajo- mediante el coma de la moderna terapia del shock inducido por la insulina, el cardiazol o la corriente eléctrica. La necesidad de destruir el objeto de la ambivalencia para conseguir este fin se hace por lo tanto superfluo, al menos temporariamente. Por otra parte, las inervaciones de los músculos esqueléticos, al producir convulsiones, 18 FERENCZI. SANDOR: Stages in the Development 01 the Sense 01 Reality (Etapas en el desarrollo del sentido de la realidad), en Contributions to Psychoanaly sis, Londres, Hogarth Press, 1916. 546 ERNST SIMMEL se presentan como una repetición de los movimientos no coordinados del niño, con los cuales descarga su rabia primordial anobjetal. Retrospectivamente, puede permitírsenos afirmar que el proceso de difusión de energías constructivas y destructivas que fuera expuesto por Freud, corresponde a una tendencia inherente al proceso mismo de regresión. Es una traslación gradual del énfasis desde el amor a un objeto genital hacia el odio a un objeto intestinal. Quizá la duda respecto de la validez de considerar la teoría de las psiconeurosis y psicosis desde este punto de vista, pueda eliminarse estudiando el gran trauma infantil responsable de todas las regresiones -el trauma de la frustración de objeto, precipitado por el conflicto edipico, Este trauma es el segundo gran trauma en el desarrollo mental del niño. El primero fué el trauma del nacimiento con la ruptura del equilibrio del narcisismo "primordial". El segundo, el trauma edípico, rompe el equilibro del narcisismo primario. Esta ruptura tiene lugar cuando el niño se apresta a unir a sus objetos parentales su despierta -pero todavía inmaduralibido genital. El yo infantil tiende a restablecer su equilibrio narcisista roto por el segundo trauma, siguiendo el modelo de reparación del primer trauma. Esta tendencia significa ceder a las exigencias de la libido gastrointestinal y retornar a las primeras etapas de la vida, cuando sólo había un objeto, cuya incorporación provocaba el completo reposo instintivo. El proceso así descrito no es sino la solución final del conflicto edípico mediante la identificación. Citando a Freud: "Cuando el niño dej a atrás el complejo de Edipo, debe renunciar a la intensa catexis objetal que había formado hacia sus padres y -para compensar esta pérdida de objetosus identificaciones con los padres, que probablemente habían estado presentes desde mucho tiempo atrás, se intensifican en gran medida" 19. "Esta identificación ha sido comparada, no del todo inapropiadamente, con la incorporación canibalistica oral de otra persona" 20. Vemos que la tendencia a la regresión temporaria desde la primacía Instintiva genital hacia la primacía gastrointestinal en respuesta a las privaciones de objeto, es un prerrequisito para la solución normal del complejo de Edipo, Es esta regresión la que introduce el período de latencia, caracterizado por la desexualización del objeto parental, esto es, la construcción de la barrera contra el incesto. La renuncia al instinto en el plano genital es compensada por una gratificación instintiva en el plano gastrointestinal. Sin embargo, el acto físico real de incorporación es evitado por el acto mental de la introyección, Hay pruebas que indican que la formación superyoica aparece como sustituto y, al mismo tiempo, como reacción contra la gratificación real del instinto devorador. Una identificación satisfactoria hace desaparecer el odio Nuevas aportaciones al psicoanálisis. (subrayado de E. Símmel ) . 19 FREUD: 20 [bid. Obras Completas, tomo XVII. 547 AUTOCONSERVACIÓN E INSTINTO DE MUERTE entre padre e hijo y permite restablecer la relación de amor. La imposibilidad de lograr la identificación en ocasión del primer conflicto objetal de la vida, da por resultado mantener vivas en el inconsciente las exigencias del instinto devorador. Esta constelación establece el conflicto de la ambivalencia como factor determinante en la génesis y sintomatología del trastorno mental. Es importante comprender cómo el más alto logro de la mente humana -su conciencia- surge del deseo animal de devorar a sus semejantes. Para intentar tal comprensión, debiéramos extender nuestras investigaciones psicoanalíticas desde el desarrollo ontogénico del superyo y del complej o de culpa, hasta las consideraciones y especulaciones filogénicas relativas al culto totémico como origen del superyo. En Totem. y Tabú, Freud nos dió una clave sobre la evolución del concepto ontogénico de culpa, tal como se ha desarrollado a partir de la filogénesis. La ontogénesis del problema merece algunas observaciones sobre el doble aspecto del conflicto edípico del niño, que termina en el proceso de identificación. El niño, atrapado en la situación edipica, se ve desgarrado por la necesidad de elegir entre dos objetos. No obstante, tiene una reacción emocional común a su relación con ambos progenitores: odia a ambos. El niño, por ejemplo, odia a su padre porque ve en él un rival, mas también odia a la madre porque ella se le niega. El odio del niño es la expresión emocional de su tendencia regresiva de retornar a la primacía gastrointestinal que regía su existencia posnatal. Resuelve el problema de un odio bifronte con una condensación de ambas figuras parentales en un solo objeto, tal como existió después de nacer. El resultado de este proceso de condensación de padre más madre parece ser la fantasía-deseo de una madre fálica. El complej o de castración no pierde nada de su significado con este supuesto. Sólo la muy discutida tesis de la envidia del pene toma un nuevo aspecto. El falo materno representa, para el inconsciente del niño, el pecho materno vuelto a descubrir, expresado en términos de exigencias de la primacía genital que, debido a la frustración del conflicto edípico, cede a la primacía gastrointestinal. El objeto parental unificado vuelve intramentalmente como superyo, como "heredero del complejo de Edipo". Citando nuevamente a Freud: "La renuncia. .. da nacimiento a la conciencia" ... 21. "La frustración de la gratificación erótica provoca un acceso de agresividad contra la persona que interfiere con esa gratificación y luego esa tendencia a la agresión tiene, a su vez, que ser suprimida. De manera que, después de todo, es sólo la agresión la que se transforma en culpa al ser suprimida y reestructurada en el superyo" 22. También: "La relación entre superyo y yo es una reproducción, distorsionada por un deseo, de las relaciones reales entre el yo antes de su división y un El malestar en la cultura. Obras (subrayado de E. Sirnmel). 21 FREUD: 22 lbíd. Completas, tomo XIX. ERNST SIMMEL 548 objeto externo ... La diferencia esencial está, sin embargo, en que la severidad del superyo no representa -o al menos no lo hace en gran medida- la severidad que ha sido experimentada o anticipada por el objeto, sino que expresa la propia agresividad del niiio hacia el objeto. Si esto fuera cierto, se podría afirmar que la conciencia se origina, en un principio, por la supresión de un impulso agresivo y que se refuerza, a medida que pasa el tiempo, con cada nueva supresión de la misma índole" 23. Y, concluyendo, dice Freud: "Estoy convencido de que muchos, procesos admitirán una explicación mucho más clara y más simple si limitamos a los instintos agresivos los hallazgos del psicoanálisis con respecto al origen del sentimiento de culpa" 24. Si convenimos en definir el término freudiano "instintos agresivos" según mis supuestos, como energías intestinales devoradoras-destructivas, y como derivados de una primacía instintiva gastrointestinal, no habría contradicción entre la teoría de Freud y la mía. El superyo se formó mediante el proceso de identificación, tesis que se suplementa afirmando que la identificación sustituye y aleja a la incorporación, resultado de la regresión del yo a su primacía gastrointestinal. Estas teorías son resultado de veinte años de observación clínica y este artículo es solamente un extracto abreviado de las mismas. Su intención es mostrar que hay un instinto devorador en el hombre, estrechamente asociado a su necesidad de autoconservación. El proceso de identificación, al poner término al conflicto edípico, es la vía normal para liquidar esta herencia animal. El fracaso de este proceso precipita una psicopatologia morbosa que convierte la autoconservación en autodestrucción, sometiendo al yo al poder de atracción del principio del Nirvana. Antes de concluir, quiero hacer notar que este trabajo se ha limitado a una investigación de las energías instintivas destructivas hasta donde podemos observarlas en la psique del individuo, afectando a sus conflictos intra e interpersonales. He omitido, de intento, toda especulación que pudiera haberse extendido al campo de la biología. Considerado como una contribución a la ciencia psicoanalítica, mi trabajo sigue una senda de investigación abierta por Freud. Él no la siguió hasta el fin, pues durante los últimos años de su vida no le preocuparon tanto los problemas clínicos. Las perspectivas que su genio se esforzó por dominar no eran microscópicas, sin macroscópicas. Freud luchó por una comprensión de los cataclismos mundiales de odio que amenazan destruir nuestra civilización. Aplicó su concepto de la muerte y de la agresión a los fenómenos de psicología colectiva y al fenómeno sociológico de la civilización, antes de haber agotado la esencia de sus descubrimientos con la investigación de la mentalidad individual. 23 24 (subrayado de E. Simmel), lbíd. (subrayado de E. Sirnrne1). lbid, AUTOCONSERVAC1ÓN E INSTINTO DE MUERTE 549 Sin embargo, de no haberlo sorprendido la muerte, confío que Freud habría llegado a mis conclusiones. Pues él resumió la esencia del conflicto de la ambivalencia como sigue: "El yo no se siente cómodo con sí mismo -teniendo que someter su propio ser a las tendencias destructivas de esas mismas agresiones que él quisiera emplear contra otros. Es como un desplazamiento hacia el campo mental del dilema que rige en el mundo orgánico: «devorar o ser devorado» " 25. Traducido por RUTH CASTl\ÑEDA R. 25 FREUD: Nuevas aportaciones al psicoanálisis. Obras Completas, tomo XVII.