El nexo entre cultura y negociación: una nueva mirada Robert J. Janosik ,Resumen , preparado por Sara Horowitz, para sus cursos Los negociadores hablan de “cultura” = estilo nacional, = conducta en la mesa de las negociaciones relación que existe entre cultura y negociación, “cultura” :profesionales y académicos pueden utilizar el concepto en distintas formas,: cuatro enfoques característicos que implican una relación entre cultura y conducta: 1. la cultura como conducta aprendida, 2. la cultura como valor compartido, 3. la cultura como dialéctica y 4. la cultura en contexto. Los ejemplos que servirán para ilustrar los cuatro enfoques fueron tomados principalmente de trabajos sobre las prácticas de negociación japonesas, rusas, chinas y estadounidenses. La cultura como conducta aprendida La diversidad de la experiencia humana lleva a buscar principios organizadores que permitan hacer generalizaciones. La noción de cultura ha demostrado ser uno de estos principios.” la observación de las características y conductas típicas de los habitantes de una entidad geográfica determinada. ” Que hacen los negociadores y no en lo que piensan, el principal interés de estos autores está relacionado con la confiabilidad y la sensibilidad del observador. negociadores de una cultura determinada se resisten a negociar durante la comida Ya en 1716, de Callieres dedicó varios capítulos de su clásico On the Manner of Negotiating With Princes a la cuestión de los “estilos” nacionales. atribuyó ciertos rasgos de negociación favorables a los diplomáticos de determinadas naciones y planteó, que existía una relación directa entre la conducta negociadora y el lugar de nacimiento “...la paciencia es una de las ventajas que la nación española tiene sobre la nuestra: somos por naturaleza inquietos, y apenas nos embarcamos en un asunto, ya deseamos que termine para poder embarcarnos en otro... En tanto que se ha señalado que un diplomático español nunca actúa con prisa, nunca piensa en cerrar una negociación simplemente por ennui, sino en cerrarla con ventaja...” En otro clásico, Diplomacy, de Harold Nicholson (1963, pág. 68), también se sugiere que el estilo de los diplomáticos de una nación es el resultado de las normas y los valores de esa sociedad: “...existen marcadas diferencias en la teoría y la práctica de las Grandes Potencias, que son producto de la variación en lo que hace al carácter nacional, las tradiciones y las necesidades...” 1 Townsend Harris, primer cónsul general de los Estados Unidos en Japón, señaló ciertas características desagradables del estilo con que los japoneses trataban a los enviados extranjeros: “Los japoneses no le dan más valor a la promesa que me hicieron en agosto pasado que al aliento que gastaron en pronunciarla. Sin embargo, mentir es, para un japonés, simplemente hablar.” (Harris, 1930, pág. 366) Las conductas aprendidas pueden estar relacionadas con : nociones de reciprocidad y justicia, actitudes con respecto a resultados aceptables o conceptos sobre el momento apropiado para ciertas conductas negociadoras. “How to Negotiate in Japan” (1970), constituye un buen ejemplo en este sentido. En él, Van Zandt señala trece “rasgos de conducta característicos” con los que, en general, se enfrentan los estadounidenses al negociar con japoneses, entre los que se incluyen “evitar decir que no”, “mostrarse renuente a discutir” y hacer regalos. Flora Lewis en un breve análisis de las relaciones entre los Estados Unidos y Arabia Saudita aparecido el 27 de febrero de 1979 en el New York Times: “...Como muestra de cortesía y hospitalidad, los árabes suelen escuchar y asentir con la cabeza cuando un estadounidense de alto nivel les habla. Sin embargo, esto no quiere decir que estén de acuerdo.” “estudios sobre la cultura” de principios del siglo XX en el campo de la psicología, la antropología y la sociología. La cultura como valor compartido El analista que utiliza este enfoque comienza con : la descripción de un concepto o valor dominante que se supone está arraigado en la cultura y de esa observación deriva una serie de predicciones acerca de la forma en que un participante de esa cultura se comportará en una negociación. A fin de hacer una comparación entre culturas o grupos, el analista buscará un valor o norma esencial que distingue a cada uno de los grupos que se comparan. proponen un patrón de conducta negociadora casi inevitable y, por lo tanto, completamente previsible. Mushakoji Kinhide, 1976. EEUU: La perspectiva erabi implica “una secuencia de conductas de acuerdo con la cual una persona se plantea un objetivo, elabora un plan para alcanzarlo y luego actúa para modificar el entorno de acuerdo con su plan”. La percepción que se tiene del entorno es de que ofrece dicotomías para elegir. Japon: contraste, según la perspectiva awasi, el entorno no debe modificarse, sino que es necesario adaptarse a él, y el “entorno constituye un continuo siempre cambiante de finas gradaciones”. .Graham y Sano ,apuntan a un conjunto de normas y valores culturales del estilo japonés: incluyen a “amae”,= “dependencia indulgente”, “wa” (el mantenimiento de la armonía) y “shinyo” (sentimiento visceral) este valor lleva a los japoneses a dedicar mucho tiempo a actividades que no están directamente relacionadas con la negociación, incluyendo el dar regalos. “estilo John Wayne”. y otro tendencia por parte de los negociadores de ese país a preferir negociaciones breves e informales que hacen hincapié en la igualdad de los participantes. 2 Otra variante atribuye aspectos del estilo negociador de un país a su ideología y no a su cultura. Kenneth Young. Con el fin de encontrar patrones en la conducta de los chinos, examina la historia de las negociaciones mantenidas entre los Estados Unidos y China del 1953 al 1967. conducta de los chinos = alto grado de antagonismo hacia estadounidenses y por indiferencia en cuanto a alcanzar acuerdos VS deseo de los estadounidenses de llegar a un acuerdo rápidamente. En consecuencia, la conducta negociadora de China durante este período obedeció a ciertos patrones predecibles: “Tácticamente, este tipo de negociador trataba de sacar ventaja de su oponente, desmoralizarlo y debilitarlo por todos los medios imaginables en cada paso, apoderarse de su posición estratégica, separarlo de sus aliados, no dejarle salida ni darle cuartel”. (Young 19689, pág. 363). Los patrones de negociación soviéticos. Louis J. Samelson (1976) señala que los observadores occidentales atribuyen rasgos de: engaño, disimulado, rigidez, inflexibilidad, hostilidad y hostigamiento tanto China como a los de Rusia. Cabe destacar que el enfoque del “valor compartido” parece minimizar la importancia de elección individual. En otras palabras, como el negociador pertenece a una cultura o tiene una ideología, se comporta necesariamente de determinadas maneras. La cultura como dialéctica “valor compartido” = existe homogeneidad EN una cultura. Un modelo bastante distinto de la configuración de la cultura puede encontrarse en Infancia y Sociedad de Erik H. Erikson. Este autor propone un modelo de identidad personal que se basa en pares de opuestos o “polaridades”: “...como heredero de una historia de contrastes extremos y cambios abruptos, el estadounidense basa su identidad yoica definitiva en una combinación tentativa de polaridades dinámicas como migratorio y sedentario, individualista y estandarizado, competitivo y cooperativo, piadoso y librepensador, responsable y cínico, etc.” (Erikson, 1963, pág. 268). Para un analista partidario del enfoque “dialéctico”, una cultura determinada se define por las tensiones la dialéctica existentes entre los valores arraigados en ella: la tensión, más que la homogeneidad, caracteriza las partes constitutivas de cualquier cultura. El enfoque de la “cultura como valor compartido” es estático: no da cabida al análisis del cambio o la variación, mientras que el tercer enfoque (la cultura como dialéctica) puede incluir sin problemas el estudio tanto de la variación individual como de los cambios a lo largo del tiempo. De acuerdo con Blaker,en Japón hay dos “ideales nacionales en lo que hace a la resolución de conflictos” radicalmente distintos entre sí, que denomina, respectivamente, “cooperación armoniosa” representa un esfuerzo por evitar desacuerdos a toda costa, muy generalizado dentro de la compleja matriz social que ha caracterizado históricamente al Japón; el conflicto se evita mediante un sistema de obligaciones bien demarcadas, vigentes entre los japoneses de distintos niveles de la sociedad. “la ética del guerrero” alienta a correr riesgos cuando se lucha tenazmente en pos de una causa, incluido el riesgo de que se produzca una conmoción social. 3 ambos están fuertemente arraigados en la historia y la tradición japonesas, y que a ambos se los considera legítimos en ciertas circunstancias. Blaker deriva cinco normas de “conducta japonesa negociadora”, a saber: superar la oposición interna, contrarrestar la resistencia occidental, adoptar una actitud de reserva, deliberar cuidadosamente y adaptarse a las distintas situaciones. deriva tres “normas de tácticas japonesas de negociación” (Blaker, 1977): el optimismo, el fatalismo y el pragmatismo no moral. Reconciliar dos o más conjuntos de valores contrapuestos constituye una tarea permanente para cada miembro de una cultura en cualquier situación, incluida la de negociar. Dada esta tensión entre “mandatos culturales” contrapuestos, existen tres posibilidades: que el individuo no pueda decidirse por ninguno, que opte por uno de los dos o, finalmente, que intente lograr algún tipo de síntesis de esos valores. en el caso de los japoneses: si bien “optimismo” y “fatalismo” distan de parecer actitudes coherentes, ambas actitudes pueden parecer en cierto sentido “razonables”. La cultura en contexto Apoya en el pensamiento de Max Weber, Talcott Parsons, Gabriel Almond y otros pensadores modernos. Parsons entendía la cultura en términos de su capacidad de generar ciertos valores que, a su vez, predisponen a los individuos a preferir ciertos objetivos o intereses. Dicho de otro modo, una cultura genera valores o necesidades humanas que luego los individuos procuran satisfacer mediante sus acciones. Sin embargo, Parsons y otros no se conformaron con una explicación acerca del origen de la conducta humana que se basaba en un único factor: de acuerdo con este grupo de cientistas sociales a menudo llamados “teóricos sistémicos” , no se puede dar cuenta de la conducta humana en términos de una única causa. A fin de alcanzar una comprensión relativamente completa, es necesario dar cuenta de varias fuentes interdependientes. Si bien una exégesis acabada de esas ideas excedería los límites de este ensayo, la intuición básica es que el análisis debe abarcar numerosos factores, es decir, debe ser multicausal. Más específicamente, la personalidad del individuo, sus valores culturales y el contexto social en el que actúa son tres de los componentes primarios que dan cuenta de la conducta humana. Sawyer y Guetzkow (1965) sobre la negociación. Los autores crean un “modelo sociopsicológico” del proceso de la negociación en el cual: los objetivos específicos de la situación, las condiciones que estructuran la negociación específica (como el encuadre en el que se lleva a cabo y el número de participantes), y una serie de “factores generales” (tales como la “variación cultural”, y la personalidad, el status y los antecedentes del negociador) influyen sobre lo que acontece en el curso de una determinada negociación y sobre su resultado. hoy el enfoque multicausal cuenta con gran apoyo de parte de los analistas académicos. Todos estos autores comparten el supuesto de que, a pesar de su importancia, la cultura no es el único factor determinante de la conducta de un negociador, sino que la cultura es interdependiente e interactiva. En una monografía de Druckman et al. (1976), se examina la conducta negociadora de niños de la India, la Argentina y los Estados Unidos. Los autores reunieron y compararon datos acerca del: 4 sujeto-negociador (edad, género y nacionalidad) y del contexto de la negociación (la presencia o ausencia de público). Si bien los datos obtenidos ratifican la idea de que la cultura contribuye a determinar la conducta (los negociadores hindúes eran más competitivos que los argentinos y los estadounidenses), el estudio también subraya los importantes efectos de todos estos factores en lo que hace a determinar la conducta negociadora. Por ejemplo, en esta investigación se comprobó que: entre los negociadores estadounidenses e hindúes, los hombres eran más competitivos que las mujeres, mientras que entre los argentinos sucedía lo contrario. cualquier generalización acerca de ese nexo podría requerir modificaciones para dar cuenta de la edad y el género del negociador y del entorno de la negociación. Janosik (1983) diferencias culturales entre los estadounidenses y los japoneses que desempeñaran las mismas tareas....Por ejemplo, al comienzo los norteamericanos tenían tendencia a dar más contrarrespuestas a un adversario que los japoneses en idénticas circunstancias; sin embargo, este fenómeno se hacía menos evidente a medida que el adversario se volvía más duro y más reacio a ceder. Intentamos poner el factor cultural en perspectiva junto con otros factores que intervienen en la negociación. En este sentido, revisten especial importancia los factores que definen al negociador: edad, género, religión y personalidad, así como los que definen el contexto de la negociación, que pueden abarcar entre otros a) la presencia o ausencia de público, b) la naturaleza de los controles burocráticos impuestos a un negociador y c) los patrones de conducta observados en un adversario. La ventaja de los primeros dos enfoques del nexo entre cultura y negociación radica en que proporcionan listas muy útiles de lo que se debe y lo que no se debe hacer, y de caracterizaciones muy precisas de los estilos de negociación de individuos pertenecientes a otras culturas. Por el contrario, los dos enfoques siguientes implican un grado cada vez mayor de indeterminación. Las conclusiones a que se llega mediante experimentos de laboratorio en lugar de observaciones in situ están llenas de limitaciones que hacen que resulte difícil aplicarlas de manera eficaz a la hora de negociar. Observaciones El tema de la relación entre cultura y estilo de negociación es importante porque apunta a una perspectiva de la negociación que difiere considerablemente de la que proponían los primeros teóricos, por lo general economistas que desarrollaron modelos de procesos que examinaban diversos patrones de concesión y soluciones óptimas para distintos problemas de la negociación. A menudo, los autores daban por sentado un actor-negociador “racional” cuyo objetivo era obtener para sí mismo el mejor resultado posible en una negociación. Esos modelos no daban suficiente cabida a los factores inconscientes en el proceso de la negociación. Si bien no es mi intención subestimar la importancia del modelo del actor racional, que arrojó conclusiones importantes acerca de la naturaleza del fenómeno, considero que es necesario elaborar un punto de vista alternativo (mejor dicho, complementario) para que logremos comprender la negociación de manera cabal. Esta segunda perspectiva, representada por los teóricos cuyo trabajo se describió brevemente en este artículo, intenta dar cuenta de la influencia que ejercen sobre la negociación tanto los factores propios de la situación como los individuales, incluyendo la cultura. Estas dos perspectivas una basada en economía y, la otra, en la psicología social dieron origen a una de las líneas divisorias en la literatura sobre el tema. La otra es la que existe entre negociadores y teóricos, pero por otros motivos: como sus respectivos propósitos difieren en cierta medida, en 5 ocasiones hubo una tendencia a descartar o subestimar los problemas en cuanto a la definición y la conceptualización a la hora de examinar los diversos factores que contribuyen al fenómeno de la negociación, incluyendo la cuestión de la influencia que ejerce sobre ella la cultura. Sin embargo, como la atención a los estilos nacionales y las diferencias culturales parece ser esencial para el interés que tiene el negociador en la conducta frente a negociadores extranjeros, es posible que el hecho de que no se haya entablado un diálogo fructífero sobre el tema haya impedido desarrollar una perspectiva verdaderamente comparativa. Esta reseña de las ideas sobre la cultura y la negociación demuestra que los negociadores prefieren emplear el enfoque de la “cultura como conducta aprendida” o el de la “cultura como valor compartido”, mientras que los académicos suelen utilizar el de la “cultura como dialéctica” o el de la “cultura en contexto”. La razón parece evidente: los primeros dos enfoques permiten predecir con bastante certeza la conducta negociadora del grupo cultural que se analiza, mientras que los dos siguientes son menos deterministas y hacen de la predicción una empresa compleja y riesgosa. Si bien las conclusiones que se desprenden de todos estos enfoques son importantes, es probable que las observaciones relacionadas con los dos primeros den origen a un tipo particular de predicción, que tiene que ver más con lo que se ha dado en llamar la “etiqueta” de la negociación que con lo que Zartman y Berman (1982, pág. 229) denominaron las “causas ‘más profundas’” de la conducta negociadora. En un verdadero diálogo entre académicos y negociadores se considerarían cuestiones relativas a la “etiqueta” de la negociación: por ejemplo, si se puede hablar de negocios durante la cena, si deben intercambiarse tarjetas personales, cómo utilizar los servicios de intérpretes, etc. Resulta evidente que, si no se conservan buenos modales al negociar, la probabilidad de llegar a un acuerdo puede disminuir. Pero, en última instancia, ese diálogo debe avanzar hacia cuestiones más complejas, esenciales para determinar si existe alguna explicación transnacional (o transcultural) de la naturaleza fundamental de la negociación misma. Una explicación muy compleja del papel de la cultura en el proceso de la negociación puede plantear difíciles problemas metodológicos. Sin embargo, es posible que el intento de resolverlos permita llegar, en última instancia, a diagnósticos más confiables sobre la negociación y a un producto que resulte útil al negociador y satisfactorio para el analista. 6