596-2009 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las ocho horas con cincuenta y seis minutos del día veintiocho de abril de dos mil diez. Analizada la demanda firmada por el abogado Pastor Glodowaldo Alvarado Pérez, en calidad de apoderadodel señorWilfredo Rosales Escobar, junto con la documentación relacionada en el folio cuatro vuelto de este expediente, es necesario efectuar las consideraciones siguientes: I. En síntesis, expone el abogadoAlvarado Pérezque el señor Wilfredo Rosales Escobar desempeñaba el cargo de Director Ejecutivo en el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública,y que este se encontraba vinculado con la referida institución por medio de un contrato cuya vigencia finalizaba el 31-XII-2009. Sin embargo, afirma que el día 3-VI-2009 a su representado se le notificó que:"… su plaza ya no era necesaria que se iba a modificar la estructura institucional del Ministerio por lo cual ya no necesitaban de sus servicios…", sin que previo a la toma de esa decisión se le hubiese seguido un procedimiento de conformidad con la Ley Reguladora de la Garantía de Audiencia de los Empleados Públicos no Comprendidos en la Carrera Administrativa. En ese sentido, demanda al Ministro de Justicia y Seguridad Públicapor haber vulnerado sus derechos de audiencia y defensa –como manifestaciones del debido proceso–, así como a la estabilidad laboral. II. Delimitados los elementos que constituyen el relato de los hechos planteado por el abogado de la parte actora, conviene ahora exteriorizar brevemente los fundamentos jurídicos en que se sustentará la presente decisión. 1. Entre los requisitos de procedencia de la demanda de amparo, el artículo 14 de la Ley de Procedimientos Constitucionales establece que el actor se autoatribuya la titularidad de un derecho reconocido en la Constitución, el cual considere violado u obstaculizado en virtud del acto de autoridad contra el que reclama. Así, en principio, no se exige como requisito de procedencia de la demanda de amparo la comprobación objetiva de la titularidad del derecho que se atribuye la parte actora, sino sólo, como se mencionó, la autoatribución subjetiva de esta como elemento integrante de la esfera jurídica particular. Sin embargo, existen casos en que a partir del examen liminar de la queja planteada, considerando los elementos de convicción aportados y los criterios jurisprudenciales establecidos en supuestos precedentes que guardan identidad en sus elementos con el sometido a valoración jurisdiccional, es posible establecer desde el inicio del proceso la falta de titularidad del derecho cuya transgresión invoca el pretensor, no obstante su autoatribución personal, lo que se erige como un óbice para entrar al conocimiento del fondo del reclamo planteado. En efecto, este Tribunal no puede entrar a conocer si existe o no violación a un derecho constitucional cuando el supuesto agraviado no es titular de este, ya que sin serlo no puede haber ningún acto de autoridad que lo vulnere. En consecuencia, la falta de titularidad efectiva del derecho constitucional que se alega vulnerado impide entrar a conocer el fondo del asunto, esto es, a examinar si la declaración subjetiva hecha por la demandante es cierta o no en cuanto a la infracción constitucional alegada, obligando así a este Tribunal a rechazar ab initio la demanda formulada mediante la figura de la improcedencia. 2.Expuestolo anterior, con relación concretamente al derecho a la estabilidad laboral, resulta necesario señalar que la jurisprudencia de esta Sala ha sostenido que este implica la facultad de conservar un trabajo o empleo y que él es insoslayablemente relativo, pues el empleado no tiene derecho a una completa inamovilidad, ya que es necesario que concurran los factores siguientes: (a) que subsista el puesto de trabajo; (b) que el empleado no pierda su capacidad física o mental para desempeñar el cargo; (c) que las labores se desarrollen con eficiencia; (d) que subsista la institución para la cual se presta el servicio; y (e) que el puesto no sea de aquellos cuyo desempeño requiera de confianza, ya sea personal o política. En el mismo orden de ideas, debe finalmente apuntarse que, no obstante el artículo 219 inciso 2º de la Constitución de la República garantiza de manera general a los empleados públicos el derecho entendido por este Tribunal como estabilidad laboral, el mismo artículo en su inciso final se encarga de establecer algunas excepciones a tal garantía, siendo el factor determinante de dicha exclusión la confianza política o personal que se deposite en la persona que desempeñe un determinado cargo. III. Trasladando las consideraciones recién expuestas al caso que nos ocupa, se procede a realizar las acotaciones siguientes: 1.El abogado Alvarado Pérez dirige el presente reclamo contra el despido del señor Wilfredo Rosales Escobar del cargo que desempeñaba como Director Ejecutivo, atribuido al Ministro de Justicia y Seguridad Pública. Para justificar la presunta vulneración a sus derechos de audiencia, defensa y a la estabilidad laboral, el abogado del demandante aduce que el relacionado despido fue ejecutado sin la tramitación de un procedimiento previo que le permitiera ejercer la defensa de sus derechos e intereses, de conformidad con la Ley Reguladora de la Garantía de Audiencia de los Empleados Públicos no Comprendidos en la Carrera Administrativa. 2. Sobre el particular, resulta pertinente hacer referencia al criterio sentado por este Tribunal en la sentencia pronunciada a las once horas y tres minutos del día 17-II-2010, en el proceso de amparo número 36-2006, el cual formula algunas reflexiones en torno a la obligatoriedad de la tramitación de un procedimiento previo a la destitución de las personas que prestan servicios al Estado mediante el desempeño de cargos que implican confianza, los cuales, según la doctrina retomada por el referido pronunciamiento, son aquellos que tienen a su cargo la marcha y el destino general de los negocios o aquellos que conocen los secretos de la empresa, cuyo desempeño se realiza en el entorno del titular de la entidad que lo nombró o contrató y cuya remoción o resolución de contrato es viable legalmente por decisión del mismo titular. En consonancia con lo expuesto, la sentencia apuntada establece que los directores, administradores, gerentes y jefes en general, que lleven a cabo funciones de dirección o supervisión, vinculados con los intereses y fines de la propia institución, o cuyo cargo es necesario para una adecuada gestión de aquella son, entonces, empleados o funcionarios de confianza. Así las cosas, el precedente jurisprudencial apuntado reviste singular trascendencia para el caso que hoy se estudia en tanto que, en virtud de este, se puntualizan cargos de dirección y supervisión específicos que son considerados –a partir de la emisión del relacionado fallo– como puestos de confianza personal. En razón de lo anterior, se aprecia que habiendo desempeñado el cargo de Director Ejecutivo –según la documentación que acompaña a la demanda presentada–, la naturaleza misma de las funciones realizadas por el peticionario se encontraba vinculada con la gestión que realiza el titular que lo nombró y, por consiguiente, es posible inferir su exclusión de la carrera administrativa. En ese sentido, tal como se ha establecido en ocasiones anteriores –verbigracia, en las sentencias de fechas 21-V-2003 y 13-IX-2005, pronunciadas en los amparos 337-2003 y 429-2005, respectivamente–, no obstante que el artículo 11 de la Constitución impone la obligación de tramitar un procedimiento previo a la privación de cualquier derecho, en el que el afectado sea oído y vencido en juicio con arreglo a las leyes, y a pesar de que el artículo 219 de la Constitución garantiza a los empleados públicos el derecho entendido por este Tribunal como estabilidad laboral, no puede dejarse de lado que el inciso final de la disposición constitucional citada señala puntualmente las excepciones a tal garantía, siendo el factor determinante de ellas la confianza política o personal depositada en la persona que desempeña determinado cargo. 3. Así las cosas, habiéndose enumerado en el precedente jurisprudencial relacionado los cargos de dirección y supervisión que son ejercidos por sus titulares en calidad de empleados de confianza personal, este Tribunal colige, de manera palpable y manifiesta, que el derecho a la estabilidad laboral no se encuentra incorporado en la esfera jurídica del demandante –quien manifestó haber desempeñado el cargo de Director Ejecutivo–, por lo cual, determinada la falta de titularidad de tal derecho, es dable sostener que no existe exigencia constitucional para la tramitación de un procedimiento previo por parte de la autoridad demandada a efecto de proceder a su separación del aludido cargo. En consecuencia, al haberse determinado la falta de titularidad del demandante con relación al derecho a la estabilidad laboral y existir un defecto en la pretensión constitucional de amparo –derivado de la existencia de una decisión desestimatoria previa, cuya relación lógica y presupuestos jurídicos coinciden con el presente caso–, y con el fin de prescindir de una tramitación procesal que implicaría una inútil gestión de la actividad jurisdiccional, es procedente el rechazo de la demanda sin trámite completo mediante la figura de la improcedencia. Por tanto, con base en las razones expuestas en los acápites precedentes, esta Sala RESUELVE: 1. Tiéneseal abogado Pastor Glodowaldo Alvarado Pérez como apoderado del señor Wilfredo Rosales Escobar, en virtud de haber acreditado la personería con la que actúa en este proceso. 2.Declárese improcedente la demanda de amparo presentada porel abogado Pastor Glodowaldo Alvarado Pérez, en el carácter antes apuntado, en virtud de las razones expuestas en el considerando III de este proveído. 3. Tome nota la Secretaría de esta Sala del lugar y medio técnico señalados por el abogadode la parte actora para recibir los actos procesales de comunicación. 4.Notifíquese. ---J. B. JAIME---J. N. CASTANEDA S.---SONIA DE SEGOVIA---E. S. BLANCO R.--R. E. GONZÁLEZ B.---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---E. SOCORRO C.---RUBRICADAS.