RELACIONES Y CONFLUENCIAS DE LA ALCAHUETERÍA EN LA ESPAÑA CRISTIANA Y MUSULMANA Introducción Al intentar establecer un marco en el que mostrar las posibles influencias de la literatura árabe sobre la cristiana, concretamente la alcahuetería en la Trotaconventos de Juan Ruiz, hallamos opiniones encontradas de diversos autores, o, al menos, estudios que matizan lo expuesto en estudios precedentes. Así, Pierre Guichard viene a afirmar en su libro Al-Andalus que con la llegada de los árabes ni las mentalidades ni las costumbres sufrieron conmoción alguna, al menos en el devenir inmediato1. Joaquín Vallvé Bermejo es de otra opinión y anota que <el elemento árabe, aunque poco numeroso, trajo una lengua e impuso por su fuerza militar ciertas costumbres y modas asiáticas, una organización política y una religión, y ésta se difundió más que la raza>2. Cabe pensar, por otro lado, que estamos ante un hecho, el de la convivencia entre árabes y cristianos durante muchos siglos, que conduce a influencias en uno y otro sentido. De un lado, las influencias occidentales en los medios orientales se ejercieron esencialmente a través de las mujeres, propiciada esta circunstancia por el hecho de que el conjunto de grupos étnicos que entró en el 711 estaba formado fundamentalmente por hombres. Las concubinas y esclavas, todas de origen indígena, formarán a los hijos en un entorno hispánico con el uso del romance. Los trabajos de Ribera, citados por Américo Castro <han establecido definitivamente que el romance seguía utilizándose en varias regiones de España, al menos hasta finales del siglo XI>3 . Pero es <probable que el árabe vulgar no dejó de ganar terreno a expensas del dialecto romance y lo remplazó totalmente en algunas regiones>4, con lo cual el elemento oriental iría introduciéndose. La lengua sería, pues, el vehículo transmisor de unas costumbres y un pensamiento que poco a poco calaría en uno y otro bando. Según comenta Henri Pérès, la mujer de Al-Andalus gozaba de unas circunstancias más favorables en lo concerniente a su condición que las mujeres en otras partes del mundo musulmán, producto de una mentalidad muy distinta.5 Además de las mujeres, <una larga convivencia con notables comunidades cristianas aún vivas debió tener alguna influencia en la lengua, en las costumbres y en la mentalidad de los elementos étnicos orientales. [...] En el ámbito literario, Lévi-Provençal afirma que <algunas páginas de los prosistas, algunas estrofas de los poetas dan testimonio 1 Guichard P. (1995). Al-Andalus. Archivum. Granada: Universidad de Granada. Vallvé Bermejo, J. (1999) Al-Andalus: sociedad e instituciones. Madrid: Real Academia de la Historia. 3 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. 4 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. 5 Pérès, H. (1990). Esplendor de Al-Andalus. Madrid: Hiperion. 2 1 ocasionalmente de un acento especial al cual no se halla uno habituado cuando ha estudiado literatura árabe de Oriente>6. No obstante hay voces que matizan lo anteriormente expuesto, Miklos Stern, citado por Pierre Guichard, admite esta influencia de las comunidades cristianas en algunos campos como el folclore o los hechos artísticos, pero muy débilmente en la vida intelectual del Islam, que sí tuvo mucha influencia de las comunidades cristianas en Oriente donde funcionaron como transmisoras de la ciencia y de la filosofía griegas.7 En la dirección inversa, Américo Castro, por su parte, sí manifiesta que la arabización lingüística trajo consigo igualmente una orientalización moral y mental. Retomando lo expuesto por Levy-Provençal, durante la Edad Media, el tema del amor o estuvo ausente o fue tratado como una serie de experiencias sucesivas, como una fluencia erótica. Es lo que acontece en el Libro de Buen Amor o en las serranillas del marqués de Santillana. Pero, según Sánchez Albornoz, <se halla en varios poetas españoles Ibn Zaydun e Ibn al-Labbana, y sobre todo en Ibn Hazm, una concepción del amor que no puede ser más que occidental. Se trata de las notas de romanticismo amoroso que aparecen en El collar de la paloma e incluso en algunas poesías andaluzas>8. Henri Pérès coincide con él en que la concepción del amor y de la mujer es original y no tiene que ver con oriente. Esta tradición diferente se explicaría por el papel desempeñado por la mujer española.9 Lo primero que llama la atención en El collar de la paloma es que casi todas las mujeres de las que se trata son esclavas, con frecuencia una esclava cantora. Pero hay algunos pasajes en los que se refiere a una mujer libre o noble, dos de ellas se enamoran: una muchacha, hija de un general, de alta alcurnia, se enamora locamente del hijo de un secretario, amigo de Ibn Hazm. Otra casada con el hermano de Ibn Hazm, muere de desesperación por haber perdido a su marido. <Yo conozco un mancebillo, de los hijos de secretarios de la corte, a quien al pasar por una calle, vio una mujer de noble cuna, elevada condición, y muy guardada, desde una celosía de su casa, a la que estaba asomada. Gustáronse uno a otro, y durante algún tiempo estuvieron cruzando cartas con mayor sutileza que el filo de una espada>10. Como expone Manuela Marín <las demás páginas no permiten creer que la libertad de que gozaban las mujeres andalusíes pertenecientes a las más altas clases sociales fuera considerable>11 De esta manera, por ejemplo, la idea de que una mujer soltera se enamorase de alguien era totalmente rechazada, , y si así, alguna vez ocurría se la consideraba perturbada. Igualmente era inadmisible la demostración pública de sus sentimientos, considerándolas enfermas o locas12. Importante destacar cómo, en estos temas amorosos, se mantenía siempre el secreto, pues de ello dependía el honor de la familia. Ibn Hazm hace referencia a ello: 6 8 Levy-Provençal, E. (2000). España musulmana: Instituciones, sociedad, cultura. Madrid: Espasa Calpe. Guichard P. (1995). Al-Andalus. Archivum. Granada: Universidad de Granada. 8 Guichard, P. Ibid. Ibid. 10 Hazm, I. (2001). El collar de la paloma. Salamanca: Alianza. 11 Marín, M. (2000). Mujeres en al-Andalus. Madrid: CSIC. 12 Id. 9 2 <Yo he advertido que la mayor ayuda para tales efectos se halla siempre en las mujeres. Hay en ellas un celo por estas cosas, una confianza y un acuerdo mutuos en guardar y encubrir cualquier secreto, cuando se enteran de él, que no existe entre hombres. Ninguna mujer he visto que haya descubierto el secreto de dos amantes, que no haya sido después a causa de ello, y para las demás mujeres, aborrecida, insoportable y a una sola voz menospreciada>13 El oficio de alcahueta El oficio de alcahueta se hallaba entre los oficios viles, aunque imprescindible, a decir de Mª Jesús Rubiera, ya que en un mundo en el que había una separación tan tajante entre los sexos, este personaje los ponía en contacto. Un oficio del que, sin embargo, no hay noticias históricas [en el mundo árabe] y sólo la literatura y la lengua han dejado su huella14. Cita Márquez Villanueva a un poeta granadino, llamado Abu Yafar Ahmad ibn Said que la describe de la siguiente manera: <Alcahueta que hace gala de su oprobio, más encubridora que la noche para el caminante. Entra en toda la casa y nadie sabe hasta que punto penetra en ella. Cortés, acogedora del que encuentra; sus pasos no molestan al vecino. Su manto no se dobla nunca, más inquieto que bandera de combate. Aprendió desde que conoció su utilidad, la diferencia que hay entre el crimen y la astucia. Ignora dónde está la mezquita, pero conoce bien las tabernas. Sonríe siempre, es muy piadosa, sabe muchos chismes y cuentos. Posee la ciencia de las matemáticas y la industria de hacer horóscopos y hechizos. No puede pagarse zapatos de su bolsa, pero es rica en medio de la miseria. Capaz sería, por lo suave de sus palabras, de unir el agua con el fuego>. 15 En este texto la alcahueta se muestra ignorante de dónde está la mezquita; sin embargo, Manuela Marín destaca como los lugares religiosos podían ser usados como lugar de encuentro y de relaciones sexuales. Además de este espacio, la administración de justicia advierte de otros como los cementerios, baños públicos, zocos...16 . En zona cristiana aparece la figura en algunos textos legales castigándolas: Partida VII, tít.VI, ley 4; ibíd., ley 5; VII, XXII, 2, como lo recoge Américo Castro: "Otros y ha que se trabajan de las corromper [a las mujeres] por alcahuetas..., de guisa que por el gran afincamiento que les fazen, tales y ha de ellas que vienen a fazer yerro" (Partida VII, tít.VI, ley 5) "Quedaba infamado quien <ande en trujamanía, alcaotando e sosacando las mujeres para otro> (ibid., ley 4)" "Se castigaba con pena de muerte a quien <alcahotase a otra 13 Hazm, I. (2001). El collar de la paloma. (pp. 172-173). Salamanca: Alianza. Rubiera, M.J. (1989). "Oficios nobles, oficios viles", La mujer en el al-Andalus. Actas de las Quintas Jornadas de Investigación Interdisciplinaria. Sevilla: Editoriales Andaluzas Unidas. 15 Márquez Villanueva, F. (1993). Orígenes y sociología del tema celestinesco. Barcelona: Anthropos. 16 Marín, M. Ib. 14 3 mujer casada, o virgen o religiosa> (VII, XXII, 2)"17 En otros textos legales se asociaba a las alcahuetas con los adivinos y los "sorteros" que practicaban artes mágicas. Así coincide con Ibn Said en el texto anterior y, ya en literatura, con Celestina. Criado del Val nos define el tipo de alcahueta en sus circunstancias históricas. Este personaje generalmente era dueño de un burdel y era la que tenía la obligación de controlar a las chicas en la ciudad para que no causaran escándalo. Eran tenidas por malas personas, a pesar de que la mancebía misma tuviera en algunos momentos, incluso, la protección real y sufrieron distinta suerte a lo largo de los siglos, hasta el punto de que en algunas épocas fueron perseguidas de forma parecida a la de las brujas en el s. XVI. Criado del Val refiere como Alfonso X habla de cinco tipos de alcahuetes y alcahuetas en las Siete Partidas: "La primera es de los bellacos malos que guardan las putas que están públicamente en la putería, tomando su parte de lo que ellas ganan: la segunda es de los que andan por trujamanes alcahoteando las mugeres que están en sus casas para los varones por algo que dellos reciben: la tercera es quando los homes crían en sus casas cativas ó otras mozas á sabiendas porque fagan maldad de sus cuerpos tomando dellas lo que así ganaren: la quarta es quando algunt home es tan vil que el mismo alcahuetea á su muger: la quinta es si alguno consiente que alguna muger casada ó otra de buen lugar faga fornicio en su casa por algo quel den, maguer non ande él por trujamán entre ellos..."18 En todos los casos el género usado es el masculino, lo cual implica que sea verdaderamente un hombre el que alcahuetee. Oficio variado desarrollado tanto por hombres como por mujeres. La alcahueta en la literatura Américo Castro, defensor del sustrato árabe en la península afirma <en adelante, quienes no pretendan errar históricamente tendrán que ver lo que pasa en el lado árabe de España, al ir a expresar juicios sobre la literatura ibérica>19. Para él, es en la cultura árabe y en la vida española influida de esa cultura donde debemos buscar el antecedente al personaje de la Trotaconventos del libro del Arcipreste y el origen árabe de la alcahueta, alqawad. Según Américo Castro <Al-qawad se dijo primero de quien llevaba un caballo de regalo de parte de su amo; siendo eso un medio de captarse la simpatía del marido a fin de llegar a su mujer, la intención significativa se desvió hacia la acción de seducir [...] Así en Peribáñez de Lope, el comendador le regala a Peribáñez unas magníficas mulas para ganar su voluntad y seducir luego a su mujer>20. 17 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. Criado de Val, M. (1977) La Celestina y su contorno social. Actas del I congreso internacional sobre la Celestina. Madrid: Hispam. 19 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. 20 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. 18 4 Sigue Américo Castro ejemplificándonos el tipo para mostrarnos que existía conciencia social de la alcahuetería, y así nos refiere a Cervantes que, irónicamente, escribe que el oficio de alcahueta debía ejercerlo <gente muy bien nacida, y aun debía haber veedor y examinador de los tales> (Recalcó que tampoco usa género en el comentario). Este oficio sigue existiendo en el s. XVII en el teatro de Lope, de Tirso y de Calderón. 21 La Trotaconventos del Arcipreste aparece como una mandada al servicio de éste: "Busqué trotaconventos qual me mandó el Amor, de todas las mestras escogí la mijor, ¡Dios e la mi ventura que me fue guiador! acerté en la tienda del sabio corredor".22 que para eso le paga <de momento tomad un mantón> (719) <Poned todo vuestro interés en este asunto [...] obtendréis ayuda y paga por todo vuestro trabajo> (estrofa 720) Pero por lo acertado de sus consejos se convierte en una leal y verdadera amiga, cuya muerte llora de manera, por lo menos, chocante Juan Ruiz. La vieja aparece como persona en cuanto es digna de la confianza y del cariño del amo a quien sirve, tiene de hecho un poder real, pues es imprescindible para entrar en relación con una dueña y, sobre todo, este poder se valora en dinero: el que le exige por adelantado al Arcipreste.23 <[...] vivo de este oficio, no me ocupo en otra cosa;> (717) <Si vos me dais un poco de ayuda con qué vivir, esta muchacha... haré que con mi embrujo acudan poco a poquillo> (718) La alcahueta de Juan Ruiz no muestra ser propietaria de mancebía. En esto parece no coincidir con Celestina, obra escrita 160 años después en un ambiente mucho más pesimista.24 La alcahueta en al-Andalus es igualmente mal considerada, sin embargo tampoco aparece relacionada con la regencia de un burdel, aun cuando sí existía <la prostitución, tanto la organizada y sometida a la fiscalidad estatal como a la que se ejercía en otros lugares: los almacenes de cal, los cementerios, las residencias de los comerciantes de esclavas o ciertos barrios de las ciudades andalusíes>25 o en las cárceles y, pese a que la legislación coránica prevé un duro castigo, el de la pena de muerte, para los delitos sexuales, es decir, para el adulterio o la relación sexual mantenida fuera del matrimonio26. Este comercio, en su ilegalidad, parece estar en manos de hombres. En Juan Ruiz, el personaje aparece como un tipo conocido <del lector u oyente, familiarizados con el tipo de la morisca que iba por las calles tañendo el adufe y pregonando su mercancía, y entraba en las casas para llevar o traer mensajes de amor>. 27 Y así lo expresa: 21 Ib. Ruiz, J. (1980). El libro de Buen Amor. (Estrofa 697) Barcelona: Bruguera. 23 Ferreras Savoye, J. (1995). "El Buen Amor, la Celestina: la sociedad patriarcal en crisis" Breve Historia feminista de la literatura española. Barcelona: Anthropos. 24 Ib. 25 Marín, M. (2000). Mujeres en al-Andalus. Madrid: CSIC. 26 Marín, M. (2000). Mujeres en al-Andalus. Madrid: CSIC. 27 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. 22 5 <La buhona con farnero va taniendo cascaveles, meneando de sus joyas, sortijas e alfileres; dezïa por fazalejas: <¡comprad aquestos manteles!> (723) Ibn Hazm en El collar de la paloma se refiere a ella como una persona con un gran poder. <Tu mensajero es como una espada que tienes en la diestra: mira bien su filo y no hieras con ella antes de aguzarlo. Pues el mal que produce una espada mohosa se vuelve contra el que, sin saberlo, la blande> 28 A la alcahueta Juan Ruiz nos la describe: <Estas trotaconventos fazen muchas baratas[…]> (estrofa 441) <Busqué trotaconventos qual me mandó el amor […]> (697) Tanto a la alcahueta de Juan Ruiz como a la de Ibn Hazm se le asigna como rasgo necesario la astucia. La trotaconventos de Juan Ruiz engaña a doña Rama, madre de doña Endrina, para que salga de la casa y así poder hablar con la elegida, diciéndole que un hombre viene tras ella porque quiere que le devuelva un anillo que le había dado para vender: <Ándame todo el día como a cierva corriendo, como el diablo al rico ome, así me anda seguiendo, quel lieve la sortija que traía vendiendo: está lleno de doblas, fascas que no lo entiendo>. Desque oyó esto la renzellosa vieja, Dexóla con la fija, e fuése a la calleja.> (826-827)29 También Ibn Said hacía referencia a la astucia como característica de la alcahueta e Ibn Hazm escribe sobre las añagazas a las que se exponen quienes usan de sus servicios: "¡Cuántas malaventuras han atravesado los velos más protectores, las cortinas más espesas, los gabinetes más reservados y los muros más sólidos, por las añagazas de estas gentes!"30 En El collar también se habla de que las mujeres de edad madura no tienen otro placer mayor que el de componer matrimonios : <Yo no sé cuál será la razón de que este modo de ser se apodere de las mujeres, si no consiste en que tienen el pensamiento desocupado de todo lo que no sea la unión sexual y sus motivos, el martelo y sus causas y el amor y sus diferentes aspectos, pues no se ocupan en otra causa ni han sido creadas para nada más.>31 28 Hazm, I. (2001). El collar de la paloma. Salamanca: Alianza. 29 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. Hazm, I. (2001). El collar de la paloma. Salamanca: Alianza. 31 Ib. 30 6 Todo un capítulo de El collar de la paloma está dedicado específicamente al mensajero. De este capítulo hemos ido viendo características, pero lo que hace García Gómez en su introducción es señalar las coincidencias con el fin de sacar a la luz algunas conclusiones sobre esta influencia de la que habla Américo Castro: COLLAR BUEN AMOR <Conviene que el mensajero tenga disposición e ingenio... ...leal... Si de tales cualidades carece, perjudica al que lo envía en la misma medida en que le faltan... <Puña en cuanto puedas que la tu mensajera sea bienrazonada, sotil e costumera (437). que bien leal te sea...(436) non puede ser quien malcasa que non se [arrepienta...(436) Las personas...empleadas... son... criados... o... personas respetables... sobre todo las que llevan báculo, rosarios...> A la mujer qu'enbiares, de ti sea parienta...(436). Si parienta no tienes a tal, toma d'unas viejas que andan las iglesias e saben las callejas: grandes cuentas al cuello..>. (438) Llama la atención que este personaje vaya con rosarios en el texto de Ibn Hazm, mientras que en el de Juan Ruiz se la relaciona con una morisca. También suelen ser empleadas las personas Toma de unas viejas que se fasen erveras... que tiene oficios que suponen trato con las con polvos e afeytes e con alcoholeras...(440). gentes, como... curandera... vendedora ambulante, Era vieja buhona destas que venden joyas (699). corredora de objetos, peinadora, plañidera, cantora, echadora de cartas... ¡Cuántas malaventuras han atravesado los velos protectores... por las añagazas de estas gentes! ¡Ay! ¡quanto mal que saben estas viejas arlotas! [(439). Lo que sí parece claro en los dos textos es el sentido didáctico, de aviso para no caer en sus redes, pero ofreciendo las mejores características para no errar en su elección. Si no fuera por llamar la atención sobre ellas, no las E Dios sabe que la mi intençión non fue de lo hubiera mencionado... (cap. 11). fazer por dar manera de pecar, nin por mal dezir, más fue por... dar ensiempro... e porque sean todos aperçebidos... (prólogo). Una de las traiciones más feas es la que hace al amante el mensajero mediante el cual se comunica con el amado... Sobre este asunto he dicho: Envié a un mensajero en pos de mis deseos, Confiándome neciamente en él, y él nos ha [distanciado...(cap.23). E porque yo no podía con ella assí fablar, puse por mí mensajero, cuidando recabdar, a un mi compañero; sópome el clavo echar: él comió la vianda e a mí fazíe rumiar. (113) La traición de Trotaconventos, en contra de lo que piensa Ibn Hazm, puede ser, además, la divulgación. La alcahueta de Juan Ruiz no tiene ningún escrúpulo para convertirse en divulgadora o <propalador de secretos>, una vez que se ha enfadado: "Non me acordé estonce desta chica parlilla que <juga jugando dize el omne grand manzilla>. Fue sañuda la vieja tanto, que a maravilla, toda la poridat fue luego descobrilla".32 Con todas estas coincidencias, García Gómez es aún de la opinión que <hoy en día no podemos dar de ellas una plausible explicación>, aunque añade que <en la . 32 Ruiz, J. (1980). El libro de Buen Amor. (Estrofa 921) Barcelona: Bruguera. 7 obra del Arcipreste hay muchísimos elementos árabes, pero estimo muy improbable que entre ellos figure, como básico y de modo directo , el Collar>33. La tradición latina, en cambio, ejemplificada por las Dipsas de Ovidio muestra <más bien que una intermediaria entre amante y amada...> a <una incitadora a la prostitución: no propone que la muchacha ame a nadie, sino que se entregue a quien más le dé>. <La vieja de Ovidio aconseja enseñar al nuevo amante los regalos ofrecidos por su antecesor>.34 Recalca Américo Castro que <ninguna literatura europea ha dotado de destacada existencia a tipos como Trotaconventos o Celestina, no obstante ser universal la tercería amorosa>35. El motivo pudiera ser que para el oriental el trato con mujeres significaba ingresar en una intrincada organización, llena de fórmulas, ritos y jerarquías. Como ya ha quedado claro la alcahueta existía y era un personaje muy conocido en la literatura popular medieval, la trotula o trot: <Una trot era una vieja. <Trotaba> de un lado para otro para ganarse la vida. Desprovista de atractivos físicos a causa de la edad, poseía la sabiduría de una hechicera, y en sus asuntos terceriles, adiestraba a sus protegidas en el oficio. La necesidad hace a la vieja trotar es un antiguo proverbio francés. La vieja trot formaba parte del acervo anecdótico de la literatura popular, la vieja que todavía no había perdido el gusto por los placeres sexuales.>36 A decir de la cita, la fuente la podemos encontrar en cualquier lugar, pero en este caso, "adiestraba a sus protegidas en el oficio" parece que hace mención a las noticias históricas de la alcahueta como dueña de un burdel, que no es la que aparece en ninguna de las referencias árabes encontradas ni en la del Libro de Buen Amor. 33 Hazm, I. (2001). El collar de la paloma. Salamanca: Alianza. Introducción de Emilio García Gómez. Criado de Val, M. (1977) La Celestina y su contorno social. Actas del I congreso internacional sobre la Celestina. Madrid: Hispam. 35 Castro, A. (2001). España en su historia. Barcelona: Crítica. 36 Bosque, I. et allii: Lengua Castellana y Literatura I, Madrid, Akal, 1998. 34 8