Cantar de Mío Cid 16.Lee los siguientes fragmentos. De los sos oios tan fuertemientre llorando, tornava la cabeça e estábalos catando; vio puertas abiertas e uços sin cañados, alcándaras vazías sin pielles e sin mantos e sin falcones e sin adtores mudados. De los sus ojos tan fuertemente llorando, volvía la cabeza, se las quedaba mirando: vio puertas abiertas, postigos sin candados, y las perchas vacías, sin pieles y sin mantos, o sin halcones, o sin azores mudados. Sospiró Mío Cid, ca mucho avíe grandes cuidados; Suspiró mio Cid, que se sentía muy preocupado; fabló Mío Cid bien e tan mesurado: "(Grado a ti, Señor, Padre que estás en alto!" "Esto me an buelto mios enemigos malos". habló mio Cid, bien y muy mesurado: "grancias doy, señor padre, que estás en lo alto, esto me han urdido mis enemigos malos." "Mio Cid Ruy Diaz por Burgos entrava en su compaña pendones levaba. Exiénlo ver mugieres e varones, Ya entra el Cid Ruy Díaz por Burgos; sesenta pendones le acompañan. Hombres y mujeres salen a verlo; burgueses e burguesas por las siniestras son, los burgaleses y las burgalesas se asoman a las ventanas; plorando de los ojos tanto avien de dolor. De las sus bocas todos dizían una razón: todos afligidos y llorosos. De todas las bocas sale el mismo lamento: «¡Dios, que buen básalo!'¡Si oviesse buen señor!». -¡Oh, Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor! Conbidar le ien de grado, - mas ninguno non osava; el rey don Alfonsso - tanto avie la grand saña. Antes de la noche - en Burgos dél entró su carta, con gran recabdo - e fuertemientre seellada: Lo invitaron con agrado, pero ninguno lo osaba: el rey don Alfonso tenía muy gran saña; Antes de la noche entró en Burgos su carta, en gran recaudo y debidamente sellada: que a mío Çid Roy Díaz - que nadi nol diessen posada que a mio cid Ruy Díaz, que no le diese nadie posada, e aquel que gela diesse - sopiesse vera palabra que perderíe los averes - e más los ojos de la cara e aun demás - los cuerpos e las almas. Grande duelo avien - las yentes cristianas; ascóndense de mío Çid, - ca nol osan dezir nada. El Campeador - adeliñó a su posada; así como llegó a la puorta, - falola bien çerrada, por miedo del rey Alfons, - que assí lo pararan: y aquel que se la diese supiese, por su palabra, que perdería sus bienes, más los ojos de la cara, y aun además los cuerpos y las almas. Gran pesar tenían las gentes cristianas; se esconden de mio Cid, no osan decirle nada. El Campeador se encaminó a su posada; cuando llegó a la puerta la encontró bien cerrada, por miedo del rey Alfonso así la prepararan: que si no la quebrantás, - que no gela abriessen por nada. que si no la quebrantase a la fuerza, no se la abriesen por nada. Los de mío Çid - a altas vozes llaman, los de dentro - no les queríen tornar palabra. Aguijó mío Çid, - a la puerta se llegaua, sacó el pie de la estribera, - una feridal dava; non se abre la puerta, - ca bien era çerrada. Una ninna de nuef annos - a oio se parava: -"Ya, Campeador, -¡en buena cinxiestes espada! "El rey lo ha vedado, - anoch dél entró su carta, "con gran recabdo - e fuertemientre seellada. "Non vos osariemos - abrir, nin coger por nada; "si non, perderiemos - los averes e las casas, "e aun demás - los ojos de las caras. "Çid, en nuestro mal - vos non ganades nada; Los de mio cid con altas voces llaman, los de dentro no les querían replicar palabra. Aguijó mio cid, a la puerta se acercaba, sacó el pie del estribo, un fuerte golpe daba; no se abre la puerta, que esta bien cerrada. Una niña de nueve años ante su vista estaba: "Ya Campeador, en buena hora te ceñiste la espada. El rey lo ha vedado, de él entró anoche su carta, en gran recaudo y debidamente sellada: que no os osaríamos abrir ni acoger por nada, si no perderíamos nuestros bienes y las casas, y además los ojos de las caras. Cid, con nuestro mal no vais a ganar nada; "mas el Criador vos vala - con todas sus virtudes santas". mas el creador os valga con todas sus virtudes santas." Esto la ninna dixo - e tornós pora su casa. Esto la niña dijo y se volvió a su casa. Cantar de Mío Cid En Valençia seye mio Çid con todos sus vassallós, con el amos sus yernos los ifantes de Carrión. Yazies en un escaño, durmie el Campeador; mala sobrevienta sabed que les cuntio: salios de la red e desatos el león. En grant miedo se vieron por medio de la cort; enbraçan los mantos los del Campeador e çercan el escaño e fincan sobre so señor En esto despertó el que en buen ora naçió, vio çercado el escaño de sus buenos varons: “¿Ques esto, mesnadas, o que queredes vos?” “¡Hya señor ondrado rebata nos dio el león!” Mio Çid finco el cobdo, en pie se levantó, el manto trae al cuello e adeliñó poral león; el leon quando lo vio assí envergonçó ante mio Çid la cabeça premió y el rostro fincó; mio Çid don Rodrigo al cuello lo tomó e lieva lo adestrando, en la red le metió. A maravilla lo han quantos que i son e tornaron se al (a)palaçio pora la cort. Mio Çid por sos yernos demando e no los falló, mager los estan llamando ninguno non respondió. Quando los fallaron assi vinieron sin color; ¡non viestes tal guego commo iva por la cort! Mandolo vedar mio Çid el Campeador. Muchos tovieron por enbaidos los ifantes de Carrión; fiera cosa les pesa desto que les cuntió. En Valencia estaba Mio Cid con todos susvasallos, con él estaban sus yernos los infantes de Carrión. Un día en un escaño dormía el Campeador; un mal sobresalto, sabed que les aconteció: se salió de la red y se desató el león. Gran miedo sintieron los que estaban en la corte; se recogieron los mantos los del Campeador y rodean el escaño en guarda de su señor En esto despertó el que en buena hora nació, vio rodeado el escaño de sus buenos varones: “¿Qué es esto, mis mesnadas, que queréis vosotros? “Es que, mi señor honrado, un susto nos dio el león”. Mio Cid se apoyó en el codo y en pie se levantó, el manto se pone al cuello y se acerca hacia el león; el león cuando lo vio se avergonzó ante Mio Cid humilló la cabeza y agachó la cara; mio Cid don Rodrigo lo cogió por el cuello y lo lleva de su diestra, y en la jaula lo metió. A maravilla lo tienen todos cuanto allí están y volviéronse al palacio hacia la corte. Mio Cid por sus yernos preguntó y no los halló, aunque los están llamando ninguno respondió. Cuando los hallaron así vinieron sin color; ¡no vieseis tales burlas cómo iban por la corte! Lo mandó prohibir mio Cid el Campeador. Muchos vieron avergonzados a los infantes de Carrión; fuerte deshonra les pesa de esto que les ocurrió. Cantar de Mío Cid Cantar de Mío Cid Entrados son los ifantes al robredo de Corpes, los montes son altos, las ramas pujan con las núes, e las bestias fieras que andan aderredor. Fallaron un vergel con una linpia fuent, mandan fincar la tienda ifantes de Carrión, con quantos que ellos traen í jazen essa noch, con sus mugieres en braços demuéstranles amor, ¡mal ge lo cunplieron quando salié el sol! Mandaron cargar las azémilas con grandes averes, cogida han la tienda do albergaron de noch, adelant eran idos los de criazón, assí lo mandaron los ifantes de Carrión, que non í fincás ninguno, mugier nin varón, sinon amas sus mugieres, doña Elvira e doña Sol, deportarse quieren con ellas a todo su sabor. Todos eran idos, ellos quatro solos son, tanto mal comidieron los ifantes de Carrión, -Bien lo creades, don Elvira e doña Sol, aquí seredes escarnidas en estos fieros montes, oy nos partiremos e dexadas seredes de nós, non abredes part en tierras de Carrión, irán aquestos mandados al Çid Campeador, nós vengaremos aquésta por la del león.Allí les tuellen los mantos e los pelliçones, páranlas en cuerpos e en camisas e en çiclatones, espuelas tienen calçadas los malos traidores, en mano prenden las çinchas fuertes e duradores. Quando esto vieron las dueñas, fablava doña Sol, -Por Dios vos rogamos don Diego e don Ferrando, dos espadas tenedes fuertes e tajadores, al una dizen Colada e al otra Tizón, cortandos las cabeças, mártires seremos nós, moros e cristianos departirán d'esta razón, que por lo que nós mereçemos no lo prendemos nós, atán malos ensienplos non fagades sobre nós, si nós fuéremos majadas, abiltaredes a vós, retraérvoslo an en vistas o en cortes.Lo que ruegan las dueñas non les ha ningún pro, essora les conpieçan a dar los ifantes de Carrión, con las çinchas corredizas májanlas tan sin sabor, con las espuelas agudas don ellas an mal sabor, ronpién las camisas e las carnes a ellas amas a dos, linpia salié la sangre sobre los çiclatones, ya lo sienten ellas en los sos coraçones. ¡Quál ventura serié ésta, si ploguiesse al Criador, que assomasse essora el Çid Campeador! Tanto las majaron que sin cosimente son, sangrientas en las camisas e todos los çiclatones. Cansados son de ferir ellos amos a dos, ensayándos' amos quál dará mejores colpes. En el robledal de Corpes entraron los de Carrión, las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son y muchas bestias feroces rondaban alrededor. Con una fuente se encuentran y un pradillo de verdor. Mandaron plantar las tiendas los infantes de Carrión y esa noche en aquel sitio todo el mundo descansó. Con sus mujeres en brazos señas les dieron de amor. ¡Pero qué mal se lo cumplen en cuanto que sale el sol! Mandan cargar las acémilas con su rica cargazón, mandan plegar esa tienda que anoche los albergó. Sigan todos adelante, que luego irán ellos dos: esto es lo que mandaron los infantes de Carrión. No se quede nadie atrás, sea mujer o varón, menos las esposas de ellos, doña Elvira y doña Sol, porque quieren solazarse con ellas a su sabor. Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó. Tanta maldad meditaron los infantes de Carrión. "Escuchadnos bien, esposas, doña Elvira y doña Sol: vais a ser escarnecidas en estos montes las dos, nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión. Luego con estas noticias irán al Campeador y quedaremos vengados por aquello del león." Allí los mantos y pieles les quitaron a las dos, sólo camisa y brial sobre el cuerpo les quedó. Espuelas llevan calzadas los traidores de Carrión, cogen en las manos cinchas que fuertes y duras son. Cuando esto vieron las damas así hablaba doña Sol: "Vos, don Diego y don Fernando, os lo rogamos por Dios,sendas espadas tenéis de buen filo tajador, de nombre las dos espadas, Colada y Tizona, son. Cortadnos ya las cabezas, seamos mártires las dos, así moros y cristianos siempre hablarán de esta acción, que esto que hacéis con nosotras no lo merecemos, no. No hagáis esta mala hazaña, por Cristo nuestro Señor, si nos ultrajáis caerá la vergüenza sobre vos, y en juicio o en corte han de pediros la razón." Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió; empezaron a azotarlas los infantes de Carrión, con las cinchas corredizas les pegan sin compasión, hiérenlas con las espuelas donde sientan mas dolor, y les rasgan las camisas y las carnes a las dos, sobre las telas de seda limpia la sangre asomó. Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón. ¡Oh, qué ventura tan grande si quisiera el Creador que asomase por allí Mío Cid Campeador! Desfallecidas se quedan, tan fuertes los golpes son, los briales y camisas mucha sangre los cubrió. Bien se hartaron de pegar los infantes de Carrión, esforzándose por ver quién les pegaba mejor. Ya no podían hablar doña Elvira y doña Sol.