Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió

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LUNES, 22 DE FEBRERO
1 Pe 5, 1-4. Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo l Sal
22. El Señor es mi pastor, nada me falta l Mt 16, 13-19. Tú eres Pedro, y te daré
las llaves del reino de los cielos.
21
Febrero
II Domingo
de Cuaresma
Las LECTURAS de esta semana
Gén 15, 5-12. 17-18 l Dios hace alianza con Abrahán, el creyente.
Sal 26 l El Señor es mi luz y mi salvación.
Flp 3, 17-4,1 l Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso.
Lc 9, 28b-36 l Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió.
MARTES, 23 DE FEBRERO
Is 1, 10. 16-20. Aprended a obrar bien, buscad el derecho l Sal 49. Al que sigue
buen camino le haré ver la salvación de Dios l Mt 23, 1-12. No hacen lo que dicen.
MIÉRCOLES, 24 DE FEBRERO
Jer 18, 18-20. Venid, lo heriremos con su propia lengua l Sal 30. Sálvame, Señor, por tu misericordia l Mt 20, 17-28. Lo condenarán a muerte.
JUEVES, 25 DE FEBRERO
Jer 17, 5-10. Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor l Sal 1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor l Lc 16,
19-31. Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo,
mientras que tú padeces.
VIERNES, 26 DE FEBRERO
Gén 37, 3-4. 12-13a. 17b-28. Ahí viene el de los sueños, vamos a matarlo l Sal
104. Recordad las maravillas que hizo el Señor l Mt 21, 33-43. 45-46. Este es el
heredero: venid, lo mataremos.
Mientras oraba, el aspecto
de su rostro cambió
SÁBADO, 27 DE FEBRERO
Miq 7, 14-15. 18-20. Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos l Sal
102. El Señor es compasivo y misericordioso l Lc 15, 1-3. 11-32. Este hermano
tuyo estaba muerto y ha revivido.
OBISPADO DE PALENCIA
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U
nos ocho días después de estas palabras, tomó a Pedro, a
Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y,
mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos hombres conversaban con
él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de
su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a
los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban de
él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos
aquí!». Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto,
cuando llegó una nube que los cubrió con .su sombra. Se llenaron
de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: «Este
es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no
contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Lucas 9, 28b-36
Luz en el camino
¡Q
ué diferencia de paisaje y de experiencia: del desierto al monte Tabor!
Hemos pasado en una semana de la parte más débil a la parte más gloriosa de Jesús, de la noche oscura del desierto al mediodía más claro de la montaña, de la prueba y de la tentación a la presencia del Padre que todo lo inunda.
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esús sube a Jerusalén; camina hacia la cruz, y los discípulos con Él. Es bueno
que en este camino se nos presente esta imagen gloriosa de Jesús. Lo necesitó Él, lo necesitaron sus discípulos y lo necesitamos
también nosotros. La transfiguración es
como un regalo del Padre al mismo Jesús y a sus discípulos; por
un momento se anticipa la imagen gloriosa del resucitado.
Por eso los discípulos no querían bajar del monte; se habían olvidado de que estaban
subiendo a Jerusalén.
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L
a experiencia vivida en el Tabor es un estímulo para Jesús y una lección para
los discípulos: la cruz es el camino hacia la vida y la resurrección. El Tabor
nos lleva al Calvario; pero el Calvario nos lleva al huerto de la resurrección. En
la vida de Jesús, y así debe ser en la nuestra, están unidos el
sufrimiento y la gloria, la cruz y la resurrección. También
el dolor y el sufrimiento transfiguran a la persona.
Cuando pasemos por la prueba del dolor, cuando caminemos también nosotros a Jerusalén,
hagamos una parada en el Tabor para recibir
la luz que nos viene de Cristo, y sintamos cerca a Jesús que también hizo este
recorrido, y recordemos las palabras de
Pablo a los Filipenses: “Jesús transformará nuestra condición humilde según el
modelo de su condición gloriosa”, hará
que nuestras
llagas también
sean
gloriosas,
como las suyas.
EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
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