El legado más grande en la tierra: el nombre de Jesús, una torre fuerte y poderosa (Jn. 14:5-14) Introducción: Cuanto más se acercaba Jesús a la última Pascua, más debía haber sentido el peso sobre sus hombros. Se estaba preparando para cargar con la responsabilidad de todos los desastres que la humanidad había cometido a lo largo de la historia, tanto colectiva como individualmente. Iba a enfrentarse a las verdaderas consecuencias de todo nuestro egoísmo y falsa adoración, todo el odio y la rebelión guardados en el corazón humano. Él terminaría cargando con nuestros pecados (la encarnación fue el inicio, la cruz fue el clímax final). • Jesús lo vio venir en su horizonte, por lo que intentó conseguir que sus discípulos estuvieran preparados para ello. Les había estado contando durante al menos el último año lo que le iba a suceder (Lc. 18:31-33), pero simplemente no eran capaces de asimilarlo. Todo ese sufrimiento no se correspondía con las grandiosas expectativas que tenían sobre el Mesías, su héroe-libertador y Rey victorioso. Así que cuando Jesús traía este tema a colación, la reacción de sus discípulos era la misma: todos los evangelios sinópticos dan testimonio de su sentimiento de dolor (Mt. 17:23) y de su miedo a hacer preguntas (Mc. 9:32). Ellos no querían que Jesús "hiciera estallar su burbuja" (Lc. 18:34); se negaban a aceptarlo. Esto sin duda hacía más pesada la carga de Jesús. • Cuando los amigos queridos se van, a veces nos quieren dejar algo especial para que los recordemos. Un ejemplo de ello serían los padres que dejan a sus hijos recuerdos de su amor y los valores que trataban de inculcarles. ¡Mi madre me hizo una prenda especial cuando estaba en la universidad, y todavía la tengo y la llevo y pienso en ella! Mi padre dejó una Biblia con anotaciones de su mano, con apuntes de algunos pasajes garabateados entre las líneas. Estos recuerdos nos dan la sensación de tener comunión con los seres queridos, incluso si es solo en nuestra imaginación. ¡Puede que no sea mucho en términos de riqueza material tangible, pero es una rica herencia espiritual y cultural! • A medida que se acercaba la hora de que Jesús dejara a sus discípulos, comenzó a explicarles un don importante que Él les dejaría. Nos dejó algo mucho más íntimo, que aunque es intangible, es más potente y duradero, a pesar de ser invisible: ¡Su NOMBRE! El nombre de Jesús hace que algunas personas se sientan incómodas, y otras lo utilizan solo como una palabrota (es de esperar, ya que el enemigo siempre quiere menospreciar y devaluar todo lo bueno). El 30 de septiembre de 2012, prediqué un mensaje sobre el nombre de Jesús que se centró en la forma en que nos conecta con la presencia de Dios, con la dignidad de Dios (¡y la nuestra!), y con el poder de Dios. Pero hay mucho 1 más que explorar en cuanto al “Nombre sobre todo nombre”, por lo que hoy quiero centrarme más en un enfoque cronológico, del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento. 1) Las lecciones del Antiguo Testamento: Génesis 4:26 habla de un tiempo antiguo “cuando los hombres comenzaron a invocar el nombre del SEÑOR.” Algunos interpretan esto como la primera convocatoria colectiva en Su nombre. Otros hacen hincapié en el hecho de que esta era la primera vez que la gente invocaba el sagrado Nombre de Yahvé (“Aquel que es”), el nombre con el que Dios se dio a conocer. Pero invocar al Señor era algo que la humanidad tuvo que aprender a hacer, como se ilustra en la historia de Samuel. Cuando todavía era un niño, tuvo que aprender a reconocer la voz de Dios, distinguiéndola de otras “voces”, con el fin de responderle. Todos nosotros tenemos que aprender esta lección, porque va en contra de nuestra naturaleza pecaminosa. El Espíritu Santo tiene que atraernos, convencernos y enseñarnos a superar nuestro letargo egocéntrico y a llamar a nuestro Creador. • Eckhart Tolle es un popular maestro de la Nueva Era que le dice a la gente cómo conseguir que su “voz interior” se calle y les deje en paz (ya que a menudo parlotea con preocupación, frustración, ira, o autodefensa). ¡Pero no es una cuestión de cerrar tu “diálogo interior”, sino de enseñarle qué decir! ¡El Espíritu Santo quiere convertir tu “monólogo interior” en un diálogo con tu Creador, ayudándote a aprender a llamar a Aquel que es el Autor de la vida y de todos los seres vivos! (Y, por supuesto, la Biblia te proporciona el guion para ese diálogo - ¡así que profundiza en la Palabra!). • Esto es lo que Dios estaba haciendo con Abraham y Sarah: les estaba enseñando a invocar Su nombre y empezando todo un pueblo que lo invocaría por Su nombre y por lo tanto comenzaría a reflejar Su carácter en la tierra. ¿Qué significaba el nombre de Dios para estos creyentes del Antiguo Testamento? Prov. 18:10 dice que el nombre del Señor era una "torre fuerte", a la que podían correr y ponerse a salvo (o “elevados por encima del peligro”); en otras palabras, el nombre del Señor representaba un refugio, un abrigo, seguridad y comodidad. Podía funcionar de esa manera debido a que el Nombre representa a la Persona; ¡era un símbolo de Su verdadera presencia y poder, cuidando de sus vidas! • David tenía a menudo el nombre del Señor en sus labios. Sal. 9:10: “En ti confiarán los que conocen tu nombre.” Sal. 20:7: “Estos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.” Sal. 33:21: “En él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado”; ¡su nombre es digno de confianza! Sal. 29:2: “Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad”; ¡su nombre es digno de alabanza! Sal. 52:9: “Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así; Y esperaré en tu nombre, porque es bueno”; su nombre es “digno de esperanza”. Sal. 138:2: “Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas.” Si Dios ha exaltado Su nombre y Su palabra por encima de todo lo demás, ¿no deberíamos hacer lo mismo para estar en sintonía con la verdad y con la realidad? • Sin embargo, existe un peligro que el Antiguo Testamento también aclara respecto al nombre del Señor, porque con el tiempo empezó a ser tratado como algo ordinario y común. Esto es lo que sucede cuando nos centramos en las formas externas en lugar de la realidad interna. Durante el ministerio de Jeremías esta situación llegó a su culmen: el nombre del Señor fue tan usado y abusado que perdió su significado. Hubo tantos falsos profetas que pretendían hablar en el nombre del Señor (Jer. 14:14) que el nombre estaba siendo vaciado de su valor, y la gente estaba cediendo a sus deseos idólatras por falta de la influencia moderadora y el poder del Nombre. Cuando tú y yo utilizamos el nombre de Dios a la ligera, cuando no nos tomamos en serio el tesoro que nos han dado, nos convertimos en sujetos de este mismo peligro. ¡Así que la lección del Antiguo Testamento es para que aprendamos a venerar y apreciar el nombre de Dios, llamándole por su nombre! 2 2) En los tiempos de Cristo, nos encontramos con una veneración similar para el nombre de Dios, pero ahora el nombre de Jesús pasa a estar totalmente alineado con el nombre de Dios. Él es conocido como el propio Hijo de Dios, una confesión que se remonta al culto cristiano más temprano. Él cumple todas las profecías del Antiguo Testamento y es reconocido por la primera generación de seguidores como el mismo Dios en la carne. • En nuestro texto de hoy Felipe pide que Jesús les muestre al Padre, y Jesús responde: “¿No me conoces, Felipe, incluso después de haber estado tanto tiempo entre vosotros? Cualquiera que me ha visto, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). Por el propio testimonio de Jesús, Él y el Padre son uno (Jn. 10:30), y esta relación es tan íntima, firme y digna de confianza, que Jesús en realidad puede pasar a dejar Su propio nombre como la clave y la contraseña de acceso directo al Padre, el don especial y legado que deja a sus discípulos: “Y todo lo que pidierais al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Jn.14:13-14). • Estos versículos han causado a algunas personas unos serios dolores de cabeza a causa de la mala interpretación de su significado. Cuando Jesús nos dice que pidamos en su nombre, no está diciendo que Él va a cumplir todos los caprichos egoístas que se nos ocurran, sino solamente las peticiones que estén en consonancia con su carácter y propósito. Esto significa que tenemos que dejar espacio para la voluntad de Dios para que anule la nuestra, porque nosotros no tenemos perspectiva eterna en todo. De hecho, nuestra perspectiva es tan limitada que a menudo solo pedimos para nuestro propio beneficio. Sin embargo, servimos a un Dios que nos ama y cuida de nuestro bien eterno. No tienes que leer la Biblia para saber que esta vida es temporal, sin embargo, ¿cuántas de nuestras peticiones tienen más que ver con nuestra satisfacción temporal que con los propósitos eternos de Dios? Queremos curaciones, ajustes, soluciones, prestaciones, confort, alivio del dolor, etc. ¡Por supuesto, es válido pedir estas cosas, pero no elevar los dones por encima del Dador! ¡Deberíamos pedir más en el nombre de Cristo que aprendamos a obedecer su Palabra y amar como Él nos ha amado! 3) En los tiempos apostólicos, ¿cómo entendieron y practicaron los discípulos el uso del nombre de Jesús después de que hubiera ascendido al cielo? ¡Esta es también la historia de cómo el Nombre nos llegó a ti y a mí! Aquellos discípulos predicaron valientemente el Nombre, e incluso se regocijaron en el privilegio de la “desgracia de sufrir por causa del Nombre” (He. 5:41): ¡detenidos, arrojados a la cárcel, intimidados y amenazados por las autoridades, su futuro en peligro! Pero esto no les perturbaba, por su confianza en ese Nombre, seguros de la Persona que estaba detrás de él. • Ellos declararon: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (He. 4:12). ¿Salvados por un nombre, algo que no puede ser visto, tocado o agarrado, pero solo pronunciado? Sí, esta es la única salvación verdadera, que solo se encuentra en este Nombre, porque nadie jamás conquistó el pecado y la muerte por ti. Así pues, la salvación no se puede encontrar haciendo ciertas cosas o comportándose de cierta manera, ni ganando, acumulando o disciplinándose. Esto es lo que la vida misma nos enseñaría si prestáramos atención: el día que llega el derrumbe (o el huracán, terremoto, accidente, incendio, enfermedad, etc.), ¡nada de lo que hagas librará a tu vida terrenal de verse arrastrada como la hierba del campo o el polvo de la tierra! Toda tu resistencia no detendrá la ley de la gravedad; todos tus mayores esfuerzos no van a anular la ley del pecado y de la muerte. • Solo creyendo y confiando (Isa. 30: 15), solo confesando e invocando el Nombre de nuestro CreadorRedentor (Ro. 10:13), hallamos la solución a nuestra fragilidad material y una conexión real con el Único que trasciende toda nuestra existencia material. Es el Nombre de Jesús el Mesías, que dio su vida por nosotros con el fin de entrar en el dominio de la muerte por nosotros, para que pudiera proveer la salida. 3 • Así que invoco este nombre para que me salve de mi idolatría, para que me guarde de pecados secretos, para que limpie mi alma del egoísmo, de pensamientos hirientes, y de la falta de perdón, ¡para que pueda crecer en semejanza a Cristo! Pablo le escribió a Timoteo: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste" (2Tim. 3:14). ¡Una convicción es una creencia fundamentada en la que te puedes mantener porque se ha juzgado y probado como verdadera por la experiencia personal! Cuando te enfrentes a la tentación de hacer o decir algo deshonesto, invoca el Nombre de Jesús. ¡Cuando seas tentado a explotar de rabia, o guardar rencor o rechazar el perdón, invoca el Nombre de Jesús! Cuando seas tentado por la lujuria (con los ojos o pensamientos), invoca el Nombre de Jesús. Cuando te sientas tentado a pensar como tu vida sería más feliz sin este cónyuge (divorcio), invoca el Nombre de Jesús (tú mismo no quieres llegar ahí con tus pensamientos - ¡si piensas en tu corazón, puede llegar a estar bien!). ¡Cuando tengas pensamientos de soledad y autocompasión, invoca el Nombre de Jesús! ¡Cuando te enfrentes al miedo y la ansiedad o con circunstancias desesperadas donde no sabes qué camino tomar, invoca el Nombre de Jesús! ¡Cuando te sientas abrumado por pruebas y aflicciones o bajo el ataque del enemigo, invoca el Nombre de Jesús -una torre fuerte y poderosa! • Su nombre no es un amuleto de la buena suerte ni un fetiche o magia - es a Su persona a quien estás invocando, al Paráclito (“llamado a nuestro lado”) como tu Salvador. ¡Él es el conocedor del corazón, el Único al que incluso los vientos y las olas obedecen! Él te pide que no creas esto simplemente con tu cabeza, sino que “pruebes y veas que el Señor es bueno.” ¡Ponle a prueba, llega a estar convencido de esto por tu propia experiencia, de modo que esta se convertirá en tu convicción! ¡Su Nombre: tu tesoro, tu salvación, tu esperanza para la transformación en la semejanza de Cristo, a medida que aprendes a invocarle en cualquier situación! 4