Richard Serra Double Rift I (2012) Qué vemos Un cuadro de grandísimas dimensiones de formato rectangular y apaisado. Un cuadrado negro enmarcado sobre blanco. La superficie está cubierta casi en su totalidad por una pintura negra que aparece “rasgada” en dos franjas blancas verticales con forma triangular: a modo de lanza o de abertura van abriéndose espacio sobre el fondo negro, una llega casi hasta el margen superior, la otra recorre dos tercios del espacio. La superficie negra es tremendamente rugosa, lo que hace que contraste con la blanca aún más. Qué sentimos En un primer momento el tamaño puede llegar a resultarnos algo abrumador. Y sin embargo no queremos dejar de mirar. ¿Pero dónde miramos? ¿Por dónde empezamos? Nuestros ojos deambulan por la superficie, nos engancha la pintura negra, tan física, con ese toque casi escultórico. Y decidimos separarnos, mirar la obra desde una cierta distancia y surge entonces una nueva sensación, como si nos encontráramos frente a unas inmensas cortinas negras que nos hablan de otro espacio. Nos movemos por la sala, la experiencia se alarga en el tiempo. De qué podría estar hablando Parece querer situarnos frente a un umbral, frente a ese espacio indeterminado que nos abre paso a otra realidad, que nos muestra otro espacio, que nos adentra en el tiempo. Por qué plantea este tema La alusión al umbral podría estar directamente relacionada con su estancia en Japón y su interés por esa manera distinta de concebir el espacio, a la que se enfrenta al estudiar y experimentar, en 1970, los jardines japoneses. El umbral ocupa un relevante lugar en la cultura japonesa a varios niveles. Como elemento estructural, puede tener una presencia física importante –como las “tori” o puertas shintoistas– o simplemente escenificar un sutil tránsito entre telas. A un nivel más conceptual, Serra habla de cómo atravesar el umbral te sitúa en mundos completamente diferentes: “avanzas un paso y el espacio entero se abre a otra cosmología”. © 2012 Richard Serra and Gemini Por qué usa este medio Más conocido por sus esculturas de gran formato y en especial por sus famosas elipses torcidas, el dibujo juega también un papel esencial en su trayectoria, aunque probablemente constituya un corpus de obra más abstracto y hermético que el de la escultura. Sin embargo, sus dibujos y sus pinturas siguen reflexionando sobre el espacio, como sucede por ejemplo cuando nos situamos frente a “Double Rift I” (doble ruptura). Un espacio rasgado en el que penetrar, un terreno habitable que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia manera de entendernos en el espacio. De dónde viene y qué normas rompe Su experiencia de los jardines japoneses trastoca su forma de entender la mirada y cómo ésta deambula por el espacio. Le hace profundizar en el cuestionamiento de esa mirada occidental firmemente encuadrada en la tradición renacentista italiana, con su perspectiva y su punto de fuga. Serra cita el jardín seco “Taizo-in” del siglo XVI para hacer alusión al tiempo expandido y a cómo este afecta la percepción y la experiencia del espacio. La única manera de poder aprehender el espacio en estos jardines era a través del tiempo y del movimiento. Habla de una visión peripatética que no se restringía a mirar a través de una ventana, sino a incorporar tanto el contexto como al espectador como parte integrante de la obra. Nociones y conceptos que le llevarían a revolucionar la escultura en la década de los 90 con sus elipses torcidas y, sobretodo, a determinar su forma de entender la fisicidad de la mirada: “el acto de mirar, la concentración en el mirar exige un esfuerzo” afirma Serra. La mirada es una acción firmemente relacionada con el cuerpo y como tal se desarrolla en el tiempo. Qué diría el experto de la obra “Double Rift I” ha sido realizada en 2012 y forma parte de una serie de obras del mismo nombre. Es un aguafuerte con unas medidas de 239 x 366 cm. Biografía Richard Serra (San Francisco, 1939) completa su formación universitaria bajo la tutoría de Josef Albers, en Yale, con quien colabora en su famoso libro “La interacción del color” de 1963. Ya en 1966, tras diversos viajes a Europa, presenta sus primeras esculturas con materiales no convencionales; pocos años después su trabajo ya llamaba la atención sobre la importancia de las cualidades específicas tanto de los materiales que las componían como de los espacios donde se exhibían. Era el momento del arte procesual. El interés de Serra por coreógrafas como Yvonne Rainer le lleva a buscar maneras en las que relacionar el movimiento con los materiales y el espacio, a entender la escultura más allá de su autonomía y a pensar en nuestros cuerpos y en su relación con el espacio. Luego vendría su estancia en Japón y su encuentro con los jardines japoneses; sus obras ya sólo se entendían en movimiento, en el transcurrir del tiempo y de la mirada. Ideas sobre las que continúa todavía trabajando y a través de las cuales revisaría por completo el concepto modernista de escultura. Bibliografía Richard Serra Drawing: A Retrospective (Cat. Exp.), Houston, Menil Foundation, 2011. Richard Serra. Sculpture. 40 Years (Cat. Exp.), Nueva York, Museum of Modern Art, 2007. Richard Serra. Escultura 1985-1999 (Cat. Exp.), Bilbao, Museo Guggenheim, 1999.