ES NECESARIO NACER DE DIOS (Juan 3: 1-21) INTRODUCCIÓN.El término ‘nacer de nuevo’ se relaciona, a veces, con ciertos grupos algo extremistas que hablan de ello como si fuese lo único que Jesús dijo. La expresión se ha popularizado, especialmente en EEUU, donde incluso tengo entendido que cuando el motor de un coche se repara a fondo se le llama un motor ‘nacido de nuevo’. A pesar de todas las exageraciones a las que se le pueda aplicar este término, se trata de una enseñanza ineludible y fundamental de Jesús, que vamos a ver con detalle aquí en este pasaje de Juan 3: 1-21. La traducción más precisa quizá sea ‘nacido de arriba’ o ‘nacido de lo alto’. Es decir, Jesús habla aquí de un nuevo nacimiento que procede de Dios; distinto, por tanto, al nacimiento físico, corporal, mediante el que todos llegamos a este mundo. Así que, mientras a este mundo todos llegamos por el nacimiento, a través de nuestros padres, a la vida eterna, o reino de Dios, llegamos mediante este nacimiento espiritual hecho por Dios. Por eso es solo a los nacidos de lo alto que se les llama hijos de Dios. (Jn. 1:12,13) dice: “Mas a cuantos le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios”. Jesús dejó claro a Nicodemo que para entrar en el reino de Dios, no vale con mejorarse moralmente, mediante esfuerzos de la voluntad humana. Se trata, más bien, de que Dios nos de a luz, que nazcamos espiritualmente de Dios. Esta declaración radical de Jesús sorprendió y descolocó a Nicodemo, que no entendía bien de qué le estaba hablando Jesús. Es también posible, que en algunos de nosotros produzca el mismo efecto. Es por eso que entraremos a exponer este texto bíblico con cierto detalle. Lo estructuraremos en tres puntos, que denominaremos de la siguiente forma: 1. Os es necesario nacer de nuevo. (v. 1-8) 2. Cómo se nace de nuevo. (v. 9-17) 3. Nuestra respuesta. (v. 18-21) I.- OS ES NECESARIO NACER DE NUEVO.En los vs. 1 al 8 se nos presenta a Nicodemo, así como las contestaciones de Jesús insistiéndole en la necesidad de él, y de todos, de nacer de Dios. Pero, ¿quién es este Nicodemo? Como dice el v. 1 era un fariseo dirigente de los judíos. Por tanto un hombre muy religioso –todos los fariseos lo eran– que había llegado a ser, es de suponer por su conocimiento y sabiduría, una persona con un claro liderazgo entre muchos judíos. Y aún así no era el típico religioso cerrado con ideas preconcebidas. En Jn. 7:50,51 trata de poner cierta cordura en la reunión de los sacerdotes y jefes fariseos, tomando la palabra para decirles ‘que no deben condenar a Jesús a la ligera, por lo menos antes deben de escucharle’. Aún así, su sensatez no consigue convencer a sus compañeros dirigentes. También en Jn. 1 19:39, tras la muerte de Jesús, y junto a José de Arimatea, trae 34 kg. de una mezcla de mirra y áloe para ungir el cuerpo del Señor. Y ambos lo entierran en una sepultura nueva. Todo esto parece indicar que Nicodemo tendría, seguramente, una posición acomodada, pero también una simpatía por Jesús. Pero, ¿qué busca, realmente, Nicodemo al ir a Jesús? En 1er. lugar viene de noche. Esto tal vez tenga que ver con un cierto doblez. Aunque tenía cierta simpatía por Jesús, y algo le defendía entre los suyos, aunque sin comprometerse demasiado; pero va a ver a Jesús de noche, probablemente para que otros fariseos no le pudieran ver. En 2º lugar, el v. 2 declara explícitamente lo que pensaba de Jesús: “Sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tu haces si Dios no estuviera con él”. Pero, ¿para qué había ido a ver a Jesús? Una respuesta explícita no hay, pero por lo que dice podemos suponer que esperaba que Jesús le pudiera enseñar algo más acerca de cómo seguir mejor el camino de Dios. Sin embargo, lo que Nicodemo no esperaría eran las respuestas que le dio Jesús. “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”. (v. 3) Ante la sorpresa e incomprensión de Nicodemo el Señor le sigue aclarando que no se trata de un nacimiento natural del cuerpo, sino uno que procede “del agua y del Espíritu” (v. 5). En el v. 6 le aclara que lo que nace de la carne, o sea, del hombre natural caído, será siempre carne. Por eso Jesús le habla que ha de “nacer del Espíritu”. En el v. 7 le insiste: “No te sorprendas de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer nuevo, o de lo alto”. Aquí Jesús usa el plural –tenéis– refiriéndose a él y quienes son como él. A Jesús no le impresiona lo más mínimo la religiosidad de este hombre, y le explica que no se trata de ser aún más religioso, lo cual tiene que ver con esfuerzos morales para ser mejorar persona, sino de algo muy distinto: recibir vida de Dios, nacer de Dios. El agua que se menciona en el v. 5 podría referirse o bien al arrepentimiento simbolizado por el bautismo que hacía Juan el Bautista o simplemente al lavamiento de la regeneración por el Espíritu del que habla Tito 3:5. La idea, desde luego, es la implantación, por medio del Espíritu, de una vida espiritual en el individuo. Cuando nacemos aquí en este mundo a nosotros no se nos pide opinión, nada podemos hacer, simplemente nos nacen. En un sentido, así pasa con el nuevo nacimiento. Nacemos de Dios. Es un misterio nacer de lo alto. Jesús lo compara con lo que pasa con el viento. “Sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu” (v.8) Este nuevo nacimiento no es algo que nosotros podamos manejar a nuestro antojo, sino que es algo que surge en Dios; aunque llega a quienes creen en Jesucristo, a quienes le piden, a quienes claman a Él por esta salvación espiritual. Así que nos es necesario a todos nacer de nuevo. Y si tú aún no has nacido de Dios sigues teniendo esta necesidad para poder entrar en el reino de Dios. 2 II.- CÓMO SE NACE DE NUEVO.Nuestro segundo punto, ¿cómo se nace de nuevo?, va de los vs. 9 a 17. Empieza con la pregunta de Nicodemo ¿cómo es posible que esto suceda? La respuesta de Jesús es una corrección. “Tu eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas?” (v. 10) Y es que antes de nacer de nuevo tenemos que tener una cierta conciencia de lo que está esencialmente mal en nuestra vida. Si no hay este sentido de lo que está mal en nosotros, en definitiva sino tenemos convicción de pecado, creo que no será posible nacer de Dios. Por eso aquí Nicodemo es confrontado con Jesús con esa molesta respuesta: “Tú eres maestro en Israel ¿y no entiendes estas cosas?” O sea, tú estás enseñando a la gente, marcando la pauta de cómo deben vivir de acuerdo a Dios, y no sabes que al ser humano caído le es imposible agradar a Dios, y por lo tanto tiene que ser Dios quien le salve. No has visto eso a lo largo de todo el Antiguo testamento, en el que tú dices creer. Y esta es una cuestión grave. Nicodemo podría estar pensando: me está diciendo Jesús que he estado equivocado toda mi vida; que he estado enseñando a los demás que si cumplían las normas de la Ley lo más exactamente posible se salvarían. Y ahora resulta que no es posible salvarse así; que de lo que se trata es de nacer de Dios, de lo que no tengo ni idea como se hace. Es una confrontación hecha con amabilidad, pero muy dura. Además le dice que ni él ni sus compañeros recibían su testimonio (v. 11) Me parece importante hacer aquí una reflexión: La moralidad, el tener un sentido de que hacemos las cosas bastante bien, es uno de los principales impedimentos, sino el mayor, para llegar a nacer de nuevo mediante el Espíritu del Dios de la gracia. Este era el caso de Nicodemo. Si estamos en este caso, como él, buscaremos conocer más cosas acerca de Dios, para así saber mejor cómo satisfacerle, pero esto nos cerrará más la puerta del nuevo nacimiento. Es necesario que Nicodemo o cualquiera de nosotros ‘vea’ su condición pecaminosa, la situación de nuestro corazón. Si no es así no hay esperanza de nacer de Dios. En los vs. 14 y 15 Jesús le habla de una historia que Nicodemo conocía bien, y que ilustraba lo que Él le estaba diciendo. “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”. Seguro que muchos sabéis bien a lo que se estaba refiriendo Jesús. Pero para los que les suene menos lo leeremos. Se trata de Números 21:4-9 (leed y comentar el pecado, las consecuencias, el arrepentimiento, y la solución de Dios) Jesús le dice que, como aquella serpiente de bronce, Él también tendrá que ser levantado en alto, en una cruz, para que todo el que mire a Él, es decir, confíe en su muerte en la cruz como solución, perdón, de sus pecados tenga vida eterna. El texto bíblico que Dios usó para abrir mis ojos fue Jn. 12:32 donde Jesús dice: “Pero yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo”. La impresión del amor de Cristo, levantado en aquella cruz, dejándose morir para cargar el juicio de mí pecado, de tu pecado, ha atraído y sigue atrayendo a muchos a Él. Entonces tenemos vida eterna, entonces nacemos de Dios. 3 El v. 16, que algunos llaman el mejor resumen de la Biblia, abunda aún más en lo que venimos hablando; dice así: “Porque de tal manera (o tanto) amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Es el indescriptible amor de Dios que, envió a su Hijo a las personas de este mundo, para pagar en lugar nuestro el castigo que nuestro pecado merece; ofreciéndonos ahora una salvación gratuita a quienes conscientes de su pecado acuden con fe al Señor. Para quienes tienen conciencia de su separación de Dios, esta es la mejor noticia que pueden oír. Para quienes no tienen esa conciencia, todo esto no tiene gran valor ni significado, y por tanto no acudirán al Señor, valorarán más cualquier otra cosa. Y así llegamos a nuestro último punto. III.- NUESTRA RESPUESTA.Nuestra respuesta ante este acto central de Dios define nuestra eternidad; define nuestra condición espiritual. Dios ha hecho una obra increíble a favor de cualquier persona de este mundo. Ha hecho todo lo que hay que hacer, ha terminado el trabajo de salvación, ha abierto la puerta para todo el que quiere entrar. Así que “El que cree en Él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios”. (v. 18) Creer aquí, y hoy en día, no es solo creer mentalmente en su existencia, sino que es poner nuestra vida en sus manos por completo. Y no poner nuestra vida por completo en sus manos, es señal de nuestra condenación. De hecho la condenación consiste, según el v.19: “Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos” Nicodemo, no parece que se rindiera totalmente al Señor. Seguramente tuvo una valoración positiva de Él, pero no como para entregarle su vida, al menos en el tiempo que se describe en los evangelios. Probablemente pesó mucho su posición, sus intereses. Al final la condenación la decide preferir las tinieblas a la luz. 4