16 EL MUNDO. SÁBADO 30 DE ENERO DE 2016 ILLES BALEARS i SIN PREJUICIOS JOAN FONT ROSSELLÓ CUENTAN LOS que sufrieron en sus carnes la agonía del comunismo que uno de los rasgos más sobresalientes del régimen residía en su impostura. Ninguno de los grandes principios que habían enarbolado los padres de la Revolución de 1917 había resistido el paso del tiempo. Es cierto que hasta la caída estos nobles ideales todavía figuraban en el frontispicio de la propaganda oficial como pretexto para la fanfarria interna y justificación del régimen en el exterior, pero habían sufrido tal desnaturalización que se habían vuelto tan irreconocibles que nadie ya creía en ellos. Las palabras claves de los estertores del comunismo eran mentira y farsa. El mundo oficial con sus soflamas grandilocuentes poco tenía que ver con el pulso de la calle y el soplo vital de la realidad. Sin embargo, todos, oligarcas y súbditos, jugaban a engañarse mutuamente. Todos se habían acostumbrado a vivir en la mentira. El régimen que un día había levantado las banderas de la dignidad, la justicia, la honradez y la verdad era el más indigno, el más injusto, el más cínico, el más incoherente, el más corrupto de todos. Por eso el imperialismo comunista se derruyó solo, como un castillo de naipes. Nadie lo defendió porque era un cuerpo moribundo que entrañaba una gran impostura. Esta digresión viene a colación de lo ocurrido en los últimos premios Ciutat de Palma 2016 que, como ya saben, han experimentado la ya clásica «vuelta a la normalidad», una «normalidad» que ha consistido en la exclusión del castellano del certamen. Marcos Torío y Ramón Aguiló han dado cuenta de ello con su lucidez habitual. Por mi parte, yo resumiría los premios en una palabra: impostura. O farsa, si prefieren. Una muestra más de la impostura en la que habita el catalanismo de nuestras islas. Tras cuatro años de privaciones y de boicot, uno esperaba de la OCB y de los Impostura: Ciutat de Palma 2016 reivindicativos escritores de la AELC refugiados en Can Alcover una explosión de creatividad literaria, una inundación de obras y de genio. Todos pensábamos que estos literatos y poetas de «la Ceba» habían esperado pacientemente durante estos cuatro años de infamia su gran oportunidad para volvernos a demostrar su destreza narrativa y poética, no en vano el catalán, según reza la ley de Normalización Lingüística, «es el vehículo que ha hecho posible la articulación del genio de nuestro pueblo». Pese a contar con una lengua-símbolo tan preciosa para dar rienda suelta a todo su talento, sus frutos han sido manifiestamente escasos, baldíos, diría, como si toda la energía de nuestros poetas y literatos se hubiera agotado en protestas, compromisos cívicos y reivindicaciones. Como si las musas y el amor a las letras se hubieran eclipsado detrás de su odio enfermizo al castellano. Para nuestro estupor, hemos pasado de las 66 novelas presentadas en el certamen bilingüe del año pasado a sólo 11 novelas, de 166 poemas a 26. Nada menos. Toda una explosión de «genii loci» que cuestiona las campanudas afirmaciones de una ley de normalización fracasada y anacrónica y de unos políticos expertos en el autoengaño. Ahora bien, el Teatro Principal lleno hasta la bandera por un gremio que, en vez de dedicarse a escribir, se prefiere dedicarse a torcer la voluntad de nuestros políticos, seguramente porque actuar como conseguidores de rentas públicas les sale más a cuenta que tratar de ganarse a un público de lectores. Y a todo esto, el alcalde José Hila, castellanohablante, ajeno al desplome de obras presentadas en la «vuelta a la normalidad» de los premios, dando comba a la fanfarria: «Perquè hem de ser conscients que la gran força cultural de la ciutat sorgeix de la seva gent». Al parecer, los escritores castellanohablantes no forman parte de la gente de Palma cuando, de lejos, el castellano es la lengua mayoritariamente usada en la capital y alrededores, por no hablar de la mayoría de sus proyecciones culturales no subvencionadas. Nadie encarna mejor la impostura y el sectarismo atroz del catalanismo literario que Miquel Àngel Vidal, el vencedor este año en el apartado de novela. Ni siquiera se molestó en guardar las apariencias ante un público entregado. «Era important que enguany guanyàs qualcú que havia estat els anys anteriors a l’acte alternatiu de Can Alcover», espetó emocionado al auditorio, sin percatarse de que estaba degradando un premio literario a una recompensa política. Al día siguiente de la gala, un exultante Vidal publicaba un artículo en Última Hora, «Tornar a l’essència», donde reclamaba la vuelta a la «esencia» de los premios Ciutat de Palma, o sea, a «Esperaba de la OCB y de los reivindicativos escritores de la AELC refugiados en Can Alcover una explosión de creatividad literaria» que vuelvan a ser exclusivamente en catalán. ¿De qué esencia esotérica está hablando Vidal cuando él sabe perfectamente que los primeros certámenes de los Ciutat de Palma de finales de los cincuenta eran bilingües? Otra vez la mentira a sabiendas, la ocultación, el vaciamiento de las palabras («esencia») para torcer su significado y ponerlas al servicio de su ideología excluyente. Para estos fanáticos, todo vale: el fin siempre justifica los medios. Y la mentira es uno de los más poderosos. Otro dato curioso que obliga a preguntarnos una vez más por el grado de fosiliza- ción intelectual del catalanismo balear es el hecho de que sólo las categorías de novela y poesía, las más tradicionales y elitistas, se hagan exclusivamente en catalán. No así las demás, como el cómic, los documentales o los cortometrajes. Ello nos revela que la referencia suprema para el catalanismo sigue siendo la literatura, un anacronismo en pleno siglo XXI. No debería extrañarnos: el propio Departamento de Filología Catalana de la UIB –el más ortodoxo seguramente del dominio lingüístico– todavía apela a la «tradición literaria» para negarse a utilizar el artículo salado como parte del estándar oral espontáneo de los medios públicos como IB3, obviando que la literatura hace tiempo que dejó de ser el escaparate principal de una lengua, lugar que han ocupado los medios. En otras partes, me refiero a Valencia o Cataluña, la irrupción de los medios de comunicación de masas ha tenido consecuencias en la evolución hacia un estándar no tan «literario» y mucho más cercano a la lengua viva de la calle. Eso lo saben hasta en la venerada Cataluña, que ya tuvo su debate filológico a mediados de los ochenta sobre cómo debía adaptarse la vieja lengua literaria de Fabra al nuevo estándar que precisaban los nuevos medios de comunicación –prensa incluida– que empezaban entonces a emitir en catalán. Aquí, en cambio, nuestros políticos ni lo olieron entonces ni lo huelen ahora. Tal vez Xavier Pericay podría contarles algo al respecto. Se han habituado a no plantearse nada, a aferrarse a los típicos tópicos de siempre para ocultar su pereza mental y su indigencia intelectual, a repetir como papagayos los lugares comunes del catalanismo. Mientras tanto, que siga la fanfarria con sus lenguas propias, sus consensos, sus tradiciones literarias, sus registros castradores, su vuelta a la normalidad y su retorno a las esencias. De vuelta a la nada. SÁBADO 6 Cada entrega incluye CUENTO + PELUCHE DE REGALO CUARTA ENTREGA El pollito Luis 6€ , POR SÓLO 95 Atenc ción al cliente e información 91 PARA MÁS S INFORMACIÓN CONSULTE NUESTRA WEB Promoción válida para el territorio nacional. Bases depositadas en www.elmundo.es/promociones. Unidades limitadas Despierta p su imaginación g y ganas g de leer con 050 16 29 www.elmundo.es/promociones