Jueves 20 de"^ Marzo de 1890 Mo XLII mm. 13.495 PRECIOS S E SüSCRICIÓN PUNTOS DE S0SCRICION ADÍSISÍSTBJLCIÓS, PaisM OAIiIiX DX LA. LXBXBTAS, 18, BAJO .: BABBID f'uentea y Capdoville, PÍHZ» del Pn'n''ipe Alfonso; Percando Fe, Carrera de San Jerónimo; Jan Martín, eaile da Oaixetas, y demás principales ub er'^s. Imse 8 „ tan personal y tan aventurada como esa, contra K> AStriroxos La correspondencia deberá dirigirse al Admioiatet* dor del periódico, D. Francisco Boronat, Libertad, 1^ bajo, Madrid. 2^0 se d e v a e l v e a l o s origriaales _ A la muerte del Cardona! Mazarino, los Secretarios de Estad» que tenían costumbre d(3 despachar con él, se diri^rieron al Rey, Luis X I V , que contaba entonces 20 años, y le preguntaron: —¿Con quién despacharemos mañana? Luis X I V . que desde su infancia había dejado los asuntos del Gobierno en manos del Cardenal, limitándose á observar y á aprender, respondió á los Ministros: —Conmigo. Y, en efecto, desde aquel momento, hasta su muerte, en 1714. se ocupó personalmente y sin descanso en despachar por sí los asuntos del Editado, con gi-an sorpresa d é l a corte, que le creía entregado á los placeres y sin la fuerza de volrntad necesaria p a r a un trabajo metódico y constante. D u r a n t e el reinado de Guillermo I, el Príncipe de Bismarck ha sido el único director de la política interior y exterior de Prusia. mas no sin lucha ni diñcultades. Aquel Emperador, alardeando de resolución y mostrándola en los campos de batalla, temía, como prudente, el peligro, vacilaba no poco antes de decidir, y se necesitaba con frecuencia la voluntad de hierro del Canciller para impulsarle á obrar. Conocida es la anécdota de la salvilla cargada de vasos, que Bismarck redujo á polvo cuando l a e n t r e AH^ta dp los Emperadores en Salzbourg, exclamando:—¡N.-cesitaba romper algo!—De tal modo había provocado su cólera la actitud de su Soberano en aquella conferencia, actitud muy diversa de la que él aconsejara. L a dimisión del Canciller, ya confirmada por los despachos telrgráíicos, prueba que, en la ocasión pres' nte, ni el Rey aguardó á la muerte de su primer Ministro para hacerse dueño del Gobierno, ni Mr. Bismarck ha acertado á dominar el dolor que le causab.a tener que ceder la dirección del mismo, ó que no ha encímtrado á mano salvilla ó aparador con el cual desahogar la cólera. • Tal suceso, a u n p i e previsto desde el término del último viaje de Guillenao, y varias veces anunciado, h a producido profunda impresión en Europa. A p a r t e de la persona del Pn'ncipe de Bismarck y de su posición de supremo gobernante y de arbitro de un gran Itnperio de cuarenta y siete millones de almas, hay que considerar su política durante los veinte años transcurridos desde que Guillermo I ciñó la Corona Imperial en la Galería de los Espej o s de Versalles; y no cabe duda en que esa política, d u r a y aun despótica en lo interior, impuesta en cuanto á lo ext.írior, por la necesidad de consolidar l a anexión de las provincias de Alsacia y de Lorena. así como la reciente unidad germánica, esa política, decimos, ha sido pacífica y garantía de la paz en toda E u r o p a . Con el suave y culto Federico I I I , terrible en la guPira cuando se llamaba el "Príncipe Imperial,, doctor de Ko'nigsberg, huuiano y dedicado á la ciencia y á la familia durante la paz. la conservación de ésta uo hubiese sido difícil, ora continuase Bismarck siendo dii'ector de la política imperial, ora hubiese tenido ipie ceder el Duesto á otra persona. Ctm Guillermo l í nada se puede asegurar. E s unr. personalidad que comienza á brillar con heclios pocfí menos sorprendentes é imprevistos que los de su abuelo Federico I I ; pero en vez de lanzarse, como él. sobre un territorio codiciado, utilizando el tesoro y los batallones que le legara su padre, vemos á Guillermo emular la reputación de filósofo que el morador de Sans Sonci ambicionó, para luego reñ'se de ella; y suscitar, no sabemos todavía si por convicción ó temeridad, si con valor ó con jactancia, el iiondo problema de la reforma social. Dos años de viajes, en los que ha recorrido por m a r y tierra muchos miles de kilómetros, largas meditaciones conten)phindo el cielo y el mar, lejos de les hombres v frente á Dios, según frase del pi'opio Guillermo I I . le han preijarado á la empresa (¡ue le vemos acometer. L a huelga de los mineros de Silesia acabó de decidirle, y salieron á luz los rescriptos de Febrero y la convocatoria á la Conferencia inteinaciíUiaj de B o l í n , ya inauí^urada. No se contentó Guillermo I I con emanciparse do la dirección política del Piíncipe de Bismarck, sino que desdeñando darle sucesor, ha reemplazado esa pí?rsonalidad, tan conocida y respetada en Europa, con la suya propia. Djsde este momento no quedab a al Canciller otro camino más que el de retirarse; lo que. atendiendo á su edad avanzada, puede ser p a r a siempre, á menos que los sucesos caminen con gran rapidez. ^.Peligrará al propio tiempo la obra del Canciller? ¿Correrán i'iesgo la paz en Europa y la propia unidad germánica? P o r de pronto la política pei'sonal de Guillermo I I aleja las probabilidades de conflict o s en el exterior. L a s dificultades que suscita el problema de la reforma social que ha planteado, deberán ser, en prim e r término, interiores, y requerirán durante much3 tiempo toda la previsión, actividad y cuidado del Emperador y sus Ministros. Aquel problema puede ser como el enigma de la esfinge y devorar al (jue no acierte á resolverlo. L o más grave en este asunto, á nuestro juicio, es que dicho problema ha revestido, desde los primeros miimentos, carácter internacional, y que no tocas las grandes naciones de E u r o p a se hallan en las condiciones que Prusia para arrostrar el peligro ijue encierra. Prusia, contando con la base de un gran ejército nmy disciplinado y regido p o n i n a nobleza adicta y beíicosa, podrá tal vez volver atrás, en caso de fracasar; mas ;,sucederá lo propio en Francia, ítMlia, Austria ó Inglaterra? El a<!ven¡miento á la vida pública y la mejora de la condición del proletariado ó cuarto Estado, que Guillermo IT, imitando el ejem|:)lo de triste recordación de Luis X V I . acaba de iniciar, ¿podrá verificarse pacífica y normalmente en aiiuellos países, ó será, como la revolución de 1789, la señal de una gran crisis social? N o anticiparemos el porvenir. Los hechos del día son bastante graves para embargar nuestra, atención. Bismarck ha desaparecido ile la escena política; una nueva personalidad, la de Gaillermo I I . le h a reemplazado, y esa personalidad tiene pensamiento propio y resolución y medios suficientes para plantearlo en sus términos principales. P o r ahora, y mientras duren las generosas esperanzas de mejorar eficazmente la condición de la masa proletaria, la paz de Europa parece asegurada. ¿Qué sucederá si la empresa fracasa, ú para contener el con'iicto en el interior, los Gobiernos ó los Soberanos no hallan otro medio más que el de provocarlos en el exterior? Tales son las dudas quo se ofrecen al discurrir sobre aquel hecho. Añadamos que ni en Inglatei-rn.. ni en I;,a'ia. ni ea la mism i Francia, donde el Gobierno parlamentario se li.il'a establecido sobre bi^^es t a n defectuosas, hubiese sido posible una política ia,so taüvmiñm 7 A 0,26 céntimos de peseta la Une» peqveSa. Seelamot, precios coiiTencionales. Parltí: lou Sres. Baavedra hermanos, 55, rué TAÍt'boCt^ 9ae tíeneu la «xclmira pu:« anonciotí ínuonam. APABTADO MÚM. 101 E PRÍNCIPE DE BISMARCK ia PBO'yryCUg 6 e „ 23 84 40 13 „ 46 48 80 Portugal, Gibraltar y Marruecos, el mismo piooio i9 proviiiCitií,, Laa tíuscricioceo hechas por comisionado, üanen ft'gia auiEeiito. Bijos da ÍV, Sevilla; M. Mórulas, Cádaz;P. Aguilar, Valeiicw, y Eudaldo Puig, Barcelona. HA13ANA.—H. Clemente Sala, O'Eeilly, 23, apartado S42, cable: Alá». EZTKAKJEBO PARÍS.—Abonnemeote et renouvellements, Mme. V«U« ve J . J3oyveau, rae de la ííanque, 22. Dirección telegráfica: "ÉPOCA—3JaADBID„ TÍIiBFONO NÍM, 39 ÍÍADBÍD 4 la cual el Príncipe de Bismarck protesta dimitiendo. No en vano un hombre como Cavour, que había gobernado bajo el régimen absoluto como bajo el con.>titucionaÍ, solía decir que "la peor de las Cámaras es preferible á la mejor de las antecámaras.,, ECOS DEL D T A No extrañe La Cnrrespondfncia Militar nuestra aspiración á que los Ministros de la Corona se limitt-n á dispoiier de las tropas para las atenciones del servicio, conferir los mandos, premiar los méritos y formar el presupuesto de su departamento, dejando las cuestiones orgánicas al cuidado de una Junta ó de otra institución permanente. Con pedir esto no hacemos más que acomo(iarnos alo que sucede en todas partes. Si no hubiera Juntas en Francia para entender en los problemas técnicos, ¿podría ser Ministro de la Guerra un ingeniero civil? Si en Inglaterra no hubiese un Generalísimo encargado de la organización y de otras muchas cosas, ¿podrían ser Ministros déla Guerra un paisano ó un simple coronel? Si no existiese en Alemania un Emperador investido de facultados discrecionales en el ramo militar, ¿seria concebible que nunca hubiera llesjado al Ministerio el ilustre Moltkc;? El cargo de Ministro de la Guerra es esencialmente po.ítico, y do ningún modo militar, como el cargo de Ministro de Estado no es tampoco exclusivo de la cañ e r a diplomática, pues en nuest-a misma patria le han liesempeñado un coronel y un teniente coronel. ¿No hemos visto también Generales Ministros de Fomento y de Haciend<i? Todo esto puedo hacerse sin infringir la Constitución, y por lo tanto, es preciso vivir preveuidos para el caso de que sean Ministros de la Guerra hombres políticos que entiendan po(!o ó nada de organización militar. Estamos muy ieio.s de des ar que tal hecho se produzca; pero siendo legal, no hemos da tenerlo por imposible. Menos debe tenerlo aún La_ Corrraponrlencia Mill'ar, puesto que, á ppsar de no haber saailo a cartera de la Guerra de manos de los Generales, á todos, excepto á uno, les ha acusado de ineptitud ó de falta de carácter. ¿Y qué adelantaría el colega, vamos A ver, aunque «^ ene uno, que tanto le satisface, le nombrasen Ministro? Dado nuestro régimen político, duraría poco en el poder, y sus reformas, apenas iniciadas, las anularía su sucesor, que es lo que aquí viene ocurriendo hace largos años. Desengañémonos de una vez: el decreto abusivo y de legalidad más que dudosa por mf^dio del cual se declaró un Ministro, hace cuarenta años, jefa supremo del ejército, fué un error deplorable que tarde ó temprano será preciso enmendar. Sólo en España se tolera á los Ministros de la Guerra ensayar sus personales ideas en la fuerza pública, cual si ésta les perteneciese en pleno y señorial dominic. Asi estamos de lucidos j - medrados. Varias Compañías españolas de ferrocarriles, anticipándose á los acuerdos de la Conferencia do Berlín, han resuelto gestionar del Gobierno que les autorice para cerrar los domingos y fiestas los despachos do pequeña velocid.ad, reformando al efecto la Real orden ile 10 de Enero de 1863, por la que se dispone que las refiuidas oficinas eítéu abiertas hasta el medio día. El servicio público no se perjudicaTÍa seguramente con esta me/lida, qno proporcionará el d.'scanso necesario á los empleados y obreros de la:! estaciones. Tan pronto como se supo el martes en la noche que había fallecido el Diputado por Motril S»-. D'IAZ Moren, pidió e,l General López Domínguez, ss'gúu dicen varios periódicos, que se le guardara la vacante para su amijro el Sr. López Muñoz. Frente á éste luchará el Sr. Martínez Roda, y acaso también el hermano del difunto capitáii do naviu D. Emilio Díaz Moreu; pero aunque la influencia de los últimos es grande, si el Sr. Sagasta seempeña, saldrá el izquierdi-,tíi, como ha salido en Albarracíu un cunero, que para tales hech'13 sirve la amistad de quien, se¿án dijorepetirlas veces, sólo luchaba por el éxito do sus principios, nunca por el de las personan. La política del Sr. López Domínguez, que es censurada por todos los que no son sus amigos, empieza á molestar hasta á los que lo fueron no há muciio. El Remmen escribí uulargo y sabroso artículo, del cu»! son estos párrafos: "Caliente aún Í 1 cadáver del Sr. Díaz Moren, una turba de pretendientes á Die.utado á 'Jortes comienza á mover el peso de sus influencias para representar el distrito de Motril. Algunos de ellos no tenían idea anticipada sobre este distrito, ni lo conocen siquiera de referencia, ni han pretendido en momento alguno sus sufragios. Buscaban un distrito, y una vacante de sangre les tienta ahora con la codicia de obtenerla. Buena prueba da ello que al alimentar estas esperanzas no tratan de realizarlas comunicándose directamente con los electores ni con los amigos del Sr. Díaz Moren, sino que apelan á sus amistades políticas, y poniendo en juego todo hnaje de influencias, solicitan del Gobierno, cuál humi'demente, cu'd con soberano imperio, el regalo de una representación en Cortes.,, Lo mismo sucedió en Albarracín; pero entonces loa periódicos liberales callaron, ó dijeron lo menos posible, y eso que el Sr. Aguilera ni de nombre conocía ese distrito, y el COUÍ ervador Sr. Tello Amondareyn es hijo del país. Pero, en fin, El Rfnumm escribe una gran verdad cuando afirma, en presencia de este caciquismo insoportable, que lo quo entiende todo el mundo es que vale más no tener sufragio universal, que tenerlo en condiciones de que pueda desacreditarlo aquel que lo practique. Veremos si e\ Sr. Martínez Roda, candidato conservador por Motril, y hombre de influcicia en el di-trito, tiene la fortuna que le deseamos; aunque es difícil, porque este Gobierno que se plega tan fácilmente á las complacencias izquierdistas, no sol extiende su tolerancia á las luchas entre presunto-i fusioni^tas y adversarios couvencidf s, sino que en Navalcarnero y en San Martín de Valdeiíflesiaí', donde luchan dos adicto» para la diputai ion provincial, el peso de la influencia oficial se ha dado 4 una con to lo lujo de ameuazis y coacciones, cuando lo lógico era que el Gobierno permaneciese neutral entre les dos. Deúdidamente, el Sr. S.igasta y su Ministro de la Gobernación, ó mandan hacer estas alcaldadas á sus delegados, ó no saben lo que pasa á su alrededor. D's todos modos, ¡qué manera de gobernar y de herir á los pueblos Durante el viaje á Clairvaux de S. A. la Condesa de París, permanecerá en Villamanrique el Conde de P a rís, quien, al regreso de su esposa, marchará á Inglaterra. Se habla del probable enlace de la Princesa Elena (que está en Sanlúcar al lado de su abuela la Duquesa de Montpensier) con el Príncipe Pedro de Alcántara, primogóaito de los Condes de Bu. El Duque de Chartres, que llegó aver mañana 4 esta corte, tuvo el honor de almorzar con la familia Real. PARÍS-MADRID 18 do Marzo.—Un tiempo espléndido, violetas en todas las esiiuinas de IJÍS calles, una multitud increíble en las carror.is y en el B is de Bmlosrnñ, u 1 domingo con sol y un Miriisterio nuevo... ¿qué más puede apetecer un parisiói ? Dicen que este tiempo tan hermoso no durará más que algunos días. Es i¿;ual. £1 público lo aprovecha, j después de un invierno tan duro como el que hemos pasado, Salimos todos á la calle á ver el «ol, cuya ausencia nos ha ttmido tan tristes. : A la hora en que escrib) esta carta, puede calcularse en más de un millón la cifra do los parisienses que se yau al campo. El campo en París, en primavera, es delicioso; árboles y agua por todas partes. Me recuerda esta admirable decoración nuestro incomprensible placer e.spañol de tener la corte en un secarral; me recuerda también el odio que tenemos á las árboles. Hace tres ó cuatro años, el Ayuntamiento de Madrid quiso plantarlos en la Puerta del Sol, y pareca ser quo ¡¡el comercio se opuso!! Cayó Tirard, y se alegró todo el mundo; y vuelve Constans al poder, y se alegra todo el mundo 'también, porque Constans es el hombre de la situación y el único que queda en la política francesa, que carece de hombres" notables. Recorílarán los lectores mis telegramas del mes pasado. Desde el momento en que Constans dimitió, consideróse al Gobiernocomo mm-rto. El nuevo Pré.sidente del Consejo es M. de i reycinet, un paisano á quien todo el mundo suplica que no deje el Ministerio déla Guerra, y los Gerierales los primeros. ¿Qaién no recordará ¡o que se dijo en España una vez que el Sr. Cánovas desempeñó interinamente la cartera de Guerra? Y, sin embargo, á juzgar por lo que aquí sucede, un hombr&*ivil, sin mira alguna personal, organizador y patriota, puede ser mucho más útil al frente del ejército que todos los Generales juntos... • S,jTendremos, pues, en la semana p-óxima nueva declaración ministerial, y aquí vendría bien aplicar la fiase de aquel D. Jo quín Bürrutia, cuando querían leerle uu programa de Gobierno. "¡Lo conozco!—decía;—¡desde el año 2.3, todos dicen lo misino!,,. Aquí en Eraucia t ido se arregla con Frfi.yoinet, Tir a n ! ó Fioquet. Si este Mini;;terio uo^ia resultado, volveremos al relojero de doublé, como le llaman á Tirard los radicales y los conserva^ioreN; y ai este vuelve á caer, ensayarán otro Ministerio Floqust; y en esta disputa vendrán los perros. Si creen esos lectores qne de todo ello les importa algo á los parisienses, se equivocan mucho. Los paririsienses son comerciantes, banqueros, artistas, propietarios, rentistas, músicos y danaantes, y la política les horroriza. Lo mismo cantan el euuplá qne eleva á la categoría de conquistador á Bouianger, que el que le pone de vuelta y media. ' El acontecimiento más notable de la semana no ha sido la crisis, sino la Mi-carime, es decir, la fiesta de ¡as lavanderas. París se echó á la calle, los carroa, llenos de máscaras, de flores y de mujeres en carnes, invadieron el boulevard, y para que nadie se librara del espectáculo, que sólo se ve pagando, las empresas echaron al boulevard ó las cancanistas más célebies; de modo que la Qiiulue, encima de un gran carro ileso de mujeres en «irtíWoí, bailó, de la manera que ella acostumbía á hacero, delante de la población. En la enquiña de la calle Drouot pudimos hacer observíicioiies muy curiosas; por ejemplo, entre los apretados fespecra.lcres qu^ contemplaban este edificante esosotácnlo, hibíatodo un colegio pre.sidido por un cura, ¡listo es I-.' quo se llamayíí» de «.ic/t! C>entro de pocos día-i se abiirá al público la torre Eiffel, que ahora será exclusivamente para nosotros los habitantes de París. Se podrá almorzar holgadamente en el primer piso ó tomar uu bañó de airo en el tercero. Toda la torre ha sido repletada, prepitrada de nuevo paiM recibir visitas. Allá, en lo alto, un verdadero salón de lectura, un teléfono, una estación telegráfica, uu reposo a l a s fatig;>s de la vida parisiense, que es vertiginosa. Desdo allí podrán ver ó adivinar loa legitimistas el panorama do Clairvaux, donde el Duqu.j de Orleans purga su condena. L\ carta que ha dirigido al Duque de Deaudoville uo puede ser más elocuente en su sencillez. Piíle en ella que no se ocupe nadie de su indulto; ponpie la prisión, —dice,—es menos dura que el destierro, porque la prisióf es la tierra de Francia. ¡Qué contraste con la conducta de Boulanger, escondjrlü allá en Jersey, adonde se fué sin que nadie le desterrara, y por puro miedo! El Gobierno entre tüuto, es decir, el Gobierno que cayó ayer, se empeñaba en dar popujariiad al ilustre prisionero. Dos agentes de la policía esperarím ayer la llegada del tren de lujo de Londres y se apoderaron de dos Ohjas que contenían una gran cantidad de fotografías del Duque. El corredor de comercio que las traía Eira vende.rias en París fué detenido durante una hora, eclaró que traía ios retratos para venderlos y que no creía que eso estuviera prohibido. Se le puso en libertad, pero las cajas quedaron decomisa ias. Es de esperar m e Mr. Constans. hombre práctico y de muy buen juicio, dará fin á la situación anormal e'u que el Príncipe se encuentra, y la opinión confía en que uno de los primeros actos de! nuevo Gobierno será poner en libertada! Duque de OHeaus, medida 'tjue todo el mundo aplaudirá segunimeote. Quisiera hablar de los teatros en esta carta, pero nos ofrecen uuas novedades tan viejas y unas comedias tan insulsas, que no vale la pena. Además, la amistad que me une con los autores de esta semana anterior me obliga á callaraie, con lo cual digo bastante. Un acto de Philippe Gilíes en la Comedia francesa reunió la otra noch) en la clásica sala á toda la literatura contemporánea, y el gracejo y la habilidad del popu lar autor dramático se demo.straron una vez más. Philippe GiUe'í es, además de uuo de los autores más queridos del público de París, un hombre amabilísimo, á quien no se le conocen enemigos. Ea la redacción del Fígaro es nuestro mejor camarada, y por lo que á mí se refiere, soy, además de su buen amigo, su vecino, porque su lindo hotel está al lado de mi casa; de modo que la vecindad y el compañerismo han establecido entre nosotros dos, cada uno autor dramático en su país, una relación que es para mí preeitsa por la bondad del carácter y la nobleza de sentimientos de este colega. Su triunfo no ha extrañado á nadie, porque el autor de JLO.S Mrfionsros, comedia que se ha reiiresentado en todos loa teatros del mundo, es un maestro. St. comedia en un acto es bien superior á las operetas y vaudevilles que hemrs risto en la semana, y qne son todas á cual más verdes, porque el género verde lo invade to lo, y ya no hay obra diamálica posibte sin inconveniencias; pero el siglo acaba así, según parece, y hav que conformarse á los tiempos en que se vive. Poca animación entre el mundo que se divierte á puerta cerrada. La estación de las fiestas y saraos comienza aquí muy tarde y hasta el mes que viene no habrá grandes bailes. Al paso que vamos hará entonces tanto caler como en .A.gosto. El termómetro m^irca b w vaiuridós grados k la sombra. Et'tBBlO DLAICO. Conversaoiones políticas. Pocas novedades registramos en las últimas veinticuatro horas que sean dignas de recogerse. La política abrió un paréntesis, que se ha cerrado hoy, y hoy empezarán de nuevo las agitaciones económicas en las Cortes, los cabildeos eh loa grupos de la mayoría y el tfije maneje,,—pase la frase,—de los que estando en disidencia con el Gobierno y viendo á éste en sus postrimerías, no se atreven ni á dejarlo en paz ni á tolerar en silencio sus faltas. Terminó anteanoche on el Congreso ol debata sobre ia enmienda al art. 77 de la le.y de! sufragio. Después de vanas rectificacione.-i, el Sr. Prieto y Caulea retiró la enmienda, y el Sr, Fernández Villaverde hizo constar de nuevo que la minoría conservadora entiendo, con la Comisión, que el art. 4 ° del dictamen no se limita á prev'-r el ClSod^ los HÍU lat'S, .sino q m .se refiere también al d i la proclamación por el Congreso como remedio extraordinario y supremo, elevando k derecho el hecho ó precedente que ya existía. Los Sres. Alvear y Allende Salazar pidieron constasen sus votos con las minorías en las votaeíope.s de los artículos del presupuesto y tse levantó la seaióu á la. ocho y veinte. El Presidente del Consejo dedicó la tarde de ayer á lo que la destinaron la mayor parte de los españoles :4 hacer visitas do febtación. Estuvo en casa del Marqué.^ de la Habana, del señor Canalejas, del Sr. Albareaa, del General López Domíeguez y algunos otros. Tiuiuión vio al Marqués de la Vega de Armijo, que continúa enfermo. Después se retiró á su domicilio, donde le visitaron las personas que componen su habitual tertulia. El Ministro de la Gobernación asistió á su despacho .y confi-renció con la Comisión de Valencia, con el Gobernador de esa provincia y con varios Diputados. La combinación de Goberualoren que el jueves próximo se pondrá á la firma de S. M.. según se dice, tiene por base los Gobiernos de Valencia, .viálaga, Coruña, Pontevedra y Salamanca. El Sr. Fiol ha tropezado en las disidencias del fusionismo de la ciud.ad del Cid: el Sr. Oliver se ha hecho, á creer á los fusicmistas, incompatible en Málaga: ios demás hnn tenido rozamientos más ó menos graves. No parece que habrá más que dos ce.sante.-: para reemplazarlos se habla de dos jóvenes de la mayoría, porque el G-abierno necesita dos distritos más, si ha de cumplir las exigencias que tiene. Parece que existe divergencia entre algunos miembros áú Gabinete á propósito del relevo del Capitán general de Fdipinas. Se dice que el Sr. Sagasta está decidido á so.stener k todj trance al Sr. Weyler. La discusión de la ley electoral quedará terminada, en cuanto á su articulado se refiere, mañana probablemente, después de debatidas tres enmiendas que hay pr--lentadas á las sanciones penales. Después vendrá la r1iscu.sióu que plantee el Sr. Silvela sobre la dis'-lución de los Ayuuramientosy Diputaciones provinciales, una vez que la ley quede sancionada, y po- último la del Sr. Labra acerca de la reforma electoral de las Antillas. Estos dos debates quedarán ultimados en toda la semana próxima. La Comisión general de presupuestos ha aprobado en principio las modificaciones introducidas por el Duque de Veragua, comprometiéndose el Sr. Moret á celebrar una conferencia con el Ministro antes de redactar el articulado general de la ley de presupuestos, para ver la manera de armonizar los distintos criterios que se han tnanifesta lo en el seno de la Comisión. Los individuos de ést.i, Cres. Fabra, Cañellas y Navarro Reverter, no estáu conf )rmos con algunas de las alteraciones propuestas por el Duque de Veragua, y se reservan su libertad de acción. También la Comisión quo entiende en el proyecto de reforma de la ley del Estado Mayor general del ejército se ha reu'-ddo para escucharla lectura de la ponencia del . r. Ochando, que fué aprobada, y que parece se convertirá en dictamen, del cual, según dicen, resultan algunos beneficios para el i'Jstado, en oí que se indican refirmas cuyos efectos alcanzan hasta á los coroneles. El conflicto de Cádiz uuedj darse por resuelto, pero tardíamente, para que no se agradezca. El Consejo superior de Sanidad ha acordado informar que puede suprimirse la cuarentena raientrasno traiga uateut-ii sucia el i arjo, sustituyéndola con la simple de.-iufeceióu. El Sr, Ministro déla Gobernación se conformó con el parecer del Ccuisejo, y hoy mismo ha dictado las órdenes correspondientes. El secretario del Gobierno civil continuó ayer instruyendo el expediente firmado en la Diputación provincial. El Marqués de Sardoal parece que ha pedido declarar en dicho ex;>ediente. Díceíe que también se tratará de aclarar lo que haya de cierto en ias acusaciones que, referentes á uu ferrocarril provincial, hizo un Sr. Diputado, asunto interesante .V de más importancia que los que han dan dado origen á la visita del secretario del Gobierno civil. En el dictamen de la Comisión del Congreso sobre el proyecto de ley remirido por el Senado, reformando la constitutiva del Estado Mayor del ejército, se concede un plazo de tres meses, improrrogables, á los coroneles que estén en condiciones de pasar á la reserva como Generales de brigada, para quo lo soliciten: se concede un abono de cuatro años de servicio á los coroneles procedentes de la clase de tropa para aspirar á aquel pa m á la reserva, y se declara que este derecho de pasar los coroneles á la reserva como Generales de brigada caducará el año 1S92. L A VIDA MADRILEÑA U NA~ O DA Una boda es siempre uu espectáculo interesante. Las muchachas esperan con ansiedad el momento de pedir á ia desposada el ramito de fl ires do azahar que, prendido más tarde sobre su pecho, parece ser símbolo de felices augurios, y las señoras o.ven siempre con atención la Epístola de San Pablo, comentándola para sus adentros. Cuando, como ayer sucedía, sábese que á los atractivos naturales de la ceremonia van á unirse los de un hermoso cuadro debido á la iniciativa de quien la tiene tan feliz como el Sr. D, Pedro Pastor ,y Laudero, claro está que el iat. res sube en gran escala. Nuestro querido amigo al apadrinar la b a l a de su sobrina la Srta. D.* Isabel Pastor y Williams con el distinguido caballero a nericano D. Federico de la Madriz, boda que se celebró anoche en su casa, derramó por todo su recinto, con verdadera prodigalidad, aquello que tiene en más estima: sus flores y sus plantas. Bien puede asegurarse que el ambiento que en aquellas suntuosas estancias respirábase era un puro y delicado aroma. En la escalera veíanse hermosas plantas, dignas compañeras délas que han obtenido los primeros premios en tantas Exposiciones. Y en la ca.sa, decorada con ricos objetos de arte, presentados con ese exquisito buen gusto qne es per,ioual y exrraño de igual modo á la fortuna que al arte del más afamado tapicero, las flores encontrábanse por todas partes en maravillosa profusión. Pastor y Landero había prometido que todas las mnjeres que presenciarían la ceremonia serían bonitas. Justo es decir que cumplió exactamente su palabra. Era, en verdad, de creer que quien ha organizado tantas Exposiciones d.í fl.ires, sabría convocar también un concurso de bdlezas. Tal fué el reunido en sus salones y en el que ocupaban, por derecho propio, lugar preferente, su bella esposa y sus sobrinas las Srtas. de Pastor y Williams, hermanas, de la novia. A la derecha de la antesala se abre la estufa, llena de ejemplares rarísimos de una flora admirable. En el centro habíase levantado el altar, con tan exquisito arte adornado y di'Spiesto, que 110 parecía sino una planta más. Las mismas velas rizadas que despedían ricos resplandores sobre la efigie de uu Cristo de marfil, tan blancas eran que parecían formadas con hojas de rosas albas ó con pétalos de gardenias. Detrás, como dosel esidéndido, surgía na árbol de Ciimeliíis, y en torno destacábanse en cestas lindísinws adrair-ribles li'as blancas, [ireciosas girdenias, camelias y fl )res de azah.^r, forman lo uo marco digno, y de color igual ftl de laa galas virginales de la encantadora novia. Sobre la estufa vertían suaves reflejos luces de ga4 envueltas en pantallas de color de rosa, cuyos resplaa» dores producían un efecto fantástico. Se revistió el sacerdote,—D. Manuel Picazo, cur» ecónomo de la parroquia de la Concepción,—las sagradas vestiduras, y sobre uu rico paño bordado de oro, aproximáronse los novios al ilumiI ado altar. La hermosura de la desposada re.splandecía entonces en todo su esplendor. Vestía magnífico traje de raso blanco, bordado de perlas, regalo de su hermana la señor* de Bertrán de Lis, y envolvía su alta y esbelta figura en les pliegue 8 de su velo de novia, como eu el aibo seno de una nube. En aquel instante las luces de gas palidecieron y ap'ireció la estufa iluminada por un gran reflector d s luz eléctrica, que circundó á la desposada en na aimbo de apoteosis. A la vez un sexteto, oculto éntrelas plantas, dejó oir las tenues cadencias de una suave melodía, cuyas notas pareí ian ir sosteniendo blandamente loa acentos graves del sacerdote al leer la Epístola de San Pablo. Era, en verdad, la escena de encanto iticompara ble. N idie so ha casado en Madrid más artísticamente que la Srta. de Pastor. Tan numeroso concurso realzaba con sn presencia la interesante solemnidad, que la novia no hubiera tenido bastante con las flores de azthar que la adornaban para dar á todas sus amigas el recuerdo clásico d.í aquel instante feliz. Pastor y Landero lo había previsto, sin embargo, todo. Junto al rico altar veíase gran número de ramitos, hechos con las simbólicas flores del naranjo. La novia fué luego cambiándolos por calurosos plácemes, en los queTse traducía el deseo de que laalfumbr» de flores que en aquel momento pisaba sea el símbolo de las que ha.yan de salir á su ])aso en el sendero de su vida, yaquells: música deliriosa que acariciaba sus oídos entonces, sinfonía de halagadores murmullos que no terminen jamás. Aun el mism 1 programa de las piezas que fué ejecutando más tarde el sexreto, parecía fonnadít ñor gratas salutaciones. En él figuraban la polka de Fahr0.íoh Saluda A In JHVt'ntud, herinosament.e simbolizada por la novia; un vals de Metra, Enperanza, palabra dulcísima, cuyas sílabas de oro vibran con áus m i s apasionados ecos en los oídos de la mujer al confiar su mano á la del hombre que será el compañero de su existencia; Souvmir, en el momento en que y& lo es toda una vida de soltera, y, en fin, Chimpagne, cuando en el comedor, —adornado con taiices qué representan escenas deí Quijote s en cuyos aparadores lucen magnificas bandejas de plata repujada,—alzábanse las copas llenas del espumoso vino para brindar por la eterna dicha de loa rbcién casados. A p a d n n a r 0 n a l o s n o v i 0 3 l a S r a . d e Bertrán d e L ' S y el Sr. D. Pedro Pastor y Landero, y fueron testigos el Subsecretario do la Presidencia, Sr. Viilanueva; el capitán de navio y secretario del Centro técnico de la armada, D. Luis Pastor; D. Alvaro Bertrán de Lis, y D. Ramón de Cárdenas. Al acto asistió oficialmente, d juez municipal del diátrita de Baenavista, Sr. Doiniuguez Alfonso. Entre la concurrencia, que era tan numerosa como selecta, veíase á las Duquesas de Vistahermosa, del I n fantado, Tetuán .y Santoña; Marquesas de Arzarcollsr, Bueno y viuda de Guadalmiiia; Condaaa de írsmzo, y Sras. y Srtas. de Rodríguez Arias, Viilanueva, Cobo de Guzmán, Spottonio y sobrina. Infantado, Topete (I>on Juan .Andrés), fíóñez Topete, Gordon, Lersundi, Pastor y Landero (D. Luis). Fesser, Starico, Bertrán da Lis, Blanco, Cárdenas, Padilla, Ija Madriz, O'Donnell, Pa-tor y Mora, Iranzo, Dacarrete, Brockinaun, Esteban, Retortillo, Almagro y Tengol, entre otras muchas. De hombres estaban el Embajador de Francia monsieur Carabóu, el Vieealmirante Rodríguez .4rias, el General Marqués de Ea>d!a, los Duques de Vistaher» « mosa y de Santoña, el Mini-tro de Méjico y el primer Secret.irio de la Legación, Sr. ZVMIÍI, les Sres. Dacarrete, Rodríguez Giirrea, {^oue.e de Gomar, Perreras. \ r i ño, Ai)tequ(a-a, Gutiérrez Abascal, Aomoieo, Dr. Haussei. Marqués de Arzarcollar y otros muidlos. Durante la fi*sta alternó con el sexteto la orquesta de guitarras y bandurrias que dirige el Sr, Más. Dentro de pocos meses, en alguno de los del próximo invierno, se repetirá la misma ceremonia en aquella casa, cuando una hermana de la que es ya señora de la Madriz, dé su mano á un joven y apuesto ofioial de la Armada. Anoche, al concluir la fiesta y desfilar todos los invitados, María Pastor, otra de las hermanas, y de las más encantadoras, por cierto, se colocó en la antesala delante de un alto sitial gótico. Dijérase una reina que había encontrado su trono. La fiesta de anoche fué, en suma, espléndida. E n el 6)(//Ví, naturalmente magnífico, sirriéronse exquisitos manjares, vinos de primer orden, pa-stas .y helados profusamente. El grand charmeitr de Pastor y [jandero trasladó anoche á sus amigos á un escenario digno de los cuentos de Las mil y una noches. Los Sres. de La Madriz h.in salido para Aranjues, á donde llegará mañana á saludarlos, coronada da flores, la primavera. MASCARILLA. Despachos telegráficos DEL SERVICIO PARTICULAR DE "Li ÉPOCA, Ii« dimisión del IPrinoipe de Bismarck. ROMA 20 (10 mañana).—Reina gran agitación en los círculos oficiales de esta capital con motivo de la dimisión del Príncipe de Bismarck. Créese que la retirada del gran Canciller, cuyas r s laciones personales con el Sr. Crispí tanta influencia teman en la marcha política exterior de Italia, pudiera coutribuir á debilitar la alianza ítalo alemana, tanto más cuanto que los amigos de la aproximación k Francia han de arreciar aliora sus trabajos en este sentido. No menor que aquella inquietud es la producida pop este mismo hecho en su relación con la Constitución del Reichstag, pues dada la importancia del partido católico y la falta del contrapeso de la acción oficial del Canciller, no sería difícil que aquél intentase pl; n teor la cuestión romana, en la cual podría contar coa el concurso de Austria.—C. E l B e y D. F r a n r l a o o e n N&poles. NÁPOLKS 19.—Hace cuatro días que ha llegado á esta ciudad, precedente de Palerrao, S. M. el Rey Don Francisco de Asis. Viaja de riguroso incógnito con el nombre de Sr. Palrminos y se encuentra alojado con su servidumbre en el hote' Royal. Los periódicos no han advertido aún su presencia. Se espera en el puerto el clipper espafíol Nautilus d e paso para el Mar Negro, á donde se dirige en viaje ám instrucción. También se espera de un día k otro al Sr. Duque ^ Bivona. (De la Áffeucia Fabra.) (DE AYER) El programa del Gobierno francés. PATU'S IS.—El Gobierno ha leído en la Cimara «u programa, en el cual se dirige un llamamiento k toda» las fracciones del partido republicano para fundar una Repúbl'ca de verdadera amplitud .y tolerancia en eí seno de la ]iaz- El Ministerio se asocia al pensamiearto del país, que aspira á una protección más eíioaz p.ara, la agricultura y el trabajo nacionaica. Qrdere consei-Vii,r libertad de acción para cuando espiren los tratados d« comercio en 1892, y poder fijar entonces los aranceles de A luanas; y termina 1 xpres8nda.8U solicitud por las clases trabajadoras á fin de mejorar su suerte. Aspira, pues, á ser un Gobierno en la verdadera acepción de la palabra, dando impulso k los negocios públicos, para