LA AUTONOMÍA UN VALOR UNIVERSITARIO Noé Jacobo Faz Govea Cronista del Plantel “ Sor Juana Inés de la Cruz “ de la Escuela Preparatoria. Éranse una vez seis cieguitos y un elefante, al sentir uno de ellos una pierna dijo: este animal se parece a una columna… el segundo al tocar el rabo lo comparó con una soga… uno más al recargarse sobre el costado del elefante comentó, no… esto se parece a un muro y los tres restantes que tocaban las orejas, la trompa y los colmillos con igual convicción aseguraban que se parecía a las velas de un bote, a una manguera y el último a una lanza ¿Por qué este ejemplo al tratar de analizar a la autonomía como un valor universitario? Autonomía Institutense? ¿Que es la ¿Es lo mismo ser autónomo que tener autonomía? Estos cuestionamientos surgen, ya que al hablar de autonomía universitaria existe una gran desinformación que va desde creer que la autonomía es un poder absoluto para hacer lo que a cada quien le plazca, hasta creer que la autonomía es un concepto que está fuera de contexto en tanto que las universidades nunca han dejado de depender económicamente de otros organismos superiores. Ahora bien, desde el punto de vista etimológico se llama autónoma a la sociedad o entidad que se rige por su propia ley, es decir, que no depende de una norma que no sea la suya. La autonomía sin embargo, no es soberanía, ya que las universidades en ejercicio de su autonomía gozan de la facultad de decidir sobre sus asuntos, pero están sometidas a la soberanía estatal. 1 De esta forma la autonomía universitaria se enmarca en el concepto de descentralización, que puede ser de dos clases: descentralización política, que da lugar mediante un pacto a la forma federal de Estado, y descentralización administrativa, que de ordinario existe por razones de eficiencia operativa. El artículo 73 fracción XXV de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEEUM), regula de manera expresa que el Congreso de la Unión tiene como facultad la de: establecer, organizar y sostener en toda la República escuelas rurales elementales, superiores, secundarias y profesionales. Este mismo ordenamiento (CPEEUM), con fecha 9 de junio de 1980 eleva el principio de autonomía universitaria a rango constitucional, adicionándole la fracción VII al artículo tercero. De esta forma se establecen los señalamientos normativos que le dan forma a la vida universitaria como institución, refiriéndose en forma estricta a las universidades y demás instituciones de educación superior que se sujetan a este precepto constitucional. Es con base a este rango constitucional que ostentan las universidades y el proceso histórico de luchas por conquistar el ideal en donde encontramos el valor que representa la autonomía, ya que es el medio por el cual las universidades ejercen la discrecionalidad necesaria para desarrollar el contenido académico de acuerdo con sus múltiples capacidades creativas y esto, no fue otorgado pacíficamente, sino que fue un logro alcanzado por y para los universitarios quienes obtuvieron con esto la libertad para expresar y discutir las ideas. El único límite que encuentra es el orden público, el interés general y el bien común, por lo que siempre debe estar regida por criterios de racionalidad, que impiden que la universidad se desligue del orden social justo. En sentido estricto el concepto de autonomía no es nuevo, ya que podamos remontarnos al siglo XI en la Universidad de Bolonia en Italia, donde aparece primero el término de “universitas” y en forma 2 connatural una organización en donde los alumnos participaban activamente en la selección de sus profesores y en las asignaturas que cursaban. Para el siglo XX ya en nuestra época, en Latino América encontramos una gran revolución intelectual cuando el ilustre Justo Sierra Méndez restaurara a la Universidad en México pronunciando en su discurso inaugural: “En la antigüedad se enseñaba la ciencia diciendo aquí está aprendedla, ahora yo les digo la ciencia aquí está descubridla” Para 1918 en Córdoba Argentina se inician movimientos estudiantiles cuyas consecuencias van a llegar a México. Cien años después que el doctor José María Luis Mora luchara por la educación liberal y se creara el Instituto Literario del Estado de México, en Córdoba, Argentina se exponía que la lucha en las universidades se exigía ya que "Las Universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y lo que es peor aún, el lugar en donde todas las formas de tiranizar e inestabilizar el espíritu hallaron la cátedra que las dictara”. “Las Universidades han llegado a ser -se decía- el fiel reflejo de sociedades decadentes, que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático". Este movimiento si bien alcanzó la misma resonancia en todas partes, no tuvo el éxito que había logrado en la Argentina. Los movimientos estudiantiles eran mirados con hostilidad y sofocados con violencia por las dictaduras, militares, que en el México de la época salvo casos excepcionales permitieron al estudiante expresar libremente sus ideas como fue la oportunidad de transformación brindada por José 3 Vasconcelos Rector de la Universidad de México para 1920, llegándose a organizar un Congreso Internacional de Estudiantes teniendo una favorable participación las representaciones de México, Argentina y Chile. Estos antecedentes, además de la situación económica, política y social sirvieron para que en 1929 después de un conflicto estudiantil se expidiera la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México con una autonomía universitaria limitada. Sin duda la participación del estudiante del Estado de México en los eventos que ya se han mencionado tuvieron eco en el sentir general de la vida institutense, a partir de 1934 se inicia una lucha que dura 10 años para liberar de la opresión a la educación institutense por parte del gobernador del Estado ya que el director del Instituto nombrado por él seguía sus instrucciones, ante esto habría que señalar las buenas actuaciones de algunos de ellos, sin embargo no existía libertad en la educación ni para profesores ni para los alumnos. En 1934 se inicia una lucha en donde participan líderes estudiantiles tanto de profesores como de alumnos. Este movimiento aun cuando dura diez años al final cuenta con la participación de la sociedad en general y grupos obreros de apoyo, lo que obligò al gobernador del estado Isidro Fabela a otorgar a partir de 1944 la autonomía, convirtiéndose así en Instituto conociéndose desde esa fecha Científico, Literario, Autónomo por sus siglas como ICLA, que se transforma para 1956 en nuestra querida Universidad Autónoma del Estado de México. Ha de destacarse que muchos fueron los que participaron en este movimiento pero han de recordarse a los profesores Juan Josafath Pichardo Cruz y Carlos Mercado Tovar, ya fallecidos, siendo el Profr. Josafath Pichardo en 1956 el primer rector dela UAEM, por los alumnos encontramos a José Yurrieta Valdés quien actualmente es profesor 4 universitario, correspondiéndole la gloria de ser el decano de la Universidad Autónoma del Estado de México. Mención especial para Ladislao S. Badillo estudiante que se adelantó a su tiempo y que se convirtiera en un autentico líder social cuya labor en busca de la autonomía institutense fue acallada a balazos y arrastrado su cuerpo por las calles en una fiesta de pueblo a la usanza de esbirros que el gobernador del Estado mandaba. Fueron momentos de hostilidad y violencia, de golpes, de maltrato, de encarcelamientos y de muerte, por esta razón nuestro reconocimiento a aquellos que no han sido nombrados pero que viven en la memoria colectiva de los universitarios de ahora y de siempre. Esta es nuestra historia y en ella se encierra el valor de la autonomía que ahora gozamos, aun cuando la idea liberal de la enseñanza ha sido superada y actualmente la educación constituye una función social a cargo del Estado. En la Exposición de Motivos de la Ley de la UAEM encontramos: La universidad pública mexicana es una organización social de naturaleza académica que tiene como finalidad la generación, transformación y preservación del conocimiento. En términos jurídicos concretos la autonomía se materializa en la posibilidad de regirse por autoridades fundamentalmente, en propias e independientes, y darse dentro del ámbito académico sus propias normas, para el desarrollo de la libertad científica. De esta forma, la autonomía es la facultad que poseen las universidades para autogobernarse - darse sus propias normas dentro del marco de su Ley Orgánica y designar a sus autoridades -, para determinar sus planes y programas dentro de los principios de libertad de cátedra e investigación y, para administrar libremente su patrimonio. 5 De esto se desprenden conceptos como: libertad del pensamiento, libertad para autodeterminar su futuro, libertad para administrar su patrimonio, pero sobre todo libertad para el examen y discusión de las ideas. La autonomía como proceso histórico nos lleva a encontrar las respuestas planteadas al inicio de este escrito, nos lleva también a sentirnos parte del todo universitario ya que el sentido de pertenencia no sólo nos hace identificables sino que nos da la seguridad de ser parte, pertenencia e identidad universitaria por tanto son dos elementos clave cuando orgullosamente comprendemos el valor de la autonomía institutense. 6