EL CAIMÁN CIENAGUERO

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EL CAIMÁN CIENAGUERO
El caimán cienaguero
Flor Romero
A: José Manuel Bonet Locarno
Serían las 7 de la mañana cuando las niñas Virginia y Tomasa revolvieron el
talego de los juguetes en el cual sobresalían, una muñeca de palo y un perro
forrado en algodones blancos,
cuando se escucharon las voces del padre
pescador, Arnulfo y la madre, Consuelo:
- Cuidado con acercarse al caño. Es peligroso. Consuelito, cuida a Tomasita,
tan pequeña…..Ella no sabe lo peligroso que es este caño.
No se preocupe, mama: Nosotras sabemos correr y cuidarnos- respondió
Virginia, la mayor, que apenas con 7 años ya comenzaba a ir a la escuela.
- Además, no vamos a meternos al agua, es solo aquí en la orilla en donde
jugamos.
El perro Lalo lanudo, con huecos por los picotazos que le daban los patos,
corrió hacia la orilla a beber del agua embarrada.
- Ay Lalo le he dicho que está prohibido beber aquí. No ve que se lo puede
llevar la corriente-lo previno Tomasita
Pero el perrito persistió y llenó su barriguita de agua.
Una pareja de mariamulatas saltó a comerse el manojo de zancudos que
revoloteaban. Los atrapaban al vuelo, con certeza. Luego se encaramaron a la
palmera vecina al rancho de bahareque de Arnulfo.
El caño de la ciénaga estaba plagado de caimanes aguja. Con frecuencia los
veían salir a asolearse a la orilla y ahí permanecían horas, hasta que se tiraban
al agua a devorarse un róbalo asustado, una merlusa animada, un lebranche
triste o, una mojarra blanca.
Los niños les tenían miedo a los caimanes, y por eso nunca se les acercaban.
Virginia puso a caminar la muñeca de palo a pasos rápidos y Tomasita la siguió
con la mirada. Iban caminando parejo con la muñeca, cuando sin percatarse
que un caimán las espiaba desde la orilla del caño, Tomasita se adelantó para
dar de beber a su juguete, y se resbaló en la orilla. Perdió el equilibrio y cayó al
agua. El caimán aguja saltó de una burbuja blancuzca, abrió tamaña bocaza y
se la devoró.
Virginia no se percató de la desaparición de su hermanita. Creyó que estaba
jugando a las escondidas. Tiró la muñeca al agua y salio corriendo a pedir
auxilio a los padres, pues con la mirada repasó la orilla de la Ciénaga y no vio a
Tomasita.
-¡Ay papá, no encuentro a Tomasita! Yo creo que está por ahí escondida entre
los juncales.-le dijo entre sollozos.
- ¿Cómo así Virginia? ¿Dónde niña? ¿Dónde está tu hermana Tomasita?
- No sé, papá. De pronto el caimán se la tragó. Debe estar en el buche del
animal.
Los padres alistaron la canoa de pescar, y moviendo presurosos los remos
atravesaron el caño para explorar en la Ciénaga Grande, No lograron avizorar
señales de cuerpo alguno. El caimán se había hundido en las aguas ahora
azulencas y no pudieron encontrarlo. Solo alcanzaron a divisar otro caimán
aguja a lo lejos, pero cuando se le acercaron, saltó a la ciénaga y se consumió.
Arnulfo y
Consuelo, su joven mujer, de cuerpo esbelto y cabellos negros
entorchados, lloraron todo el día de aquel inolvidable 20 de enero. La noche
clara, con un cielo azul rotundo, después de una puesta de sol teñida de mil
colores, los sorprendió llorando inconsolables, acompañados de sus vecinos,
pescadores, que se hacían participes de su dolor intenso. Al día siguiente en el
destartalado cementerio de Ciénaga enterraron a la niña Tomasita cobijada por
coronas de azucenas y buganvillas blancas.
El perrito Lalo acompañó el cortejo hasta el cementerio y dejó de batir cola.
Arnulfo se lamento: Ay mujer que veinte de enero mas amargo. Nunca lo
olvidaré..
La noticia cundió como pólvora por las casitas de los pescadores, corrió por los
callejones, por las calles polvorientas y fue hasta la plaza principal, en donde la
divulgaron
desde el templete griego blanco, en un bando acompañado de
tamboras y cantos:
Maldito caimán
Que a mijitica se la comió.....
El coro repite, y las tamboras repican.
La historia fue tomando forma de leyenda y hoy, es la fiesta mas animada del
poblado de Ciénaga, Magdalena. Alrededor del episodio del caimán
Cienaguero se organizan fiestas animadas internacionales con hombres
disfrazados de mujer que bailan moviendo las caderas en armonioso meneo.
Hay concurso de comparsas con epicentro del caimán. Hasta un saurio de oro
ganan los personajes que velan por la región de puertos en donde dormitan
barcos de gran calado llegados del oriente y el norte. Las comparsas
variopintas
van danzando día y noche, animados por aguardiente, por las
calles cienagueras, pasando por la Casa del Diablo, el imponente edificio
amarillo mostaza de la Logia Masónica, el Palacio Azul,
la Plaza del
Centenario, el Palacio Municipal cantando y contoneándose al ritmo de las
tamboras con un golpeteo que solo ellos saben volver mágico mientras cantan:
-Ay mijita linda. . .,¿dónde está Tomasista?
-El caimán se la comió –responde el coro.
Algún trasnochador improvisa:
Entre cantos y añoranzas,
Tambora y tambor
Con aire de añoranza,
Y sabor a danza,
El caimán así nació……
Mientras un repentista fortacho de brazos musculosos y piernas largas,
acompaña su voz con maracas después de comerse ansioso un banano paso,
especialidad de la región que compite con las ciruelas pasas, las uvas pasas y
otros deliciosos frutos deshidratados:
En las noches de velorio,
un lamento se escuchaba,
era el padre de Tomasa
que con el alma la lloraba
El caimán glotón y Tomasita resucitan también en la celebración de la fiesta
del patrono del poblado, San Sebastián, justo el día del cumpleaños de la niña.
El bailoteo, y los cantos se riegan por las calles hasta el amanecer.
Los cienagueros dicen que en noches de luna, de la jeta rasgada del saurio
antediluviano salen vahos de una melodía contagiosa en ritmo de cumbia que
tararea: ¿Dónde está Tomasita…? El caimán se la comió…
Tonada mágica que esparcen los vientos acariciadores que bajan de la Sierra
Nevada de Santa Marta y se pierde en los laberintos de la memoria del
sueño…
Ciénaga, 22 de Junio de 2.013
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