Número 33 · El sueño FOTO: AFP Atenea La imagen corresponde a un ataque que sufrió un convoy español, en junio de 2007, en el sur de Líbano. A causa del atentado fallecieron seis militares españoles, y otros dos resultaron heridos. de seguir al servicio de eSPAÑA por Alberto Pérez Jiménez U n joven de 25 años se levantó el pasado septiembre ayudado por sus muletas y el brazo de un compañero en el salón dorado del Palacio de la Asamblea de Melilla. Vistiendo su uniforme de teniente, iba a recibir la medalla de oro de la ciudad. Agustín Gras sufrió la amputación de una pierna en un ataque de los talibán el pasado mes de junio en Ludina, cerca de Bagdhis, en una explosión en la que la conductora Jenifer García López resultaba con las mismas heridas traumáti- 45 00 46 Atenea · Número 33 A N Á L I S I S Quirófano de hospital de campaña, desarrollado por la empresa española ARPA, que se suele desplegar en las operaciones en que participan las Fuerzas Armadas Españolas. cas. El joven teniente, tras recibir una salva de aplausos, no tuvo un reproche para nadie. Sólo un sueño: “Deseo fervientemente poder continuar sirviendo a mi Ejército porque esa ha sido, es y será nuestra vocación y nuestro afán”. Un sueño que, de momento, es sólo -y nada menos- eso, un deseo, porque la actual legislación impide que los mutilados de guerra puedan seguir sirviendo en el Ejército. El sueño del teniente Gras es “volver a la actividad, al mando de una unidad, servir”. En definitiva, “seguir en activo en el Ejército”. Poder seguir cumpliendo con la vocación que le llevó a ingresar en la Academia General Militar y a defender a España en la misión en Afganistán. Un sueño que fue cercenado, junto a su pierna, por “un cobarde ataque insurgente en Afganistán, obligándome a separarme de los magníficos hombres que había tenido el privilegio de mandar y truncando mi carrera militar el 18 de Junio de 2011”. En aquel ataque, la conductora Jenifer García López, toledana de origen y tinerfeña de adopción, perdió también una pierna. Como soldado profesional, decidió incorporarse a la misión en Afganistán como voluntaria. “Te dan la opción de si quieres ir o no. Yo decidí ir. Se trata de una decisión muy dura pero es estar allí y prestar ayuda humanitaria. Estar con los niños, tener trato directo con su población, ver cómo son las mujeres de allí, lo mal que las tratan… Siento que voy allí en representación de España, para que el país al que estamos destinados vea que vamos a ayudarlos”, explica. Campeona de Europa de una especialidad de arte marcial y jugadora de fútbol femenino en categoría nacional, Jeni -como quiere que la llamen- se recupera ahora “empezando de cero”. Animada por su entrenador de artes marciales, ha enfocado su futuro en su segunda vocación, “con la idea de montar un gimnasio y enseñar a los chavales”. Su otro sueño, el que le llevó a presentarse voluntaria a la misión, ha quedado arrumbado por la legislación vigente. Choca, eso sí, que Jeni pueda ser útil en un deporte de tanto contacto y esfuerzo físico como las artes marciales y, sin embargo, su experiencia y su deseo de servir al Ejército haya quedado definitivamente cortado por la ley. Rubén López García tenía 19 años cuando su vehículo fue alcanzado por una mina en Shewan (Afganistán), el 24 de septiembre de 2007. Murieron tres soldados españoles. Él perdió una pierna y la otra quedó seriamente dañada. Hoy, este ex soldado de la Primera Bandera de la Brigada Paracaidista denuncia lo que él entiende como “el desprecio de mi país hacia sus soldados mutilados”. Denuncia que tardó tres años en cobrar la indemnización que le correspondía según el baremo establecido por ley (36.000 euros), que “mi vida ya no ha sido la misma, ya no soy militar ni nada. Me sentí abandonado por el Ministerio” después de que “los primeros días, vinieran muchas personas a hacerse la foto. Pasados unos días, se olvidaron de todo”, denuncia. Rubén ha mantenido una particular cruzada denunciando en medios de comunicación lo que él entiende como una operación de “maquillaje”: “Se está tapando a los amputados del Ejército porque damos una imagen que no conviene a los políticos que nos han mandado allí porque, según ellos entendían, vamos en misión humanitaria, y aquello es una guerra en la que unos mueren y otros quedan destrozados de por vida”. El caso de Rubén no es el único. Hay muchos mutilados en actos de servicio que se sienten abandonados por el Ministerio de Defensa, por los políticos, obligados a dejar su vida militar en activo y sin posibilidad de seguir sirviendo “aunque sea en un puesto adaptado a nuestra nueva situación”, dicen manteniendo el anonimato. Número 33 · Una vida militar truncada ¿Qué sucede con los militares mutilados? La normativa actual no contempla a los mutilados de guerra, por lo tanto deben dejar su vida militar en activo, poner fin a sus sueños y a su vocación y, en gran parte de los casos, tirar a la basura su experiencia sobre el terreno en misiones en Balcanes, Irak, Líbano o Afganistán. Solo tienen derecho a una indemnización y a la máxima pensión por sus secuelas en acto de servicio. Desde el comienzo de las misiones en el exterior en la época democrática, han muerto 165 militares españoles (incluyendo 8 guardias civiles), pero no hay estadísticas oficiales de los heridos y el grado de sus minusvalías. Para el abogado Antonio Suárez-Valdés, que encabeza un despacho especializado en temas militares, “no existe una ley de transparencia y se intenta que los soldados que regresan en malas condiciones físicas y mentales no salgan a la luz pública”. El presidente de la Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad (Acime), Andrés Medina, asegura que disponen de un registro de 16.000 mutilados heridos en servicio, incluidos accidentes en cuarteles en España, maniobras y demás operaciones, desde 1989. LAS HERIDAS, SEÑALES HONROSAS DEL SOLDADO por Antonio Manzano FOTO: antonio manzano El discurso del teniente Agustín Gras en Melilla al recibir la medalla de la ciudad pareció remover las conciencias. Su anhelo -“deseo seguir en el Ejército y estar al mando de una unidad”- dice tener incluso el respaldo del Príncipe de Asturias. “Fui convocado al Palacio de la Zarzuela, junto a otros heridos en operaciones en el exterior, para una audiencia con SAR; en esa ocasión nos dio las gracias en nombre de la Casa Real y de España por nuestro sacrificio, también se interesó por la recuperación de cada uno de nosotros, y además se mostró abiertamente a favor de la noble causa de la permanencia en servicio de los militares con algún tipo de invalidez; circunstancia que yo agradezco especialmente”. Atenea La consideración honorífica de los heridos en campaña dio un paso muy importante en 1910 con la creación del aspa roja que debía bordarse en la cinta de la medalla conmemorativa de la campaña en la que había participado, alcanzando su punto máximo en 1918 con el añadido de este mismo símbolo a la cinta de la Medalla de Sufrimientos por la Patria, en la imagen. Ésta es la segunda condecoración militar española más antigua –tras la Orden de San Fernando- que se creó en 1814 para honrar el sufrimiento y la fortaleza de los prisioneros de los ejércitos napoleónicos, valores que se representaban respectivamente por la cadena y el castillo, junto con el laurel de la victoria. Durante la guerra civil de 1936-39 ambos bandos conservaron la Me- dalla de Sufrimientos por la Patria, pero con diseños diferenciados, aunque conservando el aspa roja bordada sobre la cinta para honrar visiblemente a los heridos. Y, como una prueba de la mayor honra que merecían respecto de los heridos que se recuperaban sin secuelas, en 1942 se creó la Medalla de Mutilado para honrar a aquellos que hubieran padecido merma en sus capacidades por la gravedad de sus heridas. Ambas señales honrosas, la Medalla de Sufrimientos por la Patria y la Medalla de Mutilado, fueron suprimidas en 1989 por razones de escasa solidez. Finalmente, ante las bajas que se sufrían en las misiones internacionales, en 1995 se creó, difuminándolo en una serie escasamente honorífica, el distintivo amarillo de la Medalla del Mérito Militar. La desaparición del Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria, creado en plena Guerra Civil bajo la dirección de Millán Astray y reorganizado en sucesivas ocasiones hasta su definitiva extinción, ha dejado un vacío en los militares mutilados que no se ha visto sustituido en nuestra legislación. La Ley 50/1984 declara, de una forma implícita, la extinción del Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria, ya que a partir del 1 de enero de 1985 no podrían ingresar en el Cuerpo aquellos que se lesionaran a partir de esa fecha. Finalmente, la Ley 17/1989 de 19 de julio declara a extinguir al Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria, debiendo pasar “todos sus compo- S. M. El Rey recuerda en la Pascua Militar las “ganas de volver a su puesto” de los heridos, y el PP asegura el debate para regular el estatus del mutilado 47 00 Atenea · Número 33 A N Á L I S I S nentes, excepto los oficiales generales, a la situación de retirados al año de entrar en vigor” la mencionada Ley. Con esta última legislación se separaba, de una forma traumática para sus componentes, a un colectivo que durante siglos fue objeto de atención preferente dentro de las Fuerzas Armadas. Indemnizaciones En la actualidad, los mutilados en misiones en el exterior reciben una indemnización y una pensión dependiendo del baremo de la incapacidad. Por ley, son destinatarios de ellas “quienes hubieran sufrido daños físicos o psíquicos o hubieran fallecido con motivo de la participación en una operación de mantenimiento de la paz, de asistencia humanitaria o en otros de carácter internacional aprobados específicamente por el Gobierno”. La misma normativa establece la cuantía de las indemnizaciones: “Tienen carácter extraordinario y son concedidas por una sola vez. Las cuantías son las siguientes: Fallecimiento (140.000 euros ), Gran Invalidez (390.000 euros), Incapacidad Permanente Absoluta (96.000 euros), Incapacidad Permanente Total (48.000 euros), Incapacidad Permanente Parcial (36.000 euros) y por Lesiones Permanentes No Invalidantes (según baremo)”. Pero, más allá de las cifras, ¿qué sucede con quienes quieren seguir ligados al Ejército? Algunos heridos y mutilados de guerra han denunciado públicamente que el Ejército, según aseguran, “te remite al olvido. Ya no sirves, aunque estés preparado y puedas seguir realizando otras funciones compatibles con tu nueva situación física, que no de incapacidad”. El presidente de la Ciudad de Melilla, Juan José Imbroda, al hacer entrega de la FOTOs : museo militar de valencia y ministerio de defensa 48 La preocupación por el cuidado de las tropas en operaciones ha sido constante a lo largo de la historia. Arriba, ultimando la identificación de una ambulancia; abajo, antiguo vehículo estufa de desinfección. medalla aseguró que “el teniente Gras ha conseguido ser la conciencia de los deberes públicos que, con su ejemplo, se han puesto a trabajar en la necesaria y justa respuesta a una cuestión a la que se estaba dando de lado”. Incluso, ese día de septiembre iba más allá y aseguraba que el entonces Gobierno socialista y el Partido Popular estaban conversando para que vuelva la figura del “mutilado de guerra”, y que “en un futuro muy próximo se regulará legalmente lo que es de imperiosa justicia, que personas de la valía profesional y de los valores que encarnan soldados como el teniente Gras puedan seguir dando lo mejor de sí mismos dentro de las Fuerzas Armadas, para que los españoles en general, podamos seguir sintiéndonos orgullosos del ejemplo dado por nuestros soldados.” Sin embargo, la ley de Derechos y Deberes de las Fuerzas Armadas, publicada en el BOE en octubre, no dejaba mucho lugar a la esperanza. En ella no se recogieron diversas enmiendas patrocinadas, principalmente, por la ACIME junto con el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) para “excluir la discriminación por razón de discapacidad”. Tampoco se incluyó, sobre el Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas, “que sean las asociaciones de miembros de las Fuerzas Armadas con una discapacidad adquirida en situación de retirados las interlocutoras oficiales que propongan medidas en beneficio de los militares retirados y sus familias, muchos de ellos con discapacidad, y también formen parte de los órganos de consulta previstos en el proyecto de ley”. Pese a las palabras de Imbroda, en la actualidad, y según denuncian en internet jóvenes militares mutilados, la “única vinculación con las Fuerzas Armadas a la que tienen derecho siendo mutilado es adscribirse a su unidad militar de la que proceden, eso sí, previa conformidad del Mando o de la jefatura de Personal del Ejército correspondiente, para poder asistir a Número 33 · el reconocimiento a los heridos los actos y ceremonias militares en los que su antigua unidad participe”. eeuu, un modelo Algo se mueve por Joaquín Calderón FOTO: pete souza/white house Nada que ver, por tanto, con lo que el teniente Gras y muchos otros mutilados como Jeny o Rubén solicitan: volver a vestir el uniforme y continuar con su carrera vocacional adaptada a su nueva situación. El cambio de Gobierno puede ser una ocasión, con una mayoría absoluta en el Parlamento, para sacar adelante una nueva ley del Mutilado. Los anteriores responsables de Defensa aseguraron en su día que se estaba estudiando la posibilidad de que los militares mutilados en acto de servicio pudieran seguir en activo en puestos compatibles con sus condiciones actuales. Y que el resto mantuviera una vinculación honorífica de acuerdo con el sacrificio que estos heridos hicieron en el nombre de España. Su Majestad el Rey recogió esa aspiración en la pasada Pascua Militar, cuando al referirse a los heridos en las misiones en el Exterior, con los que el Príncipe se vio en noviembre, aseguró haber constatado su “espíritu de sacrificio, entereza y ganas de volver a su puesto”. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, agregó que “mantener a nuestros heridos próximos a sus compañeros les hará más útiles y reconocidos”. Parece, pues, que algo se mueve, y aunque resucitar el Cuerpo de Mutilados no parece factible por sus reminiscencias, sí está claro que, como dijo Imbroda, “el teniente Gras ha conseguido ser la conciencia de los deberes públicos, que, con su ejemplo, se han puesto a trabajar en la necesaria y justa respuesta a una cuestión a la que se estaba dando de lado”. Una respuesta para que Gras, y otros cientos de soldados y oficiales como él, puedan seguir despidiéndose como él lo hizo ante la ministra Chacón que le visitaba en el Hospital Gómez Ulla apenas unos días después de que le amputaran la pierna: “A sus órdenes, ministra. ¿Manda algo más?” n Atenea El presidente de EEUU y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas se dispone a imponer a un militar convaleciente el Corazón Púrpura. L a fotografía perturba. No es por el desenfocado que impide ver con claridad la escena y que da lugar a interpretaciones sobre qué quiere transmitir el fotógrafo. No. Es porque la medalla que sostiene el marinero, el Corazón Púrpura con el perfil de George Washington, sólo se otorga a militares muertos o heridos en acto de servicio. En Irak han muerto 4.500 soldados estadounidenses. En Afganistán la cifra supera los 1.870, según datos de la web icasualties.org. Los soldados que han sobrevivido a un disparo o a la explosión de un IED, más de 15.000 en Afganistán y más de 33.000 en Irak, se han convertido en veteranos de guerra, un colectivo que supera los 23 millones según datos de septiembre de 2010. A ellos se 49 00