las numerosas alusiones de que han sido objeto en los párrafos anteriores. N o obstante, para facilitar la comprensión de la descripción que antecede, damos el adjunto esquema que puede servir como resumen gráfico de lo di^ cho; debiendo acudir al mapa complementario de esta obra o a las hojas del mapa topográfico nacional, cuando se desee precisar detalles o ampliar el conocimiento de un sector determinado. Una vez adquirida la idea de conjunto respecto a la topografía y red hidrográfica de la región, vamos a hacer referencia a algunos hechos característicos, que conviene dejar debidamente destacados: La provincia queda claramente dividida en dos zonas, septentrional y meridional, por el amplio arco que describe la alineación principal de la cordillera. Las diferencias climatológicas que resultan como consecuencia de esta separación por tan importante barrera, hacen que exista un marcadísimo contraste entre los paisajes y las condiciones generales de las localidades situadas en una y otra zona. El desfiladero del Chorro es el pasadizo, abierto por las aguas del Guadalhorce, que pone en comunicación esas dos zonas; resultando una localidad doblemente interesante, pues en ella ocurre también la transición de la estructura sencilla de la cordillera antequerana a la de complicadas ramificaciones del núcleo montañoso de Ronda. A excepción del Guadalhorce, los ríos de la provincia son de breve recorrido, especialmente los que vierten directamente al mar desde la cadena litoral. Todos ellos tienen sus cauces con exagerada pendiente en la parte que corresponde a sus cabeceras, por lo cual funcionan en la primera parte de su curso como verdaderos cuchillos que tajan las montañas produciendo acantilados y cortaduras como las que hemos citado en El Chorro, Ronda y Las Buitreras, a las que pueden añadirse la Hoz de Marín del Guadalhorce, las Angosturas del Guadalmina, el Tajo de Teba en el río de la Venta, afluente del Guadateba y otros muchos más. El depósito de aluviones en la parte inferior de las cuencas, da lugar a la formación de vegas, que teniendo en cuenta la suavidad del clima resultan en muchas ocasiones de gran feracidad; sirvan de ejemplo la Hoya de Málaga y la vega de Vélez. M á s adelante, al ocuparnos del régimen de lluvias, veremos justificadas las alternativas grandes que experimentan en su caudal casi todos estos ríos de reducido trayecto, cuyos cauces permanecen secos gran parte del año, y al llegar la época de las máximas lluvias equinocciales recogen enorme cantidad de agua, llegando a valores exagerados de la sección y velocidad de la corriente, y por tanto de la potencia erosiva de la misma. La influencia de esta acción erosiva en la formación y modificaciones del actual relieve de la región, es un hecho innegable y muy de tener en cuenta. En todas estas comarcas montañosas, las redes hidrográficas presentan ciertas trayectorias principales fijadas desde luego por la tectónica, pero al mismo tiempo existen muchas alineaciones secundarias y multitud de cauces