superyo | hipersexualidad Hipersexualidad Deseo patológico Caracterizada por el impulso incontrolable de concretar el acto sexual, la conducta hipersexual se evidencia en la medida en que interfiere en la relación del afectado con su entorno. Aunque de origen variable, su pronóstico puede ser positivo, siempre que el paciente cumpla un sostenido tratamiento fármaco-terapéutico Lena Jahn Santorufo Ninfas y sátiro, un óleo del pintor francés William-Adolphe Bouguereau (1873), ilustra en una misma escena a dos figuras que la mitología griega vincula con el sexo y los placeres carnales. El artista recrea el momento en que cuatro mujeres capturan a un hombre que las espiaba mientras se bañaban en un manantial. Las mujeres representan a las ninfas, deidades femeninas usualmente personificadas como hermosas doncellas desnudas que disfrutan del coqueteo y sostienen relaciones sexuales libremente, y el hombre es un sátiro, criatura masculina –mitad hombre, mitad carnero– casi siempre representada con su miembro viril erecto, en clara alusión a su insaciable apetito sexual. No es por azar, entonces, que la Sexología adopta los términos “ninfomanía” –en las mujeres– y “satiriasis” –en los hombres–, para referirse a 62+SALUD cuadros clínicos en los que la alteración del impulso sexual conduce al ejercicio exacerbado del coito. No obstante, en la búsqueda de respuestas que expliquen esta conducta, la Psiquiatría se ha abocado a estudiar con profundidad la popularmente llamada “adicción sexual” a partir de un concepto más amplio: el de “hipersexualidad” –o “trastorno hipersexual”–, definido como un estado patológico de hiperactividad sexual incontrolable. Evaluación y diagnóstico “La hipersexualidad existe y está descrita desde hace miles de años. Sin embargo, es una denominación clínica que requiere investigación”, sostiene Blanca Canabal, psiquiatra y sexóloga. Si bien la Sexología clasifica este desorden conductual entre los “trastornos del deseo sexual”, hipersexualidad | superyo Aunque no hay registros que lo confirmen, los especialistas refieren más casos de hipersexualidad en hombres que en mujeres laboral. Como se trata de un desorden de ansiedad, la persona experimenta un malestar que sólo puede aliviar con la práctica compulsiva del sexo. “El ejercicio sexual actúa como tranquilizante y eso conduce a un reforzamiento negativo de la conducta, pues hay un beneficio derivado”, precisa Aponte Baca. Como respuesta a daño orgánico cerebral. la Psiquiatría intenta descifrarlo mediante una perspectiva clínica que concibe tres manifestaciones posibles de la patología: Como síntoma de enfermedad mental. Ciertos trastornos, como el obsesivo-compulsivo, el bipolar o el de personalidad antisocial, pueden manifestarse a través de una incontrolable búsqueda de actividad sexual, entre otros signos. Una vez atacada la patología psiquiátrica de base, suele desaparecer la conducta hipersexual. Rómulo Aponte Baca, psiquiatra y sexólogo, subraya que en pacientes con hipersexualidad, la compulsividad (asociada a un déficit de serotonina) se expresa en la recurrencia de ideas e imágenes de contenido sexual, pensamientos incontrolables que se convierten en obsesiones invasivas del campo consciente e interfieren con actividades cotidianas como leer un libro, sostener una conversación o cumplir con la jornada Lesiones por traumatismo cráneo-encefálico o tumoraciones en el sistema límbico (grupo de estructuras cerebrales que gestiona respuestas emocionales y conductuales, entre ellas el impulso sexual) pueden ser desencadenantes de una conducta hipersexual, explica el sexólogo Ender Boscán. “Cualquier daño o compresión en dichas estructuras puede comprometer el desempeño de su función y alterar la conducta”, subraya el especialista. Por adicción. Una vez descartada la presencia de alguna patología mental o de una lesión cerebral condicionante del impulso sexual, se concluye que la hipersexualidad responde a un Frecuencia relativa Una elevada frecuencia sexual, siempre que exista control del impulso, no revela patología alguna, señala el sexólogo Ender Boscán. “Si la actividad sexual no interfiere con el desempeño cotidiano ni deriva en consecuencias nocivas, no hay de qué preocuparse”, explica el especialista. En las relaciones formales (no ocasionales), el consenso es fundamental: si la demanda se torna excesiva y deja de ser correspondida por la pareja, puede derivar en insatisfacción. 63+SALUD superyo | hipersexualidad La Asociación Americana de Psiquiatría prevé incorporar la hipersexualidad en la próxima edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales caso de adicción pura, en el que suele haber una alteración neurobiológica (exceso de dopamina), propia de todos los cuadros de dependencia. En este caso, el comportamiento domina la voluntad del afectado, pero no hay padecimiento por ansiedad. “Las fantasías y pensamientos de contenido sexual no son obsesivos, sino placenteros: generan bienestar y activan el deseo incontrolable que la persona busca satisfacer. Se concreta el acto sexual para obtener una experiencia de goce, no para aliviar la ansiedad”, aclara Aponte Baca. Perfil impreciso Identificar rasgos de personalidad comunes para establecer el perfil estandarizado del hipersexual resulta, a juicio de los especialistas, un intento fallido. Como el cuadro clínico es variable, es un error generalizar para dar con un patrón patológico referencial. “Según su origen, Sociedad permisiva “Hoy, ciertas conductas adictivas son socialmente permitidas y, en algunos casos, la hipersexualidad es una de ellas”, sostiene la psiquiatra y sexóloga Blanca Canabal. De acuerdo con la especialista, hay una invitación del entorno –estimulada a través de los medios de comunicación– a la práctica de conductas impropias. Poblaciones sanas pero vulnerables, como la adolescente, pudieran desarrollar una sexualidad hiperactiva, en búsqueda de aprobación social. 64+SALUD la hipersexualidad se puede presentar con o sin ansiedad, de allí que los signos que la evidencian varíen de un caso a otro”, aclara Canabal. Cuando, por ejemplo, la patología viene dada por un trastorno obsesivo-compulsivo, el afectado suele ser de carácter introvertido, en un esfuerzo permanente por pasar inadvertido. “Las personas que sufren compulsividad sexual son de pensamientos rumiantes desde la infancia: viven sumergidas en reflexiones”, asegura Aponte Baca. En cambio, el adicto sexual muestra el perfil característico del dependiente: incurre en conductas de alto riesgo (sexo anónimo o sin protección), su estado de ánimo es cambiante e irritable y experimenta largos períodos de negación y desconocimiento, en los que se convence de que la situación es manejable, aun cuando registre un historial infructuoso de autocontrol. “La adicción sexual pura, en ocasiones, viene determinada por un deseo desproporcionado de sentirse amado, necesitado, importante, por lo que puede aparecer en sujetos deseosos de poder, narcisos e inseguros”, ilustra Canabal. De acuerdo con Boscán, más allá de los rasgos de personalidad, hay conductas irregulares que suelen alertar, en primera instancia, a la pareja de la persona afectada. “Cualquier cambio brusco en la frecuencia sexual y, sobre todo, en el abordaje para el encuentro físico –a veces marcado por componentes de ansiedad y agresividad– puede ser síntoma de hipersexualidad. La clave es solicitar ayuda profesional”, advierte el especialista. Terapia asistida Aunque no existe consenso en torno a las causas y el abordaje clínico de la hipersexualidad, queda claro que es una patología mental que requiere tratamiento. “Se barajan mecanismos neuroquímicos, neurobiológicos, hormonales y hasta genéticos. Sin embargo, se sabe que al- hipersexualidad | superyo gunas conductas de hipersexualidad mejoran con terapia y medicamentos”, afirma Canabal. Lo primero es que el paciente tome la decisión de acudir a consulta –por voluntad propia o a solicitud de otra persona– aun cuando no tenga del todo claro el problema. “El adicto, generalmente, es traído a consulta por la pareja o por familiares: dado que no siente malestar, no percibe su condición. La dependencia no perturba su vida hasta que aparecen consecuencias negativas que interfieren en su relación con el entorno, que dañan a otros y que, finalmente, lo culpabilizan”, explica Canabal. En algunos casos de compulsividad sexual tampoco hay conciencia inmediata del problema y la ayuda médica se solicita a raíz de complicaciones derivadas: crisis de pareja, infidelidad, descalabro económico, inestabilidad laboral, entre otras secuelas comunes de la hipersexualidad. Para indicar el tratamiento es indispensable identificar el origen biológico de la conducta hipersexual, una vez precisada la patología. Por lo general, sostiene Aponte Baca, la solución farmacológica viene dada por antidepresivos que elevan los niveles de serotonina y disminuyen los de dopamina, lo cual interviene positivamente en el control del impulso sexual. Boscán menciona, además, la administración temporal de fármacos antiandrógenos, que bloquean la producción de testosterona (hormona reguladora del apetito sexual masculino y femenino). Técnicas de terapia cognitivo-conductual, orientadas al manejo controlado de las obsesiones y los impulsos, complementan el tratamiento. El protocolo médico variará si la hipersexualidad responde a un trastorno mental de base o a un daño orgánico cerebral. Los especialistas coinciden en que el pronóstico de mejoría, aunque sujeto al origen y grado del problema, es positivo, siempre que el paciente mantenga un tratamiento fármaco-terapéutico sostenido y de largo plazo y, en lo posible, cuente con apoyo familiar. • F ue n t es c o n su l t a d a s º Rómulo Aponte Baca, psiquiatra y sexólogo. Unidad de Estudios y Terapia Cognitiva y Sexual, Centro Profesional Santa Paula. º Blanca Canabal, psiquiatra y sexóloga. Hospital de Clínicas Caracas. º Ender Boscán, sexólogo. Centro Profesional Las Mercedes. Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo. º Sexualidad y salud mental. Ángel Montejo. Editorial Glosa, Barcelona, España (2003). º Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental (www.sexualidadysaludmental.com). 65+SALUD