Disputas entre portugueses y españoles por el reparto de América Extraído de Escuelapedia En el inicio de la Edad Moderna, los portugueses y los españoles tenían la primacía en la expansión marítima y eran protectores sobre sus nuevos dominios. Para tal fin buscaban legitimar sus posesiones con la bendición del Papa, aún la mayor autoridad internacional reconocida en la Europa cristiana. Cuando Cristóbal Colón llegó al continente que ignoraba se trataba de América, España recurrió al Papa Alejandro VI para legitimar sus nuevos dominios. La ocasión era más que propicia a los deseos de los reyes católicos. El trono papal estaba ocupado por un cardenal español que fue elevado a tan alta dignidad debido, única y exclusivamente, al dinero y a las intrigas de los reyes españoles. El Papa Alejandro VI asistió el deseo de sus protectores y preparó el documento conocido como la Bula Inter Coetera, dividiendo el nuevo mundo descubierto y por descubrir que no perteneciese a ningún príncipe cristiano, entre portugueses y españoles. Por ese documento del pontífice, publicado el 4 de mayo de 1493, España fue agraciada con el dominio exclusivo de las tierras que quedarían conocidas como América, teniendo la incumbencia de enviar misiones religiosas para evangelizarlas. Una especie de intercambio de favores, poder y religión aliadas en la conquista del Nuevo Mundo. Por el documento Bala Inter Coetera, sería trazada una línea imaginaria, de polo a polo, a cien leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Todas las tierras al oeste de esa línea pertenecerían a España y aquellas situadas al este a Portugal. El soberano portugués protestó contra la división del mundo por el Papa. Para evitar conflictos en la Península Ibérica, el mismo Papa en 1494, arbitraría un nuevo acuerdo, firmando en la ciudad española el famoso Tratado de Tordesillas. Por el Tratado de Tordesillas, una nueva línea imaginaria se elaboró a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Las tierras al oeste de esa línea pertenecían a España y las tierras al este a Portugal. Este intercambio fue promulgado sin base geográfica, dado que el nuevo continente era desconocido. Sin embargo, dio lugar a un equilibrio casi perfecto entre las dos potencias de Sudamérica. España quedó con 8,7 millones de kilómetros cuadrados y Portugal 0,2 millones de kilómetros cuadrados menos. La Nueva Tierra, América del Norte y gran parte de Brasil pertenecían a los lusos, mientras el resto de América se volvía propiedad española. Portugal aseguró para sí África, es decir, la ruta marítima hacia las Indias. En 1519, Fernando de Magallanes, que ya había navegado por las Indias, al no haber recibido de la corona portuguesa lo que pretendía por sus servicios, ofreció sus servicios al rey de España. Se proponía alcanzar por el Occidente las islas Molucas (o islas de las Especias, en Indonesia), donde las especias abundaban, y que él creía pertenecer a España, habiendo sido robadas por los portugueses que allí se establecieron. Las enormes ganancias del comercio de especias, dominado por los portugueses, hicieron que el rey español aceptara su oferta. Partiendo de España con cinco barcos antiguos, Fernando de Magallanes realizó, entre pestes y tempestades, el primer viaje de circunnavegación. Fue asesinado en Filipinas y la expedición pasó a ser comandada por el español Juan Sebastián Elcano, quien regresó a España con un solo barco. Después de ese viaje, portugueses y españoles reclamaron para sí la posesión de las islas Molucas. Por último, los metales preciosos de las Américas comenzaron a despertar más interés en España que las propias especies de las islas Molucas. Los españoles aceptaron el dominio portugués sobre las islas con la firma del Tratado de Zaragoza de 1529, recibiendo una compensación de 2,35 millones de cruzados. Créditos: National Geographic Education (Fotografía)