Resolución sobre la necesidad de celebrar un referéndum que aborde la conveniencia o no de continuar siendo una monarquía parlamentaria Ante los escandalosos acontecimientos protagonizados por La Corona de España y la posterior abdicación del Rey, Juan Carlos I, se ha abierto un debate que lleva calando mucho tiempo en la sociedad Española, especialmente en las personas más jóvenes: ¿Monarquía o República? Es de vital importancia que en un momento histórico como el que está aconteciendo, se de la oportunidad a todos los españoles y españolas de decidir qué modelo de Jefatura de Estado quieren y quien es el Jefe de Estado que les representa mejor, con independencia de la familia de procedencia. Por ello proponemos la siguiente resolución. Cuando hablamos de valores republicanos y proponemos transformar el actual modelo no debemos dejarnos llevar por los sentimientos, ni tratar de recuperar el pasado. Hemos de avanzar en nuestra estrategia para conseguir más apoyos y complicidades. La república, de manera aséptica, debe congregar en torno a ella a todo el espectro político, de izquierdas o derechas. Debe ser un punto de encuentro y convivencia ciudadana, un espacio común en el que no existan suspicacias ni reproches, sino el compromiso del buen gobierno y de la virtud cívica, característica ésta básica en el republicanismo. Debemos insistir en la idea de que la igualdad de todos los ciudadanos y ciudadanas debe ser plena, incluso a la hora de acceder a la jefatura de Estado de nuestro país. Reclamar la necesidad de que cualquier gobernante esté sujeto a la ley y sea responsable ante la ciudadanía. La república es, y siempre ha sido a lo largo de la historia, una herramienta contra la corrupción. No sólo la corrupción de quienes roban dinero público sino, sobre todo, de quienes quieren arrebatar, desde su posición de poder y dominación, la voz y derechos de las personas. Sabemos además, que somos herederos de una generación que, por diversas causas, considera en su mayoría a la monarquía como elemento unificador y de estabilidad. Nuestra generación, en cambio, libre de cargas pasadas, resuelta, sin temor, ni imbuida en la inercia que se viene desarrollando desde la Transición, debemos hacer comprender que no nos sentimos identificados con este modelo de Estado porque no formamos parte de quienes decidieron establecerlo. Las diversas encuestas que a lo largo de los últimos años han tratado el tema republicano reflejan que las personas más jóvenes consultadas son proclives hacia este modelo, y que incluso en franjas superiores de edad, a causa de los escándalos que afectan a la Casa del Rey, el apoyo hacia la monarquía disminuye. Por lo tanto es inexorable que en el transcurrir del tiempo, y a plazo medio, este debate se abra a pesar de las posiciones inmovilistas que actualmente hay en relación a esta cuestión, incluso dentro de nuestro propio partido. La República ha sido en muchas ocasiones, si no siempre, la consecuencia del descontento y la indignación ciudadana, por su carácter ético y vivificador de la sociedad. Por lo tanto en la situación social actual se hace más posible alcanzar este objetivo que no es finalista. Es decir, ningún nuevo modelo de Estado, república incluida, es en sí mismo una solución para los acuciantes problemas que estamos atravesando. Sí es, en cambio, el origen desde el que se ramifican distintas herramientas útiles para mejorar la calidad del ejercicio del gobierno. De esta manera, la participación ciudadana, su amplio desarrollo y uso, es una consecuencia lógica e inseparable de la República. Se convierte dicha participación, de facto, en un contrapeso del poder y en la garante de que la jefatura de estado no pueda sentirse libre de responsabilidad. Por tanto la actividad política no se restringe únicamente al carácter militante dentro de los partidos, sino que es un deber del buen ciudadano -en su concepción republicanista- y una aspiración social que debe ser asumida apoyando la importancia de los movimientos sociales y del tejido asociativo. Para que esto último sea así cobra especial protagonismo otro de los elementos propios de toda república: la puesta en marcha de un sistema educativo sólido que cree una auténtica ciudadanía crítica. Es perentorio que en los primeros pasos educativos de una persona ésta aprenda la importancia que tiene como individuo dentro de la sociedad, de la responsabilidad que debe asumir por el bien común. Sólo a través de una extensa y profunda educación cívica se puede alcanzar la ciudadanía y, por tanto, la igualdad y libertad. Éste es el fin último que trae consigo la república: la consecución de una ciudadanía preparada, libre, igualitaria, que sea el contrapeso del poder cuando éste se ejerce de espaldas a ella o, incluso, en su contra. PROPUESTAS PARA LA VOTACIÓN: De acuerdo a los motivos expuestos anteriormente y a la demanda mayoritaria de una sociedad joven, democrática y madura, instamos al Consejo de la Juventud de España que apoye la celebración de un Referéndum para que sean los españoles y españolas los y las que determinemos qué modelo de Jefatura de Estado queremos y que eso nos conduzca a la elección de un Jefe de Estado más democrática.