Descansar… Un rato antes del mediodía subí al Monasterio para rezar. Me senté en el suelo, cerca del Santísimo y después de un rato abrí la Palabra. Busqué el Evangelio del día de hoy y avancé un poco más en la lectura. Llegué, por fin, sin proponérmelo, a la tempestad calmada… El Señor me había ido llevando de la mano en estos días, despacito, a volver a rezar por mí misma… Siempre hay tanto y tantos por quienes interceder que muy pocas veces me acuerdo de mí en la oración. Justamente, hoy, había hecho el camino a la iglesia monástica (el largo…) rezando por mi propia apertura a la gracia y a las mociones del Espíritu. Leí completo el bello texto pero mi corazón quedó prendido de una frase: “Él dormía en la popa sobre un rollo de cuerda como almohada.” El cielo se venía abajo en una poderosa tormenta, los discípulos gritaban como condenados alrededor… y él dormía con su cabeza apoyada en un rollo de cuerdas como almohada… Había trabajado a conciencia…, estaba rendido de cansancio y, sencillamente… dormía. Yo había estado desde temprano afanada con guiones de procesiones, Misas, presentaciones…, todo ello en medio de mis vacaciones… y… es que… ¡hay tanto qué hacer! Y Jesús, entre misión y misión, simplemente, dormía. Ya llegaría a tierra, donde lo esperaba aquella Legión de demonios, ¿te acordás? Entonces, tuve la sensación de que me acercaba sus manos traspasadas y me invitaba con su suave mirada a apoyar mi cabeza entre ellas y… descansar. Y eso hice. Y allí, en esa especie de cuna que formaban sus manos, mis preocupaciones se acallaron y reencontré el valor para renovar, en paz, la ofrenda de mi vida al servicio de los oprimidos de este mundo. Dios hizo el mundo y al séptimo día… descansó. Jesús, cada tanto, invitaba a sus discípulos a descansar y hasta se apartaba Él mismo para estar a solas con su Padre, orar y escuchar Su Voluntad. No andés por la vida con piloto automático… Quizá vos también estés necesitando parar un poco, apagar la tele, sacarte los auriculares, buscar una almohada y… descansar. Así, fortalecido, ¡podrás enfrentar a cualquier Legión! ¡Buen descanso!...fraternalmente, hermana Cristina