Documento 660632

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DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR TECNOLÓGICA
INSTITUTO TECNOLÓGICO DE CD. VALLES
TEMA:
3.- INVESTIGACIÓN BIBLIOGRÁFICA.- Qué es la tecnología limpia, Qué
es un proceso eco-eficiente, Cuáles son las características de un individuo
emprendedor.
CARRERA
Ingeniería industrial
NOMBRE DEL CURSO:
Desarrollo sustentable
MODULO:
Unidad 6
TUTOR
Tutor Ing. Víctor C. Huerta Castillo
Correo: lamentablemente_furioso@hotmail.com
http://lamentablementefurioso.jimdo.com/
INTEGRANTES
Marco Rivas Arnaud
Rodrigo Turrubiates Meza
Uzziel Artemio Castro Larraga
Eduardo Leiva Zuviri
Yahir Antonio Balderas Escobedo
Raúl Gutiérrez Márquez
Daniel Pecina López
25 de noviembre de 2012 de 2012 CD. Valles, S.L.P.
Tecnología limpia
Una tecnología limpia es la tecnología que al ser aplicada no produce efectos
secundarios o trasformaciones al equilibrio ambiental o a los sistemas naturales
(ecosistemas).
Las tecnologías limpias tratan de reducir como a evitar la contaminación, modificando el
proceso y/o el producto. La incorporación de cambios en los procesos productivos
puede generar una serie de beneficios económicos a las empresas tales como la
utilización más eficiente de los recursos, reducción de los costos de recolección,
transporte,
tratamiento
y
disposición
final.
Una tecnología de producción limpia (TPL) puede ser identificada de varias maneras: o
permite la reducción de emisiones y/o descargas de un contaminante, o la reducción del
consumo de energía eléctrica y/o agua, sin provocar incremento de otros
contaminantes; o logra un balance medioambiental más limpio, aún cuando la
contaminación cambia de un elemento a otro.
El uso de una tecnología limpia tiende a reducir al mínimo las emisiones a la atmósfera,
suelo
y
cuerpos
de
agua.
Para abordar la cuestión de la sostenibilidad ecológica de las actividades industriales
puede ser útil contemplar la compatibilización ecológica de la actividad industrial como
un proceso lineal o secuencial, en el que se avanza a lo largo del tiempo mediante la
progresiva introducción de criterios ecológicos en la gestión de los sistemas
industriales,
bajo
la
presión
de
la
creciente
conciencia
ambiental.
Este proceso de adaptación comenzó a desarrollarse de manera palpable en los países
industrializados a finales de los años sesenta, y tomó carta de naturaleza sobre todo a
partir de la Conferencia de Estocolmo de 1972, y de la aceptación por la OCDE, en la
misma
época,
del
principio
de
"el
que
contamina
paga".
Desde entonces, todos los países industrializados han venido acumulando una extensa
normativa medioambiental para el control de las actividades industriales, y en respuesta
a la misma, la tecnología y los métodos de producción industrial han intentado
adaptarse a las nuevas restricciones, aunque con decisión y acierto muy variables por
parte de las diferentes empresas, ramas industriales y países.
Las tecnologías limpias están orientadas tanto a reducir como a evitar la contaminación,
modificando el proceso y/o el producto. La incorporación de cambios en los procesos
productivos puede generar una serie de beneficios económicos a las empresas tales
como la utilización más eficiente de los recursos, reducción de los costos de
recolección,
transporte,
tratamiento
y
disposición
final.
Una tecnología de producción limpia (TPL) puede ser identificada de varias maneras: o
permite la reducción de emisiones y/o descargas de un contaminante, o la reducción del
consumo de energía eléctrica y/o agua, sin provocar incremento de otros
contaminantes; o logra un balance medioambiental más limpio, aún cuando la
contaminación cambia de un elemento a otro. Esto último supone evaluar la nueva
tecnología sobre la base de las normas y estándares fijados por la legislación
medioambiental.
Procesos eco eficientes
Abemos algunos, en número creciente, que pensamos que sí lo es. Sabemos, sin
embargo, que no es una meta fácil. Existen una serie de obstáculos, malos hábitos y
prácticas destructivas de nuestro entorno natural que debemos superar.
Los empresarios, en general, compartimos un horizonte de tiempo de corto plazo que
imposibilita la apreciación de nuestros intereses en el largo término.
Porque el que una empresa sea rentable durante los próximos tres meses no garantiza
que lo sea en treinta años, ni tampoco que siga existiendo.
Los gobiernos, por su parte, han heredado prácticas de política económica
contradictorias con el cuidado del medio ambiente. Estamos cotidianamente expuestos
a señales oficiales que promueven el mal manejo y desperdicio de los recursos
naturales, como los subsidios al uso del agua o de la energía.
Y los hombres y mujeres latinoamericanos –aunque están adquiriendo mayor
conciencia ambiental– carecen todavía de valiosa información y de una "cultura
ciudadana", que les permita modificar sus patrones de conducta y de consumo.
Desde el punto de vista empresarial, la gran pregunta es: ¿son compatibles la industria
limpia y la rentabilidad económica? Creo que, afortunadamente, lo son. En América
Latina, aumentan los testimonios de empresarios que hemos logrado fortalecer
nuestras compañías, mejorar nuestra posición competitiva y asegurar nuestra
permanencia en el futuro a través de procesos eco-eficientes.
"Eco"
por
ecológicos,
pero también por
económicos.
Si el
desperdicio
y la
contaminación indican ineficiencia en el uso de nuestros insumos, lo ideal es el punto
de cero contaminaciones. Este sería el indicador de un manejo óptimo, con menores
costos económicos y ambientales.
Y es clave que el ciclo productivo completo sea eco-eficiente, porque es posible obtener
productos limpios de procesos sucios. Urge, por ello, una visión integral.
La siguiente pregunta sería: ¿qué desafíos debemos enfrentar para lograr el ecoeficiencia? El primero es un reto mental, es decir, pensar en la eco-eficiencia como
medio para mejorar la competitividad de nuestra empresa, a la vez que protegemos el
patrimonio natural de nuestros hijos.
El segundo es el desafío práctico: para poner en marcha procesos eco-eficientes,
requerimos creatividad en la búsqueda de soluciones técnicas, acceso a capitales de
riesgo y apoyo de nuestros gobiernos.
Y el tercer reto es la inversión en capital humano, la única que garantiza que las
soluciones técnicas que aplicamos realmente funcionen. Sin la participación humana
calificada, los demás esfuerzos serán estériles.
La mayoría de las unidades productivas son de pequeña y mediana industria. El
problema, desde luego, no es su tamaño, sino su carencia de recursos financieros y
técnicos para garantizar una producción limpia. Y ya que constituyen un número tan
grande de pequeños contaminadores, es sumamente difícil calcular y monitorear su
impacto ambiental real.
En el caso latinoamericano, existe el agravante de que las pequeñas y medianas
empresas son las principales generadoras de empleo. No hay que perder de vista esta
importante variable social en una ecuación ya de por sí compleja.
Es claro, por todo esto, que América Latina tiene todavía mucho por hacer. Pero hay
signos positivos: confiamos en la viabilidad de la producción industrial limpia, sobre
todo, porque hoy sabemos que sí puede ser rentable, si empresarios y gobiernos
trabajan juntos para lograrlo, con el apoyo del resto de la sociedad.
Cuales son las características de una persona emprendedora
No todas las personas están capacitadas para llevar a cabo un proyecto empresarial;
por tanto es necesario reflexionar sobre las posibilidades de cada una, y tener en
cuenta que quien quiera llevar a cabo un proyecto empresarial debe contar con las
siguientes cualidades:
Cualidades personales:
Disposición para asumir riesgos y capacidad para afrontarlos.
Capacidad de organización.
Capacidad de creación o innovación.
Poner ilusión y después seguir una línea de constancia en el trabajo.
Conocimientos profesionales
Formación técnica adecuada.
Formación gerencial.
Conocimiento del sector y sus características.
Experiencia de trabajo, a ser posible en el sector en que piensa competir.
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