por CARLOS ALDUNATE LYvN, SI

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por CARLOS ALDUNATE LYvN, S.
A pesar de todos los adelantos modernos, crece el nhmero de los desadaptados
a la vida. ¿Cuál es la causa? Sm duda, las
hay niuchas, pcro una de las principales
es el desarrollo incompleto de la personalidad. Una personalidad infantil en un cuerpo de adulto: ésta es la tragedia de miles
de hombres modernos.
Y, sin embargo. esto no debería ser. La
naturaleza humana tiende, de suyo, hacia
la salud. y posee reservas inmensas para
reparar el mal una vez que &te se haya
produc:do.
El fin. pues. de este articulo es constructivo: describir brevemente el desarrollo
~fectivodel hambre, desarrollo que es uno
de los factores principales de la personalidad; demostrar en seguida. cómo exige
la vida el desarrollo completo de esta personalidad; indicar, en tercer lugar, cómo
educa cl Cri.stianismo la afectividad, ofreciendo así al hombre una de las condicioues kdispensables para su felicidad terrena.
1.-DESARROLLO DE LA
AFECTIVIDAD.
Sempre será más o menos artificial toda
divisi& del desarrollo afectivo en diversas
rtapas. Sin enibargo. pueden &alarse algunos pasos hien caraderisticos.
1) La fiisión uital- La primera forma
de la afectividad es la fusión vital del niño con todo lo que lo rodea: para él el
mundo está poblado de fuerzas buenas y
mala9 (gigantes blancos y negros, como
dice KUnkel) : por una pwe, su madre,
todos los que lo quieren, algunos animales
y juguetes, las hadas, etc.; entre las fuerzas adversas, están las personas antipáticas, el demonio, las brujas, fuerzas desconocidas de la obscuridad.. La nifiita
que juega con su muñeca, llega a sentirse
una verdadera madre que cuida a su hijo
vivo, aunque ella sea lo bastante grande,
.
I.
para entender la diferencia entre la realidad y la ficción. Se trata aquí también de
una fusión afectiva con el rol de la madre.
2) La wprodurción afectwa.- Seria un
segundo paso. En ella se reproduce el senthiento ajeno, es decir, ese SeWMíento
encuentra un eco en uno, se comprende.
La fusión tiene una mayor base subwnciente. brota más espontánea e irracionalniente, pertenece más a la esfera vital. instintiva. En cambio, en la reproducción participa más el conciente; el sujeto que la
experimenta conserva su individualidad;
no se pierde en el otro. Hay un progreso
al darificarse las relaciones entre el Yo
y el Tú. Con todo, nótex que no se puede tener reproducciOn afectiva de sentimientos que nunca hayan pasado por el
Yo. la fusión primitiva está a la base de
toda afectividad.
3) La reproducción afectiva hace posi
ble la simpatia. Esta es una participación
en el mismo sentFmiauo ajeno. Un ejemplo adarará este paso. Ha muerto el hijo
de un matrimonio; vienen los vecinos a
presentar sus condolencias a Im padres
ailigidos. La mayor parte no pasará más
allá de la reproducción afectiva: comprenden el dolor ajeno. e x dolor despierta un
eco en ellos. Los más íntimos, los amigos,
llegarán a sentir el mismo dolor, a experimentar espontáneamente el mismo sentimiento que embarga a los padres.
En la simpatía o participación afectiva
entra un elemento nuevo muy importante:
la conciencia dc que el prójimo posee la
misma realidad que el propio Yo. Hay
muchos seres humanos que no llegan nun-'
ca a este grado de desarrollo. Siguen viviendo en un mnndo, cuya realidad central es el Yo. cuya i m i realidad es el Yo ;
todos los demis no son sino sombras, imágenes de immbres que tienen más o menos
retación w n el Yo. La participación afectiva nos m a por primera vez fuera del pque30 mundo del egocentrismo y nos hace
sentir experimentalmente el hecho de que
cada ser humano es una persona, es decir,
un centro de sentir y pensar, lo mismo que
naiotm, un sujeto de derechos y responwbilidades.
4) Esta simpatia es la condición necesaria para el amor del hombre toma hombre,
para el amor de todo hombre, por ser conm nosotros. Después de haber caído m la
cuenta de que nuestro prójimo es tan profunda y esencialmente hombre como nosotros. no podemos dejar de amarlo. De la
mera simpatía, actitud de recepción, pasamos al amor propiamente dicho. actitud activa de colaboración; del amor de complamicia o simpatía. paramo5 al amor de henevolencia o verdadero amor, en que e1
amante se subordina, bajo ciertos respetoc,
n la persona amada. deseándole acreciene tamiento de bienes y felicidad.
En esta etapa, la del amor a la humanidad, estamos todavía en un estadio muy
vital, ea decir. instintivo. Es la afinidad
instintiva la que nos abre la puerta a la
fusión primitiva, y luego a la reproducción
y a la participación afectiva que hacm posibk el amor al hombre como hombre.
S) Este amor a la humanidad, al penetrar después en capas más y más profundas, termina por alcanzar el punto, donde
comienza d ser personal del hombre. Con
&o llegamos a lo que llama Scheler el
amor crc6rnd>ll(co o la p e r s o ~espitihcel. Es
acósmico y espiritual, p h u e nos encontramos aquí lejos de lo instintivo; se ama
al ~rójimoporque se llega a intuir ese cmtro espiritual que es la personalidad humana.
Todo amor ests basado en la aprensión
de valores. No es una mera contemplación
fija, unocionahnmte aprobadora de uu
valor que existe ante los ojos y que a dadn de una vez por todas. Al amar se añade
un nmmiento intmcioDal haaa d o m
mb y más altos, a dores que s61o existen
esavr Wmdaiidadee en la persono ama&.
ornar idealiza, pero de suyo, n4 eag&
d pmia'u m d objeto amado, el
i d 4 a que pd&i ilegai. En ese mopimienie h.u d NIsPI esti el poder ueodor del
m
amor Jy la fuente de todas las abuegacibnes.
RESUMEN.- El análisis y la clescripcióu de las distintas manifestaciones afectivas del hombre nos presenta el siguiente
desarrollo de la afeaiwidad humana: 1) la
fusión afectiva del niña con el universo
circundante; no es propiamente un salir
de sí. porque todavía está imperffftamente diferenciado de lo que lo rodea; 2) la
reproducoión afectiva con que un YO, distinto del Tú, comprende los estados afectivos ajenos. pdque encuentran eco en el
Yo; 3) la simpatia o participación afectiva. en que el Yo se une con el Tú en un
mismo sentimiento; 4) el amor al pr8jinio, porque es un hombre como el Yo. cuyos sentiniienios ha llegado el Yo a participar, por lo menos. imperfectamente y
en algunas ocasiones; 5) el amor al Tú no
sólo como persona tan real y responsable
como el Yo, sino también, conlo asiento de
un ideal. Sólo en esta etapa tiene pleno
sentido e1 precepto cristiano de amar al
prójimo como a uno mismo, reconocer en
él a un hijo de Dios y hermano nuestro m
Cristo. Sólo aquí se vislumbra algo del
amor de Jesucristo, que murió por salvarnos y unimos a sí por la Gracia.
El amor mvolucra macesariamente el
don de si al prójimo. llegando así a la madurez psicológica que consiste, se&n W.
Menninger, "en encontrar mayor satisfacción en dar que en recibir (lo contrario al
estado infantil)".
11.-EXIGENCIAS
DE LA VIDA.
Despuis de recorrer las diversas etapas
que presenta el desarrollo de la afeetividad, cabe preguntamos si la vida exige que
lleguemos a la última. Para ello tendremos
que examinar brevemente el curso de la
existencia humana.
No nos interesa, por ahora, entrar detalladamate en los problemas de cada edad
del hombre, sino destacar cinco etapas bien
definidas en su vida social o de relaciones
con los demás.
1 ) La infancia y siñes.- Se caracteriza
por k dependencia del jwen ser humano:
nefesita de los demás para la alimentacióa
y el vestido, para adquirir los primeros conocinientos. para abrirse poco a poco a la
complicación de la vi&. El niño está hecho p a n recibir más que para dar.
Su vida de relaciones es forzosamente
muy limitada: la familia, algunos parientes, algunos amigos. El niño no puede actuar todavía en el mundo de los adultos.
2 ) La primera juventud (12 a 25 años)
es la edad de la independización y de los
primeros compromisos. Se comienza a ser
hombre, a dejar la casa paterna, a buscar
el trabajo que promete autonomía económica, a pensar en el matrimonio para formar un nuevo hogar.
Para el joven. la vida de relaciones es
bastante amplia. Es la edad de las infmtas
posibilidades económicas y sociales, porque
el joven no se ha deoidido definitivamente
por ninguna de ellas. Es un organismo en
desarrollo y como tal, le provee la naturaleza de una vitalidad dirigida a superar
las dificultades que se le presentan. Por
esto, el joven suele ser capaz de esfuerzos
intensos. de trabajos duros emprendidos
por un ideal. p r o no necesita generalmenic haber llegado a la madurez Última del
amor. Su vitalidad lo sostiene.
3) El pe~lodode ~xpansión(20 a 40) es
el dc los compromisos definitivos. El joven se casa o se ordena de sacerdote; se
e,pecializa más en su profes5n o toma
parte decidida en k política; se radica definitivamente en tal ciudad, etc. Después
de los primeros tanteos, de las primeras
desilusiones. de los primeros éxitos, el joven ve mejor el camino de su vida y se determina a las renuncias que van necesaiianiente involucradas en cada decisión.
La vida de relaciones sociales y económicas va en constante aumento. Nacen los
hijos, se multiplican las conecciones profesionales, eultdes y de amistad
La pujanza btintiva está todavía ea
pleno vigor: el amm, el espíritu de lucha,
de aventura, de empresa. Son fuerzas que
sostienen al hombre en sa período de apansih. Pero va cre&ndo también la cmciencia de las responsabilidades, el =tido del deber. Se fortalece la voluntad, SO%tenida por motivos de ordm racional. D e
ahí que el amor va cobrando uña nuerrP
firmeza : la de las convicciones profundos,
inalterables. eternas; lo que prmitká d
desarrollo y luego el predominio de ¡SS
formas superiores del amor a k h u d dad y del amor a la persona h e . PUSO
estas formas supriores no su& hacerse
todavia indispensables; hay todavia salud
y ambición, fuerzas vitales que pueden
muy bien sostener al hombre en su vida
diaria.
4 ) El pedodo de plmitnd (35.. .).-Los
romanos juzgaban como la cumbre de la
vida intelectual y moral, los 46 afios; los
chinos la ponen en los 60. No se pueden
fijar fechas, pero para todos hay un periodo más o menos largo de plenitud ni
que ha llegado a un máximo la vida &
contactos y reiaciones sociales, culturales.
económicas. El hombre está ea su plena
maduw, y por varios años quizás avanza
por el camino que basta ahora ha Uevado.
Comienza a cosechar abundantemate d
fruto de tantos trabajos.
Sm embargo, precisamente en este periodo de aparente pknitud se sufre a veces una crisis dolomrs que ha sido muy
estudiada por Jung. El hombre oco9hunbrado al esfuerzo. a la lucha, a la producción, siente que ya no es dueño de su destino: es demasiado tarde para emprender
rumbos completamate nuevos: no hay
tiempo y no estd libre: se han hecho renuncias definitivas y deben seguir hrcicndose. Por otra parte, las fuerzas iastintL
vas comienzan a dismiiuir y las deben mplir ima voluntad fundada en principios.
prendada de valores más esenciales y prof undos.
En este punto, necesita d hombre motimuy podemos para
trabajando, atio para seguir viviendo: &
sentirse destinado a algo, a una misión
que debe cumplir, una misi611 en favor de
ñY(
MENSAJE
los demás. Los marcos pueden ser modestos, como asegurar la situación e c m b i r a a la mujer e hijos; pueden ser mis grandes: un investigador. un escritor que ansía termimar la obra de su vida; un politico o reformador social que quiere luchar
hasta el fin para imponer sus ideas en bien
de la nación; un Carnegie que se dedica
a administrar sus riquezas para el bien de
la humanidad; un misionero que trabajará
hasta el último suspiro para La salvación
de las almas; Ulises, que en la poesía de
Tennyson anhela conocer "los últimos limites del pensamiento humano" y "terniinar, antes de morir. alguna otra hazaña no
indigna de hombres que lucharon con los
dioses".
En todos estos casos debe el hombre subordinar% a la obra, a su misión. al bien
de los demás. Debe Uegar a la plenitud de
su desarrollo afect~o,al amor más aito
-se lo exige la vida- de lo contrario le
acecha la amargura de una existencia '
egMsta o una neurosis declarada.
5) La wajea.- No es una desgracia, sino la ocasión para que se ponga en evidencia la d i d a psicológica de una personalidad. Bien pueden fallar las fuerzas físicas y reducirse las relaciones sociales con
el alejamiento de los hijos y la muette de
los amigos. El hombre que haya aprendido a anmt desinteresadamente, que haya
ido basando su actividad en motivos universales y eternos. podrá enfrentarse serenamente con la pmeba suprema: el
arrinconamiento de la ancianidad, la humillación de las propias debilidades, el peso
de seguir viviendo.
Si el amor egoísta no puede sostener al
ser humano en el período de la plenittid,
menos podrá hacerlo en el tiempo del ocaco. La actividad exterior puede hasta ciwto pqnb distraer de la vaciedad del cora260, p o la vida es implacable: viene la
pwba y solamente el que aprendió
a ~ m s ar sus semejantes como a sí mismo,
puede
feliz hasta el Último aliento.
-
RESUMEN.- El jwen puede ser eapaz de4
heroico, pero la vida no nc
lo exigirá. como cosa kabituai. Es educaclom paciente: durante large t:eapo sostiene al hombre coa fumas vitales. b r i n tiws, de wtpanskjn; para dar tiempo a
que vaya fmkndost im amor mis hondo,
más cimentada en re1acícnie.s objetivas c
invariables. Luego, a mdida que diminuytn las fuerzas MWes, debe el hombre
apoyarse cada vez m& en la voluntad y
en el perfecto amor. Se lo exige la +da,
y de la docilidad del hombre depende su
tclicidad terrew -quizás también la eterna.
111.-LA PEDAGOGIA DEL
CRISTIANISMO.
Pu&
parecer utilitada esta pregunc?:
rPlos ayuda el Cristianismo a v i v i t Pero
m ,a&e articulo no estamos considerando
lu jrerkd del Gristkwism, ni la ekvación
&%W doctrinas, ni la bondad de Dios al
& nuestra humanidad. Nuestro
&f&& .tB
psC~016gico: 18 vjdá e*
el
.~~
d e l amor; ¿ayuda el CdsI
Ig
,EJ,,@&
'3kdkeen &a tarea de su
&tbio
a. todo desaírdlo
es el :&sconaeimiento de si mis-
Wa ,i.llCiior díchoOla ceguera a
la verdadera
situ@$& del Yo. es^ ,demasiado d&mo
confesar nuestres defSf'ren& y la nece3idad de d o m a y progreso. %r eso
W s Ta existencia de nuestras. debilidades
o btwamw razones para justificarias.
El oristimigno viene en nuestra ayuda:
nos dice que la naturaleza hummi es&
indiúiada al mal ; despub : que cada h m hre en particular "títvie pecado" (1 Jm,).,
Son ~erdades duras pko pertenal
dogma y nihgim ' ~ ~ i s t i &puede
o
dejar de
adniitirlas. En seguid%-nuestra. fr nos uJge la con4ecwtneia practica.: que Eads uno'
eonf1.ftse pirb-k
"haber pecada por
su culpa, por s u culpa, por su grarisima
culpa". Hay u& todavia: está el sacralnenro ríe lo penitencia para que el cridkano sonieta liumildemente al representante
de Dios la &te historia de las distintas
acciones y deseos pecaminosos.
El pecado es un apartamiento de Dios,
nuestro Bien Suprenin, para volvernos hacia un bien inniediato pero dafilno, prohibrdo. Ei pecado es *vuelta contra Dios
y turbación de la uaturaleea ya que a la
esencia de la creatura pertenece ser& al
Creador. El ctistianisrno nos enseña, pues,
dónde está ei n d moral de un egaeentrismo infantil, que es, psicológicamente, una
etapa de transición que debe ser superada.
pero que es también enfermedad grave" si
se prolonga.
Esie realismo cristiano coloca al hombre
cn la verdad de su condición: es un ser
que tiende de suyo al egoísmo infantil y
rluc se quedad en esa oondicióm si no hace M esfuerzo para elevarse al plano del
amor abnegado.
El criáianismo tiene mejor opinión del
hmbre que ninguna de las formas de tnatw'aiiumo.
reconocer ui la naturateza
humana un principio htrínsicamente inde.
pendiente de la materia, reconocemos cd
origen de tuerzas que pueden lnnitar los
instinto*. encauzarlos y por f m suplirlos
criando han corrido ya sn t e m o y empiezan a desfallecer. El hombre puede Ilegar al perfecto amor porque en él no todo
se reduce a la vida aninial con sus tendencias iiis~iiitivas.Estas decrecerán necesarfamente con el tiempo, pero, gracias al alma racional, podd el hombre enriquecerse
y fortificarse con las tnc&nzacl de la vi.
da, con las verdades de k füosoffa y de
la religi6n; podrá Su v o ~ ulcnitrar
~ d
niolivos de orden espíriibl para sostenerla cn los mayores heroísmos.
Por lo tanto, en la cancepción aistiana
del hondwe. está la posibilidad del amor.
Pero hay más: según el cdstignismo, el
anior es obligatorio: "Este es el mand9-
AT
miento mio: que os a m i 5 tims a otras
como yo os be arnedo" (J18, %E).
"Quien uo ama pctm~maca la SIR&@.
(1 Joan. 3. 14). Y no ra pide qu SWF
cudquiera sino el mPs altw p
"En esto henms con
que J I i dió SU vida
mFotros debemos dw lor vi& p ~ eW
hermauos" (1 Joan. 3, 16). WB zmn&
niirno supoue más que la m m p<rsiaaC
dad de cumplirlo. Si Cristo oaai m&
m a r con pedectisbmo amor, esta deba MI.
muy realizable, por lo menos WII b gm.
cia divina. Pues bien, el dstMnismo
sita que no nos faltará esta ayuda &muatutal para amar, ,y esta eonfiPnza
Dios es también, psicdógicammte considerada. un factor importante en el d~lilrrct
110 de la personalidad humana.
3) E1 amor a Dios.
Es 1. cumbre en el Umino del ama
porque significa el triunfo i i i dd e&ritu sobre el instinto, la entrega total del
hombre a su Creador, entrega que no d e s
truye ninyns de hs relacfones humasurs
legítimas, sino que las coloes todas en d
plano inalterable y eterno del c e d a querido por Dios.
Ei amor a Dios que purifica, d t a E e y
engloba todo amor ordenado, k m pm fin
a ia maduración completa de la pewmdidad adulta. Sble en esa p e r s w o a dm.
piense perfectamente las palabras dc C s i
to: "Más ltienaventurade es dar que rc@o apnestu
cibir" (Hechos, 2Q, 35),
de la ley dd inemxicnh infantil: 'Todo,
para mi stila, iarn-
-
4 ) Los medios pedagdgicos.
No basta proponer un ideal y exhortar
a conseguirlo. Hay que dar al mismo tiempo los medios conducentes. El cristianismo suplica y confía en la gracia divina
porque "el amor procede de Dios" (1 Joan.
4, 7), pero propone además medios que
t i e m también un valor psicológiw, que
eduun la afectividad d d hombre y la desarrolian hasta la plenitud.
Analizar el valor pedagógico de estos
medios, tendrá que ser materia para otros
artkuios. Baste recordar aqui que la historia confirma la eficacia de la pedagcgia
cristiana: son innumerabks los cristianos
de todos los tiempos que en las circumi
tandas m& diiras han superado las dificultades de k naturaleza caída para llegar
a las cumbres más altas del amor al prójimo y del amor a Dios.
Esto no significa que k vida cristiana
sea iucompatibk con las neurosis. o que
baste proponer un.reforn~amoral para sa-
Bar de todas las enfermedades nerviosas.
Sólo se afirma que el cristianismo responde
a las exigencias de k vida ya que con paciente pedagogia, saca al hombre de su
~goismoinfantil y lo lleva, si se deja ilevar, al desenvolvimiento pleno de su personalidad
CONCLUSIONES
1) Como los anillos de una cadena. las
diversas etapas de k afectividad nos llevan
desde la fusión afectiva egocéntrica, propia del u s o , hasta las formas superiores
del amor al prójimo y a Dios.
2) La vida en su curso normal, exigc
que el hombre Uegue al desarrollo completo de su capacidad de amar. Terminan en
la amargura los que siendo físicamente
adultos. permanecen infantiles en su afectividad egocéntrica.
3) El cristianismo lleva de suyo al perfecto desarrollo de la afectividad, y rontribuye, aun bajo este aspecto, a la felicidad
del hombre en la tierra.
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