N. nuevo Miércoles 12.10.2016 Audiencia general: Nuevo ciclo de catequesis sobre las obras de misericordia Después de haber reflexionado sobre el misterio de la misericordia de Dios, desde la acción del Padre en el Antiguo Testamento, hasta la de Jesús que en los evangelios muestra con sus palabras y gestos que es la encarnación misma de la misericordia, el Papa ha anunciado en la audiencia general de este miércoles, que dedicará un nuevo ciclo de catequesis a las obras de misericordia corporales y espirituales. “No es suficiente haber experimentado la misericordia de Dios en nuestras vidas –observó el Pontífice- es necesario que cuantos la reciben sean también signo e instrumento suyo para los demás…No se trata de hacer grandes esfuerzos o gestos sobrehumanos. El Señor nos indica un camino mucho más fácil, hecho de pequeños gestos pero que a sus ojos tienen un gran valor, hasta el punto de decir que por ellos seremos juzgados…Jesús dice que cada vez que damos de comer a quien tiene hambre y de beber a quien tiene sed, cuando vestimos a una persona desnuda o acogemos a un forastero, cuando visitamos a un enfermo o a un prisionero, se lo hacemos a El. La Iglesia ha llamado a estos gestos “obras de misericordia corporales” porque socorren las necesidades materiales”. Pero hay también, como recordó Francisco, otras siete obras de misericordia espirituales, que responden a otras exigencias, igualmente importantes “sobre todo hoy –recalcó- porque afectan a lo más profundo de las personas y a menudo hacen sufrir más. Todos nos acordamos de una que ha entrado a formar parte del lenguaje corriente: “Sufrir con paciencia los defectos del prójimo”. Podría parecer algo de poca importancia, algo que nos hace sonreír y sin embargo lleva aparejado un sentimiento de caridad profunda; y lo mismo pasa con las otras seis: dar buen consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, consolar al triste, perdonar al que nos ofende, rezar a Dios por los vivos y por los difuntos”. “Es mejor iniciar por las más fáciles que el Señor nos indica como las más urgentes –añadió- En un mundo aquejado del virus de la indiferencia, las obras de misericordia son el mejor antídoto. Nos educan a la atención hacia las exigencias básicas de nuestros hermanos más pequeños en los que está presente Jesús.Nos hacen estar alerta evitando que Cristo nos pase al lado sin que lo reconozcamos. Viene en mente la frase de san Agustín: “Tengo miedo de que el Señor pase” y no lo reconozca, de que el Señor pase a mi lado en una de estas personas pequeñas, necesitadas y no me dé cuenta de que es Jesús”. Las obras de misericordia “despiertan en nosotros la exigencia y la capacidad de hacer viva y activa la fe mediante la caridad. Estoy convencido de que a través de estos gestos diarios tan sencillos podemos hacer una verdadera revolución cultural–aseguró Francisco- Si cada uno de nosotros, cada día hace una de estas obras, en el mundo habrá una revolución. Pero tenemos que hacerlas todos y cada uno.¡De cuántos santos nos acordamos no por las grandes obras que hicieron sino por la caridad que transmitieron! Por ejemplo, de la 2 Madre Teres no nos acordamos por las muchas casas que abrió en el mundo sino porque se inclinaba sobre cada persona que encontraba en medio de la calle para devolverle la dignidad. ¡Cuántos niños abandonados ha estrechado en sus brazos! ¡A cuántos moribundos ha acompañado hasta el umbral de la eternidad teniéndolos de la mano!”. “Estas obras de misericordia –concluyó- son los rasgos del rostro de Jesucristo que cuida de sus hermanos más pequeños para llevarles la ternura y la cercanía de Dios. ¡Que nos ayude el Espíritu Santo y encienda en nosotros el deseo de vivir con esta forma de vida: Por lo menos una obra al día!. Aprendamos otra vez de memoria las obras de misericordia corporales y espirituales y pidamos al Señor que nos ayude a ponerlas en práctica cada día y en el momento en que vemos a Jesús en una persona necesitada”.