Ya llega SEPA - Área financiera

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Zona Única de Pagos
en Euros: Respuestas
a las preguntas
esenciales sobre SEPA
Ya llega SEPA
Llevamos años oyendo hablar de SEPA, aunque realmente casi nadie
se ha sentido realmente involucrado hasta los últimos meses en
que el ruido viene siendo mayor. La misma Directiva de Servicios de
Pago, aún en trámite, parece haberse acelerado y ya se aventuran
fechas, aún sin aprobar, para su obligatoria transposición a la
legislación española: 2009.
Juan Fernando
Robles Élez-Villarroel
Director General del
Instituto Superior de
Técnicas y Prácticas
Bancarias
Editor de la Revista de
Finanzas
SEPA no es más que la constitución
de una Zona Única de Pagos en Euros
para todos los países que pertenecen a
la Unión Europea (EU27), tengan o no en
circulación el euro (es decir, todos incluidos
EU13), que se extiende a los países del Área
Económica Europea (EEA), como Islandia,
Noruega y Liechtenstein, así como a Suiza.
Según el Plan Español de Migración a SEPA,
es “la zona en la que ciudadanos, empresas
y otros agentes económicos podrán hacer y
recibir pagos en euros, dentro de Europa, con
las mismas condiciones básicas, derechos
y obligaciones, y ello con independencia
de su ubicación y de que esos pagos hayan
requerido o no procesos transfronterizos”*
Para todos estos países supone una
evolución de sus sistemas de pagos
locales hacia los estándares SEPA
en los instrumentos que abarca:
Tarjetas, Transferencias y Adeudos por
Domiciliaciones, o también denominados
Adeudos Directos. Supone asimismo
una asunción de prácticas bancarias
estándar en toda esa zona con respecto
a estos instrumentos y la adopción de
unos instrumentos de pago específicos
reglamentados, no sólo en lo referente a su
tránsito por el sistema bancario, sino en
cuanto a las garantías y la relación con el
cliente, sobre todo en lo referente a plazos de
ejecución o posibilidades de reembolso.
Una de las principales dificultades de
SEPA es la heterogeneidad de los sistemas
financieros que debe unir y del dispar
desarrollo tecnológico y operativo de las
diferentes plataformas de pago locales
o cámaras de compensación que deben
comunicarse. En este sentido, las cámaras de
compensación paneuropeas juegan un papel
preponderante y se está produciendo una
cierta competencia por ver quien controlará
el inmenso pastel de las operaciones de
intercambio o quien ofrecerá los menores
costes operativos. Así, convivirán diferentes
medios de compensar operaciones,
pues SEPA no impone un sistema de
compensación ni de liquidación, sino un
esquema de funcionamiento estándar al
que deben someterse los operadores de
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las operaciones que menos necesidades de
liquidez les imponga y, repetimos, menos
costes transaccionales supongan.
Esencialmente tanto las entidades
financieras como las autoridades europeas
coinciden en que las transacciones dentro de
la Unión Europea y más extensamente en el
área económica europea son transacciones
nacionales, por lo que deben tener el mismo
tratamiento que la operativa dentro de cada
uno de los países que la forman.
pago, cualquiera que sea la fase en la que
intervengan.
Cámaras de compensación como EBA
Clearing, con sus más de 100 entidades
compensadoras y unas 1.600 representadas
(en Step 2, que es el sistema por lotes
que evoluciona hacia SEPA), jugarán
un importante papel como centros de
intercambio de operaciones SEPA. EBA
Clearing es una cámara de compensación
pan-europea que provee soluciones de
intercambio y liquidación para pagos
urgentes y no urgentes intercambiados
por lotes, lo que le otorga una ventaja
de partida pues viene considerando los
estándares SEPA desde hace tiempo. No
obstante, otras cámara de compensación y
acuerdos entre entidades serán igualmente
soporte para el intercambio de operaciones
normalizadas SEPA. SEPA no impone
la forma de enrutar las operaciones ni
implica que deba existir sólo una cámara
de compensación. Cada entidad buscará la
rentabilidad operativa en sus procesos, el
menor coste operacional y el mejor esquema
de seguridad, y será el mercado quien defina
a largo plazo qué cámaras acaparan el
mayor volumen de operaciones. En el caso
español, es previsible que Iberpay, a través
del SNCE, enrute las operaciones SEPA
hacia otras cámaras europeas con criterios
netamente económicos, lo que no impedirá
que las entidades participantes puedan
intercambiar operaciones de forma directa
con otros operadores si así es su interés o en
cumplimiento de acuerdos de intercambio
y liquidación en los que puedan participar.
Las entidades buscarán el medio de liquidar
29
La SEPA
garantiza las
condiciones,
derechos y
obligaciones
de
ciudadanos
y empresas
europeas en
su pagos y
cobros en
Euros
Otra peculiaridad de SEPA es que se
extiende a los pagos que no sean en euros,
es decir, los instrumentos SEPA podrán
emplearse para pagos cuyo origen o destino
estén en monedas diferentes al euro, pero
cuyos procesos de intercambio y liquidación
interbancaria se efectúen en euros. De
esta forma, los sistemas financieros de
aquellos países que se vayan incorporando
al euro paulatinamente pueden acceder
desde el principio a las ventajas de SEPA
y a la beneficiosa influencia para su
comercio intracomunitario de utilizar estos
instrumentos.
SEPA, por tanto, es una apuesta política pero
a su vez tiene un gran sentido económico,
al tiempo que se ve como una oportunidad
del sistema financiero europeo para lograr
una mayor eficiencia e integración. Para las
entidades financieras tiene el gran atractivo
de popularizar los esquemas de pagos STP
(para cargos o abonos directos sobre las
cuentas, sin intervención manual) allí donde
no son populares, con el consiguiente ahorro
de procesos, o seguir extendiendo su uso
en los países en los que se ha logrado una
mayor penetración de estos esquemas.
Si bien en España el uso de los adeudos
directos (adeudos por domiciliaciones) está
muy extendido, no así en otras economías
europeas, siendo un medio de cobro muy
atractivo para las compañías que operan
con usuarios finales pues simplifican y
automatizan por completo su gestión de
cobro, con una gran certidumbre en el
resultado de sus procesos. Para los usuarios,
con las debidas garantías, también es
un medio cómodo de cumplir con sus
obligaciones de pago, y ello lo podemos
ver en el enorme éxito y aceptación de
esta modalidad de pago allí donde se ha
promocionado. No obstante, ciertas
costumbres locales harán que en
determinados países el desarrollo de
los direct debit no sea tan rápido como
las entidades desean porque habrá
que vencer la desconfianza de clientes
no acostumbrados a este proceder
por parte de sus suministradores
de servicios periódicos y por estar
anclados al uso de otros medios de
pago como el cheque o los recibos
remitidos al deudor (título de pago
interbancario en Francia, por ejemplo,
también muy utilizado en Portugal y
otros países).
SEPA no se ocupa de instrumentos
tales como los cheques y los efectos de
comercio (letras, pagarés, recibos). El
modo en que se opera actualmente con
estos instrumentos en las operaciones
intracomunitarias no va a evolucionar
significativamente, pues tampoco es
del interés de las entidades fomentar
su uso, que, no obstante, y dado su
arraigo en nuestras economías, aún
serán utilizados por largo tiempo. No
hay que olvidar que el cheque es de
gran uso en Francia o Portugal, pero
también junto con el pagaré de cuenta
corriente supone el segundo medio
de pago en volumen en España, a
pesar del poco respeto y prestigio
que tiene en relaciones fuera de las
interempresariales o de un círculo de
confianza mutua.
SEPA supone
cambios en
nuestro sistema
de pagos lo
que acabará de
afectar a todas
las empresas
españolas y
europeas
SEPA tampoco supone la congelación
de las operaciones o la obligatoria
utilización de esos estándares sin
modificaciones o ampliaciones. De
hecho, las entidades podrán partir
de los esquemas de SEPA para
comercializar productos y servicios
de pago de valor añadido entre sus
clientes que incorporen nuevas
características. De esta forma se
puede decir que SEPA es un acuerdo
de mínimos sobre cuya estructura se
pueden añadir componentes. De hecho,
cámaras como EBA clearing llevan ya
tiempo trabajando en estructuras de
intercambio para modelos operativos
más complejos que los instrumentos
SEPA, pero que cumplen con los
requisitos del esquema.
¿En qué regulación se basa?
El Sector Bancario Europeo creo en
2002 el European Payments Council
(EPC), que representa a la comunidad
bancaria y que toma las decisiones
que son asumidas por el sector
para las entidades que operen en
el entorno SEPA. Los reglamentos
para los instrumentos SEPA los
emite este organismo así como los
acuerdos interbancarios que deben
suscribirse para participar en los
diferentes esquemas operativos.
Una de las ventajas del EPC frente
a otros organismos reguladores es
su transparencia, pues la mayor
parte de las normas que emite son
públicas, lo que supera viejos vicios
de secretismo que hoy en día ya no
tienen sentido, como los que pueden
imperar sobre prácticas bancarias
en las organizaciones sectoriales
españolas, tanto en las patronales
como en organismos como Iberpay,
quizás con un rancio concepto de que
la practica bancaria es algo propietario
de las entidades cuando deben ser
conocidas por toda la sociedad en todo
aquello que no afecta a la seguridad
de las transacciones y sea información
sensible, es decir, una muy mínima
parte. La banca no posee la práctica
bancaria, si quiere que ésta constituya
usos mercantiles con capacidad de
implicar a las partes debe potenciar su
conocimiento. Todavía la banca tiene
algo que aprender y más tarde o más
temprano aprenderá esta lección.
El funcionamiento de SEPA en
definitiva no se ve esencialmente
alterado por la normativa, de tal modo
que puede funcionar sobre diversos
modelos normativos locales, siempre
y cuando sean compatibles con el
desarrollo de las operaciones tal como
están concebidas, y esencialmente
todos los son. No obstante, las
legislaciones locales deben armonizarse
dentro de la Directiva de Servicios de
Pago, que actualmente en trámite,
deberá transponerse a la legislación de
cada país miembro. En ese sentido, si
existen requisitos legales que hay que
cumplir, estos serán los que marque la
directiva con carácter general, y en lo
que se refiere a cada parte interviniente
deberá atender a los requisitos legales
locales en cuanto a la cumplimentación
de sus obligaciones, lo que en principio
no afectará al curso de las operaciones
normalizadas.
¿Cómo va a afectar a las empresas
españolas?
SEPA supone cambios en nuestro
sistema de pagos, y en ese sentido
acabará por afectar de una u otra
forma a todas las empresas españolas
y europeas, sobre todo en la medida
en que la normalización se imponga
en el mercado y vayan desapareciendo
los instrumentos similares no SEPA.
El cambio será suave y la adaptación
tan paulatina que no se prevé ningún
trauma sustancial a corto plazo.
Conviene recordar que no se ha
establecido una obligatoria sustitución
de los instrumentos de pago no SEPA
por instrumentos SEPA, dejando al
mercado la evolución en este sentido,
pero será la propia normativa que
emana de la Directiva cuando forme
parte del cuerpo legal de cada país y el
mercado quien se encargue de fijar la
fecha de sustitución.
Las empresas que pueden ver en SEPA
una oportunidad de mayor eficacia en
sus procesos son las multinacionales
que dirijan cobros y pagos a diversos
30
países dentro de la SEPA. Una vez
que sea una realidad, pueden decidir
centralizar a nivel europeo su tesorería
haciendo desaparecer por completo
sus tesorerías locales. Es más, muchas
empresas están ya considerando dar
este paso en un calendario no muy
lejano. Este digamos sería el paso más
radical pero que puede traer verdaderas
economías operaciones a las empresas
que realmente obtengan un beneficio
con esta centralización pan-europea.
El resto de las empresas deben
adaptarse a los nuevos estándares
operacionales que la sustitución de
instrumentos puede traer consigo.
En transferencias adaptarse a los
nuevos estándares de comunicación
informática será un cambio
insignificante, pues simplemente se
prevé una evolución de la norma 34.
Más adaptación pueden requerir los
adeudos por domiciliaciones en tanto
en cuanto se homologuen con los direct
debit de SEPA, lo que por normativa
europea será imprescindible pues las
garantías que un país debe ofrecer a
sus nacionales no podrán ser inferiores
a las que se den en operaciones
intracomunictarias, de tal suerte que
esta operación en España deberá
modificarse necesariamente.
En este sentido, las empresas deberán
establecer procedimientos de
recolectar las órdenes normalizadas de
domiciliación, la comunicación de las
mismas a los bancos presentadores,
la resolución de incidencias y, sobre
todo, adaptarse a los nuevos motivos
de rechazos y reembolsos que prevea
la nueva normativa, en general
más favorables al deudor que los
considerados en España.
31
En cuanto al cuaderno 58 el cambio es
radical, en el sentido de que al tratarse
de un adeudo directo puede perder su
especificidad operativa. Al homologarse
los plazos de devolución con los direct
debit de SEPA se incurre en el problema
de la excesiva exposición al riesgo de
devolución de estos cobros al aumentar
tanto los plazos interbancarios, por
lo que puede darse el caso que aún
soportando un coste fiscal algunas
empresas deban reconsiderar el
uso del cuaderno 32, que cierra las
devoluciones en tan solo 4 días en
muchos casos y excepcionalmente para
pequeños importes en 10 días según la
normativa actual, frente a un mínimo
de 6 semanas que supondría usar un
Direct Debit de SEPA. De este modo,
en las operaciones interempresariales
se puede augurar un abandono
paulatino de los débitos directos. En
las operaciones intracomunitarias
interempresariales es la transferencia
el medio de pago de referencia, no
así el adeudo directo, que tiene más
sentido cuando se trata de debitar a un
usuario final. La firmeza de los pagos y
el mantenimiento del riesgo de crédito
por encima de recibidos éstos es algo
poco soportable por las empresas en los
negocios B2B.
¿Cómo afecta al sistema
financiero?
Para el Sistema Financiero europeo
SEPA es una gran oportunidad, al
margen de los costes de adaptación
que pueda conllevar. En primer lugar
se trata de seguir en la senda del
establecimiento de los pagos STP,
como hemos dicho, lo que implica
interesantes ahorros en estructura
y back office. Con el esquema de
comisiones bancarias que SEPA
plantea, es decir, con un esquema de
que cada parte soporte las suyas, las
transferencias por defecto se emiten
SHA. Será el mercado quien diga si
en países como España el esquema
SHA es aceptado, pues aquí los costes
son soportados por el ordenante, con
una pequeña comisión interbancaria
que el banco mandante cede al banco
beneficiario. No obstante las entidades
desearían poder establecer este
esquema de costes compartidos pues
supone en principio una expectativa
de mayores ingresos y un motivo de
cargar al cliente por un concepto que
actualmente en operaciones interiores
no se aplica. Hay que reconocer que
un cambio operativo es una excusa
perfecta para introducir este coste
desde el punto de vista comercial,
echándole la culpa, si se me permite
esta expresión, a Europa de la molesta
innovación.
Al margen de este negocio directo
que puede llegar, pero que va
a depender más del mercado y
de la habilidad de las entidades
que de otra cosa, SEPA entraña
cambios técnicos y operacionales
que inciden en Sistemas, Normas
y Procedimientos, Comunicaciones
con los Clientes, Plazos de Firmeza,
Reembolso y Devolución y, en general,
el sometimiento a nuevos reglamentos
y normativas que hay que difundir en
las organizaciones. Los cambios traen
consigo necesidades de formación e
información a clientes y empleados,
lo que indudablemente conllevará
un coste directo. De paso, muchas
entidades podrían aprovechar en dar
formación sobre el uso de los medios de
pago a sus empleados de front office,
ya que se observan deficiencias en ese
sentido más que destacables. Fuera del
ámbito de los expertos, el conocimiento
profesional de muchos empleados de la
red pone de manifiesto una deficiente
formación en este sentido que SEPA
puede ser una buena oportunidad de
paliar.
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