diga la Naturaleza, allí^avara , y en otra parte cruel, y en otra

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diga la N a t u r a l e z a , allí^avara , y en otra parte cruel,
y en otra inexorable? ¿Por qué siendo la madre universal
apenas concede á unos con que satisfacer las primeras
necesidades, y á. otros colma de dones y de beneficios?
Es sin duda porque á cada uno le ha señalado su propio
m a y o r a z g o : porque ha cifrado en distintos bienes la suerte de los Imperios , y prefixádoles , por decirlo así , su
exercicio y su profesión. La ciencia pues de la felicidad de
u n pueblo , ha de fundarse en el conocimiento de su destino n a t u r a l , para darle el impulso que precisamente le
conviene , porque con otro se le sacaría , digámoslo así,
de su ó r b i t a , y excluyéndolo del sistema de la Providencia , se le haria perderse en los siglos¡jj como un p l a n e ta separado del sistema solar se perdiera en el espacio.
N o es este u n problema difícil de resolver : su p r o pia historia y la naturaleza indican á cada pueblo si h a
de cifrar su prosperidad en la industria ó en la Agricult u r a , n o porque todos no necesiten de uno y otro r a mo ; sino porque según su clima y territorio han de fixar principalmente la atención en uno de los dos , y
mirarlo como la profesión nacional; Veamos pues si n u e s tros fastos nos muestran la m a y o r prosperidad en las
épocas mas dichosas de la Agricultura , ó en las de las
fábricas : veamos si la tierra , el cielo, las producciones
mismas que d e r r a m a n en nuestro amable suelo , nos c o n vidan al campo y á los huertos ; ó si la esterilidad , la
intemperie , el rigor y la duración del invierno nos oblig a n á acogernos casi todo el año á los talleres. Pero si la
naturaleza y la historia nos predican la A g r i c u l t u r a , si
para ella hemos nacido , y solo por ella podemos p r o s p e r a r , l por qué no reconocemos nuestro destino natural:
p o r qué n o abrazamos nuestra gloriosa profesión , y ya
que todos no podamos exercitarla, como los héroes de Roma y ios Sacerdotes del antiguo Egypto , ¿ por qué t o dos no la honramos , p o r qué n o Ta exaltamos , y con
solemnes premios , con fiestas rurales, con espectáculos
y regocijos públicos n o procuramos excitar y mantener
«l entusiasmo del Arte tutelar de la Monarquía?
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