La conversión desde la mirada de un niño pobre. Provincia NORANDINA Ecuador, 8 al 12 de marzo Oración de la Mañana. Cuarto día: ¡Era para nosotros como un Padre! 01. Motivación - Hoy nos reunimos para recordar a San Marcelino Champagnat, instrumento que Dios escogió para estar en el origen del árbol de inmensa frondosidad, de savia fértil y de frutos numerosos que es la Institución Marista. - Con breves momentos de lecturas y de oración, queremos meditar sobre la percepción que de él tuvieron los primeros seguidores cuando, tocados por la dedicación y el amor que les dedicaba el Fundador, comenzaron a llamarlo PADRE. 02. Abertura Cantemos (elegir canción) 03. Lectura A (tres relatos de contemporáneos suyos) a) Hermano Francisco (en un escrito de 1880): Lector - “Su orientación no consistía en la multiplicidad de palabras. Muchas veces era una caricia paterna, una palabra, la misma palabra repetida varias veces. Pronunciada por él, aquella palabra descendía hasta el fondo del corazón, llevando al arrepentimiento, al amor de Dios; al deseo de progresar. Junto a él cuántos de nosotros recobramos la paz, la confianza y la felicidad. Él era firme al hablar y todos nosotros, sin duda, habríamos temblado con el sonido de su voz, ¡con una sola de sus miradas! Resulta que, sin embargo, más allá de todo, él era bueno, era compasivo, ¡era para nosotros como un padre! Al fundar la Congregación, quiso organizarla como una familia, en donde el jefe fuera el padre y en donde los Hermanos más antiguos velasen por los jóvenes y los protegiesen. Formemos, pues, esta familia, seamos sus hijos. Tengamos amor, respeto y servicio mutuo. Dejémonos calar por sus sentimientos. Hagámoslo revivir en medio de nosotros”. (AFM–Archives Frères Maristes, doc 505.8) b) Hermano Lorenzo (testimonio escrito en 1840): Lector: - “Una madre no siente más cariño por sus hijos que el que el Padre Champagnat sentía por nosotros. Y, esto no es todavía exacto ya que, no raras veces, las madres aman a sus hijos con un amor simplemente humano, y él nos amaba de una forma espiritual. Al comienzo, éramos muy pobres, el pan que comíamos tenía el color de la tierra, pero él nunca dejó que nos faltara nada. Como el más tierno de los padres, él tenía un gran cuidado con nosotros. Recuerdo de sus preocupaciones por mí cuando estaba enfermo en La Valla. Me venía a visitar todos los días, siempre trayendo alguna cosa especial. A menudo, nos recordaba el cuidado que la Divina Providencia tiene para con aquellos que depositan en ella su confianza. Cuando nos hablaba de la bondad de Dios y de su amor por nosotros, lo hacía de una manera tan persuasiva que inculcaba a todos el ardor divino del que estaba repleto, de tal suerte que los dolores, los trabajos y todas las miserias de la vida no eran capaces de doblegarnos”. (OM-Origines Maristes, tomo II, doc 756) c) Hermano Silvestre (de su libro, escrito en 1886): Lector: - “Ruego al lector benévolo que, en los capítulos siguientes, dirija su atención hacia todo los que hizo por mí el Reverendo Padre Fundador, con la voluntad de corregir mis defectos y conservarme en la vocación. Fácilmente, se podrá ver que él unía trazos con una paciencia incomparable, con actitudes de un padre muy tierno y de amigo. Todo ello, sumado a una constante firmeza, lo hicieron triunfar sobre mi carácter liviano y disipado que me hacía parecer tan poco apropiado para la vida religiosa”. (Frère Sylvestre raconte Marcellin Champagnat, p. 85). Cantemos: Donde hay amor y caridad, ahí está Dios. 04. Lectura B (de las Constituciones y de las Conclusiones del XXI Capítulo General): Lector – Marcelino Champagnat hizo de la comunidad de los primeros Hermanos una verdadera familia. Compartió la vida de ellos en La Valla y en l´Hermitage. Se dedicó totalmente a los Hermanos. Les decía: - “Sepan que sólo respiro por ustedes y que no hay bien verdadero que no se lo pida a Dios día a día y que no esté dispuesto a proporcionárselo, a costa de los mayores sacrificios”. En respuesta, los Hermanos lo amaban como a un padre. En convivencia con él, junto a la Buena Madre, profundizaban el sentido de la fraternidad, de la dedicación y de la abnegación al servicio unos de los otros. Fieles a esta herencia, transmitida por generaciones de Hermanos, realizamos el deseo del Fundador, llevando nuestra vida de comunidad dentro de un gran espíritu de la familia. - “Ámense unos a los otros, como Jesúcristo nos amó. Que no haya sino un solo corazón y un solo espíritu entre ustedes”. (Constituciones, Nº 49) Lector: - Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros, para la humanidad y para nuestro Instituto Marista. Al escuchar nuestros corazones, descubrimos su amor, su misericordia y su ternura como la de un Dios que es Padre y Madre… Este mismo descubrimiento hizo que Marcelino fuese un hombre emprendedor, audaz y arriesgado, con su sueño de “hacer que Jesucristo fuera conocido y amado por los niños y los jóvenes”. (Carta del XXI Capítulo General) Cantemos: El Señor hizo en mí maravillas. Santo es su nombre. 05. Lectura C(de las Cartas de São Paulo y de las Cartas de San Marcelino): Lector: - “No les escribo esto para avergonzarlos. Al contrario, lo que quiero es darles una enseñanza, pues los amo como si fueran mis hijos. Ustedes podrán tener diez mil maestros que los instruyan acerca de Cristo, pero padres no tienen muchos. El único padre que tienen soy yo, pues cuando les anuncié la buena noticia de Jesucristo, ustedes llegaron a ser mis hijos. Por lo tanto, les ruego que sigan mi ejemplo”. - “Siento una grande satisfacción por poder expresar y derramar en el corazón de ustedes la afección que repleta el mío. Deseo, con mucha sinceridad, que la gracia del Señor se derrame con abundancia sobre cada uno de ustedes. Agradezco todo el afecto que me demuestran y me gustaría expresar, en este momento, toda mi gratitud y afecto...” (Cartas de Champagnat, doc 238, enero de 1839) Cantemos: Donde reina el Amor, ¡fraterno Amor! Donde reina o amor, ¡Ahí está Dios! 06. Plegaria: Dejamos un momento personal de interiorización acogiendo en el corazón aquello que más nos motiva o entusiasma. Después, rezamos esta plegaria en común: Lector: - Nosotros te damos gracias, Señor, porque eres nuestro ¡PADRE. Estás en el cielo. Nosotros te damos las gracias, Señor, por la Virgen María quien es nuestra ¡Buena MADRE! Nosotros te damos las gracias, Señor, por Marcelino Champagnat, PADRE devoto de los seguidores maristas. Todos: - Como un padre es compasivo con sus hijos, ¡el Señor es compasivo con aquellos que lo aman! (Salmo 103) Lector: - ¡Ayúdanos, Señor, a no desanimarnos en nuestro proceso de conversión personal e institucional, para proseguir con fidelidad en el camino¡ - ¡Ayúdanos, Señor, a enfrentar los desafíos y vicisitudes actuales, como maristas nuevos que caminan en dirección a un mundo nuevo! - ¡Ayúdanos, Señor, a compartir el carisma marista, sentándonos alrededor de la misma mesa, Hermanos, laicos maristas y colaboradores, con una actitud de acogimiento, discernimiento, esperanza y gratitud! Todos: - Eres nuestro Padre, Señor; somos obra de tus manos. Eres el alfarero, Señor, y nosotros somos tu barro. Míranos, Señor, ya que todos somos hijos tuyos. (Is 64, 7-8) Lector: - ¡Bendice, Señor, nuestros propósitos de cordialidad y de perdón, para que reine entre nosotros el buen espíritu de familia que Marcelino deseaba para todos los ambientes maristas! - ¡Bendice, Señor, nuestra caminata rumbo al bicentenario marista, reconfortándonos con tu gracia y protección! - ¡Bendícenos, Señor, y que tu gracia nos acompañe siempre! Todos: -Yo habitaré en medio de ustedes y caminaré con ustedes. Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo, dice el Señor. (2 Co 6, 17) (otras plegarias espontáneas...) 07. Canto final: Santa María del camino Mientras recorres la vida tú nunca solo estás: contigo por el camino, Santa María va. Ven con nosotros, a caminar, Santa María ven. ven con nosotros, a caminar, Santa María ven. Si por el mundo los hombres, sin conocerse van, no niegues nunca tu mano, al que contigo va. Aunque te digan algunos que nada puede cambiar, lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad. Aunque parezcan tus pasos inútil caminar, tú vas haciendo camino: otro lo seguirán.