Discurso del 3 de Octubre de 1945 ante miles de Obreros Ferroviarios en Remedios de Escalada "Nos hemos enrolado en una causa sana. Marchamos al ritmo de la evolución que el mundo señala. Por eso, en el futuro seremos Invencibles. Nuestra causa está ganada. Necesitamos que los trabajadores se mantengan unidos y fieles a su propia Causa para consagrar definitivamente en los hechos esta Victoria que en germen ya tenemos conquistada. No importa quien nos combata, ni las armas que emplee. Ellos podrán prolongar la lucha, pero no han de lograr impedir esa Victoria que palpamos y que hemos de cristalizar cualesquiera sean los inconvenientes que debamos vencer, porque tenemos la Verdad por escudo, y quien marcha con la verdad no necesita espuela. Dije hace dos años, frente a la primera concentración obrera, que habiamos realizado una Revolución que tenía un contenido filosófico que habría de realizarse. Hoy, ante esta asamblea de hombres de trabajo, honrados y libres, podemos decir que esa afirmación se ha cumplido, y que la Revolución del 4 de junio está en el Pueblo, y cuando una revolución ha llegado a ser del pueblo, no hay fuerza capaz de detenerla. Por eso afirmo, absolutamente persuadido, que nuestra revolución ha triunfado y que nuestra Causa, siendo la causa de la Verdad, de la Justicia y de la Sinceridad para el pueblo, ha de imponerse, pese a quien pese y cueste lo que cueste. Es menester que los Argentinos se convenzan de que esta revolución ha triunfado; que no aparezcan los vergonzantes de la revolución; los que se escudan detrás de la vergüenza de su propia cobardía para disfrutar mañana de beneficios a los que no tienen derecho por haberlos logrado a costa de la explotación de la buena voluntad de los trabajadores. Es necesario, asimismo, que los trabajadores comprendan que estas conquistas que han obtenido y las aspiraciones que alientan, sólo se realizarán si ellos se mantienen unidos, pues su unidad representa una fuerza incontrastable en el país. En cambio, trabajadores dispersos, disociados y desunidos, son la carne de explotación y de la miseria. Ruego a Dios que esta comprensión de la masa laboriosa del país sea una columna vertebral del Pueblo Argentino, que los ciudadanos dejen atrás una mezquina idea de un aprovechamiento personal. Nosotros pudimos elegir entre el camino fácil y abierto que nos presentaba la oligarquía y la senda enmarañada de luchar por una mayor Justicia Social. Elegimos lo difícil porque detrás de ello estaba la verdad y la razón, y despreciamos la otra ruta porque sabíamos que encubría la mentira y el engaño. Sabemos que estamos combatiendo contra fuerzas poderosas, nunca más poderosas que hoy, porque nunca fueron más ricas. Pero combatimos con armas leales y de frente contra toda especulación, contra todos los que venden y compran al país, buscando que el futuro de la Patria se asegure con la honradez política, con la honradez económica y con la equidad en la distribución social de la riqueza. Finalmente, agradezco a los trabajadores esta amable demostración y no deseo abandonar esta tribuna sin hacerles llegar este consejo: ustedes y nosotros, unidos, SOMOS INVENCIBLES. Manténganse firmes y perseverantes, y hemos de Triunfar irremisiblemente.