U.D. 8 TEMA 2 MOVIMIENTOS RELIGIOSOS Y GRUPOS EN EL JUDAÍSMO DURANTE LA ÉPOCA ROMANA I.- Los fariseos El nombre de fariseos puede venir (aunque reina gran inseguridad al respecto) del hebreo pherusim, en arameo pherisshayya, palabra que significa "separados", y que es expresión de un aspecto característico del movimiento fariseo. En tiempos del Nuevo Testamento los fariseos eran en su mayoría laicos, de extracción social medio alta, pocos en número pero sumamente influyentes en la sociedad. Constituían una sociedad cerrada caracterizada por la oración y por la fidelidad minuciosa a los preceptos de la ley transmitidos e interpretados por la tradición oral. Es éste un elemento característico de los fariseos: aceptar, junto a la Escritura, también todo el complejo de tradiciones no escritas transmitidas oralmente por los maestros de la ley, los escribas. La multiplicidad de tradiciones a las que el fariseo estaba sumamente atento, en primer lugar la observancia del sábado, las leyes de pureza ritual y alimenticia y el pago de los diezmos al templo, no han de verse como puro legalismo. Este tipo de actitud nace de motivaciones profundamente religiosas, que veían en la Torá el espejo de la voluntad de Dios respecto al hombre. Desde un punto doctrinal, fueron en realidad muy abiertos, acogiendo posiciones teológicas a menudo nuevas para el judaísmo, posiciones rechazadas por los mismos saduceos. Entre ellas, la fe en la resurrección, la creencia en la existencia de ángeles y espíritus, la defensa de la libertad humana frente a la de Dios. II.- Los escribas Los escribas constituyen un grupo muy particular, afín en ciertos aspectos a los fariseos. Se trata de hombres, tanto laicos como sacerdotes, cuyo primer cometido era el estudio, la interpretación y la enseñanza de la ley. Se era escriba no por nacimiento, sino en virtud del estudio en escuelas mantenidas por maestros famosos, escuelas al término de las cuales se convertía uno en "doctor de la ley", a los que el pueblo daban el tratamiento de Rabbí, "mi señor". Fueron los rabinos, justamente durante la época helenística, los que salvaron al judaísmo de una posible desaparición, preservando sus tradiciones en el momento de mayor influjo de la cultura griega. Los rabinos constituían en la época de Jesús los verdaderos guías espirituales del pueblo, las personas más consideradas en la sociedad judía; Jesús mismo es llamado a menudo Rabbí en algunos textos evangélicos. De los rabinos, a partir del comienzo de la era cristiana, nacerán luego los grandes textos que regulan la vida de los judíos: la Misná y el Talmund. En estas obras se recogen las tradiciones rabínicas precedentes, las decisiones jurídicas, morales y religiosas que regulan la vida de los judíos, y sobre todo los comentarios y las interpretaciones rabínicas de la Escritura, que tendrán un notable influjo también en el cristianismo. III.- Los saduceos El nombre de saduceo se deriva probablemente de Sadoc, jefe de una familia sacerdotal y Sumo Sacerdote en la época salomónica. Contrariamente a lo que frecuentemente se cree, los saduceos formaban un grupo fuertemente tradicionalista, que, apelando a la sola autoridad de la Escritura, rechazaba en bloque la tradición oral, aceptada en cambio por los fariseos. En particular, los saduceos rechazaban las concepciones teológicas nuevas que hemos visto acoger a los fariseos. C.E.T. TENERIFE SEMINARIO DIOCESANO LA LAGUNA Después de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C., los saduceos desaparecerán definitivamente de la escena del judaísmo. IV.- Los esenios Los esenios se caracterizaron por su vida al margen de la sociedad, en pueblos aislados, donde vivían en comunidades muy bien organizadas, pero al mismo tiempo muy cerradas, ligadas por una férrea disciplina interna y por el uso de la comunión de bienes. Otra característica de la vida de los esenios es la observancia rígida y minuciosa de las prescripciones rituales de pureza; el vestido blanco, la comida en común, el baño ritual constituían algunas de las prácticas más importantes. Podemos tener conocimientos de este grupo a partir del descubrimiento de los hallazgos y documentos de Qumrán, localidad de la orilla noroccidental del Mar Muerto. La localidad aparece habitada a partir del 140-130 a.C. aproximadamente, hasta al menos el 68 d.C. Entre los muchísimos textos allí descubiertos figuran, ante todo, las copias de textos bíblicos como el importantísimo rollo de Isaías, hoy conservado en el museo de Israel de Jerusalén, como gran parte de estos manuscritos. Se trata de manuscritos bíblicos entre los más antiguos que poseemos y que nos permiten conocer mejor el texto hebreo de la Biblia, traducido hasta ahora principalmente tomando por base manuscritos medievales. V.- Los zelotas y los sicarios Eran el ala más extremista del partido fariseo, influenciado también por tendencias apocalípticas. Este grupo nace después del 6 d.C., año en el que los romanos asumen el control directo de Judea después de deponer a Arquelao. Aquel año los romanos habrían ordenado un censo para la tributación de los impuestos, censo que habría encontrado la feroz oposición de muchos judíos cuya "filosofía" era muy simple: el rechazo puro y tajante del dominio extranjero, usando como método la lucha armada. Los zelotas consideraban que la lucha hasta la liberación del pueblo o hasta la muerte era el único medio de restaurar el señorío divino. Junto a ellos hay que dolocar el movimiento de los "sicarios", o sea, de los que llevaban la "sica", nombre latino de puñal, con el que mataban a sus víctimas, en general funcionarios romanos y judíos considerados colaboracionistas. Sicarios y zelotas, mal vistos por los mismos fariseos, se consideraban a sí mismos como la verdadera alma de Israel, y de hecho serán los promotores de las reiteradas revueltas antirromanas. VI.- Las corrientes apocalípticas Entre los siglos quinto y cuarto a.C., nace dentro del judaísmo un nuevo movimiento que contempla la historia presente como una realidad del todo negativa, un mundo perverso y corrompido que Dios hará desaparecer, creando algo totalmente nuevo e instaurando su reino. Por eso se podría definir la apocalíptica como la espera viva, nacida en el judaísmo, de una venida ya inminente del reino de Dios, que cambiará y destruirá este mundo irremediablemente perdido. El libro de Daniel es el mejor representante dentro de la Biblia hebrea de la apocalíptica de este período. C.E.T. TENERIFE SEMINARIO DIOCESANO LA LAGUNA