¿EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO? Guillermo S. Edelberg DBA Profesor Emérito Hace algún tiempo, un empleado despedido en un banco centroamericano por su nuevo jefe debido a su mal comportamiento había sido reincorporado. Esto se hizo porque al apelar el empleado la medida tomada en su contra, los funcionarios del Ministerio del Trabajo notaron que su anterior jefe (pese a conocer su mala conducta, al decir de la gerencia) lo había evaluado en forma favorable en los procesos formales de evaluación del desempeño llevados a cabo cada seis meses. En el transcurso de un seminario, una joven gerente expresó que era riesgoso para un evaluador otorgar bajas calificaciones a un subordinado. Para ilustrar su comentario había contado que en la empresa donde trabajaba un empleado, evaluado con bajas calificaciones, había llegado a ser, con el correr del tiempo y «por esas vueltas de la vida», el jefe de quien así lo había evaluado. “Ustedes se pueden imaginar qué pasó después con este último,” había agregado con una sonrisa. En una empresa agroindustrial de gran envergadura uno de los gerentes había comentado que le resultaba “complicado y difícil” completar, en relación a sus subordinados, los formularios de evaluación del desempeño utilizados en la organización. Por este motivo acostumbraba dárselos a éstos para que hicieran su autoevaluación. En otra empresa, el gerente de recursos humanos, a cuyo cargo se hallaba el proceso de evaluación del desempeño, había señalado que no le resultaba fácil conseguir que los supervisores contestaran, en los formularios, la pregunta referida a los aspectos débiles de sus respectivos subordinados. Con frecuencia le era imposible conseguir la información que solicitaba al respecto. Estas situaciones ilustran problemas en los procesos de evaluación del desempeño. En un artículo publicado en The Wall Street Journal Americas el 29 de mayo de 2002, titulado “¡Cuidado! En el trabajo también lo pueden reprobar,” se citan opiniones de defensores y de críticos de dichos procesos. Según el artículo, 2 ...los críticos del sistema dicen que éste se basa en juicios subjetivos y con frecuencia produce resultados sesgados. “Existe la suposición de que un gerente conoce el nivel de desempeño preciso de un empleado, cuando este tipo de calificaciones es un juicio realmente subjetivo que depende de muchos factores” dice Tom Coens, abogado laboral y coautor de un libro que aboga, precisamente, por la abolición de estas evaluaciones en las compañías. Asimismo, evaluar con una sola calificación tiende a soslayar la variedad de talentos y deficiencias de una persona. Es más grave aún cuando el sistema de calificaciones crea recelos entre empleados y atenta contra equipos frecuentemente formados a partir de la diversidad de talentos”. Otros autores expresan que: 1) las evaluaciones evalúan con frecuencia características personales. Tomemos, por ejemplo, “cooperación,” uno de los rubros incluidos a menudo en los formularios a ser llenados por los supervisores, a quienes se les pide evaluar a los empleado de uno a cinco. ¿Es posible evaluar una característica personal con precisión numérica? Todos nos evaluamos de manera informal; pero ¿estamos seguros que Fulano se merece cuatro en “cooperación” y no tres y medio o cuatro y medio? ¿No nos equivocamos nunca? Desde otro punto de vista, los empleados más creativos no son a veces los más cooperadores... 2) la dificultad en evaluar características personales de manera precisa hace surgir en los evaluadores un cierto «complejo de culpa» cuando asignan un número bajo, por las consecuencias que tal evaluación puede llegar a tener sobre el evaluado. En consecuencia, le asignan una puntuación más alta y le dicen verbalmente que debe mejorar su desempeño; y 3) el hecho de que al evaluador lo evalúan cómo evalúa influye en su comportamiento; es decir, en el puntaje que otorga a sus subordinados. El resultado de esta situación es que el conjunto de las evaluaciones termina conformando una curva en forma de campana (denominada curva “normal”). Pocos empleados reciben un puntaje alto; pocos, un puntaje bajo, y la gran mayoría, uno intermedio. Esto está de acuerdo con los intereses del evaluador: si abundaran puntajes bajos, ello significaría que ha seleccionado o entrenado a sus subordinados en forma deficiente. Y si abundaran los puntajes altos, parecería que los ha “regalado” o que tiene temor a ponerlos bajos. El evaluador termina bien con la curva normal: no tiene problemas con su superior ni se crea enemigos entre sus subordinados. El Dr. Fred Nickols, en un artículo titulado Don’t Redesign Your Company’s Performance Appraisal System. Scrap It! (No Rediseñe el Sistema de Evaluación del Desempeño de su Compañía. ¡Elimínelo!), publicado en mayo-junio de 1997 en Corporate Review, dice que los procesos de evaluación del desempeño, desde el punto de vista de los empleados, producen los siguientes resultados: 3 ! Disminución de la productividad: reducciones temporarias de la productividad luego de las sesiones en cuyo transcurso se pasa revista al desempeño del empleado; ! Erosión del desempeño: los empleados tratan de fijar objetivos realizables a fin de asegurarse una evaluación razonable; ! Aparición de problemas emocionales: se manifiestan preocupaciones, depresiones, angustias y “stress”; ! Daños a la moral y la motivación: relacionado con lo anterior, el precio que se paga es una disminución de la moral y la motivación; ! Énfasis en la persona y la tarea más que en el equipo y el proceso; ! Aliento a una visión de corto plazo; ! Institucionalización de valores y prejuicios existentes: es decir, de los valores y sesgos de quienes tienen poder en la organización, en detrimento de un cambio de cultura; ! Aliento del miedo y la falta de confianza: “dígame qué quiere que haga y lo haré”; y ! Puesta en práctica de “la zanahoria y el garrote”: en realidad, más garrote que zanahoria, porque si bien las recompensas inmediatas de una evaluación no son importantes, las evaluaciones pasadas influyen en forma significativa en ascensos o trabajos futuros. Todo esto sin tomar en cuenta los costos del proceso, calificados en la obra citada como “astronómicos,” o sin un análisis de costo-beneficio. Entonces... ¿evaluación del desempeño?