Profesor César Osorio (grabación): Bueno señorita, yo le voy a hacer una introducción. El problema es que yo nací acá. En la Escuela de Artes Aplicadas que era de la Universidad de Chile. Es una Escuela que partió, bueno, como en los años 50 y yo ingresé a la Escuela de Artes Aplicadas en los años 60. Entonces, esa fue una muy buena Escuela, yo creo que ahí egresé, porque estaba en el colegio, pero era un abrazo de la Universidad de Chile con su pueblo. Cáchese con la deferencia que hablo, era un abrazo gratuito. Entonces ahí uno se mete en una situación que se empapa de lo que era la U. de Chile, porque primero era gratis, segundo estaban mis vecinas, mis vecinos estudiando conmigo ahí, absolutamente gratis, nunca pagamos ninguna cosa y ahí empezó nuestra manera de ver el arte. Entonces yo llegaba ahí en el tranvía. Por eso me interesa lo que dice Don Rodrigo, que está utilizando sus años, casi 50, que no los representa, como para dar cuenta de una historia del cinerama. Entonces nosotros llegábamos en tranvías, con ruedas de fierro ¿Usted no los conoció? “No”. Son ruedas de fierro que funcionaban con corriente y bajaban y subían por Av. Matta. Av Matta bajaba hacia el Parque Cousiño que se llama ahora O’Higgins y después subía por Vicuña Mackenna. Bueno esos fueron los eh...bueno, yo no alcancé a conocer otros que eran tirados por caballos, pero mi papá, mi mamá y mi abuelita si lo vieron. Entonces qué pasa, era como un espectáculo de la belle epoche francesa, porque usted llega a Roma y ahí están los mismos tranvías, yo tengo fotos y algún día se las voy a mostrar. Entonces ¿Qué sucede? Era una cosa amable, porque los asientos eran de madera, eran abatibles los respaldos, entonces por ejemplo, nosotros con mis compañeros hacíamos la cimarra y necesitábamos echar pa’ atrás los respaldos para ir conversando como estamos aquí. En el metro no porque los asientos son muy duros y el ruido raro y la cuestión. Y para nosotros era espectacular porque la Av. Matta era tremendamente ancha. Entonces corría acá una callecita que cabía un auto y medio, de adoquines para las góndolas, y que pasaban muy pocos autos y las góndolas eran unas micros igual que las de ahora, pero más chiquitas y eran de madera, por eso sonaban, siempre estaban crujiendo, esas eran las góndolas. Entonces bajaba por Av. Matta la góndola, pero todo el centro era parque, o sea, eran 7 pistas que las hay ahora para los autos, que antes el centro era así y ahora es así una corbata, entonces era parque. Y ahí jugaban los niños y pasaba un tranvía y subía el otro y en verano había un tranvía que se llamaba Emperador, que no tenía muros, entonces era… usted se subía por el lado, tenía una cadenita y usted se subía por el lado y había una pisadera de madera grande y ponía el pie y se sentaba, ponía la cadenita. Entonces era otra realidad, totalmente distinta. Entonces qué pasaba, nosotros nos íbamos… la cimarra nuestra era Av. Matta, donde estaban los “Tres Mosqueteros”, donde iban los profesores de aquí de la Escuela a tomar y después de ahí nosotros nos íbamos hasta el Parque Cousiño, lo atravesábamos, que era una belleza, una laguna de agua espectacular, notable, después bajamos por Blanco hacia abajo y llegábamos a Exposición, llegábamos a la Estación…eeeh…Primero pasábamos por el Club Hípico, que estaba entero abierto, después le pusieron rejas y cuestiones, estaba entero abierto, había una reja muy baja después le pusieron muro y ahora de nuevo instalaron una serie de rejas de fierro. Entonces el paisaje era demasiado bello. Estaba el edificio de la Universidad de Chile de la Escuela de Ingeniería. Llegábamos allá y estaban todos los trenes que se veían de la Estación Central y el techo de la Estación Central es maravilloso y la estructura todo era muy maravilloso porque estaba como todo eso nuevo operando. Entonces ahí nos íbamos por Matucana para abajo y llegábamos a la Quinta Normal. Un gran museo, que ahora no es nada en relación…ese museo se repite igual, igual como los argentinos son tan europeos, ese museo está en la Ciudad de La Plata. Está igual, igual, igual como era el de acá antes, pero es notable señorita, era un museo francés, porque todos los museos era franceses, “¿Qué museo era ese?” El de Ciencias Naturales. Al frente, una laguna enorme y nosotros teníamos la posibilidad de arrendar un bote y andar, esa era la vida de nosotros y después la vuelta. Entonces nosotros teníamos esa historia. Ahora los sistemas escolares eran distintos, los sistemas escolares nosotros hacíamos un Bachillerato, las preguntas de los Bachilleratos eran abiertas, no eran cerradas con alternativas “¿de desarrollo?” Si. Pregunta abierta es cuando a usted le preguntan su opinión de algo, y a mí me tocaron unas preguntas muy interesantes de la historia, como por ejemplo: “Converse usted de los 3 fracasos notables que tuvo O’Higgins”, que antes no era el padre de la patria. Entonces para mí eso era un manjar. Los fracasos fueron impresionantes, para eso usted tenía que leer documentación, pero cuestiones documentales que ahora se dan solo en los libros oficiales del gobierno. Los que ellos hacen para aparentar de los soldados. Antes era distinta la cuestión y así sucesivamente se fue dando la realidad, que a mí me fascinó. Y yo le voy a decir una cosa, yo aquí tengo varias pegas, una es homologador, presidente de la Comisión de Homologación, Verificación y Revalidación de Estudios Nacionales y Extranjeros. Además del Comité de Carrera y fui Consejero 28 años, pero después me aburrí, y en esto de Homologador como 22 años. Entonces… pero qué pasa, yo al principio de años, lo primero que hago es preguntar a los niños ¿qué saben? y justo el año que pasó recién, le pregunté que sabían de la Literatura Medieval Española y nadie había leído nada. Nadie tenía idea de nada. En el fondo una precariedad increíble. Nadie había leído el Arcipreste de Hita, nadie había leído La Trota Conventos, nadie había leído el Lazarillo de Tormes, que son bellísimos todas esas cosas y les puse un uno, el primer día de clases. Y después estuve conversando con estos chicos de otros temas, de Literatura Latinoamericana y tampoco tenían idea de nada, no les hacen leer nada, yo esto se lo digo como usted es periodista y estudió periodismo, entonces usted tiene las líneas de trabajo del Humanismo, de la cuestión literaria y todo eso y les puse un uno y con eso quedaron ya para siempre. Pero qué me pasó, en estas cuestiones de homologación apareció una chica española que quería revalidar los estudios de España para hacer clases acá, porque quería vivir aquí en la Quinta Región, en Valparaíso, porque le interesa la arquitectura de aquí ese sistema de vida, le interesa todo eso, entonces se vino de España y tuvo que explicar una situación de carácter plástico, porque ella venía a revalidar sus estudios de Arte, entonces yo le pregunté, le hice una pregunta súper inocente, si estos mismos libros los había leído ella, y no había leído ninguno. No había leído nada, nada, nada, ¿Pero Don Quijote nunca lo leyó? Le dije. No me dijo ¿Ni siquiera un capitulo?, le pregunté: “No tampoco”, me dijo ella. Cuando para nosotros eran libros de cabecera en el fondo, porque estábamos obligados, estábamos obligados. Entonces qué pasa, ese día llegué a la sala de clases y les borré el uno. Esto es confidencia ahora. Aquí en el estacionamiento de al lado me encuentro con el director de acá de Teoría y le hice un relato de una novela de Cortázar que me fascina y le pregunté qué cómo se llamaba ese libro, no era mala la intención, era para que me ayudara a la compresión porque era una de las pequeñas novelas más hermosas que he escuchado en mi vida. Era la historia de una población, Villa Miseria, que tienen los argentinos, y ahí había una curva y ahí subía un tren y era muy lento porque el tren hacía la curva muy lento porque estaba en subida y hacia curva el tren, ya. En esa parte del tren iba un niño rico al colegio y ahí siempre habían niños jugando, pero después de un tiempo empezaron a hacer una obra de arte griega, entonces él en una piedra les mandaba lo que opinaba de la obra, se los tiraba para abajo. Entonces los niños leían la opinión del niño rico y eso se trasformó en un teatro. Entonces, y una de las partes más hermosas, que a mí me quiebra esa cuestión, es cuando se pregunta porque esa niña, que según Cortázar dice que parece una tabla de planchar, que siempre la ponían arriba de un tambor de aceite con una túnica y era paralitica. ¿Te fijas la hermosura? ¿La realidad? Yo nunca había escuchado algo tan hermosos como eso. Le pregunté al director en qué libro salía y no sabía y me dijo que bonita la anécdota. Entonces les borré el otro uno, entonces pa’ que cache. Entonces ¿Qué es lo que sucede? Nosotros hemos estado educados bajo otro nivel, te fijas. Otro nivel de comunicación con la gente, completamente distinto. A nosotros se nos enseñó…entonces qué pasa, resulta que nosotros en el colegio a parte de enseñarnos todo ese tipo de materia, nosotros escribíamos con un… y yo traté de hacer una conferencia que tiene que ver con las Medidas Áureas Griegas y después con una invitación que se malogró, empecé a poner otras cosa que tienen que ver con las…con ciertas cuestiones que tienen que ver con Kant, con la experiencia, porque esa era mi experiencia, o sea, yo tenía que ir a la esquina a comprar carbón para abrigarse y la experiencia me indicaba que no podía ir ningún palo redondo, porque da tizón, sale el humo y uno se puede intoxicar. Es más teníamos gallinero y todo en pleno centro para poder comer porque la pobreza era enorme. Entonces toda esta cuestión de Kant y de Hume, la tengo muy viva, muy presente. Entonces cada vez que yo converso con la gente hago presencia de mi edad. Me echan talla, el director actual me dice que ando lento, pero llego una hora antes a clases y la clase empieza a las 10 yo llego a las 9, la clase termina a las 2 y yo me voy a las 5, conversando con mis alumnos, esa es mi onda, escucharlos porque los niños están solos, porque eso antes no se daba. Antes existía una familia, ahora todo es disfuncional, ahora el niño está solo, la niña está sola, el padre pololeando con otra niña, la madre con otra niña o niño, eso no se sabe, entonces toda la familia está distribuida y destruida en Chile, esa es la realidad que yo veo todos los días aquí. Han salido cosas muy nuevas, hace dos días atrás, como que el niño está demandando a la madre porque no le está pagando la pensión de alimentos y ese tipo de cuestiones se dan y por eso que yo resido muchas horas acá. Entonces a nosotros en el colegio nos enseñaban a dar el asiento, acá nadie da el asiento. Por ejemplo en Buenos Aires las chicas pirulas de buen colegio y todo, ellas andan con unos vestiditos escoceses y por eso se nota que es distinto que los otros niños y ahí usted por ejemplo va usted a lugares precarios, por ejemplo yo hecho acciones en la embajada refunfuñando en contra de la educación y todo, que es muy mala la que hay acá, quitaron artes, quitaron filosofía, dejaron muy pocas horas, echaron a los profesores como moscas, 1700 anuales, ese dato está en el Colegio de Profesores, anuales, los echan como moscas, como esos están todos a contrata, entonces los retoman en marzo, si es que puede y si es que quieren también, y los echan en diciembre. Cómo un profesor puede enseñar así. No sé. Entonces en lugares muy conspicuos de Buenos Aires, las chicas se levantan para dar el asiento, entonces me dicen: “señor asiento”. No señorita les digo yo y ahí empiezo toda una cuestión lingüística: yo soy un palafrenero suyo, les digo ¿Conoce lo qué es palafrenero? “No”. Es el que les mete la herradura a los caballos de la princesa. Ellas lo saben, porque tienen educación gratis muy buena. Entonces le dije señorita yo soy un palafrenero. Entonces le hago una genuflexión, es una venía, te fijas la diferencia de lenguaje, y ellas lo reciben muy bien porque lo cachan todo. Acá una pirula nunca le va a dar el asiento a nadie, porque son egocéntricas, porque se preocupan de sí mismas y toda la cuestión. Porque esa es la nueva educación que dejó el general Pinochet. La otra era más solidaria, ahora es cero. Pero aquí me atravieso con Hammurabi, conoce lo que es Hammurabi? “No”. Ya le explico de nuevo. En mi especialidad acá, dentro del arte yo soy performer. Es una cuestión muy rara, por eso le estoy explicando esto porque como usted se está metiendo en el arte, de manera que para mí es muy interesante poder tener una conversación con usted para que usted de algún modo se vaya interiorizando adentro lo que nosotros somos acá, porque o sino usted va a quedar ajena, va a quedar postiza y vamos a tener una situación en que usted no va comprender mi alma ni yo la suya. Entonces ahí se va armar una trabazón y mi ánimo no es eso de lograr una cuestión que no sea armónica, uno siempre está dentro de la armonía. Entonces para mí el gran placer es Bertolt Brecht, ¿Usted leyó a Bertolt Brecht? “No”. Mal. Tiene el Círculo de Tiza Caucasiano. Usted nunca lo ha leído, se lo voy a explicar en dos palabras para irnos organizando dentro de todo, no son más de cinco minutos, no crea que va a estar toda la mañana acá. “No se preocupe”, Bertolt Brecht, me quiebra de nuevo, porque tiene que ver con la cuestión de los niños. Bertolt Brecht: Hay un señor, una especie de alcalde, tutor de la ciudad. Enormemente gordo con una gran cara, enorme, redondeada, arriba de una especie de tabernáculo y él todos los días se sienta ahí a resolver los problemas judiciales que tienen los componentes del pueblo. Entonces llega uno…y pueden disputarse un caballo, un saco de papas, no sé algo así, y en ese momento se disputaba un niño. Entonces alguien dice, “ese es mi niño, ese es mi hijo”. Dice alguien de los que estaba ahí, y otro dice: “No ese no es hijo de él, es mi hijo”, y el otro vuelve a decir: “No es mi hijo”. Y ahí él con gran sabiduría…porque de eso se trata, de esgrimir, y hacen un círculo de tiza en el suelo y dice: “Pongan a la niña en el medio. El que tira más del circulo y saca al niño del circulo ese es el padre”. Entonces viene uno de los tipos, se echa saliva en las manos y pesca uno de los brazos del niño y dice el juez: “Tira tú ahora porque vas a perder a tu hijo, porque tú dices que es tú hijo y lo vas a perder”, y él le dice: “No lo puedo tirar al alcalde, porque lo voy a dañar”, y el juez dice suelta al niño y se lo pasa a la persona que no lo tiró. Ese es Bertolt Brecht. Pero es un personaje alemán de drama que es maravilloso porque a usted ahí le enseñan que las teleseries, porque está toda la gente inmersa en la televisión, que son basura, eso se lo puedo garantizar, basura desde todo punto de vista -otro día lo podemos conversar- porque es lo más misérrimo que hay. Entonces ahí van globalizando a la gente y con odiosia le van dando la cuestión y van directo nada, a una inutilidad porque son los empresarios los que dirigen eso y son los dueños de la política, de los políticos y todo eso usted lo sabe mejor que yo. Entonces qué es lo que pasa. Resulta que para mí, el gran lujo de mi existencia es la filosofía, os sea, el famosos Kant que lo he descubierto y el famosos Hume que lo he ido descubriendo, más los últimos filósofos contemporáneos, más Sartre que para mí es como un brujo, para mí es como lo máximo, que son escritores que voy siguiendo y mi acción de arte está inspirada en el Teatro nō, que es el arte japonés del 800 después de Cristo y ahí todas mis acciones están ocurriendo solamente con eso porque juegan con el tiempo, porque el soporte, que llaman aquí es la tela, el soporte que uso yo no es la tela ni un bastidor, es el tiempo. Entonces hay un accionar repetido, en el teatro nō cada 40 años y cada 30 según Gurdjíeff, que es un autor, que al parecer tampoco usted conoce, que es un metafísico ruso y ahí están funcionando con el tiempo y la temporalidad. Y qué pasa con eso. Yo estoy haciendo una obra de arte acá en pedagogía, de performance, que partió hace 47 años, estoy mejor que el teatro ¿no? Mejor que otros conceptuales orientales y sabe qué, hace 47 años estoy llegando a la hora acá, nunca he faltado, por un problema ético. Entré al 67 a hacer clases acá, saque la cuenta, y nunca he faltado y nunca he llegado atrasado. Y sigo manteniendo una calavera vieja. Una calavera vieja que está cristalizada ya, que es de un caballo y de una vaca y ahí la pongo para dibujar. Entonces todos los grandes artistas que han salido de aquí dentro de este periodo, han dibujado esa calavera, o sea, es como una movida. Le voy a contar otra para entretenerla. Llego una niña muy hermosa a mí curso, porque antes se daban exámenes de admisión, y yo le dije: Estos colores los conozco señorita -porque se daban un tema de dibujo y de color- y ella me dijo: “Es muy probable profe, porque usted fue profesor de mi mamá que se llama Claudia”. Entonces ahí buscando de apoco apareció la Claudia. La llamo por teléfono y le digo: “Oye estamos en la calle, en Av. Matta, en mi barrio, al lado del cine que había aquí y ahora hay un templo evangélico, lo típico”, y le dije: “Hagamos una acción ¿Tiene usted este suéter? Me dijo: “No jamás”. Punto arroz de un color especie bermellón, de lana, yo lo mandé a hacer y se lo dejé colgado en un árbol y ella se vistió como era hace 30 años atrás y yo la estaba esperando y apareció ella, tengo esas dos fotos, las de hace 30 años atrás y la nueva ¿Se fija? El soporte el tiempo, ese es mi rol. Y Hammurabi, dónde converge con Hammurabi. Yo me tengo que cerciorar sobre algunas líneas del pensamiento con respecto a la justicia, por eso le estoy nombrando a Brecht. Entonces para mí, el gran placer de mi vida, es tener contacto con todo lo que son los consejos de ancianos porque yo cumplí 73 años, voy a cumplir 74 creo, entonces para mí la dirección la deben tener los viejos, pero aquí no es así, la dirección la tienen los jóvenes. Entonces nosotros tenemos que entregar nuestra historia, dar a conocer nuestra historia. Cada segundo, cada minuto, porque somos aplastados. No podemos dejarnos aplastar, tenemos que dar cuenta de esta situación. Entonces por eso que en todos estos código de la naturaleza, que son atávicos todos, está el principio de que el joven tiene que entregarle al viejo más, no el viejo, en ningún caso al joven. Entonces esa es la crisis, o sea en el fondo, usted me tiene que entregar más a mí porque es muy joven y yo que soy viejo y pertenezco al consejo de anciano utópico, usted tiene que entregarme más y yo a usted algo que es mucho menos de lo que usted debe. Esa es la crisis, por eso la crisis que tuvimos el primer día y por eso yo se lo explicaba y le quería pedir excusas por lo siguiente. Entonces por ejemplo: bue-nos-di-as-se-ño-ri-ta-mu-cho.gus.to-de-co-no-cer-la-le-de-seo-mu-cho-éxitoen-su-tra-ba-jo.Hay 27 silabas. Sabe lo que me dijo usted “buenas”, entiende, y toda esta cuestión es por eso y por eso me va a creer, cayó en este juego, que se lo tengo que explicar porque no es bronca, no es nada, sino que simplemente ese es mi rol acá. Mi rol es enseñarle a esos niñitos, hacerles conocer la historia ¿Me entiende? De manera que usted no lo interprete mal y no me mire con bronca, porque mi rol es precisamente ese, es dar cuenta de mi edad a toda la gente y la Universidad lo acepta y la Universidad lo protege a usted para hacer eso porque en otro lado dicen ese viejo esta decrepito, lo echamos ¿Se da cuenta? Por eso le digo que esa es la conversación que quería tener con usted, y le pido perdón, mil disculpas…Tremenda vuelta…