EL ATEÍSMO INDIFERENTISTA EN LA SOCIEDAD ACTUAL Históricamente el ateísmo teórico siempre fue una postura minoritaria, hasta el s. XIX no se alcanzó una formulación teórica que desembocó en un ateísmo práctico jamás visto hasta ahora. Antaño era el ateo el que estaba descontextualizado de su época, Xavier Zubiri dice que hoy no ser ateo significa nadar contra corriente. Lo mismo pensaba Jean Lacroix. Mientras en el pasado el ateísmo se limitaba a posiciones de secta entre filósofos, hoy en día envuelve a las masas. 1.- UNA SOCIEDAD POST-ATEA. En el s. XX muchos pensadores intentaron demostrar racionalmente la no existencia de Dios, es lo que llamamos ateísmo teórico positivo. Bajo su influencia miles de personas se convirtieron a la increencia convencidos de que los grandes pensadores habían logrado encontrar argumentos racionales que demostraban la inexistencia de Dios. Pero hoy en día el problema no es tanto el ateísmo, como decisión firme, como rechazo de Dios, cuanto la falta de ideales, el escepticismo y la increencia práctica y la indiferencia religiosa. El ateísmo teórico ya no representa en la actualidad una forma extendida. El fenómeno capital hoy es el MATERIALISMO PRÁCTICO. 0 sea, el ateísmo actual es fruto de una simple inspiración ambiental realizada sin ningún tipo de trauma y vivida con toda naturalidad. Ser ateo hoy no significa rechazar a Dios, sino vivir sin Él con absoluta normalidad. No es una decisión intelectual provocada por argumentos lógicos, sino que nace de una presión social y política o queda, simplemente, fuera del ámbito de cualquier consideración intelectual, moral… A esto lo podríamos llamar fase post-atea. Dice Jean Lacroix: “tan ridículo es querer probar la inexistencia de Dios como su existencia”. Ya no es necesario practicar un ateísmo tan agresivo –dicen- porque nuestro rival, la religión, se está derrumbando. 1 2.- EL INDIFERENTISMO ATEÍSMO MASIVO. COMO FORMA ACTUAL DE Hoy se vive sin intentar dar razones de la negación de Dios, se vive en el olvido radical de Dios y, por tanto, realizan de modo práctico el ideal del ateísmo. Se vive en el indiferentismo religioso, es la negación práctica de la existencia de Dios, es el actual ateísmo masivo. El rasgo principal actual es la no creencia práctica. El ateísmo militante es algo que pertenece al pasado. Muy pocos son los que hoy quieren pasar por no creyentes o ateos. No creer en Dios no es hoy la preocupación mayor de los hombres, ni mucho menos. Hoy es algo normal y evidente que ya no provoca cuestionamientos ni pide explicaciones. La increencia hoy no plantea problemas1. El problema más grande no sea ya el ateísmo como visión del mundo, sino un escepticismo difuso y generalizado. Hay menos hostilidad hacia la Iglesia, pero aumenta el indiferentismo religioso. Marx ha podido escribir que el ateísmo debía ser superado. El comunismo considera acreditada la inexistencia de Dios, pudiendo así partir efectivamente de la existencia del hombre. “El comunismo empieza en seguida con el ateísmo, el ateísmo está aún muy lejos de ser comunismo porque aquel ateísmo es aún una abstracción”2. Lo que sostiene aquí Marx es que el ateísmo es, todavía, demasiado abstracto. El ateísmo concreto, la forma suprema de ateísmo, es el ateísmo práctico de la indiferencia. En ella ya no es necesario beligerar contra Dios porque Éste habrá desaparecido totalmente del horizonte de la conciencia y de la praxis humana (es imposible preguntarse por un ser extraño, un ser por encima de la naturaleza y del hombre). Dios no es ya un problema. Ni tenerlo en cuenta ni aludir a él. Sencillamente desconocerlo. Silencio y desprecio para con Dios. Ni siquiera la negación o el ataque. Así se le infiere el mayor desprecio. Esto es el indiferentismo religioso, de este modo el ateísmo consigue alcanzar su máxima plenitud, de modo que logra consumar su perfección. André Frossard afirma de su familia: “éramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo; pues el ateo perfecto no era ya el que negaba la existencia de Dios, sino aquel que ni siquiera se plantea el problema”3. 1 Puente Ojea, Gonzalo: En defensa del ateísmo, Ed. Siglo XX, Madrid 1995, p.21, 45, 120, 109. Marx, Karl: Manuscritos: economía y filosofía; Alianza Editorial, Madrid, 1989, p. 144-145. 3 Frossard, André: Dios existe, yo me lo encontré; Ed. Rialp, Madrid, 1981, p.26 2 2 Por eso para Hegel la palabra “Dios” se había convertido en un vocablo carente de sentido4. Ya no estamos en ese estadio de justificaciones racionales de la increencia, sino de una cosmovisión en la que la vida se organiza sin tener ninguna referencia a Dios. Jean Lacroix dice: “El espíritu humano no prueba la inexistencia de Dios, pero deja de sentir su necesidad”. Mientras que en el ateo teórico Dios está de algún modo presente (como objeto de rechazo, como entidad que hay que negar); en el ateo práctico Dios no está presente de ninguna manera, el rechazo, por tanto es más radical. “Hoy en día, muchas personas llegan a edad adulta sin haberse formado de Dios ni la más vaga idea, ni tan siquiera equivocada” 5. Prescindir de Dios es el mayor grado de radicalidad que puede alcanzar el ateísmo. En cierto sentido, puede decirse que éste ha fracasado, puesto que ninguno de los argumentos racionales propuestos por él para demostrar objetivamente la inexistencia real de Dios han logrado ser convincentes. ¿Si nadie ha conseguido jamás demostrar racionalmente la inexistencia de Dios de un modo objetivo, mediante argumentos teóricos, cómo es que hay ateos prácticos? El indiferentismo religioso actual no se ha derivado directamente del ateísmo teórico del s. XIX y del s. XX, sino del agnosticismo que fue ganando peso a lo largo de la segunda mitad del s. XX. El agnosticismo teórico es aquella postura que sostiene que el hombre no es capaz, con las solas fuerzas de la razón, de establecer pruebas concluyentes a favor o en contra de la existencia de Dios. Pero se traduce en un comportamiento ateo porque no tiene en cuenta ninguna referencia a Dios, organizando su vida como lo haría un ateo práctico. El agnosticismo opera con el siguiente esquema: “como no puedo tener certeza empírica o racional de la existencia de Dios, en mi. vida me comportaré como si no existiera”. La gracia es que ningún agnóstico concluye inversamente diciéndose a sí mismo: “como no puedo saber si Dios no existe actuaré como si existiera”. Albert Camus dice: “desgarrado entre el mundo que no basta, y el Dios que no posee, el espíritu absurdo elige con pasión el mundo; dividido entre lo relativo y lo absoluto, se precipita con ardor en lo relativo”6. ASÍ PUES, EL AGNOSTICISMO TEÓRICO ES UN ATEÍSMO PRÁCTICO. El fideísmo es aquella rama del agnosticismo que pese a negar la capacidad de la razón para demostrar o refutar la existencia de Dios, afirma que el hombre puede llegar al conocimiento de la existencia del Ser Supremo a través de la fe. Un ejemplo lo representa Immanuel Kant, quien 4 5 6 Hegel, Wilhelm G.: Fenomenología del espíritu; Prólogo II Drinkwater, F.H.: El problema de la existencia de Dios, p. 35 Camus, Albert: Carnets; Alianza Editorial, Madrid, 1985, p. 198 3 sostiene: “Tuve, pues, que suprimir el saber para dejar sitio a la fe” 7. La finalidad que se propone en la Crítica de la razón pura es acabar con el ateísmo, ya que: “sólo a través de la crítica es posible cortar las mismas raíces del materialismo, del fatalismo, del ateísmo, de la incredulidad librepensadora, del fanatismo y la superstición”. Protágoras inició su libro Acerca de los dioses afirmando que: “Con respecto a los dioses no puedo conocer ni si existen ni si no existen, ni cuál sea su naturaleza, porque se oponen a este conocimiento muchas cosas: la oscuridad del problema y la brevedad de la vida humana” 8. Protágoras no es ateo (desconoce su existencia), pero sí es agnóstico. Por eso sostenemos que el agnosticismo teórico es ateísmo práctico. Herman Hesse en su novela titulada El lobo estepario, critica esta forma de ver la vida. Su protagonista, Harry Haller, se revela contra esta forma de razonar, según la cual la brevedad de la vida condicionaría nuestros intereses, desligándonos de lo trascendente y agotándonos en lo finito: “todo es igual y nada merece la pena, con esto se hace uno la vida superficial y tonta”9. La brevedad de la vida no justifica ni el desinterés por lo trascendente, ni el apego desmesurado por lo puramente mundano. Al contrario, la certeza de la muerte y el hecho de que puede acaecernos en cualquier instante, convierte en más apremiante la reflexión personal en torno a la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Norman Russel en su obra titulada “En lo que no creo” llega a llamar a los agnósticos incoherentes, ya que los agnósticos que son coherentes se hacen ateos: Desde el momento en que el agnóstico opte por la coherencia muy probablemente se convertirá en ateo. Pero, ¿por qué es tan difícil dialogar con el agnosticismo? Porque en el fondo, la no existencia de Dios, pese a no tener certeza de ella, le resulta casi evidente, o porque el problema de la existencia o no de Dios le resulta indiferente. Ahora bien, ¿Por qué resulta evidente que Dios no existe? Desde Kant la respuesta es: porque Dios no es un objeto de la experiencia posible (aquello que es fenómeno no puede ser objeto de experiencia. No podemos, pues, tener conocimiento a priori sino de objetos de experiencia posible). En su pensar empírico Kant define posible como: “lo que concuerda con las condiciones normales de la experiencia”, por lo tanto la Metafísica (ciencia capaz de elaborar juicios sintéticos a priori de su estudio y la existencia de Dios, queda irremisiblemente sellada. Toda proposición será verdadera solamente si resulta empíricamente contrastable y un término únicamente tendrá sentido si podemos asignarle un referente empírico. 7 8 9 Kant, Immanuel: Crítica de la razón pura; Ed. Alfaguara, Madrid, 1986. Laercio, Diógenes: Vida de los filósofos más ilustres, Ed. Bruguera, Barcelona, 1985, p.18 Hesse, Herman: El lobo estepario; Alianza Editorial, Madrid, 1983, p.129 4 Y llegamos al empirismo anglosajón con David Hume. En la “Investigaciones sobre el entendimiento humano” dirá que el conocimiento humano sólo tiene validez objetiva dentro del campo de la experiencia sensible. La metafísica también queda descartada. Por lo tanto de Dios no podrá haber idea porque no hay experiencia sensible y todo lo que se diga de Él será irracional. Volvamos a Kant. Real es: “lo que se halla en interdependencia con lo material y la experiencia”. Es real lo que es sensible, empírico. ¿Puede vincularse a Dios con percepción sensorial? ¡No! Luego no es real según este criterio kantiano de la realidad. Vemos un fuerte acento empírico. Del agnosticismo a la negación hay un solo paso. El indiferentismo religioso actual es una postura empírica radical, lo hace en un sentido dogmático, o sea, que no admite la posibilidad contraria. Ellos dicen que como no conocemos nada que se sitúe más allá de la experiencia sensible, se pasa fácilmente a la siguiente conclusión: no existe nada más allá de los datos de nuestra experiencia sensible. Para Kant la experiencia nunca puede demostrar que una causa no exista por el mero hecho de que ésta nunca pueda captarla, lo único que la experiencia enseña es que no podemos percibirla: “¿Quién puede demostrar la no existencia de una causa por medio de una experiencia, cuando ésta no nos enseña otra cosa sino que no percibimos la causa?10 3.- LAS CARACTERÍSTICAS DEL INDIFERENTISMO ACTUAL En la sociedad occidental el consumismo y el desmedido anhelo de bienestar han llevado al hombre hacia un estilo de vida en donde la posesión y disfrute de bienes materiales ha relegado a un plano secundario el interés por conocer a Dios y por relacionarse con Él. Por eso afirma A. Camus que: “si el erario tiene importancia, es porque la vida humana carece de ella”11. Quiere decir con esta tesis que elevar a rango de valor absoluto la consecución de bienes materiales, así como su goce y disfrute, es signo inequívoco de que el hombre ha errado su orientación en la donación de significado a su vida. 10 Kant, Immanuel: Fundamentación de la metafísica de las costumbres; Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1973, p. 98 11 Camus, Albert: Calígula; Summa Literaria, Vol. IV, Ed. Seix Barral, Barcelona, 1985, p. 438. 5 Los valores que imperan en nuestra sociedad actual son: 1. el hedonismo, se manifiesta en el consumismo y el sensualismo. 2. el materialismo economicista, que propone como valor absoluto la obtención del mayor bienestar material posible. y 3. una desmedida preocupación por el bienestar corporal, entendido éste incluso en un sentido estético. Sir John Eccles y D. Robinson han resumido en cinco grandes corrientes las ideologías pseudo-científicas de la sociedad occidental: 1. el cientifismo. 2. el relativismo moral. 3. el materialismo. 4. el evolucionismo reduccionista. 5. el ambientalismo. La suma de estas cinco ideologías da lugar a lo que denominamos filosofía folk, por su carácter divulgativo, popular y nada crítico.12 Preocupado exclusivamente por los acontecimientos de la vida cotidiana el indiferentita prescinde habitualmente de cualquier reflexión en materia de religión porque es inútil para afrontar los problemas que la vida plantea en el día a día. “La indiferencia consiste en una selección subjetiva de valores, en la que el individuo abandona aquellos de carácter religioso por no considerarlos relevantes para su vida. Se abandonan por inservibles”13. Albert Camus protesta contra esta despreocupación por las cuestiones trascendentes, según él: “Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. El sentido de la vida es la pregunta más apremiante” 14. Blas Pascal decía: “Yo encuentro bien que se deje de profundizar en la opinión de Copérnico, pero importa toda la vida saber si el alma es mortal o inmortal”15. El indiferentismo adopta una postura metafísica y gnoseológica muy concreta: el empirismo radical, pues sólo me preocupo de esta vida ya que es la única de la que tenemos certeza inmediata y absoluta. Como no podemos experimentar nada relativo a la otra vida de la que nos habla la religión, no merece la pena dedicar tiempo al estudio de objetos de los cuales no podemos tener certeza alguna. Lo dice de un modo dogmático, no admite la posibilidad contraria, acrítica, en cuanto que su postura es un perjuicio volitivo. 12 Eccles, J.C. y Robinson, D.: The wonder of being human; New York, The Free Press, 1984, pp.4-6. citado por Artigas, Mariano: El hombre a la luz de la ciencia; Ed. Palabra, Madrid, 1992. 13 Jiménez Ortiz, Antonio: Ante el desafío de la increencia; Ed. CCS, Madrid, 1994, p.82. 14 Camus, Albert: El mito de Sísifo, Ed. Origen, Barcelona, 1982, p.104 15 Pascal, Blas: Pensamientos; Ed. Orbis, Barcelona, 1982, p.104. 6 Por los tanto el indiferentismo religioso no atribuye ninguna importancia al problema de Dios porque es una entidad cuya existencia es declarada incierta, por ser imperceptible en le experiencia sensorial, que es considerada como única fuente de conocimiento seguro. De este modo el problema de Dios es denunciado como irrelevante para la vida humana. La conclusión práctica que deduce el indiferentismo es que la vida debe plantearse y desarrollarse como si Dios no existiera. El escritor y periodista Jean Améry: “¿Deseo saber quién es Dios? – Se pregunta- Lo siento, pero no. En el fondo parara mí eso no constituye un problema”16. Este autor también representa la contradicciones propias del hecho de intentar prescindir del problema más esencia que afecta al ser humano del modo más radical y hasta lo más hondo de su ser. Vuelve a decir: “¿Quién es Dios? Eso es lo que yo quisiera saber desde hace mucho tiempo, personalmente no me planteo este problema”. Ya en el s. XVII Blaise Pascal había reaccionado con energía frente al indiferentismo. Pascal criticaba el hecho de que el indiferentismo estuviera preocupado exclusivamente por las cuestiones cotidianas de la vida y que no tuviera en cuenta el hecho objetivo e innegable de que tarde o temprano tenía que morir. “El último acto es sangriento por bella que sea la comedia en todos los demás. Se echa al fin tierra sobre la cabeza, y en paz”17. Era injustificable que alguien pudiera considerarse exenta de tener que reflexionar en torno a si el alma existe o no y si es inmortal o no: “Es indudable que el alma es mortal o inmortal. Esto debe establecer una diferencia completa en la moral; y, sin embargo los filósofos han conducido la moral independientemente de esto. ¡Qué extraña ceguera!”18. Precisamente el primer capítulo de los artículos recogidos en su obra Pensamientos se titula: Contra la indiferencia de los ateos y en él denuncia como postura absurda e irracional el sostener que por no ser capaces de responder a las cuestiones más fundamentales que afectan al ser humano de un modo más esencial nos olvidemos de ellas y nos pasemos el resto de la vida preocupados solamente de lo intramundano. “No sé de dónde vengo, no sé a dónde voy; y tan sólo sé que, en saliendo de este mundo, he de caer para siempre, o en la nada, o en las manos de un Dios. He aquí mi estado lleno de oscuridad.” Pascal se asombra que haya hombres que frente a las preocupaciones “pequeñas” inviertan un esfuerzo y una pasión que acote en ellas todas sus energías, y que, en cambio, frente a los grandes temas que afectan a un ser humano se muestren indiferentes. 16 17 18 Améry, J.: Las provocaciones del ateísmo; en H.J. Schultz, p. 209. Pascal, B.: Op. Cit.; párrafo LVI. Ibídem. 7 En consecuencia con Pascal y Balmes se levanta la protesta de Harry Haller en contra de la superficialidad del modo de vida burgués, que ajeno a todo lo que de superior puede haber en la vida del hombre se muestra indiferente frente a lo trascendente: “Es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués. No puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas”19. El indiferentismo, partiendo de la realidad de que el hombre es un “ser-en-el-mundo”, como diría el filósofo alemán existencialista Martin Heidegger, ha dado un salto ontológico injustificado y en la vida práctica concibe al hombre como un “ser-del-mundo-y-para-el-mundo”. El indiferentismo religioso al cerrarse de un modo práctico a toda trascendencia hunde al hombre en la más pura inmanencia del ser. Pero lo más admirable, de todo es que este salto ontológico, complejo, es realizado sin ninguna justificación teórica explícita. El indiferentismo se transformaría en ateísmo teórico positivo. El indiferentismo, para sostenerse, ha de basarse en la aceptación implícita de múltiples prejuicios. Entre ellos destaca: 1. la aceptación de un criterio empirista. Por este motivo, A. Camus afirma que: “Quiero librar a mi universo de fantasmas y poblarlo solamente de realidades carnales cuya presencia no pueda negar”20. 2. el presuponer, aunque sea a nivel inconsciente, que el ateísmo teórico logró sus objetivos, demostrar racionalmente que Dios no existe objetivamente, algo que en realidad, tal como podremos comprobar más adelante, no fue así. 3. y si no se da el caso anterior, entonces aceptar el agnosticismo como la doctrina gnoseológica correcta. 19 Hesse, H.: Op. Cit.; p. 35 Camus, A.: El mito de Sísifo, op. Cit. P 135. Con su tesis de que la existencia humana carece de sentido, el filósofo de origen argelino sostiene que: “En cierta medida, con muchas precauciones y teniendo en cuenta varios matices, se podría decir que algo insignificante no es forzosamente algo que no tiene sentido, sino algo que, por sí mismo, no tiene significado general. A la sociedad, a la religión, a la especie y a Dios mismo les tienen completamente sin cuidado que yo mueva el picaporte hacia la derecha o hacia la izquierda. Conclusión: mi acción será insignificante, salvo que para mí esta costumbre se vincule, por ejemplo, a una intención de ahorrar fuerzas, a un gusto por la eficacia que pueda relejar cierta voluntad, un comportamiento vital, etc. En estos casos será para mí mucho más importante hacer girar el picaporte de cierta forma que casarme”. 20 8 4.- LA IMPOSIBILIDAD DE UNA INDIFERENCIA TOTAL. Enrique Tierno Galván en su obra ¿Qué es ser agnóstico?, define agnosticismo como el no echar de menos a Dios, lo que equivale a afirmar que “Yo vivo perfectamente en la finitud y no necesito más” 21. Lo finito es la realidad sensible. Hasta aquí correcto. Los reparos surgen cuando se pasa del terreno de las afirmaciones subjetivas (“estoy perfectamente, “no necesito más”, “te echo de menos”…) al de las afirmaciones objetivas con carácter antológico: “Ajustarse a la finitud es fácil intelectualmente para el agnóstico, puesto que lo finito es lo único que hay” 22. Esta afirmación es de carácter metafísico y la veracidad de su contenido se ha de demostrar, cosa que el autor no hace en su obra. La idea de Tierno Galván es “vivir perfectamente en la finitud”. Erich Fromm afirma: “Ni el creer ni el no creer producen noches de insomnio ni interés serio alguno” 23. Se nos hace muy difícil aceptar que nunca se planteen la cuestión de la trascendencia. El caso de Simone de Beauvoir es un ejemplo de ateísmo fruto de un indiferentismo “sin noches de insomnio y perfectamente instalado en la finitud”. En Memorias de una joven formal, narra cómo dejó de creer en Dios a través del siguiente relato: “Hundí mis manos en la frescura de la enredadera, escuché el gluglú del agua y comprendí que nada me haría renunciar a las alegrías terrenales. “Ya no creo en Dios”, me dije sin más gran asombro. Advertí que ya no intervenía en mi vida y comprendí que había dejado de existir para mí”24. Su compañero Jean Paul Sartre presenta una argumentación similar cuando nos cuenta que: “Una mañana, en La Rochelle, esperaba a unos camaradas que me tenían que acompañar al colegio; tardaban, al poco rato no supe que inventar para distraerme y decidí pensar en el Todopoderoso. Cayó rodando por el azul en el acto y desapareció sin darme explicaciones: “no existe”, me dije con extrañeza cortés, y creí zanjando el asunto. Desde entonces nunca he tenido la menor tentación de resucitarlo”25. 21 Tierno Galván, E.: ¿Qué es ser agnóstico?, Ed. Tecnos, Madrid, 1982, p.15 y ss. Ibídem, p. 51. 23 Fromm, E.: Psicoanálisis de la sociedad contemporánea; Fondo de cultura Económica, Mexico, 1971, p.150. 24 S. de Beauvoir: Memorias de una joven formal; Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1976, p. 149. Más adelante añade al respecto: “Una noche intimé a Dios: si existía debía declararse. Se quedó quieto, y nunca más le dirigí la palabra”. EXTRAÑA FORMA DE FUNDAMENTAR EL ATEÍSMO. Vendría a ser como decir algo así: ¡Manifiéstate, Dios!, ¡Te lo ordeno!, ¿No te manifiestas?, luego no existes. 25 Sartre, J.P.: Las Palabras, Alianza Editorial, Madrid, 1982, p. 167. 22 9 En relación al indiferentismo de Kant hay que declarar que: “Es inútil la pretensión de fingir indiferencia frente a investigaciones cuyo objeto no puede ser indiferente a la naturaleza humana” 26. Esas cuestiones últimas que todo hombre ha de plantearse y resolver para que su vida tenga sentido son para Kant: Dios, la libertad y la inmortalidad, como dice en el siguiente texto: “En conocimientos que traspasan el mundo de los sentidos y en los que la experiencia no puede proporcionar ni guía ni rectificación, la razón y cuanto puede aprender el entendimiento en el campo fenoménico, son problemas de la misma razón pura”27. A pesar de todo lo que hemos dicho, durante los últimos quince años se está produciendo un retorno al sentido de lo sacro, como reconoció el Papa san Juan Pablo II, al afirmar que: “Ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre?, ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte? ¿Qué habrá después de esta vida?”28. De igual modo “Somos testigos de un significativo retorno a la metafísica (filosofía del ser) a través de una antropología integral. No se puede pensar adecuadamente sobre el hombre sin hacer referencia, constitutiva para él, a Dios”29. No es de extrañar este retorno de lo sacro pues, tal como dice el famoso ateo francés Albert Camus: “nada puede desalentar el ansia de divinidad que hay en el corazón del hombre”30. 5.- PÉRDIDO, OLVIDO Y RECUPERACIÓN DEL SER31 La indiferencia por el ser lleva a la indiferencia por Dios. Perdida de vista la indiferencia del ser se pierde la noción de una fundamentación trascendente del orden ontológico y del orden axiológico (la realidad y los valores). Goethe lo plasmó así: “En el principio existía la acción” 32. Se valora más la acción que la contemplación del ser. Anclado en la inmanencia del ente el indiferente acaba por olvidar la trascendencia del ser, y al Ser Absolutamente Trascendente. 26 Kant, Immanuel: Crítica de la razón pura, op. Cit. A X Ibídem, Krv. B 6-7. 28 Juan Pablo II: Cruzando el umbral de la esperanza; Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1994; p.51. 29 Ibídem; p.58 30 Camus, A.: El hombre rebelde, Alianza Editorial, Madrid, 1986, p.171. 31 Obra de Carlos Cardona: Olvido y memoria del ser, Eunsa, Pamplona, 1997. 32 Goethe, J.W.: Fausto; parte I, cuarto estudio. La frase hace referencia a San Juan, donde se dice que al principio era el Verbo, Jesucristo. Aquí la Palabra se sustituye por la ACCIÓN, algo que encandilaría a Marx. 27 10 Si reflexionamos sobre el sentido de la vida33, el sentido de la muerte34, el recurrente problema del mal (especialmente el sufrimiento de los justos, una cuestión que trataremos más adelante), el bien y la felicidad, el fundamento del orden moral, la libertad, la inmortalidad, y otras cuestiones análogas. Todas estas cuestiones si son abordadas con seriedad y a fondo es imposible no hablar de Dios. Así pues, estas reflexiones nos darán pie para superar el indiferentismo. 33 En este punto ha insistido mucho Víctor Frankl; especialmente en sus obras: El hombre en busca de sentido y Ante el vacío existencial. 34 En este tema destaca la obra de Jorge V. Arregui: El horror de morir. El valor de la muerte en la vida humana. 11