Trabajo : Trabajo Arte − Ateísmo ARTE − ATEÍSMO A travez de la historia , el hombre ha creado expresiones simbólicas, mediante diferentes materias, un aspecto de la realidad entendida estéticamente o ; comúnmente llamado el arte mediante esta expresión en posible canalizar muchos temas , uno de ellos es el del ateísmo : Analizando la historia de la humanidad , podemos observar como en un principio , toda la humanidad estaba centrada en Dios , de este modo , la iglesia , siendo la representación de Dios en la tierra poseía el poder absoluto sobre las poblaciones . De igual manera , el arte poseía un tema específico orientado a la religión. Luego de siglos de este teocentrismo , surge un pensamiento radical con el humanismo y un camino hacia el antropocentrismo ; igualmente el arte busca un objeto más humano y se comienza a dejar la temática de Dios a un lado. Por ejemplo podemos tomar el ejemplo de la comparación de la Capilla sixtina de Miguel Ángel y el art novau de Picasso en el que el primero se observa la historia religiosa de la humanidad en donde centra la conexión hombre − Dios , por el otro lado vemos como el centro de la obra ya no incluye a Dios , sino que se centra en un tema humano como lo es la guerra. Este movimiento humanista evoluciona y llega hasta nuestras épocas en donde el arte ha perdido su objeto y ha dejado ha Dios en un plano en el que representa solo un hueco más en la cabeza del hombre, como lo expresa JOSÉ BIEDMA LÓPEZ en su monografía DEL ATEISMO FILANTROPICO AL NIHILISMO INHUMANO: El arte del siglo XX permanece mudo. El artista del siglo XX ha acabado presentando sus propias heces como bazofia sagrada .Tras el arte del siglo XX, sólo queda como sentido el hueco de Dios. De esa ausencia, de esa desolación, nos hablan los nocturnos de Bartok, las Apocalipsis de Yves Tangüy... El sentido del arte del siglo XX es inversamente proporcional a la barbarie política y la servidumbre tecnocrática que delata. El arte de nuestro siglo deshace el sentido, explora el Caos, las combinaciones matemáticas de la Nada, y entona un fascinante e inhumano Requiem para el entierro de Dios. El mundo estético se ha vuelto también inhóspito. El artista que ya no piensa en el Otro, tampoco le habla ya al otro. Le ha perdido definitivamente el respeto al receptor, al pueblo (ese concepto romántico, esa realidad trasnochada), pues tampoco en la "vox populi" resuena ya la "vox Dei". El pueblo se ha quedado afónico; sólo hablan las máquinas. Nuestras formas estéticas exploran ese gran vacío, lo pueblan de repeticiones minimalistas, o con el efectismo rabioso del kitsch publicitario. Los efectos del olvido de Dios en el arte contemporáneo no son menores. 1