38 LA VANGUARDIA C U L T U R A MARTES, 28 FEBRERO 2006 nuestras cenizas. Y es verdad que tenemos un pasado negativo, duro, que nuestros tres últimos siglos de historia han sido duros de digerir. Es un país en el que la bandera siempre es un problema, en el que estamos demasiado acostumbrados a que se nos menosprecie. Pero también es cierto que el nuestro no es el único país difícil y complejo”. El protagonista de la novela tiene también un pasado desagradable. “Es un personaje de marca, fronterizo, que no sabe si es heterosexual u homosexual, que no sabe bien si su hijo es su hijo, ni tiene demasiado claro quién es su padre. Es un hom- Isabel-Clara Simó publica ‘Adéu-suau’, una novela alegórica de la sociedad catalana n A partir de los recuerdos de un personaje, la autora explora el universo de la memoria, la historia y la identidad del país ROSA MARIA PIÑOL – Isabel-Clara Simó es una escritora prolífica y de variados registros, que no deja de estar presente en las librerías. Desde la aparición, hace cuatro años, de su última novela, L'home que volava en el trapezi, la escritora alcoyana ha publicado, entre otras obras, el libro de cuentos Angelets, una narración juvenil y la aproximación biográfica a Montserrat Roig, Si em necessites, xiula. Entre tanto, se ha dedicado intensamente a la redacción de una nueva novela, Adéu-suau, un texto ambicioso que ahora ve la luz publicado por Edicions 62. La historia de Adéu-suau se inicia cuando Nor, panadero de profesión, regresa a su casa tras pasar por una operación cardiaca a corazón abierto. Completamente solo en su convalecencia, va desgranando reBARCELONA. cuerdos, no sólo relativos a sus propias vivencias sino también a hechos más remotos, que han marcado su presente y también el destino de su país. La obra ofrece, a través de una historia de relaciones entre personajes, una lectura alegórica de la historia y la identidad catalanas. Los escritores Enric Sòria y Sebastià Alzamora, que presentaron ayer el libro de Simó en rueda de prensa, coincidieron en subrayar la voluntad simbólica o metafórica de la novela. “La autora construye con habilidad al personaje protagonista, cuyo mundo y entorno llegamos a comprender muy bien –señaló Sòria–. Es un hombre triste, que ha tenido poca suerte en la vida. Es inseguro y tiene problemas para saber quién es y hacia dónde va. Todo esto es un juego de metáforas, un símbolo para explicar los problemas de la sociedad catalana. Y el resultado no es optimista: es un retrato patético, amargo, con pocas alegrías”. La dureza del relato, tanto en su nivel real como en el alegórico, también fue destacada por Alzamora. “La historia de los personajes, el buceo hacia el fondo del alma humana, me recuerda a autores existencialistas como Camus o Sartre –explicó–. Pero a la vez que baja a los En su regreso a la novela tras cuatro años, la autora alcoyana propone una metáfora triste, amarga y pesimista ANA JIMÉNEZ Isabel-Clara Simó, fotografiada ayer en Barcelona más pequeños matices del protagonista, la escritora dibuja un panorama colectivo, una visión del país, nada halagadora, muy lúcida y por desgracia ajustada a la realidad”. Isabel-Clara Simó teje en Adéusuau una red de personajes que, en un juego de espejos, van formando un mosaico de sueños, esperanzas, culpas y penitencias de una saga catalana a lo largo del siglo XX. “Escribir esta novela me ha costado cuatro años y he intentado que fuera ambiciosa –explicó la escritora alcoyana–. Quería hacer una historia simbólica sobre los catalanes. Somos un pueblo demasiado emotivo, tenemos tendencia a llorar sobre bre triste, perplejo, que se ve obligado a decir adiós, a optar por la invisibilidad, porque el pasado es tan potente, que lo devora”, resumió la novelista. “La patria es una abstracción que estás obligado a servir; a veces te sorben la sustancia que hace posible que pensemos y te hacen querer esta cosa abstracta, hecha de batallas, de dolor, de usurpaciones e imposturas, y te la hacen querer tanto que incluso das en ella la vida...”, reflexiona en un momento dado el protagonista de Adéu-suau, una historia en la que el desarraigo está simbolizado por la rosa de Jericó, un tipo de flor de raíces minúsculas y libres que revive cada vez que entra en contacto con el agua. La escritora dedica este libro a su hijo, Xavier Dalfó i Simó, recientemente fallecido en un accidente.c