Imágenes del espectáculo.

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1
“Sé que puedo estar en desacuerdo con una mujer en todo: En
política, moral, moda, en la comida... Pero nada de eso tiene
importancia. En todo caso, no la importancia que la música sí
que tiene. No creo que pueda sentir una atracción profunda por
una mujer a la que no le gusta la música que me gusta a mi”.
Éric Rohmer, Trio en Mi Bemol
2
Sinopsis.
Finalmente, Simón y Béré lo han dejado.
Por lo que parece, tal vez angustiado a causa de la ruptura,
él no sale de casa ni siquiera para ir a comprar, ya que
contrata un vecino indio, Shahrukh, para que lo haga por él.
En cambio, ella aprovecha su recuperada independencia para
salir al mundo, viajar y experimentar con amantes de ambos
sexos. Además, encuentra tiempo para visitar a Simón de vez en
cuando, preocupada por su progresivo aislamiento. Pasan los
meses y Simón no parece decidirse a salir al exterior.
A pesar de encontrarse en lugares vitales totalmente
antagónicos, los dos personajes intentan mantener algún tipo
de relación más allá de su fracasada historia de amor, una
pretensión puede que contra-natura. O puede que no.
3
Imágenes del espectáculo.
4
5
6
Equipo.
SÉ DE UN LUGAR.
Reparto: Anna Alarcón, Xavier Sàez.
Texto y dirección: Iván Morales.
Ayudante de dirección: Lali Àlvarez.
Asesoramiento físico: Joana Rañé.
Ilustradora: Nuri Téllez Bravo.
2.0: Juanjo Maria Tarrasón.
Diseño web i soporte audiovisual: Marina Raurell.
7
Luces: Marc Lleixà.
Distribución: Eva Velilla, 636003369, eva@ciaprisamata.com
Una producción
CALDERA.
PRODUCCIONES
PRISAMATA
en
residencia
a
LA
Estrenado el 21 de febrer de 2011 en Barcelona, “La Caldera”.
Temporada en Barcelona, La Seca ESPAI BROSSA, del 11 de enero
de 2012 al 26 de febrero de 2012.
8
Ficha técnica.
CONTACTO
Responsable técnico Cia. Prisamata: Lali Álvarez, 622258151
Responsable gestión Cia. Prisamata: Eva Velilla, 636003369
ESPACIO
Espacio no convencional de 60 m2 aprox. El público se sitúa
dentro del espacio escénico. Por ejemplo: bar, foyer,
vestíbulos, sala de exposiciones, almacén, taller, etc...
Como escenografía se utilizan los elementos de mobiliario del
espacio.
NECESIDADES TÉCNICAS
ELEMENTOS ESCENOGRÁFICOS
2 mesas
1 mueble/cajonera
SONIDO
Equipo de sonido con CD y entrada para IPHONE
ILUMINACIÓN
10 enchufes 220 voltios
6-10 alargo 10-20 metros (según situación de enchufes)
3-6 lámparas de sobre-mesa o de pie.
AFORO
Según espacio, un mínimo de 40 personas y un máximo de 120
DURACIÓN
1 hora y 15 minutos
TIEMPO DE MONTAJE
1 hora para montaje
4 horas de ensayo en el espacio
TIEMPO DE DESMONTAJE
1 hora
IDIOMA DEL ESPECTÁCULO
9
Castellano
Currículums destacados.
IVÁN MORALES
(AUTOR Y DIRECTOR)
Involucrado en el movimiento de Radios Libres de los 80 y
editor de fanzines en la década de los 90, con más de 20 años
trabajando como actor en teatro, televisión y cine, ha ha
tenido la suerte de aprender al lado de maestros tan
heterodoxos como Dario Argento, Silvia Munt, Ulises Dumont,
los Hermanos Calatrava, Manuel Morón, Marcel Borras, Lydia
Zimmermann, Daniel Monzón, Roger Gual, Marc Martínez, Jordi
Vilches, David Trueba o Miquel Cors, entre muchos otros.
Ha escrito los guiones de largometrajes como “Mi dulce” o “El
truco del manco”, y ha dirigido unos cuantos cortos, siendo
“Dibujo de David” el último, por el cual ha recibido unos
cuantos premios de gran valor sentimental y decorativo.
10
“Sé de un lugar”
teatral.ANNA ALARCÓN
es
su
debut
como
autor
i
director
(ACTRIZ)
Debutó en el teatro en 1999 con un montaje de Elsa Schneider
dirigido por Alfred Sanahuja. Desde entonces ha participado en
prácticamente una treintena de espectáculos a las órdenes de
muchos de los directores jóvenes más importantes de Cataluña:
Pau Miró, Raimon Molins, Jordi Prat i Coll, Marta Buchaca, Pau
Carrió, Jordi Oriol... Por su composición en PUPUTYTTÖ de
Saara Turunen, dirigida por Alicia Gorina, ganó el Premio a la
Mejor Actriz en la Mostra de Teatre Alternatiu del 2008.
También ganó el Premio a la Mejor Actriz en el festival de
cine Salenti Finibus Terrae por el cortometraje 360º, dirigido
por Maja Djokic. Otros de sus trabajos en cine son los
telefilmes ULL PER ULL (Mar Targarona), AUTOMÀTICS (Ivan
Domínguez), VIDA DE FAMILIA (Llorenç Soler),
LA OTRA CIUDAD (Sílvia Quer) o RHESUS (Carles Torrents). Tiene
por estrenar en cine la película “Insensibles”
Además de participar en teleseries como LA RIERA, EL COR DE LA
CIUTAT o GAVILANES, Anna encuentra tiempo de vez en cuando
para practicar un poco de Yoga Bikram.
11
XAVI SÁEZ
(ACTOR)
La trayectoria de Xavi es tan diversa que, aunque pretendamos
hacer un pequeño resumen, seguro que nos dejamos alguna de sus
múltiples facetas.
Como actor de cine ha protagonizado películas independientes
como ÉS QUAN DORMO (Marcel Juan i Sergi Silvestre) o LA CICATRIZ
DE LA MUÑECA (J.J. Wilson). Además es el actor recurrente de las
piezas del director underground Armand Rovira.
Ha formado parte de diversas compañías estables de teatro, entre
ellas AD LIVITUM, ATOLLADERO, LA CUBANA i CIA. MARTA CARRASCO.
En esta última compañía, por su interpretación en J’ARRIVE, fue
nominado al Premio al Mejor Intérprete en un Espectáculo de
Danza en los Premios Max.
También ha hecho su incursión en la dirección teatral, codirigiendo, junto con Hugo del Pozo e Iván Morales, una revisión
punk de EL ESTADO DE SITIO, de Albert Camus.
Como músico, ha pisado escenarios con sus bandas LA CAJITA
AMARILLA y JERUNDIOS, grupos de un estilo que amigos y enemigos
han acabado definiendo como Psico-Rumba.
Además, Xavi ejerce de profesor de interpretación, celador,
dibujante de comics y, si la amistad es suficientemente
estrecha, te echa un cable y te transporta los muebles con su
furgoneta comprada en Alemania.
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Nota de prensa.
SÉ DE UN LUGAR es una obra escrita y dirigida por Iván
Morales, con Anna Alarcón y Xavi Sáez. Una producción de
PRODUCCIONES PRISAMATA, con residencia en LA CALDERA.
SÉ DE UN LUGAR es una obra de texto, la primera incursión
teatral del actor, director y guionista cinematográfico Iván
Morales. Es una tragicomedia sobre el amor después del amor,
sobre la necesidad de encontrar un ancla en un mundo
totalmente líquido, y sobre la música como vínculo entre las
personas.
En el montaje que proponemos pretendemos volver a los
elementos básicos del teatro: El actor, el texto y el público.
La obra se representará en un espacio no convencional, ya sea
el hall de un teatro, un bar, o incluso un piso privado, ya
que la situación tiene lugar precisamente en un piso del cual
el personaje principal, Simón, no sale nunca. Los actores y el
público convivirán en el mismo espacio, sin la separación
escenario/platea, buscando una relación íntima entre ellos. El
público podrá beber y comer mientras la escena se desarrolla a
su lado, recuperando el placer de los cafés-teatro.
SÉ DE UN LUGAR no deja de ser una locura entre amigos, una
aventura hecha por amor al teatro, desde la necesidad de
ofrecer y compartir nuestra mirada más allá de las
convenciones formales con las que nos encontramos a menudo;
una fiesta donde queremos regalar al público aquello que más
nos apasiona: Una obra de teatro sobre el amor y la vida.
13
Memoria.
“Sé de un lugar” es, básicamente, una pequeña historia de
amor sobre dos personas que se necesitan pero ni pueden ni
quieren estar juntas.
Hay muchas obras sobre el mundo de la pareja, pero creo que
hablar de la ex-pareja es pertinente, sobre todo en un momento
sociológico en el que estamos cada vez más solos pero también
nos necesitamos más que nunca(las ya conocidas relaciones
líquidas de las que habla Zygmunt Baumann). Simón y Bérénice,
como todos nosotros, no quieren renunciar a hacer su propio
viaje personal, por mucho que eso les lleve a la soledad, pero
tampoco quieren romper los vínculos mas íntimos, no quieren
dejar de amar. Este conflicto interno es el que vertebra el
texto.
Por otro lado, también me gustaría que “Sé de un lugar” se
pudiera leer como el enfrentamiento entre dos posturas
diametralmente opuestas ante el desencanto. Simón y Béré son
dos caras de la misma moneda, incluso podrían entenderse como
la encarnación de un debate interno, las dos voces de un mismo
conflicto.
Son dos jóvenes adultos lúcidos(aunque esta pudiera ser una
lucidez
intermitente)
que
se
sienten
profundamente
decepcionados por el mundo que les rodea, y en consecuencia
por ellos mismos. Ante este dolor, los dos toman decisiones
antagónicas: Simón, ante la incapacidad de dominar el mundo de
fuera decide crearse un refugio interior donde no puedan
entrar esas decepciones exteriores. Bérénice, en cambio, busca
respuestas tan lejos como le sea posible, viajando a países
exóticos(y posiblemente encontrando más muros dentro suyo que
fuera).
Este conflicto de contrastes entre introversión y extroversión
tiene lugar en un espacio geográfico y generacional muy
determinado, convirtiéndose así en un retrato social muy
concreto. Los personajes de la pareja protagonista forman
parte de la pequeña burguesía de una capital de provincias
como es Barcelona. Su economía puede llegar a ser precaria,
pero no creo que la clase social se defina tanto por el dinero
que tienes en el banco como por tu cotidianeidad. Simón y Béré
no sólo son perfectamente conscientes de esto, sino que además
reniegan de esa herencia, como mínimo a nivel de discurso.
Como
casi
todo
el
mundo
a
día
de
hoy,
sobreviven
económicamente como pueden, pero sus costumbres y su manera de
mirar el mundo está teñida de los valores de la clase
privilegiada: Todos somos modernos, todos estamos conectados,
todos estamos informados. Nuestros protagonistas son personas
con inquietudes culturales y políticas pero no dejan de tener
14
tiempo para ver telebasura(e incluso para comentarla). Conocen
sus contradicciones y no las esconden. Sufren de mala
conciencia primermundista pero tampoco saben de qué manera
liberar su culpa y su confusión. Saben que no quieren formar
parte del problema, pero tampoco tienen la confianza
suficiente como para señalar la solución. Ya han cruzado la
treintena y aún buscan su propia libertad, aún les cuesta
desprenderse de sus condicionantes sociales y familiares y
lanzarse a vivir su propia vida; tal vez por eso se sientan
más cómodos en los márgenes sin arriesgarse a perder el
confort que les otorga su posición social. Su crisis de
identidad es la misma que sufre la clase media-baja del primer
mundo, y lo peor es que lo saben perfectamente.
Me interesa mucho indagar en este grupo social porque formo
parte de él, porque no lo encuentro reflejado con fidelidad en
la escena teatral y porque creo que una gran parte del público
de teatro forma parte de él.
El referente más claro con el que he jugado es el de Su
capacidad de retratar personajes cotidianos e ir desplegando
por medio de diálogos y más diálogos, ante nuestros ojos, como
quien no quiere la cosa, sus contradicciones hasta terminar
encontrando una épica minimalista(al fin y al cabo, la épica
más común, y la más cercana a muchos de nosotros) me ha
fascinado tanto como para querer explorar un terreno similar.
Pero la realidad doméstica del extracto social de los
personajes que Rohmer se ha dedicado a retratar ha cambiado en
veinte años, y el reto con el que me he encontrado es ser fiel
a estas circunstancias contemporáneas sin perder esa esencia.
Por eso he querido confrontar la serenidad que me inspira
Rohmer, y otros compañeros suyos de la nouvelle vague como
Jean Eustache(director de "La maman et la putan") con la
ebriedad nómada de un Jack Kerouac.
Por último, en esta historia de amor, he querido hacer un
sincero homenaje a la música. A riesgo de sonar cursi, es la
música, como catalizador para compartir emociones, la que
rompe las barreras en esta extraña relación que viven Simón y
Bérénice. Gracias a la música ellos pueden estar unos minutos
en silencio y, sencillamente, compartir.
Iván Morales
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Dicen de nosotros...
PURO TEATRO/Marcos Ordóñez
Ni contigo ni sin tí
Estoy de suerte: he visto dos comedias estupendas estos días en Barcelona. Les
hablaré pronto de Nada volverá a ser como antes, en la Villarroel, una función
escrita y montada con férrea ligereza, con unos efervescentes Andrés Herrera y
Dolo Beltrán, y un feliz retorno de Carol López a la buena forma tras el artificio de
Boulevard. Estará en cartel hasta el 11 de marzo, pero vayan sacando entradas
porque se perfila como uno de los éxitos de la temporada. Sé de un lugar, de Iván
Morales, ya lo es: un éxito sorpresa y una revelación. Puntos en común: son
historias de amor y desamor, de ahora mismísimo, que conectan fabulosamente
con un público de todas las edades porque rebosan verdad y gracia. Iván Morales
dialoga y dirige de maravilla. Debuta como autor y director, aunque lleva muchos
años ganándose la vida como actor en cine, teatro y televisión. Ha escrito los
guiones de Mi dulce y El truco del manco, ha dirigido varios cortos, y le honra
reconocer su deuda con maestros tan diversos como Darío Argento, Ulises
Dumont, Manuel Morón, Roger Gual, Daniel Monzón y los hermanos Calatrava. He
de preguntarle en qué trabajó con los Calatrava.
Sé de un lugar se presentó hará unos meses en La Caldera, uno de los bastiones off
del barrio de Gracia, y ahora ha llegado a La Seca, la nueva y flamante sede del
Espai Brossa, en el Borne. Las funciones se dan en un salón del primer piso:
asistimos, a escasos centímetros de distancia, a los encuentros y desencuentros de
Simó y Bere, una pareja que se quiere y se necesita pero no puede vivir bajo el
mismo techo; un poco en la línea de aquel Confort doméstico que presentó Roger
Bernat en un palacio modernista de Sitges a finales de los noventa. Sensación
inmediata de estar en un teatro porteño, en Timbre 4 o El Camarín de las musas:
por el espacio reinventado con cuatro trastos, por la proximidad, por la fuerza de
Xavi Sáez y Anna Alarcón, los magníficos actores, para mí desconocidos.
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Voy a leerles el pensamiento. Ustedes están pensando: “Oh, no, otra obra sobre una
pareja en crisis”. ¡Destierren sus temores! Sé de un lugar esquiva todos los tópicos
del género. Su estrategia es un devenir imprevisible pero sin el menor efectismo;
tiene humor, poesía, complejidad y pegada. A su manera es una relectura del Trío
en mi bemol de Rohmer, del que toma la partitura de encuentros espaciados en el
tiempo, la pasión por la palabra y la anécdota central: en ambas, el protagonista
afirma no poder querer plenamente a quien no ame la música que a él le emociona.
En Rohmer era Mozart; aquí es el inmortal tema de Triana que da título a la obra.
También comparte con Rohmer la mirada, aguda y perceptiva: ironiza pero nunca
caricaturiza, aunque a ratos parezca deslizarse hacia la sátira de diversas panaceas
modernas. Relativamente modernas: antes he dicho que es una comedia “de
ahorísima mismo”, pero le quitas los móviles y podría pasar perfectamente a
finales de los sesenta, lo que nos lleva a la obvia conclusión de que cambiamos más
bien poco. Morales deja que lleguemos a nuestras propias conclusiones pintando a
sus personajes con capas sucesivas. No es complaciente, pero tampoco los denigra,
nunca. Estás y no estás con ellos, como debe ser. Los muestra en todas sus
torpezas, obsesiones y mentiras, y también con todo su ingenio y toda su
honestidad. Simó y Bere son un poco como el Narciso y el Goldmundo de Hesse:
una da la vuelta al mundo, el otro viaja alrededor de su habitación. Hablan un
lenguaje mestizo, una gloriosa mezcla de catalán y castellano (la adaptación al
catalán corre a cargo de Joan Roselló), que parece naturalista y resulta mucho más
estilizada de lo que parece: diálogos y monólogos vivos, arborescentes,
aparentemente despeinados pero pautados con metrónomo, que recuerdan (con
mucha más luminosidad) a los ritmos de Wallace Shawn en Marie & Bruce. Iván
Morales sabe lo que se hace. Se toma su tiempo sin perder nunca el compás ni el
hilo de la puntada. En Sé de un lugar no hay una sola escena que circule por
caminos trillados. Véase el arranque, en el que Simó comienza hablando de su
racismo, gira hacia la historia de su padre, los gitanos y el cassete de Triana
(esencial, como se verá) y se corta muy hábilmente para presentar a Bere in media
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res, en plena discusión sobre los programas basura, a gran velocidad. Es un
comienzo perfecto, definitorio. Todo parece casual pero todo es estructura, todo es
acción y es personaje, y las transiciones que marcan el paso del tiempo van a
entrar, igual que ésta, como cuchillos en manteca.
Simó es guionista y dibujante de comics. Un buen (o mal) día decide no salir de
casa ni para ir a comprar: de esa cuestión va a ocuparse Sharukh, un viejo hindú
bastante invisible. Simó es ciclotímico, verborreico, intolerante, apasionado: podría
ser un cruce entre el Alexandre de La maman et la putain y el Matías de Ópera
prima. Por cierto, esta función les gustaría mucho a los tres Trueba: Fernando,
David y Jonás. Bere es una montaña rusa, dura y frágil, acelerada por las pastillas o
extasiada por sucesivas epifanías espirituales. Viaja a países lejanos, tiene amantes
de ambos sexos, pero regresa siempre para contarle sus aventuras a Simó y echarle
un ojo. Parece insegura y es extraordinariamente firme: firme en su voluntad de
cambio y firme en su amor. Por eso mi escena favorita es la escena de los chupitos,
tan bien graduada y tan bien interpretada, porque ahí ella es el motor absoluto, ella
que se niega a irse de nuevo, que quiere rescatar a Simó en la doble acepción del
término: para no perderle y no permitir que se pierda. Precioso personaje: tiene
mucha razón su excompañero cuando sentencia que “Berenice is very nice”. Xavi
Saez, Anna Alarcón. Retengan esos nombres. Grandes interpretaciones, un doble
tour de force. Qué regalo, descubrir de repente dos actores como ellos, completos,
rotundos, desnudándose emocionalmente con el público a dos pasos y sin caer
jamás en grandilocuencias ni chantajes. Como esta función, tan viva, tan intensa,
tan divertida, que, o mucho me equivoco, o va a hincharse a girar.
César López Rosell (El Periódico)
14/02/12
Sorpresa y de las grandes. El boca‐oreja ha hecho el milagro y se agotan las
entradas para ver este fresco sobre una pareja condenada a la dependencia de un
vínculo indestructible, a pesar de sus acuerdos y desacuerdos. Sé de un lugar, obra
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escrita y dirigida por Iván Morales y que coge el título de una canción de Triana
utilizada como epílogo, ilumina La Seca‐ Espai Brossa.
“Bienvenidos a casa de Simó”, te dicen al acceder al salón de un piso donde vive
casi sin relación con el exterior un guionista y autor de cómics y confesado racista.
La estancia no puede ser más sencilla: sillas, mesas, un sofá y los espectadores,
cerca, utilizados como punto de soporte en la acción. Esto le pasa a quién le toca
hacer de Sharuk, un inmigrante hindú suministrador de comida y porros al
protagonista.
Simó recibe de vez en cuando la visita de Beré, una mujer inquieta que cambia
continuamente de amantes y que tan pronto ejerce de urbanita como vive en una
casa de payés o viaja al Nepal para practicar una de sus purificaciones espirituales.
Acelerada por el consumo de pastillas y en continuado estado de desequilibrio
emocional pero permanentemente atenta a la evolución del que en realidad es su
árbol fuerte, siempre termina volviendo después de sus “bifurcaciones” para ver si
él continua allí, pendiente de ella.
IDEAL SIN CORRESPONDENCIA
“ Quiero dejar de querer, pero no puedo y como más te quiero más daño me hago”,
dice Simó cerrado en un ideal que no tiene correspondencia: no puede querer a
alguien a quien no le guste la música que le enciende la pasión. No se puede ser
más directo e incisivo y, a la vez, más entrañable y poético.
Morales, actor y guionista de cine, se acerca a Éric Rohmer pero lo hace de una
forma rabiosamente actual y con unas notables dosis de humor. La magnífica
interpretación de Xavi Sàez y Anna Alarcón es de las que van directamente al
corazón. Pocas veces hemos visto en un teatro un equilibrio tan perfecto entre una
obra y sus intérpretes. Hay mucho ingenio en los diálogos, las situaciones y la
música como elemento de conexión con el estado anímico. Toda una maravilla.
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Santi Fondevila (Time Out) ****
9/2/12
Uno de los espectáculos más interesantes que hay en Barcelona se titula Sé de un
lugar y se representa donde tendría que estar la cafetería de La Seca. Sé de un lugar
es una obra directa, muy bien escrita, brillantemente interpretada y dirigida con
una fluidez y verdad sorprendente tratándose del debut como autor y director de
teatro del guionista y actor de cine Iván Morales. Sé de un lugar es una historia de
amor contemporánea. La historia de Simó y Bérénice que se conocieron, se
enamoraron y conectaron un día mientras hacían el amor bajo las notas de una
canción de Triana. Los espectadores se integran en medio del piso de Simó que,
después de romper con Beré, decide no salir de casa. Pero ella lo visita de vez en
cuando para explicarle la vida y para saber qué hace, como se encuentra. Xavi Sàez
(Simó) y Anna Alarcón (Bérénice) se mueven entre el sofá, la mesa y los
espectadores. Beben tequila o té y hablan como si todo fuera de verdad. No hay
representación sino acción y en sus palabras se descubre el alma de dos seres un
poco perdidos en el mundo. Él, recluido y ella, queriendo devorar la vida. Siempre
se va, pero siempre vuelve. Y lo encuentra. Simó y Beré hablan mirando a los ojos
de los espectadores, cruzan miradas en diagonal de un extremo al otro del piso.
Los espectadores somos voyeurs privilegiados de sus encuentros y ellos son
conscientes de esta presencia para, al mismo tiempo, poder estar bien solos. Al
buen texto y al lenguaje cotidiano de una extrema sinceridad se le añade una
estructura dinámica, inteligente y con un final muy bien encontrado que no
resuelve los problemas de la relación pero que hace realidad eso de que un
momento de conexión es el máximo a lo que podemos aspirar, que no es poco.
Magnífico.
20
Andreu Gomila (BrutusTimeOut)
17/2/12
• Alguna vez, cuando menos te lo esperas, la catarsis te salta al cuello. Vas a
un teatro predispuesto, porque te han dicho que aquel espectáculo es
bueno, pero, malpensado como soy, pienso que no será para tanto. Con la
música pasa más a menudo. Con el teatro, que es un arte más complejo, es
mucho más difícil. La palabra bien dicha, una historia interesante, no son
suficiente. Hace falta un click que te levante sutilmente de la silla.
• Ya que nos ponemos blandos, les diré que el segundo acto del 2666 de
Rigola, El Rei Lear de Bieito, el Macbeth de Jürgen Gosch, El Coral romput
d’Ollé o La casa de la fuerza de Angélica Lidell, me provocaron un temblor
de piernas extático. El mismo que me han transmitido, oh milagro, el Sé de
un lugar que ha construido Iván Morales en La Seca con la complicidad de
dos actores de traca y pañuelo, Anna Alarcón y Xavi Sáez.
• Morales se mete en la piel dos ‘jóvenes’ en la treintena, uno de los cuales, él,
ha decidido no salir de casa. Ella le visita a menudo. Se cuentan la vida,
aventuras y frustraciones, éxitos y fracasos. Qué pasa? Pues nada. Y mucho.
Ya que lo que nos narran Simó y Bérénice es nuestra vida, con una verdad
que habíamos olvidado que existiera en un teatro barcelonés. Termina el 26
de febrero, corran a verla y pidan a la Seca que no la saquen.
• Este Sé de un lugar es un buen síntoma. Quiere decir que, aunque los
nefastos tiempos que corren, hay autores, directores y actores dispuestos a
abrirnos horizontes, a creerse un proyecto a ciegas y tirarlo hacia adelante.
Y aún más cuando un pajarillo me cuenta que la obra cayó en La Seca
después de ser rechazada por otros teatros. Pobres tontos, los apoltronados
rechazadores.
• Un apunte: el público, el día que fui a ver la obra, era tremendamente joven
y guapo, precisamente aquel público que normalmente no va al teatro.
21
Albert Lladó (La Vanguardia)
23/1/12
Éric Rohmer nos dice en Trío en mi bemol que no cree que pueda sentir "una
atracción profunda" por una mujer a quien no le guste la música que a él le
emociona. Más allá de compartir o no las ideas, la visión política, la forma de vida
incluso, ha de existir un hilo invisible que una a las personas, a determinadas
personas. El mundo puede ser líquido, pero debe haber lazos indestructibles por
descubrir. A partir de esta concepción de la realidad, el actor y guionista Iván
Morales ha tejido Sé de un lugar, una pieza que se puede ver en el Espai La Seca,
gracias a la magnífica interpretación de Xavi Sàez y Anna Alarcón.
Un espacio no convencional. Los protagonistas se mueven por un piso antes de que
el espectador entre en el juego. Una tetera, discos, un sofá rojo. Simó, un escritor
frustrado, no sale de casa. Una especie de agorafobia, y la necesidad de
incomunicarse, le ha encerrado entre las cuatro paredes donde permanece el
público. Su ex novia, Béré, le visita constantemente sin avisar, para saber cómo
está, pero también para explicarle de qué manera sobrevive ella.
No es una comedia más sobre el mundo de la pareja. Ni una tragedia lacrimosa. Se
trata del "amor después del amor", de la auto‐exigencia de relacionarnos más allá
de los discursos hechos, de lo trazado de antemano. El protagonista comienza
admitiendo que es racista, xenófobo, y que está trabajando para superarlo. Es el
miedo al extraño, al de fuera, pero también al que todos tenemos dentro.
El ambiente es un mundo burgués, donde el esnobismo se concentra en garantizar
la estabilidad. No pocas veces nos viene a la cabeza el Gregorio Samsa de La
metamorfosis. Su soledad, pero también su incapacidad para reconocerse en sus
propios cambios. Otra vez el espanto a que no exista lo sagrado, aunque poco tenga
que ver con lo religioso (tal y como lo entendemos habitualmente). La muerte de
Dios nos ha dejado huérfanos de creencias, y ese abismo es desde el que se mueve
Simó.
El texto de Morales está inteligentemente trabajado, hablándonos de múltiples
22
conflictos al mismo tiempo, con hábiles réplicas, y la escenografía ayuda a que la
obra sea rítmica, pero sin abandonar la sensación de unicidad. Tan sólo al final,
cuando el clímax debería aumentar, intensificarse, hay una recaída, una insistencia
en lo que el público ya ha entendido y digerido. Pero la investigación de ambos
actores es espléndida, y Anna Alarcón nos sorprende ‐ ya lo hizo en la trilogía de
Pau Miró – con una maravillosa facilidad para los cambios de registro.
Sé de un lugar es, en realidad, una canción del grupo andaluz Triana, que publicó
en 1975, dentro del álbum El Patio. Y este tema es el vínculo, el secreto nexo, que
existe entre ambos. Los protagonistas buscan, fuera, una tierra prometida, un sitio
"donde pronto amanece/ donde juegan los peces/ junto a ti". Una piscina en la que
seguimos nadando, rastreando signos. Señales.
Ramon Oliver ( Què fem, El Periódico)
10/02/12
Ahora que no nos escucha nadie os puedo hacer la pregunta: habéis visto alguna
vez ‘Mujeres y hombres y viceversa’? Si, ya sé que asumir en voz alta la respuesta
afirmativa y reconocer que este pico absoluto del artificio erótico sentimental y de
la cultura “poligonera” y de su estética (y que me perdone el “ poligonero” sensible
que pueda estar leyendo esto) os provoca un cierto placer prohibido del todo
vergonzoso, puede resultar muy duro; hay placeres ocultos que manchan como si
nada la reputación más sólida. Pero ahora tenéis la excusa perfecta para proclamar
vuestro pecado televisivo mientras gozáis de un placer teatral nada pecaminoso. Y
gracia o de la intención contenida en el primer diálogo que tienen el Simó y la Beré
en la estupenda comedia sentimental de Iván Morales; tampoco el adjetivo
sentimental tiene que provocar ninguna vergüenza, en un caso como este. Una vez
visto el programa os doy un segundo consejo: si no habéis oído hablar nunca del
rock aflamencado y hecho un poco al estilo de Pink Floyd o King Crimson del grupo
Triana, ya podéis poneros a buscar donde sea una grabación de su disco El patio.
Esto, mientras os preguntáis si seríais capaces de amar a alguien que tuviera unos
23
gustos musicales diametralmente diferentes de los vuestros. Y si la pregunta os
parece banal, deberíais recordar que la vida y las relaciones sentimentales se
sustentan en gran medida en la banalidad. A lo mejor, por eso mismo, muchos
espectadores cinéfilos han reconocido en la sombra de Morales la sombra del cine
de Éric Rohmer. Y aunque yo no lo veo así ‐no soy capaz de imaginarme una
película de Rohmer que empiece con un monólogo íntimo sobre el racismo como el
que nos ofrece Simo‐, entiendo perfectamente la asociación. Rohmer dejó bien
demostrado película tras película que a menudo sólo en la banalidad se puede
encontrar la trascendencia. Y Simó y Beré son una emotiva y divertida prueba.
Morales nos los presenta dentro del que había sido su entorno doméstico ( el piso
de Simó) hasta que la pareja se separó; un entorno en el que nosotros nos
integramos por completo de una forma tan coloquial y cómplice (aquí, además de
un excelente autor y director, hay dos intérpretes fantásticos que acabas viendo
como amigos tuyos) que bien pronto parece que estemos en nuestra casa. Y es en
ésta casa de la que Simó se niega a salir donde vemos como la pareja va cambiando
sus roles aparentes –de la Beré a las puertas de un ataque de nervios y Simó
aparentemente camino del nirvana de la primera escena, al final no queda
nadamientras
nosotros sufrimos, reímos y nos identificamos con alguna cosa de las que
ellos dicen o hacen. Y todo, porque detrás hay un autor que sabe trascender la
banalidad cotidiana con talento, frescura y originalidad. Y sabe crear contigo esta
cálida complicidad teatral que, aunque no lo parezca, no tiene nada de banal ni de
casual.
Juan Carlos Olivares (Ara)
El teatro casi nunca habla del presente. No se puede confundir con la actualidad o
lo que es contemporáneo. Se trata de lo que es inmediato. Un teatro que
estructura como los 24 fotogramas por minuto que crean la ilusión de la imagen en
movimiento. Sé de un lugar de Iván Morales te seduce porque te obliga a
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comprometerte con el presente de dos personajes, con cada uno de sus presentes.
Al final habrá un silencio musical –todos los minutos del tema Sé de un lugar del
grupo Triana‐ para que tengas tiempo de digerir la revelación que dos personas
sienten que se necesitan para seguir siendo “ dos maravillosas personas de
mierda”.
Una historia de pareja contada desde su rotura y su huida sin control. Simó,
decidido a perderse en un viaje interior que lo convierte en un eremita urbano que
levanta muros entre el mundo y su complejo de Peter Pan para poder soportar su
agorafobia emocional. Bérénice decidida a perderse en viajes, substancias y
relaciones exóticas para olvidarse de su claustrofobia emocional. Y como Tamino y
Pamina, o Orfeo y Eurídice con final feliz después de pasar todas las pruebas de sus
(des)encuentros y malentendidos, serán recompensados con un retorno más sabio,
aunque sigan sin respuestas.
Morales ha creado un texto ingeniosamente vivo, contaminado, culto y popular a la
vez, irónico, tierno, ágil. Un nuevo romanticismo como el que gastan Kevin Smith o
Nick Hornby en sus películas. Y lo sitúa en un escenario abierto, con los límites
entre el público y los intérpretes borrado. Ni rastro de la cuarta pared, teatro que
incorpora al público en su sentido dramático. Y un valor añadido más: las
convincentes interpretaciones de Anna Alarcón (Bérénice) y Xavi Sáez (Simó),
magníficos equilibrios entre el naturalismo y el antinaturalismo. Una pasada.
J.B (El PuntAvui)
10/2/11
Sé de un lugar juega a situar el espectador en medio de la acción, habitando el
mismo loft del protagonista. Él es un chico(Xavi Sáez) que el hecho de romper con
su pareja lo lleva a no salir nunca de casa. A aislarse de casi toda forma social. Sólo
recibe la visita de ella, la ex (Anna Alarcón), que sigue confiándole su trayectoria
amorosa incesante y a la deriva, y la visita de un vecino hindú que le hace las
compras para poder subsistir. Los espectadores, convertidos en una planta
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interior, pueden encontrarse que el protagonista les habla a la cara. O les convierte
en aquel vecino que le consigue la materia primera para su subsistencia. Con un
trasfondo devastador, el texto de Iván Morales tiene una presentación de comedia
ágil, brillante. El papel de los actores luce mucho des de la proximidad. El público, a
veces se encuentra que lo mueven, como si fuera una planta. Otras, lamenta estar
en la esquina y no poder ver la acción emotiva del sofá. Muy recomendable.
Andreu Sotorra (Clip de teatro)
10/02/12
Estrenado inicialmente en La Caldera, este espectáculo de factura “casera” – no por
su aparente sencillez si no porque se ambienta en “casa” de uno de los dos
protagonistas‐ ha tenido que ampliar horarios y días de funciones en la reposición
que ha hecho ahora en La Seca Espai Brossa porque, afortunadamente, el bocaoreja
continua siendo la mejor garantía y, en el caso de Sé de un lugar, el montaje
es una de las dos gratas sorpresas que ha dado hasta ahora la temporada: el
musical “La vampira del Raval”, de otra dimensión, al Teatro del Raval, ha sido una;
y este tour de force de una pareja atemporal, aunque se ubique en el momento
presente, no hoy sino mañana mismo, y que se plantea el por qué de su norelación,
ha sido otra.
En piezas de cámara como ésta no siempre coinciden un discurso de primer orden
y dos intérpretes que le hagan los honores y que estén a su altura. A veces, un texto
memorable no encuentra los actores adecuados. Y aquí, autor, director e
intérpretes forman un todo, hasta el punto que se crea la sospecha sobre que hay
de autoria personal y que hay de aportación colectiva o personal de los dos
intérpretes.
La propuesta, en primer lugar, estaba pensada para unos treinta espectadores,
pero ahora, en la sala Tallers, en la primera planta de La Seca, entran casi el doble,
en una situación informal, ocupando sillas de sala, sillas de boga, mesas y rincones
que hasta permiten que los espectadores que quieran se levanten. En el espacio
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central, un sofá que contrariamente a lo que podría parecer, la pareja no hará
servir demasiado porque su accion‐reacción se mueve en diferentes puntos de la
sala que representan, como decía al principio, el piso donde vive y desde donde
hace tiempo que no sale, él, Simó, un guionista y autor de cómics que recibe de vez
en cuando la visita de ella, Bérénice ‐ que él dice irónicamente que es ‘very nice’‐ y
que, con sus incertidumbres y sus empujes hacia el futuro, mantiene a Simó en el
aliento de continuar existiendo.
Des de la primera frase contundente de Simó: “Soy un racista” hasta una de las
frases sentenciadoras del final: “quiero dejar de querer, pero no puedo y como más
te quiero, más dolor me hace”, la historia de rotura y de acercamiento de la pareja
mantiene un perfecto equilibrio entre un discurso que, sin ser elitista, se
caracteriza por su riqueza interior y una actuación rozando a todos los
espectadores‐ más bien convertidos en invitados a casa de Simo‐ que viven casi en
propia piel las subidas y bajadas de ambos personajes y el tobogán de su relación.
Una tetera, te, tequila a golpes de “xupitos “, agua embotellada, panteras rosas, una
radio‐cd, un perchero de pie, el sofá en cuestión, una alfombrilla, luces de pie y de
techo que los dos personajes encienden para marcar las diferentes escenas o
situaciones temporales, una mecedora, la puerta que da a la azotea, los ruidos
mortecinos de la calle, los bullicios del vecindario, la presencia absente de Sharuk,
un inmigrante indio que se encarga de comprar la subsistencia de mercado de
Simó, los cigarrillos pseudo‐porros‐ por obligación legislativa en los sitios de
trabajo como el escenario‐ un original de guión, un esbozo de cómic… Todo está al
alcance de los espectadores, casi como los mismos personajes que tan pronto se
hablan de tú a tú, a veces en la distancia de punta a punta de la sala, como hablan
mirando fijamente a los ojos de los espectadores que tienen delante.
El mismo autor no esconde que hay influencia d’Éric Rohmer de fondo, pero con la
mirada de una generación que ha vivido otro tiempo. No es de extrañar, teniendo
en cuenta que Iván Morales se ha movido en el mundo del cine y la televisión, como
guionista, por ejemplo del film ‘El truco del manco’. El actor Xavi Sàez (Simó) ha
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trabajado en compañías tan diferentes como La Cubana o la de Marta Carrasco, con
quién interpretó un celebrado papel en el montaje ‘J’arrive’. Y Anna Alarcón se ha
movido en espectáculos contemporáneos, como por ejemplo, la sugerente obra
‘Lleons’ de Pau Miró, dentro del programa T6 del TNC, donde hacia el papel
adolescente de una hija, en silla de ruedas, de una familia que tenia una lavanderia
al Raval de Barcelona.
‘Sé de un lugar’ hace referencia a una canción que forma parte del disco ‘El patio’,
el primero del grupo Triana, popularizada en 1975 – aunque recuperada por ellos
mismos hace unos seis anos‐, y que es el nexo de unión de la pareja Simó y
Bérénice, con una pellizcada de humor que es un hallazgo y que no desvelaré.
Quizá puede sorprender que una pareja, como he dicho, no de hoy sino de mañana
mismo, tenga como referente un grupo y una canción de hace más de treinta y
cinco años. Pero esto confirma la atemporalidad de la obra y su capacidad de
moverse en diferentes épocas con el mismo discurso sin que se resienta el
contenido y la identificación de los espectadores. De penumbra a oscuro final, un
largo rato de miradas sin palabras de la pareja, sentados en el sofá. Y en la radio‐cd
la canción de Triana entera de epílogo, como si pasaran unos títulos de crédito
imaginarios en una pantalla de cine donde el guión de ‘Sé de un lugar’ podría llegar
tranquilamente sin que el cineasta le hiciera demasiados retoques.
Bloc d’en Kbrota
Las historias de amor, en el teatro y en el cine, son peligrosas, pues no es nada fácil
evitar caer en mariconadas como amar es no tener que decir nunca lo siento (Love
Story). Después de esta declaración de principios vayamos al espectáculo que nos
ocupa hoy.
En La Seca se nos está ofreciendo una de las mejores obras teatrales que hoy hay
en la cartelera barcelonesa: Sé de un lugar, una historia de amor entre Bérénice y
Simó, dos jóvenes de este siglo XXI que no terminan de encontrar su lugar en este
mundo. No son dos colgados, pero tampoco están lejos de serlo.
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Después de un encuentro y una noche de amor amparados por la canción Sé de un
lugar, del grupo de flamenco‐rock Triana, la relación no avanza, Simó se cierra en
casa y Bérénice lo va a ver periódicamente. Los malentendidos lo terminan de
estropear todo…
La puesta en escena es muy buena, simulando el piso de Simó entre medio de los
espectadores, pues la obra se hace en el espacio que será el futuro bar de La Seca,
en el segundo piso, donde no hay escenario, ni patio de butacas, ni… La cuarta
pared es inexistente. Hay un momento que la pareja sale afuera a discutir y los
espectadores nos quedamos solos en la sala, sin ver nada, sólo oímos el follón que
hacen cagándose el uno con el otro fuera en el patio; genial!
Muy buena dirección del mismo Iván Morales y extraordinarias interpretaciones
de Anna Alarcón y Xavi Sáez. Hay pequeños detalles de interacción con el público
que es mejor no revelar, pero que son antológicos. También muy bien la utilización
del bilingüismo y un catalán nada normativo que dibuja muy bien este personal
urbano que casi ya no sabe ni en que lengua habla.
Una noche para recordar. Nos hemos roto las manos aplaudiendo. Una
consideración: La Seca se está convirtiendo en un espacio cultural imprescindible.
Enhorabuena!
T. Dalmau (La Mono)
14/2/12
El actor y dramaturgo Iván Morales toma como referencia el argumento de la
película Le trio en si bémol ( 1993), del desaparecido Éric Rohmer, para escribir su
Sé de un Lugar y dirigirlo en un espacio escénico que enaltece al Born de
Barcelona, después de su estreno en La Caldera de Gràcia.
La obra está acorde con el lugar y, en efecto, se tiñe del ambiente propio de la
nouvelle vague, en versión catalana pero afortunadamente universal, y bilingüe
como la vida misma. No podía haberse elegido mejor sitio y tampoco mejor puesta
en escena. Dos únicos actores dignos de elogio, Anna Alarcón y Xavier Sáez, nos
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conmueven interpretando la intimidad de Veré y Simó en un contexto cultural y
socialmente cosmopolita, ayudados por un tercer personaje sacado del público. Un
público que se adentrará en el apartamento de aquél, convirtiéndose en un mueble
más que tendrá el privilegio de conocer a fondo una historia muy personal, pero de
la que nadie puede sentirse ajeno.
La pareja se desnuda y nos expone sus contradicciones e inseguridades, que son
las de todos, en el indescifrable mundo de los afectos y de los proyectos que se
asumen. El hartazgo, la depresión y ansiedad que a veces empañan a los
personajes, no impiden que estos trasluzcan un ánimo claramente vitalista y que,
imprimiendo un ritmo que a medida que transcurre la función deviene trepidante,
den muestras de un sentido del humor que provocará sonrisas, e incluso
carcajadas, entre los presentes. Hasta sus discusiones no dejan mal sabor de boca
sino que, al contrario, les hacen aún más entrañables. Ni los silencios sobran.
En los encuentros entre Veré y Simó se reflexiona sobre la amistad y el yugo y a su
vez salvavidas que supone aquello de lo que uno no se desprenderá jamás, la
familia. Se caricaturizan las drogas, el yoga, las terapias alternativas y las huidas
hacia adelante, la xenofobia y el snobismo social, efectuándose continuas
referencias multiculturales. Se plasma su voluntad, atormentada e inquebrantable,
de no someterse, en una vida que consiste en inicios, abandonos y vueltas a
empezar. Estos dos amigos y amantes se hallan tan perdidos y confusos como el
común de los mortales, pero esa sensación podría cicatrizar si, después de
múltiples malentendidos propios de una comedia, uno encontrara su lugar en el
otro, si identificaran su canción en común: “Sé de un lugar”, de Triana. El patio de
su recreo, que diría Antonio Vega.
Conseguir que una sala repleta de espectadores interpuestos en el camino se
convierta en el hogar de un soltero de treintaitantos sin dejar ninguna duda, que
en una hora el espectador conozca perfectamente a los protagonistas y que estos le
enternezcan hasta el punto de llorar, es un logro que se debe a una muy buena
labor actoral y a un texto y dirección excelentes, fruto sin duda del rigor con el que
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se ha trabajado y el respeto a la profesión. Si bien es cierto que esa cercanía que se
ha alcanzado entre público y personajes no empieza con tan buen pie, la obra va in
crescendo y finalmente la conexión es total, tanto como para permitir afirmar que
es una de las mejores piezas de teatro que se han visto en lo que va de año en la
ciudad. Una obra preciosa, calida, austera y cautivadora que debería tener, si los
programadores lo permiten, un largo recorrido.
LA BUTACA DE PAULA. Una silla del salón de Simó.
17/2/ 12
Se de un lugar, buen título para una obra que ha conseguido el éxito de crítica y
público sin utilizar megáfonos. Algunos vieron su estreno en La Caldera y poco a
poco la gente sabía de un lugar donde estaba pasando algo.
Y, por fin, pude ir a ver este provocativo secreto a voces que es Se de un lugar.
Borré de mi cabeza críticas, comentarios y expectativa, y entré en casa de Simó a
ver que se pasaba por allí. “Benvinguts a casa de Simó, podeu seure on vulgueu”, y
allí que nos metimos. Pero ni eso es casa de Simó, ni lo que allí acontece es verdad.
Tampoco tienes esa sensación de verismo que tanto gusta del teatro argentino. Lo
que sí es verdad es que has entrado en el universo de Simó y Berenice y que, por
más que pueden verse manierismos actorales, allí hay dos personas hablándose,
generando un lenguaje propio –más o menos verosímil, más o menos teatral– que
convierten en auténtico y verdadero a los pocos minutos de función. Iván Morales
ha encontrado un lenguaje autóctono para Simó y Beré. Y Simó (Xavi Sáez)
y Beré (Anna Alarcón) encarnan la cultura mestiza de una Barcelona ravalera
dando una lección de teatro catalán, que no a la catalana.
Un catalán mezclado de castellanismos, una cultura que ya no quiere ser ilustrada
sino mancharse de vida, una “épica minimalista” dice Morales. Épica, por la
intensidad con la que se sumergen en uno de los grandes temas de la literatura y
de la vida: el amor; y minimalista porque lo hacen con gafas de bucear y esnórquel,
nada de grandes vestidos!
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Anoche vi una película de Eric Rohomer y entonces entendí que hay piezas en que
lo único que de verdad importa es que los actores que están interpretando estén
conectados. Rohmer lo consigue y Morales también lo ha conseguido. No creo que
el Rohmer que hay en Se de un lugar sea el de la importancia de las palabras –como
parece ser que pretendía su autor y director–, pues Simó y Beré, en ese sentido,
tienen una especie de verborrea pinteriana (si es que eso existiera). Pues hablan
sin llegar a decirse lo único que realmente quieren decirse: te quiero.
En sus ojos se ve Amor, no necesidad o dependencia, pero no logran quererse.
Juzgan la vida del otro, creyendo tener razón y sin embargo allí están, pensando en
el otro, deseando al otro. Atrapados en un loop imposible en el que el deseo hace
olvidar el rechazo pero el rechazo mata el deseo.
Son dos seres que juntos no han sabido ser felices pero separados tampoco lo
logran y siguen conectados, enganchados.
¿Es posible que haya amores que van más allá del quererse? ¿Es posible que haya
las parejas que se quieren y Los Compañeros? Yo digo que sí. Yo lo he visto y no sé
si Iván Morales pretende hablar de eso, pero yo sí lo pretendo. Pretendo hablar de
por qué ni siquiera los Compañeros logran la eternidad como pareja. Lo que
debería ser inquebrantable, termina con la globalizada ruptura. ¿Por qué? ¿Nos
creemos eso de que es la naturaleza del ser humano o de la pareja en sí, y así nos
quedamos tranquilos? Podemos comprar esa explicación, o podemos pensar que,
quizás, el mundo dedica muchos esfuerzos a enseñarnos que el individuo es lo más
importante, que solo nosotros tenemos razón y que de esta manera consiguen que
hasta compañeros como Simó y Beré traten de seguir caminos diferentes por
cuestiones tan importantes como una divergencia en los gustos musicales.
Para todos los enamorados del Amor: Pasen y vean! Vean el amor de Simó por
Beré, el de Beré por Simó, el de Morales por el teatro, el del texto por el público, el
del público por las historias auténticas y honestas y, también, –aprovechando la
coyuntura– el de la Seca por la cultura.
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Martí Figueras Martínez (Masteatro)
23/1/12
Béré y Simó son dos ex bien avenidos, no terminaron mal y aún se ven y se
preocupan uno por el otro. Bueno de hecho es más Béré quien se preocupa por
Simó pues este guionista, a quien le acaban de estrenar su primera película, ha
decidido, des de ya hace unos días, de encerrarse en su piso con su sofá, su póster
de cine, su música, sus revistas de El Jueves y su autosuficiencia enfermiza. Pero
uno, que ve todo lo que ocurre des de su salón de estar, sabe que Béré tampoco es
un ejemplo de persona amueblada, con sus viajes, sus amantes, sus cambios de
piso. Pero no nos engañemos: jóvenes veinteañeros y algunos treintañeros,
¿alguien sabe realmente que es lo que quiere? ¿que es lo que realmente necesita?
¿es que no coqueteamos con la noche más salvaje? es que no aborrecemos la
telebasura, pero la comentamos como auténticos expertos? ¿es que todos no
somos un poco cobardes para decir te quiero?
Sé de un lugar es una tragicomedia sobre el amor después del amor. Iván Morales,
actor y guionista cinematográfico (en su haber está el guión de la galardonada El
truco del manco) ha vertido su propio universo en el guión de esta obra. Se nota
que es el primer texto que escribe para teatro pues sus personajes están formados
por retazos de su propia vida y probablemente de la de sus dos actores, Anna
Alarcón y Xavier Sáez, miembros de la compañía Produccions Prisamata. Este
detalle es sin duda el que le da un plus de autenticidad en las situaciones que viven
o recuerdan sus personajes. Probablemente la obra representada estos días en La
Seca‐Espai Brossa es lo más indie que hay en la cartelera de Barcelona y también,
la obra más generacional. Resiguiendo el currículum del director y dramaturgo se
le intuye una cultura popular y al mismo tiempo una manera de pensar y
reflexionar muy propia que se muestra en los diálogos de estos dos personajes que
aún se quieren pero no encuentran la manera de decirlo. Y eso que se da más de un
momento para hacerlo, provocando al espectador una impaciencia para que
finalmente lo digan, junten los rostros y sellen el beso. Aunque al final, cansado de
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tanto autoindulgencia, Simó opta por un plan, el último plan para demostrar su
sentimiento ala chica. Un plan en el que necesitará la ayuda de Shahrukh, el vecino
indio que tiene contratado para que le traiga comida (algo tendrá que comer si no
sale de casa). Y si este plan no funciona…
Este texto es ágil, directo, de diálogo entrecortado, con sus palabras justas,
definiendo el carácter de cada uno, con expresiones más malsonantes en ella y las
más pulcras de él. Pero lo que le da el verdadero sello indie es el espacio donde
sucede y donde se nos sitúa a nosotros los espectadores. ¡Fuera cuarta pared otra
vez! Todos los asistentes nos sentamos en las sillas, y sillones distribuidos a lo
largo y ancho de una habitación que actúa de comedor, salón de estar y cocina del
piso de Simó. Así en un momento tengo a Béré dirigiéndose a un servidor, mientras
al rato es Simó quien des de mi nuca discute con Béré sobre sus constantes
cambios de novio. No sólo eso, sino que además otros asistentes jugaron su
pequeño rol al transportar una serie de coordenadas apuntadas en papelitos al
supuesto encargado indio que le hace las compras a Simó (otro miembro del
público, sorprendido pero buen colaborador). Y entre nosotros al fondo como uno
más del público se funde el propio Iván Morales quien sigue las cometidas de sus
actores con avidez. Eso es lo que yo llamo un director implicado.
Otra parte del currículum del director y dramaturgo está en sus orígenes
almerienses y en su pasión por cierta música salida de las entrañas de Andalucía
como es el caso de la banda de flamenco‐rock psicodélico Triana. Precisamente es
una de sus canciones más celebradas la que da título al espectáculo. Y no es
gratuito, pues la música siempre es algo que define una relación, siempre hay una o
varias canciones en una relación. Y en este texto Ivan Morales usa esta canción
como Macguffin para marcar el desarrollo y desenlace de esta compleja relación.
Y en lo que se refiere al apartado interpretativo los dos actores suman fuerza,
carácter y verismo en cada una de sus líneas de diálogo. Asusta ver a Anna Alarcón
escupir su texto con tanta rapidez cuando su personaje va puesto de coca hasta las
cejas, pero Xavi Sáez no se queda corto en sus momentos más dramáticos,
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explicando a su amada Béré la incomodidad que siente estando a su lado. Pero
luego, el autor sorprende con un giro final, que por obvio y por lo que tiene de
chiste te hace reír y pensar, ¡que torpe es el ser humano cuando tiene que mostrar
sus sentimientos!
Buen debut así del guionista y actor Iván Morales. un espectáculo con su ternura,
con su trasfondo trágico, pero con su cara cómica y ridícula Una obra producto de
la mente inquieta de un hombre joven que ya tiene suficiente bagaje en la vida
como para hilvanar una serie de encuentros y desencuentros entre dos personajes
reflejo de cierta juventud, de tu y de yo.
Hernán Migoya, Blog ComicSario, Febrero 2011
¡Cielos, mi ex-novia!
En la novela En algún lugar del tiempo de Richard Matheson, el protagonista viajaba
en el tiempo simplemente tendiéndose y realizando un ejercicio de concentración
sublime, casi de autosugestión: una vez situado mentalmente en la época deseada, se
situaba también FÍSICAMENTE. La máquina del tiempo era su propio convencimiento.
De corte similar es también la fórmula mágica que Iván Morales propone a los
espectadores de Sé de un lugar, la obra de teatro que ha escrito y dirigido y que,
protagonizada por Xavi Sáez y Anna Alarcón, estrena este lunes en el espacio La
Caldera de Barcelona. Ayer tuve la oportunidad de asistir a un ensayo general y me
gustó mucho lo que vi.
Morales, que es una de las personas más raras y sugestivas que conozco (lo único que
se me ocurre para definirle es que a veces tengo la impresión de que aloja su cerebro en
las vísceras y lo visceral en su cráneo…), le pide precisamente al espectador que haga
ese ejercicio mental de salto en el tiempo: las butacas del público son en realidad sillas
y sillones integrados en el espacio escénico -de ahí su aforo limitado a 33 personas-, es
decir, el espectador ESTÁ también sobre el escenario y los dos actores que integran la
obra están con ellos y actúan entre ellos, a través de varios encuentros y desencuentros
a lo largo de diferentes períodos que el propio espectador se encargará de acotar en su
cabeza, rellenando los huecos elípticos igual que un lector de cómic rellena en su mente
los espacios interviñetales… para que todo adquiera un rítmico y logrado sentido. Lo
que en principio puede resultar un poco incómodo para las personas tímidas (yo me
cuento entre ese tipo de espectadores que se caga en la interacción teatral cuando me
siento agredido por la injerencia de un actor contra mi bonita burbuja de testigo
neutro), termina por constituir el gran aliciente de la obra: uno acaba RESPIRANDO con
los personajes, totalmente involucrado en el desarrollo del espectáculo, cuya
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progresión dramática es constante. Uno puede pasar, pues, de ser ese testigo neutro a
testigo EXCEPCIONAL y captar de primera mano la levadura dramatúrgica con que la
obra adquiere a cada minuto transcurrido más y más volumen… involucrando por tanto
más y más a su público.
La historia planteada es sencilla: abarca las sucesivas visitas de la joven Béré al piso de
su ex novio, el guionista de cine Simó, preocupada porque el tipo parece haber
loqueado y se niega a salir a la calle, obsesivo con una supuesta dieta vital que le hará
sobrevivir a este mezquino mundo. O sea, crisis sentimental, crisis de ego y crisis vital.
Punto.
Los dos personajes rondan la treintena y simbolizan lo mejor y peor del no tan joven
urbanita burgués capitalino: su egocentrismo e infantilismo mezclados con su ingenio y
ganas de vivir. Simó, por ejemplo, está convencido de que alguien que le ame de veras
tiene que tener sus mismos gustos musicales (concepto tan absurdo y pueril provocaría
que los aficionados al fútbol vivieran cada domingo en el estadio una orgía
perpetua). Así, seguro que durante la obra os vienen ganas de abofetear varias veces a
los dos, como también querréis abrazarles y sollozar con ellos. Pero, sobre todo, vais a
reír mucho.
Iván Morales es, ante todo, un dialoguista brutal: sus diálogos son asombrosamente
naturalistas y, por tanto, perfectos para el medio teatral, necesitado de más calle. Tanto
Sáez como Alarcón encuentran su mayor reto y victoria en el control de las pausas,
interrupciones, reiteraciones, incisos sin venir a cuento, huidas por los cerros de
Úbeda, olvidos premeditados… toda esa suerte de accidentes con los que realmente
hablamos y que Morales sabe recolectar a la perfección para trufar su obra de sonido a
verdad. En ese sentido, Anna Alarcón me ha deslumbrado: el dominio de sus energías
masculina y femenina, de su yo agresivo y su yo vulnerable, es excepcional y os dejará
con la boca abierta. Xavi Sáez lo tiene más complicado, al haber de lidiar con un
personaje que pasa de la depresión a cierta artificiosa euforia, pero se agradece
muchísimo la verdad personal que sabe comunicar y el que no emperifolle su Simó de
artista sofisticado y cool, el camino fácil que hubiesen escogido otros muchos en su
lugar.
Él mismo actor (ha rodado a las órdenes de tres nombres que admiro: Dario Argento,
Daniel Monzón y Ricardo Bofill), cuando pienso en Iván Morales siempre me acuerdo
de cómo Peter Bagge me contaba que a finales de los años 80 un chico rubio y
aparentemente ingenuo, recadero del barrio y fan suyo, siempre iba a visitarle para
chafardear en su estudio y admirar su proceso creativo. Ese chico era Leonardo
Dicaprio. Pues cada vez que yo pienso en Morales y cómo apareció un día en una
reunión coleguil de bar, con su cara de niño bueno malo y su afición a Daniel Clowes y
sus comentarios irritantemente lúcidos, pienso lo mismo que a buen seguro debe
pensar Bagge: “¡La puta que lo parió!”.
Si estáis en Barcelona, no os perdáis Sé de un lugar: sólo habrá diez
representaciones (hasta el 9 de marzo), sólo cuesta cinco euros y merece mucho la
pena.
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