tema 5: segunda república y guerra civil

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Tema 5
La Segunda República y la
Guerra Civil (1931-1939).
El regionalismo andaluz
A la altura de 1931, España había visto definitivamente fracasar su particular vía
hacia un sistema democrático a través de una monarquía constitucional de corte
liberal-burgués. Pero los intentos de mantener a flote la nave, en especial la
dictadura de Primo de Rivera, no dieron el resultado apetecido.
Tras la caída de Primo de Rivera en 1930, el rey, aferrándose al trono, inició un
intento imposible de volver a un sistema parlamentario. Pero la oposición y una
buena parte de la población española (cada vez más movilizada por las fuerzas de
oposición) no le perdonó la traición; el resultado fue la instauración de la Segunda
República española, periodo en el que se van a acometer importantes reformas de
todo género, que habían ido quedando perpetuamente aplazadas. Sin embargo, los
excesos y la falta de prudencia y paciencia de las izquierdas y el absoluto
inmovilismo de los sectores más reaccionarios (derecha católica, ejército, burguesía
industrial y agraria), hicieron imposible la convivencia, de modo que en julio de
1936, una parte del ejército se alzó contra el gobierno de izquierdas en un golpe de
Estado que fracasó como tal, dando paso a una guerra civil.
La Guerra Civil española de 1936 a 1939 supone una de las mayores tragedias
de nuestra historia, no sólo por el número de víctimas y por los destrozos materiales,
sino porque, cuando finalizó, se implantó en España un régimen dictatorial que
reprimió duramente a la oposición, impuso un sistema político y social excluyente y
que ancló a España políticamente unos 40 años. En el imaginario colectivo, la
guerra sigue estando a principios del siglo XXI muy presente (se le dedican
libros, exposiciones, películas, se habla de ella en las campañas electorales) hasta el
punto de que se puede decir que una buena parte de los españoles, incluso de los
que nacieron mucha más tarde de que finalizara, no han superado aún la visión de
las dos Españas que chocaron dramáticamente hace cerca de 70 años.
En suma, todo el siglo XX se vio marcado por lo acontecido en estos años decisivos,
que a continuación analizamos.
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
27. LA INSTAURACIÓN DE LA
SEGUNDA REPÚBLICA
ESPAÑOLA. LA CONSTITUCIÓN
DE 1931
27. 1. EL CAMBIO DE RÉGIMEN. LA
PROCLAMACIÓN DE LA REPUBLICA Y EL
GOBIERNO PROVISIONAL
Retratos
oficiales de los
dos presidentes
de la Segunda
República
española,
Niceto AlcaláZamora (19311936) y Manuel
Azaña (19361939)
A. LA INSTAURACIÓN EL GOBIERNO PROVISIONAL (1931)
Como ya sabemos, en 1931 España venía de una dictadura, la de Primo
de Rivera, que apoyada en una situación económica excepcional había
permitido enmascarar los auténticos problemas sociales y políticos del
decadente régimen de Alfonso XIII. A la caída de Primo de Rivera, el rey
hizo denodados esfuerzos por mantenerse en el trono, con los gobiernos
de Berenguer y Aznar y con la convocatoria de unas elecciones
municipales con la pretensión de dar una cierta legitimidad a su régimen.
Estas elecciones se celebraron el 12 de abril de 1931 y en ellas se produjo
una rotunda victoria moral de los partidarios de la proclamación de la
República. Dos días más tarde se produjo la proclamación de la
República y poco después el rey anunció que renunciaba al trono y dejó
España, camino del exilio.
Se puede decir que el republicanismo como tendencia política había
conseguido en estas fechas superar su condición de minoritario y había
prendido entre las clases medias, lo que contrasta con lo ocurrido en
1873, cuando la proclamación de la Primera República española se hizo
sin suficiente apoyo popular, como única salida posible tras la abdicación
de Amadeo I, lo que fue origen de su fracaso.
En estas circunstancias se hizo cargo de los destinos de nuestro
país un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá
276
HISTORIA DE ESPAÑA
Zamora, en el que estaban representados los diferentes partidos
de tendencia republicana, abarcando un amplio espectro político
desde la derecha a la izquierda.
Es interesante comprobar que en este gobierno, que fue anterior a la
elección del primer presidente de la República, estuvieron representados
partidos muy diversos, lo que nos avanza ya una de las características
que más tarde volveremos a comprobar: la multiplicación de partidos
de muy diversas tendencias a lo largo de estos años. A modo de
ilustración, a continuación te indico los partidos representados y sus
representantes en este gobierno:
PARTIDO
MINISTERIO
MINISTRO
1. Derecha Liberal
Republicana
2. Partido Radical
Presidencia
Gobernación (Interior)
Estado (Exteriores)
Comunicaciones
Hacienda
Justicia
Trabajo
Guerra
Marina
N. Alcalá Zamora
Miguel Maura
Alejandro Lerroux
Diego Martínez Barrio
Indalecio Prieto
Fernando de los Ríos
Francisco Largo Caballero
Manuel Azaña
Santiago Casares Quiroga
Fomento (Obras Públicas)
Instrucción Pública
(Educación)
Economía
Álvaro de Albornoz
Marcelino Domingo
3. Partido Socialista Obrero
Español
4. Acción Republicana
5. Organización
Republicana Autónoma
Gallega
6. Partido Radical-Socialista
7. Partit Republicano Catalá
Nicolau d’Olwer
Meses después, a finales de 1931, Manuel Azaña sustituyó por unas
semanas a Alcalá Zamora al frente del Gobierno provisional, por dimisión
de este último —aunque poco más tarde volvería a la primera línea de la
actividad política como el primero de los presidentes que tuvo la
República—.
TEXTO DE APOYO
PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA
La representación de las fuerzas republicanas y socialistas,
coaligadas para una acción conjunta, siente la ineludible necesidad
de dirigirse a España para subrayar ante ella la trascendencia
histórica de la jornada del domingo 12 de abril. Jamás se ha dado un
acto en nuestro pasado comparable con el de ese día, porque nunca
ha mostrado España tan fuerte emoción civil y entusiasta convicción,
ni ha revelado con tanto vigor la firmeza que es capaz de desplegar
en la defensa de sus ideales políticos. En la historia moderna de
Europa hay actos civiles como el realizado por España el día 12;
pero no hay uno que lo supere.
La votación de las ciudades españolas y principales núcleos
urbanos ha tenido el valor de un plebiscito, desfavorable a la
Monarquía y favorable a la República, y ha alcanzado a su vez las
dimensiones de un veredicto de culpabilidad contra el titular
supremo del Poder [. ..]
Diario El Sol, 14-IV- 1931
277
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
B. LOS PROBLEMAS INICIALES DEL GOBIERNO PROVISIONAL
En los primeros meses de andadura de la República —durante
1931—, ésta hubo de enfrentarse a una serie de problemas que no
eran más que la manifestación de viejas cuestiones ya vistas
durante el reinado de Alfonso XIII. Me refiero a la cuestión del
nacionalismo catalán, las relaciones con la Iglesia y el movimiento
obrero:
1. El nacionalismo catalán— El primer problema serio que tuvo
que afrontar este gobierno fue que en Barcelona se había
proclamado la República Catalana por parte del líder catalanista
Francesc Macià (Esquerra Republicana de Catalunya), con la
intención de integrarla en una futura Federación española de
repúblicas. Pero finalmente diversos representantes del gobierno
central convencieron a los catalanistas de que la República
española reconocería el hecho diferencial catalán mediante el
correspondiente Estatuto de Autonomía.
2. Las relaciones con la Iglesia— La Iglesia mantuvo
inicialmente una postura de respeto por la decisión del pueblo
español, recordando a los fieles su obligación de obedecer a las
nuevas autoridades. Pero la calma en este terreno duró poco,
dado que este gobierno mostró una tendencia anticlerical que
exacerbó al pueblo, que a las pocas semanas del 14 de abril
provocó el incendio de un centenar de iglesias y conventos. El
gobierno no alentó estos desordenes pero tampoco fue muy
diligente en su intento de atajarlos. El distanciamiento entre la
República y la Iglesia española comenzaba a ser un hecho.
3. La actitud del anarquismo— Los anarquistas apoyaron
inicialmente a la República, pero se prepararon para la ulterior
instauración de un régimen libertario, es decir, sin Estado, como
corresponde con su ideología.
C. LAS ELECCIONES A CORTES CONSTITUYENTES DE JULIO
DE 1931. FIN DEL GOBIERNO PROVISIONAL (JUNIO—
DICIEMBRE 1931).
Aparte de estos problemas iniciales, los primeros meses de
implantación
de
la
República
estuvieron
dedicados
fundamentalmente a la elaboración de una nueva Constitución,
que sustituyera a la ya totalmente desfasada de 1876. Para ello se
celebraron elecciones a Cortes Constituyentes el 28 de junio
de 1931, con la importante novedad de que pudieron presentarse
como candidatas las mujeres (sufragio pasivo), que sin embargo, y
paradójicamente, no pudieron votar (sufragio activo).
De los resultados de estas elecciones hay que destacar varios aspectos
importantes:
a) la histórica victoria del PSOE por minoría mayoritaria y la existencia
de una segunda minoría de importancia, la del Partido Radical de centroderecha,
b) el predominio de los partidos republicanos frente a las opciones
monárquicas, confirmando la tendencia de las elecciones municipales de
abril,
c) el desplazamiento hacia la izquierda del electorado,
278
HISTORIA DE ESPAÑA
d) la importancia de los partidos nacionalistas y regionalistas y
e) la fragmentación del panorama político español.
Estos fueron los resultados, por número de escaños, de dichas elecciones
(de izquierda a derecha): PSOE (Prieto, Largo Caballero), 114; Radicalsocialistas (Marcelino Domingo), 56; Esquerra Republicana de Catalunya,
36; Acción Republicana (Manuel Azaña), 30; Federación Republicana
Gallega, 19, Agrupación al Servicio de la República (intelectuales como
Ortega y Gasset o Marañón), 13; Republicanos Federales, 13; Partido
Radical (Alejandro Lerroux), 89; Derecha Liberal Republicana (Alcalá
Zamora), 22; Partido Agrario, 24; Vasco-navarros, 16; otros partidos de
izquierda y derecha, 40.
TEXTO DE APOYO
LOS GRANDES RETOS DE LA REPÚBLICA, EN UN DISCURSO
DE MANUEL AZAÑA ANTE LAS CORTES CONSTITUYENTES
“(...) La revolución política, es decir, la expulsión de la dinastía y la
restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema
específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho
más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de
transformar el Estado y la sociedad españoles hasta la raíz. Estos
problemas, a mi corto entender, son principalmente tres: el problema
de las autonomías locales, el problema social en su forma más
urgente y aguda, que es la reforma de la propiedad, y éste que
llaman problema religioso, y que es en rigor la implantación del
laicismo del Estado con todas sus inevitables y rigurosas
consecuencias. Ninguno de estos problemas los ha inventado la
República. (...) Cada una de estas cuestiones, señores diputados,
tiene una premisa inexcusable, imborrable en la conciencia pública,
y al venir aquí, al tomar hechura y contextura parlamentaria es
cuando surge el problema político. Yo no me refiero a las dos
primeras, me refiero a eso que llaman problema religioso. la premisa
de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera:
España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente
es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase
nueva e histórica el pueblo español. Yo no puedo admitir, señores
diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico
problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia
personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se
responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. (...)."
Diario de sesiones de las Cortes, 13 de octubre de 1931.
Estas fueron las Cortes que aprobaron el texto constitucional el 9
de diciembre del mismo año. En el epígrafe siguiente tendremos
ocasión de analizar más profundamente el proceso constituyente y
las características de esta nueva Carta Magna.
Al día siguiente de la aprobación de la Constitución, Alcalá
Zamora fue elegido Presidente de la República, mientras que
Manuel Azaña era confirmado como Presidente del Gobierno1.
1
Hay que recordar aquí algunas de las cuestiones que se ha venido desarrollando
con anterioridad. Estamos ante una mezcla entre los modelos de república
parlamentaria y de república presidencialista, aunque más cercano al primero.
Existen dos figuras políticas diferenciadas, la del presidente de la República y la
del presidente del Gobierno. Durante el periodo histórico analizado en este tema
hubo sólo dos presidentes de la República (Alcalá Zamora y Azaña), mientras que
279
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
27.2. LA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA DE 1931
A. EL PROCESO CONSTITUYENTE
1. Objetivos del proceso constituyente.— Las elecciones a Cortes
constituyentes se celebraron, como ya vimos, el 28 de junio de 1931. Los
objetivos básicos que se plantearon las autoridades de la República
recién proclamada fue el establecimiento de una democracia plena, lo
que suponía en principio amplias libertades, y elecciones limpias, y,
además, el rechazo de todo lo que venía impidiendo la implantación de
una auténtica democracia en España desde la época de la Restauración:
el militarismo, el clericalismo, el dominio de los caciques...
Como vamos a ver inmediatamente, la Constitución resultó un marco
idóneo para el desarrollo de tal sistema democrático, configurándose
como la más avanzada de las que había tenido España en toda su
historia, incluida la de 1869. Otra cosa es que la fuerza de los hechos,
como acabamos de ver, impidiera un desarrollo razonable de todas las
potencialidades de la Constitución.
2. Convocatoria electoral.— Ya desde la propia convocatoria de
elecciones, del 10 de mayo, se introdujeron mejoras en el sistema
electoral con la intención de anular toda influencia de los caciques en
las elecciones. Antes se mencionó que el resultado de las elecciones de
junio fue ampliamente favorable a la coalición republicano-socialista, de
tendencia izquierdista, lo que hizo que, lógicamente, el texto
constitucional finalmente aprobada tuviera un carácter muy cercano a
estas ideologías.
3. El proceso constituyente propiamente dicho. — Tras la apertura de
las Cortes en julio de 1931, bajo la presidencia del socialista Julián
Besteiro, se encomendó a una Comisión de prestigiosos juristas la
elaboración de un anteproyecto de Constitución. Al poco tiempo este
anteproyecto entraba en las Cortes, siendo debatido por la Comisión
Constitucional2, en la que estaban representados todos los partidos
parlamentarios. La Comisión completó su labor en tan sólo 20 días y
presentó un proyecto para el debate en plenario. El presidente de la
Comisión, el prestigioso socialista Jiménez de Asúa, destacó la celeridad
tanto de las dos Comisiones y el espíritu de concordia que presidio las
sesiones, lo que prueba que en estos momentos iniciales existió un
propósito claro de hacer una Constitución para todos, lejos de aquellas
hubo muchos presidentes del Gobierno. Estos últimos eran designados por las
Cortes (república parlamentaria), pero el presidente de la República de turno tenía
cierta capacidad para vetar, designar o deponer al presidente del ejecutivo
(república presidencialista). Por lo que respecta al ejercicio del poder ejecutivo,
correspondía fundamentalmente al presidente de Gobierno (república
parlamentaria), pero el presidente de la República conservaba ciertas capacidades
ejecutivas (república presidencialista).
Las repúblicas presidencialistas puras (EE.UU., Rusia, Méjico, Argentina,
Brasil, etcétera) suelen carecer de la figura del presidente del Gobierno, y en ellas
el poder ejecutivo es ejercido directamente por el presidente de la República. Por
su parte, las repúblicas parlamentarias puras (Italia, Alemania, Israel, etcétera)
presentan las dos figuras y en ellas el presidente del Gobierno emana de la
mayoría parlamentaria, mientras que el presidente de la República tiene un papel
meramente simbólico y de arbitraje, muy similar al que ejerce el Rey en nuestro
sistema constitucional, que se define precisamente como una monarquía
parlamentaria.
2 Normalmente los Parlamentos funcionan en Comisiones —un grupo de
parlamentarios más o menos numeroso especializado en una determinada área y
que prepara los textos legales para su posterior debate y aprobación— y en Pleno,
o Plenario, compuesto por la totalidad de los parlamentarios, que es el único con
potestad para la aprobación de las leyes.
280
HISTORIA DE ESPAÑA
Constituciones a la medida, o de partido, que habían sido la tónica
habitual en nuestro siglo XIX3.
Los debates en pleno se produjeron entre el 27 de agosto y el 1 de
diciembre, y en ellos el espíritu inicial de concordia ya no estuvo tan
presente. Quizá el debate más intenso se desarrolló en torno a la cuestión
de la libertad religiosa, que ocasionó la retirada de las fuerzas de derecha
del debate constitucional e incluso—como ya sabemos— la dimisión del
Presidente del Gobierno provisional, Alcalá Zamora.
Con esas significativas ausencias, la Constitución fue aprobada sin votos
en contra el 9 de diciembre de 1931.
B. ASPECTOS FUNDAMENTALES LA CONSTITUCIÓN.
En muchos de sus aspectos, la Constitución republicana de 1931
representa una importante novedad respecto a las tendencias
constitucionales del liberalismo del siglo XX; ello implica que
algunas de las cuestiones que a continuación se detallan sean
inéditas y nunca antes tratadas en una Constitución.
En todo caso, se puede afirmar que se trata de una Constitución
democrática, que por fin admite en su seno a las tendencias
excluidas en la Restauración (izquierda obrera, nacionalismo, por
supuesto, republicanismo) pero que en algunos momentos (sobre
todo en lo que concierne a la cuestión religiosa) resulta excluyente
e intolerante.
1.—España se define en la Constitución como una República de
trabajadores, en lo que se aprecia una clara influencia de los
socialistas, pero que se matizó con la expresión “de toda clase”
por presiones de la derecha y que fue aceptada con la intención de
alcanzar el máximo consenso en la definición del Estado
2.— En cuanto a la soberanía, se evita calificarla de
“nacional”, tal vez para evitar incomodar a los catalanistas. Pero
en el artículo 1 se dice que los poderes de la República emanan
del pueblo, lo que se puede entender como una proclamación
indirecta de la soberanía popular, que es, como ya sabemos, un
concepto más progresista aun que el de soberanía nacional (se
identifica a la nación con el pueblo en su conjunto, incluyendo a
las masas menos favorecidas).
3.— El artículo 1 define a la República como un Estado integral,
expresión con la que en la época se quería indicar la superación
del viejo Estado unitario y centralista del siglo XIX y su
sustitución por un Estado en el que era posible la autonomía de
las regiones. De igual modo, el Estado “integral” pretendía ser
una superación de las viejas aspiraciones federalistas de un
sector importante del republicanismo español —recordemos lo
sucedido en la Primera República—, que se consideran excesivas.
En consecuencia, el Estado integral definido por la Constitución es un
intermedio entre Estado centralista y Estado federal y permitía la
formación de Comunidades Autónomas, dando de ese modo satisfacción
a las aspiraciones largamente acariciadas desde finales del siglo XIX por
los nacionalistas, en especial por los catalanes. En definitiva, se puede
3
Muy especialmente, como recordarás, las de 1845, de signo moderado, y 1856, la
non nata de signo progresista.
281
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
decir que la expresión Estado integral definida por la Constitución de
1931 es esencialmente equivalente a la de Estado autonómico (o más
incorrectamente, Estado de las Autonomías) de la Constitución de 1978.
Pero hay que señalar el que no aparezca en todo el texto constitucional la
expresión “nacionalidad”, sino sólo la de “regiones”. En el mismo terreno
hay que destacar el tratamiento que la Constitución hace del castellano
como idioma oficial de la República (artículo 4), si bien también se
contempla la variedad lingüística de las provincias y regiones. En muchos
aspectos, la organización territorial del Estado español en la actualidad
es copia del Estado integral de la Segunda República, pero en otros
aspectos la regulación actual supera a la de aquel periodo.
4.— El artículo 2 hace la proclamación de igualdad ante la ley ya
característica; pero en el artículo 25 se otorga el verdadero sentido
a esta proclamación: se trata de la igualdad entre hombres y
mujeres, algo sin precedentes en la historia de España. La
consecuencia es que se instituye el sufragio universal para
mayores de 23 años, incluyendo en él, por primera vez en la
historia de España, a las mujeres (artículo 36), que lo estrenaron
en las elecciones legislativas de 1933. Por otro lado, la promoción
social y laboral de la mujer se convertirá en una de las banderas
de la Segunda República, proceso en el que la legalización del
divorcio supuso un avance considerable
5.— El artículo 3 hace una declaración expresa de
aconfesionalidad del Estado español, así como su carácter laico,
lo que ya hemos dicho que dio lugar a enconados debates y lo que
por toro lado confirmaba la ruptura entre el Estado y la Iglesia
católica. Se suprimió toda ayuda a la misma (la conocida dotación
de culto y clero) y se prohibió la enseñanza a las órdenes
religiosas. Junto al matrimonio canónico (es decir, el religioso),
único existente hasta el momento, se creó el matrimonio civil. La
religión quedaba así recluida en el ámbito de lo privado y todas
las manifestaciones públicas deberían ser previamente
comunicadas y permitidas. Sin embargo, la inclusión de algún
artículo que se dirigía, sin nombrarla, contra la Compañía de
Jesús, y el hecho de que no se garantizara la libertad de
enseñanza religiosa, permite afirmar que en este aspecto, la
Constitución no era respetuosa con los derechos de los
católicos.
Ni siquiera en la muy avanzada Constitución del Sexenio, la de 1869, se
había llegado tan lejos: allí sólo se reconoció la libertad de cultos. En la
de 1876 se volvió a incluir con claridad la confesionalidad católica del
Estado.
Sin duda esta regulación era el resultado de un marcado
anticlericalismo que los partidos de izquierda habían abrazado durante
el primer tercio del siglo XX, continuación del anticlericalismo que
enfrentó en el siglo XIX a los progresistas frente a los moderados y que
era consecuencia de la alineación tradicional entre la Iglesia y los grupos
más conservadores de la sociedad y de su papel como gran terrateniente.
La progresiva profundización en la implantación del liberalismo en
España, el proceso desamortizador, los avances en materia educativa, el
desarrollo urbano y el crecimiento de las clases medias restaron poder
económico y social a la Iglesia, pero esta se resistía a dejar de ser un
poder fáctico, mientras que los grupos políticos anticlericales usaban esta
cuestión muy frecuentemente de forma demagógica. Por otro lado hay
que recordar que no sólo la derecha monárquica tradicional, sino
también la derecha republicana (Alcalá Zamora entre ellos) y una buena
parte de la sociedad tenían profundos sentimientos religiosos que fueron
282
HISTORIA DE ESPAÑA
ignorados, cuando no violentados, por la política de ciertos gobiernos de
la República.
6.— La Constitución tiene una marcada orientación pacifista, al
incluir en su artículo 6 la renuncia a la guerra como instrumento
de política nacional.
Ello que se debe insertar en el contexto pacifista de las relaciones
internacionales posteriores a la Primera Guerra Mundial y en la
potenciación de la Sociedad de Naciones (a modo de antecedente de la
Organización de las Naciones Unidas) como foro internacional de
resolución de conflictos y salvaguarda de la paz.
7.— En el mismo plano se debe incluir el acatamiento de las
normas universales del Derecho internacional. Con ello la
República se ponía en la vanguardia de los países más
democráticos frente a la extensión de las dictaduras de derecha
que proclamaban el derecho al uso de la fuerza como instrumento
de política nacional.
8.— Por otro lado, la Constitución de 1931 incluye una amplísima
declaración de derechos y libertades, a la altura de lo que debía
ser un régimen auténticamente democrático.
a) Por un lado se recogen los ya tradicionales derechos
individuales de tipo político (derechos de expresión, prensa,
asociación,
manifestación...),
sufragio
auténticamente
universal, con la concesión del derecho al voto, tanto pasivo
como activo, a las mujeres.
b) Pero, como novedad, se recogen ahora los llamados derechos
sociales o colectivos, para lo cual fue decisiva la intervención
de los diputados socialistas. En concreto, me refiero a: 1.— La
subordinación de la riqueza individual a los intereses
colectivos (no se llegaba, ni mucho menos a la desaparición de
la propiedad privada de los medios de producción, como
reclamaba la ortodoxia marxista, pero se avanzaba en ese
sentido). 2.—Protección del trabajo. Y 3.—Salvaguarda de la
cultura nacional.
9.— Se reconoce la nacionalidad española a personas de origen español
residentes en el extranjero, en clara alusión a los judíos sefarditas
descendientes de los que fueron expulsados en 1492 por los Reyes
Católicos. Se pretendía con ello cerrar una herida histórica que nunca
había llegado a cicatrizar. En el mismo terreno, se prevé un régimen de
doble
nacionalidad
con
los
ciudadanos
de
los
países
hispanoamericanos, con lo que de algún modo se pretende pasar página
e iniciar una nueva etapa de relaciones cordiales con lo que habían sido
nuestras colonias.
10.— La Presidencia de la República se constituye como un
órgano moderador del sistema político, sin poder ejecutivo
directo. Sería elegido por los Cortes, no por el voto directo de los
electores, por periodos de seis años. Ningún presidente llegó a
agotar su mandato.
11.— En cuanto a las Cortes, se establece un sistema
monocameral, el Congreso de los Diputados, con lo que la
Cámara tradicionalmente más conservadora, el Senado,
desaparece, cosa lógica en una Constitución tan avanzada por un
lado y rupturista con el pasado por otro.
283
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
12.— Por vez primera se establece en el constitucionalismo
español un Tribunal de Garantías Constitucionales (similar al
actual Tribunal Constitucional establecido por la Constitución de
1978), cuya misión sería la de velar por la adecuación de las Leyes
a la Carta Magna y la garantía de los derechos constitucionales
individuales.
Características básicas de la Constitución de 1931
1.— España, República de trabajadores... de toda clase
2.— Soberanía: se evita denominarla nacional. En realidad, es
soberanía popular.
3.— España, “Estado integral”: surgen las primeras Comunidades
(regiones) autónomas).
4.— Igualdad ante la ley: incluye igualdad hombre-mujer.
5.— Aconfesionalidad; manifiesto anticlericalismo.
6.— Orientación pacifista: renuncia a la guerra
7.— Aceptación normas del Derecho internacional.
8.— Amplia declaración de derechos: se incluyen los derechos políticos
y aparecen los derechos sociales y colectivos.
9.— Nacionalidad española para los sefardíes y doble nacionalidad para
los hispanoamericanos.
10.— Presidencia moderadora.
11.— Cortes monocamerales.
12.— Tribunal de Garantías Constitucionales.
En definitiva, el propósito de los constituyentes de 1931 fue el de
establecer un marco jurídico en el que la mayoría de los españoles
tuvieran cabida. Otra cosa es que en la Segunda República, como
he desarrollado más arriba, no fuera posible la convivencia, se
produjera un continuo enfrentamiento ideológico entre facciones
que no podían —o no querían— entenderse y avanzara el proceso
de desintegración nacional. Pero sin duda ello se produjo a pesar
de la Constitución de 1931, nunca a causa de ella. Nadie duda
hoy que en 1931 España necesitaba una profunda renovación que
contemplase el derecho a la autonomía de sus pueblos, la
separación de la Iglesia y el Estado, las garantías de una vida
política en libertad.
La Constitución española actualmente vigente, la de 1978, es claramente
deudora en muchos aspectos de la de 1931. En otros aspectos, sin
embargo, es diferente: mayor respeto hacia la religión dominante (que
llega en opinión de muchos a un cierta confesionalidad católica
encubierta, que es criticada) y extensión del sistema autonómico a todo el
territorio nacional, además, como es lógico, de la forma de Estado, que en
nuestra Constitución actual es monárquica y no republicana.
284
HISTORIA DE ESPAÑA
TEXTO DE APOYO
LA CONSTITUCIÓN DE 1931
"(...) Art. 1 . España es una República democrática de
trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de
Libertad y Justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. la
República constituye un Estado integral compatible con la
autonomía de los Municipios y las Regiones.
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada.
Art. 2. Todos los españoles son iguales ante la ley.
Art. 3. El Estado español no tiene religión oficial.
Art. 4. El castellano es el idioma oficial de la República.
Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de usarlo sin
perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a
las lenguas de las provincias o regiones. Salvo lo que se disponga
en ley especial a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso
de ninguna lengua regional. (...)
Art. 6. España renuncia a la guerra como instrumento de política
nacional.
Art. 7. El Estado español acata las normas universales del
Derecho Internacional incorporándolas a su derecho positivo. (...)
Art. 8. El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su
territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados
en provincias y por las regiones que se constituyen en régimen de
autonomía
Art. 9. los Alcaldes serán designados siempre por elección directa
del pueblo o por el Ayuntamiento.
Art. 10. Si una o varias provincias limítrofes con características
históricas culturales y económicas comunes acordaran
organizarse en región autónoma para formar un núcleo políticoadministrativo dentro del Estado español, presentarán su Estatuto
con arreglo a lo establecido en el artículo 12. (...)
Una vez aprobado el Estatuto, será ley básica de la organización
político-administrativa de la región autónoma, y el Estado español
la reconocerá y amparará como parte integrante de su
ordenamiento jurídico.
Art. 12. Para la aprobación del Estatuto de la región autónoma se
requieren las siguientes condiciones:
a) Que lo proponga la mayoría de sus Ayuntamientos o, cuando
menos, aquellos cuyos Municipios comprendan las dos terceras
partes del Censo electoral de la región.
b) Que lo acepten por el procedimiento que señale la ley Electoral
por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en
el censo de la región. Si el plebiscito fuere negativo no podrá
renovarse la propuesta de autonomía hasta transcurridos cinco
años.
c) Que lo aprueben las Cortes. (...)
Art. 21. El derecho del Estado español prevalece sobre el de las
regiones autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva
competencia de éstas en sus respectivos Estatutos. (...)
Art. 26. Todas las confesiones religiosas serán consideradas como
Asociaciones sometidas a una ley especial (…)
Las demás órdenes religiosas se someterán a una ley especial
votada por estas Cortes Constituyentes y ajustadas a las
siguientes bases:
285
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
1ª. Disolución de las que, por sus actividades, constituyan un
peligro para la seguridad del Estado (…)
4ª. Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.
Una ley especial regulará la total extinción en un plazo máximo de
dos años del presupuesto del Clero.
Quedan
disueltas
aquellas
órdenes
religiosas
que
estatutariamente impongan además de los tres votos canónicos
otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítimo del
Estado.
Art. 27. La libertad de conciencia y el derecho de profesar y
practicar libremente cualquier religión quedan garantizados en el
territorio español, salvo el respeto debido a las exigencias de la
moral pública. (...)
Art. 31 . Todo español podrá circular libremente por el territorio
nacional y elegir en él su residencia y domicilio sin que pueda ser
compelido a mudarlos a no ser en virtud de sentencia ejecutoria.
(...)
Art. 34. Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas
y opiniones valiéndose de cualquier medio de difusión, sin
sujetarse a la previa censura.
En ningún caso podrá recogerse la edición de libros y periódicos
sino en virtud del mandamiento del juez competente. No podrá
decretarse la suspensión de ningún periódico sino por sentencia
firme. (…)
Art. 36. Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés
años, tendrán los mismos derechos electorales conforme
determinen las leyes. (…)
Art. 38. Queda reconocido el derecho de reunirse pacíficamente y
sin armas. Una ley especial regulará el derecho de reunión al aire
libre y el de manifestación.
Art. 39. Los españoles podrán asociarse o sindicarse libremente
para los distintos fines de la vida humana, conforme a las leyes del
Estado.
los Sindicatos y Asociaciones están obligados a inscribirse en el
Registro público correspondiente, con arreglo a la ley.
Art. 40. Todos los españoles, sin distinción de sexo, son
admisibles a los empleos y cargos públicos, salvo las
incompatibilidades que las leyes señalen.
Art. 48. La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria. La
enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad
metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.
Art. 51. La potestad legislativa reside en el pueblo, que la ejerce
por medio de las Cortes o Congreso de los Diputados."
Diciembre de 1931
286
HISTORIA DE ESPAÑA
287
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
28. EVOLUCIÓN DE LA
SEGUNDA REPÚBLICA HASTA
EL INICIO DE LA GUERRA
CIVIL (DE 1931 A 1936)
28.1. EL BIENIO DE IZQUIERDAS (1931-1933)
Desde las elecciones de junio de 1931 hasta las de noviembre de
1933 gobernó España la conjunción de partidos de izquierda
moderada, que van a protagonizar la etapa tal vez más
representativa de la Segunda República. Llamado también este
periodo Bienio Rojo, o Bienio Reformista, o Bienio Republicanoazañista, analizaremos de él en primer lugar las reformas
emprendidas desde el poder, señalando todas las dificultades por
las que tuvieron que pasar; después haré una referencia a la
oposición, primero la de la extrema izquierda y después la de la
derecha que tras dos años bajo mínimos logró reorganizarse.
A. DOS AÑOS DE REFORMAS
GOBIERNO DE AZAÑA
PROFUNDAS
DESDE
EL
En efecto, a lo largo de los dos años que van desde las elecciones
de junio del 31 a las de noviembre del 33, el conjunto de partidos
de izquierdas, que ganó las elecciones en 1931, realizó —o intentó
realizar— una serie de reformas en aspectos esenciales de la vida
política, social, económica y cultural:
1.
La reforma educativa. — Los republicanos en el gobierno
estaban convencidos de la necesidad de un buen sistema
educativo para superar el tradicional atraso de nuestro país, y de
que dicha reforma pasaba por una serie de medidas
secularizadoras, sustituyendo métodos y profesores religiosos por
otros laicos y más progresistas, además de eliminado la
obligatoriedad de la enseñanza de la religión católica, permitiendo
la coeducación (clases con alumnos y alumnas) y suprimiendo
ciertos símbolos de las escuelas, como las crucifijos. Pero algunas
medidas, como la disolución de la Compañía de Jesús, eran
demasiado radicales y agravaban el enfrentamiento entre la
República y los sectores católicos de nuestro país, que llegó al
punto de que la Iglesia se negó a cerrar sus escuelas y prohibió a
los fieles matricular a sus hijos en las escuelas públicas.
La Constitución actual de 1978 y las leyes de desarrollo han moderado
sustancialmente esta situación, permitiendo la coexistencia de escuelas y
universidades públicas y privadas, muchas de ellas concertadas (pagadas
con fondos públicos y sometidas por ello a la misma normativa básica
que las del Estado). La mayor parte de las entidades educativas privadas
tienen una relación más o menos directa con la Iglesia católica. Por otro
lado, la pervivencia de la enseñanza de la religión en el sistema educativa
es una muestra de mayor tolerancia respecto de la Iglesia católica.
288
HISTORIA DE ESPAÑA
La escasez de recursos no impidió hacer un gran esfuerzo en la
construcción de escuelas, en la formación de maestros y en la
dotación de becas. El resultado fue más que notable, con la
creación en un corto periodo de tiempo de 13.000 plazas de
profesores y maestros, de 31 nuevos institutos que se sumaron a
los 80 ya existentes, de un sistema de formación continua de los
profesores y de unas 5.000 nuevas bibliotecas públicas.
La política cultural fue también muy activa, con la creación de
las Misiones Pedagógicas para extender la cultura en los ámbitos
rurales y más desfavorecidos: representaciones de teatro y música
y proyecciones de cine, museos y bibliotecas ambulantes,
etcétera.
Se puede decir que el mundo de la cultura y la educación supuso
uno de los soportes más importantes de la Segunda República, y
no debe por ello extrañar que fuera tan duramente represaliado
tras la Guerra Civil.
2.
La reforma del ejército. — La tarea de la modernización
del ejército (superabundancia de oficiales, escasa formación de los
soldados, material y técnicas obsoletas, anticuadas) se consideró
como prioritaria por el gobierno de Azaña, que ofreció la
jubilación anticipada a un buen número de oficiales. Pese a ello,
no se hizo adicto a la República al ejército, que durante todo este
tiempo mantuvo una actitud distante, cuando no directamente
hostil con el nuevo régimen. También se reformaron los
sistemas de acceso y ascenso en la escala, dando primacía a los
estudios y la formación y otra reforma consistió en la supresión de
la Academia General de Zaragoza, dirigida por ese tiempo por
Franco, por considerarla tradicionalista, anticuada y por ello
superflua. Por otro lado, la prioridad dada a los gastos sociales
impidió mejorar la capacidad técnica y el armamento como estaba
previsto.
TEXTO DE APOYO
LA REFORMA MILITAR
"(...) Artículo 1. Se concede el pase a la situación de segunda
reserva, con el mismo sueldo que disfruten en su empleo de la
escala activa, a todos los oficiales generales del Estado Mayor
General, a los de la Guardia Civil y Carabineros y a los de los
Cuerpos de Alabarderos, Jurídico Militar, Intendencia, Intervención y
Sanidad, en sus dos secciones de Medicina y Farmacia, que lo
soliciten del Ministerio de la Guerra dentro de los treinta días
siguientes al de la publicación de este Decreto.
Artículo 2. Se concede el pase a la situación de retirado, con el
mismo sueldo que disfruten actualmente en su empleo y
cualesquiera que sean sus años de servicios, a todos los Jefes,
Oficiales y asimilados, así en situación de actividad como en la de
reserva retribuida de las distintas Armas y Cuerpos del Ejército,
incluso los Oficiales menores de Guardias de Alabarderos, que lo
soliciten del Ministerio de la Guerra dentro del plazo señalado en el
artículo anterior. (...). "
289
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
Todo ello irritó a amplios sectores del ejército, que no vio en
estas reformas más que un ataque al poder y prestigio del mismo.
En agosto de 1932 se produjo un levantamiento militar de signo
monárquico dirigido por el general Sanjurjo, sublevación que
fracasó pero que dio una medida del profundo distanciamiento de
los militares respecto de la República. Para terminar hay que decir
que, sin atreverse a disolver la Guardia Civil, si que se creó un
cuerpo similar más leal a la República, la Guardia de Asalto.
Se puede afirmar que se estaban poniendo las bases de la futura
sublevación militar que iniciaría la Guerra Civil. Por otro lado, hay que
recordar que desde principios de siglo (ver tema anterior) el ejército había
vuelto a intervenir en política: recuérdese lo dicho sobre las Juntas de
Defensa o sobre la dictadura del general Primo de Rivera.
3.
Las reformas laborales. — Fueron responsabilidad del
ministro de Trabajo, el socialista Francisco Largo Caballero, con
lo que logró el desacuerdo de los empresarios. Su labor fue muy
importante en el trabajo agrícola, extendiendo la jornada de ocho
horas al campo, prolongando los contratos de arrendamientos y
obligando al laboreo de las tierras sin cultivar donde hubiese
jornaleros en paro.
Otras medidas adoptadas fueron la Ley de Contratos de Trabajo,
donde se ordenaba que las condiciones laborales se establecieran
preferentemente mediante convenios colectivos, con lo que los
sindicatos dispondrían de más fuerza negociadora que los
trabajadores individualmente considerados. Además, la Ley de
Jurados Mixtos, por la que se establecían estas instituciones,
similares a los Comités Paritarios de la dictadura de Primo de
Rivera, con representación de patronos, obreros y la
Administración con la finalidad de arbitrar soluciones a los
conflictos laborales.
La consecuencia de esta política fue la drástica reducción de la
conflictividad social en los primeros meses de gobierno, sobre
todo gracias a la actitud conciliadora de la UGT, partidaria del
entendimiento con los empresarios y la colaboración con el
Gobierno para la aplicación de esta legislación laboral (frente a
actitudes más radicales de anarquistas y comunistas, que
preferían la acción directa contra el ejecutivo y los patronos,
especialmente a través del instrumento de la huelga).
4.
La reforma agraria. — Tal vez fue la cuestión más
importante a la que se enfrentaron los partidos de izquierda en
estos dos años. El problema de la propiedad de la tierra había
venido siendo señalado como fundamental en nuestro país desde
hacía siglo y medio (recordemos el proceso desamortizador en
varios momentos del siglo XIX). La realidad era, a la altura de
1931, que seguía existiendo el latifundismo en Extremadura y
Andalucía, con grandes extensiones de tierra sin cultivar,
campesinos en paro y arrendatarios de tierras explotados por los
propietarios de las mismas. Todos ellos esperaban una solución a
sus problemas mediante un reparto más justo de la propiedad de
la tierra. Desde el punto de vista de los políticos en el gobierno
cabían dos alternativas para afrontar el problema: a) una
reforma de tipo técnico que incrementara la productividad de las
tierras de cultivo; y b) una reforma centrada en un reparto más
equitativo de la propiedad.
290
HISTORIA DE ESPAÑA
TEXTO DE APOYO
1. LEY DE BASES DE LA REFORMA AGRARIA
"(...) Serán susceptibles de expropiación las tierras incluidas en los
siguientes apartados:
1. Las ofrecidas voluntariamente por sus dueños, siempre que su
adquisición se considere de interés por el Instituto de Reforma
Agraria.
2. Las que se transmitan contractualmente a título oneroso sobre las
cuales y a este solo efecto, podrá ejercitar el Estado el derecho de
retracto en las mismas condiciones que determine la legislación civil
vigente.
3. Las adjudicadas al Estado, Región, provincia o Municipio, por
razón de débito, herencia o legado y cualesquiera otras que posean
con carácter de propiedad privada.
4. Las fincas rústicas de Corporaciones, Fundaciones y
establecimientos públicos que las exploten en régimen de
arrendamiento, aparcería o cualquiera otra forma que no sea
explotación directa, exceptuándose las tierras correspondientes a
aquellas fundaciones en que el título exija la conservación de las
mismas, como requisito de subsistencia, si bien en este caso podrán
ser sometidas a régimen de arrendamientos colectivos.
5. Las que por las circunstancias de su adquisición, por no ser
explotadas directamente por los adquirientes y por las condiciones
personales de los mismos, deba presumirse que fueron compradas
con fines de especulación o con el único objeto de percibir su renta.
6. Las que constituyeron señoríos jurisdiccionales y que se hayan
transmitido hasta llegar a sus actuales dueños por herencia, legado
o donación.”
9 de septiembre de 1932.
Finalmente, se decidió por esta última opción, por lo que era
necesaria una Ley de Reforma Agraria que expropiara grandes
fincas y las repartiera entre los campesinos sin tierras,
especialmente en las regiones eminentemente latifundistas. Pese a
la lógica oposición de los grandes propietarios (especialmente,
Grandes de España, es decir, destacados miembros de la alta
nobleza), apoyados por los partidos de centro y de la derecha, en
septiembre de 1932, y aprovechando la agitación posterior a la
sublevación de Sanjurjo antes citada, se aprobó la Ley de Bases
de la Reforma Agraria, que preveía la expropiación con
indemnización de tierras no explotadas directamente por sus
propietarios y el asentamiento de labradores en las mismas, para
los cual se creó el Instituto de Reforma Agraria.
Pero el exceso de burocracia, los elevados costes de las
expropiaciones y la resistencia de los propietarios hicieron que la
aplicación de esta ley fuera un fracaso, favoreciendo sólo a unas
12.000 familias campesinas en sus dos años de vigencia y
afectando sólo al 5% de los 2,5 millones de hectáreas susceptibles
de expropiación. La frustración de tantas expectativas provocó
una enorme corriente de opinión en contra del gobierno dentro del
mundo rural.
291
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
5.
La
cuestión
nacionalista:
los
Estatutos
de
Autonomía.— Como ya vimos, la cuestión de la autonomía de
Cataluña había quedado pendiente desde los primeros días de la
República y lo que es más, era una cuestión candente en la
política española desde los primeros años del siglo XX.
Recordarás que los nacionalismos periféricos, especialmente el catalán y
el vasco, surgieron a finales del siglo XIX como reacción al centralismo
manifiesto del liberalismo español, que había creado un Estado
superador de todas las diferencias políticas y culturales que, procedentes
del Antiguo Régimen, se daban entre unas regiones y otras de España.
Igualmente debes recordar los tímidos pasos dados por los gobiernos de
una Restauración ya agonizante (establecimiento de la Mancomunidad,
incorporación de ministros catalanes a los Gobiernos de concentración
nacional) para intentar satisfacer las demandas del catalanismo. Así
mismo, recordarás que la dictadura de Primo de Rivera había abolido la
Mancomunidad y devuelto a su estado original la cuestión del
autogobierno catalán: el de una permanente reivindicación no satisfecha.
TEXTO DE APOYO
ESTATUTO DE AUTONOMÍA DE CATALUÑA
"Art. 1 .º Cataluña se constituye en región autónoma dentro del
Estado español con arreglo a la Constitución de la República y el
presente Estatuto. Su organismo representativo es la Generalidad y
su territorio el que forman las provincias de Barcelona, Gerona,
Lérida y Tarragona en el momento de promulgarse el presente
Estatuto.
Art. 2.º El idioma catalán es, como el castellano, lengua oficial en
Cataluña. Para las relaciones oficiales de Cataluña con el resto de
España, así como para la comunicación entre las Autoridades del
Estado y las de Cataluña, la lengua oficial será el castellano.
Toda disposición o resolución oficial dictada dentro de Cataluña,
deberá ser publicada en ambos idiomas. La notificación se hará
también en la misma forma caso de solicitarlo parte interesada.
Dentro del territorio catalán, los ciudadanos, cualquiera que sea su
lengua materna, tendrán derecho a elegir el idioma oficial que
prefieran en sus relaciones con los tribunales, autoridades y
funcionarios de todas clases, tanto de la Generalidad como de la
República (...).
Art. 14.1 (...) El Presidente de la Generalidad asume la
representación de Cataluña. Asimismo representa a la región en sus
relaciones con la República, y al Estado en las funciones cuya
ejecución directa le esté reservada al poder central (...).
Gaceta de Madrid, 21 de septiembre de 1932.
Pues bien, en agosto de 1931, en la etapa constituyente, los
catalanes redactaron y aprobaron masivamente en referéndum
(99% de votos favorables) su Estatuto de Autonomía, cuya
aprobación por las Cortes se demoró más de un año, debido a la
fuerte oposición a este proyecto de los partidos ajenos al
Gobierno. Finalmente, en septiembre de 1932, y en aplicación
del modelo de Estado integral definido en la Constitución, se
aprobó por las Cortes el Estatuto de Autonomía de Cataluña. La
292
HISTORIA DE ESPAÑA
autonomía catalana fue liderada por Esquerra Republicana,
partido que vino a sustituir a la Lliga Regionalista de Cambó en la
hegemonía del nacionalismo catalán y que presentaba dos
corrientes, la más centrista de Francesc Macià y la izquierdistas
de Lluís Companys; ambos se convirtieron en los estandartes de
los nuevas instituciones, como Presidente de la Generalitat y del
Parlament respectivamente; a la muerte de Macià en diciembre de
1933 le sustituyó el propio Companys.
En cuanto a la autonomía del País Vasco, el espíritu autonomista
sólo era prioritario para los nacionalistas del PNV, mientras que
amplios sectores no nacionalistas de la izquierda lo contemplaban
como un asunto menor y la derecha vasca no era partidaria de la
autonomía. Por su parte, Azaña rechazaba este nacionalismo por
foralista y católico y además no existía un acuerdo entre las tres
provincias vascas y Navarra, donde el estatuto redactado fue
rechazado en 1933. De ahí que la aprobación del estatuto
vasco se demorara todavía unos años, hasta el inicio de la
Guerra Civil (octubre de 1936), siendo elegido José Antonio
Aguirre, del PNV, como primer Presidente del Gobierno vasco,
llamado también lehendakari.
En Galicia se llegó a aprobar un estatuto por los ayuntamientos
en 1932 y fue refrendado por la población en 1936, pero el inicio
de la guerra impidió su puesta en marcha. Por su parte, en
Andalucía también se elaboró un anteproyecto de Bases para el
Estatuto de Andalucía, pero de ello hablaremos más adelante.
6.
En conclusión, como puedes observar, todo este conjunto de
reformas afrontó los grandes retos del país, con origen algunos de ellos
en el siglo XIX, pero la urgencia de las mismas provocó la enemistad de
importantes sectores de la sociedad: la Iglesia y los fieles católicos, el
ejército, los grandes propietarios agrícolas e industriales y, por otros
motivos, muchos campesinos insatisfechos. Todos ellos mostrarán su
rechazó al gobierno Azaña durante su mandato.
B. LA REORGANIZACIÓN DE LA OPOSICIÓN DE DERECHAS
Tras los primeros momentos en los que careció de capacidad de
reacción y durante los que la única oposición de este signo fue la
que desde el propio parlamento realizaba el Partido Radical de
Alejandro Lerroux y la oposición a las reformas de los
propietarios afectados por la reforma agraria y los industriales
que veían con malos ojos las nuevas leyes laborales, se puede
decir que desde 1933 la derecha española fue capaz de
reorganizarse para luchar contra la República de izquierdas e
intentar el asalto al poder. Estos son los grupos políticos más
significativos en este sentido:
1.
La Confederación Española de Derechas Autónomas
(CEDA). — Fue la actitud anticlerical del gobierno de Azaña
(supresión de los jesuitas, secularización de la enseñanza, trabas
a la implantación de nuevas órdenes religiosas, actitud pasiva
ante la quema de iglesias y conventos) la que unió a la derecha
católica española en 1933 en torno a este gran movimiento de
masas liderado por un personaje clave del momento, José Mª GilRobles. Se trataba de un grupo muy heterogéneo, en el que
tenían cabida desde moderados democristianos de centro-derecha
293
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
hasta grupos de extrema derecha próximos al
fascismo. En cuanto a la forma de Estado, se
declaraba neutral, ni monárquico ni republicano,
se declaraba partidario de un régimen
autoritario, no liberal y mostraba su rechazo a
las reformas de Azaña. Su inspiración religiosa
se apreciaba en su defensa de una doctrina
social católica frente a la acción de los sindicatos,
en su propósito de frenar la reforma educativa y
de restaurar el poder económico y social de la
Iglesia. En ciertos momentos se acercaron a los
fascistas de la Falange (ver más abajo).
José María
Gil Robles
TEXTO DE APOYO
LA FUNDACIÓN DE LA CEDA EN 1933
'( ... ) «Debemos felicitarnos de los trabajos, de la misma diversidad
de tendencias manifestadas, porque sólo han revelado la pugna de
llevar a las conclusiones la interpretación más fiel y avanzada de la
doctrina social y política cristiana. Dios ha bendecido nuestros
trabajos porque los ha presidido la humildad del corazón y la pureza
de los fines. Me limito, pues, a darle las gracias y a declarar
solemnemente que ha quedado constituida la CEDA, que ha de ser
el núcleo derechista que salve a la Patria, hoy en peligro». ( ... )
Al discutirse, por la tarde, después de terminar todas las secciones
sus respectivos trabajos, el Estatuto de la CEDA, se admitieron
como coincidencias fundamentales de los partidos que la integran aparte de las conclusiones aprobadas en detalle- las siguientes
debidas a la iniciativa de la Derecha Regional Valenciana:
a) Afirmación y defensa de los principios fundamentales de la
civilización cristiana. b) Necesidad de una revisión constitucional de
acuerdo con dichos principios. c) Aceptación, como táctica para toda
su actuación política de las normas dadas por el Episcopado a los
católicos españoles en su Declaración colectiva de diciembre de
1931 ."
El Debate, 5 de marzo de 1933
2.
Renovación Española.— Fundada también en 1933,
estaba situada más a la derecha de la CEDA (es decir, era de
extrema derecha) y liderada por otro personaje clave del periodo,
José Calvo Sotelo. Era un grupo ultramonárquico alfonsino
(seguidores de Alfonso XIII) y partidario de acabar con la
República incluso por vías extralegales, es decir, mediante un
golpe de Estado como el fracasado de Sanjurjo en 1932.
3.
Comunión Tradicionalista.— Es un grupo político de
tendencia carlista. El carlismo, desde el final de la Tercera
Guerra Carlista en los años 70 del siglo XIX, se había
fragmentado y perdido fuerza, pero ahora es capaz de
reorganizarse en un único partido de tendencia claramente
antirrepublicana. Su centro neurálgico estaba en Navarra y
conformaron unas milicias, las de los requetés, preparadas para
una insurrección general y que cuando se inició la guerra se
pusieron del lado del bando nacional.
294
HISTORIA DE ESPAÑA
4.
Falange Española de las
J.O.N.S.— Fue el fruto de la
refundición, en 1934, de dos
grupos, las Juntas de Ofensiva
Nacional
Sindicalista
de
Enésimo Redondo
y Ramiro
Ledesma (1931) y la Falange
Española, fundada en 1933 por
José Antonio Primo de Rivera
(hijo del depuesto dictador de los
años 20). Se convirtió en un
movimiento con muchos adeptos
entre la juventud universitaria
de la clase media. Era un grupo
fascista,
con
toda
su
parafernalia
de
uniformes
(camisas negras), signos (el yugo
y las flechas) saludos al estilo
romano
(brazo
en
alto),
banderas y desfiles, muy similar al fascismo italiano (Mussolini) y
al nazismo alemán (Hitler) y que más tarde asumiría como propios
el régimen de Franco. Era un movimiento (no deseaba usar la
denominación de partido, que rechazaba) claramente contrario a
la ideología marxista y anarquista pero también a la
democracia liberal burguesa clásica, profundamente contrario a
la República, ultranacionalista español y partidario, si era
necesario, del uso de la violencia contra obreros y separatistas.
Fue un grupo muy minoritario durante la República, pero durante
la Guerra Civil se convirtió en la plataforma política del nuevo
régimen, que durante la dictadura magnificó su importancia en
este periodo.
José Antonio
Primo de
Rivera. Este
retrato fue
precisamente
el que durante
el franquismo
presidió todos
los espacios
oficiales, por
ejemplo, las
escuelas,
junto al de
Franco y por
el que varias
generaciones
conocieron a
este personaje
casi mítico,
fusilado en
1936
TEXTO DE APOYO
LA FUNDACIÓN DE LA FALANGE ESPAÑOLA
"( ... ) Cuando en marzo de 1762, un hombre nefasto que se llamaba
Juan Jacobo Rousseau, publicó El Contrato Social, dejó de ser la
verdad política una entidad permanente ( ... ) El movimiento de hoy,
que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos
decir de antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de
izquierdas. Porque en el fondo la derecha es la aspiración a
mantener una organización económica, aunque sea injusto, y la
izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización
económica ( ... ) Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse
en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia
(...) Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de
comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la de los
puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria
(...)."
Discurso pronunciado por José A. Primo de Rivera en el Teatro de la
Comedia de Madrid, 29/10/1933.
295
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
C. LA OPOSICIÓN AL GOBIERNO DE AZAÑA DESDE LA
IZQUIERDA
De lo dicho en el apartado A debe desprenderse tan sólo un
profundo espíritu reformista entre las autoridades de la República,
pero en modo alguno estaba entre sus objetivos realizar una
autentica revolución, del tipo de la que querían implantar los
comunistas por un lado y los anarquistas por otro. De ahí que la
conflictividad fuera en aumento durante estos años.
Los anarquistas comprendieron pronto que no podían esperar
que una República que en definitiva era burguesa, acabara
haciendo triunfar la revolución social que ellos deseaban, lo que
lanzó a la CNT a organizar multitud de huelgas y ocupaciones
de tierras, que se tuvieron en su base la frustración de muchos
campesinos por la reforma agraria. Estos actos de insurrección
social fueron firmemente reprimidos por las autoridades, muy
frecuentemente con el resultados de decenas de muertos, pese a
lo cual alimentaban las críticas que desde la derecha se lanzaban
al régimen en el sentido de que el Gobierno estaba perdiendo el
control de la situación. Los comunistas del PCE, aún muy
minoritarios, también emprendieron el camino de la ruptura con
las autoridades socialistas-azañistas. Por su parte, la UGT se
mostró colaboradora con el Gobierno, lo que provocó profundas
disensiones internas
Ya en 1932 se produjeron sublevaciones sucesivas en
Castilblanco (Badajoz), Arnedo (La Rioja) y el Alto Llobregat
(Barcelona). Pero el problema más grave —y sin duda el más
conocido— se produjo en la población gaditana de Casas Viejas —
hoy Benalup de Sidonia—, donde la sublevación de jornaleros
anarquistas se saldó con la intervención de la Guardia de Asalto y
a la matanza de cerca de 15 jornaleros. El resultado fue que
mientras que desde la derecha, tanto la parlamentaria de Lerroux
como la aún extraparlamentaria de las nuevas organizaciones
analizadas más arriba, se culpaba al gobierno Azaña de
incapacidad para restablecer el orden público, la izquierda
proletaria (CNT, sectores más izquierdistas de la UGT) se alejó
aún más del Gobierno.
Pero lo más grave para el Gobierno fue el distanciamiento
interno entre sus dos polos, el PSOE y los republicanos
azañistas. En estas circunstancias, y tras una derrota
parlamentaria del ejecutivo a cuenta de la elección de miembros
de Tribunal de Garantías Constitucionales, que Azaña entendió
como un voto de censura, éste terminó por dimitir (septiembre de
1933), siendo designado nuevo presidente del Gobierno el
miembro del Partido Radical (centrista) Diego Martínez Barrio,
que no contó con los socialistas, que como recordarás eran la
minoría más importante de la Cortes. En tal situación, no hubo
más solución que disolver el Parlamento y convocar nuevas
elecciones generales para el 19 de noviembre de 1933. Serían
las segundas elecciones de la República y las primeras tras la
aprobación de la Constitución y en ellas votarían por vez primera
en nuestra historia las mujeres.
296
HISTORIA DE ESPAÑA
28.2. EL BIENIO DERECHISTA Y EL FRACASO DE
LA CONVIVENCIA (1933-1936)
La siguiente etapa de la República, conocida también con los
significativos nombres de bienio negro o bienio rectificador o con
el más descriptivo de bienio radical-cedista (por el nombre de los
dos partidos dominantes, el Radical de Lerroux y la CEDA de Gil
Robles), supone cuando menos la paradoja de que la República
traída por el empuje de las izquierdas y los sectores republicanos
cae, por mor de la fuerza de la democracia establecida en la
Constitución y de los votos populares, en manos de una derecha
que creía poco en la democracia y menos en la propia República.
Será el momento en el que se puso freno y marcha atrás a las
grandes reformas emprendidas por Azaña y en el que se produjo
la radicalización extrema de todas las fuerzas de izquierdas y
nacionalistas. En definitiva, estos dos años largos de gobiernos de
centro derecha van a suponer el fracaso definitivo de la
experiencia democrática y de la convivencia entre los españoles
y van a situar a España en el punto de partida de su gran
tragedia nacional: la Guerra Civil.
A. LAS ELECCIONES DE NOVIEMBRE DE 1933
Con una elevada participación de los católicos y con un sufragio
universal que incluía —por vez primera— a las mujeres, se
celebraron las elecciones de noviembre de 1933. El panorama
era más que alentador para las expectativas de la derecha, dado
que:
-
-
la crisis económica, consecuencia del crash de la Bolsa de
Nueva York de 1929, estaba en su fase más aguda;
la agitación social estaba también en su momento de máximo
apogeo;
el reformismo azañista había creado un gran desencanto
frente a las grandes expectativas generadas y al mismo tiempo
había unido a las bases sociales de la derecha: latifundistas,
católicos, empresarios, monárquicos;
la división de los partidos de izquierdas —que acudieron a
las elecciones por separado— era más que evidente y
la derecha concurrió muy unida en torno a la CEDA de Gil
Robles, aprovechando que la ley electoral premiaba la
concentración de los votos y castigaba su dispersión en
múltiples partidos
Por todo ello, la derecha
(CEDA) y el centro (Radicales)
obtuvieron un indiscutible triunfo, más en cuanto al número de
escaños (44% de la derecha, 36% del centro y sólo 20% de la
izquierda) que en cuanto a los votos populares (3.365.000 de la
derecha frente a los 3.118.000 de la izquierda y algo más de dos
millones del centro). Otro dato significativo es que en estas
elecciones accedieron al Parlamento personajes de tendencias
antidemocráticas.
De los resultados de las elecciones de 1933 hay que destacar, por
un lado, el giro a la derecha del electorado y por otro la
297
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
continuación de la enorme fragmentación del panorama político
español, con diez formaciones con más de diez diputados. En
cuanto al reparto de escaños, es necesario destacar los 115 de la
CEDA de Gil-Robles, los 102 del Partido Radical de Lerroux y los
35 de Renovación Española de Calvo Sotelo. EL PSOE descendió
de 114 a 58.
La
concentración
del voto de
derechas y del
centro en
torno a la
CEDA y el
Partido
Radical
propició la
derrota de las
opciones de
izquierdas en
las elecciones
de 1933
Pese a que el partido más votado fue la CEDA, el Presidente Alcalá
Zamora, en un intento de moderar el régimen, encargó el
gobierno a Alejandro Lerroux, del Partido Radical, de tendencia
centrista, si bien hay que decir que era Gil-Robles, líder como
sabemos de la CEDA, quien dominaba la situación política.
B. LA LABOR DE LOS GOBIERNOS DE CENTRO-DERECHA
Destacaremos algunas de las características de la actuación de los
distintos gobiernos que se fueron sucediendo en este periodo,
siempre con Alcalá Zamora como presidente de la República.
1. La inestabilidad fue una nota dominante del periodo, ya que
hubo hasta diez gabinetes diferentes en poco más de dos
años. De hecho, pese a que el grupo más representado era la
CEDA, debido a su ambigüedad respecto de la propia
República, Alcalá Zamora comenzó confiando en el Partido
Radical, como ya hemos visto, hasta octubre de 1934, aunque
con el respaldo de Gil Robles. Finalmente, se tuvo que aceptar
a la CEDA en el gabinete.
2. Los radicales se enfrentaron a una serie de problemas. Por un
lado, de carácter interno, al mostrar Martínez Barrio su
disconformidad con la derechización de Lerroux; por otro lado,
motivados por una serie de escándalos a fines de 1935,
298
HISTORIA DE ESPAÑA
como el escándalo del Straperlo4 y el asunto Nombela5, que
hundieron el prestigio personal de Lerroux.
3. Pese a esa enorme inestabilidad, los sucesivos gobiernos de
este periodo se dedicaron con auténtico afán a frenar o anular
las reformas de Azaña. Así, la reforma agraria quedó
prácticamente paralizada desde 1934, y de igual manera los
decretos para el trabajo agrícola de Largo Caballero quedaron
sin efecto. La respuesta fue una huelga general en el campo en
junio de 1934 que fracasó, pero que sirvió para que el
gobierno reprimiera y desmantelara las organizaciones obreras
en el ámbito rural.
4. Desde el Ministerio de la Guerra, Gil Robles situó en puestos
clave a distintos militares conservadores, que luego
protagonizaría el golpe de Estado de 1935: Franco, Poded,
Molo, Fanjul.
5. La tendencia conservadora de estos gobiernos también se
manifestó respecto del desarrollo autonómico. La autonomía
catalana no se anuló, pero se paralizó el traspaso de
competencias. La gota que colmó el vaso de la paciencia de los
catalanes fue la impugnación por anticonstitucional —
impugnación que efectivamente fue confirmada por el Tribunal
de Garantías Constitucionales— de una ley catalana que
favorecía a los arrendatarios de tierra (los rabassaires), lo que
se consideró una agresión a la autonomía ya aprobada. Por su
parte, no se tramitaron los estatutos vasco y gallego, lo que
provocó un acercamiento del PNV a los republicanos y
socialistas.
C. LA RESPUESTA DE LA IZQUIERDA. LA REVOLUCIÓN DE
OCTUBRE DE 1934
La consecuencia de la actitud gubernamental fue, por lo que
respecta a las izquierdas republicanas de origen burgués, su
reorganización en torno a Azaña, que con elementos de su
partido, Acción Republicana, de la ORGA y del Partido Radical
Socialista, fundó Izquierda Republicana.
Más significativa aun fue, en las izquierdas obreras, la
radicalización del PSOE y la UGT, que se añade a la ya
tradicional de la CNT. Como corolario de ello se dieron frecuentes
disturbios callejeros que escapaban al control de las autoridades.
Tanto la central sindical socialista como la anarquista
promovieron multitud de huelgas y movilizaciones, tanto en las
ciudades como en el campo. El Partido Comunista, prosoviético y
por instrucciones llegadas de la URSS, abandonó su tradicional
4
Se conoció así a un juego inventado en aquella época por dos judíos alemanes,
Strauss y Perl (de donde su nombre), parecido a la ruleta, y para cuya
introducción es España parece que Strauss se sirvió de sobornos al entorno
familiar de Lerroux. El término castellanizado, estraperlo, se hizo después muy
conocido para designar el tráfico ilegal de productos sometidos a racionamiento
(mercado negro) durante los años de la posguerra, los “años del hambre”, y ese es
el significado por el que muchas personas mayores lo conocen.
5
Antonio Nombela, inspector general de Colonias acuso a personas cercanas a
Lerroux de haber pagados ilícitamente ciertas cantidades a una empresa colonial
en África. La subsiguiente destitución de Nombela provocó un gran escándalo.
299
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
enfrentamiento con el PSOE y propició un frente antifascista que
terminaría cristalizando en el llamado Frente Popular del que
hablaremos más abajo.
En octubre de 1934, la entrada en el Gobierno de tres ministros
de la CEDA fue interpretada por los socialistas como una entrega
de la República a sus enemigos y supuso la señal de partida para
una revolución que venía gestándose desde hacía tiempo, con el
apoyo del PCE y de la CNT. En la mayor parte de España, las
manifestaciones de esta revolución apenas pasaron de una huelga
de unos pocos días. Pero en dos lugares la situación alcanzó una
tensión notable.
a) En Cataluña, el presidente de
la
Generalitat,
Companys
proclamó, como ya hiciera
Macià en 1931, el Estado
catalán
dentro
de
la
República federal española, lo
que tuvo como consecuencia la
suspensión
por
parte
del
Gobierno de la autonomía
catalana y el encarcelamiento
de todo el Gobierno de la
Generalitat.
Lluís
Companys,
presidente de
la Generalitat
en octubre de
1934
TEXTO DE APOYO
LA PROCLAMACIÓN DEL ESTADO CATALÁN POR COMPANYS
Catalanes: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo
a esta parte pretenden traicionar a la República han logrado su
objetivo y han asaltado el poder. Los partidos y los hombres que han
hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de
nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el
odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las
actuales instituciones (…).
En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del parlamento, el
gobierno que presido asume todas las facultades del poder en
Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República Federal
Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de
la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en
Cataluña el gobierno provisional de la República, que hallará en
nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el
común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica.
LUIS COMPANYS
b) Por su parte, en Asturias la situación si alcanzó una auténtica
dimensión revolucionaria de signo socialista: los mineros se
adueñaron de la región durante dos semanas, organizaron la
sanidad, la seguridad y los suministros, colectivizaron los
medios de producción y abolieron el dinero, mantuvieron la
300
HISTORIA DE ESPAÑA
producción minera y siderúrgica y crearon órganos de
gobierno revolucionario (todo ello, en tan corto espacio de
tiempo). Hubo de intervenir el ejército, al mando de Franco,
para reconquistar la región prácticamente casa por casa. La
represión posterior, llevada a cabo por la Guardia Civil, fue
brutal.
El saldo de la revolución de octubre fue impactante: más de
1.300 muertos y el doble de heridos entre obreros y las fuerzas
armadas, fusilamientos sin juicio, torturas, y unos 30.000
detenidos, muchos de los cuales prolongarían su estancia en
prisión hasta la victoria electoral del Frente Popular en 1936.
Entre ellos estaban Companys, el ex presidente del Gobierno
Azaña (que no participó ni personal ni a través de su partido, en
la revuelta) y buena parte de la cúpula del PSOE. La ruptura de la
convivencia era definitiva.
D. LAS CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE.
EL FINAL DEL BIENIO DERECHISTA
Las consecuencias en el panorama político y social de España
fueron demoledoras para la propia pervivencia de la República:
1. La derecha antirrepublicana percibió estos hechos como la
confirmación de que la izquierda preparaba una revolución
marxista frente a la que no podrían hacer frente los burgueses
republicanos, demasiado débiles y condescendientes. No se
veía ya desde estos sectores más salida real que la
intervención del ejército.
2. La izquierda obrera sufrió una dura represión, con sus
locales y periódicos clausurados y muchos de sus dirigentes
encarcelados. Muchos obreros fueron despedidos acusados de
haber participado en los hechos de octubre.
3. La respuesta a esta represión fue un acercamiento de las
distintas posturas, desde los republicanos de centro hasta la
extrema izquierda. El encarcelamiento de Azaña, líder de
Izquierda Republicana, lo convirtió en mártir y líder natural
de la oposición. Por su parte, la izquierda obrera se
consolidaron desde su debilidad en torno a cinco
organizaciones: el PSOE, (socialistas moderados), la UGT (el
sindicato socialista), el PCE (prosoviético o estalinista), el
POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista, de signo
trotskista —o antiestalisnista—) y una parte de los
anarquistas. Todos los grupos citados participaron en la
creación del Frente Popular.
Fue así como los gobiernos de centro-derecha entraron
definitivamente en crisis y se decidió la convocatoria de
elecciones generales para febrero de 1936.
301
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
28.3. EL TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR Y EL
CAMINO HACIA LA GUERRA CIVIL (DE FEBRERO A
JULIO DE 1936)
1. El contexto internacional y la creación de los Frentes
Populares.— Pese a todo, durante el año 1935 se puede decir que
el gobierno radical-cedista desarrolló una política relativamente
moderada, que no contentaba en absoluto a los sectores más
extremistas de la derecha, como la liderada por Calvo Sotelo,
mientras que el PSOE se decantaba por actitudes cada vez más
radicales, cada vez más cercanas a las del Partido Comunista.
Pero en el contexto internacional algo vino a modificar la actitud
de estos partidos, y es que tanto Hitler en Alemania como
Mussolini en Italia estaban afianzando sus respectivos regímenes
fascistas.
Ello alentó en varios países de Europa a los partidos de
izquierdas y a los representativos de las clases medias a unirse
en los llamados Frentes Populares con el objetivo de detener la
marea ultraderechista en defensa de la democracia. La revolución
proletaria, por el momento, quedaba en un segundo plano.
2. La victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936.—
Así pues, en las elecciones que se convocaron para el 16 de
febrero de 1936 todas las fuerzas progresistas y de izquierdas (las
mismas que habían propiciado la llegada de la República en 1931)
se presentaron conjuntamente en forma de Frente Popular, con la
pretensión de retomar el programa reformista de 1931-1933 y de
conceder amnistía a los encarcelados por la Revolución de
Asturias.
Esta coalición derrotó6 a una derecha desunida y desgastada
tras dos años largos en el poder y desde el primer momento el
clima de violencia desatada entre perdedores y ganadores
comenzó a presagiar el desencadenamiento de un conflicto civil.
3. El regreso de Azaña y el camino hacia la guerra.— Azaña,
nombrado otra vez Presidente del Gobierno por Alcalá Zamora,
poco pudo hacer frente a tal clima de violencia, el radicalismo de
unos y otros y los desordenes callejeros continuos. De nuevo
arden los conventos y la Falange, apoyada por el fascismo
italiano, multiplica sus acciones violentas. Los continuos rumores
de un golpe de Estado de signo derechista generaron un clima
antimilitarista que echa más leña al fuego. La situación se
complica cuando el Congreso decide en el mes de mayo de 1936
destituir al Presidente de la República, Alcalá Zamora —
recordemos que pertenecía a la derecha moderada republicana—,
para sustituirlo por el más izquierdista Azaña (que fue
sustituido a su vez en la presidencia del Gobierno por Santiago
Casares Quiroga). En los meses de junio y julio los desordenes de
tipo social se multiplicaron, con ocupaciones de tierras, huelgas
salvajes y asaltos a comercios.
6
De los resultados de estas elecciones hay que destacar los 99 diputados del
PSOE, los 87 de Izquierda Republicana y los 17 del Partido Comunista; la CEDA
descendió a los 88 diputados.
302
HISTORIA DE ESPAÑA
TEXTO DE APOYO
EL PROGRAMA DEL
HISTORIADOR STANLEY
FRENTE
PAYNE
POPULAR,
POR
EL
"( ... ) El programa mínimo aceptado por todos los partidos que
intervenían [en el Frente Popular], incluía los siguientes puntos
fundamentales:
1. Amnistía total para los insurrectos de 1934 y para todos los
acusados de atentados político-sociales desde 1933 y
procesamiento de todos los culpables de «actos de violencia» al
reprimir los atentados políticos.
2. Reposición en sus puestos de todos los trabajadores y empleados
públicos despedidos por causas políticas y compensación plena de
todas las pérdidas sufridas por ellos.
3. Reforma del Tribunal de Garantías Constitucionales para excluir
la influencia conservadora; reforma del sistema judicial con el objeto
de establecer su independencia, promulgar la justicia social y
acelerar su rapidez y eficacia.
4. Restauración de la autoridad de todos los apartados de la
constitución republicana; reforma de las cortes ( ... ) aprobación de
la legislación orgánica que garantice el funcionamiento de los
gobiernos provincia¡ y municipal; reforma de la ley de orden público
con el objeto de obtener mayores garantías para los derechos
individuales.
5. Continuación de la reforma agraria; arrendamientos menores y
mayor seguridad para los pequeños propietarios; reducción de los
impuestos (...) ayuda técnica acrecentada para los pequeños
propietarios.
6. Protección de los pequeños productores y los pequeños
empresarios; reforma de los impuestos y las tarifas industriales;
estímulo a la producción; ampliación de las obras públicas.
7. Sujeción del funcionamiento del Banco de España al interés
público; reglamentación y mejora del funcionamiento de los bancos y
las instituciones de ahorro.
8. Restauración de toda la legislación social de 1931-33; aumento
de salarios; amplio programa de viviendas sociales; extensión de la
educación a todos los niveles.
Este programa era, fundamentalmente, socialdemócrata reformista. (
... ) Desbordaba en algunos aspectos la posición original de la
izquierda republicana, pero se alejaba de la obsesión anticlerical
que, en el pasado, le había restado tantas energías. Estipulaba un
acuerdo sobre un conjunto de principios mínimos para una coalición
electoral, pero no constituía un plan para un gobierno de coalición.'
(*) Sinopsis del programa original
PAYNE, Stanley G.: La Revolución Española, Barcelona, ArgosVergara, 1977, pp. 188-189.
4. Los sucesos de julio del 39 y el inicio de la guerra.— En ese
clima de extrema crispación política, el 12 de julio fue asesinado
el teniente Castillo, de la Guardia de Asalto —muy cercana al
gobierno de izquierdas, como sabemos— parece ser que por
miembros de la Falange. En represalia, al día siguiente era
asesinado uno de los líderes de la derecha española, José Calvo
303
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
Sotelo. Este asesinato sería posteriormente usado como excusa
para el levantamiento militar, pero lo cierto es que este venía
gestándose desde meses atrás. En concreto, el general Emilio
Mola —destinado a Pamplona para alejarlo de la capital, dado que
se sospechaba de sus intenciones golpistas— fue el director de
una conspiración contra la República en la que también estaba el
general Francisco Franco, destinado también lejos de Madrid, en
Canarias.
El 17 de julio de 1936 se sublevaron las tropas de Melilla y Franco
se pone allí al frente del ejército africano (constituido básicamente
por marroquíes), mientras que el 18 de julio la sublevación se
pone en marcha en la península. Comenzaba así una de las
mayores tragedias de la historia de España, la Guerra Civil de
1936 a 1939
Las elecciones
de 1936
devolvieron la
mayoría a la
izquierda, tanto
republicanoburguesa como
obrera, unida
bajo la
denominación
de Frente
Popular
304
HISTORIA DE ESPAÑA
305
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
29. LA GUERRA CIVIL
ESPAÑOLA (1936-1939)
29.1. REFLEXIONES GENERALES SOBRE LA
GUERRA
La Guerra Civil española es el periodo de nuestra historia reciente
que más atención ha suscitado tanto dentro como fuera de
nuestras fronteras, por lo que no creo ocioso hacer una serie de
reflexiones respecto de la misma. La guerra supuso el fin trágico
de un fallido proceso a largo plazo que, iniciado con el fin del
Antiguo Régimen y con la primera implantación del liberalismo,
un siglo antes (muerte de Fernando VII, regencia de Maria
Cristina de Borbón) debería haber ido evolucionando hacia un
sistema democrático, como había ocurrido, por ejemplo, en
Francia. Este proceso natural se vio en España abortado por el
régimen de la Restauración y su sistema electoral y se truncó
definitivamente con la dictadura de Primo de Rivera.
De ese modo, la instauración de la Segunda República, que
formalmente era una democracia impecable, no fue resultado de
un paulatino perfeccionamiento del sistema político sino de la
irrupción brusca de un régimen que chocaba con la realidad
social del momento. La reflexión que conviene hacer es hasta
qué punto la democracia republicana no fracasó en su intento de
cambiar radicalmente una situación caracterizada por una serie
de privilegios de hecho para unos pocos. Quizá se pueda acusar a
los reformistas de ser excesivamente ambiciosos y de tener
demasiadas urgencias históricas para lo que hubiera aconsejado
la prudente valoración de las circunstancias. Pero también habría
que acusar a los grupos más conservadores de su absoluto
inmovilismo, que les hizo rechazar cualquier reforma. Cada
quien puede poner el acento en lo que desee, pero lo que es
innegable es que la España de la República fue, como nunca
antes y después, la de las dos Españas que se negaban
mutuamente sin espíritu de convivencia, con el único afán de
aniquilar a la contraria y sin que existiera un espíritu de
concordia y de acuerdo nacional.
Dos Españas dentro de las cuales el nexo de unión básico era en
de la negación de la otra y que se enfrentaron en la guerra, cuyos
componentes se situaron a veces por las circunstancias en un
determinado bando y que no se pueden ver en modo alguno
como grupos homogéneos:
a) Al lado de la legalidad republicana estaba toda la izquierda
obrera (el PSOE, la UGT, el PCE, el POUM, la CNT: un amplio
abanico que comprendía desde partidos moderados hasta
organizaciones revolucionarias de distinto signo y que
aprovecharán la guerra para intentar poner en práctica sus
planes); también la izquierda republicana moderada de tipo
burgués,
personificada
por
Azaña;
y
finalmente,
los
nacionalistas, cuyas aspiraciones sólo habían encontrado eco
históricamente entre los anteriores. El espectro era amplísimo e
306
HISTORIA DE ESPAÑA
inconciliable:
partidarios
de
un
sistema
parlamentario
democrático junto a defensores de una dictadura de tipo soviético
o del anarquismo.
b) Junto a los militares sublevados (que no fueron todo el
ejército), preocupados por la unidad de la patria, el avance del
marxismo y del ateísmo, se situó la Iglesia, que se había sentido
ultrajada por la República, y los sectores católicos organizados
en torno a la CEDA; los grandes empresarios y la banca,
preocupados por los avances en materia social; los grandes
propietarios de tierra, amenazados por los planes de reforma
agraria; también estaban de este lado los fascistas de la Falange,
sobre todo por su ultranacionalismo español —que veía en los
nacionalismos regionales un enorme peligro— y su rechazo al
movimiento obrero; los tradicionalistas o carlistas, por su
condición de ultracatólicos; finalmente, los monárquicos
nostálgicos de la dinastía borbónica, que se sintieron arropados
por el antirrepublicanismo del bando sublevado y que entendieron
que esa era la forma de propiciar la vuelta de la corona a la
jefatura del Estado.
Como puedes observar, dos conglomerados extremadamente
heterogéneos, ya que dentro de cada bando hubo facciones con
aspiraciones totalmente incompatibles, con proyectos para
España radicalmente distintos, e incluso con motivaciones
diferentes para la intervención en la guerra que nada tenían que
ver las unas con las otras: políticas, económicas, morales;
facciones que en otras circunstancias hubiesen sido enemigos
irreconciliables (piénsese en la Falange anticapitalista frente al
gran empresariado, en los republicanos burgueses frente a los
anarquistas, en los monárquicos borbónicos junto a los
tradicionalistas carlistas, en los socialistas moderados frente a los
comunistas prosoviéticos) pero que llegado el momento supieron
en qué bando situarse, quién era amigo aun circunstancial junto
al que luchar y quién enemigo mortal al que eliminar. Quizá el
mito de las dos Españas no pase de eso, de ser un mito: en el
fondo, había muchas Españas, demasiados radicalismos,
demasiados posturas intransigentes y excluyentes. Pero lo cierto
es que hubo dos bandos y ese mito ha subsistido hasta hoy, como
ha subsistido la visión, falsa por su excesiva simplificación, de
que los sublevados eran todos fascistas o que los fieles a la
República eran todos comunistas. Y también es cierto que la
legalidad y la legitimidad estaban del lado de los republicanos y
que sólo en este bando había auténticos defensores de los que hoy
conocemos como democracia… aunque no todos sus miembros lo
eran.
La guerra también tuvo una dimensión internacional, o dicho de
otra forma, se puede observar bajo el prisma de las circunstancias
internacionales del momento, previo a la Segunda Guerra
Mundial, de la que muchos dicen que fue una especie de ensayo
general. En efecto, se ha dicho frecuentemente que nuestra
Guerra Civil enfrentó dramáticamente a las tres grandes
ideologías de aquellos años: la democracia de origen liberal
(Francia, Reino Unido, EE.UU.), el totalitarismo comunista de la
Unión Soviética y los totalitarismos de corte fascista (Alemania e
Italia). Pero no conviene simplificar en exceso, ya que hay que
tener en cuenta que en ese enfrentamiento mundial estaban
ausentes elementos muy importantes en el bando de los
307
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
sublevados —el catolicismo, el rechazo a los nacionalismos
periféricos o la defensa de la monarquía como forma de Estado— y
en el de los republicanos —el anarquismo, sin ir más lejos—.
Las consecuencias de la guerra fueron desastrosas, no sólo en
cuanto al número de bajas directamente causadas por la misma.
Los destrozos materiales y el exilio de cientos de miles de
españoles, entre ellos parte de lo más granado de nuestros
intelectuales, artistas y científicos forman parte de las secuelas de
la guerra. Pero lo peor fue que tras la guerra se instaló de modo
permanente esa intransigencia frente al otro en forma de una
interminable dictadura de cuarenta años que postergó.
29.2. EL DESARROLLO DE LAS OPERACIONES
MILITARES
TEXTO DE APOYO
PROCLAMA DE FRANCO AL PRINCIPIO DE LA GUERRA
Españoles: A cuantos sentís el santo amor de España, a los que en
las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el
servicio a la Patria, a cuantos jurasteis defenderla de sus enemigos
hasta perder la vida, la Nación os llama en su defensa. La situación
de España es cada día más crítica, la anarquía reina en la mayoría
de sus campos y pueblos; autoridades de nombramiento
gubernativo presiden, cuando no fomentan, las revueltas; a tiro de
pistola y ametralladoras se dirimen las diferencias entre los
ciudadanos que alevosa y traidoramente se asesinan, sin que los
poderes públicos impongan la paz y la justicia [.. ].
Ni igualdad ante la ley, ni libertad, aherrojada por la tiranía; ni
fraternidad, cuando el odio y el crimen han sustituido el mutuo
respeto; ni unidad de la Patria, amenazada por el desgarramiento
territorial, más que por regionalismos que los poderes fomentan [...].
¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria,
con proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin
resistencia? ¡Eso no! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos
quienes juramos defenderla. Justicia, igualdad ante las leyes,
ofrecemos. Paz y amor entre los españoles, libertad y fraternidad
exenta de libertinajes y tiranías. Trabajo para todos, justicia social,
llevada a cabo sin encono ni violencia, y una equitativa y progresiva
distribución de riqueza, sin destruir ni poner en peligro la economía
española. Pero frente a eso una guerra sin cuartel a los
explotadores de la política, a los engañadores del obrero honrado, a
los extranjeros y a los extranjerizantes que, directa o
solapadamente, intentan destruir España. Españoles, ¡viva España!
¡Viva el honrado pueblo español!
308
HISTORIA DE ESPAÑA
A. LA SUBLEVACIÓN MILITAR
Ya sabemos que desde la victoria del Frente Popular en febrero de
1936, una parte importante del ejército, poniéndose al frente de
los sectores más conservadores de la nación, comenzó a preparar
un golpe de Estado para acabar con la República. Al frente de
dicha conspiración se encontraba el general Emilio Mola,
ayudado por otros, entre ellos, el general Franco. Mola,
efectivamente, inició la sublevación —llamada en la terminología
de los rebeldes el Alzamiento
Nacional— el 18 de julio de
1936, con el objetivo de acabar
con el gobierno frentepopulista
y con la República. Fueron el
fracaso como tal de dicho
golpe
de
Estado
y
la
organización de la reacción
frente al mismo del Gobierno y
las organizaciones obreras los
que dieron origen a una
sangrienta
guerra
entre
españoles. Rápidamente, las
regiones más conservadores —
Navarra, Castilla y León,
Galicia—vieron triunfar a los
rebeldes, mientras que en
Madrid y Barcelona, centros
neurálgicos de la política
española,
la
sublevación
fracasó. Fue en parte la
reacción de sindicatos y partidos de izquierda la que provocó este
fracaso, pero también hay que contar con un elemento decisivo:
que no todos los componentes del ejército y las fuerzas de orden
público se sumaron a la revuelta, hecho sin el que quizá el golpe
no hubiese fracasado.
El general
Emilio Mola
fue el
verdadero jefe
de la rebelión.
Su muerte en
accidente
aéreo en 1937
despejó el
camino para
el liderazgo
definitivo de
Franco
De este modo, España quedó dividida en dos zonas, la que
seguía estando bajo el control de la República y la España
nacional7, es decir, la controlada por las nuevas autoridades
inicialmente militares surgidas de la sublevación.
a) Los sublevados dominaron el norte de Marruecos y Canarias
(desde donde se inició la rebelión), Baleares (salvo Menoría),
Galicia, oeste de Asturias, Álava, Navarra, occidente de Aragón,
Castilla la Vieja y León, norte de Extremadura y algunas ciudades
andaluzas como Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada.
b) El golpe fracasó en el resto de Asturias, Cantabria, Vizcaya,
Guipúzcoa, Cataluña, Levante, incluida Murcia, sur de
Extremadura, Castilla la Nueva incluida Madrid y casi toda
Andalucía.
7
Respecto de la denominación de cada uno de los bandos existe un amplio
acuerdo entre los historiadores para designarlos como bando o España republicana
y bando o España nacional o nacionalista. En cuanto a este último nombre hay
que llamar la atención sobre que puede resultar un tanto contradictorio si
identificamos nacionalismo sólo con los nacionalismos periféricos que habían
aparecido en España a finales del siglo XIX. Pero no lo será tanto si pensamos que
este bando hacía del patriotismo o nacionalismo español una de sus principales
señas de identidad, precisamente frente a los nacionalismos periféricos o, en sus
propias palabras, regionalismos separatistas.
309
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
La Guerra Civil: movimientos de los frentes a lo largo de 1936
310
HISTORIA DE ESPAÑA
B. LA GUERRA DE COLUMNAS Y EL INTENTO DE ASALTO A
MADRID (DE JULIO A NOVIEMBRE DE 1936
El objetivo prioritario de los militares rebeldes fue desde el
principio la toma de Madrid, operación en la que se iban a
centrar los ejércitos del norte (Mola) y de del sur (Franco). Se tenía
la convicción de que una vez cayera la capital, la República se
hundiría como un castillo de naipes y la guerra terminaría.
Mola apenas pudo progresar hacia el sur en las primeras
semanas, debido a la resistencia de los milicianos y del ejército
leal; en contrapartida, ocupó San Sebastián y aisló la zona norte
republicana respecto de Francia.
Franco, que en agosto consiguió pasar el estrecho de Gibraltar
con sus tropas, avanzó desde Sevilla hacia Badajoz (donde tuvo
lugar uno de los primeros asesinatos masivos de leales a la
República durante la guerra). En su avance hacia Madrid desde
Extremadura se detuvo en Toledo, en cuyo Alcázar un general
rebelde, Moscardó resistía ferozmente los embates de los
republicanos.
Ya es este momento se apreciaban algunos de los elementos
fundamentales de lo que será la tónica habitual de la guerra:
mientras que los rebeldes actuaban de forma muy organizada y
disciplinada, en el bando republicano el ejército casi se puede
decir que desapareció inicialmente para dar paso a una serie de
milicias más o menos espontáneas, vinculadas con las
organizaciones obreras y que adolecían de falta de coordinación
absoluta. Por otro lado, la ayuda militar de los italianos y los
alemanes (de cuyo papel hablaremos más adelante) fue decisiva
para permitir el masivo traslado de tropas desde el norte de África
hasta Andalucía.
El gran asalto a Madrid se produjo en noviembre, tras haberse
unido Mola a Franco, pero fracasó debido a la enconada
resistencia de los madrileños. No obstante, el frente quedó
estabilizado a unos centenares de metros del centro de la capital
(en la Ciudad Universitaria), lo que motivó la huida del Presidente
de la República a Barcelona y del Gobierno a Valencia. La defensa
de la capital correría en adelante a cargo de la llamada Junta de
Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja. La llegada de
los primeros contingentes de las Brigadas Internacionales (ver
más abajo) y de los primeros tanques soviéticos fue decisiva en la
resistencia de Madrid, que duraría hasta casi el final de la
contienda.
Posteriores intentos de tomar la capital de España se saldaron
son sendas derrotas de los franquistas en las batallas del
Jarama (febrero de 1937) y Guadalajara (marzo). En
consecuencia, se decidió cambiar de estrategia y abandonar por el
momento la idea de tomar Madrid.
311
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
La Guerra
Civil:
movimiento
de los frentes
entre 1937 y
1939
312
B. LAS GRANDES OPERACIONES MILITARES: EL FRENTE
NORTE (DE ABRIL A OCTUBRE DE 1937)
El nuevo objetivo iba a ser conquistar la zona republicana que
había quedado aislada en la cornisa cantábrica, desde Asturias
hasta el País Vasco. Desde el 31 de marzo Mola lanzó una
campaña en la que participaron legionarios, requetés (carlistas
navarros), tropas italianas y la célebre unidad aérea llamada
HISTORIA DE ESPAÑA
Legión Cóndor alemana8. En junio cayó Bilbao, siendo derogado el
Estatuto de Autonomía recientemente aprobado por las Cortes
(1 de octubre de 1936); en agosto fue conquistada Santander y
finalmente en octubre, Franco (otra vez Franco, como en el 34)
consiguió el control de Asturias.
Entre tanto, los republicanos habían intentado aligerar presión
contra el frente norte, lanzando dos ofensivas, en Brunete
(Madrid) en julio, y en Belchite (Zaragoza) en septiembre, pero sin
ningún resultado.
Toda la franja cantábrica había caído, y con ella la República
había perdido el control de sus importantes recursos: las
minas de carbón de Asturias y las fábricas siderúrgicas y de
armas del País Vasco. Además, se quedó sin la posibilidad de
abrir un frente norte contra los sublevados y finalmente perdió su
acceso al Océano Atlántico. Desde este momento, España quedó
dividida en dos bloques territoriales; el correspondiente a la
República apenas comprendía la meseta sur (incluida Madrid),
Andalucía oriental, el Levante, Cataluña y parte de Aragón. Es
decir, que en quince meses el gobierno legítimo había pasado a
controlar sólo un tercio del territorio nacional. La suerte de la
guerra empezaba a vislumbrarse.
C. LAS GRANDES OPERACIONES MILITARES: EL FRENTE ESTE
(DE OCTUBRE DE 1937 A NOVIEMBRE DE 1938)
La iniciativa de la guerra la levaba ya claramente el bando
sublevado, que desde octubre de 1937 puso sus ojos en un nuevo
objetivo inmediato: el de alcanzar la costa mediterránea entre
Castellón y la desembocadura del Ebro avanzando desde el sur
de Aragón. Con ello se pretendía dividir la zona republicana y
aislar así Cataluña. Efectivamente, en abril de 1938 caía Lérida y
Franco derogaba el Estatuto de Autonomía de Cataluña9. Días
más tarde las tropas franquistas alcanzaron el Mediterráneo por
Vinaroz (Tarragona). Pero los republicanos, en un desesperado
contraataque, lanzaron en el verano del mismo 1938 una masiva
8
Esta unidad militar enviada por Hitler es tristemente famosa porque protagonizó
uno de los hechos más lamentables y conocidos de toda la contienda: el
bombardeo de la ciudad de Guernica (Vizcaya), que carecía de interés estratégico y
no disponía de defensa. En el bombardeo murieron cientos de civiles y ello se
puede considerar como un anticipo de lo que luego serían los masivos bombardeos
contra distintas ciudades en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que estaba a
punto de comenzar. La destrucción de esta ciudad inspiró a Pablo Picasso su
cuadro “Guernica” para la Exposición internacional de aquel mismo año en París,
cuadro que se ha convertido en un auténtico icono del siglo XX y uno de los más
conocidos alegatos contra la guerra.
9
No es necesario insistir en el rechazo que el bando insurgente manifestaba por
los nacionalismos periféricos, a los que tachaba de separatistas y de poner en
peligro la unidad de la patria. No olvides que el patriotismo, un cierto nacionalismo
español, era una de las consignas principales que compartían tanto los militares
que se habían sublevado como otras organizaciones políticas que se les sumaron,
en especial, los fascistas de la Falange. La derogación de los estatutos de
autonomía concedidos por la República supuso un serio revés en las aspiraciones
de autogobierno de catalanes y vascos y, en definitiva, fue un radical movimiento
de péndulo hacia posiciones centralistas que se habían implantado en la España
del liberalismo decimonónico y volverían a reverdecer con el franquismo. Cataluña
y el País Vasco deberían esperar más de cuarenta años para recuperar su
autonomía, ya en tiempos de Juan Carlos I, durante la etapa constituyente (19771978).
313
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
campaña contra la retaguardia de los ejércitos nacionales
apostados en la costa Mediterránea, cruzando el Ebro, que
entonces servía de línea del frente, en dirección sur. La batalla
del Ebro, la más cruenta de toda la guerra (costó más de 100.000
vidas y duró casi cuatro meses) supuso un enorme desgaste para
el ejército republicano que no pudo culminar con éxito. La derrota
de la República en esta batalla dejó a Cataluña prácticamente a
merced de los ejércitos sublevados. El final de la guerra era ya
cuestión de tiempo.
D. EL FINAL DE LA GUERRA (DICIEMBRE DE 1938 A ABRIL DE
1939)
En la víspera de la Nochebuena de 1938, el ejército franquista
lanzó su ofensiva final contra Cataluña. Las muy mermadas
fuerzas republicanas (a las que ya apenas llegaba ayuda soviética
y de las Brigadas Internacionales) apenas si pudieron ofrecer la
resistencia necesaria para hacer posible la retirada ordenada de
Barcelona de las autoridades allí instaladas desde el principio de
la guerra. Comenzó entonces un penoso y masivo éxodo hacia la
frontera con Francia, a pie en la mayor parte de los casos, en
pleno invierno del norte de España, de decenas de miles de
personas que temían por sus vidas cuando el nuevo régimen se
implantara definitivamente. El 26 de enero caía la que había sido
de facto la capital de la República durante la guerra, Barcelona, y
aunque lo que quedaba de Gobierno optó por una resistencia
inútil, en Madrid el republicano coronel Casado se sublevó contra
estos restos de autoridad para intentar una rendición pactada de
la ciudad, rendición que fue rechazada por Franco. Así, la capital
de lo que había sido la Segunda República, Madrid, caía por la
armas el 28 de marzo de 1939. El 1 de abril de 1939 se
anunciaba desde Burgos que la guerra había terminado.
29.3. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA INTERNA EN CADA
BANDO
Tan interesante o más que conocer las evoluciones de los frentes
de batalla es saber cuál fue la evolución política de cada uno de
los bandos. En el caso del republicano, nos permite apreciar cómo
existieron enormes disensiones internas que se manifestaron en
una evidente falta de unidad de acción en el terreno bélico; tal vez
sea ésta la clave que explique primero que no se pudiera dar una
respuesta rápida a lo que inicialmente no fue más que un fallido
golpe de Estado y después, la incapacidad militar frente a los
sublevados en los frentes. En el caso de la España del Alzamiento,
nos permite apreciar los rasgos de una perfecta organización
bélica y la aparición de los elementos esenciales de lo que luego
sería el régimen franquista.
A. LA ZONA REPUBLICANA
1. – El caos inicial y el gobierno de Giral (19 de julio a 4 de
septiembre de 1936). – El estallido de la guerra provocada por la
sublevación fallida del ejército dio lugar a un gran entusiasmo
314
HISTORIA DE ESPAÑA
revolucionario, que produjo, entre julio y octubre de 1936 un
auténtico
derrumbe
de
las
instituciones
legalmente
constituidas, dejando de existir en la práctica el Estado
republicano. El caos reinante tuvo su más clara manifestación en
el hecho de que el gobierno de José Giral —que había sustituido
a Casares Quiroga un día después de la sublevación— tuviera que
entregar armas a las organizaciones radicales, con cuyas milicias,
desorganizadas y sin disciplina, se intentó crear un Ejército
Popular que se enfrentaría a más profesional ejército nacional.
Otra de las manifestaciones fue el desencadenamiento de una
fuerte represión contra todos los que fueron sospechosos de ser
partidarios del golpe de Estado por ejemplo, se asesinó a José
Antonio Primo de Rivera, que luego sería exaltado por el
franquismo como mártir de la causa).
TEXTO DE APOYO
LA SITUACIÓN DEL GOBIERNO TRAS EL ALZAMIENTO, POR
AZAÑA
Al siguiente día del alzamiento militar el gobierno republicano se
encontró en esta situación: por un lado tenía que hacer frente al
movimiento que desde las capitales y provincias ocupadas (el
noroeste y el centro de la Península y buena parte de Andalucía)
tomaba la ofensiva contra Madrid; y por otro, a la insurrección de las
masas proletarias, que sin atacar directamente al gobierno, no le
obedecían. Para combatir al fascismo, querían hacer una revolución
sindical. La amenaza más fuerte era sin duda el alzamiento militar,
pero su fuerza principal venía, por el momento, de que las masas
desmandadas dejaban inerme al gobierno frente a los enemigos de
la República. Reducir aquellas masas a la disciplina, hacerlas entrar
en una organización militar del estado, con mandos dependientes
del gobierno, para sostener la guerra conforme a los planes de un
Estado Mayor, ha constituido el problema capital de la República.
AZAÑA, Escritos políticos y de guerra
2. — El gobierno de Largo Caballero (4-9-36/18-5-37) y el
restablecimiento de la autoridad.— Cuando accedió a la
presidencia del gobierno el socialista Francisco Largo Caballero,
en septiembre de 1936 se produjo un encauzamiento de los
movimientos revolucionarios y una concentración de las fuerzas
militares fieles a la República. En estos momentos se optó por
incluir a anarquistas en el gobierno, se concedió el Estatuto de
autonomía al País Vasco y se trasladó el gobierno a Valencia, ante
la cercanía a Madrid de las tropas franquistas.
Pero los enfrentamientos entre los grupos más radicales de
cuantos quedaban fieles a la República (me refiero a los
comunistas del PCE, a los comunistas disidentes del POUM —
Partido Obrero de Unificación Marxista— y a los anarquistas)
fueron en aumento, llegando a provocar un enfrentamiento
armado en Cataluña en la primavera de 1937, hecho que provocó
la dimisión de Largo Caballero.
315
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
3. — El gobierno de Negrín (18-5-37/1-4-39) y la influencia
comunista.— El sustituto de Largo Caballero fue el Doctor Juan
Negrín, que apoyado claramente en los comunistas, reforzó la
autoridad gubernamental y terminó con las disputas internas. Es
en este periodo, como sabemos, donde debemos inscribir el
discurso de Azaña ante el Ayuntamiento de Barcelona y el intento
desesperado de Negrín de prolongar la guerra hasta el inicio de la
guerra mundial contra Hitler y Mussolini, lo que luego se llamaría
Segunda Guerra Mundial). Tras la caída de Barcelona, Negrín
volvió a Madrid, pero su autoridad fue suplantada por la ya citada
Junta de Defensa, que finalmente gestionó el final de la guerra y
el fin definitivo de la Segunda República española.
B. LA ESPAÑA FRANQUISTA O NACIONAL
TEXTO DE APOYO
LA REPRESIÓN EJERCIDA POR EL BANDO NACIONAL
El general Queipo de Llano se hizo cargo del control de Sevilla, y desde allí y
mediante charlas radiofónicas, organizó una brutal represión contra todos
aquellos que manifestaran o hubieran manifestado sus simpatías por la
República. Se hicieron célebres sus charlas radiofónicas, en las que se dedicó
a aterrorizar a la población. Se trató de la primera vez que se utilizó este
medio de masas, aunque por entonces aún en mantillas, como método de
propaganda.
Aquí seguimos imponiendo castigos a distintos pueblos, donde los
criminales marxistas, ebrios de sangre, continúan sus crímenes contra
pequeños puestos de la benemérita Guardia Civil […] ¿morón, Utrera,
Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! […]
Cumpliendo lo dispuesto en el bando de guerra, esta mañana ha sifo
fusilado el comandante de Artillería señor Loureiro, por haber
ordenado la entrega de doscientos fusiles y otras tantas pistolas a los
marxistas, a fin de que asesinasen a nuestros valientes soldados. […]
También ha sido fusilado el presidente del Sindicato Obrero de la
Pirotecnia, por haber declarado la huelga y ejercido coacciones sobre
los obreros. […]
Obreros de Sevilla: […] Yo os autorizo, bajo mi responsabilidad, a
matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción
sobre vosotros; que si lo hicierais, quedaréis exentos de toda
responsabilidad.
General Queipo de Llano, charla radiofónica del 23 de julio de 1936
1.— Establecimiento de un régimen militar fuerte.—Frente a
la desorganización y el caos internó que caracterizó a la República
durante la guerra, la España nacional tuvo un aspecto bien
distinto, derivado de se trataba de un régimen de carácter militar
que impuso rápidamente un fuerte control. Pese a ello —tal vez
debido a ello— la represión fue también brutal e indiscriminada
316
HISTORIA DE ESPAÑA
contra todos los sospechosos de izquierdismo o de haber
colaborado con la República de izquierdas.
2.— La organización de un “Nuevo Estado” en torno a la figura
de Franco.— Desde el punto de vista político se comenzó a dotar
a la España nacional de una organización estatal de la que
carecía (piénsese que en realidad las nuevas autoridades no eran
más que mandos del ejército, que desecharon cualquier autoridad
cuya legitimidad pudiera venir del marco jurídico constitucional
de la República).
Por razones de eficacia, la autoridad militar de los primeros
momentos, un órgano colegiado de altos mando militares, la
llamada Junta de Defensa Nacional, decidió concentrar todo el
poder en una sola persona, de modo que el 1 de octubre de
1936, el general Franco fue nombrado jefe del Estado español y
“Generalísimo” de los ejércitos.
TEXTO DE APOYO
DECRETO DE UNIFICACIÓN CREANDO FALANGE ESPAÑOLA
TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS
"( ... ) Llegada la guerra a punto muy avanzado y próxima la hora
victoriosa, urge acometer la gran tarea de la paz, cristalizando en el
estado nuevo el pensamiento y el estilo de nuestra Revolución
Nacional. Unidos por un pensamiento y una disciplina común, los
españoles todos han de ocupar su puesto en la gran tarea. Esta
unificación que exijo en el nombre de España ( ... ) no quiere decir
ni conglomerado de fuerzas, ni mera concentración gubernamental,
ni unión pasajera
Dispongo:
Art. 1.º Falange Española y Requetés, con sus actuales servicios y
elementos, se integran, bajo mi jefatura, en una sola entidad
política de carácter nacional, que de momento se denominará
Falange Española Tradicionalista y de las JONS ( ... )
Esta organización, intermedia entre la sociedad y el Estado, tiene
la misión principal de comunicar al Estado el aliento del pueblo y de
llevar a este el pensamiento de aquel a través de las virtudes
político-morales de servicio, jerarquía y hermandad.
Quedan disueltas las demás organizaciones y partidos políticos
(...).
Art. 2.º Serán órganos rectores de la nueva entidad política
nacional el Jefe del Estado, un Secretariado o Junta Política y el
Consejo Nacional ( ... ).
Art. 3.º Quedan fundidas en una sola Milicia Nacional las de
Falange Española y de Requetés ( ... )."
Burgos, a 20 de abril de 1937
317
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
Para acabar con las disputas internas entre las distintas facciones
políticas de extrema derecha que habían apoyado el golpe de
Estado, Franco, mediante el Decreto de unificación, reunió a los
tradicionalistas —carlistas— y a los falangistas de José Antonio
en una sola organización, la Falange Española Tradicionalista y
de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista10 (las “JONS”).
Por su parte, la Iglesia española, muy enfrentada con la República
desde su inicio, prestó todo su apoyo a una sublevación que se
declaraba claramente defensora de los valores católicos
tradicionales, llegando a otorgar a la guerra el carácter —
completamente anacrónico y fuera de lugar— de “Cruzada” contra
las “hordas marxistas”.
Para completar este panorama, a principio de 1938 Franco fue
proclamado “Caudillo” de España, a imitación de los que se había
hecho con Mussolini —Duce o conductor del pueblo italiano— o
con Hitler —el Führer o guía del Estado nazi alemán—. Pero pese
a toda esta parafernalia de imitación fascista, el régimen de
Franco no respondió exactamente a tal modelo, sino que fue más
bien un típico régimen militar arropado externamente por la
ideología y los símbolos fascistas de la Falange (uniformes, saludo
romano, himnos, banderas, el yugo y las flechas…).
3. – Las medidas contrarreformistas. – Como no podía ser de
otro modo, desde los primeros momentos de este “Nuevo Estado”
se inició un proceso de reacción frente a las reformas y cambios
introducidos por la República:
•
•
•
Los sindicatos obreros, llamados también “de clase” fueron
ilegalizados y sustituidos por una organización, muy extraña a
nuestros ojos, que englobaba a los empresarios y a los
obreros, y a la que impropiamente se llamó sindicato, el
Sindicato Vertical. En su seno se pretendía que se
establecieran cauces de entendimiento entre ambos agentes
sociales para evitar la conflictividad social. En el fondo, el
control de dicha conflictividad o los avances en materia social
para los trabajadores se consiguieron gracias más a la
represión policial propia de una dictadura que por la utilidad
de esta organización
La reforma agraria fue abolida y se devolvieron a sus
propietarios las fincas expropiadas, con lo que una de las
principales aspiraciones de la República quedó definitivamente
frustrada.
Toda la legislación secularizadora republicana fue también
abolida, surgiendo otra nueva acomodada a los principios de
la religión católica, en lo que destacó no sólo la derogación del
divorcio, sino incluso la anulación de los que ya se habían
producido, incluso en los casos de que los antiguos cónyuges
hubiesen contraído nuevo matrimonio. De nuevo se volvían a
unir, en un movimiento pendular que iba contra la lógica de
los tiempos, la Iglesia y el Estado.
10 Precisamente ése, nacional-sindicalismo, fue uno de los nombres que se dieron
el régimen franquista tras la Guerra Civil, a imitación del nacionalsocialismo de
Hitler en Alemania.
318
HISTORIA DE ESPAÑA
•
•
Los partidos políticos fueron prohibidos, salvo la Falange.
Esta falta de libertad política tuvo su correlato lógico en la
derogación de la Constitución de 1931, que no sería sustituida
a lo largo de varias décadas más que por un conjunto
inconexo de leyes que se denominaron fundamentales;
además, las Cortes dejaron de ser una institución
auténticamente representativa formada mediante unas
elecciones libres para convertirse en una representación de la
clase política y social que apoyaba al régimen, con el casi
único objetivo de convalidar las decisiones del Jefe del Estado.
La libertad de prensa quedó abolida, siendo sometida a un
severísimo control a través de una estricta censura.
TEXTO DE APOYO
CARTA COLECTIVA DEL EPISCOPADO ESPAÑOL SOBRE LA
GUERRA
"( ... ) Y si hoy, colectivamente, formulamos nuestro veredicto en la
cuestión complejísima de la guerra de España, es, primero, porque
aun cuando la guerra fuese de carácter político o social, ha sido tan
grave su repercusión de orden religioso, y ha aparecido tan claro
desde sus comienzos que una de las partes beligerantes iba o la
eliminación de la religión católica en España, que nosotros, obispos
católicos, no podíamos inhibirnos ( ... ).
Consecuencia de esta afirmación son las conclusiones siguientes:
Primera: Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz, y de no haber
querido la guerra ni haber colaborado a ella no podía ser indiferente
en la lucha: se lo impedían su doctrina y su espíritu, el sentido de
conservación y la, experiencia de Rusia. De una parte se suprimía a
Dios, cuya obra ha de realizar la Iglesia en el mundo y se, causaba a
la misma un daño inmenso, en personas, cosas y derechos, como
tal vez no lo haya sufrido institución alguna en la Historia; de la otra,
cualesquiera que fuesen los humanos defectos, estaba el esfuerzo
por la conservación del viejo espíritu, español y cristiano
Segunda: la Iglesia, con ello, no ha podido hacerse solidaria de
conductas, tendencias o intenciones que, en el presente o en lo
porvenir, pudiesen desnaturalizar la noble fisonomía del movimiento
nacional, en su origen, manifestaciones y fines.
Tercera: Afirmamos que el levantamiento cívico-militar ha tenido en
el fondo de la conciencia popular un doble arraigo: el del sentido
patriótico, que ha visto en él única manera de levantar a España y
evitar su ruina definitiva, y el sentido religioso, que lo consideró
como fuerza que debía reducir a la impotencia a los enemigos de
Dios, y como la garantía de la continuidad de la fe y de la práctica de
su religión.”
Firman 48 obispos, encabezados por el Cardenal Pedro Gomá,
arzobispo de Toledo.
1 de julio de 1937
En definitiva, se puede afirmar que la dictadura de Franco ya
estaba perfectamente instalada en España durante la guerra. Se
319
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
trataba de un régimen declaradamente antidemocrático, al menos
en el sentido que nosotros damos al término democracia11
C. LA REPRESIÓN DURANTE LA GUERRA
Detrás de las líneas del frente, en el territorio controlado por cada
una de las dos facciones en lucha, se desarrollo un terrible
drama: quienes habían sido partidarios, de un modo u otro, del
bando contrario, fueron perseguidos, encarcelados, muchas veces
torturados y frecuentemente también asesinados, ya en solitario
ya en auténticas matanzas perfectamente organizadas. Fue una
de las caras más oscuras de este enfrentamiento entre hermanos
y la antesala de la represión del franquismo.
En la zona nacional de desencadenó lo que se vino en conocer
como el “terror blanco”. Sus principales objetivos fueron los
políticos adversarios, profesores y maestros (tan afectos a la
República) y muchos artistas e intelectuales. El hecho que más
repercusión tuvo a nivel internacional fue el asesinato, en los
primeros momentos de la guerra, del poeta granadino y universal
Federico García Lorca en el barranco de Víznar. Por otro lado,
hubo matanzas de increíble vesania, como la llevó a la muerte a
2000 concentrados en la plaza de toros de Badajoz, por no
mencionar la metódica persecución en los pueblos ya
conquistados y los asesinatos al amanecer en la tapias de los
cementerios.
En la zona republicana, la pérdida del control de la situación por
parte de las autoridades legítimas a favor de las organizaciones
revolucionarias obreras desató lo que entre los sublevados se
llamó el “terror rojo”. Se trató de matanzas de personas que se
hubiesen alineado ideológicamente con los partidos de derecha
(mandatarios, concejales, simples afiliados o simpatizantes), de
eclesiásticos, terratenientes o simplemente personas de
posición desahogada… Así, se calcula que murieron unos 7000
clérigos, incluidos algunos obispos, junto al incendio de templos y
conventos o su execración para destinarlos a talleres, garajes o
cuarteles. Estos lamentables hechos, que se justificaban por sus
autores en la identificación de la Iglesia con los rebeldes,
repercutieron muy negativamente en la imagen de la República y
provocaron que los católicos de todo el mundo se pusieran a favor
del bando nacional.
El “terror rojo” comenzó a remitir a partir de principios de 1937,
gracias a que el gobierno de Largo Caballero comenzó a retomar el
control de la situación, pero en ese tiempo ya se había fusilado a
varios generales afectos a la sublevación y al fundador de la
Falange, José Antonio Primo de Rivera. Sin duda el hecho más
tristemente celebre fue fusilamiento sin juicio de 12.000
11
No deja de ser interesante que el nuevo régimen se autocalificara poco más
tarde de democracia orgánica. En el siguiente tema se verá qué es la que debe
entenderse por tal, pero aquí me interesa destacar que el prestigio adquirido por el
término democracia (etimológicamente, el poder del pueblo) hizo que fuera
utilizado, con significados reales totalmente opuestos, por regímenes claramente
dictatoriales, como los de Franco en España o los distintos regímenes comunistas
inspirados por la Unión Soviética. Se trata de apelar al pueblo, cuya voluntad
unitaria no deja de ser una ficción, como supremo legitimador de una determinada
forma de hacer política.
320
HISTORIA DE ESPAÑA
personas que habían sido detenidas en Madrid. Con el pretexto de
que iban a ser trasladadas a Valencia, fueron metidos en
camiones y fusilados masivamente en Paracuellos del Jarama y
en Torrejón de Ardoz, cerca de Madrid. Algunos historiadores
responsabilizan de aquella masacre a los mandos locales del
Partido Comunista. Allí murieron el escritor regeneracionista
Ramiro de Maeztu y el comediógrafo Pedro Muñoz Seca.
29.4. LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL
CONFLICTO. LA INTERVENCIÓN DE LAS
POTENCIAS TOTALITARIAS
Como ya vimos anteriormente, la Guerra Civil española no fue un
fenómeno exclusivamente interno. De alguna forma en él se
enfrentaban por un lado los regímenes democráticos avanzados
junto con el totalitarismo soviético y por otro las dictaduras
totalitarias de corte fascista. Frecuentemente se ha dicho que
nuestra guerra civil fue una especie de preámbulo o antesala, o
un ensayo general, de los que luego fue la Segunda Guerra
Mundial, que básicamente enfrentó a un bando constituido por
los regímenes de Mussolini y Hitler (Estados fascistas) y a otro
bando que reunió a las principales democracias occidentales
(Francia, Reino Unido, JUL.) y al reciente régimen totalitario
comunista de la Unión Soviética12. De ahí que nuestro conflicto
civil tuviera desde el primer momento una fuerte dimensión
internacional. De ese modo, la República pidió ayuda a las
democracias occidentales más importantes —Francia y el Reino
Unido— y a la Unión Soviética, mientras que los sublevados la
pidieron a —y obtuvieron de— Alemania e Italia.
A. EL COMITÉ DE NO INTERVENCIÓN Y LA AYUDA RECIBIDA
POR LA REPÚBLICA
El gobierno del Frente Popular de Francia, dirigido por el
socialista León Blum, comenzó ayudando a la República, pero la
fuerte presión de la derecha francesa y las reticencias británicas
hicieron reconsiderar su postura. Por su parte, el Reino Unido se
manifestó muy inquieto por el carácter revolucionario del Frente
Popular español y porque creyó que una ayuda a la República
española podía desencadenar una guerra mundial que, a la altura
de 1936, estaba intentando evitar por todos los medios, cediendo
12
Es necesario recordar aquí que los tres grandes modelos de Estado que se
enfrentaron tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918) eran, precisamente, las
democracias occidentales —fruto de la evolución de los sistemas liberal-burgueses
del siglo XIX—, el régimen marxista o comunista implantado en Rusia —poco más
tarde la Unión de Repúblicas socialistas Soviéticas o URSS— tras la revolución
rusa de 1917 y, finalmente, los regímenes fascistas como el de Mussolini o Hitler.
Estos dos últimos modelos son terribles dictaduras totalitarias, que aspiran a
controlar hasta los más mínimos detalles de la vida de sus ciudadanos (aunque en
este caso, despojados quienes sufren tales dictaduras de los más elementales
derechos y de cualquier tipo de libertad, quizá convenga usar otros términos, como
el de súbditos); en esencia, son la misma cosa: regímenes despóticos y tiránicos,
basado en un Estado omnipresente (en la calle, en las empresas, en las escuelas,
en los medios de comunicación), en la adoración al líder, regímenes intolerantes y
represivos que recortan cualquier atisbo de libertad y disidencia en nombre de
bien del pueblo. Se trata, en resumen, de regímenes radicalmente distintos a la
democracia tal y como la entendemos.
321
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
una y otra vez al chantaje de Hitler. Por ello propuso en
septiembre de 1936 la creación de un Comité de No
Intervención, en el que tanto el propio Reino Unido como
Francia, la URSS, Alemania y otros países se comprometían a no
intervenir en los asuntos internos de España y dejar que la
guerra se resolviera sin injerencias extranjeras.
Sin embargo, la actuación de este Comité fue profundamente
hipócrita, porque, como vamos a ver, los alemanes y los italianos
sí que prestaron su ayuda a Franco, mientras que la URSS ayudó
a
la
República,
contribuyendo
indudablemente
a
su
radicalización. Por lo tanto, dicho Comité sólo sirvió para que
tanto Francia como el Reino Unido —es decir, de todos los países
de los que estamos hablando las únicas democracias— negaran
su ayuda al bando que en principio les resultaba más próximo, el
republicano.
En Estados Unidos una ley de neutralidad impedía teóricamente
vender armas a países en guerra, por lo que no hubo una
intervención directa. No obstante, buena parte de la sociedad y de
la prensa, encabezadas por el presidente Franklin D. Roosevelt
mostraron sus simpatías por la República, mientras que
compañías petroleras (TEXACO) o automovilísticas (Ford, General
Motors) se apresuraron a abastecer al ejército de Franco.
Fue por lo tanto la Unión Soviética la única potencia importante
que prestó apoyo a la República, a través del envío de más de
1.000 aviones, carros de combate y asistencia técnica militar. Pero
no se ayudó de forma gratuita, sino que se exigió el pago por
adelantado con las reservas de oro del Banco de España (es lo
que se llamó después el caso del “oro de Moscú”). Conforme fue
avanzando la guerra, la ayuda se fue haciendo cada vez más
escasa, hasta que al final ya no resultó significativa para la
República.
Junto a esa exigua y cara ayuda de la URSS hay que destacar, por
otro lado, la formación, gracias en buena medida a los esfuerzos
soviéticos, de las llamadas Brigadas Internacionales, grupos de
voluntarios —unos 60.000 en total— procedentes de la izquierda
obrera de varios países (Francia, Reino Unido, Estados Unidos...)
que desempeñaron un papel importante en la guerra y fueron el
mejor símbolo de la solidaridad del movimiento obrero
internacional con una República que, como recordarás, se definía
constitucionalmente como “de trabajadores”.
La República contó además con las simpatías de buena parte de
los intelectuales más destacados de la época, como Einstein,
Thoman Mann, Faulner, Hemingway, André Malraux o George
Orwell. Este último incluso llegó a estar presente en Catalaña
para colaborar con la resistencia
B. LA AYUDA RECIBIDA POR LA ESPAÑA FRANQUISTA
Mucho más efectiva e importante fue la ayuda que recibió la
España franquista.
Por un lado, Italia ayudó a Franco no sólo por afinidad ideológica,
sino también por interese geoestratégicos: deseaba establecer
322
HISTORIA DE ESPAÑA
unas bases en las Baleares. Junto con centenares de aviones y
barcos, llegaron a España unos 120.000 voluntarios italianos,
entre unidades regulares del ejército y milicias fascistas.
La ayuda alemana fue también significativa, pero tal vez se debió
fundamentalmente a cuestiones estratégicas de cara a la guerra
europea que se avecinaba (insisto: la Segunda Guerra Mundial).
Si la República española era aliada natural de Francia, enemigo
acérrimo de Alemania, una victoria de los sublevados podía
cambiar esta correlación de fuerzas —como efectivamente ocurrió
finalmente—. La ayuda de Hitler consistió, sobre todo, en el envío
de uno 500 aviones que constituían la Legión Cóndor,
protagonista, como ya vimos, de uno de los hechos más
lamentables de la guerra, el bombardeo de la ciudad vasca de
Guernica, el primer bombardeo aéreo de la historia contra la
población civil, ensayo de los terribles bombardeos de la Segunda
Guerra Mundial.
29.5. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
Es indiscutible que la Guerra Civil ha sido el episodio más amargo
de la historia reciente de España, y por ello no es extraño que
haya dejado una impronta tan profunda en la memoria colectiva
de nuestro pueblo. En primer término, por las pérdidas
humanas, cuya contabilidad ha sido objeto de numerosas
polémicas, principalmente por la dificultad de medir la mortandad
en medio de una guerra y por los diferentes conceptos incluidos:
mortalidad directa en el frente, mortalidad por hambre y penuria,
muertes posteriores como consecuencia de las heridas de guerra,
muertos en la represión durante e inmediatamente después de la
guerra… En todo caso, parece que una cifra creíble sería la de
medio millón de muertos, a los que habría que unir el vacío
demográfico dejado por la caída de la natalidad.
El Guernica de
Pablo Ruiz Picasso
ha pasado a
convertirse en un
auténtico símbolo
del rechazo a la
guerra en todas sus
formas y un canto
contra la violencia y
la injusticia. Un
icono, una imagen
de referencia de todo
el siglo XX
Un segunda pérdida fue la que constituyó el exilio republicano
iniciado ya desde los primero compases de la guerra; se envió por
ejemplo a varios miles de niños a la Unión Soviética (los “niños de
la guerra”), niños que ya no volvieron y rehicieron como pudieron
sus vidas en aquel país). Pero fue a partir de la campaña de
323
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
Cataluña cuando se inició un dramático éxodo, a pie a través de
los Pirineos hacia Francia o bien en barco: miles de personas se
agolparon
en
el
puerto
de
Valencia
para
intentar
desesperadamente obtener plaza en un buque que los sacara de
su país. Se calcula que unos 450.000 lo consiguieron, y aunque
una parte significativa volvió en pocos años (voluntariamente o
deportados por las autoridades de los países de acogida), la mayor
parte permaneció en el extranjero, a menudo hasta la muerte. No
sólo fue dramático el desgarro psicológico y vital de quienes se
marcharon; también fue grave el vacío que dejaron en España,
teniendo en cuenta que eran una población joven y bien formada.
De hecho, buena parte de los artistas, intelectuales, científicos,
escritores y técnicos altamente cualificados se marcharon como
consecuencia de la guerra, huyendo de un régimen represor.
En el terreno económico, la guerra significó la vuelta a una
economía preferentemente agraria, tras la destrucción del tejido
industrial. Buena parte de las ciudades habían quedado
arrasadas (se calcula que se destruyeron unas 250.000 viviendas),
y lo mismo ocurrió con las infraestructuras de transporte y el
parque de vehículos. La producción no llegó a recuperar sus
niveles de preguerra hasta 1950. Los siguientes años serían los
años del hambre. La enorme deuda contraída por el nuevo
régimen no pudo ser pagada por el momento, ya que las
autoridades republicanas habían pagado por anticipado con el oro
del Banco de España la ayuda soviética (el “oro de Moscú”).
TEXTO DE APOYO
REFLEXIONES DE AZAÑA SOBRE LA GUERRA Y DE CARA AL
FUTURO: EL “DISCURSO DE LAS TRES PES” EN BARCELONA
[No] voy a aplicar e este drama español la simplísima doctrina del
adagio de que “no hay mal que por bien no venga”. No es verdad.
Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra,
cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar la
lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible y,
cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras
generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les
hierve la sangre iracunda y otra ver el genio español vuelve a
enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de
destrucción, que piensen en los muertos y escuchen su lección: la
de esos hombres que han caído embravecidos en la batalla,
luchando magnánimamente por un ideal grandioso, que, ahora,
abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen
rencor y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota
como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna, que dice a
todos sus hijos: Paz, Piedad y Perdón.
MANUEL AZAÑA, discurso pronunciado en Barcelona el 18 de julio de
1938, a dos años del inicio de la guerra.
Desde el punto de vista social, supuso la recuperación del
control por parte de la oligarquía tradicional (terratenientes,
patronos industriales, banca, la Iglesia) y la pérdida de buena
324
HISTORIA DE ESPAÑA
parte de los derechos laborales y sindicales de los obreros. Desde
la perspectiva política, el fracaso de la Segunda República y la
victoria de los franquistas en la guerra hizo posible el
advenimiento de una larga dictadura, que si bien en los
primeros años encontró la complicidad de las dictaduras amigas
de Italia y Alemania, a partir del final de la Segunda Guerra
Mundial quedó como una reliquia histórica, amparada por
Estados Unidos en su nueva estrategia global anticomunista y
antisoviética, que marginó durante muchos años a los españoles
de los nuevos aires de libertad y progreso económico que soplaban
en Europa.
Con el final de la
guerra comenzaba
la andadura de la
larga dictadura del
general Francisco
Franco
Bahamonde, el
Caudillo, el
Generalísimo de
todos los
Ejércitos, quien
salvó, en opinión
de sus seguidores,
a España del
peligro rojo.
325
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
30. EL REGIONALISMO
ANDALUZ Y LA FIGURA DE
BLAS INFANTE
Ya tuvimos ocasión (página 224 de estos Apuntes, tema 3) de hacer
referencia al nacimiento de un cierto sentimiento andalucista en un
contexto de aparición de los nacionalismos periféricos en España.
También entonces hablamos de una escasa entidad de este sentimiento
en Andalucía y de que habría que esperar a la aparición en escena, en el
reinado de Alfonso XIII, de Blas Infante para poder hablar de un
movimiento significativo. Llegado es el momento de analizar todo ese
desarrollo que abarca un amplio periodo de tiempo (entre los años 80 del
XIX y el verano de 1936) que termina con el asesinato de Infante y la
frustración del proceso de concesión de autonomía para Andalucía
30. 1. EL FEDERALISMO ANDALUZ Y LA
CONSTITUCIÓN DE ANTEQUERA. EL
PRIMER IMPULSO ANDALUCISTA DURANTE
LA RESTAURACIÓN
A. LA CONSTITUCIÓN DE ANTEQUERA DE 1883
En el contexto del desarrollo de las ideas republicanofederalistas (que, como vimos, se manifestaron con toda su
plenitud durante la Primera República, en torno a la figura de Pi y
Margall principalmente), los años 80 del siglo XIX son los de la
difusión de estas ideas en Andalucía. Así lo demuestra la activa
participación de andaluces en las dos primeras asambleas del
Partido Federal, en 1882 y 1883. A iniciativa del periódico
malagueño El Defensor del Pueblo, se reunieron en Antequera
(Málaga) el 27 de octubre de 1883 los representantes
andaluces del partido, con el objetivo de debatir y en su caso
aprobar el proyecto de Constitución Regional para Andalucía
presentado por el representante de Álora, Carlos Saornil.
Se estructuraría piramidalmente Andalucía en tres niveles:
municipios, cantones —a nivel comarcal— y la Federación
Andaluza, que a su vez habría de integrarse en la Federación
Española o Ibérica. Cada uno de dichos niveles contaría con una
regulación que especificaría sucesivamente qué facultades
conceden los vecinos a su Municipio (“Constitución Municipal”),
cada Municipio a su respectivo Cantón (“Constitución Cantonal”),
cada Cantón a la Federación Andaluza (“Constitución Andaluza”)
y ésta a la Federación Española (“Constitución Española o
Ibérica”)13. Se trataría de un sistema construido de abajo hacia
13
Huelga decir que estos planteamientos eran un tanto de política ficción, más
relacionados con lo que se aspiraba vagamente a hacer que con lo que realmente
se podía hacer (aunque si bien se piensa, ¿qué otra cosa fueron en su día las ideas
de un Rousseau o un Montesquieu en pleno Antiguo Régimen? ¿A las de Marx, que
murió 34 años antes de que empezaran a aplicarse en la Revolución Rusa?). Nada
de esto se llevó nunca a la práctica, y mientras tanto, la política seguía unos
derroteros totalmente ajenos a estas doctrinas: estamos en plena vigencia de la
326
HISTORIA DE ESPAÑA
arriba basado en sucesivos pactos en cada nivel inferior14. La
Constitución de Antequera consagra la soberanía y autonomía15
de Andalucía (siendo ésta la primera vez que tal idea aparece
debatida públicamente) en el seno de una Confederación de
Repúblicas soberanas en la que se convertiría España.
Por lo tanto, la Constitución de Antequera debe insertarse más en
el panorama del republicanismo federalista español que en la
órbita de los nacionalismos periféricos catalán y vasco, a los que
antecede. Dicho de otra forma, era la manifestación de la pequeña
burguesía republicana andaluza en su búsqueda por la libertad
política, y era, sin duda, una tendencia política absolutamente
minoritaria.
B.
LA BÚSQUEDA POR
IDENTIDAD ANDALUZA
LOS
INTELECTUALES
DE
UNA
La crisis de la Restauración está profundamente ligada a la
aparición de los distintos nacionalismos periféricos. De alguna
manera, se vincularon los planteamientos regeneracionistas con el
rechazo al centralismo oficial identificado con las oligarquías y los
caciques que detentaban el poder. Macías Picavea, destacado
regeneracionista, hablaba de la “aspiración de las naturales
regiones españolas a constituirse en órganos de la vida nacional
[…] gobernándose con autonomía en su vida interior y privativa, y
con subordinación a la Nación misma en lo general y conjunto”.
Así surgen los regionalismos y nacionalismos, de la búsqueda de
una lengua, una cultura y una tradición histórica propias. En
Andalucía, desde la década de 1870 una serie de intelectuales
propician la búsqueda de una identidad andaluza, de un modo
de ser exclusivo de Andalucía. Destacan la Sociedad
Antropológica Sevillana (1871) y la sociedad Fol-Klore Andaluz
(1881), que publicaría una revista del mismo título. Destacan
personas como Antonio Machado y Núñez y su hijo Antonio
Machado Álvarez, “Demófilo” (abuelo y padre respectivamente de
Constitución de 1876 y en los inicios del turnismo que caracterizó a la
Restauración. Sin embargo, la aspiración a convertir a España en un Estado
federal ha estado siempre presente en ciertos sectores de la izquierda. A día de
hoy, algo de ello hay en las aspiraciones de más autogobierno de la Generalitat de
Cataluña, presidida por un veterano federalista: Pasqual Maragall.
14
Se trataba, en definitiva, de volver a ese estado de naturaleza previo a la
construcción estatal, en el que idealmente pensaron muchos teóricos de la política
desde Platón a Rousseau, en el que cada individuo era absoluto dueño de su vida y
su destino y no había cedido ninguna parte de su absoluta libertad a ente
comunitario superior alguno (cada individuo era soberano), para desde ese estado
de naturaleza redivivo y sobre nuevas bases y nuevos planteamientos se
reconstruyera una entidad estatal diferente, basada en una auténtica voluntad de
sus partícipes.
15
Tales términos son, en la teoría política más extendida, realmente excluyentes:
la autonomía supone una cierta descentralización, pero al mismo tiempo una
cierta sumisión, respecto de un superior poder soberano. Dicho de otro modo,
quien ostenta la soberanía no es autónomo, es algo más: completamente
independiente; y quien ostenta la autonomía no puede ser soberano, sino
dependiente. En el panorama político español de la actualidad esta disquisición
está en la base del enfrentamiento entre el Estado, que basado en la Constitución
de 1978 no reconoce más soberanía que la del conjunto del pueblo español, y el
gobierno vasco, que en el llamado “Plan Ibarretxe” pretende obtener algo más que
la autonomía que ya tiene: el reconocimiento de la soberanía para el pueblo vasco,
de su completa capacidad de decisión sobre su futuro político, integrado o no en el
Estado español.
327
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
los conocidos hermanos poetas) y Joaquín Guichot. Sin embargo
su esfuerzo no consiguió difundir la conciencia de la
existencia de Andalucía como pueblo más allá de ciertos
reducidos círculos intelectuales de algunas ciudades, debido ello a
la falta de conexión con los movimientos sociales por un lado y
con el de los federalistas andaluces por otro.
La peculiar condición sociopolítica andaluza del final del siglo
XIX explica perfectamente el escaso calado de las propuestas
regionalistas en Andalucía. Por un lado, el dominio social de
una oligarquía agraria cuyos intereses estaban vinculados
profundamente a los del centralismo de Madrid: ya tuvimos
ocasión de ver cómo Andalucía fue una de las regiones en las que
el caciquismo tuvo más fuerza; difícilmente se podía aspirar a que
esta clase dominadora se identificase con el regionalismo
naciente. Por otro, un proletariado urbano y sobre todo un
campesinado masivamente adepto a las tesis anarquistas, que
lejos de preocuparse por la construcción nacional o autonómica
de Andalucía, se orientaba a objetivos inmediatos más prosaicos
(tener trabajo, mejorar el jornal) o a aspiraciones como la del
reparto de tierra o la más lejana aun del comunalismo
autogestionario tras la disolución del Estado. Sólo las clases
medias podía estar entonces interesadas en el regionalismo, pero
eran un grupo social débil y desorganizado. En definitiva, que
habrá que esperar al primer tercio del siglo XX para que este
regionalismo balbuciente comience a tomar definitivamente
cuerpo.
30.2.
LA FIGURA DE BLAS INFANTE Y LA
ECLOSIÓN DEL ANDALUCISMO EN LA
CRISIS DE LA RESTAURACIÓN
El andalucismo tiene en Blas Infante Pérez su principal ideólogo y
es reconocido hoy como el Padre de la Patria Andaluza.
Blas Infante nació en Casares (Málaga) en 1885. Su juventud
transcurrirá sucesivamente en Casares, Archidona (Málaga) y
Granada; su madurez y su muerte tendrán a Sevilla como
escenario. Tras su niñez en su pueblo natal, estudió el
Bachillerato en los Escolapios de Archidona entre 1895 y 1900 y
más tarde en Málaga. En Granada cursa Derecho y allí entra en
contacto con el pasado andaluz. Mientras sucesivos viajes a lo
largo y ancho de Andalucía le permiten conocer la realidad de su
tierra, en especial la de los jornaleros. En 1909 gana plaza de
notario, que pasa a ejercer desde 1910 en Cantillana (Sevilla),
instalando su residencia y su bufete en Sevilla. En los siguientes
años entra en contacto con el georgismo16, lo que le impulsará
16
Ése es el nombre de una doctrina económica elaborada por el norteamericano
Henry George a finales del siglo XIX, muy conocida y difundida en su tiempo pero
que posteriormente fue prácticamente olvidada y menospreciada por las
economistas de todo tipo, y que tenía como propuesta principal la de sustituir
todos los impuestos (sobre la renta o sobre el consumo, sobre actividades
económicas, herencias o patrimonio…) por un único impuesto que sólo y
exclusivamente gravara las rentas —la totalidad de las rentas— obtenidas de las
tierra, es decir, que consistiera en que todo lo que se obtuviera de la tierra por
parte de sus propietarios (salvo aquella parte imputable a las mejoras hechas por
cada uno de ellos) fuera a parar al Estado.
328
HISTORIA DE ESPAÑA
a participar en el Congreso Georgista de Ronda en 1913 y a
asumir este pensamiento como fundamento del andalucismo; al
mismo tiempo, manifiesta su preocupación por la cuestión de la
tierra y entra en contacto con el Ateneo de Sevilla y con la revista
Bética.
A principios del siglo XX Sevilla era el principal centro cultural
de Andalucía y en esta ciudad destacaba el Ateneo. En 1912
había surgido el debate, impulsado por el notario Blas Infante,
sobre la conveniencia de crear la Mancomunidad andaluza, a
imagen y semejanza de la que Canalejas pretendía otorgar a
Cataluña, señalando a su vez que la debilidad del espíritu regional
era una grave dificultad para obtener este objetivo. En 1915
publicará Blas Infante su libro Ideal Andaluz que, partiendo del
principio de crear la conciencia de la existencia del pueblo
andaluz, tiene como objetivo su emancipación y liberación
despertando la conciencia regional con fines de afirmación
política.
Entre 1916 y 1923 se produce la configuración plena del
andalucismo. Así, en 1916 se crea el primer Centro Andaluz, en
cuyo manifiesto fundacional se formulan las bases del
movimiento: se pretende un movimiento por encima de disciplinas
de partido para reaccionar contra la postración de Andalucía, todo
ello mediante la creación de una conciencia como pueblo de la
que se decía que aún no existía. El medio de difusión de esas
ideas será la revista Andalucía, y se producirá la fundación de
diversos Centros Andaluces incluso más allá de nuestro territorio.
Otro hito importante serán las Asambleas Regionalistas de
Ronda (enero de 1918) y Córdoba (marzo de 1919). Fue en la
primera donde se aprobaron los símbolos de Andalucía (la
bandera blanca y verde, el escudo de Hércules entre los leones y
el lema “Andalucía por sí, para España y la Humanidad”, es decir,
los mismos que muchos años más tarde se adoptarían como los
de la Comunidad Autónoma actual) y se adoptaron unos
acuerdos de distinto tipo: político (se asumía la Constitución de
Antequera de 1883, se defendía la autonomía municipal y regional
y la concepción federal del Estado español); económico (negación
del principio de propiedad privada de la tierra, aunque se
aseguraba la posesión de las mejoras en ella introducidas, y
necesidad de fomentar el desarrollo industrial y de las obras
públicas); y social (administración independiente de justicia, y
mejora del sistema educativo, que debía ser progresista en sus
contenidos). Por su parte, en la Asamblea de Córdoba, aparte de
confirmar las conclusiones de la de Ronda, se profundizó en la
búsqueda de soluciones para la cuestión agraria y se diseño un
programa de transformación socioeconómica de Andalucía.
Además, desde esta Asamblea el andalucismo abandona la
ambigüedad en la que se había movido hasta ese momento y se
proclama abiertamente nacionalista y no regionalista, aunque
rechazando la idea de convertirse en un Estado independiente.
La llegada de la dictadura de Primo de Rivera en 1923 provoca
que los nacionalismos periféricos españoles entren en una fase de
repliegue; también ocurrirá eso en Andalucía. Se cerraron los
Centros Andaluces, desapareció la prensa andalucista, cesaron
los actos y sólo las tertulias de café y la comunicación epistolar
pudieron mantener con un hilo de vida esta tendencia. Incluso
329
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939)
Blas Infante se retiró a una especie de exilio interior voluntario,
yéndose a Isla Cristina como notario, donde abandonó
temporalmente la actividad política, para dedicarse a la lectura,
los viajes, su profesión y la familia.
Pero en 1930, con la caída de la dictadura, el andalucismo volvió
a emerger: así, incluso antes de la dimisión de Primo de Rivera,
Blas Infante pronunciaba en Málaga, el 9 de enero de 1930,
una conferencia, “La continuidad de Andalucía” que suponía la
reaparición pública del andalucismo. A finales de año 1930 Blas
Infante difundía su largo escrito Carta acerca del fundamento
de Andalucía. El nacionalismo reemprendía su actividad.
30.3.
EL FRUSTRADO CAMINO HACIA LA
AUTONOMÍA DURANTE LA SEGUNDA
REPÚBLICA
La Segunda República será el momento crucial de la lucha por la
autonomía, el momento en el que el andalucismo vivirá su triunfo
y su caída. Blas Infante y los suyos organizan la Junta
Liberalista de Andalucía, desde la que se presiona a los
ayuntamientos y diputaciones provinciales para que reúnan una
Asamblea y elaboren un proyecto de estatuto, defendiendo para el
mismo una visión confederal tanto del Estado español como de la
propia Andalucía, así como una auténtica autonomía municipal,
la libertad de enseñanza, la justicia gratuita, la atención especial
para la “cuestión agraria” y la promoción del cooperativismo.
A instancias de los andalucistas y a través de la convocatoria de
la Diputación de Sevilla se produjo una reunión de presidentes
de las Diputaciones Provinciales andaluzas en Sevilla el 6 de
julio de 1931 (pocos días después de las elecciones a Cortes
constituyentes). El resultado de los trabajos subsiguientes fue la
aprobación, en febrero de 1932, de unas Bases para un
Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Andalucía. En las
mismas se indicaba que habría de constituirse un Cabildo
Regional Andaluz que a su vez constaría de una Asamblea
Regional (reunión de los presidentes de las ocho diputaciones) y
un Presidente Regional. Se hacía también referencia a la
Hacienda regional (en sus vertientes del ingreso y el gasto) y se
fijaban las competencias de los poderes regional y central y la
forma de resolución de los conflictos entre ambos. En realidad, se
trataba casi de una Mancomunidad de Diputaciones más que de
un modelo autonómico con atribución de poder legislativo,
ejecutivo y judicial como el que actualmente tenemos.
Además, esta reunión de Presidentes de las Diputaciones
Provinciales de 1931-1932 convocó en Córdoba una Asamblea
Regional, en la que habrían de estar representados todos los
organismos políticos, técnicos y culturales para elaborar sobre
dichas Bases el mencionado anteproyecto que posteriormente, y
siguiendo las previsiones constitucionales, sería sometido a
referéndum entre los andaluces antes de ser definitivamente
aprobado por las Cortes.
330
HISTORIA DE ESPAÑA
Dicha Asamblea Regional estatutaria se reunió finalmente en
enero de 1933 en Córdoba. El desarrollo de la misma fue tenso y
accidentado, con fricciones entre partidos y provincias y
desavenencias entre sectores sociales. Pero Blas Infante y los
andalucista actuaron como muñidores del acuerdo final, incluso
renunciando a determinados planteamientos para conseguir un
Anteproyecto consensuado.
Efectivamente, el Anteproyecto de Estatuto de Andalucía de
Córdoba se aprobó con estos aspectos esenciales:
a) Se constituía la Región autónoma andaluza dentro del
Estado integral español definido en la Constitución de 1931.
b) En el territorio de la Región autónoma podrían constituirse a
su vez una o varias regiones autónomas.
c) Se creaba el Cabildo Regional, compuesto a su vez por:
ƒ el Presidente de la Región, elegido por sufragio
universal, que por su parte presidiría y nombraría a los
miembros de
ƒ su Junta Ejecutiva, a modo de Gobierno andaluz; y
ƒ el Consejo Legislativo Regional, formado por los
diputados en Corte elegidos en las provincias
andaluzas, que ejercería las competencias legislativas.
d) Se fijaban las competencias del Cabildo Regional y se
deslindaban las de éste y las del Estado.
En definitiva, era un documento intermedio, más avanzado que la
propuesta de Bases de los presidentes de las Diputaciones, pero
que no cubría las expectativas de los nacionalistas andalucistas.
Pese a que se acordó la difusión entre los andaluces del
Anteproyecto, nada se hizo en los siguientes meses y la llegada
del centro-derecha al poder en noviembre de 1933 paralizó
todos los impulsos autonomistas en España, incluido
lógicamente el de Andalucía.
Hubo que esperar hasta la primavera de 1936, con la victoria del
Frente Popular, para que el proceso autonómico se
desbloqueara. En efecto, el 2 de abril de ese año la Junta
Liberalista de Andalucía decidió difundir el Anteproyecto de
Córdoba, remitiéndolo a municipios, entidades y personalidades
destacadas, para que remitieran sus opiniones y sobre la base de
las mismas elaborar el definitivo Proyecto de Autonomía que
se sometería a plebiscito. La colaboración y coincidencia en este
momento fue mayor, con las excepciones del “secesionismo” de la
provincia de Granada y el “abandonismo” de la de Huelva,
compensados eso sí, por el interés autonomista de los partidos
dominantes. El horizonte de la autonomía parecía despejarse: se
desarrollaban actos por-autonomistas por todas partes y por fin la
presión andalucista parecía que iba a dar sus frutos. Todo hacía
pensar a la altura del mes de julio de 1936, pese al ambiente
político enrarecido, que la autonomía sería una realidad antes
del final de dicho año. Pero el 18 de julio se producía el golpe de
Estado con el que se inició la guerra, y con ello se desvanecieron
súbitamente todas las esperanzas que tanto había costado que se
concretaran. Semanas más tarde, el propio Blas Infante fue
asesinado por los nacionales. Habría que esperar 46 largos años
más para que Andalucía viera aprobado por fin su estatuto de
autonomía.
331
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