“Trabajo presentado al 6to Congreso Nacional de Ciencia Política de la Sociedad Argentina de Análisis Político” Del 5 al 8 de Noviembre de 2003 “El Orden Internacional después de la Guerra de Irak. Escenarios inciertos en torno a Medio Oriente”. Apellido y Nombre: Paredes Rodríguez, Rubén D.N.I 23.926.831 E-mail/Teléfono: lic_rpr@hotmail.com (0341) 4818597 Entidad a la cual pertenece: Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario y Centro de Estudios en Relaciones Internacionales de Rosario (CERIR). Panel: 8. “El ordenamiento político internacional a partir de la Guerra de Irak.” 1 El Orden Internacional después de la Guerra de Irak. Escenarios inciertos entorno a Medio Oriente. - Consideraciones iniciales Muchos son los interrogantes acerca de cómo será el ordenamiento internacional a partir de la Guerra de Irak, la actuación de los Estados Unidos en otras posibles intervenciones preventivas, la participación de los países socios o aliados, la legalidad internacional, la situación de los países considerados enemigos e integrantes del denominado “eje del mal” y por sobretodo, la configuración del mapa en la región de Medio Oriente. De esta manera, se está asistiendo a un proceso de confusión en donde los interrogantes dan paso al escepticismo sobre las expectativas puestas en el devenir del Siglo XXI. En este sentido, se considera que la Guerra contra Irak acaecida en el mes de marzo del 2003, se inserta bajo una lógica en donde se han cristalizado una serie de factores políticos–estratégicos y económicos en una región convulsionada del mundo que lejos está de hallar estabilidad. El escenario geopolítico en Medio Oriente una vez finalizada la guerra es lo que más incertidumbres despierta, dado que va a requerir de una alta ingeniería geoestratégica en un futuro considerado largo y problemático, no sólo vinculado a la continuidad de las fronteras del actual Irak sino también a los intereses del mundo árabe e islámico. En este trabajo se pretende abordar la configuración del Orden Internacional teniendo en cuenta un conjunto de acontecimientos acaecidos en el escenario internacional, los precedentes de actuación por parte de la superpotencia y cómo se está realizando el retorno a una visión realista de las relaciones internacionales – obviamente desde la perspectiva norteamericana- a través de los denominados Think Tanks que influyen y asesoran en temas de política internacional. Asimismo, se abordará la realidad de Medio Oriente, la cual no se estaría condiciendo con el diseño del orden de posguerra y la remodelación de la región según los intereses de seguridad norteamericanos. Finalmente, se intentará arribar a algunas conclusiones, que a pesar de no ser exhaustivas, buscan aunar dos aspectos, la configuración del Orden Internacional después de la Guerra de Irak y los escenarios inciertos en torno a Medio Oriente. 2 - Cuánto de nuevo y cuánto de viejo en el Orden Internacional La primera Guerra Preventiva de la administración norteamericana iniciada el 20 de marzo de 2003 tuvo como epicentro para el desarrollo de las operaciones militares a Irak. Empero, se está lejos de haber logrado todos los objetivos planteados, más aún cuando la concepción tradicional de guerra ha cambiado en algunos aspectos. Una vez más, nos encontramos frente a una situación en donde el enemigo se ha vuelto virtual. No sólo desapareció físicamente Saddan Hussein del país violando los sofisticados sistemas satelitales norteamericanos, sino que también ha desaparecido el régimen baasista, instalado en el poder desde 1968, sin capitular. Esto último no es nuevo, teniendo en cuenta que el antecedente lo constituyó Afganistán en el 2001, en donde desapareció el régimen Talibán incluido el Mullah Omar y con él, el líder de la organización terrorista Al-qaeda Osama Bin Laden, artífice de los atentados del 11 de septiembre sobre las twin towers y el pentágono. Bajo la concepción tradicional, la guerra incluía a dos partes enfrentadas ya sea dos estados o grupos de estados, una declaración de guerra u hostilidades y un armisticio. Sin embargo, ha habido un cambio en la lógica precedente y en la identificación del enemigo. Ahora el enemigo desaparece, se volatiliza, se torna difuso generando la sensación que la guerra llega a su fin sin la necesidad de capitular, lo cual deja abierta la posibilidad de que vuela en cualquier momento. Así lo demuestran los últimos acontecimientos en Afganistán, más precisamente en la región sur de Kandaghar, en donde continúan registrándose atentados perpetuados por las milicias talibanes y los atentados a diario sobre posiciones americanas y británicas en Irak.1 Ahora bien, a lo largo del desarrollo de las relaciones internacionales ha habido una constante de identificar la configuración de un nuevo orden internacional luego de finalizada una conflagración bélica, es decir, después de una guerra cuya magnitud pudo haber generado una nueva situación internacional. Pero, surgen una serie de interrogantes vinculados a lo anterior que se podrían formular de la siguiente manera: ¿cómo sería el orden internacional después de la Guerra contra Irak cuando se ha alterado la legalidad y la legitimidad internacional en el marco de lo dispuesto por la Carta de las Naciones Unidas? 1 Véase: www.lemonde.fr/ La guerre contre le terrorisme accumule les échecs.htm, consultado el 25 de agosto de 2003. 3 ¿Se puede hablar estrictamente de un nuevo orden o más bien de la cristalización de un accionar unilateral que ha venido efectuando la única superpotencia como son los Estados Unidos? En lo que respecta a ésta penúltima guerra contra Irak -y decimos penúltima siguiendo a Norberto Bobbio- porque aunque la guerra en todas sus formas generalmente provoque horror, no podemos borrarla de la historia porque el cambio histórico, el paso de una etapa a otra del desarrollo histórico, es en gran parte producto de las guerras (Bobbio:1996:313) Por tal motivo, sería ilusorio suponer que no habrá otras cuando han existido a lo largo de la historia, sin embargo, la pregunta que cabría hacerse es qué orden es el que termina con la guerra contra Irak. En otras palabras, el orden que termina es el de Post Guerra Fría, en el cual se debatió durante la década de los noventa, que momento prevalecería, es decir, el multipolar que respondía entre otras cuestiones a una revitalización de las Naciones Unidas producto de la Guerra del Golfo, aunada a la presencia de otros actores importantes y nuevos temas a instancia de lo que se dio en llamar el proceso de globalización, o el unipolar en donde los Estados Unidos se erigió como la potencia vencedora sin necesidad de haber recurrido a un enfrentamiento armado, dada la desaparición de una de las superpotencias por causas centrípetas al funcionamiento del entonces régimen soviético, y centrífugas hacia las áreas de influencia en donde Unión Soviética ejercitaba su poder. Desde otra perspectiva, la discusión en torno al binomio derecho y fuerza también estaba presente en el orden de Post Guerra Fría, en donde la apuesta estaba cifrada en el primer término, dado que las relaciones de fuerza habían presentado límites durante los años de la bipolaridad, la cual descansaba en el equilibrio del terror de la mutua disuasión nuclear. En tal sentido, se pensaba que el derecho podía ser la mejor opción y la fuente de legitimidad para futuras acciones en temas internacionales, sin embargo, la fuerza volvió a ser la opción viable para la superpotencia desde el momento en que la seguridad nacional e internacional son el objetivo prioritario que requiere una respuesta de tipo militar, ofensiva y preventiva a escala global. La Guerra contra Irak se presenta como un corolario de los acontecimientos que signaron la década de los noventa para el establecimiento de un orden que en nuestros días estaría presentando un sesgo nítidamente unilateral e intervensionista. En relaciones 4 internacionales, los precedentes juegan un papel significativo porque demuestran o establecen algunas pautas sobre posibles acciones futuras. En consecuencia, los noventa han estado marcados por una serie de hechos –no estrictamente ligados con el aspecto militar- que lejos estuvieron de plantear la preeminencia del multilateralismo por encima del unilateralismo en el accionar de la única superpotencia militar. En términos del ex canciller francés Hubert Vedrine, desde la caída de la URSS y su emergencia como única superpotencia o como “hiperpotencia” Estados Unidos no quiere someterse a las obligaciones multilaterales. Lo que desde 1992 era reticencia se ha convertido en rechazo categórico en dos tiempos: la elección de George W. Bush, en otoño de 2000, y después de la tragedia del 11-S, que ha servido de pretexto o legitimación (Vedrine:2003:33) De allí, que los atentados del 11 de Septiembre hayan servido de catalizador para confirmar una tendencia que estaba conduciendo lentamente a la configuración de un orden internacional con una potencia hegemónica, con capacidad de obrar de forma unilateral a nivel internacional, y de intervenir de forma preventiva en los asuntos internacionales y en otros estados, siguiendo criterios relacionados –entre otros- con la defensa de la seguridad nacional e internacional en torno a un único país. Los atentados del 11 de Septiembre fueron el ejemplo más nítido de cómo la globalización del terror golpeó en el corazón de la única superpotencia en el mundo, generando la sensación de que ya no se está seguro en ninguna parte y de que nadie es invulnerable. Pero, se ha generado una cuestión que conduce a grandes interrogantes y que es cómo será ese Orden Internacional bajo el auspicio de la globalización en los años venideros y en el actual contexto, en el cual se manifiesta la disposición expresa a incursionar en la tentación unilateral. Por obrar de forma unilateral estamos entendiendo la capacidad de los Estados Unidos de actuar no necesariamente sólo, dado que en algunos acontecimientos ha contado con la colaboración y el apoyo de otros países, en donde se prescinde de determinados marcos legales, regímenes internacionales, instancias multilaterales que a pesar de haber sido abrigadas en un determinado momento, resultan un obstáculo u obsoletas cuando colisionan con la formulación de los intereses nacionales en la política exterior o limitan los márgenes de libertad de acción. 5 Al respecto Robert Kagan, uno de los mentores del New American Century y de los denominados Think Tanks de la administración del presidente George W. Bush, plantea que no se debe buscar la legitimidad en los viejos lugares, obviamente haciendo clara alusión al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a la hora de actuar en temas internacionales, teniendo en cuenta que esa institución nunca ha tenido el éxito en establecerse por si misma como la autoridad final de conceder legitimidad sobre una acción militar y no está cerca hoy de hacerlo (Kagan:2003:71). En consecuencia, ante esta situación los americanos no se verán obligados a repetir “trust us, we know what we’re doing”. Como correlato de la tendencia antes mencionada orientada hacia el unilateralismo, la cual no nace post 11 de septiembre sino que se ha profundizando en los últimos años, podemos traer a colación los siguientes acontecimientos: - La división de facto del territorio iraquí en 1991en tres áreas por parte de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, con las denominadas zonas de exclusión aérea en el norte y sur respectivamente, con motivos de la utilización de armas químicas por parte de Saddam Hussein con posterioridad a la Guerra del Golfo. Para estos tres Estados, ello redundó el 7 de abril en la creación en el norte de Irak de una zona de exclusión aérea de 10.000 Km. cuadrados en el paralelo 36º, a la cual se le sumaría la del sur, en el paralelo 32º en diciembre de 1992. Ambas sumarían el 60% del territorio iraquí y tuvieron como objetivo proteger el trabajo de las organizaciones humanitarias y los derechos humanos de las poblaciones kurdas y shiítas. La cuestión fue que el establecimiento de estas zonas se realizó sin el consentimiento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, violando el capítulo VII de la Carta en donde el Consejo es el encargado de establecer las medidas de uso de la fuerza. - En 1994 la fallida intervención militar en Somalia. - A mediados de 1998, la decisión del gobierno de los Estados Unidos de atacar a las organizaciones terroristas que actuaban en Sudán y Afganistán, alegando que estaba haciendo uso del derecho a la legítima defensa, por la voladura de las embajadas en Kenia y Tanzania en África. En este accionar fue claro el silencio de la comunidad internacional desde el momento que se realizó sobre el territorio de dos Estados y 6 no sobre organizaciones terroristas, lo cual colisionaba con el Derecho internacional vigente. - En diciembre de 1998, con motivos de las acusaciones de espionaje por parte de la UNSCOM en Irak, éste sostenía que el organismo de las Naciones Unidas había recibido datos del los servicios secretos de Israel (MOSSAD), a lo cual Saddan Hussein aducía que se violaba la soberanía de Irak por la forma en que se realizaban las inspecciones (reconocido esto por Rolf Ekeus jefe de la UNSCOM entre 1991y 1997) lo que se terminó de agravar con el nombramiento de Richard Buttler, acusado también de infiltrar agentes de la CIA entre los inspectores. En consecuencia, ante la negativa a permitir el acceso a los palacios presidenciales, y las diferencias diplomáticas, el 16 de diciembre Estados Unidos decidió atacar bajo la Operación Zorro del Desierto alegando que los informes de la UNSCOM decían que había una falta de cooperación por parte de Bagdad para el ingreso de los inspectores a los sitios presidenciales, coincidiendo en los Estados Unidos con un proceso interno complicado, en donde se buscó desviar la opinión pública por el denominado affairs Lewinsky. La escalada aérea americano-británica fue superior a la de la Guerra del Golfo, ya que se lanzaron 415 misiles cruceros contra 291 en sólo 4 días, sobre instalaciones militares en donde podía haber armas de destrucción masivas. - La decisión de emprender acciones militares en Kosovo junto a la Unión Europea en marzo de 1999, aparándose en un organismo de defensa regional como la Organización del Atlántico Norte (OTAN), por encima y sin la anuencia del Consejo de Seguridad, dada la posibilidad del inminente veto ruso. - El rechazo a participar en la Corte Penal Internacional, en el Protocolo de Kyoto sobre Medio Ambiente y a la prohibición de realizar nuevos ensayos nucleares. - La intervención en Afganistán en el 2001, la cual a pesar de tener un marco multilateral porque fue apoyada en Naciones Unidas, se desarrolló con una actuación unilateral sin la participación de otros Estados, con nula cobertura de los medios de comunicación tradicionales y con muy pocas organizaciones humanitarias y organizaciones no gubernamentales. 7 Cabe mencionar, que todo este conjunto de hechos se vieron precipitados por los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, donde la administración americana un año después, y en conmemoración de los atentados, lanzó la The National Security Strategy of the United State of America más conocida como Doctrina Preventiva de la Seguridad Nacional 2. En la misma se plantea atacar primero antes de ser atacado, eliminando enemigos o futuras amenazas, o decidir iniciar una guerra bajo la prerrogativa de lo que George W. Bush dijo “la autoridad soberana de los Estados Unidos”. Ello ha implicado dejar un presupuesto característico en la política exterior americana a lo largo de la Guerra Fría, el cual ha sido la contención del enemigo por la prevención activa en cualquier parte del mundo donde los intereses de la seguridad norteamericana se vean afectados o menoscabados. Empero, no deja de ser llamativo el panorama antes mencionados y la fundamentación que se daría, cuando en la actualidad confluyen varios aspectos: la presencia de los denominados Halcones o línea dura –conocidos como War Party o partidarios de la guerra permanente y preventiva- en la administración de George W. Bush y la lectura particular que hacen del sistema internacional; la predisposición a actuar de forma unilateral relegando el multilateralismo a una instancia marginal en temas de seguridad; la concepción maniquea de la política internacional entendida como una lucha entre el bien y el mal, o sea se está con ellos o con nosotros que encuentra basamento en un moralismo absolutista impregnado de un misticismo religioso; y el retorno a la preponderancia de lo militar en la agenda internacional en la lucha contra el terrorismo internacional, el cual se ha constituido en uno de los enemigos en la Cuarta Guerra Mundial según la terminología de los neoconservadores. En este sentido, resulta interesante lo que Stanley Hoffman plantea en el Choque de Globalizaciones, cuando sostiene lo negativo que resulta por parte de los Estados Unidos la combinación de una retórica de superioridad con diseños mal definidos, aunado al peligro de caer en una tentación unilateral, prescindiendo de los acuerdos y organizaciones internacionales e imponiendo los valores y el poder norteamericano como todo lo que se necesita para el orden mundial.3 De forma inexorable, esto ha quedado plasmado –como ya 2 Para acceder a este documento oficial se recomienda: www.whitehouse.org Véase: www.foreignaffairs.com/ Clash of Globalizations.htm, vol. 81, Nº 4, Juy/August, consultado el 7 de septiembre de 2003. 3 8 se mencionó- en la lucha contra el terrorismo internacional que se evidenció en la intervención en Afganistán en contra del régimen Talibán y de la organización terrorista Al-Qaeda en el 2001 y luego en la guerra contra Irak hace a penas unos meses. En esta última guerra, ha sido notoria la violación de la legalidad internacional, en cuanto no se respetó la Carta de las Naciones Unidas ni los mecanismos establecidos que coadyuvan como objetivo principal al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. La elaboración de respuestas a la altura de los envites del mundo globalizado hubiera requerido una acción internacional unísona, lo que en términos del canciller francés Dominique de Villepin implicaría que la eficacia de la comunidad internacional nunca es mayor que cuando está unida y que la comunidad internacional sólo es plenamente legítima si asume todas sus responsabilidades (De Villepin:2003:23). Por tal motivo, no hay fundamentos que hayan permitido defender la legalidad del uso de la fuerza contra Irak según el Derecho Internacional vigente, sólo el Consejo de Seguridad debía autorizar el uso de la fuerza, cuando hay una "amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión" y en ese caso, se podrían haber tomados medidas "de conformidad con los Artículos 41 y 42 para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales" (art. 39). En este sentido, hay que mencionar que la Res 1441 del 2/11/02 no autorizó el uso de la fuerza, por más que Irak haya cumplido de forma parcial con las 17 resoluciones emanadas del Consejo. Inclusive, los argumentos esgrimidos no son válidos para apelar a la legitima defensa “preventiva” desde la perspectiva norteamericana. En consecuencia, no se pudo ni siquiera invocar la misma de manera individual o colectiva según el art. 51 de la carta, porque sólo se aplica en condiciones estrictamente claras, es decir frente a un ataque armado. Ahora bien, el obrar de forma unilateral está planteando lo que para la licenciada Miryan Colacrai sería la vuelta de la fungibilidad del poder militar en las relaciones internacionales. En este sentido, estaríamos ante la percepción renaciente de la fungibilidad del poder militar para el logro de una variedad de fines (¿quién podría evitar que éstos hasta puedan ser discrecionales? ) y acorde con la manera en que la Potencia Imperial sea capaz de estructurar la definición de sus intereses vitales y de convertirlos en “intereses vitales de la humanidad en su conjunto” se convierte en el sustento ideológico necesario 9 para poner en marcha una era que podría caracterizarse como la de un “mundo vigilado”.4 A simple vista, pareciera que en el tiempo quedaron los presupuestos planteados por la teoría de la interdependencia compleja, en donde el poder militar era considerado como un recurso que había perdido fungibilidad en la política internacional. Sin embargo, en la actualidad las condiciones internacionales para la superpotencia conducen a la vuelta del mismo, para actuar de manera unilateral cuando sea y como sea según el contexto internacional con la presencia de enemigos difusos en una lectura del mundo hecha en clave realista. Ello ha implicado dar una mayor prioridad al ejercicio de la fuerza militar en detrimento de otros recursos de poder, como la influencia y la diplomacia ejercidas en instancias multilaterales, en consonancia a la auto-percepción de que ningún otro país puede rivalizar con él. Así, los Estados Unidos se encuentran imbuido en una lógica de intentar resolver los problemas de forma militar, previo análisis y formulación de estrategias, como si los mismos fueran el resultado de una concepción organicista de extirpar los males del cuerpo para solucionarlos. Resulta paradójico que bajo los auspicios de la globalización, el recurso al poder militar no es ni ha sido lo suficientemente idóneo para terminar con los problemas globales, como el terrorismo internacional en su vertiente islámica y la proliferación de armas de destrucción masivas. Sino que por el contrario, ha generado cismas difíciles de superar, por ejemplo en las relaciones transatlánticas entre Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea, como Francia y Alemania que perciben el mundo bajo una perspectiva de preservar la legalidad y legitimidad internacional y un mundo en términos de participación multilateral. Asimismo, otro cisma se planteó al interior del Consejo de Seguridad desde el momento que se prescindió de su actuación en las negociaciones durante la preguerra como así también en la OTAN, organismo de defensa regional que no se pudo activar por posiciones encontradas en torno a la legalidad de su posible accionar como se manifestó en la sede de Bruselas- para salir en defensa de Turquía en caso de haber sido atacada por el régimen de Saddan Hussein. Las guerras a las que se deberá hacer frente –siguiendo a Robert Kaplan- serán diferentes por los medios que empleará, estas no serán en contra de un enemigo grande 4 Véase: www.ilea.ufrgs.br/nerint.htm consultado en marzo de 2003. 10 como Hitler en la Alemania del Tercer Reich ni un bloque como lo fue la URSS con su área de influencia durante la Guerra Fría. Por el contrario, las guerras serán sucias, y en rincones anárquicos del globo que tendrán como epicentro el medio urbano. No sólo porque golpeará en lugares neurálgicos valiéndose de la más sofisticada tecnología (Internet, telefonía celular móvil, medios de transportes modernos etc) sino porque será producto de fuerzas internas complejas que la desatarán. Las condiciones sociales en algunos lugares serán el laboratorio en donde se incuben esas fuerzas que intentarán contestar a los descalabros producidos, entre otros factores, por la tan mentada globalización. Por eso las crisis futuras serán de signo hobbesiano y malthusiano. La primera, por el desorden o debilidad institucional en muchos países del tercer mundo, lo cual requerirá de una vuelta al orden (léase esto como intervenciones humanitarias o preventivas) y la segunda, por los desequilibrios demográficos producto del aumento de población joven sin esperanzas a un futuro mejor. El terrorismo internacional no atacará siguiendo los presupuestos tradicionales de una guerra, sus operaciones serán sencillas, rápidas y despiadadas y contarán con una ventaja, el no dejar huellas. En consecuencia, la respuesta deberá ser otra, para Kaplan implicaría una vuelta de los antiguos guerreros, es decir, a inmiscuirse en el terreno que le da abrigo -Estados Malévolos como los denomina- así haya que dejar algunas estrategias militares que caracterizaron a las intervenciones norteamericanas. Si los soldados norteamericanos no saben luchar y matar de cerca, la condición de superpotencia de Estados Unidos queda entre dicho (Kaplan:2002:37). Claramente, esto implica desembarazarse del denominado Síndrome de Vietnam, en donde se buscaba limitar el número de bajas americanas y poner el acento en la superioridad de la tecnología bélica a través de ataques aéreos quirúrgicos sin comprometer hombres en el terreno. La guerra contra Irak a principios de año demostró que ya no bastaban los raid aéreos sino que era importante introducir tropas en el terreno, lo paradójico es que han muerto más hombres “finalizada” la guerra y no durante la misma. No caben dudas acerca de la superioridad militar de los Estados Unidos, más aún teniendo en cuenta que su presupuesto de defensa es el más grande en relación al resto de los países, lo cual deja a las claras la patente unipolaridad militar (esto no debería redundar en actuar de forma unilateral), sin embargo, no escapa a la realidad actual del mundo 11 globalizado que en definitiva afecta el carácter y alcance de su supremacía. En términos de Jaime Ojeda, el mundo globalizado es unipolar en lo militar, pues (EEUU) es el único país que puede desplegar por todo el mundo fuerzas nucleares y convencionales en superioridad numérica y tecnológica invencible. Pero el mundo tiene una estructura multipolar, para empezar en lo económico (Ojeda:2003:123). Esto se traduce en la presencia de otras economías industrializadas importantes como la de la Unión Europea y Japón, junto a la americana, en donde se produce una imbricada red de intereses públicos y privados con la participación de actores no estatales y muchos centros de decisión. A los que de forma adicional se agrega el resto del mundo en desarrollo y dos países cada vez más importantes gracias a su proceso de industrialización como son China y la India. En este sentido, se puede decir que la economía internacional no depende exclusivamente de los Estados Unidos, y que los límites a la tentación unilateral se encontrarían entre otros aspectos en el funcionamiento del sistema económico internacional. Precisamente decimos “entre otros aspectos” porque la campaña electoral presidencial para el 2004 puede ser un motivo de cambio en el rumbo de los asuntos internacionales norteamericanos. La difícil empresa de realizar la guerra contra Irak –en términos económicos- todavía hoy no tiene un costo fijo a diferencia de la Guerra del Golfo, en donde otros países participaron aportando dinero, éste estaría calculado en unos 70 billones de dólares. Por tal motivo, es ingenuo suponer una prolongación de un accionar de tipo unilateral en el tiempo, debido a que ningún imperio o potencia hegemónica ha podido sostenerse exclusivamente en el poder militar. No es casual, entonces que los costos de la Guerra contra Irak hoy sean un motivo de preocupación, lo cual conduciría a una mayor participación de las Naciones Unidas en la reconstrucción del país, de acuerdo con las últimas declaraciones oficiales. Precisamente se necesitan sólo 40 billones de dólares para que Irak aumente la producción de petróleo de 2 millones de barriles diarios a 6 en los próximos 10 años y así poder desarrollar su economía, pero sin tener en cuenta lo que implica la reconstrucción y saneamiento de todo el país. Si la Guerra contra Irak se enmarca en la Guerra contra el Terrorismo Internacional, los costos económicos serán un factor a sopesar frente a posibles situaciones análogas debido a que implicará dejar abierto muchos frentes tanto en lo militar como en lo económico. La pretensión de establecer un orden internacional combinando la dimensión 12 unipolar que se desprende de la supremacía militar junto al accionar de tipo unilateral, es una tarea difícil de sostener, en donde los errores pueden ser enormes, dado que a mayor hegemonía mayor vulnerabilidad en todos los aspectos. Por eso, para Joseph Nye, una adecuada combinación de poder duro –hard power- y de poder blando –soft power-, entendido este último como la habilidad de asegurar los resultados a través de la atracción en lugar de la coerción (...) que se encuentra en la cultura, ideales políticos y políticas (Nye:2003:74) resulta imprescindible en el mundo de hoy. De esta forma, se podrían mitigar los efectos del poder duro que impera en la administración Bush, dado que en la esencia del poder blando están la legitimidad y credibilidad tan necesaria para la política internacional de los Estados Unidos, sobretodo hacia la región Medio Oriente. - Cuando los escenarios son inciertos en torno a Medio Oriente Cabe mencionar, que desde mediados de los noventa han sido numerosos los trabajos escritos que apelaban a la elección nuevamente de Irak como blanco en la política exterior norteamericana, respondiendo al diseño formulado por los denominados halcones – línea dura y conservadora- en la actual administración, los cuales planteaban la necesidad de seguir las acciones en contra del régimen de Bagdad, sin éxito durante el gobierno del Bill Clinton, pero con influencia en el gobierno de George W. Bush. Esto se puede corroborar haciendo una lectura de los artículos en The Heritage Foundation, Carnegie Endowment y The Atlantic entre otros. De los mismos, se puede divisar un denominador común en torno a la necesidad de incorporar a Medio Oriente dentro de la democracia con el objeto de traer estabilidad a la región empezando por Irak, el cual ejercería una suerte de efecto demostración. Irak, debía convertirse en la base de Estados Unidos en Medio Oriente para el siglo XXI, debido a que la posición norteamericana necesitaba una relocalización en la región, ya no centrándose en Arabia Saudita con el despliegue de tropas –sobre los denominados lugares Santos del Islam y el impacto que puede generar- ni en Israel con el problema interno con los palestinos. En tal sentido, mover las fichas en el tablero 13 deslizándose hacia Irak permitiría a Estados Unidos reposicionarse y enfrentar los conflictos en la región, inclusive en la lucha contra el terrorismo internacional. Empero, los resultados no han sido los mejores hasta el momento. Aunque por primera vez, en la región de Medio Oriente están involucradas tropas americanas realizando una verdadera ocupación –y ya no un ataque desde un país vecino- lejos se está de haber logrado la pacificación de Irak, sino que por el contrario está despertando nuevos desafíos y sombras en el futuro. La pretensión de actuar de manera unilateral se ha centrado en Medio Oriente en donde la posguerra está demostrando algunos límites que provienen de la topografía del terreno en donde impera un equilibrio frágil difícil de manejar. Los planes de atacar a Irak tuvieron más de un año de elaboración –como según se ha expresado de forma oficial desde el Departamento de Estado norteamericano- pero no han tenido una verdadera comprensión de la situación interna y lo difícil que puede resultar extrapolar modelos a realidades imbuidas en una mayor complejidad. Los motivos que llevaron a atacar a Irak según la administración norteamericana fueron tres: que Saddam Hussein era un dictador y que en Irak no se respetaban los derechos humanos; que poseía armas de destrucción masivas, tanto químicas como bacteriológicas, aunado a la reactivación de los planes de obtención de uranio enriquecido – yellow cake con 235 isótopos- plausibles de ser empleados con fines bélicos nucleares; y por poseer contacto con la red terrorista de Al-qaeda. Sin embargo, estos argumentos se fueron cayendo uno a uno con el paso del tiempo. Primero, porque el hecho que Saddam Hussein haya sido un dictador no sorprendió a nadie en la región y en el mundo, y menos las acusaciones de violar los derechos humanos que no se respetan en el conjunto de Medio Oriente. Segundo, los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y del Comité de Monitoreo y Control de las Naciones Unidas (UNMOVIC) fueron fidedignos, no sólo porque no se encontraron las mencionadas armas in situ, sino que el gobierno norteamericano declaró oficialmente que éstas habían sido un “pretexto” para intervenir. Tercero, no se pudieron comprobar los contactos entre el régimen baasista de Saddam Hussein y Al-qaeda porque los fines políticos tanto de uno como del otro son antagónicos. El primero es un régimen laico, nacionalista e impregnado de una concepción socialista que sólo se ha valido por cuestiones pragmáticas de la religión, mientras que la segunda plantea como fundamento del orden 14 político a la religión islámica, la unidad del mundo árabe musulmán en una comunidad islámica no atada a bases nacionales, además de haber nacido como una organización anticomunista como consecuencia de la invasión de la ex URSS a fines de los setenta. Lo paradójico de esto último, es que Al –qaeda ha estado en el área autónoma del norte protegido por el patrullaje aéreo de los Estados Unidos fuera del control baasista (Cannistraro:2003:69) Pese a ello, los Estados Unidos han declarado la necesidad de hacer de Irak un país “estable y democrático” una vez cumplidas una serie de etapas en las que se establecería primero una administración militar no inferior a dos años durante el denominado proceso de estabilización, seguida por una etapa de transición del poder a los iraquíes que culminaría en una tercera etapa de transformación en la que se delegaría la soberanía del país al pueblo iraquí. Sin embargo, es una ingenuidad suponer que el cambio de régimen político signifique hacer tabula rasa en Irak, un país que tiene varias líneas de fractura. Desde el punto de vista étnico entre kurdos y árabes, y desde el punto de vista religioso entre sunnitas y shiítas, lo cual genera una compleja red de intereses difíciles de manejar, de allí que se hable de una “caoscracia”, en lugar de una verdadera democracia. En este sentido, entendemos por caoscracia una situación de inestabilidad severa producto de la presencia de una serie de círculos de poder en donde se imbrican cuestiones tribales, étnicas y religiosas en el que cada uno de los de los grupos internos no logra imponerse por encima de los otros. La manifestación más clara es la violencia generalizada que se hizo evidente una vez terminada la guerra y con el transcurso del tiempo, en donde la pacificación y control del país no se lograron, sino que por el contrario la ola de atentados sobre las tropas británicos-americanas se exacerbó causando más victimas en “tiempos de paz” que durante la misma guerra. La violencia se refleja a diario y de forma adicional en la actitud de los grupos internos frente a la ocupación británico americana, y también entre sí, en donde el sector sunnita de la población que gobernó durante los años del régimen de Saddam Hussein, hoy busca impedir que los shiítas (los cuales son mayoría constituyendo el 60 %de la población) gobiernen. El atentado en contra del Ayatollah Mohammed Bakr Al-Hakim en la mezquita de Najaf, representante del Consejo Supremo de la Revolución Islámica, ha sido un golpe 15 duro para los proyectos tendientes a lograr la pacificación del país.6 El mismo se había convertido en un ficha clave dada la predisposición a cooperar con la administración interina, a pesar de mantener contactos con Irán –país enemigo e integrante del eje del malpor haber estado exiliado allí durante 20 años cuando se encontraba el régimen de Saddan Hussein en Irak. La muerte de Al- Hakin generó una sensación de vacío de poder y de ausencia de un líder legítimo que en definitiva no hizo más que agravar la situación interna porque se perdió el referente al cual entregar la administración interina encabezada por Paul Bremer. Los últimos acontecimientos demuestran que entre las acciones políticas y los hechos no necesariamente existe una coincidencia. Más aún, cuando en los planes previos a atacar, no se contempló con precisión lo que implicaba una reconstrucción de un país que por años estuvo gobernado por regímenes dictatoriales ligados a intereses étnicos y religiosos y que han conducido a forjar estereotipos en torno a la autoridad política alejados de lo que sería una sociedad democrática, con una pobreza estructural que se ha ido profundizando degradando la estructura social, con índices de mortalidad en los últimos años de casi un 100 % -de acuerdo a estimaciones de UNICEF-, con una infraestructura económica y de servicios del país destruidas no sólo por el sistema de sanciones internacionales (que lamentablemente afectaron a la población civil) sino también por las raid aéreos de los últimos años y la guerra de este año. La democracia como régimen político al estilo occidental, no puede imponerse desde el exterior cuando se carece de historia, tradición y valores in situ a la misma, además, en el caso de llamar a elecciones libres, es probable que el gobierno que surja se convierta en una amenaza para los países árabes e islámicos de la región –inclusive para el propio Estados Unidos-que verían con desagrado un gobierno pro iraní dado que el 60 % de la población iraquí -como se mencionó antes- profesa la religión islámica en la vertiente shiíta. Lo notable, es que Irak, de ser un paria internacional durante la década de los noventa, se ha convertido en país clave para el suministro de petróleo según las proyecciones de los Estados Unidos. La política petrolera de Estados Unidos está basada en 6 Veáse: www.lemonde.fr/Le pouvoir religieux chiite d’Irak touché par un atentat meurtrier.htm, consultado el 29 de agosto de 2003. 16 una estrategia de consumo de crudo a bajo precio a nivel internacional y de diversificación del abastecimiento de otras regiones y países además de Medio Oriente, como ser en el Mar Caspio, Nigeria, Chad, Angola, Venezuela, Canadá y México. Sin embargo, Medio Oriente sigue siendo la región más importante porque concentra el 30% de la producción global de crudo y más del 40% de las exportaciones mundiales, a lo que se agrega, como dato no menor, que posee el 65% de las reservas conocidas del planeta. A ello se suma, de acuerdo con las estimaciones para el 2020, que la producción nacional en los Estados Unidos caerá, lo cual aumentará la dependencia externa del suministro. En este sentido, Irak es un eje importante en la estrategia de suministro de crudo a bajo precio porque: Irak es el segundo país con reservas mundiales comprobadas, lo cual lo convierte en un gran productor de petróleo en potencia, que en el caso de aumentar su producción para el 2010 representaría el 5% de la producción mundial y para el 2020 el 10%. Esto equivaldría a equiparar a Arabia Saudita e incluso desalojarlo del primer puesto de productor para el mencionado año. A ello se debe agregar que asegurar el mercado iraquí con un control más directo permitirá hacer frente a un desafío planteado en un escenario proyectado hacia el 2035, en donde China –que viene creciendo entre un 8 y 10% anual desde 1979 y que además viene realizando un proceso de transformación industrial reemplazando el carbón por el petróleo como insumo básico para la industria- se convertiría en una potencia económica rival a la hora de encontrar suministro de petróleo en Medio Oriente. Las reservas de petróleo de Irak son la segunda más grande del mundo, con un valor de 3400 billones de dólares (calculadas en 25 dólares el barril). Hoy produce 2 millones de barriles diarios y con una inversión de por medio llegaría a 4.2 o 6 millones. Estos no son datos menores. Por tal motivo, se puede pensar que lo que ha sido una Guerra Preventiva para los Estados Unidos no es más que la búsqueda de una Paz lucrativa pensada en estos términos.5 La presencia británico- norteamericana en Irak no ha sido vista como una fuerza liberadora sino que por el contrario es una ocupación – pese a las promesas de Washington de abandonar el país tan pronto como sea posible un gobierno electo- que atenta contra los principios y derechos de todo el mundo árabe e islámico. Pero por sobretodo, se critica 5 Véase el informe del Deutch Bank en: www.equities.research.db.com/DB_reportIrak.pdf consultado el 13 de abril de 2003. 17 haber iniciado la guerra de forma tan planificada, creando la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos, encargada de establecer las tareas durante la administración interina, desconociendo la realidad del terreno. Este inconveniente, para nada menor, ha conducido a un cambio de postura buscando el paraguas de Naciones Unidas como la organización lo suficientemente capaz de realizar la tarea de controlar y pacificar verdaderamente el país, revelando así la existencia de dos planes en un solo país. Sin embargo, ello requerirá construir los consensos y las relaciones transatlánticas para arribar a un compromiso, el cual hasta el momento dista bastante de haberse logrado. Con motivo de celebrarse la 58 reunión de la Asamblea General el 23 de septiembre, las consultas diplomáticas previas presentaron dos posturas antitéticas e irreconciliables.7 Por un lado la francesa, en donde el Presidente Jacques Chirac y el canciller Dominique de Villepin expresaron que la posición de ese país es de devolver la soberanía a los iraquíes, no de forma simbólica, sino real a través de elecciones supervisadas internacionalmente y con una participación activa y no nominal de las Naciones Unidas, como ocurre hasta el momento. Ello se debería traducir en un inmediato fin de la ocupación americana y un manejo de la gestión en manos del Consejo de Seguridad, de lo contrario Francia no ayudaría Por el otro, se encuentra la posición de George W. Bush, quien plantea la participación de Naciones Unidas en la administración de Irak en lo que hace sólo al control y pacificación –y obviamente una distribución de los costos de la reconstrucción-, no así a la cesión del país a manos iraquíes. La disyuntiva generada en relación a como seguir es motivo de preocupación, teniendo en cuenta que los escenarios en la región de Medio Oriente son inciertos y movedizos como las arenas que se encuentran en la geografía del lugar. En consecuencia, la aplicación de una alta ingeniería geoestratégica deberá contemplar las conflictos no resueltos en la región con una visión sensata de los hechos, las rivalidades internas de cada país, la efervescencia de los grupos islamistas quienes encuentran suficiente asidero para su accionar después de la guerra con motivos de la ocupación, los intereses en torno a la configuración de un nuevo mapa y los equilibrios frágiles existentes que pueden dar lugar a una desestabilización difícil de manejar. 7 Vease: www.lemonde.fr/ MM Chirac et Bush réaffirment leur désaccord sur L’Irak.htm, consultado el 22 de septiembre de 2003. 18 El temor a que en Irak se instituya una democracia genera alarma en los países de la región, quienes temen la presencia de otro Estado chiíta, por el peso de la composición demográfica del país, lo cual provocaría una reversión de la supremacía sunnita en la región. En tal sentido, ha sido motivo de atención la actuación norteamericana en el mundo árabe e islámico al derrocar un régimen que en definitiva era nacionalista, aunque había virado en los últimos años a apelar al recurso de la religión para obtener legitimidad interna, como lo era el de Saddan Hussein. A simple vista, la República Islámica de Irán sería el país más beneficiado en caso de ocurrir esto, pero creemos necesario plantear una serie de cuestiones que permiten entender la “relativa pasividad” durante y después de la Guerra de este país. Si bien la densidad de población chiíta constituye una mayoría frente a la sunnita en Irak, esta no se identifica con la jerarquía de los Ayatollahs de Irán, inclusive actuaron en contra de Irán – apoyando a Saddan Hussein- en la Guerra entre 1980 y 1988. Por tal motivo, los vínculos de hermandad se pierden en las relaciones de parentesco lejanas no fáciles de manejar. La presencia de un Estado democrático chiíta exitoso en Irak puede convertirse en una amenaza para Irán, teniendo en cuenta que estaría cercado en el este por Afganistán, hoy bajo la autoridad de Hamid Karzai -y apoyado por Estados Unidos- el cual no ha dado cabida a las demandas de la población chiíta en el país, y en el Oeste por un gobierno proamericano en caso de seguir la actual administración a cargo de Paul Bremer o de respetar la voluntad pueblo iraquí vía elecciones democráticas al estilo occidental. Un dato no menor resulta de este cerco, debido a las presiones internas que debe enfrentar el régimen de Teherán, no sólo entre reformistas y conservadores, sino también por la disconformidad de la población iraní que ha demostrado ser en este último tiempo la más pro americana de la región. Después del derrocamiento de Saddan Hussein, Irán ha vuelto a ocupar el status de potencia regional del Golfo Pérsico, status difícil de ejercitar por las presiones norteamericanas en torno a los vínculos con el terrorismo internacional y a la posesión de armas de destrucción masiva, químicas y biológicas -que empleó en su momento contra Irak en la guerra de hace dos décadas- y eventualmente nucleares según las investigaciones realizadas por la AIEA. 19 Arabia Saudita es uno de los países que más teme la presencia de un gobierno chiíta en Irak y por sobretodo democrático. Esto deviene de la cerrazón del sistema político manejado por la dinastía Saud que se encuentra en el poder y que ha evitado todo tipo de demandas en pos de una mayor apertura pese a las promesas de querer realizarlas, en donde debería reconocer la existencia de la población chiíta en el país. Sin embargo, la expectante previsión es lo que ha rodeado en torno a Arabia Saudita, no sólo por ser el principal exportador de petróleo del mundo sino también por albergar en su territorio los denominados Lugares Santos del Islam, la Meca y Medina. En donde se ha intentado –por parte de los Estados Unidos- no romper las relaciones de privilegio que datan desde 1945, a pesar de haber estado financiando redes terroristas, incluidas Al-qaeda (de los 19 secuestradores de las aviones que se emplearon en los atentados del 11 de septiembre, 15 eran sauditas y ninguno era iraquí). Uno de los mayores temores es que el reino saudí pueda caer en manos de los movimientos islamistas (los cuales prescinden de connotaciones nacionales para abrigar los presupuestos religiosos que den identidad y sentido) y así controlar los lugares santos ejerciendo un dominio inusitado en el mundo islámico. Por eso, la pretensión de realizar el enlargement de la democracia no está pensado para todo Medio Oriente, lo cual no sería una novedad frente el double standart en la política exterior norteamericana hacia la región. Las presiones para una liberalización política del régimen waabita, tomando como modelo el experimento democrático de Irak, se pueden ver frenadas. Si prevalecen los radicales chiítas de Irak, es difícil imaginar una reforma política en Arabia Saudita (Brumberg:2003:63). En otros países de la región el reconocimiento de la población chiíta y de un régimen democrático puede afectar el orden de cosas interno. En Bahrein, en los últimos años, y pese a la reforma política realizada en pos de una democratización del régimen, los chiítas no han sido incluidos en el gobierno y se teme que el efecto de demostración de Irak –en caso de funcionar- afecte la estabilidad del país. Una situación análoga ocurriría en el Líbano, en donde el Partido Hezbollah, pro iraní e integrado por árabes chiítas, esperan lograr apoyo de Irak para presionar al actual gobierno y así realizar un cambio político. También en Siria, el actual presidente Bashar el Assad se ha mostrado dispuesto a 20 emprender una reforma del régimen político, sin por ello menoscabar la preponderancia aluí (que es una escisión del chiísmo). En términos generales, la búsqueda de la democracia en Medio Oriente es un experimento cuyo resultado hasta la fecha es incierto, en donde la participación electoral de los ciudadanos se complica a instancias de las presiones demográficas matizadas por el factor religioso. Esto también ha quedado demostrado en el compromiso de los Estados Unidos y de los tres integrantes del Cuarteto (la Unión Europea, la Federación Rusa, y Naciones Unidas) que no sólo plantearon en la denominada Hoja de Ruta entre palestinos e israelíes la creación del Estado de Palestina para el 2005, sino también el carácter democrático de sus futuras instituciones. Cabe mencionar que la denominada Hoja de Ruta surgió finalizada la Guerra contra Irak en un intento de terminar con la escalada de violencia desatada en el año 2000, con la denominada Intifada de Al –Aqsa. Empero, el proceso de paz dista mucho de haber seguido la ruta planteada frente a los obstáculos que han ido apareciendo en su recorrido. En la actualidad, se estaría –supuestamente- asistiendo a la segunda fase de la Hoja, en donde la violencia de los grupos armados debería haber cesado, Israel debería haberse retirado de los asentamientos creados con posterioridad a septiembre de 2000 y la Autoridad Nacional Palestina tendría que haber redactado una nueva constitución democrática para el funcionamiento de sus instituciones y de elección de sus gobernantes. Pero, nada estaría más lejos de la realidad. La pretensión norteamericana de lanzar el proceso de paz, buscando recomponer la imagen en el mundo árabe e islámico por la Guerra contra Irak, no ha dado los resultados esperados, pese al sano consejo de los demás integrantes del cuarteto, de esperar el momento oportuno a la hora de actuar. En este sentido, la pretensión de actuar de manera unilateral plantea límites, pero también deja abierto varios frentes en los escenarios inciertos que se pueden divisar en torno a la región de Medio Oriente. La cuestión estriba en saber entender la magnitud de lo que un solo país pudo generar con su accionar, después de la Guerra de Irak, lo cual no ha hecho más que abrir una Caja de Pandora. 21 -Conclusiones En consonancia con el tema que se ha abordado en este trabajo, El Orden Internacional después de la Guerra de Irak. Escenarios inciertos entorno a Medio Oriente, creemos oportuno realizar las siguientes conclusiones, las cuales si bien no intentan cerrar una discusión que dista mucho de haber finalizado, buscan arrojar luz a un tema de gran actualidad: - Después de la Guerra de Irak, podemos decir que lo que ha terminado es el Orden de post Guerra Fría, en torno al cual ha habido un gran debate sobre el accionar del único país con status de superpotencia militar en el mundo. - A lo largo de la década que abarcó el denominado Orden de Post Guerra Fría, existieron una serie de factores, hechos y acciones que coadyuvaron a los Estados Unidos a actuar de manera unilateral, prescindiendo de instancias y marcos multilaterales. En consecuencia, lo que pudieron ser antecedentes aislados y anómalos en la actuación de tipo unilateral, en nuestros días, se presentarían como la regla, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos acaecidos. - En este sentido, los atentados del 11 de Septiembre han servido de catalizador para confirmar una tendencia que estaba conduciendo lentamente a la configuración de un orden internacional con una potencia hegemónica, con capacidad de obrar de forma unilateral a nivel internacional, y de intervenir de forma preventiva en los asuntos internacionales. Pero también han servido para demostrar lo paradójico que resulta la globalización como proceso, en tanto que ha permitido que los adelantos tecnológicos sean utilizados para asestar un golpe –con consecuencias psicológicas difíciles de manejar por parte de los Estados Unidos- con la globalización del terrorismo internacional en su vertiente islámica. - Si bien la lucha internacional contra el terrorismo y su condena ha contado con el apoyo de la comunidad internacional prácticamente en su totalidad, no ha apoyado el accionar de tipo unilateral norteamericano por fuera de la legalidad y legitimidad internacionales, amparándose en los valores morales de un único país que ha buscado hacerlos extensivos a todos los confines del mundo. La tentación a la unilateralidad puesta de manifiesto en la guerra contra Irak, hizo notorio el cisma 22 generado en los organismos internacionales y en la política internacional en lo que hace a la forma de actuar en asuntos internacionales. - El Orden Internacional estaría mostrando un sesgo nítidamente unilateral en el aspecto militar sobretodo en lo que hace a su accionar, dado que los Estados Unidos son la única superpotencia con la capacidad de actuar en cualquier parte del mundo desplegando armamento de tipo convencional y no convencional, sin embargo, la estructura del orden actual es multilateral en otros aspectos. Precisamente es el aspecto económico el que permite que una potencia realice un despliegue de las características antes mencionadas, pero éste no puede mantenerse in eternum, porque a mayor hegemonía mayores son las vulnerabilidades (no sólo las estratégicas sino también las económicas). Hoy la economía norteamericana está en un proceso de ralentización que preocupa y compromete su desempeño en el corto plazo, más aún en caso que existan nuevas guerras preventivas. - La tentación de actuar de manera unilateral se vio reflejada en la Guerra contra Irak, con un proyecto estratégico que si bien dio los resultados esperados teniendo en cuenta la duración de la guerra en sí, no contempló las consecuencias en un país atravesado por diferentes líneas de fracturas. Esto ha conducido a un cambio de planes sobre la marcha tendientes a encontrar una pronta solución, por ejemplo, cediendo a las Naciones Unidas el control y pacificación del país. Empero, el cisma generado en las relaciones transatlánticas y en el seno del Consejo de Seguridad han tornado infructuosa la reciente disposición a resolver la situación en Irak. - La situación de caoscracia en la que se encuentra Irak ha revelado que el accionar unilateral es posible, pero a costas de generar mayor inestabilidad en la región. Los escenarios que se vislumbran en los países de Medio Oriente son inciertos y despiertan incertidumbres en relación al futuro del estado iraquí, así como también en el resto de los países de la región. - No caben dudas que los guerra ha sido incierta, las condiciones internacionales son diferentes, y que las consecuencias hasta el momento son incalculables en término de vidas humanas e indicadores económicos, lo cierto es el gran poderío bélico de la única superpotencia mundial que pudo actuar de manera unilateral. Sin embargo, un 23 solo país en este caso pudo ganar la guerra, pero la paz en el mundo que viene por sí solo no la puede construir... 24 - Bibliografía BOBBIO, Norberto, El filósofo y la política, FCE, México, 1996. BRUMBERG, Daniel, The Middle East’s muffled signals, en Foreing Policy & Carnegie Endowment Special Report, USA, nº 137, Julio/Agosto 2003. CANNISTRARO, Vincent, Terror’s undiminished Threat, en Foreing Policy & Carnegie Endowment Special Report, USA, nº 137, Julio/Agosto 2003. DE VILLEPIN, Dominique, Reanudar el diálogo transatlántico, en Política Exterior, Madrid, vol. XVII, nº 93, Mayo/Junio 2003. HOFFMAN, Stanley, “Clash of globalization”, en Foreign Affairs, vol.81, nº4, Julio/Agosto 2002 KAGAN, Robert, Loocking for Legitimacy in all the wrong places, en Foreing Policy & Carnegie Endowment Special Report, USA, nº 137, Julio/Agosto 2003. KAPLAN, Robert; El retorno de la Antigüedad, Printing Books, Buenos Aires, 2002. 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