La librería de Don Quijote de la Mancha Los “malditos libros de caballería”, “más de cien cuerpos (volúmenes) de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños”, que el ingenioso hidalgo solía leer tan de ordinario volviéndole el juicio, se encontraban en su aposento bajo llave; los tales libros fueron condenados a la hoguera por la sobrina de don Quijote, “porque todos han sido los dañadores”; y encomendados a “Satanás y a Barrabás” por la señora ama, que “con mucho contento” “no se dijo ni a tonta ni a sorda, sino a quien tenía más gana de quemallos que de echar una tela (tejer una tela) por grande y delgada que fuera”, “ejecutaba lo que le era mandado” y arrojaba por las ventanas al corral, donde se hizo un rimero (montón) para pegarles fuego, en el donoso y grande escrutinio que hizo Pero Pérez -que así se llamaba el cura del lugar de la Manchacon Nicolás –que éste era el nombre del barbero- cuando el caballero andante se encontraba dormido en su casa, recuperándose del “molimiento, por haber dado una gran caída con Rocinante, su caballo, combatiéndose con diez jayanes (gigantes), los más desaforados (desmedidos) y atrevidos que se pudieran encontrar en gran parte de la tierra”, y que fue hallado en desgracia por Pedro Alonso -labrador del mismo lugar y vecino suyo- en la primera salida, “la del alba sería (la hora del alba sería) cuando don Quijote salió de la venta tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo”. El pensador de Ramón Reveles De aquellos inocentes libros grandes de caballería, solo fueron perdonados del ciclo de los Amadíces, el volumen de “Los cuatro libros del virtuoso caballero Amadís de Gaula” de Garci Rodríguez de Montalvo; Palmerín de Inglaterra, hijo del rey don Duardos de Francisco de Moraes (1545); Don Belianís de Grecia (1547-1579) de Jerónimo Fernández y la Historia del famoso caballero Tirante el Blanco de Joanot Martorell. Los pequeños libros que no merecieron acompañar a los condenados al corral eran novelas pastoriles y de poesía. Las novelas pastoriles: La Diana de Jorge de Montemayor; Los diez libros de Fortuna de Amor de Antonio de Lofraso; El pastor de Fílida de Luis Gálvez de Montalvo y La Galatea de Miguel de Cervantes al que el cura presenta como amigo suyo. Las poesías líricas: Tesoro de varias poesías de Pedro de Padilla y El cancionero de López Maldonado (ambos amigos de Cervantes). Los poemas heroicos y narrativos: La Auracana de don Alonso de Ercilla; La Austríada de Juan Rufo; El Monserrato de Cristóbal de Virués y Las lágrimas de Angélica de Luis Barahona de Soto. “Cansado el cura de ver más libros, y así, a carga cerrada (de una sola vez sin verlos) quiso que todos los demás se quemasen”. En el Libro 6, Primera Parte, Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo, sirve para emitir un juicio general sobre las obras de la época, algo a lo que Cervantes demostró ser muy aficionado. Referencias:__________________________________________________ Libros V y VI de la Primera Parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. RAMÓN SOPENA EDITOR SEGUNDA EDICIÓN ESPECIAL Para conmemorar el TERCER CENTENARIO DE LA MUERTE DE MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA acaecida el 23 de Abril de 1616 Saúl Torres Barbosa Septiembre de 2014