EFECTO DEL 2,4-D SOBRE EL ALGODÓN (*) Introducción La adopción de la siembra directa, como alternativa conservacionista, se ha difundido fuera de la región de origen, hacia las zonas menos tradicionales, sin escapar a ello la región algodonera típica con gran porcentaje de suelos degradados por el monocultivo. Esta práctica implica el uso intensivo de herbicidas en presiembra, para “quemar” los vegetales verdes con glifosato más el agregado de 2,4-D en distintas proporciones, para mejorar el control de latifoliadas de gran desarrollo, para la implantación de soja en forma directa. Normalmente los lotes que se conducen con siembra directa son vecinos a lotes de algodón, que por efecto de la deriva de la pulverización y la volatilización del herbicida 2,4-D crea serios problemas de fitotoxicidad al algodón a considerables distancias de la aplicación. Los herbicidas hormonales (entre ellos 2,4-D, Dicamba) pueden causar síntomas sobre plantas susceptibles por los siguientes caminos. Deriva es el movimiento físico de las partículas pulverizadas a través de los picos pulverizadores. Aún trozos de carbón derivarán si se realiza con mucho viento. La peligrosidad de la deriva de los herbicidas aumenta a medida que aumenta la velocidad del viento, las gotas pulverizadas pequeñas y/o la altura del botalón por arriba del canopeo aumenta. Minimización de la deriva por pulverización. Es conocido que la deriva depende de la velocidad del viento, tamaño de gotas y altura de botalón, la velocidad del viento que exceda las 16 km/h es muy elevada para una aplicación segura de herbicidas hormonales habiendo cultivos susceptibles en el área. La velocidad del viento se puede determinar usando un adecuado anemómetro. Los herbicidas hormonales no volátiles y de baja volatilidad se pueden aplicar con seguridad bajo las condiciones que a continuación detalla la Tabla 1 Tabla 1. Ubicación del algodón o cultivo susceptibles Velocidad del viento Viento abajo Viento arriba Km/h Km 0 -3 1,6 0,8 km 4-6 3,2 0,20 km 7 - 10 6,4 8,60 m Fuente: Robert B. METZER, Dudley T. SMITH and Rupert D. PALMER Las partículas grandes se producen cuando la pulverización se realiza a baja presión, 30 a 20 libras por pulgada cuadrada o menos, y con pastilla adecuadas para alto volumen, 140 a 280 L/ha. La pulverización a alta presión, 40 libras por pulgada cuadrada o más, rompe la pulverización en un patrón de pequeñas partículas y producen una niebla que puede derivar. Equipos terrestres con pastillas tipo abanico plano podrían operar con un solapamiento de 43 a 51 cm por arriba de la parte superior de las malezas. La altura del botalón se puede reducir a 15 a 20 cm por arriba del objetivo, usando pastillas flood. Las aplicaciones aéreas causan más deriva de herbicidas que la aplicación terrestre. La pulverización aérea libera gotas pulverizadas a mayor altura del cultivo y crea en el aire turbulencia. Todos los equipos deben tener una válvula de corte instalada entre el tanque y la salida (pastillas). Cada pico tendría un dispositivo de corte de válvula. Se deben instalar manguera y conexiones de mangueras para prevenir el goteo. Cuando se siguen todas las precauciones de seguridad, se puede minimizar mucho la deriva química, como queda demostrado con el equipo terrestre. La Volatilidad es la pérdida y movimiento de un herbicida como humo o vapor en el aire a temperaturas superiores a 32 °C y humedad relativa menor a 20%, las pulverizaciones con formulaciones de 2,4-D como éster en agua o emulsiones pueden volatilizar. Estos vapores de herbicidas pueden causar síntomas en cultivos sensibles a vario a varios kilómetros del lugar de aplicación. Efectos generales sobre el crecimiento de la planta La sintomatología típica del algodón que fue afectado por el 2,4-D, es la aparición, luego de unos días de la aplicación, de hojas deformadas “patas de rana”. A menos que la planta sea “quemada” por el uso de elevadas dosis de 2,4-D las lesiones no aparecen inmediatamente debido a que se hacen visibles como consecuencia del crecimiento posterior a la aplicación del 2,4-D. Las deformaciones aparecen sobre el tejido meristemático (de crecimiento) o aquellos potencialmente meristemáticos. Todas las partes de la planta: hojas, tallos, flores y cápsulas que se originan después del tratamiento pueden mostrar lesiones. Si el tallo no crece como consecuencia de la aplicación, lo hacen las ramas laterales. Estas se desarrollan aún en el caso en que la parálisis del tallo principal sea parcial. En el caso de que la detención del crecimiento del tallo principal fuera permanente, las yemas axilares producirán ramas que se desarrollan a altura normal, y son las que se transforman en fructíferas, con un retraso considerable del ciclo del cultivo Deformaciones de las hojas Normalmente las primeras hojas que se producen de la yema terminal a continuación de la aplicación del 2,4-D presentan ligeras deformaciones. La intensidad de la deformación se incrementa en las hojas subsiguientes, pasan posteriormente por una fase regresiva, para finalmente volver a la hoja normal. A: Hoja normal de algodón B: Ligera mal formación, leve atenuación de los lóbulos, nervadura cercana al patrón normal, lámina con margen ondeado. C: deformación moderada, lóbulos ligeramente atenuado, ligera anastomosis del nervio central, unión de lámina con pecíolo, la lámina con margen ondulado. D: severa deformación, extrema reducción de la lámina, gran reducción los tejidos clorofílicos, que están limitado a las nervaduras y a lo largo del margen irregular de la lámina; dientes en el ápice de la hoja tan o más largos que la propia lámina. E: deformación muy severa –completa anastomosis de la nervadura de la lámina- solamente tejido clorofílico a lo largo del margen irregular de la lámina, fusión de estípulas y pecíolo, diente cortos en el ápice de la hoja. Deformaciones en flores y cápsulas Las flores pueden deformarse si aparecen en el momento de la aplicación del 2,4-D. A menudo las brácteas que rodean a la flor se fusionan siendo su superficie inferior a la normal. Igualmente los pétalos se fusionan, enanizan o desaparecen. Las flores fuertemente deformadas no producen cápsulas. Las cápsulas que alcanza a desarrollarse son generalmente deformadas, de apariencia adelgazada, donde uno o más lóbulos no desarrollan semillas. Tolerancia a las dosis de 2,4-D Para una dosis dada de 2,4-D son más sensibles las plántulas que las plantas maduras. Para el mismo estadio, la respuesta de las plantas de algodón depende de la dosis. A medida que las plantas envejecen se requieren mayores dosis para obtener una deformación como respuesta. Dosis letales para el algodón A pesar de su sensibilidad al 2,4-D, normalmente se requieren grandes cantidades de éste para matar la planta de algodón. Brown y colaboradores han indicado que en el estadio de plántula se requiere de 0,168 a 1,12 kg/ha. La cantidad exacta varía con el tamaño de la planta, rapidez de crecimiento y método de aplicación. El período en el cual el estímulo de 2,4-D persiste y aparece en los embriones de las semillas subsiguientemente formadas se halla probablemente determinado por la extensión del crecimiento vegetativo a continuación de la aplicación y antes de la formación de las flores. Si el estímulo ha sido absorbido por el crecimiento vegetativo poca o ninguna lesión se producirá en la semilla. Esto quiere significar, que si las plantas han estado sometidas a pequeñas cantidades de 2,4-D en la etapa de plántulas o quizás aún de primeros primordios, poco daño puede esperarse que se produzca en los embriones de las semillas. Sin embargo, pequeñas cantidades en floración o etapas posteriores son bastante probables que dañen a las semillas. Como ya se señaló, las deformaciones en las hojas por el 2,4-D no se halla necesariamente correlacionado con daños a la semilla, tampoco los tratamientos en la etapa de fructificación no significan inmediata deformación de la hoja. Las semillas lesionadas tienen menos velocidad de germinación que los testigos. También las plántulas que exhiben deformaciones lesivas tienen menor posibilidad de vida, en parte debido a la incapacidad de las mismas para desarrollar un adecuado sistema radicular. Randall observó en dichas plántulas carencia de desarrollo de las raíces primarias y que la planta se alimentaba únicamente vía raíces secundarias. Uno de los sistemas característicos de lesiones ligeras en la semilla es que durante la germinación las plántulas presentan el hipocótile hinchado cerca del extremo de la raíz. Aún cuando no existe uniformidad acerca de cuál es el estado más susceptible para la reducción de rendimientos, la mayoría de los investigadores están de acuerdo que la etapa menos susceptible es la de la fructificación. Sin embargo, aún en este estadio se producen reducciones significativas cuando las dosis son elevadas. Los datos citados parecen algo contradictorios en lo que se refiere a los efectos que puede producir determinado nivel de 2,4-D sobre los rendimientos, no son controlados solamente por las dosis de aplicación sino que también se halla fuertemente influenciado por todos aquellos efectos ambientales que actúan sobre el crecimiento de la planta Goodman indicó que bajo las condiciones ambientales de Mississippi pareció que deformaciones ligeras o moderadas de las hojas en la etapa de plántula no alteraba marcadamente el rendimiento; pero si se produce una disminución en la velocidad de crecimiento del tallo, el rendimiento podría reducirse. Si no se registra interrupción en el crecimiento en altura de las plantas tratadas en las etapas de primordio y floración, él pronostica que el rendimiento no se reducirá. Resulta dudoso que tales condiciones puedan mantenerse para todas las condiciones ambientales, ya que Ergle y Dunlap hallaron que aún cuando el crecimiento del tallo principal no fue detenido, se produjo una significativa reducción de crecimiento. La cesación temporaria de crecimiento es un factor que tiende a retrasar la cosecha y a llevarla a una época en que el potencial destructivo de las plagas alcanza su más elevada expresión. Varios autores señalan el hecho de que la aplicación de 2,4-D retrasa la maduración. El grado de retraso depende de los factores que se han tratado. Recuperación de los efectos del 2,4-D La velocidad con que las plantas se recuperan de los efectos del 2,4-D depende probablemente de la velocidad del crecimiento y de la cantidad de 2,4-D aplicado. Con dosis que no producen la cesación del crecimiento del tallo principal, cuanto más vigoroso es el crecimiento más rápida es la recuperación. Si el crecimiento de la planta es limitado por factores ambientales, los síntomas de deformación pueden extenderse por un largo período. Brown et. al. hallaron que las plántulas se recuperan más velozmente que las plantas maduras. El algodón difiere de la mayoría de las especies en el largo tiempo que el estímulo del 2,4D ejerce su efecto sobre la planta. Mientras que en la mayoría de las plantas estudiadas los efectos del 2,4-D no son de larga duración siendo afectado solamente los tejidos jóvenes en el momento de la aplicación. Mc Ilvath y colaboradores demostraron que el estímulo del 2,4-D puede persistir en las plantas en activo crecimiento y producir lesiones por más de 6 meses. El grado de persistencia es función directa de la dosis. Cuanto mayor es ésta, mayor es la persistencia. Quizás una de las más serias consecuencias de esta persistencia en el efecto que este estímulo puede tener sobre la formación de la semilla. Efecto sobre las características vegetativas: al estado de plántulas causa un drástico cambio en el hábito de crecimiento. Esto se debe principalmente a la inhibición de la elongación del tallo principal a través de la disminución de la iniciación de nudos y la elongación de los entrenudos. Con la aparente pérdida de la dominancia apical se desarrollan numerosas ramas vegetativas laterales. El origen de estas ramas laterales se debe al bajo número de nudos en todos los casos. Más avanzado el cultivo el meristema apical del tallo principal comienza a necrosar y las pequeñas hojas con pronunciadas malformaciones comienzan a caer. Los tratamientos al estado de primordio floral, bajas exposiciones no provocan reducción en el crecimiento del tallo principal, pero presenta un efecto estimulador. Las dosis más altas causa disminución del tallo principal acompañado por un significante número de ramas vegetativas laterales. Presenta también una ligera disminución en el número de nudos y en la longitud de los entrenudos. Las aplicaciones al estado de antesis y fructificación no presentaron efecto sobre la altura del tallo principal, número de nudos, longitud de los entrenudos o en el número de ramas vegetativas laterales. Malformaciones de las hojas. Se observa diferentes grados de deformaciones foliares, se las clasificó en cuatro tipos: ligera, moderada, severa y muy severa. Síntomas de los herbicidas hormonales Cultivos susceptibles. El nivel de reducción del rendimiento está relacionado al uso de herbicida, cantidad de la deriva y estado de crecimiento del cultivo cuando es pulverizado. Los cultivos sensibles pueden mostrar síntomas foliares desde 10 g/ha ó más de herbicida hormonal. En algodón, el 2,4-D no causa mayores síntomas que los otros herbicidas comparables de MCPA, o dicamba. Apariencia de las plantas y síntomas sobre el algodón. La deriva de 2,4-D durante el inicio de la floración resulta en la reducción más severa de rendimiento seguido por menos pérdida de rendimiento después de la floración y durante el estado de inicio de formación de bochas. Evaluación del daño. Los efectos de los herbicidas hormonales sobre el rendimiento de fibra son difíciles de establecer durante los estadios tempranos, cuando recién se observan los síntomas. La fertilidad del suelo, lluvias, riego, temperatura, daños por granizo y fecha de frío después de la aparición de los síntomas afectan el rendimiento final. Las pérdidas de rendimiento pueden variar de 15 a 30 % por deriva química. Puede ocurrir una pérdida de rendimiento del 30% o más cuando se usa una pulverizadora contaminada con herbicida. Las mayores pérdidas de rendimiento se pueden esperar en algodón con bajo rendimiento potencial debido a condiciones climáticas adversas o por siembras tardías. (*) Informe preparado por la Ing. Agr. Graciela Guevara INTA EEA Sáenz Peña 1998