Que falte todo, menos el pan “Cuando hablamos de gastronomía, hablamos también de cultura, de cómo se come y por qué. El otro elemento es político, si un jefe de estado quiere evitarse problemas debe asegurarse de que el pueblo tenga el estómago lleno y, por supuesto, suficiente pan”. Así empezó Adelino Braz, Agregado de Cooperación Educativa y Universitaria de la Embajada de Francia, su historia sobre el papel decisivo que ha tenido el pan en la cultura de los pueblos franceses. Muchos desequilibrios en la historia de Francia, explica Braz, tienen que ver con si el pueblo tiene o no pan. En la manera de hablar existen también expresiones cotidianas con la figura del pan: “Hay pan aunque no haya dientes”, “Largo como un día sin pan”, entre otras. El pan es el símbolo de la opulencia y la miseria. En Francia, a diferencia de Colombia, el pan representa una tradición de status que habla bien de quien lo consume. Es un criterio de distinción social y político. El francés está acostumbrado a comerlo en todas las comidas del día y a separarlo rápidamente en la panadería para no perder una jornada sin el sagrado alimento. En Francia el pan es expresión de placer. Comenta el diplomático que es tan agradable que se puede comer sin ningún acompañamiento. Sin embargo, provocó a los asistentes a su charla con un consejo gastronómico: cortar un trozo de pan, sobre el pan poner aceite de oliva, jamón, pimienta y nuevamente aceite. “Luego de comer esto tendrán que confirmar, como yo, que hay un antes y un después”, terminó Braz. Un delicioso recorrido por la riqueza gastronómica de Colombia “Gastronomía colombiana, mil sabores una nación” es el nombre de la conferencia que ofreció Juan Carlos Franco, director del Programa de Gastronomía y Gestión de Restaurantes de LCI, al cierre del Congreso. Se refirió al nacimiento de la gastronomía colombiana, relacionada con la biodiversidad del territorio y la fusión de culturas como la indígena y negra; a Colombia, como un “dechado de virtudes gastronómicas donde cualquier semilla crece sin mayor esfuerzo”. En función de los pisos térmicos, regiones y departamentos de Colombia, Franco hizo un recorrido por la geografía nacional, mientras deleitaba a los asistentes con un relato que recordaba la riqueza gastronómica que hoy se sirve no solo en los hogares, sino en los restaurantes convertida en entrada, plato fuerte, postres y bebidas. Platos conocidos, de consumo cotidiano; otros de nombres extraños que parecen traídos de otros mundo no son más que la herencia cultural de nuestros ancestros que nos recuerdan que la gastronomía colombiana tiene todo para ser una de las más ricas del mundo. Terminó el relato y con él, las fotos de algunos de los sabores típicos colombianos. Además, la invitación a revalorizar la propia cultura inmaterial gastronómica y a gestionar recursos con el Ministerio de Cultura para lograr que el trabajo de investigación de las escuelas y academias de gastronomía logre mayor reconocimiento.