"mise en abîme" y parodia de la novela histórica en "A ilustre casa

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Proceso de mise en abîme y parodia
de la novela histórica en
A ilustre casa de Ramires de Eça de Queirós
Rosa Eugenia MONTES DONCEL
Universidad de Extremadura
rosamont@unex.es
RESUMEN
A ilustre casa de Ramires (1900) de Eça de Queirós se articula sobre dos ejes temporales
que van sucediéndose en el discurso: a finales del siglo habita el vetusto solar de Santa
Ireneia Gonçalo Mendes Ramires, joven hidalgo del más rancio abolengo portugués,
quien escribe una historia sobre sus antepasados ambientada en la época alfonsina, La
torre de Don Ramires, que se incluye en distintos momentos en la novela principal. Estos
dos relatos no son autónomos; existen entre ellos relaciones temáticas y funcionales (por
ejemplo, la simetría de los personajes de uno y otro), por lo que se puede hablar de un
fenómeno de mise en abîme. Eça, con la novela medieval inserta, desobedece su regla
acostumbrada de utilizar un lenguaje sencillo y de situar la ficción en el presente. La torre
de Don Ramires es una parodia de la novela histórica sin dejar de ser ella misma una novela histórica.
Palabras clave: novela inserta, mise en abîme, tema medieval, parodia, estilo.
ABSTRACT
Eça de Queirós’ novel A ilustre casa de Ramires (1900) is built on two temporal axes unfolding alternately throughout the discourse. At the end of the nineteenth century Gonçalo Mendes Ramires lives in the ancient house of Santa Ireneia. This young descendant of the noblest
Portuguese lineage is writing a story about his ancestors set in the age of King Alphonso II.
This story, La torre de Don Ramires, is included at different moments in the main novel. These stories are not independent as there are thematic and functional relations between them
(for instance, symmetry of the characters) establishing, thus, the mise en abîme effect. Eça,
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with this inserted medieval novel, breaks his usual role of using a simple style and placing
the fiction in the present. La torre de Don Ramires parodies historical novels and, at the same
time, is a historical novel itself.
Key words: inserted novel, mise en abîme, medieval theme, parody, style.
1.
ESTRUCTURA DE LA NOVELA
La novela de Eça de Queirós A ilustre casa de Ramires se articula sobre dos ejes
temporales que van sucediéndose en el discurso, aunque la parte más extensa de
éste corresponde a una acción desarrollada en la segunda mitad del siglo XIX, en el
tiempo coetáneo a la escritura1. La anécdota puede resumirse en los siguientes términos: habita el legendario solar de Santa Ireneia Gonçalo Mendes Ramires, joven
hidalgo del más rancio abolengo portugués, que emprende la redacción de una gloriosa historia sobre sus antepasados, La torre de Don Ramires.
Estas peripecias no son autónomas; existen entre ellas nexos temáticos y funcionales que actúan ya por equivalencia, ya por contraste (véase Cirurgião, Reis 1981
y Garcez). Cumple hablar pues de un fenómeno de mise en abîme o efecto especular; en el relato primario se inserta otro de naturaleza simbólica, el metarrelato, que
constituye una metáfora del primero porque se parece o recuerda a él2. Las maneras
en que puede incorporarse un texto reflejo son desde luego múltiples (adjunción de
una trama secundaria, lectura de un libro, asistencia a una representación teatral,
etc.), y la crítica ha señalado diversos objetivos que puede cubrir la mise en abîme.
Para Mieke Bal, según si el relato secundario se introduce al principio o al final de
la historia básica, puede explicarla o puede recordarla (Bal: 149). El caso de La
torre de Don Ramires es complejo, pues al transmitirse de forma jalonada su función adquiere matices dispares (véase Reis 1981: 267).
Gonçalo opta por el episodio de su antepasado Tructesindo, ocurrido en el
siglo XII, porque un tío materno había dejado escrito un poema (afortunadamente
muy poco difundido) sobre el asunto, y se había molestado ya él en hacer las labores de documentación, con lo que el sobrino se ahorrará esta tarea. Con la ayuda de
Herculano, Salambô, las obras de Walter Scott y algunos relatos del Panorama, a
Gonçalo no le quedará, para realizar la gran novela histórica portuguesa, más que
coger El castillo de Santa Ireneia del tío Duarte y “transpor as fórmulas fluidas do
Romanticismo de 1846 para a sua prosa tersa e máscula” (edición de Losada: 86).
La torre de Don Ramires es una parodia de la novela histórica sin dejar de ser, ella
1
Sabemos que Eça estaba trabajando al menos desde 1890 en esta obra, que comienza a publicarse por entregas, en la Revista Moderna, en noviembre de 1897. La desaparición de la revista al año
siguiente dejó inconclusa la serie del texto queirosiano en el capítulo X. La versión definitiva en libro,
que consta de doce capítulos y ofrece numerosas variantes sobre la anterior, no saldrá de las prensas hasta finales de 1900, ya tras la muerte del autor, quien no pudo terminar de corregirla.
2
Dällenbach llama mise en abîme de enunciación a aquellos casos en que en las narraciones se alude a su propia escritura; es un proceso del denominado “arte autoconsciente”. Sobre el ejemplo concreto de A ilustre casa véase Pageaux.
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misma, una novela histórica, y en esta amalgama de homenaje y pastiche recuerda
no poco al Quijote3.
¿Pero por qué la época de la Reconquista, y no otra? Por una parte, remontarse
en el metarrelato (siglo XII) hasta sólo dos centurias después de los remotos orígenes de la dinastía, aunque sea una forma de subrayar la antigüedad de ésta, parece
un tanto contradictorio con la tesis de que la salvación de la inercia viene propiciada por la marcha a África (desenlace del relato primero), pues en este sentido resultaría más coherente haber apelado a una gesta posterior del pabellón portugués,
pero la lectura de la novela en términos de glorificación del pasado y de elogio del
colonialismo deviene bastante conflictiva (véase por ejemplo Cirurgião: 149-150,
Medina: 35, Brown: 386, Coleman: 267).
El relato segundo de A ilustre casa de Ramires se definiría en la jerga narratológica de Genette como intradiegético, ya que la acción misma de integrarlo en el
texto pertenece a la ficción del relato axial. Dicho de otro modo, Gonçalo Ramires,
protagonista en el primer grado, se torna cronista (creador a su vez de un nuevo
narrador) en el estrato secundario. La novela cuenta el proceso de gestación de una
obra literaria, y a veces los hechos de la historia núcleo interrumpen la redacción de
los de la historia segunda (el escándalo de Relho el arrendatario, la llegada de Pereira, el anuncio de telegramas con parabienes); del mismo modo, el distinto estado de
ánimo de Gonçalo, a veces deprimido y a veces exultante, repercutirá en el estilo
del discurso inserto.
Pero esta dialéctica entre ambos niveles comporta aún mayor magnitud en el
sentido inverso, esto es, en el modo en que, como diría Bal, “la fábula intercalada
explica y determina a la básica” (Bal: 149). La escritura de la novela se convierte
en uno de los dos factores que galvanizan al héroe y lo propulsan a la acción (véase Garcez: 52). Obra este elemento de forma discontinua, en tanto que el segundo
y aún más concluyente, también vinculado al encuentro de Gonçalo con sus raíces,
es el episodio singulativo del sueño en que los fantasmas de los Ramires visitan a
su sucesor para insuflarle valentía, motivo sobre el cual regresaré.
2.
EL EFECTO ESPECULAR DEL RELATO INSERTO
El primer y más patente maridaje entre la novela principal y el metarrelato es la
comunidad de espacios: la Torre de Santa Ireneia que Gonçalo ve desde su biblioteca, último vestigio de la fortaleza en que habitaba Tructesindo, y que justamente
da nombre a la historia medieval4. De hecho, en aquellos capítulos en que Gonçalo
se encuentra en la ciudad de Oliveira posterga su actividad literaria y no se incluyen
fragmentos de la mise en abîme (así en el capítulo IV). Gonçalo recorre los escenarios de su relato y tras dos provocaciones vence al matón Ernesto de Nacejas cerca
3
Algunos autores han tratado recientemente la filiación de A ilustre casa… con la novela cervantina, por ejemplo Crosas. Entre los novelistas lusos más entroncados con Cervantes suele mencionarse
también principalmente a Camilo Castelo Branco; véase Abreu. El débito de A ilustre casa con el Quijote es citado en Abreu, 138-139.
4
Para el estudio del espacio y su valor simbólico en A ilustre casa remito a mi trabajo La tematología… Consúltense también Reis 1985, Coelho 1991 y Silveira.
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del mismo paraje, el valle de Canta-Pedra, en que su antepasado Lourenço Ramires
fue derrotado por Lopo de Baião, lo cual supone un síntoma inequívoco de un cambio de tendencia en la comparación entre el Hidalgo y sus ancestros.
Se plantea en principio una relación inversamente proporcional entre la grandeza y
heroísmo de las huestes de Tructesindo y las muestras de degradación del personaje
contemporáneo. El capítulo III, por ejemplo, cuenta cómo mientras en La torre de Don
Ramires Tructesindo resuelve, contra todo consejo y contra su propio interés, mantener la palabra dada al rey y defender a la infanta doña Sancha, Gonçalo rompe su compromiso con un primer arrendatario, Casco, y alquila su finca al rico Pereira por una
cifra superior. En el capítulo VIII el motivo escogido para ilustrar la personalidad de
los ancestros es sin duda el más impresionante: Lopo de Baião, el Bastardo, enemigo
de Tructesindo, ha hecho prisionero al hijo de éste, Lourenço, y amenaza con darle
horrible muerte si Ramires no consiente en otorgarle la mano de su hija Violante, de
quien El Bastardo está enamorado. Tructesindo no lo duda un momento y se niega a
comprometer su honra y su palabra aun cuando vaya en ello la cabeza de Lourenço. En
este estratégico capítulo (algo más allá del ecuador de la novela), y tras haber relatado
tales hechos, localiza Eça el más climático momento de oprobio para el Hidalgo: Gonçalo está enemistado con André Cavaleiro por el desplante que tal sujeto hizo a su hermana Maria Graça, novia de juventud; para mayor escarnio, y como dicta el tópico respecto a los grandes odios, Cavaleiro había sido hasta entonces el mejor amigo de
Gonçalo5. Sin embargo, con vistas a conseguir su acta de diputado, el Hidalgo vuelve
a aceptar el trato con el don Juan, e incluso hace la vista gorda a los galanteos con que
éste ronda de nuevo a la joven, ya casada, que de soltera despreció. En el susodicho
capítulo VIII Gonçalo va a casa de su hermana y oye dentro del mirador del jardín las
voces de ésta y de Cavaleiro, que está tratando de seducirla. Como suele ser su reacción en estos casos, Gonçalo, descendiente de quienes preferían la muerte al deshonor,
sale huyendo vergonzosamente y así se cierra el capítulo.
La rehabilitación del Hidalgo tras esta su más baja caída, haber sido inductor del
adulterio de su hermana, llega con el triunfal enfrentamiento con Ernesto de Nacejas y con la renuncia al acta que ha conseguido humillándose, y coincide con hechos
que, si no mancillan la honra de Tructesindo, declaran su naturaleza sádica e incapaz de mostrarse generosa con el enemigo. Ramires logra capturar al Bastardo, asesino de Lourenço, y se cobra una represalia espeluznante. El cuerpo del adversario
es dado como pasto a las sanguijuelas para que lo devoren lentamente; la pluma de
Gonçalo, haciendo justicia a la importancia de este pasaje, se demora morosa en él,
aunque el sensible cronista “realmente[,] lamentava que seu avô Tructesindo não
matasse outrora o Bastardo, no fragor da briga, com uma dessas cutiladas maravilhosas, e tão doces de celebrar, que racham o cavaleiro e depois racham o ginete, e
para sempre retinem na História” (420)6. Un poco antes, en este mismo capítulo X
se nos cuenta que Gonçalo, tras haber vencido a los matones que le asaltaron,
5
También Lopo exclama, al capturar a Lourenço: “[…] grande dor, que bem pudéramos ser irmãos
e amigos!” (203).
6
Estructuras de este tipo en el Quijote: “[…] dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento
con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras de sí al caballo y al caballero […]” (Cervantes: 104. En nota se señala una posible similitud con una frase bíblica [Éxodo, XV, 21], pero parece un
parentesco poco demostrable).
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“pediu generosamente [al alcalde] ‘que se não procedesse contra os bandidos…’”
(413), y por oposición en el paralelismo semántico, este gesto busca emular con la
grandeza de Gonçalo la barbarie rencorosa de Tructesindo.
Carlos Reis, argumentadamente, ha defendido la simetría entre algunos de los
personajes que rodean a Gonçalo y los que luego surgirán en el microrrelato alrededor de Tructesindo:
Gonçalo é, no presente, o chefe da família, sucedendo a idênticas funções desempenhadas por Tructesindo no passado; Gracinha é a vítima de “um bruto ultrage”, tal
como D. Violante (e, de certo modo, também Lourenço) o fora muitos anos antes, pela
proposta de casamento e pela tentativa de rapto; André, o responsável pelo ultraje,
encontra o seu correspondente em Lopo de Baião; João Gouveia, pela sua argúcia e
pelo apoio que presta a Gonçalo, tem no estratega D. Garcia Viegas o seu modelo
medieval. Em certos casos, acontece até que as afinidades psicológicas e de comportamento são confirmadas por semelhanças físicas: assim como Lopo de Baião, pela
“beleza loura de fidalgo godo”, era chamado o “Claro Sol”, também André Cavaleiro
seduz, com a sua cabeleira arrogante, os corações mais vulneráveis de Oliveira; e os
traços fisionómicos de D. Garcia Viegas, “um velho esgalgado e ágil, de escuro carão
rapado, com uns escuros olhos coruscantes”, como que se projectam em João Gouveia, “um homem pequeno, muito escuro, muito seco”, a quem nem faltam “os olhos
espertos que revrilhavam” (Reis 1981: 268-269; véase también Pageaux: 193-194).
La semejanza entre los antagonistas, Lopo el Bastardo y André Cavaleiro, opera por contraste en el atributo más acusado del retrato físico: ambos galanes serán
muy atractivos, característica funcionalmente determinante para que conquisten a
sendas damas Ramires, pero Lopo es rubio, genuinamente godo (de sobrenombre
Claro-Sol), y André moreno, como los héroes románticos.
3.
CONSTITUYENTES DE PARODIA EN EL RELATO INSERTO
A ilustre casa de Ramires se asemeja al Quijote en que sus protagonistas son
hidalgos (si bien Gonçalo de un rango mucho más alto); caballeros, en el sentido
etimológico del término, pues se desplazan a lomos de sus respectivos caballos, y
“desfacedores de entuertos” (véase Crosas: 178). En la novela de Eça, Gonçalo, llevado por sus caritativos impulsos, socorre a menesterosos que encuentra en los
caminos, como el mendigo harapiento y Solha, el jornalero de la pierna herida al
que cede su montura. Ambos hidalgos parecen débiles, pero vencen en algunos lances importantes: el Quijote al vizcaíno o a Sansón Carrasco disfrazado de Caballero de los Espejos; Gonçalo a Ernesto de Nacejas.
Entre las concomitancias que presentan los dos relatos, me llaman la atención
dos fundamentalmente: en el plano estructural, la duplicación de narradores y el
hecho de que tanto las aventuras del Quijote como las de Gonçalo lleguen a oídos
de sus respectivos protagonistas por relatos ajenos (el hidalgo portugués lee las crónicas de su lance contra el de Nacejas que aparecen en O Século y en otros periódicos de Lisboa y Oporto; véase Duarte: 349-350). Y en segundo lugar, es destacable
el sesgo cómico con que se invisten las dos ceremonias en que los respectivos héroes “son armados caballeros”. Alonso Quijano recibe la orden de la caballería en la
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farsa de la venta7; el caso de Gonçalo es menos escarnecedor, pero no por ello está
exento de ironía. Este noble de finales del se arma caballero simbólicamente, en el
transcurso de un sueño (recurso muy grato a Eça, no ya en sus historias fantásticas
–El mandarín–, sino desde el periodo naturalista). En un cardinal pasaje del capítulo X, y cuando Gonçalo parece haber pisado fondo en el camino de la abyección,
sus antepasados le visitan y le infunden el ímpetu que le ha faltado hasta entonces:
“Oh neto, toma as nossas armas e vence a Sorte inimiga!” (381), susurran a su descendiente en las tinieblas de la noche los espíritus de los Ramires. En la fantasmagórica escena, bien ornamentada de mallas, arneses y brocados, no debe obviarse la
síntesis de lo espectral con los ingredientes humorísticos, como la anáfora en la
interpelación de los abuelitos: “Neto, doce neto…!”. Este momento, como queda
dicho, será el que marque un giro en el parangón entre Gonçalo y Tructesindo.
Dos principios fundamentales que sustentan el ideario estético de Eça son conculcados en La torre de don Ramires: en cuanto al contenido, utilizar temas contemporáneos; en cuanto a la elocución, evitar el vocablo hiperculto. El primero de estos
postulados había sido expuesto ya en los tiempos de las conferencias del Casino; en
1871 el autor aboga por una novela naturalista en su discurso «El Realismo como
nueva expresión del arte» (Reis 1990, 1999), y dice: “O Realismo deve ser perfeitamente do seu tempo, tomar a sua matéria na vida contemporânea. Deste princípio,
que é basilar, que é a primeira condição do realismo, está longe a nossa literatura”
(apud Simões: 287).
En Ramires en cambio Eça se acoge a un episodio medieval y lleva a cabo la
fusión de personajes históricos (con referentes reales del siglo XII) e intrahistóricos
(enteramente ficticios) inherente a la novela histórica, que habitualmente otorga a
aquéllos un estatuto secundario. Pertenecen a la primera categoría, por ejemplo,
Alfonso II, enfrentado a las infantas Doña Sancha y Doña Teresa y a los infantes
Don Pedro y Don Fernando, todos ellos figuras que se mencionan pero que no intervienen directamente en ninguna escena. Son creaciones de ficción (con Marco de
Referencia Interno, en terminología de Harshaw) los aliados de uno y otro bando,
Tructesindo y sus mesnadas por una parte y por otra el clan de los Baião8. La preocupación por conjugar pasado y presente no debe extraerse del contexto de las
inquietudes de la Generación del 70, y las tesis del Portugal contemporáneo de Oliveira Martins parecen latir en la composición de A ilustre casa de Ramires. El humillante acontecimiento del Ultimátum británico de 1890 reaviva el interés y la añoranza hacia el pasado glorioso, y el fenómeno del sebastianismo tampoco puede
perderse de vista en el marco de la crisis de fin de siglo.
7
Como subraya Martín de Riquer, ésta es precisamente una de las circunstancias que, según la ley
de Alfonso X, invalidan por completo la ceremonia. No es caballero quien recibe la caballería por escarnio (Riquer: 79).
8
En cuanto a las narraciones de Herculano, Arras por fuero de España, protagonizada por Fernán
Vázquez, recrea los amores del rey Fernando y Leonor Téllez, también en el siglo XII; en esta obra aparece Vasco de Lobeira, que se ha trastornado de leer libros de caballerías y está componiendo el Amadís
(recordemos la tesis decimonónica según la cual dicha novela fue escrita en portugués). La dama del pie
de cabra se basa en una leyenda de Vizcaya del siglo XI. Eurico, el presbítero se centra en los últimos
momentos de la monarquía visigótica (711-714) y El monje del cister, su continuación, lleva por subtítulo La época de Don Juan I.
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En segundo lugar el novelista de Póvoa desobedece deliberada y ostentosamente su regla estilística más señalada, la sencillez y la repugnancia por los términos
especializados y desconocidos; el recurso a la voz hiperculta para conseguir la
variatio (véase Guerra da Cal). Debe señalarse, en cualquier caso, que pese a estas
dos máximas, temática y estilística, no dejó nunca de alentar en Eça una larvada tentación hacia la novela histórica, que el juego paródico de A ilustre casa le permitió
satisfacer9. Mediante el estilo campanudo y arcaizante de la obrita de Gonçalo, Eça,
al tiempo que ironiza, experimenta con la lengua y da cabida a un amplio bagaje de
léxico específico sobre castillos, costumbres y vestuario medievales, que Carlos
Reis y Maria do Rosário Milheiro exhuman del famoso “espólio” de Eça de Queirós, y que parecía destinado principalmente, sin duda, al taller de creación de A ilustre casa de Ramires (Reis / Milheiro: 87-89). Además, la intención de Gonçalo,
explícita en el discurso, es, como indica Carmela Magnata Nuzzi,
[…] evocar os bábaros tempos medievais de maneira lapidar e não no brando tom
melancólico dos románticos […] À medida que a sua própria história progride,
Gonçalo comenta frequentemente o seu estilo, pondo em contraste os seus métodos e técnicas com os do poema do Tio Duarte. Mais uma vez aparece o tema da
ficção histórica romântica versus ficção histórica realista e o vicario prazer de Eça
numa forma de ficção fantasista que ele íntimamente admirava e apreciava (Nuzzi: 306)10.
Este prurito de fidelidad realista genera incluso alguna graciosa anécdota en el
proceso compositivo de la micronovela, como en el capítulo III, cuando, tras colocar
[…] sobre os joelhos do monge um fólio impresso em Mogúncia por Ulrick Zell,
desmanchara toda essa linha tão erudita, ao recordar, com um murro na mesa, que
ainda a imprensa se não inventara em tempos de seu avô Tructesindo, e que ao
monge letrado apenas competia “um pergaminho de amarelada escrita […]” (129).
Lo que el narrador primero nos cuenta en la historia matriz sobre el modus operandi del ocasional novelista, narrador en segundo grado, se puede comprobar efectivamente en las soluciones de la novela inserta. Hay por tanto adecuación entre
mimesis y diégesis; La torre de don Ramires es como nos dicen que es: me refiero a
la ostentación de conocimientos históricos y a la condensación de léxico arcaico,
alardes que el novel escritor no disimula, deseoso de rentabilizar sus labores de documentación erudita. En el siguiente fragmento se alude a este aspecto y se superponen los sonidos de los pretéritos tiempos recreados con los que llegan del presente:
Mas quando Gonçalo, enlevado no trabalho, tentava reproducir, com termos bem
sonoros, avidamente rebuscados no Dicionário de Sinónimos, o toar arrastado das
buzinas de Baião –sentiu realmente, do lado da Torre, um gemer de sons graves que
crescia através dos limoeiros [el Fado dos Ramires entonado por Videirinha] (256).
9
Él habla de “latente e culpado apetite do romance histórico” en una carta al conde de Ficalho firmada en junio del 85 (Eça de Queirós 1951: 402).
10
El naturalista Eça, como Galdós, también desarrolla una narrativa de corte fantástico-realista,
que se inaugura con El mandarín.
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Muchos son los momentos que podrían ilustrar esta acumulación de vocabulario relativo a objetos medievales, especialmente en lo tocante a mobiliario, castillos,
armas y vestimenta. He escogido los siguientes:
Mas, quando Ordonho ofegante se apressava para a alcáçova, encontrou no pátio
Tructesindo Ramires –que, na irada impaciência daquelas delongas do Bastardo,
descera, todo armado. Sobre o comprido brial de lã verde-negra, que recobria a
vestidura de malha, as suas barbas rebrilhavan, mais brancas, atadas num grosso
nó como a cauda dum corcel. Do cinturão tauxiado de prata pendia a um lado o
punhal recurvo, a buzina de marfim –ao outro uma espada goda, de folha larga,
com alto punho dourado onde cintilava uma pedra rara trazida outrora da Palestina por Gutierres Ramires, o do Ultramar. Um sergente conduzia sobre uma almofada de couro os seus guantes, o seu capelo redondo, de viseira gradada, como
usara El-Rei D. Sancho: outro carregava o imenso broquel, da forma dum coraçao, revestido de couro escarlate, com o açor negro rudemente pintado, esgalhando as garras furiosas. E o alferes, Afonso Gomes, seguia com o guião na funda de
lona (331-332).
Tructesindo parara no córrego escuro, que o pinheiral cerrado mais escurecia,
movendo e gemendo no vento. Dois cavaleiros, de sobreveste negra e capuz, logo
correram pelo pendor do outeiro –bradando que o Sr. D. Pedro de Castro esperava
o nobre Senhor de Santa Ireneia e muito se prazia para todo o seu regalo e serviço! Silenciosamente[,] Tructesindo desmontou; e com D. Garcia Viegas, e Leonel
de Samora e Mendo de Briteiros e outros parentes de Solar, todos sem lança ou
broquel, descalçados os guantes, galgaram o cabeço até à estacada, cujas cancelas
se escancararam, mostrando, na claridade incerta dos fogaréus sombrios[,] magotes de peões –onde, por entre os bacinetes de ferro, surdiam toucas amarelas de
mancebas e gorros enguizalhados de jograis. Apenas o velho assomou aos barrotes[,] dois infanções, sacudindo a espada, bradaram: –Honra! Honra! Aos RicosHomens de Portugal!
As trompas misturavam o clangor ríspido aos rufos lassos dos tambores. E por
entre a turba, que caladamente recuara em alas lentas, avançou, precedido por quatro cavaleiros que erguiam archotes acesos, o velho D. Pedro de Castro, o Castelão, o homem das longas guerras e dos vastos senhorios. Um corselete de anta con
lavores de prata cingia o seu peito já curvado, como consumido por tamanhas fadigas de pelejar e tamanhas cobiças de reinar (362).
Repárese también en los mecanismos de repetición tanto en las intervenciones
en estilo directo (“Honra! Honra! Aos Ricos-Homens […]”) como en el discurso del
narrador (la amplificatio paralelística “tamanhas fadigas de pelejar e tamanhas
cobiças de reinar”), que dotan al texto del tono grandilocuente apetecido. Veamos
el tratamiento cuidadoso que se otorga a la vestimenta y atributos de los Ramires
redivivos oníricamente:
Vagorosas, mais vivas, elas cresciam de entre a sombra que latejava espessa e como
povoada. E agora os corpos emergiam também, robustíssimos corpos cobertos de
saios de malha ferrugenta, apertados por arneses de aço lampejante, embuçados em
fuscos mantos de revoltas pregas, cingidos por faustosos gibões de brocado onde
cintilavam as pedrarias de colares e cintos; –e armados todos, com armas todas da
História, desde a clava goda de raiz de roble eriçada de púas, até ao espadim de
sarau enlaçarotado de seda e ouro (380).
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La querencia por el detalle descriptivo, tan omnipresente en el romántico Walter Scott, y que contribuye a recrear la atmósfera medieval y a conferirle verismo,
también es propia de la práctica naturalista11. Eça no deja de ser Eça en su formulación paródica y, de hecho, según dice Nuzzi cuando compara las dos versiones de
la novela,
[…] a pesar do deu desejo de satirizar a longa linha da ficção romântica, Eça procurava ainda aperfeiçoar a frase com a eliminação de adverbios, orações relativas,
verbos e adjectivos descoloridos que não aumentavam de modo significativo a imagem física ou emocional da personagem (Nuzzi: 462).
Es decir, privilegia el resultado estético sobre el propósito paródico; “sente-se a
presença de Eça no emprego frequente dos seus próprios artifícios literarios innovadores […]” (Nuzzi: 461).
El portugués actúa por tanto respecto a la prosa de Alexandre Herculano y de la
narración histórica romántica de manera similar a Cervantes respecto al Amadís y
la novela de caballerías12. Se dice explícitamente que el improvisado novelista, para
inspirarse, “do pó das suas estantes, desenterrou as obras de Walter Scott, volumes
desirmanados do Panorama, a História de Herculano, O Bobo, O Monge de Cister”
(87)13. Eça prodiga parlamentos largos, estructuras y términos arcaicos, bimembraciones ampulosas y fórmulas estereotipadas, del estilo de “Antes do luzir de alva
[…]” (418). En el fragmento que sigue, por ejemplo, se registran el presente con
valor histórico y la exclamación. Ciertamente ésta es constante en el relato medular, pero a menudo informa contextos irónicos o pertenecientes al estilo indirecto
libre, mientras que en la micronovela suele depender de un narrador implicado y
subjetivo: “Colhido, perdido, o Bastardo terrível! Ainda arranca furiosamente a
espada, que redemoinhando o coroa de coriscos” (419). El recurso al presente histórico para imprimir solemnidad también se usaba en el fragmentito de Doña Guiomar, la primera narración medieval escrita por Gonçalo, que se reproduce en el
capítulo I. De otro lado, la insistencia en los tópicos tremendistas, que alcanza su
cenit con la tortura del Bastardo, es perceptible a lo largo de todo el discurso.
Passara aí o Bastardo malvado? […] [pregúntanse los hombres de Tructesindo] Ah!
por certo passara e toda a sua maldade –porque no respaldo duma fraga, junto a três
cabras magras retouçando o mato, jazia, com os braços abertos, um pobre pastorinho morto, varado por uma frecha! Para que o triste cabreiro não soprasse novas
da gente de Baião –uma bruta seta lhe atravessara o peito escarnado de fome, mal
coberto de trapos (359).
11
La diferencia radica en que en el realismo el trazo caracterizador es selectivo y no exhaustivo,
como en Scott y en la imitación de Eça. Remito, acerca de este punto, a la «Introducción» a mi edición
de la novela en español (Eça de Queirós 2004: 70).
12
Véase, por ejemplo, Pamplona. La prosa de Herculano es altisonante aunque no de léxico tan
variado como La torre de Don Ramires.
13
En la novela comparece además un personaje, la tía Arminda, muy aficionado a tal género de lecturas: “[…] vestida de veludo preto, pousada num canapé de damasco, entre aias que fiavam, perpetuamente relia os seus livros de cavalaria, o Amadis, Leandro, o Belo, Tristão e Brancaflor, as Crónicas do
Imperador Clarimundo…” (113). “–A tia Arminda? Boa, da escaldadela? Já voltou às façanhas de Leandro, o Belo?” (276).
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El verbo “soprar” en su acepción figurada pertenece a un registro lingüístico
mucho más coloquial que el que parecería acomodarse a los graves acontecimientos. La selección de los elementos que describen al cabrerillo es asimismo deliberadamente folletinesca: “o peito escarnado de fome, mal coberto de trapos”. Para
reforzar este modo grave en el discurso secundario el novelista tiende a emplear el
estilo directo en detrimento del indirecto libre tan habitual en él14. En el texto citado sí se conserva lo que podría catalogarse de breve inserto de estilo indirecto libre:
“Passara aí o Bastardo malvado? […] Ah! Por certo passara e toda a sua maldade”;
pero en su juego de pregunta y respuesta (sermocinatio) y en su carácter colectivo
y no vinculante a un personaje concreto (estilo pseudoobjetivo), resulta en cualquier
caso perfectamente adecuado al jaez estilístico de una novela romántica, y por ende
susceptible de albergar una carga de ironía.
Ateniéndose al gusto por el pormenor minucioso a que antes aludí, Eça se detiene por ejemplo en la comida de los personajes (como muy a menudo hará en todas
sus novelas de tema contemporáneo; véase Rougle), y especifica que “[Don Garcia]
Tão rijamente se apressara que, desde a madrugada, apenas comera sobre a sela, em
Palha-Cã, duas rodelas dos chouriços roubados” (329). El detalle en esta ocasión no
parece muy canónico, sobre todo si se suma a las demás cuñas irónicas.
En definitiva, Eça evita caer en un exceso que no se correspondería con el contexto intratextual en que sitúa su relato, puesto que Gonçalo no quiere hacer una
sátira, y La torre de Don Ramires no es más rocambolesca, más altisonante ni más
retórica que los relatos a los que parodia. Pero la evidente voluntad irónica del discurso de Eça que he ejemplificado es el factor por el que considero que una lectura de La torre en clave exclusivamente seria, que prescinda de su dimensión intertextual en el más amplio sentido, constituiría una lectura manquée. Desgajar al texto
secundario de su relato base, como al parecer se ha hecho a veces (Crosas: 174),
comporta una evidente traición, rompe su efecto especular e impide su correcta exégesis.
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14
Nuzzi hace notar que propende a suprimir los casos de indirecto libre que figuraban en la Revista Moderna y los sustituye por el diálogo en primera persona, con efectos habitualmente menos irónicos
y más rimbombantes (Nuzzi: 405).
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