“Pastor, yo no puedo ser líder. No sirvo de líder. No tengo el don,” protestaba la persona que estaba al frente de un importante ministerio de la iglesia donde pastoreo. Sin embargo, observaba que esta persona ya estaba liderando el ministerio bastante bien. Pero él no confiaba en su don del liderazgo. Ni siquiera pensaba que lo podría desarrollar. Se descalificó por completo como líder. Con certeza le respondí: “es que todos podemos liderar. Solo es cuestión de cuál será nuestro círculo de influencia. Algunos tienen un círculo pequeño y otros un círculo más grande donde ejercen su influencia. Pero al fin de cuentas todos nacimos para liderar.” “Pues no lo creo,” fue su angustiada respuesta. Al final de unas pocas semanas se dio por vencido dejando el ministerio que dirigía con cierto grado de éxito. Esto me provocó a pensar: ¿Qué es lo que pasa con casos como estos? Uno ve claramente que la persona ya está liderando, pero él o ella no lo alcanza ver y le provoca frustración y desánimo. Uno lo percibe, pero la persona está ciega a su propio potencial. He pensado mucho en casos tristes como estos, quizá porque en alguna ocasión me sentía con la misma frustración personal. Aunque ejercía el liderazgo como pastor titular de la iglesia que planté, muy adentro de mi sentía que no podía ser el buen líder que tanto esperaba. Y si tú, líder, que estás leyendo estas palabras, te sientes poco apto para el encargo del liderazgo que Dios te dio, piensa en lo siguiente: Cuando Dios diseñó al hombre y lo formó del polvo de la tierra, puso algo dentro de él que era según Su imagen y semejanza. Luego de haber respirado en su nariz el aliento de vida le dio órdenes. Le dio instrucciones de ejercer el liderazgo en su mundo (Gen 1:28). Esto fue una autoridad delegada por Dios. Puso en el hombre y en la mujer la capacidad natural del liderazgo que se parecía a Su liderazgo. Podemos entender las intenciones y el diseño de Dios en la creación humana al ver la primera indicación que les dio. En Génesis 1:28 leemos: “Llenen la tierra y gobiernen sobre ella” (NTV). O sea, “ejerzan liderazgo sobre ella.” Este ejercicio del liderazgo es uno de los temas principales que atraviesa toda la Biblia: se la repitió a Noé (9:7), le dijo a Israel que serían “cabeza” y no “cola” (Deut. 28:13) y sale de la boca de Jesucristo cuando comisiona a sus discípulos a que ejerzan su influencia al llevar el mensaje de las Buenas Nuevas a todo el mundo (Mat 28:19). Me queda claro que el diseño de Dios desde el principio fue que el hombre y la mujer ejercieran su influencia y su liderazgo en todo su entorno. Este argumento teleológico del liderazgo me ha ayudado a animar a los más dudosos de su propio liderazgo. Esto no significa que toda persona sepa liderar. Significa que Dios puso Su huella de liderazgo en cada ser humano para que aprendiera a ser un líder conforme a Su imagen y semejanza. Así que si dudas de tu liderazgo, recuerda que fuiste diseñado para liderar. Está en tu ADN espiritual. ¿SABES QUIÉNES SERÁN LOS ORADORES DE LA CUMBRE DE ESTE 2016? La Cumbre Global de Liderazgo me ha ayudado de muchísimas formas. En lo personal, me ha dado valiosas herramientas que puedo poner en práctica cada día en la iglesia donde pastoreo. A la vez, al estar participando y compartiendo la CGL en nuestra ciudad por los últimos seis años, he visto cómo la iglesia local ha elevado el nivel de liderazgo y profesionalismo ministerial en la forma de pensar y hacer las cosas. No solamente hay más iniciativas de proyectos, sino que también hay acción y seguimiento a las ideas, porque las personas piensan en términos de liderar el proyecto en lugar de dejarlos inactivos como “buenas ideas” sobre la mesa. “La palabra de Dios no cambia. Aunque la cultura esté cambiando, la palabra de Dios es la guía verdadera.” Wilfredo de Jesús Para más información comunícate a nuestros teléfonos y correo: (502) 2201-1017 / (502) 3053-7944 info@cglguate.org