Juego sagrado

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Juegos sagrados 1 Maria Adelaida Ardila
Ingrid Paola Gorrón
Danna Hurtado
Luisa Murillo
Alejandra Niño
María José Parra
Jessica Johanna Rodríguez
Ángela María Vásquez
Juegos sagrados
En su libro Homo Ludens, Johan Huizinga dice “Platón pensaba en los juegos consagrados
a la divinidad como lo más alto a que el hombre puede dedicar su afán en la vida” (p. 42). Sin
embargo, cabe preguntarse cuáles son aquellos juegos a los que hace referencia, aquellos a
los que habría que dedicarse para cumplir eso que Platón dijo tantos siglos atrás. Al adoptar
nuevos significados y al querer decir algo más que sólo el juego por el juego, éste se
convierte en sacro, como lo explica el autor al decir que, “cuando significa o celebra algo,
pertenece a la esfera de la fiesta o del culto, a la esfera de los sagrado” (Huizinga, p.21). En
ese punto, pasa a tocar lo más alto del espíritu, de estar sólo en el mundo real y común a
hacer parte del simbólico, del abstracto; a tratar de explicar el mundo, y con esto, a crear otra
realidad, una simbólica.
Esta clase de juego comenzó con los de palabras, que buscaban abstraer de lo real lo que
se veía, describiéndole con una imagen que lo representara. De esta forma, Huizinga dice, se
crea “un segundo mundo inventado” p. 16), que entienden sólo los que han sido iniciados en
ese juego en particular, en esa visión del mundo. Por extensión, de esto se desprende una de
las clases de juego sagrado: el mito. En éste se “reviste lo existente” con “caprichosas
fantasías”, que buscan explicar lo real y tangible, lo terreno. Se busca salir de lo cotidiano.
Pero, además de explicar lo real y tangible, el “juego ritual adquiere su carácter sagrado
precisamente por el hecho de ser el recuerdo de un proceso mucho más elemental del tiempo
originario y un nuevo despertar de aquella conmoción y precisamente este residuo es la
característica principal del juego sagrado, es aquel 'elemento espiritual' que lo distingue del
mero
juego”
(Jensen
(1996),
citado
en
Las
fronteras
del
mito,
Pastor
J.,
Juegos sagrados 2 http://www.uv.es/~japastor/). De esta forma, no solo abstrae la realidad, sino que remite a la
memoria la realidad tal cual era en un tiempo remoto.
Sin embargo, los símbolos no se quedan sólo en el plano de las palabras; se convierten
también en representaciones. Éstas, sin embargo, no son las mismas que hacen los niños al
jugar, pues llevan dentro de sí mismas connotaciones espirituales, serias, de trascendencia
para aquel que cree en ellas. Como escribe Huizinga, Se cree que “la acción realiza una
salvación” (p.26). Los que participan del culto, como se llamaría a esta clase de juegos,
buscan que todo funcione, que todo se de para que el momento se desarrolle con normalidad,
sin aguafiestas que hagan que la realidad se entrometa. En estas representaciones se crea un
juego de roles en el que hasta los espectadores creen que lo que ven hace parte, aunque sea en
ese momento, de la realidad. De esta forma, sienten emociones fuertes, ya sean miedo, éxtasis
u otras. Por otro lado, estos roles pueden ir más allá de los límites impuestos en el juego, y
extenderse más allá, a la vida cotidiana, como en el caso de los reyes o líderes que
representan ya sea a Dios o al sol, y que son coronados en rituales en los que cada quién tiene
un rol definido.
Al depender fuertemente de los símbolos del hacer “como si”, los juegos sagrados
necesitan de unos límites muy definidos para no perder el sentido. No sólo el orden al que
apuntan los participantes, que suponen una seriedad que pocas veces está presente en otro
tipo de juegos (esto no implica que el juego pierda por lo demás su carácter festivo, al menos
no necesariamente), sino límites, de cierta forma, más tangibles o fáciles de establecer. Éstos
pueden ser físicos, consagrando un territorio en el que se llevará a cabo el juego, aunque
también temporales, pues necesitan tener un comienzo y un fin establecidos. Además, es
necesario notar que “el sacramento y el misterio suponen un lugar consagrado”, pues de otra
forma no pueden abstraerse de la realidad.
Una de las características del juego es que se puede repetir: una vez llevado a cabo una
vez, da pie para que, siguiendo las mismas reglas, se pueda hacer de nuevo. En el juego sacro
esto es de particular importancia y se lleva un paso más allá, pues “su efecto no cesa con el
término del juego, sino que su esplendor ilumina el mundo de todos los días y proporciona al
grupo que ha celebrado la fiesta seguridad, orden y bienestar, hasta que vuelve de nuevo la
temporada de los juegos sagrados” (Huizinga, p.27-28). En este esplendor se puede ver,
además, el carácter estético del juego, que está presente siempre con su ritmo y tensión, y que
sirve en cierta forma para comunicarse con lo divino.
Juegos sagrados 3 Vale la pena notar, de la última parte de la frase, cómo se espera con seguridad que va a
volver un tiempo en que los juegos se van a llevar a cabo. En la Antigüedad, era la primavera
la que volvía, el tiempo de la fertilidad, cuando se celebraban rituales para que la tierra diera
sus frutos y mantuviera a la comunidad. Hoy en día, esto se puede ver e los numerosos
festivales que se llevan a cabo en los mismos días (el de Venecia, el de Barranquilla, el de
Río de Janeiro), justo en la época en que el invierno comienza a retroceder y se comienza a
sentir el respiro que viene con la primavera. Casi como un recuerdo de los rituales arcaicos,
en los que en el desenfreno se buscaba una comunión con los dioses. Un ejemplo del juego
sacro en el que se ve de forma explícita la relación entre la fiesta, las estaciones y los dioses
se puede identificar con en el caso de indios Cora, en la costa pacífica de México. En este
caso, a las fiestas del maíz, también se les conoce como “Juego de dioses”.
Los rituales dentro del culto, además de cumplir con las características que se han
expuesto anteriormente, buscan además propiciar, por medio de las representaciones, un
estado deseado. Se cree que si se representa algo, esto forzará a los dioses a que lo conviertan
en realidad. Como se mencionó en el párrafo anterior, los rituales que iban junto con la
primavera; con ésta fiesta o las otras relacionadas con las estaciones , “la comunidad celebra
los grandes acontecimientos de la vida de la naturaleza en representaciones sacras”, mientras
se “mima el orden total de la existencia en un juego sagrado” (Huizinga, p. 29). De esta
forma, los juegos sagrados ayudan al desarrollo social, pues dan bienestar a la comunidad al
saber que todo va a estar bien. Tejedor (2012, p. 49) resume esta visión del mundo, de cómo
el juego asegura que todo va a estar bien, cuando dice, a propósito de los rarámuri, un pueblo
indígena, lo siguiente:
...Y, desde entonces, siempre, los rarámuri bailan. Y sus pisadas son fuertes para mantener lo
malo allí abajo. Y con sus bailes sostienen el mundo. Y así la tierra no volverá a tornarse
agua. Y seguirá dura y firme. Y podremos caminar sobre ella.
Porque cuando dejen de bailar... dejarán de vivir. Y este mundo -el suyo, el nuestro, el de
todos- ya no existirá.
Se refiere con esto a un ritual que este pueblo adoptó a partir de un mito de creación que
tienen que, como hemos visto en el presente texto, hace parte también de lo lúdico.
Juegos sagrados 4 En resumen, como dice Frobenius (citado por Huizinga, p. 31), “el juego sirve … para
actualizar, representar, acompañar y realizar el acontecimiento cósmico”, y al hablar de este
tipo de representaciones se está hablando de lo sacro, de un juego más elevado.
Por otro lado, estos rituales, que se pueden manifestar de diversas formas, siempre son, en
cierto sentido, una fiesta. Un ritual sagrado se celebra, sea un carnaval o un sacrificio, pues es
un momento en que, asegura Huizinga, “la vida corriente se halla suspendida” (p. 35). Aquí
hay que hacer una aclaración, y tener en cuenta cuándo un festejo pasa a ser parte del rito: en
el momento en que la fiesta es más que una celebración sin sentido, en que comienza a tener
significados o a ser una metáfora, comienza a hacer parte del círculo de lo sagrado, como en
el caso de los carnavales mencionados con anterioridad. No son simplemente una fiesta en
una ciudad para divertir a sus habitantes, sino que tienen algo más allá que los lleva a lo
sacro. Todo este juego, presentado no sólo en los actos religiosos, es aquel que determina e
identifica la cultura, y parte del comportamiento de los habitantes de una determinada
comunidad (“…expresa su interpretación de la vida y del mundo” Huizinga, p.63).
Pero no sólo las fiestas hacen parte del culto: las competiciones también pueden hacer
parte de lo sacro, al menos hasta cierto punto. Desde los héroes míticos que buscan vencer
monstruos y demonios (sea o no con trampa, pues ésta, si se hace bien, no interrumpe la
realidad alternativa del juego), hasta otras competencias más pequeñas e inocente “revelan
siempre su conexión con el culto, porque se conserva la creencia de que son útiles e
imprescindibles para el curso favorable de las estaciones, para la sazón de las cosechas y para
toda la prosperidad del año” (Huizinga, p. 74). Las competiciones, por llamarlas de alguna
forma, contra el azar, también hacen parte del mito, y por esto, de lo sagrado. Muchas veces
son supersticiones personales, como en el ejemplo del juez que da Huizinga, pero hay
también numerosos casos de creencias que se han afianzado en la cultura popular y que
pertenecen, en sus inicios, al juego (por ejemplo, la creencia de que si una persona estornuda
tres veces va a tener salud, dinero y amor).
Retomando la cita de Platón que se expuso en un comienzo, se puede ver que estos juegos
sagrados a los que “el hombre puede dedicar su afán en la vida” se ven reflejados en muchos
campos donde, a lo largo de los siglos, se han ido matizando. Ya no es tan evidente que las
representaciones y rituales que se llevan a cabo en una iglesia tuvieron un carácter lúdico
Juegos sagrados 5 muy presente en un principio. Esto no quiere decir que ya no lo esté. Simplemente, “la
cultura se va haciendo cada vez más seria, relegando el juego a un papel secundario”
(Huizinga, p. 95). Y aunque un juego puede ser tanto serio como divertido, no hay que
olvidar que está ahí y que todas las manifestaciones sacras tuvieron unos inicios tan lúdicos
como el lenguaje, que apareció para darle forma simbólica a aquello tan real y tangible que
tenían los primeros hombres al frente.
Referencias:
Anónimo (febrero, 2013). Tema1: El juego: concepto y teorías. Recuperado de:
http://www.educacioninfantil.eu/el-juego-concepto-y-teorias/
Huizinga, J. (2004). Homo ludens. Madrid: Alianza editorial
Pastor
J.
(1998)
Corrientes
interpretativas
de
los
mitos.
Recuperado
de:
http://www.uv.es/~japastor/
Tejedor, S. (2012) Amara: Un viaje tras las pisadas del pueblo rarámuri. Barcelona:
Editorial UOC
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