Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. REVISIÓN Vacunas antitumorales en desarrollo clínico 43.866 Antoni Ribasa y Manuel Ribas-Mundób a División de Hematología/Oncología. Universidad de California. Los Ángeles. bDepartamento de Medicina Interna. Hospital Universitari Germans Trias i Pujol. Badalona. Barcelona. El principio general que guía el desarrollo de vacunas antitumorales es la presentación de antígenos tumorales en un contexto que el sistema inmunitario reconozca como una señal de «peligro»1. Esta «señal de peligro» induce la activación de los linfocitos T con capacidad citotóxica (respuesta inmunitaria celular). El paso clave es la iniciación de esta respuesta inmunitaria, que está estrechamente regulada por mecanismos de control homeostático encaminados a evitar la generación de procesos autoinmunitarios2. De hecho, una respuesta antitumoral no deja de ser una respuesta autoinmunitaria contra antígenos «propios» presentados por el cáncer. En esta revisión describiremos las bases científicas de tratamientos destinados a generar una respuesta inmunitaria celular antitumoral. Con toda seguridad, el primer tratamiento inmunitario celular con actividad antitumoral demostrada fue el bacillus Calmette-Guérin (BCG)3. Los estudios clásicos de George Mathé demostraron que la inyección intratumoral de BCG podía estimular una respuesta antitumoral4. La base inmunológica de este fenómeno es que la BCG genera un proceso inflamatorio idóneo para la atracción de múltiples células presentadoras de antígenos, que recogen antígenos liberados por las células tumorales dañadas por la BCG y las presentan al sistema inmunitario en un contexto de «peligro»1. Esta forma de inmunoterapia sigue siendo utilizada para el tratamiento del carcinoma superficial de vejiga urinaria5. La transferencia adoptiva de células efectoras del sistema inmunológico de un donante a un receptor de un trasplante de células hematopoyéticas es la forma de inmunoterapia celular utilizada con más frecuencia en la actualidad. Esto puede hacerse después de administrar altas dosis de quimioterapia (trasplante alogénico)6, o más recientemente después de dosis más bajas de quimioterapia pero con la finalidad de hacer desaparecer los linfocitos del receptor, permitiendo así el injerto de células hematopoyéticas e inmunológicas del donante (trasplante minidosis)7. Cualquiera de estas estrategias puede ser seguida de la infusión de leucocitos del donante, con lo que se intenta transferir adoptivamente una inmunidad antitumoral del donante al receptor («efecto injerto contra tumor»)8. La gran limitación de estos tratamientos es su poca especificidad frente a las células tumorales. La conocida y grave toxicidad derivada del desarrollo de «la enfermedad del injerto contra el huésped» es el resultado de su falta de especificidad para las células cancerígenas. Correspondencia: Prof. Dr. M. Ribas-Mundó. Departamento de Medicina Interna. Hospital Universitari Germans Trias i Pujol. 08916 Badalona. Barcelona. España. Recibido el 7-11-2001; aceptado para su publicación el 22-11-2001. 472 Med Clin (Barc) 2002;118(12):472-6 La transferencia adoptiva de linfocitos activados por linfocinas (LAK) o linfocitos infiltrantes de tumores (LIT) ha sido ampliamente estudiada en modelos preclínicos y en estudios clínicos en humanos, pero todavía con pobres resultados9,10. Entre las causas principales cabe destacar la falta de especificidad tumoral de las células LAK y la poca capacidad de los LIT para encontrar el tumor después de su activación ex vivo y reinfusión al huésped10. Actualmente, se encuentran en fase de experimentación clínica distintas estrategias de clonación de linfocitos T citotóxicos con especificidad para células cancerígenas y técnicas de modificación genética de linfocitos T para proveerlos de receptores de células T específicos para reconocer antígenos tumorales. Distintas vacunas basadas en células tumorales completas llevan años en estudios clínicos principalmente en pacientes con melanoma maligno (Melacine, CancerVax, OncoVax, MVAX). Estas células tumorales se procesan para optimizar la presentación de sus antígenos tumorales y se inyectan conjuntamente con potentes adyuvantes inmunológicos o haptenos (BCG, toxina de difteria, dinitrofenil, KLH, virus). Esto permite poder presentar los antígenos tumorales de las células cancerígenas en un contexto inflamatorio de «peligro» para, de este modo, atraer células especializadas en la presentación de antígenos. Estas vacunas tumorales parten de células completas autólogas o alogénicas. Las vacunas alogénicas suelen estar formadas por lisados de líneas celulares establecidas en el laboratorio que contienen antígenos tumorales compartidos por tumores. Este concepto queda claramente ejemplarizado en un tumor inmunogénico como el melanoma maligno, en el que se ha demostrado que linfocitos específicos para un melanoma pueden reconocer células de melanoma de otros pacientes, lo que ha llevado a la noción de la presencia de antígenos tumorales compartidos por cánceres de distintos pacientes. La ventaja principal de esta estrategia es su facilidad de producción para el uso clínico. Las vacunas formadas por células tumorales autólogas permiten vacunar contra antígenos específicos de ese tumor. Tienen el inconveniente lógico de la dificultad de acceder a tumores en todos los pacientes para generar vacunas individualizadas, ya que una minoría de tumores puede ser cultivada ex vivo a partir de biopsias o resecciones quirúrgicas. La principal desventaja de las vacunas tumorales de células completas (tanto autólogas como alogénicas) es la capacidad limitada de estimular respuestas inmunológicas, en parte debido a los efectos inmunodepresores de las células tumorales11. De hecho, la mayoría de los estudios prospectivos aleatorizados que usan esta clase de vacunas tumorales no ha logrado demostrar una actividad antitumoral eficaz12-14. La caracterización de citocinas producidas por células del sistema inmunitario y su producción por técnicas de recombinación genética permitieron la administración sistémica de dosis suprafisiológicas de interleucina-2 (IL-2) e interferón (IFN). Después de más de 15 años de experiencia clíni- Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. RIBAS A, ET AL. VACUNAS ANTITUMORALES EN DESARROLLO CLÍNICO ca, aún no está claro el mecanismo (linfocitos T, células natural killer) implicado en las poco frecuentes pero duraderas respuestas a estas citocinas en melanomas y cáncer de riñón15. Su mayor problema estriba en que son unos tratamientos altamente tóxicos, con frecuencia más tóxicos que la propia quimioterapia. Para disminuir esta toxicidad se han desarrollado formas de proveimiento paracrino de estas citocinas donde se cree que son necesarias, esto es, en el tumor. Células tumorales cultivadas ex vivo a partir de biopsias o de resecciones tumorales pueden ser modificadas genéticamente para producir las moléculas inmunostimuladoras, en lo que se ha llamado vacunas tumorales modificadas genéticamente16. Éste es un proceso laborioso y largo (mínimo de un mes), difícilmente aplicable a la práctica clínica. Sin embargo, se han desarrollado procedimientos para acortar este proceso usando vectores de transducción (introducción de genes foráneos a la célula) más eficientes, y la posibilidad de usar líneas tumorales alogénicas que contengan antígenos compartidos entre tumores de distintos individuos, sobrepasando así la principal limitación del requerimiento de vacunas individualizadas para cada paciente17. De entre las moléculas inmunostimuladoras que se han introducido en células tumorales de modelos murinos queda claro que la más activa es el factor de crecimiento de granulocitos y macrófagos (GM-CSF)18. GVAX es el nombre de una vacuna antitumoral consistente en la introducción del gen del GM-CSF a células de distintos tumores, que está en fase avanzada de investigación clínica. En el caso de que no puedan obtenerse células cancerígenas autólogas, no puedan cultivarse ex vivo o no se haya conseguido modificarlas genéticamente, también se han usado células tumorales alogénicas modificadas genéticamente para expresar de una forma estable el GM-CSF. El mecanismo de acción principal de las vacunas tumorales que expresan GM-CSF es la atracción de células presentadoras de antígeno al lugar de la vacunación, recogiendo así los antígenos tumorales liberados por las células usadas en la vacuna y ejerciendo una presentación cruzada de estos antígenos al sistema inmunitario19. Otra forma de proveimiento paracrino de citocinas inmunostimuladoras es la inyección intratumoral de plásmidos (secuencias cortas de ADN guiadas por un promotor siempre activo). Esto permite a la célula tumoral producir las moléculas inmunostimuladoras en el contexto donde están los antígenos tumorales sin requerir cultivo celular ex vivo. El Leuvectin es un plásmido que expresa la IL-2, con la intención de que las células del tumor presenten sus propios antígenos y esta citocina clave en la activación de linfocitos citotóxicos20. El Allovectin intenta explotar la potente actividad inflamatoria que se genera si se administran moléculas de HLA alogénico21. Este plásmido expresa el HLA-B7, un haplotipo poco común en la población general. La inyección intratumoral de Allovectin en sujetos que no tengan el B7 en el locus HLA-B inducirá una potente reacción contra el aloantígeno, con la consiguiente destrucción de las células que lo expresan y la presentación cruzada de sus antígenos tumorales por las células presentadoras de antígeno atraídas al lugar del proceso inflamatorio. Estos plásmidos tienen la limitación principal de su poca capacidad para modificar genéticamente las células tumorales tras la inyección intratumoral en el propio paciente. La configuración del plásmido no es ideal para una expresión eficiente de sus transgenes en las células diana después de la simple inyección intratumoral, resultando en una muy baja proporción de células tumorales que expresan los genes a valores biológicamente activos, con la consiguiente baja actividad inmunoestimulatoria. Otra estrategia para administrar citocinas inmunostimuladoras de forma paracrina en donde hay células tumorales son las inmunocitocinas. Estos compuestos consisten en un anticuerpo con especificidad para alguna molécula de la superficie celular de las células tumorales conjugado con una citocina (la usada en los preparados en desarrollo clínico es la IL-2). La administración de estos conjugados a pacientes permite al anticuerpo reconocer específicamente las células tumorales y vehiculizar hasta allí la IL-2. Al internalizarse la citocina, se generará una respuesta inflamatoria estimulada por la IL-2, con atracción de células presentadoras de antígeno que recogerán los antígenos liberados por las células tumorales22. Las proteínas de choque térmico son una interesante clase de moléculas intracelulares que funcionan como chaperonas de antígenos23. Al someter una célula tumoral a cambios de temperatura surgen estas proteínas que se unen a péptidos antigénicos intracelulares de forma no selectiva. Estos complejos pueden ser purificados, con lo que se obtiene un mecanismo efectivo de selección de antígenos tumorales inespecíficos, que pueden ser administrados en forma de vacunas23. El Oncophage es un producto en fases avanzadas de investigación clínica, consistente en la extracción de proteínas de choque térmico a partir de biopsias o resecciones tumorales y su reinyección como vacuna individualizada para cada paciente. Los estudios clínicos en marcha permitirán estudiar la factibilidad comercial de procesar centralmente estas proteínas a partir de muestras tumorales para su uso clínico a gran escala. El Oncocine HspE7, que está diseñado para el uso exclusivo en cánceres producidos por papillomavirus, consiste en proteínas de choque térmico que presentan antígenos del papillomavirus. Así, el Oncocine HspE7 no requiere la producción de vacunas individualizadas para cada paciente, pero tiene una utilidad clínica mucho más restringida. Cuando el antígeno tumoral está bien caracterizado se puede usar preparados sintéticos de secuencias de aminoácidos para generar una respuesta antitumoral. La inmunización con la proteína completa del antígeno tumoral no induce respuestas inmunitarias, sino que induce tolerancia24. Sin embargo, si se usa a secuencia de 8 a 10 aminoácidos (péptido) derivados del antígeno que las células tumorales presentan en la superficie unidos al CMH tipo I (epítopo), se puede inducir respuestas inmunitarias. Los epítopos peptídicos derivados de antígenos tumorales pueden ser sintetizados artificialmente y administrarse con un adyuvante inmunológico que permita atraer a células presentadoras de antígeno al lugar donde se inyecta la vacuna25. La limitación principal de esta estrategia es que se requiere un conocimiento exacto del péptido derivado del antígeno tumoral que pueda unirse al HLA del paciente, basándose en las reglas de anclaje de epítopos al CMH tipo I26. Esta forma de tratamiento sólo es factible actualmente en el caso de melanomas, donde los antígenos están bien estudiados y se sabe qué epítopos son presentados por los HLA más comunes. Teóricamente, se podría vacunar a la mayoría de los pacientes afectados de este cáncer pero a costa de requerir múltiples epítopos distintos. Otra limitación es la baja capacidad de activación inmunológica, claramente demostrada por la necesidad de administrar altas dosis de IL-2 recombinante con las vacunas peptídicas para obtener resultados clínicos25. Hace unos años se descubrió que la inyección intramuscular de secuencias de ADN producía la expresión de los genes contenidos en ese ADN y la generación de una respuesta inmunológica tanto celular como humoral27. Estos plásmidos de ADN desnudo también pueden ser propulsaMed Clin (Barc) 2002;118(12):472-6 473 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. RIBAS A, ET AL. VACUNAS ANTITUMORALES EN DESARROLLO CLÍNICO dos a la piel por una «pistola de genes» cuando se conjuga con partículas de oro. En ambos casos, células presentadoras de antígeno recogen la proteína producida por las células diana (miocitos o fibroblastos según la localización en que se inyecta), procesan los antígenos y los presentan a los linfocitos T CD4 y CD8 positivos en los ganglios linfáticos que drenan esta zona28. La secuencia del ADN de un antígeno tumoral también se puede insertar en un vector vírico (adenovirus, vaccinia, retrovirus) y administrarse como una vacunación, como en el caso del ALVAC-hB7.1 y CEA-TRICOM29. Estos vectores víricos en fases de estudio clínico contienen, además de un antígeno, moléculas inmunoestimulantes que aumentarán la capacidad de las células transducidas in vivo para activar el sistema inmunitario contra su antígeno tumoral. Estas estrategias de inmunización genética tienen las importantes ventajas de no requerir cultivos celulares y de no estar restringidas a ciertos HLA, ya que los antígenos son procesados endógenamente por el huésped. Esta forma de inmunoterapia genética sólo es posible en un grupo restringido de cánceres en los que los antígenos tumorales han sido caracterizados en sus genes, una limitación común a todas las estrategias específicas de antígeno. Pero la limitación principal de la inmunoterapia con plásmidos de ADN y vectores víricos recombinantes es su poca potencia inmunológica para generar respuestas antitumorales30, aunque sí parecen tener un buen futuro en la inmunización contra xenoantígenos de enfermedades infecciosas31. Sin embargo, la combinación de la inmunización con un plásmido seguido de un período de reposo y la inyección de un vector vírico recombinante que expresa el mismo antígeno sí ha resultado tener una potente capacidad de generar respuestas inmunológicas, en lo que se ha llamado la estrategia de inicio-reestimulación (prime-boost). La inyección inicial de un plásmido permite activar linfocitos T con alta especificidad para ese antígeno. Estos linfocitos T de alta especificidad son reestimulados al inyectarse el mismo antígeno en un vector vírico. Esta estrategia, que evita la necesidad de cultivo celular inherente a la mayoría de vacunas altamente inmunogénicas, se ha trasladado con rapidez a estudios clínicos32,33. Las vacunas tumorales basadas en células dendríticas ofrecen la ventaja de utilizar el mejor adyuvante natural que existe (un adyuvante inmunológico es un agente usado para aumentar la respuesta inmunitaria a un antígeno). Estos poco frecuentes leucocitos están idealmente preparados para la presentación de antígenos y la estimulación de linfocitos T CD4 (T colaboradores) y CD8 (T citotóxicos), ya que son las células que poseen mayor densidad de CMH y de moléculas coestimulatorias en su superficie, junto a su alta capacidad de producir citocinas y quimiotaxinas (sustancias que atraen a otras células inmunitarias). La descripción de procedimientos de cultivo para generar grandes cantidades de estas células a partir de células madre hematopoyéticas o de monocitos de sangre periférica ha permitido su aplicación clínica basada en prometedores estudios de modelos murinos34. Si el antígeno tumoral es conocido y se ha caracterizado la secuencia de aminoácidos que se presentan en la superficie celular unida al CMH, se puede usar péptidos sintéticos para permitir la presentación de antígeno por las células dendríticas35,36. Asimismo, si se conoce la secuencia de ADN, el gen completo puede ser insertado dentro de las células dendríticas con la ayuda de vectores víricos37. Se puede insertar también antígenos no conocidos mediante la utilización de lisados tumorales, aprovechando la gran capacidad de las células dendríticas de recoger y presentar antígenos foráneos. Usando técnicas similares a las desa- 474 Med Clin (Barc) 2002;118(12):472-6 rrolladas para generar hibridomas se puede fundir células tumorales y células dendríticas, lo que permite el procesamiento endógeno de antígenos de la célula tumoral y la presentación de estos antígenos en la célula dendrítica38. Por último, se puede aislar ARN mensajero producido por las células tumorales e insertarlo en las células dendríticas, lo que les permitirá producir endógenamente antígenos tumorales sin necesidad de definir la secuencia del ARN que codifica al antígeno tumoral; esto permite su uso en cánceres en los que los antígenos tumorales no han sido previamente caracterizados39. Estos tratamientos están siendo llevados a la práctica clínica con resultados iniciales muy esperanzadores en estudios fases I/II, aunque la selección de pacientes en estos estudios pueda explicar en parte el alto porcentaje de respuestas observadas en algunos de ellos35,36,38,40. La gran limitación de las estrategias basadas en células dendríticas estriba en la necesidad de cultivarlas ex vivo, con el consiguiente alto coste y requerimiento de personal altamente especializado. Sin embargo, se están desarrollando procedimientos de obtención de células dendríticas con necesidad limitada de cultivo (Proverge y Myloverge), y se están desarrollando sistemas de cultivo cerrado desde la leucoféresis hasta la generación de células dendríticas armadas con antígenos tumorales que podrían usarse en estudios clínicos a gran escala41. Para la generación de una respuesta citotóxica se requiere la presentación de un antígeno restringido por el CMH en una célula dendrítica y la acción colaboradora de los linfocitos T CD4 positivos. La base bioquímica de esta acción colaboradora es la interacción entre el receptor CD40 de la célula dendrítica y el ligando del CD40 (o CD 154) en la superficie de una célula CD4 positiva después de su activación al reconocer su antígeno específico presentado por el CMH tipo II de la célula dendrítica2. Esta interacción licencia a la célula dendrítica para que active los linfocitos CD8 citotóxicos42. El Avrend es un nuevo compuesto que ha entrado en fase clínica. Consta de tres moléculas recombinantes del ligando del CD40, con lo que tiene la capacidad de transmitir el efecto colaborador propio de los linfocitos CD4 positivos. Así, su administración a personas con cáncer podría facilitar una respuesta citotóxica antitumoral al mejorar la función de las células presentadoras de antígenos. La administración de este compuesto a sujetos humanos está limitada por su toxicidad hepática, pero a la dosis máxima tolerada se observaron respuestas clínicamente significativas43. Puede presentar su mayor utilidad en combinación con otros tratamientos encaminados a generar respuestas citotóxicas antitumorales. Finalmente, varias vacunas antitumorales en distintas fases de estudio clínico (muchas de ellas muy avanzadas, en estudios fase III) no van dirigidas directamente a estimular respuestas celulares antitumorales. Sin embargo, al estudiar la posibilidad de la activación de linfocitos T por estas vacunas, frecuentemente con pruebas inmunológicas de baja especificidad como es la detección de proliferación celular, se ha demostrado que de hecho se puede generar respuestas inmunitarias celulares con algunas de ellas, seguramente mediadas por la estrecha relación entre los linfocitos T colaboradores CD4+ (los detectados en pruebas inmunológicas de proliferación celular) y los linfocitos B. Avicine es una vacuna formulada con péptidos derivados de la β-HCG, una proteína oncofetal que está expresada en la mayoría de cánceres pero no en tejidos normales en la vida extrauterina. Al ser formada por secuencias largas de péptidos sin la capacidad de unirse directamente al CMH, esta vacuna está dirigida principalmente a la generación de una Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. RIBAS A, ET AL. VACUNAS ANTITUMORALES EN DESARROLLO CLÍNICO TABLA 1 Vacunas antitumorales y otros tratamientos encaminados a estimular la respuesta inmunitaria celular Nombre comercial del producto Mecanismo de acción BCG Bacillus Calmette-Guérin Proleukin, Intron-A y Roferon A Citocinas recombinantes: IL-2, IFN-α2a, IFN-α2b Leuvectin, Allovectin Plásmidos intratumorales: IL-2, HLA-B7 hu 14.18-IL2, KS-IL2 Inmunocitocinas Melacine, CancerVax, OncoVax, MVAX Vacunas tumorales de células completas GVAX Vacunas tumorales modificadas genéticamente Oncophage, Oncocine HspE7 Proteínas de choque térmico ALVAC-hB7.1, CEA-TRICOM Vectores víricos recombinantes PROSTVAC-VF Estrategia de inicio-reestimulación (prime-boost) Proverge, Myloverge Células dendríticas pulsadas con péptidos Avrend Ligando recombinante del CD40 Avicine Péptidos derivados de la β-HCG G17DT Proteína derivada de la hormona gastrina GMK Conjugado de gangliósido con KLH Theratope Conjugado del hidrato de carbono STn con KLH Lewis Y-KLH Conjugado del antígeno Lewis Y con KLH OvaRex, CeaVac, TriAb, TriGem Anticuerpos antiidiotipo respuesta humoral (por anticuerpos). En tumores del tracto gastrointestinal alto hay una expresión frecuente de gastrina por las células tumorales. La administración de un preparado de 9 aminoácidos de esta hormona conjugada a la toxina de la difteria (Gastrin-17, G17DT) está siendo investigada en estudios clínicos44. Existe una serie de vacunas en desarrollo clínico avanzado basadas en los conjugados de hidratos de carbono presentes en la superficie celular de algunas células tumorales con inmunógenos como el KLH, administrados con adyuvantes inmunológicos como el QS-2145. En el melanoma y otros tumores neuroendocrinos, se ha estudiado extensamente una serie de vacunas basadas en la expresión tumoral de gangliósidos. Sin embargo, los estudios aleatorizados con el compuesto más avanzado en sus fases clínicas, el GMK, no permiten abrigar muchas esperanzas en esta clase de vacunas antitumorales46,47. Theratope es un conjugado de hidratos de carbono presentes en la superficie de células tumorales epiteliales (STn) con KLH. La formulación de esta vacuna antitumoral va encaminada principalmente al reconocimiento de su antígeno (STn) por anticuerpos pero, aunque el receptor de los linfocitos no tiene la capacidad de reconocer los hidratos de carbono como un antígeno, se ha demostrado que esta vacuna puede generar una respuesta inmunológica celular48. Un preparado similar es el conjugado Lewis Y-KLH49. Otra clase de vacunas antitumorales no directamente dirigida a generar una respuesta celular pero que de hecho ha demostrado que genera células citotóxicas antitumorales son los anticuerpos antiidiotipo. El anti-CA125 OvaRex50 forma un complejo con la proteína circulante CA125 que hace a este marcador tumoral más inmunogénico, lo que permite su presentación cruzada al sistema inmunitario y la generación secundaria de anticuerpos policlonales al CA125. Asi- mismo, también se han detectado respuestas inmunitarias celulares al administrar anticuerpos antiidiotipo como el CeaVac, TriAb o TriGem51. Estos tres anticuerpos se generan en ratones a partir de otro anticuerpo (Ab1) con especificidad para el CEA, HMFG y un gangliósido, respectivamente. La parte del idiotipo del anticuerpo generado en los ratones (Ab2) tiene una estructura tridimensional similar a la del antígeno original. Al administrarse el Ab2 junto a un adyuvante inmunológico (QS-21) a pacientes con cáncer, se genera in vivo un tercer anticuerpo (Ab3) con especificidad para el antígeno original51. Conclusiones Avances en el conocimiento del mecanismo de acción de las respuestas inmunitarias celulares antitumorales están permitiendo el desarrollo de nuevas generaciones de vacunas antitumorales. El paso clave ha sido el reconocimiento de la necesidad de que células profesionales presentadoras de antígeno sean las que presenten los antígenos tumorales al sistema inmunitario. Las vacunas más activas inmunológicamente requieren costosos procedimientos de cultivos celulares, mientras que las vacunas que pueden administrarse directamente desde un vial guardado en un estante suelen tener menor potencia inmunológica, pero son más aptas para el uso clínico generalizado. En los próximos años es probable que se simplifiquen los requerimientos de costosos cultivos que hacen poco prácticas las vacunas basadas en cultivos celulares de células dendríticas, que se facilite el proceso de generación de vacunas que requieren una producción personalizada para cada paciente y que se aumente la capacidad inmunostimuladora de vacunas sintéticas. Estos avances permitirán llevar a la práctica clínica potentes tratamientos de estimulación de la respuesta celular antitumoral para la prevención de recidivas o el tratamiento primario del cáncer. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Matzinger P. Tolerance, danger, and the extended family. Annu Rev Immunol 1994;12:991-1045. 2. 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