DISCIPULADOS MIEZ LA PROSPERIDAD DEL ALMA 3 Juan 1:2 | “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así cD omo prospera tu alma.” LA TERQUEDAD E LA FE INTRODUCCIÓN Comenzamos esta lección con la preocupación del Apóstol Juan por que los discípulos de Cristo alcancen el crecimiento completo, esto incluye el bienestar físico, espiritual y emocional. Juan menciona este asunto ya que había quienes enseñaban que la prosperidad material era incompatible con la vida espiritual. Todavía hoy hay muchos que tienen esa forma de pensar, pero en la Biblia encontramos que Dios está interesado tanto en nuestro cuerpo como en nuestra alma. Dios quiere que sus hijos prosperen en todo. Sin embargo, la prosperidad no debe ser el propósito que mueva el corazón de un cristiano, sino el resultado normal de la entrega y obediencia a la Palabra de Dios. En la medida que nuestra alma prospere, Dios añadirá el bienestar material para alcanzar sus propósitos. En esta lección estudiaremos la importancia de buscar el crecimiento y prosperidad de nuestra alma. ¿QUE SIGNIFICA LA PROSPERIDAD DEL ALMA? (Jeremías 31:25) Significa alcanzar un estado de satisfacción y bienestar que no se puede perder a pesar de las circunstancias externas adversas. En el pasaje de 3 Juan 1:2 la palabra «prosperado» viene del griego, euodoo que literalmente significa «tener éxito en alcanzar». Esto implica que la prosperidad divina no es un periodo momentáneo o pasajero, sino que es un estado continuo y progresivo de éxito y de bienestar. La prosperidad de Dios se aplica a todas las áreas de nuestra vida: espiritual, física, emocional y material. Sin embargo, Dios ha determinado en su forma de administrar su prosperidad, que el orden de prioridades afectará el resultado. Dios se agrada y prospera a aquellos que buscan primero establecer el gobierno de Dios en su alma, a estos Dios colma de añadiduras (Mateo 6:33). LOS ENEMIGOS DEL ALMA (Efesios 4:14) Dios quiere prosperar nuestra alma, pero no debemos olvidar que el enemigo no se quedará con los brazos cruzados, el sabe que un alma próspera es muy peligrosa para sus planes, por eso el tratará de manipular los sistemas para contaminarnos y tratar de desviarnos de los planes de Dios, por lo tanto es necesario que conozcamos sus artimañas que quieren poner tropiezo a la prosperidad de nuestra alma. 1. LA FALTA DE IDENTIDAD (1 Pedro 2:11) Jesús nunca perdió de vista su origen e identidad, el oró al Padre diciendo “Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” En otra ocasión cuando Pilato lo cuestiona ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le responde “Mi reino no es de este mundo”. Todo el que ha nacido de nuevo se convierte en ciudadano del reino de los cielos (Filipenses 3:20); desde ese momento en adelante somos peregrinos y extranjeros en camino a nuestro verdadero destino, la Jerusalén celestial (1 Pedro 2:11); somos hijos herederos y coherederos de una herencia incorruptible en los cielos (Romanos 8:17). Al igual que el Señor Jesús, los que hemos sido lavados en su sangre y sellados con su espíritu, estamos en tránsito hacia nuestro verdadero hogar. Debemos vivir a la altura de nuestra nueva naturaleza y honrando nuestro llamado. Dios nos quiere prosperar mientras transitemos por este mundo pero no debemos perder de vista nuestra identidad, No somos de este mundo como tampoco Jesús es de este mundo. 2. EL ALMA MATERIALISTA (Lucas 12:19-­‐20) Cualquiera que por su condición ha aprendido a vivir con lo justo para cubrir su necesidades no tiene muchos problemas de materialismo, pero ¿qué sucede a esa persona cuando de repente su sueldo se triplica o recibe una ganancia substancial? ¿Continúa siendo sensato? Es fácil perder de vista nuestra identidad cuando vivimos en un mundo materialista. Es un hecho que todos deseamos mejorar nuestra condición económica, y si sumamos a eso que el ambiente del mundo está saturado de ofertas diseñadas a alimentar el ego y la vanidad, encontramos que es fácil perder la visión de Dios para nuestra alma, es por eso que el Apóstol Juan nos aconseja diciendo que no debemos amar el sistema del mundo ni las vanidades superficiales que los gobiernan. (1 Juan 2:15-­‐17). Recordemos que nuestro destino es uno más glorioso y eterno, y que todo lo terrenal es temporal y pasajero. Es cierto que mientras habitemos en este mundo tendremos necesidad de utilizar todos los recursos materiales que Dios ponga a nuestro alcance, sin embargo no debemos permitir que el materialismo controle nuestra alma ni que se convierta en ataduras que nos controlen, debemos enfocarnos en nuestra verdadera herencia. 3. LA AMISTAD CON EL MUNDO (Santiago 4:4-­‐5) ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? La palabra “amistad” es la palabra “filia”, involucra «la idea de amar, además de ser amado». No se puede amar a Dios y al mundo, Dios es celoso y no comparte la amistad de sus amigos con el mundo. ¿A qué se refiere la expresión “ser amigo del mundo”? Bueno, un amigo es alguien que disfruta compartir su tiempo y recursos con otro, alguien que se identifica con el carácter y disfruta las mismas actividades de otro, alguien que tolera, encubre, participa y defiende las debilidades de otro. Tan enfático es Dios en este asunto que dice “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Es posible que alguien se sienta movido a defender su amistad con el mundo con argumentos lógicos, pero Dios nos advierte porque la amistad con el mundo tarde o temprano seduce y contamina y separa del propósito de Dios para una vida. EL AMOR A DIOS PROSPERA EL ALMA (Mateo 22:36-­‐40) En una ocasión un intérprete de la ley quiso probar la sabiduría de Jesús y le pregunta: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?”. La palabra que se utiliza para “gran” es la palabra griega “Mega” y la frase pudiera traducirse literalmente en: ¿cuál es el “mega mandamiento”? ¿…el más grande de todos…? la respuesta de Jesús fue: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Reflexionemos por un instante en esta respuesta. El corazón, alma y mente son los tres lugares en que nacen todos los deseos, las actitudes y las decisiones del ser humano. El corazón se refiere a la parte que produce los sentimientos. El alma es el lugar desde donde se guardan y se expresan los sentimientos. Y la mente es donde están las convicciones que gobiernan el alma. Ahora, el Señor Jesús nos dice que debemos amar al Señor nuestro Dios con todo eso. Debemos recordar que el amor no es un sentimiento pasivo, sino una expresión activa del alma, quien decide amar está comprometiendo e involucrando su alma de forma activa en lo que ama, por lo tanto, cuando un hijo de Dios aprende a amar a Dios con toda su alma y sin reservas, envuelve sus pensamientos y su fuerza en esa decisión, y cuando Dios reconoce que alguien le ama de tal manera, es inevitable que Dios no responda colmando de prosperidad, éxito y bienestar su alma. CONCLUSIÓN En la medida en que prospera nuestra alma, también Dios hará prosperar sus planes para nuestra vida. La prosperidad del alma también nos preparara para recibir y administrar la prosperidad material que Dios ponga en nuestras manos sin que esta contamine nuestro corazón. Busquemos primeramente el reino de Dios y Dios no tendrá ninguna reserva para abrirnos sus tesoros, porque él sabe que serán administradas por manos justas y dadivosas.