EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 POR MANUEL FERNÁNDEZ DE VELASCO A decir verdad el mexicano es aún un pueblo en formación, pues es un hecho innegable que entre nosotros el proceso y transformadón de sangres continúa su evolución de un modo incesante y acelerado, modelándose también evolutivamente nuestro tipo psicológico nacional. Somos un pueblo en gestación, más bien que un pueblo nuevo. No poseemos aún un tipo nacional. A menudo hemos querido simbolizar la patria en una vírgen india. Pero el mexi· cano no es indio, tampoco es español, a pesar de que el ayate lleva rosas de castilla. Luego nuestra tendencia étnica se dirige hacia un pueblo fundado en el cálido consorcio de ambas san­ gres, ya que México tiene un ancestral prestigio, el español y el indígena, que lo ha llevado a una conciencia de su persona­ lidad, de su nacionalidad, como un águila de dos cabezas, la india y la española, es un mestizaje etéreo que se sublima. México es español e indio, inseparablemente indio y español, yel que logra encauzar en una sola corriente su sangre será el auténtico mexicano. Por lo tanto seremos un pueblo que habrá heredado de sus progenitores las virtudes y los defectos, no en su pureza primi­ tiva, sino modificados más o menos profundamente por el medio social, por el clima histórico, en ese vaivén incesante de accio­ nes y reacciones mutuas, originándose purificaciones progresi­ vas y afinamientos continuos cada vez más permanentes. El militarismo desde sus orígenes ha influido notablemente en la vida del mexicano, entraremos' por lo tanto a él, si no con un riguroso examen, sí al menos con un método en el manejo de los hechos y de las ideas. En México la democracia ha sido puramente ficticia, al me­ 98 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO nos en la época que nos vamos a ocupar llamada: "De las re,Yo­ luciones de Santa Anna." La única fuerza organizada y determinante desde el punto de vista del poder ha sido el núcleo militar. Fuera de la Cons­ titución de Apatzingán, en todas nuestras otras cartas constitu­ cionales ha obrado constantemente el militarismo. Dentro de la organización militar existe una adhesión personal entre la tropa y los oficiales, entre estos y los jefes, entre los últimos y los generales y al final, estos se ligan con lazos puramente perso­ nales con el presidente de la república. Esto da origen al gobierno de caudillaje. El caudillo generalmente ha sido un latifundista, ha tenido poderes más amplios que cualquier mo­ narca, y en cambio casi no ha tenido responsabilidades, esto es un hecho que debemos aceptar si tenemos el honesto propósito de reformar nuestra mentalidad de ciudadanos y discernir el pasado sin perjuicios políticos, pues cuando el partidarismo hace bandera en la historia, aparece en ella la alabanza o el vituperio. Para poder encontrar las causas de la serie inint~rru~pida de revoluciones, golpes de estado, asonadas y pronunCIam1entos, que tuvimos durante más de la mita~ ~el.siglo XIX, y los orí!5e­ nes del caudillismo y más tarde del mIlItarIsmo que trae conSIgo la hipertrofia civil, que permite que sólo contra un caudillo se levante otro caudillo, y contra un militar otro militar, sin per­ mitir movimientos sociales, es necesario buscarlas en la con­ textura incipiente de nuestros orígenes, donde encontramos ya constituidos o en estado virtual los caracteres fundamentales de la psicología política mexicana. Poseemos ya un sugerente pa­ sado, que ha acumulado buen número de hechos de los cuales podemos sacar verdaderas constancias históricas. Si estudiamos el militarismo en México, asistiremos a la constitución real de nuestra historia. Desde la independencia a 1857, México no tuvo sino revolución tras revolución, sin que sus hombres se preocupasen de esta~lecer U? gobier~o es­ table. Si tal cosa se hubiera logrado, MéXICO hubIera ofreCIdo a nuestros ojos un fenómeno desconocido hasta ahora en el mun­ do: el de un pueblo que, sin preparación previa, pasa de un golpe a gobernarse por sí mismo mediante instituciones demo­ cráticas. En este periodo actúan los personajes como encarnaciones de EL MILITARISMO virtudes y de vicios postura de ficción, ( manifiesto, derivade joven, nacido sin ex] homogeneidad hum ciertos personajes fa que se jugaba en la mación de una cul a no ser por una se árbitros en los destin siq uiera la naturale: sabían ni por que en el fondo de su cor con la que no tenía: soldado mexicano se ciado sin saber, ni p Los cañoneos dun durante el día, y los : tuamente desde los te y hubo casos en los ~ del ejército contrari( ponía a bailar "los e un balazo del enemi, de lo que eran estas Descubrir las caus~ es decir, lo indígena, cano en estas revo}m mo tiempo el único ( mexicana. En esta ti inestable política en pendiente, pues todl políticos los determÍl ción, así al bosquejar con combinaciones d ponderables, de esta cana, mezcla de civili el dinamismo y la f, De ambos factores pr' mental, y nuestra ir presente. EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 99 virtudes y de vicios, mitos dentro de ambientes abstractos en postura de ficción, con sobreestimación de sí mismos y destino manifiesto, derivados naturalmente de las ufanías de un país joven, nacido sin experiencia a la vida política, de allí que de la homogeneidad humana se destacaran las individualidades de ciertos personajes formados por determinados episodios, en los que se jugaba en la cuna, el destino de una nación, o la defor­ mación de una cultura que podía haber crecido inalterada, a no ser por una serie de caudillos y militares que se creían árbitros en los destinos de la república, los cuales no explicaban siquiera la naturaleza de su plan; muchos de los soldados no sabían ni por que peleaban, los obligaban, y muchas veces en el fondo de su corazón han de haber maldecido la revolución, con la que no tenían ninguna afinidad, pues muchas veces el soldado mexicano se acostaba gobiernista y amanecía pronun­ ciado sin saber, ni por asomo, de lo que se trataba. Los cañoneas durante los pronunciamientos eran frecuentes durante el día, y los soldados de ambos bandos se divertían mu­ tuamente desde los techos de las casas y conventos que ocupaban, y hubo casos en los cuales, un soldado le pegaba un tiro a otro del ejército contrario y de gusto siendo blanco del enemigo se ponía a bailar "los enanos", pero estando en su danza, recibía un balazo del enemigo, cayendo muerto; esto nos da una idea de lo que eran estas revoluciones. Descubrir las causas de estos acontecimientos desde sus raíces, es decir, lo indígena, lo español, el mestizo, el criollo, lo mexi· cano en estas revoluciones es método complicado, pero al mis· mo tiempo el único capaz de dar con la clave de la complejidad mexicana. En esta trama estriba parte del enigma de nuestra inestable política en los primeros tiempos de nuestra vida inde­ pendiente, pues todo acontecimiento humano y máxime los políticos los determinan sistemas de ideas y de intereses de ac· ción, así al bosquejar una psicología histórica nos encontramos con combinaciones de sangre, causas atávicas y elementos im­ ponderables, de esta amalgama se derivó la nacionalidad mexi· cana, mezcla de civilización de índole teocrática y guerrera con el dinamismo y la fe en que descansaba la ciudad española. De ambos factores provinieron nuestro tipo físico, nuestro tipo mental, y nuestra índole política, pues el pasado explica el presente. 100 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO El español de la conquista tenía un espíritu militar. Los libros de caballería habían constituido la lectura predilecta de los soldados españoles. _ Un soldado literato que permaneció en Italia, tradujo el poema de Ariosto y escribió un diálogo sobre el honor militar. Este soldado era 1erónimo de Urrea, y hablaba de la siguiente manera: "Yo he estudiado poco porque sentí siempre más inclinación por las armas, que por las letras, así no aprendí otra cosa que novelas y libros de caballería, que despertaron en mí el afán de ejecutar actos heroicos y acometer empresas ilustres. Mucho me gustó leer las escaramuzas y guerras de Granada, la valentía y fortaleza del Rey Católico Don Fernando, la temeridad del gran maestro de caballeros de Calatrava, de Garcilaso de la Vega y del Conde de Cabra, Reduan y Remerax; aquel modo de in­ quietar a las gentes del castellano de Castro-Nuño, y mil otros que me inclinaron e incendiaron el ánimo para ejecutar cosas maravillosas. Más para estos menesteres es necesario que el hom­ bre que se repute no consienta ultrajes, sepa vengarse y satis­ facerse, que no haya hombre que tenga la osadía de injuriarlo, y toda esta estimación 13. ganaré, vencienoo en el campo de batalla a todo aquel que quiera ofenderme con su entuerto, y de esta manera pretendo esclarecer mi nombre." 1 Bajo la envoltura amorosa e idílica de aquellas novelas y • bajo la gala de los caballeros españoles, así como más tarde bajo la locura de Don Quijote, latía el corazón guerrero de la vieja España. Guicciardini, juzgaba a los españoles inclinados a las armas "tal vez más que cualquier otra nación cristiana" y verdade­ ramente aptos para ella porque "son altos y ágiles, diestros, esbeltos de brazo y muy devotos de honor en cuestiones de armas y con tal de no mancharlo desafían valerosamente la muerte". Al Gran Capitán se le atribuía el aforismo: "A España las armas y a Italia la pluma:' En los soldados españoles se escuchaba la frase: "Pon la honra, pon la vida, y pon las dos, honra y vida por tu Dios." "Si el cielo se cayese -decía un capitán español a los suyos, que dudaban salir al campo de batalla al ver la excesiva supe­ rioridad de sus enemigos- lo habemos de tener con los brazos." 1 Urrea, Jerónimo de. Diálogo del Vero Honore Militare. EL MIUTARISMO l "Si el mundo tuvic dominios de España hasta lograr una espe El carácter religio: convertía casi en mOl creada para el comb ejército, regida con d por un general cuya . era, como en un ején ser soldado de 1esús, o propia, pues la detem Deben -dicen las com manos del viajero y se un cadáver -perinde . Si nos remontamos ; nos daremos fácilment españoles, existía un f El militarismo mex que Tenochtitlan den de la conquista por hada ti'empo que hah la alta cultura, por D hombre, es decir, el e! meno adquiere con e encauzados todos ellOll picamente aztecas, cu, ción de un Estado pod tres manifestaciones e militar; un estricto y ce de modo esencial en la clasismo y un absoluto tar. La clase guerrera' las preeminencias dehú valor y constancia en ( ninguna otra parte del te realizado el ideal g llegaron los españoles, potencia mexica, no fu opresor sanguinario y bertad. Fue una guerr, EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 101 "Si el mundo tuviera asas, lo alzaría" -decía otro. Y en los dominios de España no se ponía el sol. Así podríamos seguir hasta lograr una especie de repertorio de bravatas. El carácter religioso bastante fuerte de los españoles, los convertía casi en monjes militares: así la Compañía de Jesús, creada para el combate, fue organizada como un cuerpo de ejército, regida con disciplina excesivamente severa, gobernada por un general cuya autoridad era absoluta. La regla esencial era, como en un ejército, la obediencia pasiva. El que deseaba ser soldado de Jesús, o jesuita, debía renunciar a tener voluntad propia, pues la determinación es cosa que pertenece a sus jefes. Deben -dicen las constituciones- "obedecer como el bastón en manos del viajero y ser entre las manos de sus superiores, como un cadáver -perinde ac cadaver',. Si nos remontamos a nuestra historia precolombina, sin duda nos daremos fácilmente cuenta de que antes de la llegada de los españoles, existía un fuerte militarismo mexica. El militarismo mexica, se inicia inmediatamente después de que T enochtitlan derrota a Maxtla y a los tecpanecas. Al tiempo de la conquista por Hernán Cortés, los antiguos mexicanos hada ti'empo que habían dado el paso decisivo que conduce a la alta cultura, por medio del dominio del hombre sobre el hombre, es decir, el establecimiento de una soberanía. El fenó' meno adquiere con estos últimos sus más acusados perfiles, encauzados todos ellos por unas severas normas militaristas tí­ picamente aztecas, cuyos más acusados caracteres son: constitu­ ción de un Estado poderosamente centralizador e integrante de tres manifestaciones o contenidos básicos: agrícola, religioso, militar; un estricto y consecuente nacionalismo, cuya base radica de modo esencial en la educación, caracterizada por un potente clasismo y un absoluto dominio de los grupos sacerdotal y mili­ tar. La clase guerrera se fue perfeccionando, y adquirió todas las preeminencias debidas a los altos merecimientos de sacrificio, valor y constancia en que se fundaba la dominación azteca. En ninguna otra parte del Nuevo Continente se vio tan plenamen­ te realizado el ideal guerrero como entre los aztecas. Cuando llegaron los españoles, las luchas que se entablaron contra la potencia mexica, no fue como podía creerse, la lucha entre un opresor sanguinario y pueblos ingenuos, enamorados de la li­ bertad. Fue una guerra encarnizada entre pueblos igualmente 102 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO militaristas y orgullosos, entre dos civilizaciones fundadas sobre la fuerza, nacionalistas, y es preciso empaparse de esta idea, bastante sencilla si se quiere ver con alguna claridad al mexi­ cano. A la hora de vísperas del día 13 de agosto de 1521, cayó Guatemuz con todos sus capitanes, y toda la ciudad y el valle se quedaron sumidos en el silencio. Para los españoles aquel día estaba dedicado a San Hipólito, patrón de la futura capital del virreinato, y en el calendario azteca el signo cronológico se marcaba con el cráneo de "mi­ quiztli"; la muerte. La tarde prometió tormenta y entre nubes rojas como sangre se hundió para siempre detrás de las mon­ tañas el quinto sol de los mexicas. 2 Durante los tres siglos de dominación española, en la Nueva España no hubo verdaderamente ejército sino hasta mediados del siglo XVIII, durante la década de 1760-70 época en que el virrey marqués de Croix puso en vigor las reformas propuestas por el teniente general Juan de Villalba y Angulo, 3 y más tarde a fines del siglo con el objeto de prevenir invasiones de tropas extranjeras pertenecientes a los enemigos de España, empezando a organizarse y hacer campañas en las regiones fronterizas de Texas, quedando ya en alguna forma cimentada la institución militar. Así pasaron, más de dos siglos sin que hubiera en Nueva España más tropas permanentes que la escolta de alabarderos del virrey, formadas el año de 1695 y extinguidas por el general Villalba en 1765. En el Fo!. 12, Ley XVII de la Recopilación de Leyes de In­ dias, 4 en lo referente a estas compañías de alabarderos de la guardia del excelentísimo virrey dice: "... Y los virreyes de Nueva España tengan para los mismos efectos un capitán y veinte soldados, a los cuales se les pague el sueldo en la cantidad y consignación que es costumbre, y el capital se le de duplicado con que no sea de nuestra real Ha­ cienda. Y mandamos que las plazas de alabarderos no se sirvan por criados de los virreyes". 2 f'crnández de Velasco, Guadalupe. Cortés ante la Juventud. 3 Boletin del Archivo General de la Nación. 1940, t. xI-4, p. 622. '" Balbas, Antonio. Recopilación de l.eyes de Indias. Madrid. t. II, lib. tercero, 1756. EL MILITARISMO Ji El uniforme de este de Juan Manuel San ' U n poco más adelar cio, formadas con elen manda que: "3. Cuando hubiere de oficial que mandaJ la de diez y ocho robustez para el JI a los que hubiere fuere casado, ni COI haya en la compafi al Real Servicio." E J unto con la compi de caballería del real p México y los de algur cuerpos con poca dise que se solían levantar nimiento de la Casa de nos regimientos de E veteranos y milicias di del pueblo, terminaD( garon rápidamente. A fuero y a la jurisdic( capitán general con t aumentándole despub La comandancia gel risdicción independier ciales el comandante B particular de la provi inmediatamente el vi Potosí, estaba encargal demás a los intendentl Puebla comandantes di 11 San Vicente, D. Juan 1\ Mexicana. Cádiz, Imprenta 6 Archivo General de la Mayo 19 de 1744. 1 A. G. N. Ramo de Baol 1744, 8 Alamán. Lucas. Hist0ri4 EL MIUTARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 103 El uniforme de este cuerpo está muy bien descrito en el libro de Juan Manuel San Vicente referente a la corte mexicana. 11 Un poco más adelante se formaron las dos compañías de pala­ cio, formadas con elementos escogidos, pues uno de sus artículos manda que: "3. Cuando hubiere de proveer alguna plaza de soldado, el capitán, o el oficial que mandare la compañía no recibirá de menos edad, que la de diez y ocho años, ni que se pase de cuarenta, y que tenga robustez para el manejo de las ármas, debiendo siempre preferir a los que hubieren servido en España, no darán plaza al que fuere casado, ni con facilidad darán licencia a los que actualmente haya en la compañía, por los inconvenientes, que de ello se siguen al Real Servicio." 6 .. Junto con la compañía de alabarderos se creó la compañía de caballería del real palacio, 7 y luego el cuerpo de comercio de México y los de algunos gremios. En las provincias se crearon cuerpos con poca disciplina a las que se agregaban las fuerzas que se solían levantar en determinadas ocasiones. Con el adve­ nimiento de la Casa de Borbón además de haber mandado algu­ nos regimientos de España, se fueron formando los cuerpos veteranos y milicias de vecinos estos últimos no sin resistencia del pueblo, terminando algunas veces en motines que se sose­ garon rápidamente. Al mismo tiempo se dio gran extensión al fuero y a la jurisdicción militar que ejercía el virrey como capitán general con un auditor de guerra que era un oidor, aumentándole después a dos. La comandancia general de Provincias Internas tenía su ju­ risdicción independiente y para desempeñar las funciones judi­ ciales el comandante general tenía un asesor letrado. El mando particular de la provincia variaba, en la de México lo tenía inmediatamente el virrey, en Oaxaca, Querétaro y San Luis Potosí, estaba encargado a los comandantes de brigada y en las demás a los intendentes; siendo los de Guadalajara, Veracruz y Puebla comandantes de las brigadas de aquellas demarcaciones. 8 5 San Vicente, D. Juan ManueL Exacta descripción de la Magnífica Corte Mexicana. Cádiz, Imprenta de Francisco Rioja, 1768. 6 Archivo General de la Nación. Ramo de Bandas y Ordenanzas. t. lII, 41. Mayo 19 de 1744. 7 A. G. N. Ramo de Bandas y Ordenanzas t. m, 42, México 19 de mayo de 1744. 8 Alamán, Lucas. Historia de México, México Editorial Jus, t. 1, pp. 79·80. 104 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO Las tropas destinadas para el resguardo de las costas, estaban organizadas en compañías sueltas en distintos puntos, que for­ maban divisiones mixtas de infantería y caballería con muy poca disciplina; ni siquiera usaban uniforme; na~uralmen~e q~e eran útiles porque evitaban emplear tropas de lmea del mtenor del país que hubieran perecido víctimas.de los climas. Las Californias estaban guarnecidas con cinco compañías per­ manentes de caballería volante, y las provincias internas depen­ dientes del virreinato con una en Nuevo León y tres en Nuevo Santander, además de las milicias de los vecinos que había en cada población para defenderlas de las irrupciones de los bár­ baros. Estos ejércitos de la época colonial no estaban formados por indios~ pues éstos estaban exentos del servicio militar. En con­ secuencia, el fondo guerrero de las tropas, lo formaban los negros, mulatos y mestizos y el cuerpo de sargentos y oficiales se componía de criollos, correspondiendo el mando del ejército a los españoles europeos en quienes se vinculaban los principa­ les grados. Los mestizos, como descendientes de los españoles debían de tener los mismos derechos que ellos, pero se confundían en la clase general de castas. De éstas las derivadas de sangre africana eran reputadas infames de derecho y todavía más, por la preo­ cupación general que contra ellos prevalecía, sus individuos no podían obtener empleos, aun cuando las leyes no lo impedían; pero estas castas infamadas por la costumbre, condenadas por las preocupaciones eran sin embargo, la parte más útil de la población, por cuanto que los hombres pertenecientes a ellas endurecidos en el trabajo de las minas, ejercitados en el manejo del caballo, eran los que proveían al ejército, no solamente en los cuerpos que se componían exclusivamente de ellos, como los pardos y morenos de la costa, sino también a los de línea y milicia disciplinadas del interior, aunque éstos según las leyes deberían componerse de españoles. El número de tropas con que contaba la colonia en aquella época varia según los distintos autores. Según Lorenzo de Za­ vala, estaba integrado de la siguiente forma: 11 11 Zavala, Lorenzo de. Ensayo hístóríco de las revoluciones de México. EL MILITARISMO J Tropa veterana .... Presidenciales y volat Presidenciales y volan M ilicias provinciales Según Alamán el ej ñía de alabarderos de mientas y un batallóI1 com ponía el número dragones con quinien con 720 hombres dist mero de ingenieros y fijas que guarnecían 1 y Acapulco. De los Cl en La Habana, con 1 diente del virreinato, pos de infantería de : de N ueva España lla] vuelta verde sobre ca colorados por el m los morados y el bat de dragones se les de La totalidad de los y caballería, con las Veracruz y otros pUI1 en pie de guerra, 1(J veinticuatro mil eua' de este número las d sus demarcaciones, ( dos mil doscientos 011 permanentes hacen 1 za de que disponía En esta enumeraci Provincias Internas, dependían del virrei ñías presidiales y vol rango o Nueva Visca 10 Alamán, op. cit. t. I EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA Tropa veterana ................................ Presidenciales y volantes del virreinato ........... Presidenciales y volantes de las provincias internas .. M ilicias provinciales ............................ 1855 . . . . 105 7,083 595 3,099 18,884 29,66'1 Según Alamán el ejército permanente consistía en una compa­ ñía de alabarderos de guardia de honor del virrey; cuatro regi­ mientos y un batallón de infantería veterana o permanente que componía el número de cinco mil hombres; dos regimientos de dragones con quinientas plazas cada uno, un cuerpo de artillería con 720 hombres distribuidos en diversos puntos; un corto nú­ mero de ingenieros y dos compañías de infantería ligera y tres fijas que guarnecían los puertos de la isla del Carmen, San Blás y Acapulco. De los cuatro regimientos de infantería uno estaba en La Habana, con lo que la fuerza total permanente depen­ diente del virreinato, no excedía de seis mil hombres. Los cuer­ pos de infantería de línea eran los regimientos de la corona, el de Nueva España llamado generalmente de los verdes, por usar vuelta verde sobre casaca blanca, el de México, llamado de los colorados por el mismo motivo, el de Puebla, llamado de los morados y el batallón fijo de Veracruz. A los regimientos de dragones se les denominaba de España y México. La totalidad de los cuerpos de milicias provinciales, infantería y caballería, con las siete compañías de artillería miliciana de Veracruz y otros puntos de la costa, suponiéndolos completos y en pie de guerra, lo que casi nunca se verificaba, ascendía a veinticuatro mil cuatrocientos once hombres; pero deduciendo de este número las divisiones de ambas costas que no salían de sus demarcaciones, quedaban de fuerza efectiva i y útil, veinti­ dos mil doscientos once hombres, que unidos a seis mil de tropas permanentes hacen un total de veintiocho mil, que era la fuer­ za de que disponía el virreinato. 10 En esta enumeración no están comprendidas las tropas de las Provincias Internas, ni las de Yucatán porque ni unas ni otras dependían del virreinato; las primeras consistían en las compa­ ñías presidiales y volantes distribuidas en las provincias de Du­ rango o Nueva Viscaya, de la que entonces dependía Chihuahua, 10 Alamán, op. cit. t. 1, p. 83. 106 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO Nuevo México, Sonora y Sinaloa, Coahuila y Texas, las cuales con las compañías de indios opatas y pi mas de Sonora, estaban destinadas a proteger aquella dilatada frontera contra las irrup­ ciones de los apaches. En Yucatán había un batallón veterano y algunos cuerpos provinciales con la competente artillería. Según Abad y Queipo -quien escribía en 1809-, la cifra de veintisiete mil hombres que daba como efectivo la lista de los regimientos de Nueva España. no era correcta, pues en todos los cuerpos existía una falta considerable, especialmente en las provincias que, no estando sobre las armas se dispersaban de tal modo que, cuando era necesario volverlos a reunir, no se encontraba la mitad y había que reemplazarlos con gente nueva. La mayor parte se ocupaba en la guarnición de los puertos y fronteras y servicio de la capital, de cuyas escasas dotaciones no se podía quitar un hombre. y Abad y Queipo pregunta: ¿Qué nos resta de la tropa existente para hacer cara 3: un ejército de veinte o treinta mil hombres aguerridos y bien equipados que nos pue­ den acometer por tantos puntos diferentes? Cuando mucho diez o doce mil~hrunbres~~~sjntictkani~ disCiplina, y tomados por punto general ~(fe los heces del pueblo, gobernados en su mayor parte por una oficia­ lidad que no debe ni puede tener la instruccíón necesaria, mal ar­ mados y equipados. sin trenes de artillería y campaña, sin balas de cañón ni metralla y otras municíones indispensables. Después de este triste cuadro Abad y Queipo excitaba al vi­ rrey Garibay para que aumentara y reorganizara el ejército, cuya pintura no podía ser más lamentable, y es que por una disposición tan política como económica, la fuerza principal des­ tinada a la defensa del país consistía en los cuerpos que se llamaban de milicias provinciales los cuales no se ponían sobre las armas sino cuando el caso lo pedía. Componíanse estas de gentes de campo o artesana reuniéndose en periodos determi­ nados para recibir la instrucción necesaria. Estos cuerpos esta­ ban distribuidos por distritos y era un honor muy grande que se compraba a alto precio. Naturalmente que Hidalgo y Allende se han de haber lison­ jeado de todo esto, pues siempre es verdad que los ejércitos bien organizados pertenecen a los que los mandan, disciplinan y pa­ gan, y muy rara vez les pueden ser infieles. Estalló la guerra de independencia y aquel ejército virreinal se fogueó y fortificó en el mismo campo de batalla; y en 1820 EL MILITARISMO ascendió su número 1 veteranas y milicias para la campaña más La guerra de inde mientos estratégicos. fuerzas, siquiera con 1 ganización de los efe· pudo ser logrado por guerra de guerrillas. : organizan militannel1 las ventajas son para para las tropas regul operaciones que defe pueden en cambio d cabo una enérgica of. militares por medio I tanto en nuestro terr. Aparece Iturbide• .1 filas del ejército col( destacándose en C4ID] guinario inecesariam. charse del momento; consumar la indepen( za, sin detenerse en 10 indebidamente en el con ellas para rebela busca del que había e lución de in dependen con la figura insurge sublevación de Iturb: de la N ueva España. El militarismo en c: pendencia estaba en pueblo en general, br: so, con que los mexic vicios de sus hijos. PI 1turbide, se constituy tén de las clases prlvi legiada. 11 Torrea, Juan Manuel los errores '] aciertos de $1 EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 107 ascendió su número a ochenta y seis mil hombres entre fuerzas veteranas y milicias auxiliares. El gobierno colonial adquirió para la campaña más de ciento veinte mil fusiles. La guerra de independencia militarmente, carece de linea­ mientos estratégicos, de planes militares preconcebidos y de fuerzas, siquiera con relativa proporcionalidad al tratarse de or­ ganización de los efectivos y de los armamentos. El éxito sólo pudo ser logrado por la fuerza moral, la valentía del pueblo y la guerra de guerrillas. En tales guerras, cuando las multitudes se organizan militarmente, sobre todo en aquellos tiempos, todas las ventajas son para los insurrectos y todos los inconvenientes para las tropas regulares. Los insurgentes no tienen base de operaciones que defender, líneas de retirada que guardar, y pueden en cambio disponer de todas sus fuerzas para llevar a cabo una enérgica ofensiva, realizable para esos agrupamientos militares por medio de emboscadas y sorpresas que se prestan tanto en nuestro terreno. 11 Aparece Iturbide, ,oficial que había hecho su carrera en las filas del ejército colonial, tenía efectivas cualidades militares destacándose en campaña corno oficial valiente y a veces san­ guinario inecesariamente. Iturbide fue oportuno para aprove­ charse del momento; su propósito de acabar con la guerra y consumar la independencia, los desarrolla con audacia y preste­ za, sin detenerse en los medios para lograr su fin; acierta aunque indebidamente en el procedimient9 de reunir tropas alzándose con ellas para rebelarse y marchar al Estado de Guerrero en busca del que había quedado corno portaestandarte de la revo­ lución de independencia; Iturbide, exhibe habilidad para pactar con la figura insurgente del momento, Vicente Guerrero. La sublevación de Iturbide causó verdadero espanto en la capital de la Nueva España, los cuartelazos quedaban iniciados. El militarismo en el momento de la consumación de la inde­ pendencia estaba en pleno apogeo, la capital de México y el pueblo en general, brindó a ilustres generales el unánime aplau­ so, con que los mexicanos recompensaban los distinguidos ser­ vicios de sus hijos. Pero el ejército colonial que coadyuvó con Iturbide, se constituyó en el azote de las libertades, y en el sos­ tén de las clases privilegiadas, siendo él mismo una clase privi­ legiada. 11 Torrea, Juan Manuel Gral. La Independencia de México, sus periodos, '1 los errores 'J aciertos de sus caudillos. México 1945. p. 6. 108 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO Durante la colonia permaneció en nuestra trama, la hilaza hispánica, hasta l8lO nuestra existencia estuvo confundida con la española; luego comenzamos a forjar nuestra personalidad; claro que la independencia no interrumpió fundamentalmente la evolución de la política colonial, realmente el cambio fue más personal que esencial y esto lo vemos también en 1822, en que es cuando los criollos y alguna vez los mestizos sustituyen en la dirección de lo asuntos políticos a los españoles, siguiendo con los mismos métodos y la sumisión del indio, aspirando a crear un gobierno descansado cómodamente sobre las espaldas de los indios. No se olvidaba todavía el hombre a caballo. Los criollos creían haber recibido de sus padres como único patrimonio el amor al país en que habían nacido, fundando en esto su patrio­ tismo; ocupar los puestos públicos, dirigir la nación en lugar de sus padres, ya que no cedían en ingenio, aplicación, conducta ni honor a otra alguna de las naciones del mundo. Si les cerra­ ban las puertas de los empleos, ¿cómo iban a dedicarse al co­ mercio? No, para ellos no era el comercio, éste era para los extranjeros, tampoco los oficios mecánicos, porque no compa­ ginaba bien con el lustre de su nacimiento, luego el principal fondo con que podían contar los criollos, para poder mantener sus obligaciones eran los sueldos con que estaban dotados los empleos públicos, he aquí la razón de la empleomanía de los criollos, si se les privaba de ellos se verían obligados a llevar una vida obscura, o de lo contrario ahí estaba el militarismo, las revoluciones. Toda la galantería, aquellas galas, ceremonias, :suspiros, lujo y fastuosidad en que vivían éstos, estaba en reali­ dad muy lejos de un afeminamiento de las costumbres, no era sino un aspecto risueño de su personalidad guerrera. Las céle­ bres corridas de toros que hasta la actualidad son tan aficionados los mexicanos, no es sino una fuga también de este espíritu y la continuidad de una lucha encarnizada entre cristianos y pa­ ,ganas. Por lo que respecta al indio, éste no podía tener ninguna idea política en esos momentos salvo alguna excepción, su resur­ gimiento vino después en que al fin se soltaron los resortes que vivían latentes, en cambio los únicos que estaban más próximos eran los mestizos y los criollos. Una deformación se inició en la colonia y la savia pasó de la raíz al tronco y más tarde cuaja en el fruto. Al suceder los EL MILITARISMO criollos a los españo: definir los nuevos pr ambiente histórico n guno de ellos; pero s siglo XIX es el result el esfuerzo encamina país. Los abogados d estadounidense, los J de los bienes, defien salvo rarísimas excep El país y el mexi( independencia una 1 necesidad de aceptaI tumbrado y, cansado sujeto por espacio de Los partidos si es ' necieron quietos, la los principios praclal que figuraban de un zados por la corona ( bide y O'Donojú, se: hasta en los que ento] dose de una manera las intenciones de It1 Tres partidos sur~ dente, estos eran: ell establecer un gobien enteramente nuevo c:: de ser desconocido 11. prosélitos. Los tres partidos s elementos que canta notable en esta lucha que habían sido has! en estrechos vínculOl sición del partido rf reda de antecedentE contaba con los elem Triunfa el partido en suerte al sargento nueve cuarenta y cin EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 109 criollos a los españoles en el gobierno de México, procuraron definir los nuevos programas de acción política. Ciertamente el ambiente histórico no favorecía el desarrollo completo de nin­ guno de ellos; pero su estudio es indispensable, porque nuestro siglo XIX es el resultado del encuentro de diversas ideologías y el esfuerzo encaminado a imponerlas en el singular cuerpo del país. Los abogados de ideas republicanas aceptaron el modelo estadounidense, los herederos de la tradición colonial, dueños de los bienes, defienden la monarquía, los caudillos militares salvo rarísimas excepciones, su medro personal. El país y el mexicano que había sufrido para conseguir su independencia una guerra cruenta de once años, se ve en la necesidad de aceptar la forma de gobierno a que estaba acos­ tumbrado y, cansado de él, el monárquico, al que había estado sujeto por espacio de trescientos años. Los partidos si es que ya existían en aquel entonces, perma­ necieron quietos, la escisión no se advertía, debido sin duda a los principios proclamados en Iguala y aceptados por todos los que figuraban de un modo notable en aquellos sucesos. Recha­ zados por la corona de España los tratados celebrados por Itur­ bide y O'Donojó, se inició desde luego ese cambio de ideas, hasta en los que entonces habían permanecido unidos, acentuán­ dose de una manera clara y terminante la división al descubrir las intenciones de Iturbide. Tres partidos surgieron entonces desde luego por este inci­ dente, estos eran: el borbonista; el iturbidista y el que pretendía establecer un gobierno republicano, partido sin antecedentes y enteramente nuevo en la historia del país, y que por lo mismo de ser desconocido llamó mucho la atención y se hizo de nuevos prosélitos. Los tres partidos se resolvieron a entrar en campaña con los elementos que contaban, siendo lo singular y verdaderamente notable en esta lucha que, los partidos borbonista e iturbidista, que habían sido hasta aquellos instantes fieles aliados, unidos en estrechos vínculos, entraban en una terrible pugna. La po­ sición del partido republicano, era la más comprometida, ca­ recía de antecedentes, era desconocido, no tenía caudillo, ni contaba con los elementos de los otros dos. Triunfa el partido iturbidista, el 18 de mayo de 1822, tócale en suerte al sargento del batallón de Celaya Pío Marcha, a las nueve cuarenta y cinco de la noche ordenar "armas al hombro / 110 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO marchen", ya en la calle proclama emperador de México a Itur­ bide, con el título de Agustín 1. El emperador mexicano era nombrado por un sargento. • coronado emperador, en la primavera de su vida, Iturbide fue valiente, activo, de buena figura, y dado a la ostentación, tenía todas las cualidades necesarias para adquirir la popularidad, pero cuando ésta no se basa sobre grandes beneficios, es transi­ toria, pues descansa sólo en un principio de egoísmo, en con­ junto, un pueblo no puede sentir simpatías personales. Desde luego distribuye militarmente al país, en capitanías generales, con la particularidad de que los altos jefes a cargo de ellas tenían también funciones civiles. Pero acostumbrado Iturbide a proceder en todo despótica­ mente yana encontrar quién se opusiera a su voluntad como jefe militar, pronto tuvo que chocar con el Congreso donde abundaba el elemento republicano, forma de gobierno al que se inclinaban los hombres más cultos del país, tanto por la pros­ peridad de los Estados U nidos, como por haberse organizado en república las demás colonias de América, al consumar su independencia. Su efímero reinado duró poco, a Iturbide lo perdió sobre todo su confianza ciega en el ejército, sin comprender que los generales tan escandalosamente improvisados por él, cuando no obedecen al sentimiento inmortal de la patria, sólo piensan en sublevarse para crear o destituir autoridades. Iturbide fue ba­ tido por el que había sido uno de sus más fieles aliados, viéndose precisado a abdicar, desterrarse, y volver del destierro para mo­ rir no en el cadalso que infama, sino sobre el que eleva aJ hombre a la dignidad del hombre. Tal fue el trágico fin de Iturbide a los cuarenta años ocho meses y veintiún días de edad, sin embargo, como escribe Bustamante: "De qué poca tran­ quilidad positiva ha de haber disfrutado." La situación del país a la marcha del emperador era de lo más triste; la división entre los jefes del ejército era verdade­ ramente notable. La República Con este cúmulo de grandes obstáculos y dificultades, iba a inaugurar el partido republicano su primera administración. EL MILITARISMO' Los principios que C4 ca eran desconocidos más ilustradas. Su ad tos temores y vacilac miento, el resultado por espacio de varias a 1855, va ha haber 4 terinos, el número di y se promulgaron tre El general Guadal1 mer presidente de la tar, de aquí salvo raTÍ tes han sido generalc: mando ellO de octu promulgado la flama la cual como era de el do vigente la Ordena El código de esta 1 neral del ejército esp y cédulas de los reyes. mexicanos habían ro pendencia. Tenía la ventaja eS1 precisas y sobre todo saber desde el últim<l Federico 11 rey de ] español lo había adc una monarquía como que pueda imagin3ll hada absolutamente pública que, se supo: ordenanza se habiahl una clase basada toda de la obediencia pas¡ con las armas en la m ba, era imposible apli menos que se creía q' militarismo pues de al al militar, que suble a un gobierno que tú reformando ésta, tod: I EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 III Los principios que contenía el programa de este partido políti~ co eran desconocidos aun por las personas que se encontraban más ilustradas. Su adopción inspiraba en aquella sociedad cier~ tos temores y vacilaciones consiguientes a su falta de conoci­ miento, el resultado fue largo y peleado, envolviendo al país. por espacio de varias décadas en una guerra fratricida. De 1824 a 1855, va ha haber 45 periodos presidenciales, definitivos e in­ terinos, el número de pronunciamientos se acerca a la centena y se promulgaron tres constituciones. El general Guadalupe Victoria fue electo presidente; el pri~ mer presidente de la naciente república mexicana era un mili­ tar, de aquí salvo rarísimas excepciones todos nuestros presiden­ tes han sido generales. El General Victoria tomó posesión del mando el 10 de octubre de 1824; seis días después de haberse' promulgado la flamante constitución general de la república, la cual como era de esperarse favorecía a los militares, declaran­ do vigente la Ordenanza General del Ejército. El código de esta milicia no era otro que la Ordenanza Ge­ neral del ejército español, aumentada y reformada por órdenes y cédulas de los reyes, así como de los decretos que los congresos mexicanos habían dado inmediatamente después de la inde­ pendencia. Tenía la ventaja este código, de ser un cuerpo de leyes claras, precisas y sobre todo completo; en él se hallaban cuanto debe­ saber desde el último tambor hasta el primer general. Federico II rey de Prusia era su verdadero autor y el gobierno español lo había adoptado con algunas modificaciones; para una monarquía como era la prusiana, fue acaso lo más perfecto que pueda imaginarse. Pero precisamente esta perfección lo· hada absolutamente inadaptable a las instituciones de una re­ pública que, se suponía libre, como lo era la mexicana. Si la ordenanza se había hecho para dar por resultado la creación de una clase basada toda en el principio de la sumisión absoluta Y' de la obediencia pasiva, completa en su organización y hasta con las armas en la mano para avasallar a todo cuanto lo rodea· ba, era imposible aplicarla en una república democrática o a lo menos que se creía que era; este código le daba gran fuerza aJ militarismo pues de ahí en adelante, nada le pareció más natural al militar, que sublevarse contra una constitución o deponer­ a un gobierno que trataba de someter la clase a que pertenecía,. reformando ésta, toda o en parte. 112 HISTo.RIA Mo.DERNA y Co.NTEMPo.RÁNEA DE MÉXICO. De aquí el espíritu revo.lucio.nario. del mexicano., que cree merito.ria la destrucción de la o.bra del partido. o.puesto. -sea buena o. mala-; por eso. el equilibrio. psíquico. del mexicano. ha estado. alterado., no. ha tenido. el so.siego. ni la co.ntinuidad en el esfuerzo, hay que reco.ger hecho.s pasado.s para tener espe­ ranza en el po.rvenir. Durante el go.bierno. de Victo.ria lo.s go.lpes y lo.s pro.nuncia­ miento.s continuaro.n, y acercándo.se el fin de su go.bierno., se presentaron co.mo. principales candidatos a la presidencia lo.s generales Vicente Guerrero, Anastasio. Bustamante y Gómez Pedraza, este último. triunfa; pero. Santa Anna el eterno. ambi­ cio.so., se pro.nuncia en Jalapa, desde ento.nces co.n más o. meno.s predo.minio. regirá lo.s destino.s de la nación. Su excesivo. amo.r a la glo.ria lo. co.ndujo. a una infausta jo.rnada, que a pesar de .su poca impo.rtancia desde el punto. de vista militar, México. y lo.s mexicano.s no. le perdo.narán nunca. Es Santa Anna uno. de lo.s pro.to.tipos del mexicano. de aque1 ento.nces, del mexicano. apenas nacido., es el primer pro.ducto. -dice Jo.sé C. Valadés- del no.viazgo. del México. independiente, ama más la glo.ria que el po.der, destruye las fórmulas del mando. .co.n las mañas del diplo.mático., y cuando. esas mañas no. le so.n suficientes para co.ntinuar su carrera, es víctima de la irritabili­ dad, desprecia a sus enemigo.s, po.r eso. nunca pudo. ser go.ber­ nante, po.r eso. no. le impo.rtó conservar las no.rmas co.nstitucio­ nales; po.r eso. no. vaciló en aceptar el título. de Alteza Serenísima, ni so.meter su po.derío. a un plebiscito.. Lo.s hábito.s del lujo., el exceso. de riquezas, las ambicio.nes perso.nales y las rivalidades de lo.s generales vencedo.res, llevaro.n co.nsigo. la fo.rma de dicta­ dura, la guerra civil, pues de 1821 a 1855, la histo.ria de México. puede escribirse co.n más pro.piedad, si se emplea el criterio. cuantitativo. que si se refiere al cualitativo., es decir, la cuenta de lo.s pronunciamiento.s es más expresiva que la aparición de las ,características, fines y sentido. de esto.s hecho.s. Durante el siglo. XIX, en realidad sólo. tres ho.mbres de peno samiento. fuero.n lo.s que llegaro.n a la realidad mexicana, y ésto.s fueron: Lucas Alamán, Lo.renzo de Zavala y J o.sé María Luis Mo.ra; cada uno. de ello.s escribió su evangelio., y cada uno. buscó su capitán, su caudillo., su jefe militar. Zavala lo. enco.ntró en el general Vicente Guerrero, Alamán lo. descubre en el general Anastasio. Bustamante, y Mo.ra en el general Manuel Mier y Terán. EL MILITARISM( Tres pro.gramas 5 llo.s, de sus militare tribunas po.líticas y Pero. hubo. un CWl espiritual, y que fl.: levantamiento.s, de el que sufría co.mp: to.nio. López de San Pero junto. co.n é en lo. referente a m~ Victo.ria, Po.sada, ( general Mo.rán y ( algún partido. polít de cincuenta año.s : biera escrito. sus m al mismo. tiempo h Éste es el cuadn pro.blema más apreJ del mexicano.", el t to.do., el apetito im empeño. de hacerse fuero.n lo.s vicio.s e o.rigen más fecune blica mexicana. La la misma facilidad raras veces, y esto. Cl inso.portable, co.mo. formar al país. Sin embargo, no. mérito. y no. la dase Co.s, y que nadie si por la pobreza o. la ~ en que el mexicano tró a sí mismo., POI aho.ra puede realw mativo. y creado.r, J EL MILITARISMO EN LA VIDA DEL MEXICANO HASTA 1855 113 Tres programas surgieron entonces, y del brazo de sus caudi­ llos, de sus militares, dos de éstos hacen de las logias masónicas tribunas políticas y extienden su campo de acción al exterior. Pero hubo un cuarto caudillo, un militar que no tuvo director espiritual, y que fue el más característico representante de los levantamientos, de los golpes de estado, de los cuartelazos, el que sufría complejo napoleónico, éste fue el paranoico, An­ tonio López de Santa Anna. Pero junto con éstos, hubo otros hombres distinguidos tanto en lo referente a méritos civiles como a tamaños militares como: Victoria, Posada, Gómez Pedraza, Gorostiza, Quitana Roo, el general Morán y otros soldados o estadistas pertenecientes a algún partido político, que se distinguieron en las revoluciones de cincuenta años a partir de la independencia; si alguno hu­ biera escrito sus memorias o su autobiografía, hubiera escrito al mismo tiempo la historia de estas guerras civiles. Éste es el cuadro de los primeros años del siglo XIX, en el problema más apremiante del medio; "El militarismo en la vida del mexicano", el espíritu de rebelión, el deseo de avasallarlo todo, el apetito inmoderado de condecoraciones y ascensos, el empeño de hacerse rico en pocos días, el complejo napoleónico, fueron los vicios característicos del soldado privilegiado y el origen más fecundo de los desórdenes sociales de la repú­ blica mexicana. Las revoluciones populares, se dispersaron con la misma facilidad con que se formaban, y no aparecieron sino raras veces, y esto cuando la administración fue verdaderamente insoportable, como la revolución de Ayutla, que vino a trans­ formar al país. Sin embargo, no todo se perdió, pues aprendimos que es el mérito y no la clase lo que abre el camino a los honores públi­ cos, y que nadie si es capaz de servir a la patria, se ve trabado por la pobreza o la ObsCluidad de su condición. Hubo una época en que el mexicano se quedó solo, pero en esa soledad se encon­ tró a sí mismo, porque está en posesión de todos estos datos y ahora puede realizar su obra a conciencia, siempre de tipo for­ mativo y creador, pero con actitud historiográfica.