por Lewis B. Hill - Biblioteca Digital de APA

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COl\lO DEFENSA (1)
LA HOSTILIDAD
por Lewis B. Hill
(BaI'imore)
Los runos aprenden
ocultando
que es necesario
sus verdaderos
engaño es practicado
pensamientos
contra
el ambiente
y sensaciones. ,Con el tiempo este
también contra aquella parte de su psiquismo que re-
presenta las circunstancias
puede ser engañado
protegerse
ambientales.
por una actitud
Por tal motivo el individuo
defensa contra la expresión de una emoción básica, por completo
'Es muy importante
Todos estarnos sobre aviso, como analistas, ante el
posible papel d~l amor y de la "transferencia"
la angustia.
Aprendimos
erótica como disfraz para
a ~onsiderar esta angustia en gran parte como 'una
o de defensa contra los impulsos hostiles.
En verdad, hay precedentes
teóricos para' considerar
la formulación
ubicado másprofundamente.
paranoica.
'Ernest
"
la hostilidad
mo una actitud que también puede ser utili~ada para encubrir
li'n sentimiento,
diferente.
que el analista distinga estas actitudes defensivas' de las
emociones subyacentes.
"Señal de peligró"
mismo
emo~ional p,t"0pia, la que sólo es una
co-
el estado' de
Tai es el clásico ejemplo de
)ones er~ Temor, culpa y odio
e), con-
signa en forma clara que cuando el odio es la capa superficial de un afecto,
és: utilizado por el paciente para encubrir una capa más profunda
'O:culpabilidad,
de temor
los que a su vez lo' defienden contra una capa más profunda
de "odio producido
por un yodistónico",
que, como k ira, puedan
Hay pocas emociones en la vida
dar al individuo
una tan intensa convicción
de
que está en lo cierto, ·0 incluyan tan completo sentido de autojustificación;
esta impresión de veracidad se tiene al máximo en la lla~ada "verdadera' indignación"
culpabilidad,
y "la reacción consciente de odio es un intento de elaborar la
o más bien la impotencia que dicha culpabilidad ha provocado".
Por tanto, sin pretender originalidad, comprendo no obstante que corresponde tener presente que la hostilidad puede ser defensiva. Corrientemente
(1) Leído en 1938 en la Sociedad Psicoanalítica de New York.
ducido de "The Psychoanalytic Quarterly", vol. VII, NQ 2, 1938.
(2)
JONES, ERNEST:
Temor, culpa y odio. "Int,
J.
Traducido
y repro-
Psa.", X, págs. 383-397, 1929. '
LA HOSTILIDAD
COMO DEFENSA
'
561
estamos acostumbrados a pensar que la transferencia negativa en' el-análisis
debe ser interpretada sin- tardanza y que la transferencia positiva puede ser
pasada por alto y despreocuparnos, mientras no entre al servicio de la resistencia. Este enfoque generalmente exacto puede tender a transformarse,
dentro del concepto del analista, en la fórmula de que en el análisis el amor
es un pretexto defensivo y el odio es verdadero. Estudiando ciertos individuos, me ha parecido que han aprendido a protegerse explotando la hosti':'
lidad, y que si a esta hostilidad le asignaba yo una gran importancia, entonces
los pacientes eludían hábilmente la investigación analítica. A estos pacientes quiero referirme ahora. Parece haber dos tipos de reacciones negativas,
una como respuesta' a -la ofensa o frustración, otra como protección contra
la repetición de este mismo hecho. Pueden no ser diferenciables en las manifestaciones que las exteriorizan, pero serán fácilmente individualizadas por
sus consecuencias si se permanece alerta por necesidad diagnóstica. Cuando
un paciente adulto vivencia y abreacciona la verdadera ira de su niñez, .se
espera llegar a la resolución de su problema por algún recurso tal come
la renunciación, substitución o sublimación, a la vez que se produce la simultánea eliminación de lo que estimula alodio. Sin embargo, si lo alentamos a que exprese en forma reiterada el sentimiento negativo de tipo defensivo, el resultado será una interminable serie de variaciones dentro del
tema, sin ningún cambio en su posición hostil, y sin haber logrado ayudarle
a la superación de su antigua actitud engañosa ante sítnisrno. La protección
lograda por el paciente con este segundo tipo de:;fiústílidladretarda el progreso del análisis, porque su conducta le impide caer dentro de los proble. mas que podrían hacer surgir el primer tipo de odio o sea el odio verdadero
y reprimido.
Qusiera decir algo acerca de los sentimientos y situaciones que pueden
ser eludidos, explotando las actitudes hostiles, tanto en el análisis como en
la vida. Incluyo en primer término al temor y la culpabilidad ya establecidos por jones; también me ha parecido que los sentimientos de dependencia, necesidad de afecto, la pasividad y desvalimiento, o bien un deseo de
dominio. y control (como defensa contra la pasividad) y hasta la exteriorización de afectos resultan tan intolerables a algunos pacientes, que prefieren mostrarse como malhumorados y desafiantes, pendencieros o amenazantes.
Existe otro aspecto de la actitud -hosril defensiva del paciente que es
562
LEWIS B. HILL
muy importante
habituales.
si el analista no puede sustraerse a las respuestas humanas
Es absolutamente
posible que la persistente
crítica y acusación,
ira y recelo del paciente puedan servirle como una verdadera
ladando
la batalla al enemigo e induciendo
al analista a reaccionar
mor o culpa, hostilidad o excesiva benevolencia.
quienes he observado
una particular
la hostilidad
defensa, trascon te-
Los mismos pacientes
defensiva en su total desarrollo
en
tenían
facilidad para percibir y explotar las reacciones emocionales
de los demás. Con este criterio, desearía referirme
que orientó de pronto
mi atención
a cierto material clínico
hacia este tema.
Una mujer soltera, con angustia aguda, llegó al tratamiento
durante algunas sesiones una historia incoherente
de conflictos
presentando
frente a va-
rias personas de ambos sexos. Se dedicó a observarme intensamente
durante
dos semanas. Luego el cuadro cambió, la historia comenzó a ser inteligible
y pude notar una total disociación
individual
varios años contra una leve esquizofrenia.
ciones de mutua comprensión
desolación interna,
que había luchado
Ella se adaptaba ,bien a las situa-
y relató en forma suplicante
soledad y terror
durante
tratando
miento que colmara el deseo de ser amparada.
de provocar
un cuento
un gran senti-
Este anhelo se hizo evidente
en la voz y los gestos, después de lo cual se desató en furioso llanto.
volvió amenazante y acusadora.
sexuales frente a cualquier
violada en su temprana
me impulsaron
de
Se
Parecía que su temor eran las posibilidades
situación y nos contó que estuvo próxima a ser
niñez.
El cuadro de dolor continuo
a dirigirle algunas expresiones de sentimientos
y aislamiento
en atención
a sus dificultades.
Aunque
esto aparezca como una confesión
de error técnico, creo que
la situación era muy crítica para esta mujer y no hubiera podido soportarla
sin ayuda. Sin embargo era imposible que soportase tal ayuda porque las
ofensas narcisísticas
estaban candentes
todavía y se tornaban
mente agudas en presencia de la bondad.
ma de súplica y rabia alternada
insoportable-
Casi durante cuatro años esta nor-
se repitió a intervalos
irregulares
de unas
pocas semanas. En cada ciclo obtuve una mayor visión dentro de la historia de su niñez y mayor comprensión
de los medios por los cuales ella siem-
pre se había ocultado de todos. Había aprendido a ser seductora para lograr sensación de proximidad, pero esta sensación de proximidad provocó
en ella sentimientos sexuales que fueron asociados a las experiencias infantiles
lo mismo que a la masturbación
ulterior.
El sentimiento
de culpa fué tan
e
LA HOSTILIDAD
COMO DEFENSA
~63.
intenso que se sintió indigna del amor. Luego repetía la seducción,
caba una querella
taria.
defensiva
contra
lo sexual y quedaba
provo-
libre pero soli-
Esta norma fué utilizada en el análisis hasta que logró convencerse
de que la bondad y comprensión
de franca conducta
no significaban
precisamente
un intento
sexual.
Los esfuerzos para interpretar
traídos ahora a la transferencia
estos episodios hostiles del pasado retro-
revelaron
que después de la seducción rea-
lizada por el padre quedó con un estado de ánimo lleno de hostilidad;
cordó también
que la madre desplegó una conducta
abusiva y la paciente
adoptó por espacio de diez años una actitud desafiante,
íos cuales
del caso no mejoró a la paciente.
Las repetidas
sodios de "rabia"
durante
y las fantasías. -Sin embargo
su mayor interés radicaba en la masturbación
esta comprensión
discusiones del valor heurístico
me llevaron
ái
convencimiento
de los mencionados
epi-
de que la paciente se pro-
curaba con éstos no sólo el alivio de su angustia sino que también
un conocimiento
re-
obtenía
cabal de que el analista respondía con un sentimiento
dadero y considerable.
de aquella vinculación
Este conocimiento
ver-
despertó en la paciente los ecos
con el padre la cual precedió
de eso la madre la había tratado fríamente.
a la seducción.
Antes
El período más feliz de su vida
fué en aquella época, cuando al regresar el padre de una ausencia, aceptó
sus requerimientos
amorosos infantiles.
Mi bondad
produjo
respuestas
se-
xuales parecidas a las que sintiese antes en aquella noche que durmió con el
padre. Para evitar el terror de aquella noche, evitó recordar los antecedentes.
Por una especie de elipsis saltó a las relaciones hostiles con la madre subsiguientes a la partida del padre, y desde éstas pasó a las fantasía donde los
impulsos eróticos y sádicos compartían
por igual su importancia.
Al reco-
nocerle que era físicamente atractiva y sugerirle su necesidad de afecto quedó excluída toda posibilidad razonable de relación erótica, se abrió el caminó
para la reactivación
verbal de la violación sufrida y para la reconstrucción
de la escena del día subsiguiente
Esto permitió
finalmente
cuando se separó en dos personalidades.
la recuperación
de su natural encanto
femenino,
como una parte de su yo consciente. Cesó inmediatamente
de su hostilidad en el análisis y supimos de su interrupción
la explotación
en otras rela-
ciones de la vida cotidiana.
terapéutico
Yo atribuyo
el feliz resultado
al
enfoque de sus actitudes hostiles como defensa contra los sentimientos auténticos, que sanen
realidad las que corresponden
a una niña de cinco años
o
LEWIS B. HILL
564
hacia un hombre que procura seducirla.
biera sido catastrófica
si no mediase el hecho de que en este caso el papel
del analista como amable y receptivo
no cooperaba
La revelación de este criterio hu-
activamente
fué un camino fácil de seguir y que
en la repetición
neurótica.
Recordaré
que la
paciente tenía una madre fría y abusiva, a la vez que un padre rechazante.
Existía en los primeros años una base propicia para la hostilidad.
Por tan-
to,' sus iras durante el análisis no fueron algo nuevo. Les imprimió, en consecuencia, una modalidad
persistente
analítica, por lo cual se tornaron
y un propósito
dentro de la situación
tan significativas .
. Una segunda paciente de 40 años, soltera, llamó nuevamente
ción por el hecho de utilizar su hostilidad como defensa.
mi aten-
Esta mujer que
me fué remitida por algunas dolencias físicas indeterminadas,
dió comienzo
a su análisis con una acusación y un desafío expresado en voz alta y aguda:
No puedo comprender,
dificultad
decía, queunamu}er
permanezca
soltera sólo por
de elección; puede desear al hombre nada más que como compa-
ñero de mesa y bien podría preferir no tocar o ser tocada por nadie. Además estaba enterada de que los analistas sugerían a' tales mujeres que resolviesen sus problemas llegando a la promiscuidad
Este comienzo' es suficienternente
o que adquiriesen un gatito.
revelador
como para sugerir lo mu-
cho que era posible realizar para aliviarle sus dolencias, pero ella continuó
zahiriéndome
durante siete meses aproximadamente,
apelando a argumentos
unilaterales y dedicando largas horas a divagaciones abstractas, todo lo cual
trasuntaba
resentimiento,
rebelión y desafío" Entretanto
daba pocas asocia-
ciones a los muy limitados y fragmentarios
sueños, casi no expresaba fanta-
sías y en nada contribuyó
de su historia.
al conocimiento
Traté
de relacio-
nar su hostilidad a los incidentes de su' pasado, en lo poco que me era conocido, y relacionarla· además con la situación analítica. El resultado fué
malo en el sentido de que no surgió ningún material analítico, ni ocurrió
cambio alguno en la transferencia,
ni ella mejoraba.
Esto se asemejaba por todas las circunstancias
"personalidades
esfuerzos.
no analizables"
Incrementó
a lo que yo califico de
y sugerí que debíamos suspender
nuestros
su rabia y con ésta su angustia hasta que me vi im-
pulsado a cambiar de opinión y como último recurso intenté la técnica de
relajación de Ferenczi. Pareció evidente que las actitudes de "no-me-toques" y "no-me-cambies"
prácticamente
fóbicas por su intensidad, las utiEl -re-
lizaba como. resistencia y fueron vencidas con la técnica indicada.
LA HOSTILIDAD
COMO DEFENSA
565
sultado fué la emergencia de 'una transferencia agresiva erótica infantil, que
la paciente rehusaba considerar como algo diferente de un amor verdadero'.
La situación se tornó inaceptable para mí y se hizo evidente que el
análisis no podía proseguir como una situación de comodidad para sus exigencias y para su gratificación. Se produjo un retorno inmediato a su odio
intenso. Esta vez el odio fué amargo y acusador, con amenazas de suicidio,
de psicosis o de "hundir todo para siempre". En todo el año siguiente no
hubo tregua. Sufrió en su trabajo y en sus relaciones sociales, su salud empeoró y parecía no tener fin su malhumorada y llorosa hostilidad. Sin embargo, durante esta fase hubo veces que la "rabia" o la desesperación la
llevaron a disminuir su guardia y protección; en tales momentos 'pude conocer algunos hechos aunque muy pocos. Surgió que la madre padecía fobias de contacto, que no deseaba tener hijos, que no la amamantó y que la
zahería por ser mujer, criticando su cara, su figura y personalidad. La
madre le restringía mucho su vinculación fuera del hogar y dentro de éste
no hubo oportunidades para la actividad natural 'de la niña. Su padre fué
nn fracasado y durante toda la infancia de la paciente, la familia afrontó
gran pobreza.' La niña repudió por completo a su padre peto nunca eludió
a la madre.aun después de la muerte de ésta soñaba con ella repetidamente.
Es interesante consignar la ausencia de recuerdos correspondientes 'a la masturbación, curiosidad sexual y aventuras románticas. La menstruación le
produjo un gran shock y todavía no la había aceptado totalmente.
'!
La situación analítica, tal como la imaginé en esa época, me permitió
reconstruir el modelo emocional de la paciente, poco más o menos así: existe
un inmenso anhelo por algo, que sólo aparece expresado en términos imprecisos y abstractos. Este anhelo .es combatido constantemente. Se odia a sí
misma por tal anhelo y odia al mundo yal analista porque no la gratifican.
La angustia es una consecuencia de esta hostilidad de doble filo y le
impide una ulterior comprensión de su significado. Paraaliviar su angustia
acentúa su amor al analista como si fuera el amor 'hacia un hombre y no
lo quiere ver como la transferencia de un objeto infantil. Me odia para no
aceptar .esta solución de su angustia. Amenaza ton la autodestrucción o
la terminación de su afecto y me previene que no debo permitir que esto
suceda. Deseaba que el analista la tuviera presente o en otras situaciones
deseaba ser la preferida. Le molesta la' urgencia de .sus exigencias' que la
devoran e invoca ideales como argumentos. No desearía, transgredir el de•.
566
LEWIS B. HILL
recho de los demás; a éstos no puede determinarlos,
a otros pacientes,
pero existen alusiones
a los amigos y a mis hijos. El hecho de no referirse
mi mujer es muy significativo, pero cuando la menciona se le producen
a
des-
pués ataques de rebelión contra las reglas analíticas que le obligan a hablar
sobre temas tan dolorosos.
La conclusión fué que la dificultad debía residir en mi propia ceguedad.
Alguna situación representaba
percibirlo
yo dentro de su fantasía neurótica
en forma consciente.
ción estereotipada
Algo fué lo que provocó
de obstinada rebeldía.
en vez de
en ella esta reac-
Era norma que se repetía en casi
todas las sesiones analíticas: entraba al consultorio
con mirada hosca y fría;
un silencio de varios minutos era lo habitual, le molestaba el diván y a veces lo rechazaba con expresiones de enojo, desaliento y amargura;
zaba por crear argumentos
se esfor-
y acusaciones de que el analista había cambiado,
perdido interés y se había vuelto hostil desde la sesión pasada; decía que sentía angustia ante la posibilidad de que el analista la abandonase.
la hora estaba alicaída, relataba
algunos fragmentos
asociaciones; a veces admitía que mejoraba.
Al finalizar
de sueños con pocas
La despedida,
que a menudo
se prolongaba
tres o cuatro minutos, transcurría
en un ambiente de mutua
comprensión.
Al día siguiente se repetía el mismo ciclo. Esta fórmula dia-
ria fué similar en todo el análisis: la hostilidad y su anulación
seguida de
proximidad,
luego la hostilidad y la distancia.
Con el tiempo el período de
proximidad
o de interés positivo hacia el analista fué expresado en palabras
a través de las cuales pude entrever un significado fálico que no llegó a ser
explícito.
Ahora
de reacción.
comprendo,
o creo ver, que mi papel es perpetuar
Sus angustias y miserias eran tan impresionantes
sintiendo yo naturalmente
su modelo
para mí que,
un cierto afecto hacia ella, a pesar de sus defen-
sas clínicas tan hostiles, me indujeron
a proporcionarle
la seguridad
de mi
afecto con la base de una buena amistad. Pero la paciente reaccionó a este
seguro afecto Con hostilidad. Evidentemente no se atrevía a aceptarlo.
La hostilidad era preferible al afecto. Le hice esta interpretación y me
respondió que por supuesto "ella combatía sus impulsos para oponerse a una
relación erótica conmigo, como combatía todos sus impulsos".
siempre de matar sus deseos. Descubrió
que el odio hacia sí misma y hacia
mí le impedía que emergiesen sussentimientos
analíticas.
El reconocimiento
Ella trataba
positivos durante las sesiones
de que invocaba deliberadamente
estados de
LA HOSTILIDAD
ánimo hostiles con preferencia
a los sentimientos
la angustia, permitió por cierto, una elaboración
ya había presentado
567
COMO DEFENSA
eróticos que engendraban
acabada del material que
y también del material que aportó posteriormente.
Fué posible relacionar la utilización de la ira y el temor con la defensa
contra el conocimiento
turbatorias
y visualización
después de un intento
verdadero
de sus experiencias
que había suprimido en forma completa.
masturbatorio
tuvo una hemorragia
estado de los hechos que permanecía
de ira, se ocultaba
y fantasías mas-
Así llegué a saber que
también probablemente
encubierto
muy seria.
El
por su reacción
bajo un despiazamiento.
Algu-
nas ideas un tanto paranoicas acerca de quienes le rodeaban me sugerían esa
condición
de desplazamiento.
Mi razonamiento
era que si yo integraba
para ella y me celaba en el sentido habitual
un objeto sexual verdadero
de la expresión,
entonces
el
análisis de su actitud hacia la esposa que le estorba, debía reducir la angustia
y la ira hacia mí. Pero esto no pudo ser analizado. La "rabia" y el resentimiento lo impidieron.
siderado
Percibió el indicio de que yo, un hombre, era con-
no como persona sino como una posesión; por ejemplo tenía la
fantasía de encerrarme
pudiera
compartirme.
para siempre en una torre en forma tal que nadie
Por lo tanto yo aparecía como un instrumento,
ca-
si un objeto, un símbolo fálico con el cual encuentra
su verdadero
de amor.
y debemos recordar
La envidia, y no los celos, era el problema
objeto
que ella había expresado envidia de mí por considerar
que tenía-todo lo
'que yo deseaba.
yo tengo todo
Podemos
entenderlo
en otra forma:
lo
que ella desea. Con la capacidad que ella tiene para transformar los impulsos fálicos en orales ¿qué es lo que desea? Desea ser un hombre, tener las oportunidades
alejar el hombre
presalia)
somáticos.
de un hombre,
y en un nivel más profundo
de todas las mujeres.
y culpabilidad,
Si este intento
Este deseo le causa angustia' (re-
todo lo cual hace una conversión
es descubierto
ella tendrá
en síntomas
por enemiga a toda
mujer y ya hemos visto que ella teme y necesita a las mujeres.
profunda
desea
Así que la
envidia de hostilidad posesiva hacia mí como padre, llega a con-
vertirse en amor de pcsesión hacia mí, hasta que yo también fracaso en la
representación
de madre amable para ella. Se abrió paso otra vez como un
odio destructivo,
desgarrador.
Esto, en la vida real, le forzaba a vivir con
la madre pero le negaba el amor sexual de los hombres.
El análisis volvió a despertar su esfuerzo por competir
con un hombre
,.
LEWIS B. H1LL
568
para lograr el amor de .la madre.
mo un amor hacia mí yana
La angustia le orientó a expresar esto co-
reconocer
ninguna emoción acerca .de mi es-
posa. Pero otra vez la angustia (temor de la crítica y hostilidad de la madre) la obligaron ano
me mostraba
lograr el amor de su padre.
ciones y "rabias",
vida.
finalizando
con la amenaza de matarme
Todo lo cual le impedía considerarme
cluyendo
Tan pronto
como yo
amable, ella eludía los hechos con disputas ficticias, frustra-
el convencimiento
como una figura materna,
su
ex-
de sus fantasías de la madre fálica y las fanta-
sías de felación, las que se veían en las observaciones
de pastel, cuando
y arruinar
uno desea todo el pastel".
de "comer
un trozo
La ira surgió de esta frus-
tración debajo de la cual se ocultaba su anhelo por devorar a la madre (un
anhelo en parte positivo yen
y consciencia vaginal,
parte sádico), deseos irrefrenables
Así evitaba caer directamente
de felación
en la cuestión con el
superyó derivado de la madre y dirigía su atención específicamente
la masturbación.
Las precedentes
consciente
incursiones
constituyeron
mancomunamos
contra
a través de los distintos caminos del in-
una exploración
en conjunto .. La paciente y yo
nuestros, esfuerzos y así avanzamos.
Todo' fué posible, se-
gún creo, sólo después que discutimos la hostilidad como una defensa electiva y con esto la despojamos de su mágica eficiencia.
El último paciente que citaré, era un joven soltero, con una neurosis
obsesiva grave, encubierta
consultó
por modales gráciles y actitudes sofisticadas.
acerca de la forma y medios de concurrir
a otro analista.
Me
En el
curso de nuestras discusiones desarrolló intensas angustias relacionadas
fantasías sobre mutilación
luego concurrir
criminal de algunas partes del cuerpo.
más a menudo y diferir su consulta a otro analista.
mente le sugerí, considerando
del temor a la castración,
zamiento mórbido
Final-
con otro analista.
Es-
Desde ese día y durante tres años no habló más acerca
labra de .su propósito
muy circunstancial,
Propuso
su angustia, que trabajaría conmigo hasta que
pudiese irse algunos meses más tarde, para continuar
tuvo de acuerdo.
con
nada tampoco acerca de la angustia, ninguna pa-
de partir.
Hablaba
rápidamente,
con voz afectada,
diciendo mucho y no expresando nada, y con un desplade. un objeto a otro.
U tilizaba gran parte de cada hora
llamándome por una serie estereotipada de nombres: Se referían claramente
a su padre, a su madre ya él mismo. No había rnejoría.clínica.
Todas-las
LA HOSTILIDAD
COMO DEFENSA
569
interpretaciones¡ ~l1e'fueron' pocas, se encontraban' con' un: «Usted es un
tonto." «Ya sabía eso" o «Qué inteligencia-maravillosa, .¿cómo sabe todo
eso? "
Durante tres' años semejantes expresiones hostiles, afectadas y disociadas. Sin embargo parecía que el análisis podía prosperar: Había encubiertas alusiones a sentimientos de dependencia, a los que él. llamaba' anhelos
homosexuales y a la aspiración de mejorar. Un amargo desengaño fuera del
análisis cambió la corriente-por un tiempo. La mejoría disminuyó y yo
recurrí a la interpretación de la hostilidad como defensa contra un trabajo
analítico sincero. Esro fué recibido con una ulterior' hostilídad, no muy
sincera. Le dije que deberíamos terminar el análisis en seis meses'. La' toralidad del cuadro cambió. de pronto hacia una .verdadera hostilidad a causa
de esta decisión, y además dió mucho material, mostrando una mayor visión
dentro del trabajo de los tres años precedentes.
Parecía probable que con otro analista completase su recuperación social. Mencionaré que este hombre estuvo supeditado en su infancia a situaciones de rivalidad muy serias, que el padre fué de condición nada estimable y que la madre se preocupaba más por las actividades sociales que
por las del hogar y las del niño. O sea que era mucho lo que se esperaba del
niño y poco el afecto y seguridad que se le ofrecía.
Desde que todo cuanto antecede llamó mi atención, he observado que
otros pacientes también explotan las defensas hostiles con cierta frecuencia
en el análisis. He intentado mostrar en los casos citados el tipo de situación
en la que creo debemos considerar la hostilidad como defensa contra una
mayor sinceridad en la reacción afectiva a la situación analítica. Cada uno
de esos pacientes ha sido un niño inteligente en una familia que malogra las
mejores emociones y donde está ausente el apoyo afectuoso de la madre.
Cada uno de ellos ha experimentado agudamente la necesidad de amor y
de dependencia del afectuoso cuidado materno y tan sólo encontraba la más
amarga frustración de esa necesidad. Cada uno ha tenido demasiadas ocasiones para sentir hostilidad en la infancia. T odas fueron niños dóciles,
tuvieron una retrasada adolescencia y aprendieron a explotar la hostilidad
como defensa contra el dolor de una repetición del rechazo y el insulto.
Para ello establecieron una vinculación pasiva con la madre. Las mujeres
transfirieron esta defensa agresiva a sus vinculaciones con los hombres. El
hombre la utilizó para defenderse contra los hombres y las mujeres.
LEWIS B. HILL
570
Desearía añadir que los casos mencionados
cultad que no facilita la aplicación
al que reaccionan
mal.
impone
la hostilidad
solucionar
los prcblemas
de Ferenczi,
a los pacientes
un conoci-
vinculaciones
y les incita a
para evitar la angustia.
El éxito para
miento de sus temores frente a las verdaderas
explotando
un tipo de difi':'
del método de relajación
Este método
defenderse
plantean
de estos pacientes
reside en el hecho de que el
analista evite reacciones inadecuadas ante aquella necesidad de amor y hostilidad.
La actitud correcta
es un amistoso interés durante
problema de los temores por esa misma necesidad de amor.
la expresión del
En esta situa-
ción favorable la hostilidad como defensa puede ser suprimida porque ya
no es necesaria ..
Traducido
del inglés por el doctor
HORAC¡() GARCÍA VEGA.
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