COl\lO DEFENSA (1) LA HOSTILIDAD por Lewis B. Hill (BaI'imore) Los runos aprenden ocultando que es necesario sus verdaderos engaño es practicado pensamientos contra el ambiente y sensaciones. ,Con el tiempo este también contra aquella parte de su psiquismo que re- presenta las circunstancias puede ser engañado protegerse ambientales. por una actitud Por tal motivo el individuo defensa contra la expresión de una emoción básica, por completo 'Es muy importante Todos estarnos sobre aviso, como analistas, ante el posible papel d~l amor y de la "transferencia" la angustia. Aprendimos erótica como disfraz para a ~onsiderar esta angustia en gran parte como 'una o de defensa contra los impulsos hostiles. En verdad, hay precedentes teóricos para' considerar la formulación ubicado másprofundamente. paranoica. 'Ernest " la hostilidad mo una actitud que también puede ser utili~ada para encubrir li'n sentimiento, diferente. que el analista distinga estas actitudes defensivas' de las emociones subyacentes. "Señal de peligró" mismo emo~ional p,t"0pia, la que sólo es una co- el estado' de Tai es el clásico ejemplo de )ones er~ Temor, culpa y odio e), con- signa en forma clara que cuando el odio es la capa superficial de un afecto, és: utilizado por el paciente para encubrir una capa más profunda 'O:culpabilidad, de temor los que a su vez lo' defienden contra una capa más profunda de "odio producido por un yodistónico", que, como k ira, puedan Hay pocas emociones en la vida dar al individuo una tan intensa convicción de que está en lo cierto, ·0 incluyan tan completo sentido de autojustificación; esta impresión de veracidad se tiene al máximo en la lla~ada "verdadera' indignación" culpabilidad, y "la reacción consciente de odio es un intento de elaborar la o más bien la impotencia que dicha culpabilidad ha provocado". Por tanto, sin pretender originalidad, comprendo no obstante que corresponde tener presente que la hostilidad puede ser defensiva. Corrientemente (1) Leído en 1938 en la Sociedad Psicoanalítica de New York. ducido de "The Psychoanalytic Quarterly", vol. VII, NQ 2, 1938. (2) JONES, ERNEST: Temor, culpa y odio. "Int, J. Traducido y repro- Psa.", X, págs. 383-397, 1929. ' LA HOSTILIDAD COMO DEFENSA ' 561 estamos acostumbrados a pensar que la transferencia negativa en' el-análisis debe ser interpretada sin- tardanza y que la transferencia positiva puede ser pasada por alto y despreocuparnos, mientras no entre al servicio de la resistencia. Este enfoque generalmente exacto puede tender a transformarse, dentro del concepto del analista, en la fórmula de que en el análisis el amor es un pretexto defensivo y el odio es verdadero. Estudiando ciertos individuos, me ha parecido que han aprendido a protegerse explotando la hosti':' lidad, y que si a esta hostilidad le asignaba yo una gran importancia, entonces los pacientes eludían hábilmente la investigación analítica. A estos pacientes quiero referirme ahora. Parece haber dos tipos de reacciones negativas, una como respuesta' a -la ofensa o frustración, otra como protección contra la repetición de este mismo hecho. Pueden no ser diferenciables en las manifestaciones que las exteriorizan, pero serán fácilmente individualizadas por sus consecuencias si se permanece alerta por necesidad diagnóstica. Cuando un paciente adulto vivencia y abreacciona la verdadera ira de su niñez, .se espera llegar a la resolución de su problema por algún recurso tal come la renunciación, substitución o sublimación, a la vez que se produce la simultánea eliminación de lo que estimula alodio. Sin embargo, si lo alentamos a que exprese en forma reiterada el sentimiento negativo de tipo defensivo, el resultado será una interminable serie de variaciones dentro del tema, sin ningún cambio en su posición hostil, y sin haber logrado ayudarle a la superación de su antigua actitud engañosa ante sítnisrno. La protección lograda por el paciente con este segundo tipo de:;fiústílidladretarda el progreso del análisis, porque su conducta le impide caer dentro de los proble. mas que podrían hacer surgir el primer tipo de odio o sea el odio verdadero y reprimido. Qusiera decir algo acerca de los sentimientos y situaciones que pueden ser eludidos, explotando las actitudes hostiles, tanto en el análisis como en la vida. Incluyo en primer término al temor y la culpabilidad ya establecidos por jones; también me ha parecido que los sentimientos de dependencia, necesidad de afecto, la pasividad y desvalimiento, o bien un deseo de dominio. y control (como defensa contra la pasividad) y hasta la exteriorización de afectos resultan tan intolerables a algunos pacientes, que prefieren mostrarse como malhumorados y desafiantes, pendencieros o amenazantes. Existe otro aspecto de la actitud -hosril defensiva del paciente que es 562 LEWIS B. HILL muy importante habituales. si el analista no puede sustraerse a las respuestas humanas Es absolutamente posible que la persistente crítica y acusación, ira y recelo del paciente puedan servirle como una verdadera ladando la batalla al enemigo e induciendo al analista a reaccionar mor o culpa, hostilidad o excesiva benevolencia. quienes he observado una particular la hostilidad defensa, trascon te- Los mismos pacientes defensiva en su total desarrollo en tenían facilidad para percibir y explotar las reacciones emocionales de los demás. Con este criterio, desearía referirme que orientó de pronto mi atención a cierto material clínico hacia este tema. Una mujer soltera, con angustia aguda, llegó al tratamiento durante algunas sesiones una historia incoherente de conflictos presentando frente a va- rias personas de ambos sexos. Se dedicó a observarme intensamente durante dos semanas. Luego el cuadro cambió, la historia comenzó a ser inteligible y pude notar una total disociación individual varios años contra una leve esquizofrenia. ciones de mutua comprensión desolación interna, que había luchado Ella se adaptaba ,bien a las situa- y relató en forma suplicante soledad y terror durante tratando miento que colmara el deseo de ser amparada. de provocar un cuento un gran senti- Este anhelo se hizo evidente en la voz y los gestos, después de lo cual se desató en furioso llanto. volvió amenazante y acusadora. sexuales frente a cualquier violada en su temprana me impulsaron de Se Parecía que su temor eran las posibilidades situación y nos contó que estuvo próxima a ser niñez. El cuadro de dolor continuo a dirigirle algunas expresiones de sentimientos y aislamiento en atención a sus dificultades. Aunque esto aparezca como una confesión de error técnico, creo que la situación era muy crítica para esta mujer y no hubiera podido soportarla sin ayuda. Sin embargo era imposible que soportase tal ayuda porque las ofensas narcisísticas estaban candentes todavía y se tornaban mente agudas en presencia de la bondad. ma de súplica y rabia alternada insoportable- Casi durante cuatro años esta nor- se repitió a intervalos irregulares de unas pocas semanas. En cada ciclo obtuve una mayor visión dentro de la historia de su niñez y mayor comprensión de los medios por los cuales ella siem- pre se había ocultado de todos. Había aprendido a ser seductora para lograr sensación de proximidad, pero esta sensación de proximidad provocó en ella sentimientos sexuales que fueron asociados a las experiencias infantiles lo mismo que a la masturbación ulterior. El sentimiento de culpa fué tan e LA HOSTILIDAD COMO DEFENSA ~63. intenso que se sintió indigna del amor. Luego repetía la seducción, caba una querella taria. defensiva contra lo sexual y quedaba provo- libre pero soli- Esta norma fué utilizada en el análisis hasta que logró convencerse de que la bondad y comprensión de franca conducta no significaban precisamente un intento sexual. Los esfuerzos para interpretar traídos ahora a la transferencia estos episodios hostiles del pasado retro- revelaron que después de la seducción rea- lizada por el padre quedó con un estado de ánimo lleno de hostilidad; cordó también que la madre desplegó una conducta abusiva y la paciente adoptó por espacio de diez años una actitud desafiante, íos cuales del caso no mejoró a la paciente. Las repetidas sodios de "rabia" durante y las fantasías. -Sin embargo su mayor interés radicaba en la masturbación esta comprensión discusiones del valor heurístico me llevaron ái convencimiento de los mencionados epi- de que la paciente se pro- curaba con éstos no sólo el alivio de su angustia sino que también un conocimiento re- obtenía cabal de que el analista respondía con un sentimiento dadero y considerable. de aquella vinculación Este conocimiento ver- despertó en la paciente los ecos con el padre la cual precedió de eso la madre la había tratado fríamente. a la seducción. Antes El período más feliz de su vida fué en aquella época, cuando al regresar el padre de una ausencia, aceptó sus requerimientos amorosos infantiles. Mi bondad produjo respuestas se- xuales parecidas a las que sintiese antes en aquella noche que durmió con el padre. Para evitar el terror de aquella noche, evitó recordar los antecedentes. Por una especie de elipsis saltó a las relaciones hostiles con la madre subsiguientes a la partida del padre, y desde éstas pasó a las fantasía donde los impulsos eróticos y sádicos compartían por igual su importancia. Al reco- nocerle que era físicamente atractiva y sugerirle su necesidad de afecto quedó excluída toda posibilidad razonable de relación erótica, se abrió el caminó para la reactivación verbal de la violación sufrida y para la reconstrucción de la escena del día subsiguiente Esto permitió finalmente cuando se separó en dos personalidades. la recuperación de su natural encanto femenino, como una parte de su yo consciente. Cesó inmediatamente de su hostilidad en el análisis y supimos de su interrupción la explotación en otras rela- ciones de la vida cotidiana. terapéutico Yo atribuyo el feliz resultado al enfoque de sus actitudes hostiles como defensa contra los sentimientos auténticos, que sanen realidad las que corresponden a una niña de cinco años o LEWIS B. HILL 564 hacia un hombre que procura seducirla. biera sido catastrófica si no mediase el hecho de que en este caso el papel del analista como amable y receptivo no cooperaba La revelación de este criterio hu- activamente fué un camino fácil de seguir y que en la repetición neurótica. Recordaré que la paciente tenía una madre fría y abusiva, a la vez que un padre rechazante. Existía en los primeros años una base propicia para la hostilidad. Por tan- to,' sus iras durante el análisis no fueron algo nuevo. Les imprimió, en consecuencia, una modalidad persistente analítica, por lo cual se tornaron y un propósito dentro de la situación tan significativas . . Una segunda paciente de 40 años, soltera, llamó nuevamente ción por el hecho de utilizar su hostilidad como defensa. mi aten- Esta mujer que me fué remitida por algunas dolencias físicas indeterminadas, dió comienzo a su análisis con una acusación y un desafío expresado en voz alta y aguda: No puedo comprender, dificultad decía, queunamu}er permanezca soltera sólo por de elección; puede desear al hombre nada más que como compa- ñero de mesa y bien podría preferir no tocar o ser tocada por nadie. Además estaba enterada de que los analistas sugerían a' tales mujeres que resolviesen sus problemas llegando a la promiscuidad Este comienzo' es suficienternente o que adquiriesen un gatito. revelador como para sugerir lo mu- cho que era posible realizar para aliviarle sus dolencias, pero ella continuó zahiriéndome durante siete meses aproximadamente, apelando a argumentos unilaterales y dedicando largas horas a divagaciones abstractas, todo lo cual trasuntaba resentimiento, rebelión y desafío" Entretanto daba pocas asocia- ciones a los muy limitados y fragmentarios sueños, casi no expresaba fanta- sías y en nada contribuyó de su historia. al conocimiento Traté de relacio- nar su hostilidad a los incidentes de su' pasado, en lo poco que me era conocido, y relacionarla· además con la situación analítica. El resultado fué malo en el sentido de que no surgió ningún material analítico, ni ocurrió cambio alguno en la transferencia, ni ella mejoraba. Esto se asemejaba por todas las circunstancias "personalidades esfuerzos. no analizables" Incrementó a lo que yo califico de y sugerí que debíamos suspender nuestros su rabia y con ésta su angustia hasta que me vi im- pulsado a cambiar de opinión y como último recurso intenté la técnica de relajación de Ferenczi. Pareció evidente que las actitudes de "no-me-toques" y "no-me-cambies" prácticamente fóbicas por su intensidad, las utiEl -re- lizaba como. resistencia y fueron vencidas con la técnica indicada. LA HOSTILIDAD COMO DEFENSA 565 sultado fué la emergencia de 'una transferencia agresiva erótica infantil, que la paciente rehusaba considerar como algo diferente de un amor verdadero'. La situación se tornó inaceptable para mí y se hizo evidente que el análisis no podía proseguir como una situación de comodidad para sus exigencias y para su gratificación. Se produjo un retorno inmediato a su odio intenso. Esta vez el odio fué amargo y acusador, con amenazas de suicidio, de psicosis o de "hundir todo para siempre". En todo el año siguiente no hubo tregua. Sufrió en su trabajo y en sus relaciones sociales, su salud empeoró y parecía no tener fin su malhumorada y llorosa hostilidad. Sin embargo, durante esta fase hubo veces que la "rabia" o la desesperación la llevaron a disminuir su guardia y protección; en tales momentos 'pude conocer algunos hechos aunque muy pocos. Surgió que la madre padecía fobias de contacto, que no deseaba tener hijos, que no la amamantó y que la zahería por ser mujer, criticando su cara, su figura y personalidad. La madre le restringía mucho su vinculación fuera del hogar y dentro de éste no hubo oportunidades para la actividad natural 'de la niña. Su padre fué nn fracasado y durante toda la infancia de la paciente, la familia afrontó gran pobreza.' La niña repudió por completo a su padre peto nunca eludió a la madre.aun después de la muerte de ésta soñaba con ella repetidamente. Es interesante consignar la ausencia de recuerdos correspondientes 'a la masturbación, curiosidad sexual y aventuras románticas. La menstruación le produjo un gran shock y todavía no la había aceptado totalmente. '! La situación analítica, tal como la imaginé en esa época, me permitió reconstruir el modelo emocional de la paciente, poco más o menos así: existe un inmenso anhelo por algo, que sólo aparece expresado en términos imprecisos y abstractos. Este anhelo .es combatido constantemente. Se odia a sí misma por tal anhelo y odia al mundo yal analista porque no la gratifican. La angustia es una consecuencia de esta hostilidad de doble filo y le impide una ulterior comprensión de su significado. Paraaliviar su angustia acentúa su amor al analista como si fuera el amor 'hacia un hombre y no lo quiere ver como la transferencia de un objeto infantil. Me odia para no aceptar .esta solución de su angustia. Amenaza ton la autodestrucción o la terminación de su afecto y me previene que no debo permitir que esto suceda. Deseaba que el analista la tuviera presente o en otras situaciones deseaba ser la preferida. Le molesta la' urgencia de .sus exigencias' que la devoran e invoca ideales como argumentos. No desearía, transgredir el de•. 566 LEWIS B. HILL recho de los demás; a éstos no puede determinarlos, a otros pacientes, pero existen alusiones a los amigos y a mis hijos. El hecho de no referirse mi mujer es muy significativo, pero cuando la menciona se le producen a des- pués ataques de rebelión contra las reglas analíticas que le obligan a hablar sobre temas tan dolorosos. La conclusión fué que la dificultad debía residir en mi propia ceguedad. Alguna situación representaba percibirlo yo dentro de su fantasía neurótica en forma consciente. ción estereotipada Algo fué lo que provocó de obstinada rebeldía. en vez de en ella esta reac- Era norma que se repetía en casi todas las sesiones analíticas: entraba al consultorio con mirada hosca y fría; un silencio de varios minutos era lo habitual, le molestaba el diván y a veces lo rechazaba con expresiones de enojo, desaliento y amargura; zaba por crear argumentos se esfor- y acusaciones de que el analista había cambiado, perdido interés y se había vuelto hostil desde la sesión pasada; decía que sentía angustia ante la posibilidad de que el analista la abandonase. la hora estaba alicaída, relataba algunos fragmentos asociaciones; a veces admitía que mejoraba. Al finalizar de sueños con pocas La despedida, que a menudo se prolongaba tres o cuatro minutos, transcurría en un ambiente de mutua comprensión. Al día siguiente se repetía el mismo ciclo. Esta fórmula dia- ria fué similar en todo el análisis: la hostilidad y su anulación seguida de proximidad, luego la hostilidad y la distancia. Con el tiempo el período de proximidad o de interés positivo hacia el analista fué expresado en palabras a través de las cuales pude entrever un significado fálico que no llegó a ser explícito. Ahora de reacción. comprendo, o creo ver, que mi papel es perpetuar Sus angustias y miserias eran tan impresionantes sintiendo yo naturalmente su modelo para mí que, un cierto afecto hacia ella, a pesar de sus defen- sas clínicas tan hostiles, me indujeron a proporcionarle la seguridad de mi afecto con la base de una buena amistad. Pero la paciente reaccionó a este seguro afecto Con hostilidad. Evidentemente no se atrevía a aceptarlo. La hostilidad era preferible al afecto. Le hice esta interpretación y me respondió que por supuesto "ella combatía sus impulsos para oponerse a una relación erótica conmigo, como combatía todos sus impulsos". siempre de matar sus deseos. Descubrió que el odio hacia sí misma y hacia mí le impedía que emergiesen sussentimientos analíticas. El reconocimiento Ella trataba positivos durante las sesiones de que invocaba deliberadamente estados de LA HOSTILIDAD ánimo hostiles con preferencia a los sentimientos la angustia, permitió por cierto, una elaboración ya había presentado 567 COMO DEFENSA eróticos que engendraban acabada del material que y también del material que aportó posteriormente. Fué posible relacionar la utilización de la ira y el temor con la defensa contra el conocimiento turbatorias y visualización después de un intento verdadero de sus experiencias que había suprimido en forma completa. masturbatorio tuvo una hemorragia estado de los hechos que permanecía de ira, se ocultaba y fantasías mas- Así llegué a saber que también probablemente encubierto muy seria. El por su reacción bajo un despiazamiento. Algu- nas ideas un tanto paranoicas acerca de quienes le rodeaban me sugerían esa condición de desplazamiento. Mi razonamiento era que si yo integraba para ella y me celaba en el sentido habitual un objeto sexual verdadero de la expresión, entonces el análisis de su actitud hacia la esposa que le estorba, debía reducir la angustia y la ira hacia mí. Pero esto no pudo ser analizado. La "rabia" y el resentimiento lo impidieron. siderado Percibió el indicio de que yo, un hombre, era con- no como persona sino como una posesión; por ejemplo tenía la fantasía de encerrarme pudiera compartirme. para siempre en una torre en forma tal que nadie Por lo tanto yo aparecía como un instrumento, ca- si un objeto, un símbolo fálico con el cual encuentra su verdadero de amor. y debemos recordar La envidia, y no los celos, era el problema objeto que ella había expresado envidia de mí por considerar que tenía-todo lo 'que yo deseaba. yo tengo todo Podemos entenderlo en otra forma: lo que ella desea. Con la capacidad que ella tiene para transformar los impulsos fálicos en orales ¿qué es lo que desea? Desea ser un hombre, tener las oportunidades alejar el hombre presalia) somáticos. de un hombre, y en un nivel más profundo de todas las mujeres. y culpabilidad, Si este intento Este deseo le causa angustia' (re- todo lo cual hace una conversión es descubierto ella tendrá en síntomas por enemiga a toda mujer y ya hemos visto que ella teme y necesita a las mujeres. profunda desea Así que la envidia de hostilidad posesiva hacia mí como padre, llega a con- vertirse en amor de pcsesión hacia mí, hasta que yo también fracaso en la representación de madre amable para ella. Se abrió paso otra vez como un odio destructivo, desgarrador. Esto, en la vida real, le forzaba a vivir con la madre pero le negaba el amor sexual de los hombres. El análisis volvió a despertar su esfuerzo por competir con un hombre ,. LEWIS B. H1LL 568 para lograr el amor de .la madre. mo un amor hacia mí yana La angustia le orientó a expresar esto co- reconocer ninguna emoción acerca .de mi es- posa. Pero otra vez la angustia (temor de la crítica y hostilidad de la madre) la obligaron ano me mostraba lograr el amor de su padre. ciones y "rabias", vida. finalizando con la amenaza de matarme Todo lo cual le impedía considerarme cluyendo Tan pronto como yo amable, ella eludía los hechos con disputas ficticias, frustra- el convencimiento como una figura materna, su ex- de sus fantasías de la madre fálica y las fanta- sías de felación, las que se veían en las observaciones de pastel, cuando y arruinar uno desea todo el pastel". de "comer un trozo La ira surgió de esta frus- tración debajo de la cual se ocultaba su anhelo por devorar a la madre (un anhelo en parte positivo yen y consciencia vaginal, parte sádico), deseos irrefrenables Así evitaba caer directamente de felación en la cuestión con el superyó derivado de la madre y dirigía su atención específicamente la masturbación. Las precedentes consciente incursiones constituyeron mancomunamos contra a través de los distintos caminos del in- una exploración en conjunto .. La paciente y yo nuestros, esfuerzos y así avanzamos. Todo' fué posible, se- gún creo, sólo después que discutimos la hostilidad como una defensa electiva y con esto la despojamos de su mágica eficiencia. El último paciente que citaré, era un joven soltero, con una neurosis obsesiva grave, encubierta consultó por modales gráciles y actitudes sofisticadas. acerca de la forma y medios de concurrir a otro analista. Me En el curso de nuestras discusiones desarrolló intensas angustias relacionadas fantasías sobre mutilación luego concurrir criminal de algunas partes del cuerpo. más a menudo y diferir su consulta a otro analista. mente le sugerí, considerando del temor a la castración, zamiento mórbido Final- con otro analista. Es- Desde ese día y durante tres años no habló más acerca labra de .su propósito muy circunstancial, Propuso su angustia, que trabajaría conmigo hasta que pudiese irse algunos meses más tarde, para continuar tuvo de acuerdo. con nada tampoco acerca de la angustia, ninguna pa- de partir. Hablaba rápidamente, con voz afectada, diciendo mucho y no expresando nada, y con un desplade. un objeto a otro. U tilizaba gran parte de cada hora llamándome por una serie estereotipada de nombres: Se referían claramente a su padre, a su madre ya él mismo. No había rnejoría.clínica. Todas-las LA HOSTILIDAD COMO DEFENSA 569 interpretaciones¡ ~l1e'fueron' pocas, se encontraban' con' un: «Usted es un tonto." «Ya sabía eso" o «Qué inteligencia-maravillosa, .¿cómo sabe todo eso? " Durante tres' años semejantes expresiones hostiles, afectadas y disociadas. Sin embargo parecía que el análisis podía prosperar: Había encubiertas alusiones a sentimientos de dependencia, a los que él. llamaba' anhelos homosexuales y a la aspiración de mejorar. Un amargo desengaño fuera del análisis cambió la corriente-por un tiempo. La mejoría disminuyó y yo recurrí a la interpretación de la hostilidad como defensa contra un trabajo analítico sincero. Esro fué recibido con una ulterior' hostilídad, no muy sincera. Le dije que deberíamos terminar el análisis en seis meses'. La' toralidad del cuadro cambió. de pronto hacia una .verdadera hostilidad a causa de esta decisión, y además dió mucho material, mostrando una mayor visión dentro del trabajo de los tres años precedentes. Parecía probable que con otro analista completase su recuperación social. Mencionaré que este hombre estuvo supeditado en su infancia a situaciones de rivalidad muy serias, que el padre fué de condición nada estimable y que la madre se preocupaba más por las actividades sociales que por las del hogar y las del niño. O sea que era mucho lo que se esperaba del niño y poco el afecto y seguridad que se le ofrecía. Desde que todo cuanto antecede llamó mi atención, he observado que otros pacientes también explotan las defensas hostiles con cierta frecuencia en el análisis. He intentado mostrar en los casos citados el tipo de situación en la que creo debemos considerar la hostilidad como defensa contra una mayor sinceridad en la reacción afectiva a la situación analítica. Cada uno de esos pacientes ha sido un niño inteligente en una familia que malogra las mejores emociones y donde está ausente el apoyo afectuoso de la madre. Cada uno de ellos ha experimentado agudamente la necesidad de amor y de dependencia del afectuoso cuidado materno y tan sólo encontraba la más amarga frustración de esa necesidad. Cada uno ha tenido demasiadas ocasiones para sentir hostilidad en la infancia. T odas fueron niños dóciles, tuvieron una retrasada adolescencia y aprendieron a explotar la hostilidad como defensa contra el dolor de una repetición del rechazo y el insulto. Para ello establecieron una vinculación pasiva con la madre. Las mujeres transfirieron esta defensa agresiva a sus vinculaciones con los hombres. El hombre la utilizó para defenderse contra los hombres y las mujeres. LEWIS B. HILL 570 Desearía añadir que los casos mencionados cultad que no facilita la aplicación al que reaccionan mal. impone la hostilidad solucionar los prcblemas de Ferenczi, a los pacientes un conoci- vinculaciones y les incita a para evitar la angustia. El éxito para miento de sus temores frente a las verdaderas explotando un tipo de difi':' del método de relajación Este método defenderse plantean de estos pacientes reside en el hecho de que el analista evite reacciones inadecuadas ante aquella necesidad de amor y hostilidad. La actitud correcta es un amistoso interés durante problema de los temores por esa misma necesidad de amor. la expresión del En esta situa- ción favorable la hostilidad como defensa puede ser suprimida porque ya no es necesaria .. Traducido del inglés por el doctor HORAC¡() GARCÍA VEGA.